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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

13 de mayo: el País Vasco se la juega.

     El domingo 13 de mayo tendrán lugar las elecciones anticipadas al Parlamento vasco de Vitoria. No serán unas elecciones intrascendentes. Algunas pistas para adentrarse en el laberinto electoral vasco.

 

Introducción.
El lehendakari Juan José Ibarreche, finalmente, ha deshojado la margarita y, con la autorización de su jefe, el presidente del EBB del PNV Javier Arzalluz, ha informado que las elecciones autonómicas tendrán lugar el domingo 13 de mayo, nuestra Señora de Fátima.
Estos comicios anticipados tendrán una indudable trascendencia, mayor que la de los celebrados en otras ocasiones, aunque los resultados son inciertos y las posibles combinaciones resultantes, múltiples.
En este artículo intentaremos proporcionar, de forma resumida, algunas claves para comprender los previsibles movimientos políticos, en el futuro inmediato, que se juega en el País Vasco y, con él, en toda España.

 

Claves de las elecciones.
1.      El Gobierno del Partido Popular pierde un magnífico ministro del Interior. Jaime Mayor Oreja abandona un Ministerio que ha conducido con mano firme, ante las acometidas terroristas y los manejos de la llamada tregua, y se embarca en una aventura que, en el mejor de los casos, le llevará a presidir un gobierno de coalición junto a su socio Unidad Alavesa y el PSOE o, contrariamente, a liderar el Grupo Parlamentario Popular en la oposición. Su posible sustituto, salvo sorpresas, será Javier Zarzalejos, secretario general de la Presidencia, quien durante el transcurso de la llamada tregua, apostó por la misma, frente a las tesis finalmente triunfantes de Jaime Mayor Oreja. De todas formas, con Aznar, todas las “quinielas” son inciertas.
2.      Es casi segura la coalición del PP con UA. El PP necesita sumar el máximo de votos y UA se asegura su supervivencia política por un tiempo, aunque sea bajo el paraguas popular.
3.      El PNV acudirá en coalición con EA. El PNV también necesita el máximo de votos y, para ello, lo más fácil es recurrir a sus hermanos díscolos de EA, partido que para camuflar su evidente declive y progresiva pérdida de votos, necesita aprovechar la oportunidad que le presenta esta coalición. La mayor dificultad para alcanzar el acuerdo de coalición es la pretensión de EA de incluir en el programa electoral una previsión temporal de la vía soberanista, con la mirada puesta en la independencia de Euskadi en 8 o 10 años, pretensión que el PNV intentará desdibujar para no alarmar a su electorado más moderado. De no conseguirse la coalición, el candidato de EA sería Gorka Knör. El candidato del PNV, en cualquier caso, parece ser que volverá a ser Juan José Ibarretxe.
4.      El PSOE, con la base del Pacto Antiterrorista y el liderazgo de Nicolás Redondo Terreros, buscará una acuerdo postelectoral de coalición con el PP cuyo objetivo es lograr un gobierno no nacionalista. De no obtenerlo, caso de no llegar a la mayoría parlamentaria necesaria, no es de descartar que pudiera pactar, de nuevo, con el PNV-EA, a cambio de que estas formaciones prescindan completamente del apoyo de HB y se desmarquen del Pacto de Lizarra. Es claro, para este partido, que el marco de su proyecto de gobierno lo establecen la Constitución y el Estatuto.
5.      HB continuará siendo una fuerza fundamental. Arnaldo Otegi ya ha afirmado el día 21/02/01 en Pamplona, que su intención es sumar el máximo de votos al proyecto de “construcción nacional” que representa. Y pretende jugar con esos votos al igual que en la recién terminada legislatura: prestarlos de existir un Gobierno nacionalista que asuma un proyecto soberanista claro y concreto. Por ello, no es de descartar que, al menos durante la campaña electoral, se produzca un cese temporal de los atentados terroristas.
6.      Izquierda Unida luchará, de la mano del polémico Javier Madrazo, por su supervivencia parlamentaria. El 3% necesario para acceder al Parlamento, puede facilitarla, aunque sus expectativas numéricas son mínimas en cualquier caso. De conseguir representación parlamentaria, ese escaño pudiera ser decisivo en la configuración de un gobierno de coalición liderado por PNV-EA.
7.      Dos sectores del electorado serán decisivos. En primer lugar, los votantes de izquierdas que oscilan entre el PSOE y la IU de Madrazo, desengañados por unos y otros. Otro segundo, el correspondiente al electorado moderado que bascula entre el PNV y el PP. La conquista de esos espacios puede ser determinante para la constitución del primer gobierno no nacionalista en Vitoria. Movilizar todo el electorado obtenido por el PP en las elecciones generales, es el mayor reto para este partido.
8.      En el diseño de la estrategia del PP contra el terrorismo, un gobierno de coalición con el PSOE en Vitoria es imprescindible. De no conseguirlo, se repetiría la presente situación o se reeditarían los acuerdos anteriores (PNV, EA, PSOE). Además, se perderá un buen Ministro de Interior. Mucho es lo que está en juego para el proyecto antiterrorista del PP.
9.      La Iglesia vasca ha dado muestras inequívocas, en la actualidad, de su rechazo al terrorismo. Pero, de nuevo, la desunión de los católicos será patente. No existe voto católico cautivo de ningún partido en el País Vasco. Pero la tradición nacionalista o, la que la niega el exclusivismo, sigue pesando demasiado como para que el conjunto de su voto aporte elementos novedosos en el panorama electoral.

 

Reflexiones finales.
Todo puede cambiar o todo puede continuar básicamente igual. Es mucho lo que se juega: la lucha antiterrorista (con la incorporación plena de la Ertzaintza a la misma), el modelo cultural impulsado desde el Gobierno vasco, la “normalización” democrática; la paz en definitiva.
Esta compleja situación del País Vasco, territorio de indudable tradición católica cuya presencia social declina de forma evidente, pero cuya historia es irreconocible sin el cristianismo, también es motivo de reflexión para la labor y misión, presente y futura, de los católicos vascos.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 42, febrero 2001.

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