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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

ETA y el cristianismo.

Un breve análisis sobre la evolución de las relaciones vitales del entorno de ETA con el cristianismo.

 

Un análisis de ETA.
Según fuentes periodísticas del mes de mayo, en ZUTABE, publicación interna de la organización terrorista ETA, cabeza del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV, en lo sucesivo), se recogió recientemente un análisis de dicho grupo acerca del papel jugado por la Iglesia católica vasca en el “conflicto” existente en el País Vasco. Dicha reflexión concluía afirmando que la equidistancia, a su juicio, característica de la Iglesia católica en esta compleja situación, se estaba modificando, al deslizarse en un sentido determinado, lo que le incapacitaría, en el futuro, para el papel de intermediación que podría jugar; tal como ya lo ha hecho, parece ser, en alguna ocasión.
En la ya larga historia de ETA, han sido muy escasas las referencias efectuadas, de forma directa, a la Iglesia católica en su conjunto. Por ello, intentaremos reflexionar en torno a la evolución experimentada por el entorno de ETA con el cristianismo.

 

En los orígenes de ETA.
El Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), primero en la historia y principal representante del espectro político nacionalista todavía hoy, era una fuerza confesional católica sin lugar a dudas. Su primer lema era “Jaungoikoa et Legizarra” (Dios y Leyes viejas, fueros) y en los comicios republicanos de 1936 su estrategia electoral se basó, en gran parte, en la defensa de la religión católica.
El 30 de noviembre de 1930 se fundó una pequeña agrupación política que aspiraba a un nacionalismo aconfesional, liberal, republicano y democrático, interesado en profundas reformas sociales: Acción Nacionalista Vasca (ANV), cuyos continuadores forman parte actualmente de Herri Batasuna.
Desde sus inicios, en el conjunto del autodenominado MLNV, se ha producido un progresivo distanciamiento respecto de todo lo que significa la Iglesia católica. Apenas hay católicos en el MLNV y, los que lo son, están en bastantes casos vinculados a las llamadas “Comunidades Cristianas Populares” y a la “Iglesia popular”. La mayoría “pagana”, por definirla de alguna manera, no sólo no se reconoce en las creencias de sus padres y abuelos sino que, de forma explícita, ha desarrollado una fuerte crítica a la Iglesia católica. Al catolicismo, incluso, algunos llegan a calificarlo como “religión extranjera”, llevándoles, en la búsqueda de una supuesta identidad propia precristiana, a la reinvención del presunto paganismo originario de sus ancestros, concibiendo discutibles prácticas medievales como residuos del mismo anegados por la Inquisición y los agentes de la Iglesia “romana”.

 

La evolución ideológica de ETA.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, troskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. Ha absorbido cuantas “modas culturales” han surgido en las últimas décadas: contestación, ecologismo, liberación sexual y “antipatriarcal”, liberación de la mujer, crítica simbólica y antropológica de la religión, movimiento “okupa”, rock radical. Esa capacidad de adaptación le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos. Esa militancia, tanto la de los fundadores como la de sus sucesores, educada en colegios católicos buena parte de ella, cambió unos dogmas por otros progresivamente, resultando de esta evolución un tipo humano que no estaba en total ruptura con el modelo vital y cultural previo. Cambiaron catolicismo por marxismo-leninismo, caridad por activismo, celibato por clandestinidad.
Por el contrario, la nueva generación de activistas, a la que proporciona un rostro la organización Haika (ilegalizada recientemente por el Juez de la Audiencia Nacional Garzón) carece de tales referencias vitales, lo que ha llevado a Arnaldo Otegui a reconocer al lehendakari Ibarretxe que están “totalmente desideologizados y sin un horizonte claro”. Sin embargo, esa reflexión de Otegui, perteneciente a una generación anterior de militantes que no se reconoce en sus retoños, no corresponde del todo a la realidad, siendo producto de sus condicionamientos ideológicos.
El nuevo activista de ETA y su entorno ya no es un convencido, y muy formado, marxista-leninista, como lo fueron sus “mayores”; pero evidentemente sí que es un abertzale radical.
Este nuevo tipo humano es el resultado de una dinámica vital  y educativa desarrollada en las múltiples instancias asociativas y movilizadoras del autodenominado MLNV. Los jóvenes de Haika y su entorno de influencia han nacido, en buen número, en el seno de familias ya nacionalistas y muy radicalizadas. Sin convicciones religiosas, se les ha inculcado -desde la cuna- una visión nacionalista omnicomprensiva y con múltiples expresiones: recreativas, lúdicas, políticas, educativas, sindicales…
Una mentalidad libertaria, lindante con el nihilismo, ha ido modelando, poco a poco, a estos jóvenes, absorbiendo los nuevos dogmas antiautoritarios destilados desde las factorías “sesentayochistas”:  feministas, ecologistas radicales, etc. También les caracteriza una instintividad muy primaria y “libre”, especialmente en lo que a la faceta afectiva y de desarrollo de la sexualidad se refiere.
Del medio familiar, pasaron a escuelas y colegios donde contactaron con Jarrai (ahora, Haika) o Ikasle Abertzaleak. De ser jóvenes trabajadores, se encuadraron en Gazte LAB (las juventudes del sindicato abertzale próximo a ETA). Si estaban interesados por la militancia ecologista, ahí estaba Eguzki para encauzar sus entusiasmos. Para las feministas: Egizan. Si se decantaban por la militancia internacionalista, Askapena les orientaría. De estar interesados en las múltiples manifestaciones problemáticas de la elaboración, consumo y tráfico de drogas, Askagintza les encuadraría. Incluso se fundó una organización dirigida a los niños: Kimuak (brotes), cuyo modelo eran los “pioneros”. Y no hemos hablado, todavía, del movimiento de las “Gazte Asamblada” (asambleas de jóvenes, organizadas desde Haika) presentes en pueblos y barrios, así como de otras agrupaciones en las que participan con especial incidencia: asociaciones de vecinos, grupos deportivos y montañeros, asociaciones de danzas y centros folklóricos, ikastolas para adultos, etc.
Todo ello, además, acompañado con los viajes de apoyo a los presos de ETA por España y Francia, las movilizaciones semanales, las manifestaciones “nacionales” que periódicamente se convocan, la participación en piquetes huelguísticos, la formación recibida en las “Mendi-martxa” que anualmente convoca Jarrai-Haika en las fechas correspondientes a la cristiana Semana Santa, las celebraciones festivas de todo tipo, los conciertos de “rock radical” vasco, los “viajes solidarios” a Iparralde y América Latina, la participación en “peñas” y cuadrillas”, etc.
Este estilo de vida también tiene elementos externos fácilmente reconocibles. Es el caso de la estética “neo-hippy” y “grunge” que les caracteriza: ropas amplias de algodón y vivos colores con símbolos étnicos, peinados africanos, pulseras de cuero, pañuelos palestinos, tatuajes, etc.
Otro aspecto a tener en cuenta es el consumo masivo, entre estos jóvenes, de derivados de la marihuana y alucinógenos de diverso tipo. La heroína y cocaína se consideran en esta subcultura como “drogas españolas”, cuyo objetivo es adormecer a la juventud combativa de Euskadi. Por el contrario, los alucinógenos encajarían con la primitiva sociedad rural vasca pre-cristiana, una cultura agraria familiarizada -supuestamente- con las plantas medicinales, los hongos alucinógenos, etc.
Pero buena parte de tales ingredientes ideológicos y culturales los encontramos en otras latitudes y circunstancias. Es el caso de la izquierda anarcoide y antiglobalizadora que, ya carente de modelos a los que imitar, se manifiesta con inusitada violencia con ocasión de la celebración de diversos acontecimientos, caso de foros  como el celebrado en Seattle y Praga. Con actitudes próximas al nihilismo vital, conjugan la estética mencionada con convicciones libertarias, el empleo de nuevas tecnologías (de forma subversiva, bloqueando, por ejemplo, el portal de Yahoo o accediendo a ordenadores centrales de diversas instancias representativas del poder bancario o estatal), la coordinación internacional para movilizaciones puntuales y la solidaridad con causas tan dispares como la lucha de los independentistas kurdos o la guerrilla zapatista.
           
Reflexiones finales.
            Hasta aquí hemos visto, en rápidos trazos, el “humus” del que se alimenta un sector importante de la juventud vasca y navarra.
Si algunos representantes cualificados de la Iglesia católica, todavía, han sido interlocutores en recientes intentos de mediación y negociación entre “las dos partes”, ha sido así, no tanto por el peso real de la Iglesia en el conjunto de la sociedad vasca, mermado y claramente decreciente, sino por su parentesco personal concreto con miembros destacados del autodenominado MLNV. La Iglesia católica no es el “cemento” de la sociedad vasca desde hace ya varias décadas. También la mentalidad relativista – consumista ha calado en grandes sectores de la misma. Por otra parte, la confrontación entre nacionalistas y no nacionalistas, que también se ha dado en el seno de la Iglesia, poco a poco y en buena medida, de la mano de los nuevos obispos, está dando lugar al intento de creación de un nuevo sujeto cristiano, cuya preocupación primaria sea la “nueva evangelización” y la misión en esta sociedad.
Y no olvidemos que, pese a ese pesimista diagnóstico, la Iglesia católica es, casi, la única realidad social vasca capaz de movilizar y reunir tanto a nacionalistas como a no nacionalistas, lo que le proporciona una potencialidad que no debe ignorarse.
ETA ha creído percibir un cambio en el seno de la Iglesia, lo que le ha llevado a las reflexiones con las que iniciábamos este artículo. Un análisis de consecuencias imprevisibles.
Por ello, la petición de conversión de los terroristas, realizada por los obispos vascos y el de Navarra, es una propuesta realista con la mirada puesta en la nueva evangelización.
            Esta es, en apretado resumen, la situación actual de las relaciones del entorno de ETA con la Iglesia católica. Tengamos en cuenta, en cualquier caso, que es constante la práctica y justificación, por parte de ese “mundo”, de acciones terroristas con resultado de numerosos muertos y víctimas de todo tipo, siendo tal tipo de “lucha” un elemento fundamental en la estrategia desarrollada por ETA y su entramado. Sin duda, este último factor ha sido determinante para que el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, afirmara el día 23 de abril de 2001, que no pueden denominarse cristianos quiénes apoyan a ETA y a su entorno.

 

Alfa y Omega, Nº 261/ 24-V-2001
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 47 – 48, julio – agosto de 2001.
Reproducido en la web del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (geocities.com/coviteweb).

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