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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Consecuencias políticas de las elecciones del l3 de mayo en el País Vasco: el soberanismo avanza.

     Ya se conocen los resultados oficiales de las elecciones autonómicas celebradas el domingo 13 de mayo en el País Vasco; decisivas, se pensaba, como nunca. Reflexiones en torno a sus consecuencias.

 

Introducción.
El Gobierno Vasco ha comunicado, oficialmente, los resultados electorales de los comicios del 13 de mayo, si bien todavía faltan los derivados del cómputo de votos emitidos en el extranjero, que no cambiarán en nada dichos resultados.
            Sentimientos dispares se sucedieron, según fueron conociéndose los resultados, en las diversas fuerzas políticas: prudencia, desconcierto, preocupación, perplejidad, alegría y euforia. Al final, la realidad se ha impuesto.
            Recordemos que la mayoría de las encuestas publicadas a lo largo de la campaña electoral, así como la realizada por el CIS y difundida con tanta polémica fuera del plazo legal, vaticinaban que a los partidos “constitucionalistas” les faltaría uno o dos escaños para la mayoría absoluta, existiendo un importante porcentaje de voto no manifestado, “oculto”, en el que se confiaba para llegar a esa mayoría.
            Los resultados no se han alejado, en esta ocasión, en exceso de tales previsiones, pero mejorando los de los nacionalistas en detrimento de las pretensiones del “bloque constitucionalista”.
            Veamos los resultados obtenidos por cada partido.

 

Breve descripción de los resultados.
1)      La coalición PNV/EA ha sido la fuerza más votada, tal como las diversas encuestas anunciaban. Su victoria ha sido más abultada de lo esperado, gracias al desembarco de un número muy importante de votos procedentes de Euskal Herritarrok, alcanzando un nivel histórico. Puede calcularse en un porcentaje mínimo el que ha podido optar por el PP. El riesgo de escisión, si es que lo hubo, desaparece por completo. El liderazgo de Arzalluz se fortalece y se consolida la opción estratégica del soberanismo. Para el PNV y EA, es claro, en definitiva, que existe un “conflicto político” en la raíz de la violencia desatada por ETA. Tales consideraciones marcarán su labor futura. Puede iniciarse, de nuevo, un camino soberanista común con EH, de producirse una nueva “tregua” que ahora no puede descartarse. Bien claro lo dijo Ibarretxe en la noche del domingo: “Hay que sentarse a dialogar”.
2)      El Partido Popular, en coalición con Unidad Alavesa, ha sido el partido constitucionalista más votado, pero sin alcanzar el objetivo previsto. Mayor Oreja queda en una posición delicada al no alcanzar el gobierno de Vitoria. Le espera una larga “travesía en el desierto” en la que deberá reelaborar su estrategia, manteniendo además posiciones y cargos, ante el riesgo de una desmoralización de su gente. Debe evitar se desmoronen los avances conseguidos, con tanto esfuerzo y dolor, en los últimos años.
3)      PSOE/PSE. Se mantiene en votos, pero su estrategia ha fracasado. El coste político de la derrota recaerá en Redondo Terreros, a quien sólo queda como salida intentar “recomponer la unidad de los demócratas” que para algunos en el partido (y fuera del mismo, caso de muchos medios de comunicación) sólo significa un gobierno de coalición con el PNV/EA: el llamado “gobierno transversal”. Con el apoyo de IU, se conseguiría un polo de izquierdas en un hipotético gobierno de coalición, frente a la derecha del PNV/EA. Pero el éxito electoral de la coalición nacionalista hace que no sea necesario tal acuerdo.
4)      Euskal Herritarrok ha reducido a la mitad su representación parlamentaria, habiendo optado un sector significativo de sus seguidores por el voto útil a PNV/EA. Pero esa reducida representación, aunque menguada, no le impide seguir siendo un factor distorsionador clave en el juego de las mayorías posibles en el Parlamento de Vitoria. La corriente “Aralar” quedará reforzada moralmente en el seno de la coalición, pero no es posible que llegue a liderar a EH. Es indudable, por otra parte, que los votos prestados al PNV/EA no son incondicionales. Son votos que han optado por PNV/EA ante el miedo que les ha generado un hipotético gobierno no nacionalista en Vitoria, lo que les habría alejado en un futuro inmediato de la consecución de los objetivos soberanistas. Esos votos prestados son claramente independentistas, y se harán valer, ya por ETA, ya por EH.
5)      Izquierda Unida. El discutido liderazgo de Madrazo sale reforzado, con unos resultados algo mejores de lo esperado. No puede descartarse su opción a un gobierno de coalición con el PNV/EA, con o sin presencia del PSOE.

 

Análisis de los resultados y previsiones.
La iniciativa en la formación del gobierno corresponde, sin duda, al PNV/EA. Pueden constituir el próximo gobierno en solitario o en coalición con IU y/o PSOE. Es una incógnita el desarrollo de sus futuras relaciones con EH.
El PNV/EA sale reforzado en su orientación soberanista. Su táctica ha sido efectiva: el Pacto de Lizarra le ha servido para descubrirse en sus objetivos reales y para arrastrar un 40% de los votos de EH. Conforme evolucionó Lizarra, parecía que la iniciativa la marcaba EH, pero los resultados confirman que Arzalluz ha actuado con una habilidad táctica sorprendente. Su audacia, incomprensible en un principio, ha sido premiada. Ahora, con el gobierno de Vitoria en sus manos y una mayoría absoluta de nacionalistas en el Parlamento, podrá encaminarse con hechos hacia la consecución de sus metas. El nuevo gobierno vasco y el Parlamento de Vitoria ya no serán obstáculos en su avance hacia el soberanismo, sino palanca e impulso del mismo.
Euskal Herritarrok seguirá siendo un factor permanente de conflictividad. Acudirá al Parlamento exclusivamente cuando convenga a sus intereses, marcados por ETA; y siempre que ello les aproxime en la consecución de su objetivo soberanista a corto plazo. El Parlamento, por lo tanto, será un medio, que no un fin, para esta fuerza. Persistirá en su labor de chantaje hacia PNV/EA. El peso interno de Aralar debiera redimensionarse, pero no parece fácil por la estructura y funcionamiento interno, de orientación leninista, de la coalición. La situación que se ha abierto, por el enorme fracaso electoral de EH, puede ser la oportunidad para que los “políticos” tomen la iniciativa dentro de la coalición persiguiendo una “tregua” que facilite una nueva edición de Lizarra.
PNV/EA y EH, en función de posibles acuerdos de futuro, podrán combinar su estrategia de acción política de gobierno y parlamentaria (con posible proyección internacional), junto otras tácticas de “insumisión civil”, en la línea del “carnet de identidad vasco”, potenciación de Udalbiltza (agrupando las dos versiones de la asamblea existentes hoy día), etc.
ETA continuará matando, al menos a corto plazo. Es más. El brutal asesinato de Manuel Giménez Abad parece haber servido para movilizar al electorado nacionalista en torno a PNV/EA, fundamentalmente. El actual liderazgo de ETA, y su rejuvenecimiento gracias a la entrada de más de un centenar de activistas procedentes de Jarrai – Haika, pudiera presagiar su incapacidad de diseño de una estrategia alternativa a la “lucha armada”. Pero con los resultados electorales en la mano y la mirada puesta en la independencia, no puede descartarse que la dirección de ETA diseñe una nueva tregua, pactada con PNV/EA, a cambio de una aceleración del proceso soberanista en el que se ha embarcado el nacionalismo llamado moderado.
El soberanismo se afianza como opción estratégica del conjunto del nacionalismo vasco, lo que los partidos constitucionalistas no han sido capaces de evitar. Con un gobierno nacionalista, espoleado desde el exterior por Euskal Herritarrok, la marcha hacia la secesión puede acelerarse.
Los esfuerzos de los partidos constitucionalistas no han sido suficientes para cambiar la orientación general del electorado. La labor que les espera es muy difícil y ardua. Desde el gobierno vasco podrían haber tenido esperanzas en la modificación lenta de las actuales tendencias. Pero, de nuevo, desde la oposición, al PP les espera una nueva “travesía del desierto”. Aznar sale tocado de estas elecciones: una de sus grandes apuestas, aparentemente, ha sido perdida.
En el resto de España se tiene un profundo desconocimiento de la naturaleza del nacionalismo vasco. No era realista pretender que la “revolución cultural” desarrollada por el conjunto del nacionalismo vasco, desde hace 50 años se pudiera contrarrestar con campañas mediáticas en unos pocos años. Falta crear un tejido social que permita avanzar y consolidar la realidad electoral de los constitucionalistas, que indica que poco a poco ganan votos y un espacio propio, pese a la presión y la marginación.
En definitiva: el electorado vasco está “fijado” en su mayor parte. Los movimientos y desplazamientos electorales se producen en el seno de los dos grandes bloques: constitucionalistas y nacionalistas, no entre ambos. La orientación definitiva del electorado de Izquierda Unida, dentro de su apuesta por un federalismo poco definido, es una incógnita, pero pudiera ser decisivo llegado el caso.
La Iglesia vasca ha expresado con claridad una opción indudable por el cese de la violencia y la condena del terrorismo. Pero su feligresía y clero continuará dividido entre nacionalistas y no nacionalistas. Sus nuevos obispos persistirán, en el futuro, en el intento de creación de un sujeto público cristiano que ofrezca alternativas a la actual situación de división social. El tender puente entre ambos sectores sociales, seguramente más alejados que nunca, pudiera ser el objetivo de la jerarquía eclesiástica vasca en el futuro. ETA ha interpretado los movimientos producidos en el seno de la Iglesia vasca como la pérdida de la equidistancia que les permitía un papel de intermediación: una cuestión que induce a reflexiones inquietantes.
A los partidos constitucionalistas les queda una labor de oposición seria, constante, que deberán combinar con una labor cívica, asociativa y cultural, en el intento de generar un tejido social que permita avanzar, poco a poco, en el seno de la sociedad vasca y reducir el impacto sobre la misma de décadas de control absoluto por parte del nacionalismo.
El Pacto de Barcelona sale reforzado, con consecuencias imprevisibles tanto en la orientación futura de CiU y BNG, como en la estrategia conjunta de cara a una nueva configuración del marco jurídico territorial español.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 45, mayo de 2001.
Primer día, mensual de la Diócesis de Córdoba, Nº 16, mayo de 2001

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