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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Reseñas bibliográficas

No más bombas

No más bombas

En España disfrutamos de una buena y constante producción editorial que oferta al mercado en lengua castellana una veintena de nuevos títulos por año de temática directamente relacionada con el terrorismo. No está mal. A ella debe sumársele los numerosos artículos y trabajos monográficos elaborados anualmente por un grupo selecto de escritores españoles y extranjeros: investigadores universitarios, periodistas especializados, políticos comprometidos…

 

Con todo, cuando hablamos de producción editorial, y en relación a otros géneros, debemos reconocer que el tema terrorismo “vende” poco; lo que no deja de ser un contrasentido, no en vano, según diversos estudios demoscópicos, el terrorismo sigue constituyendo una de las principales preocupaciones de los españoles. Entonces, debemos preguntarnos, ¿de qué se trata?: ¿hipocresía o cansancio social?

 

Los últimos meses no han sido una excepción a esta constante. Es más, tenemos que destacar la aparición de un título realmente excepcional: No más bombas. El estremecedor testimonio del terrorista que pidió perdón (LibrosLibres, Madrid, 2008, 210 páginas). Así, su autor, el irlandés Shane Paul O’Doherty, se paseó por España, a finales del 2008, para promocionar un título que, pensamos, debiera haber alcanzado una mayor resonancia mediática.

 

Ciertamente, sus promotores trabajaron mucho en su difusión. De hecho, para la temática que trata, no fueron pocos los resultados alcanzados: varias entrevistas en algunos diarios de difusión nacional, diversas reseñas publicadas en medios influyentes de Internet y radio, una buena atención desde el Grupo Intereconomía… Y si a usted, amable lector, le interesa rastrear esa presencia, puede consultar http://nomasbombas.blogspot.com/, donde encontrará el material más relevante; que no es poco. Pero, libro y autor, merecían mucho más.

 

Shane Paul O’Doherty fue un ejemplo paradigmático de adolescente terrorista norirlandés alimentado por una coherente y potente cultura del odio y de extrema afirmación identitaria. Esa “cultura” no era el producto etéreo y abstracto de una ensoñación sin raíces. Al contrario: toda una compacta comunidad humana se nutría de esos mitos movilizadores, estructurándose vitalmente en torno a una contundente estrategia terrorista que ofrecía, además de mucho sufrimiento a sus víctimas y sacrificados seguidores, un horizonte ideal, un estilo de vida integral, un compacto y atractivo entorno humano;  toda una cultura fuerte y viva.

 

Ya en prisión, en parte sustraído de ese absorbente entorno, se atrevió a pensar por su cuenta, llegando a arrepentirse y, en consecuencia, a pedir perdón; comportamiento que generó no pocos rechazos, tanto entre sus antiguos correligionarios, como entre sus desconfiadas y maltratadas víctimas...

 

El libro es muy recomendable por varios motivos. En primer lugar, por ser una narración escrita en primera persona que no censura ninguna de sus experiencias, perlada de diversas muestras de una delicada y fina ironía inglesa (perdón, irlandesa) que la agiliza, provocando la sonrisa en el lector y, casi inevitablemente, su simpatía con el autor. Y, en segundo lugar, por descubrir la verdadera y compleja naturaleza de un muy concreto entramado terrorista, huyendo de tópicos al uso y simplismos. Todo ello merecería una más amplia difusión...

 

¿Por qué las cadenas televisivas generalistas no se han hecho eco de este testimonio? Tal vez no sea una novedad afirmar que, más allá de unos pocos convencionalismos políticamente correctos, tales medios han renunciado a la formación de una opinión pública sólida, libre y crítica; privilegiando la frivolidad y el entretenimiento instintivo. Sin embargo, siempre son de los primeros en reclamar a la sociedad su movilización cada vez que el terrorismo la golpea. Pero, ¿no es una manera poco elegante de escurrir el bulto y delegar su responsabilidad? Y, en el caso de las cadenas públicas, esa renuncia adquiere mayor gravedad, pues, entonces, ¿en qué queda aquello de su supuesta “vocación de servicio público”?

 

El terrorismo sigue constituyendo una gravísima y permanente amenaza para la convivencia española. En consecuencia, habría que afrontarlo en todas sus diversas expresiones y manifestaciones: policial, judicial, internacional… y ¿mediático-cultural?

 

Hace unos pocos días, el pasado domingo 18 de enero de 2009, muchos españoles nos sobresaltamos leyendo una noticia preocupante: el diario El Mundo aseguraba que la Unión Europea había denunciado a España ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas por no adoptar las disposiciones relativas a la prevención de la utilización del sistema financiero, para el blanqueo de capitales y para la financiación del terrorismo, recogidas en su directiva 2005/60 CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 26 de octubre de 2005; lo que tenía que haber efectuado antes del 27 de diciembre de 2007. ¡Y no pasa nada! ¿En cuántas ocasiones se ha afirmado, desde instancias políticas y mediáticas, que al terrorismo hay que combatirlo en todos sus frentes? Es imposible, ya, precisarlo. Pero el Estado español, también la oposición política, ¡se permiten el lujo de ignorar una de sus dimensiones más relevantes! ¿Simple ignorancia o negligencia criminal? ¿Nadie responderá por semejante deslealtad?

 

En muchas ocasiones, no pocos especialistas en esta temática, y en particular muchas víctimas del terrorismo, han afirmado que el Estado marcha a remolque de los acontecimientos, correspondiendo a ETA la iniciativa. Los hechos anteriores parecen confirmarlo.

 

Por ello desazona conocer noticias como la que acabamos de recordar, pues consolida la impresión de que padecemos una clase política y administrativa rutinaria, poco imaginativa, cuando no criminalmente negligente, instalada en un ejercicio acrítico del poder. Es inadmisible que el Estado no ponga “toda la carne en el asador” cuando de lucha antiterrorista se trata; pues hablamos de personas concretas asesinadas, de familias destrozadas, de historias humanas abruptamente rotas.

 

En este vomitivo contexto de renuncia y dejación, no es de extrañar que un testimonio relevante, como el del libro reseñado, que bien pudiera haber servido de revulsivo a no pocas conciencias, pase desapercibido para la inmensa mayoría de compatriotas.

 

Es la gran ventaja con la que juegan los terroristas: frente a su despiadado reto global encuentran un Estado acomodado y cobarde.

 

A pesar de todo, o precisamente merced a todo ello, ¡bienvenido Shane Paul O’Doherty! Gracias por tu testimonio y por tu valor. Y gracias a su editor, quien nos ha permitido conocerlo, ayudándonos así a comprender mejor la realidad tan denostada, como sorprendentemente desconocida, del terrorismo.

 

Diario Liberal, 25 de enero de 2009.

 

El secreto masónico, ¿desvelado?

El secreto masónico, ¿desvelado? Tan presente en sus ritos, como determinante de su naturaleza, ¿existe realmente un secreto masónico? ¿Acaso ese secreto es únicamente un ejercicio de discreción? ¿Secreto o secretos? El nuevo libro de José Antonio Ullate Fabo, El secreto masónico desvelado, ilumina desde su propia doctrina la compleja e influyente realidad de la masonería.

Se han publicado varias decenas de miles de libros en los que, desde diversas perspectivas, se habla de la masonería. De hecho, el mercado editorial sigue lanzando cada año numerosos títulos, entre los que encontramos un poco de todo: conspiraciones delirantes; estudios históricos muy detallados; filosofía de altos vuelos o, por el contrario, de niveles paupérrimos; sesudas investigaciones esotéricas y simbólicas; encendidas apologías; “inspiradas” novelas…

La primera dificultad que debe afrontar cualquier estudioso de “la orden” es delimitar el alcance y sentido del término “secreto”; tan omnipresente en sus rituales como determinante de su naturaleza. Secretismo o discreción, metáfora o realidad, delirio o imaginación creativa… secreto o secretos. O, ¿acaso no existe tal?

 

En este contexto, y desde una perspectiva estrictamente comercial, no parecía previsible la edición de un libro como el que hoy comentamos (*). Si se hubiera orientado hacia cualquiera de los diversos géneros que hoy cuenta con una cuota fija de lectores, se hubiera garantizado, al menos, unas ventas seguras y una amistosa acogida. Pero el autor ha optado, sorprendentemente, por una vía más difícil; aunque muy necesaria. Así que, antes que nada, ha puesto las cartas sobre la mesa: es católico, apenas atribuye valor alguno a las teorías conspiranoicas, se dirige a masones y no masones, pretende llegar y mostrar el núcleo de la doctrina masónica. Una sugestiva propuesta de quien ya ha acreditado un sagaz conocimiento de la gnosis actual con su libro La verdad sobre El Código da Vinci (Libros Libres, Madrid, 2004).

 

Ante la desmedida hiperproducción literaria derivada de las actividades de los “Hijos de la Viuda”, José Antonio Ullate ha conseguido separar el preciado grano de la abundante paja sirviéndose de una selecta y plural bibliografía. Para ello se ha centrado en sus fundamentos doctrinales, que concreta en una serie de cuestiones claves: la masonería como religión; deísmo y panteísmo; ateísmo moral; naturalismo. Y, como punto de partida y base de todo ello, el Gran Arquitecto del Universo.

 

Decíamos que no oculta sus convicciones, de modo que se remite al Magisterio de la Iglesia, observando muy acertadamente que éste no ha variado en absoluto desde, que ya en 1738, el Papa Clemente XII condenara por primera vez a la masonería; manteniéndose el juicio doctrinal inalterado hasta hoy. Pero, ojo, tampoco ha variado un ápice la doctrina, estructura y finalidad de la masonería.

 

Ullate describe con sencillez los principales ingredientes esotéricos y filosóficos que han nutrido a la masonería especulativa o moderna: el rosacrucismo; la Ilustración; el hermetismo; la Cábala (a la que consagra un capítulo excepcionalmente revelador).

 

Para su propuesta de viaje, ofrece el sugestivo panorama de una sintética introducción a los orígenes míticos y reales de la masonería; la inconsistencia de la distinción organizativa regular/irregular; el valor del rito, del simbolismo y de la iniciación.

 

En coherencia con su ambiciosa pretensión, rehuye de uno de los extendidos defectos contemporáneos: la confusión conceptual. Una carencia hermanada con la ambigüedad y la vacuidad. De modo que si a usted le gustan esas paradojas tan actuales –y tan antiguas- del tipo de “lo que está arriba es como lo que está abajo, y lo que está abajo es como lo que está arriba”, se sentirá defraudado. Por el contrario, en este libro encontrará unas saludables dosis de esas cualidades que la New Age -manifestación vulgarizada de la mentalidad masónica en los ámbitos pseudoespiritual y psicológico actuales- ignora: razonabilidad, objetividad, realismo.

 

Para coronar su trabajo, proporciona unos interesantes anexos documentales: la pertenencia masónica de Mozart y la paradójica recepción actual de su seductora música en el catolicismo; el naturalismo masónico; la primera condena papal, la carta In eminenti; la encíclica de León XIII Humanum genus; los Landmarks masónicos más relevantes.

 

Pero no todo es densa doctrina y trabajosa reflexión personal. También encontramos algunos episodios significativos de esta enmarañada y velada historia. Es el caso de los celebrados delirios del manipulador y embaucador Leo Taxil. Pero también otro que debemos destacar: la discreta conversión al catolicismo en 1874 de quien fuera máximo dirigente de la masonería: Lord Ripon, Gran Maestro de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Un episodio tan revelador como conmovedor. Un hombre que, nacido protestante, viviendo la masonería hasta su nivel más alto, encontró plenamente la verdadera Luz, que había perseguido, en Jesucristo. Pero no un Cristo al uso del supermercado pseudoespiritual actual -cósmico, interior, esotérico, etéreo-, sino el Jesucristo que nos acompaña en la Iglesia.

 

No se piensen que todas estas cuestiones carecen de relevancia. Al contrario. El mundo de hoy es incomprensible sin la filosofía y la acción masónicas; de modo que aunque la organización no aparente gozar de gran vitalidad, sus principios se aplican por doquier. Ello puede explicar, sin ir más lejos, las raíces del voluntarismo político de ZP en su particular cruzada en pos de la libérrima satisfacción de cualquier deseo; por absurdo que parezca. No pudiéndose alcanzar la verdad, de modo que no puede conocerse ni ser operativa, siendo la ética una relativista y cambiante convención social, será la libertad al servicio del deseo como pulsión el motor individual y social de un optimista progreso indefinido. Una perfecta conclusión y aspiración masónicas.

 

Después de semejante periplo, desde la Cábala a ZP, ustedes me preguntarán: ¿cuál es el secreto de la masonería? ¿Realmente existe? Pues no seré yo quien les prive del placer de su descubrimiento. Viajen con Ullate…

 

 

(*) JOSÉ ANTONIO ULLATE FABO: EL SECRETO MASÓNICO DESVELADO. Libros Libres (Madrid), 2007, 286 páginas. 20 €.

 

 

Revista digital Arbil, Nº. 114

 

Cristianos venidos del Islam (*). Mucho más que unas historias de musulmanes convertidos al catolicismo.

Cristianos venidos del Islam (*). Mucho más que unas historias de musulmanes convertidos al catolicismo.

El contenido de este libro cuestiona las bases y el modo de vida de nuestro aburguesado Occidente. Pero también interpela personalmente a cada lector.

En Occidente estamos aburridos de casi todo. Ya nos hemos acostumbrado a cualquier cosa. Y nada nos sorprende. Acomodados y protegidos por todo tipo de seguridades, damos todo por sentado: el nivel de vida, las prestaciones públicas, las libertades individuales y colectivas… Pero, realmente, ¿es así para todos?

Ciertamente, los medios de comunicación nos hablan de algunas minorías para las que la vida resultaría más difícil: familias monoparentales, inmigrantes, mileuristas, gays… Pero nunca nos hablan de quienes, en la propia Europa, no disfrutan de una plena libertad religiosa; hasta el punto de que la conversión al catolicismo de un musulmán puede acarrearle un serio riesgo a su vida, además de seguras rupturas familiares y sociales.

El Islam en un sistema total que estructura todas las facetas de la vida pública y privada de sus fieles; no en vano, religión, sociedad y Estado son lo mismo. También es así para el Islam europeo. De ahí la dificultad –casi absoluta- que los inmigrantes musulmanes encuentran en el intento de hacer propia una laicidad desarraigada de cualquier experiencia religiosa.

Además, entrar en el Islam es fácil; y salir, casi imposible. Las legislaciones positivas de los países musulmanes criminalizan cualquier intento en ese sentido: desde la pena de cárcel, hasta la de muerte. Todo un abanico de medidas que, aunque inspiradas por interpretaciones más o menos fundamentalistas, parten de la misma concepción: el Islam sería la religión natural del hombre y la única verdadera. En consecuencia, si un musulmán desea convertirse a otra religión -antinatural y falsa por definición- deberá ser castigado; por su bien y el de la sociedad (naturalmente islámica). Samir Khalil Samir nos demuestra, en el prefacio de la obra que comentamos, que la apostasía y su castigo con la pena de muerte carecen de unas bases islámicas aceptables. Pero, aunque ni desde el Corán, la sunna, ni los hadith, se justifique tales castigos, se impone un hecho: todavía estamos muy lejos de una conciliación entre el Islam y los Derechos Humanos; un fruto, precisamente, de la civilización cristiana.

Abandonar el Islam tiene un alcance mucho mayor que, por ejemplo, dejar la Iglesia –cualquiera de ellas- entre nosotros. Así, además de las lógicas consecuencias en el sistema de creencias de la persona concreta y en su modalidad de relación con la realidad, lo anterior implica –automáticamente- la pérdida de derechos sociales, el rechazo de su misma familia… ¡también en Occidente!

Por todo ello, los testimonios recogidos en este libro tienen la capacidad de cuestionar las bases sobre las que apoyamos nuestras certezas y nuestra propia vida; personal y colectivamente.

Quienes hemos sido educados en el catolicismo, y vivimos en Occidente, generalmente damos por sentada esta pertenencia. Pero, para los protagonistas de este volumen, el cristianismo ha sido un descubrimiento que les ha transformado la vida; hasta el punto de conmocionar sus existencias, la de su familia, y la de su comunidad de origen. Por ello, viven en semiclandestinidad y han sido rechazados por los suyos. Pero les ha merecido la pena: ¡han conocido y saboreado, en la Iglesia, las respuestas a las preguntas que sus corazones plantearon al Islam y que éste no supo colmar!

Además de esta invitación personal al redescubrimiento de la riqueza y belleza del hecho cristiano, el libro nos plantea diversos interrogantes sobre la salud de nuestra Iglesia: su capacidad de acogida, de diálogo, y de propuestas cultural y vital.

Pero también es una voz de alarma que exige la práctica de una plena libertad religiosa en Occidente y la exigencia por éste de la aplicación del principio de reciprocidad a los países musulmanes. En bastante paradójico que para unos poderes públicos que tanto hablan de libertades, de derechos y de minorías, la libertad religiosa sea un espacio menguante al que atribuyen escasa relevancia teórica y, mucho menos, práctica. En consecuencia, ¿cómo van a tener el valor para poner sobre la mesa, de sus convencidos interlocutores musulmanes, el reconocimiento de una libertad religiosa real en sus respectivos países que apenas valoran en los suyos propios?

El texto, por todo ello, es un verdadero regalo al que debemos estar agradecidos. Un testimonio vivo, actual y excepcional, del atractivo que el cristianismo supone a mujeres y hombres educados en estilos de vida muy diversos e, incluso, hostiles. La posibilidad de una vida más humana para todos los hombres. Para los propios occidentales que ya están de vuelta de todo. Y para los propios católicos que no valoramos nuestras raíces o desconocemos la capacidad transformadora de Jesucristo y su Iglesia.

(*) Cristianos venidos del Islam. Historias de musulmanes convertidos al catolicismo. Giorgio Paolucci y Camille Eid. Prefacio de Samir Khalil Samir. Libros Libres, Madrid, 2007, 230 páginas. 17 €.

Revista digital Arbil, Nº 114, octubre de 2007

Relativismo y Convivencia. Paradigma cultural de nuestro tiempo (*)

Un grueso y apasionante libro aborda, con rigor científico e intelectual, las bases culturales del malestar de nuestra época. El relativismo, base de una convivencia colectiva apoyada precariamente en un vacío ético que ignora las grandes preguntas de todo hombre y las respuestas tradicionales a las mismas, es el “agujero negro” en torno al que orbitan, sin ser atraídas, unas alternativas sugestivas y humanizadoras.

 

Este extraordinario libro –tanto por los temas tratados, la altura de las colaboraciones, la relevancia intelectual de los autores y el número de páginas- es el resultado de la confluencia de diversas iniciativas académicas que, a modo de diálogo dirigido por la sagacidad de José Andrés Gallego, giran en torno al análisis de las cuestiones más relevantes de nuestro tiempo. Y su mismo título es el elixir destilado por los mecanismos de un esfuerzo intelectual que ambiciona sintetizar la riqueza de las reflexiones reunidas.

 

Estos trabajos, impulsados años atrás por la Universidad Católica San Antonio de Murcia, la Asociación La Rábida y la Asociación para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia, son el resultado, en “blanco sobre negro”, de unas reflexiones que no debieran perderse en las bibliotecas: ojalá nutrieran, con su propuesta de vida y sabiduría, al cuerpo militante de la Iglesia española en su diálogo con el mundo actual en aras de la sociedad común.

 

Desde tales premisas no pretendemos, por tanto, resumir los contenidos del libro, ni siquiera algunas de sus conclusiones más relevantes; no en vano son muchos, y profundamente analizados, los temas elaborados por estos intelectuales. Diagnóstico de nuestro siglo; papel de las nuevas vanguardias; la belleza como epifanía del ser; el itinerario intelectual de una de las figuras más relevantes de nuestra época, Karol Wojtila; antropocentrismo y teocentrismo; el presente vacío cívico; la tensión entre particularismos y universalismos; presencia y “muerte” de Dios hoy; un revolucionario ecologismo “teocentrismo” y por tanto humanístico; la bioética; esperanza, racionalidad y libertad; amor; muerte…

 

Igualmente relevante –al igual que los temas tratados- es la relación de autores participantes, además del director mencionado: Mª Pilar Ferrer, Urbano Ferrer, Eudaldo Forment, Abelardo Lobato, Alfonso López Quintás, Higinio Marín, Pablo Martínez de Anguita, Luis Núñez Ladevéze, Alfonso Pérez de Laborda, Aquilino Polaino, Antonio Ruiz Retegui (†), Manuel de Santiago, Armando Seura, María del Rocío Oviedo y María Dolores Velarde.

 

La obra gira en torno al relativismo que nos marca -cotidiana y vitalmente- y que, a decir de los presentadores de la obra, “es una especie de anemia mental y moral, que prospera sobre todo cuando, durante generaciones, no se ha educado en el valor de la verdad y la libertad, en la dificultad de las cuestiones humanas, en virtudes como la lealtad, la valentía, el sentido de la responsabilidad. De este modo se crea un curioso híbrido entre capricho individual y sometimiento a los tópicos masivos de la publicidad, el marketing o las opiniones de moda” (página 12).

 

Pero siendo el relativismo el soporte de partida, adecuadamente diseccionado, son confrontadas alternativas concretas y modelos a los que seguir. Subyaciendo en tal debate, como siempre, la educación, el sentido religioso y la propuesta cristiana; mejor, diríamos, católica.

 

Y si usted es amante de los libros, también éste aporta su “plus” estético: papel de excelente calidad y suave color, tapas negras plastificadas, atractiva austeridad formal –en definitiva- coherente con sus contenidos.

 

Nuestra enhorabuena a su impulsor, Fernando Fernández Rodríguez, al editor, a los coautores, y a todas las personas que lo han hecho posible.

 

(*) José Andrés-Gallego (ed.). Fundación Universitaria San Antonio y AEDOS, Murcia, 2006, 587 páginas.

 

Revista digital Arbil, Nº 106, agosto de 2006

SINN FÉIN: UN SIGLO DE HISTORIA IRLANDESA*

Con casi 100 años de historia, el Sinn Féin (traducido del gaélico como «Nosotros solos» o «Nosotros mismos») ha sido protagonista y guardián de las esencias republicanas irlandesas; ya en primera línea o sobreviviendo precariamente. Su existencia recorre la apasionante historia de la isla a lo largo de un siglo, el XX, que vio nacer a un Estado irlandés y padeció dos décadas de violencia sectaria en los seis condados todavía en órbita británica. Inicialmente pudo considerarse como un grupo nacionalista más. Llegó a alcanzar un papel decisivo en la independencia de Irlanda, hasta el punto de confundirse con la «nación en marcha» y el incipiente Estado irlandés. Derrotados en la guerra civil subsiguiente a la independencia -al ser partidarios de continuar la lucha contra Gran Bretaña para unificar la isla al igual que su hermano mayor, el IRA- durante varias décadas no pasó de ser un pequeño grupo envejecido sin relevancia alguna, tanto en el norte como en el sur. Mientras tanto, su brazo armado (más ajustado a la realidad sería afirmar que el Sinn Féin era el brazo político del IRA) protagonizó varios intentos frustrados contra la presencia británica.

En ese contexto, se arrogó la pureza republicana, que sería sustancialmente distinta de un simple nacionalismo irlandés, pues el segundo había aceptado la partición de la isla traicionando, así, las históricas aspiraciones irlandesas. Esta actitud le llevó a adoptar un doble criterio estratégico, vigente hasta mediados de la octava década del siglo XX en que Gerry Adams, Martin McGuinness, Danny Morrison, Pat Doherty y unos pocos más, iniciaron un lento y tortuoso camino revisionista: el absentismo institucional, que les arrastraba a no presentarse a los comicios legislativos ni en el norte ni en el sur de la isla; y el apoyo a la lucha armada, como única vía factible, a su juicio, para derrotar a los británicos.

Gerry Adams y sus estrechos colaboradores cambiaron de visión, muy lentamente, con la voluntad de evitar una escisión relevante en el seno del movimiento republicano, y con el objetivo de situar a la acción política por encima de la dirección «militar» del IRA. Y todo ello a la par que intentaban avanzar sustancialmente en un proceso de autodeterminación que, a su juicio, debería desembocar en un único Estado irlandés en el curso de unas décadas.

Rompieron, para ello, diversos mitos republicanos: además de los dos ya mencionados, tuvieron que asimilar que la población protestante del norte, unionistas irreductibles, debería encontrar acomodo en una nueva Irlanda; pues en caso contrario Gran Bretaña nunca cedería de sus posiciones. Otro movimiento inteligente fue trasladar el liderazgo del Sinn Féin de Dublín a Irlanda del Norte, donde realmente se decidía el futuro.

El diálogo que, primero clandestinamente y después de manera casi pública, se desarrolló con miras a un acuerdo de paz, originario del actual proceso, debía plantearse en varios niveles: entre republicanos y nacionalistas; entre los republicanos y el gobierno irlandés del sur; entre los gobiernos británico e irlandés; entre republicanos y británicos, y, por último, entre republicanos y protestantes. No era asunto sencillo ensamblar todo ello.

El Sinn Féin, con una organización terrorista detrás, nunca fue un partido convencional; es más, hasta las dos últimas décadas de su historia apenas jugó un papel relevante en el conjunto de un movimiento republicano férreamente controlado por los hombres del IRA. Además, todos los hombres prominentes del Sinn Féin, que hemos mencionado, ocuparon puestos de la máxima relevancia en el mismísimo liderazgo del IRA. Esta circunstancia supuso que, todavía recientemente, el Sinn Féin jugara con cartas marcadas. En definitiva, debemos preguntarnos: ¿se aprovechó el Sinn Féin de la existencia del IRA para obtener el máximo de ventajas y concesiones que, de no existir tal, no habrían aspirado alcanzar? Es el criterio de muchos expertos que consideran que el Sinn Féin y el IRA han sido factores de distorsión y chantaje permanentes en los diversos foros políticos y de paz. La perspectiva que proporciona Brian Feeney es distinta: la evolución se realizó a pesar del IRA, modificando lenta e inteligentemente los parámetros mentales, orgánicos y estatutarios del conjunto del republicanismo.

El resultado salta a la vista: el Sinn Féin ha alcanzado, en Irlanda del Norte, el mayor respaldo electoral de su historia, superando al tradicionalmente mayoritario partido católico SDLP. El IRA se encuentra en estado latente, acaso moribundo. Y en Irlanda del Sur, vuelve a contar como fuerza política claramente ascendente.

No obstante, alguna crítica podemos efectuar a la compleja y pormenorizada crónica que nos ofrece Brian Feeney: periodista, historiador y miembro relevante de la formación nacionalista moderada SDLP, histórico competidor del Sin Féin.

En primer lugar, obvia determinados sucesos históricos que, sin duda, serán muy conocidos por los irlandeses, pero que el lector español puede no dominar. En segundo lugar, y más que una mera cuestión formal o metodológica, apenas entra en la génesis y evolución de la terrorífica huelga de hambre que llevó a la muerte de Bobby Sands y 10 presos más del IRA y del INLA en el año 1981. Así, el experto español Rogelio Alonso, en sus libros sobre el IRA y la historia de Irlanda del Norte, se manifiesta particularmente crítico con el papel jugado por el liderazgo, del conjunto del movimiento republicano en la misma, que arrastró a la muerte y desesperación no sólo de los 11 muertos. Una laguna que, en el conjunto del balance positivo que nos presenta el autor de la evolución del Sinn Féin, no debiera haber pasado tan desapercibida; pues desde nuestra perspectiva los aspectos éticos y morales deben predominar sobre los puramente tácticos y estratégicos, que son los contemplados fundamentalmente en este libro.

En todo caso, se trata de un texto magnífico y recomendable que todo interesado en la historia de Irlanda debiera conocer. Pues, por el mismo, desfilan Arthur Griffith (fundador del republicanismo), Eamon de Valera, Michael Collins, Bernadette Devlin, Lloyd George, Margaret Tatcher, John Hume, Tony Blair… E igualmente recomendable para todos los interesados en terrorismo, procesos de paz, diálogos y negociaciones; en unos tiempos en los que tan ligeramente se habla de todo ello en España, especialmente desde el anuncio de tregua por parte de ETA el día 22 de marzo de 2006.

* Brian Feeney. Edhasa, Barcelona, 570 páginas, 2005.

Altar Mayor, Nº. 108, julio-agosto de 2006.

Comunismo y nazismo. 25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989).

Comunismo y nazismo. 25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989).

Alain de Benoist.Ediciones Áltera, Barcelona, 2005, 187 páginas.

¿Por qué, todavía hoy, alguien puede presentarse como comunista sin que nadie se escandalice? ¿Por qué el nazismo, o su expresión historiográfica revisionista, están perseguidas expresamente por buena parte de los códigos penales europeos? ¿No responden ambos totalitarismos, acaso, a una lógica en buena medida análoga? ¿No han sido, además, responsables de los mayores genocidios que ha conocido la humanidad sumando 100 millones de muertos?

El anticomunismo ya no mueve masas ni produce un pensamiento creativo; pues se le considera bien enterrado. El antifascismo, por el contrario, constantemente se sigue movilizando, pues la «amenaza fascista» asoma por todas partes, supuestamente. Todo ello, no parece del todo razonable, pero ya forma parte de lo políticamente correcto y del pensamiento único.

Siguiendo las investigaciones de Hannah Arendt y su fundamental Los orígenes del totalitarismo, el que fuera promotor de la llamada Nueva Derecha, en buena medida alejado de algunas de sus posturas originales, propone en este apasionante estudio una comparación entre ambas expresiones totalitarias: comunismo y nazismo. Propondrá algunas conclusiones chocantes, pues parten de análogos presupuestos ideológicos: una concepción mesiánica y lineal de la historia, comparten las mismas raíces de la Ilustración, ambos son una respuesta desde la modernidad, y sus paralelismos y analogías son estremecedores. Las leyes de la Dialéctica Materialista, para los comunistas, las leyes implacables de la Naturaleza, para los nazis, implican la división de la humanidad, en definitiva, entre los escogidos (el partido comunista y los alemanes arios, respectivamente) y todos los demás (obstáculos al ineludible progreso).

El comunismo, de la mano de Stalin, encontró un instrumento extraordinario que hábilmente manejado le proporcionó una incuestionable legitimidad: el antifascismo. Así, quien no fuera antifascista era un peligroso criptofascista o un declarado nazi, peses a las evidentes diferencias existentes entre ambos regímenes políticos. Y, de paso, el comunismo se manifestó como atractiva vanguardia prometeica de una forma más desarrollada de democracia.

Es más, se sigue presentando al estalinismo, y a otros desarrollos totalitarios de análoga matriz, como desviaciones lamentables de un buen ideal: el comunismo. Pero ¿no se encuentran en sus raíces las condiciones que inevitablemente desembocarían en el genocidio incluso de sus propios seguidores?            Pero Alain de Benosit va más allá y se interroga si no serán posibles otras expresiones totalitarias diferentes a las ya conocidas.

Si ya Ernst Nolte adivinara un «liberalismo totalitario», Alain de Benoist le descubre algunos rasgos de su presumible rostro en la página 153 de su ensayo: «naturaleza intrínsecamente prometeica de la actividad científica, automatización de la técnica (“todo lo que puede ser hecho técnicamente lo será prácticamente”), aceleración de la concentración industrial y constitución de monopolios, uniformización de las costumbres y orientación cada vez más conformista de los pensamientos, anomia social derivada de la paradójica conjunción del individualismo y el anonimato masivo, extensión de la “arbitrariedad cultural” que condiciona la socialización de los individuos a través de los medios de comunicación».

Alain de Benoist propugna un «politeísmo de los valores» como verdadero garante de las libertades democráticas y el racional empleo de la tradición como una actitud prudente para afrontar -desde cierto pesimismo antropológico- los retos sociales. Moderno «pagano» (quien propone como centro de gravedad a los «valores» y no a los «dioses» clásicos) y enemigo del cristianismo (origen de toda ideología igualitaria según su criterio), nos aporta, pese a esos presupuestos tan ajenos a nuestra tradición cristiana, unas sugerentes ideas y unas incisivas reflexiones que desmontan algunos de los frágiles fundamentos, pero no por ello menos eficaces, del pensamiento políticamente correcto.

Altar Mayor, Nº. 107, mayo-junio 2006.

Ester y Ruzia. Unas memorias familiares. De las purgas de Stalin al Holocausto y del auge del sionismo a la caída del comunismo.

Masha Gessen.Ediciones Península, Barcelona, 2006, 318 páginas.          El largo subtítulo, de este magnífico texto, ya es indicativo de los principales hitos históricos que marcarán las existencias las dos varias familias judías protagonistas de esta historia.         Por una parte tenemos la de Ester, nacida en el seno de una familia sionista militante –aunque atea- de la localidad polaca oriental de Bialystok; una floreciente ciudad de la que formaba parte una viva y orgánica comunidad judía que sumaba más de la mitad de todos sus habitantes. Después de la ocupación rusa de 1939, se trasladará a estudiar a Moscú. Su madre, será deportada por los rusos a Asia central, y su padre, Jakub, se mantendrá al frente de su comunidad hasta su total exterminio por los nazis.         La de Ruzia, judía moscovita, es una familia producto del supuesto igualitarismo soviético para el que el origen racial, al menos nominalmente, es indiferente.         Nuestra narradora, Masha Gessen, reconstruye en este relato el recorrido vital de sus dos abuelas, todavía residentes en Rusia, a partir de sus recuerdos.         Ester será una rebelde, llegando a enfrentarse al NKVD que, de obra de uno de sus sicarios, tratará de reclutarla.          Ruzia, por su parte, se ganará la vida como censora, tanto de crónicas periodísticas, como de traducciones de obras literarias de autores extranjeros.         Vivirán la Segunda Guerra Mundial con enormes sufrimientos, perdiendo a sus primeros maridos. Pero harán todo lo posible por reconstruir una vida familiar, con sus padres supervivientes, los hijos, y los maridos que les acompañarán posteriormente. Les unen muchas cosas: son vitales, se centran en el cuidado de sus familias, son intelectuales y grandes lectoras, y podrán sortear las trampas del sistema totalitario soviético con bastante fortuna. Un día llegarán a conocerse ambas; e hija e hijo respectivos se casarán, años después, de cuya unión nacerá la narradora.         La trayectoria de ambas es inseparable de la atmósfera paranoide y asfixiante del estalinismo: las purgas, el Gran Terror, el antisemitismo no declarado pero siempre presente, el miedo permanente a la delación, la censura absoluta pública y mental…         Ambas son judías y ateas. No obstante, su judaísmo cultural les permitirá sobrevivir; lo que no deja de ser una paradoja que advierte el segundo marido de Ester, Serguéi, en la página 281 del libro, a quien ella nunca «consiguió hacerle comprender cómo era posible que la realidad de su nacimiento, de un idioma no utilizado, de una religión no practicada y de un país remoto constituyera el componente más importante de su ser». Ello nos lleva a plantearnos una pregunta: sus descendientes, en esta época de implacable homogeneización cultural, ¿mantendrán su identidad? Lo que nos lleva a una segunda cuestión: la idiosincrasia judía, para manifestarse creativa ¿puede prescindir de su base espiritual? Pensamos que difícilmente podría ser así, pues el riesgo de asimilación, de no apoyarse en una experiencia religiosa, es absoluto. De hecho, el pueblo judío ha conservado admirablemente su identidad al mantenerse fiel a su tradición espiritual; lo que excede una mera pertenencia racial devaluada frente al multiculturalismo y el mestizaje.         El totalitarismo soviético, en este texto, es desenmascarado sin atenuantes posibles. Sin embargo, también el lector debe responder a la pregunta que plantea la autora: ¿cómo pudo ser que a la muerte de Stalin, tanto verdugos, sus víctimas, y los hijos de todos ellos, se sintieran huérfanos y desorientados? Acaso semejante dependencia psicológica del líder fuera el fruto más diabólico de ese totalitarismo: una esclavitud nutrida tanto de devoción como de terror. Ester y Ruzia, cada una a su manera, no llegaron a padecer tamaña distorsión, siendo, acaso, unas excepciones. Para ellas la muerte de Stalin fue una auténtica liberación que podía dar paso a otras formas de vida y a la misma verdad.         En resumen, podemos calificar a este ágil relato como una apasionante revelación narrativa, sentida, femenina, y de hondas implicaciones históricas. No obstante, nos hubiera gustado que la autora hubiera explorado el sentido de la trascendencia que todo ser humano lleva consigo. Acaso en esa incapacidad anide el principal riesgo de pérdida de la identidad judía en nuestra era de la globalización.         Altar Mayor, Nº. 107, mayo-junio 2006.

Históricamente incorrecto: para acabar con el pasado único.

Una joven editorial española se estrena con varios títulos muy sugerentes. Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único, ya ha impactado en Francia. ¿Sucederá lo mismo en España?

 

Una joven editorial.

 

                Ciudadela Libros ha iniciado una apasionante aventura en el difícil y complejo mundo de la edición en papel impreso. Presenta, en esta ocasión, un extraordinario libro escrito por el francés Jean Sévillia: Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único (Ciudadela Libros, Madrid, 2005, 400 páginas).

 

El autor es periodista y crítico literario, trabajando como redactor jefe adjunto en Le Figaro Magazine. Aunque autor de varios libros, el que aquí comentamos, junto a su Le terrorisme intellectual de 1945 à nos tours (Ed. Perrin, París, 2000), han abierto en el país vecino un debate en torno a la dictadura -de perspectiva totalitaria- del pensamiento autodenominado progresista que se traduce en la expresión “políticamente correcto”, universalizada por obra de la izquierda intelectual, política y mediática.

 

¿Terrorismo intelectual?

 

                Y no podía ser de otra manera. Compruébenlo con la lectura de las siguientes líneas procedentes de los primeros párrafos del  editado en 2000: «En París desde hace cincuenta años, algunas decenas de hombres dan el tono. Discuten en antena. Publican artículos. Escriben libros. Enseñan en las cátedras. Intervienen en los coloquios. Firman peticiones. Comen juntos…En 1945 afirmaban que la URSS era un paraíso y redactaban poemas a la gloria de Stalin. En 1960 pretendían que la descolonización resolvería milagrosamente los problemas de los pueblos de ultramar. En 1965 saludaron la justa lucha de Fidel Castro, Ho-Chi-Min y Mao. En 1968 proclamaban que la felicidad nacería de la supresión de cualquier tipo de coacción. En 1975 celebraron la toma del poder por Pol Pot en Camboya. En 1981 creyeron abandonar la noche para entrar en la luz. En 1985 sostenían que Francia debía eliminar sus fronteras con la finalidad de acoger a los desventurados del mundo entero. En 1992 aseguraban que el estado nación estaba acabado y que la Europa de Maastricht abría una nueva era en la historia de la humanidad. En 1999 afirmaban que la familia y la moral eran conceptos pasados. Otros espíritus en esos mismos momentos, sabían que Stalin, Mao o Pol Pot dirigían regímenes criminales. Subrayaban que el mito de la ruptura revolucionaria no había engendrado más que catástrofes. Recordaban que las naciones, las tradiciones, las culturas, las religiones, no pueden desaparecer de un plumazo. Pero contra los refractarios, durante cincuenta años, el microcosmos parisino ha puesto en movimiento un mecanismo (…) el terrorismo intelectual (…) es un sistema totalitario (…) hipócrita insidioso. Pretende quitar la palabra al contradictor, convertirlo en una bestia que debe ser abatida (…) sin que corra la sangre: únicamente dejando resonar las palabras, las palabras de la buena conciencia. Las palabras de las grandes conciencias. Las palabras que matan…»

 

                Con este nuevo texto, el autor, de alguna manera, sigue la estela marcada por el lamentablemente desaparecido hace unos pocos años Jean Dumont y su extraordinario La Iglesia ante el reto de la Historia (Ediciones Encuentro, Madrid, 1987), no en vano tratan algunos episodios comunes: la cruzada contra los albigenses, leyendas negras, la Inquisición, las guerras de religión, la acción de España en América… Así, Sévillia denuncia, de manera documentada y razonada, los grandes errores que la traslación, a la historiografía, de los tópicos de lo “políticamente correcto” ha provocada en la comprensión del pasado y en la interpretación de la misma realidad.

 

“Políticamente correcto”.

 

                Pero ¿existe también lo “históricamente correcto”? Evidentemente. Al igual que se ha impuesto un “pensamiento político políticamente correcto”, un discurso sociológico dominante, un intento frustrado de ética universal desgajado de cualquier raíz trascendente, una sexualidad supuestamente liberadora, un disfrute masificado del ocio homologado y consumista… la historia se ha contaminado, así, por unos prejuicios que olvidan factores esenciales de la realidad pasada y presente: el valor de las mentalidad, la fuerza de los acontecimientos, el poder de los valores, el peso de la tradición cristiana…

 

                Lo “políticamente correcto”, posteriormente, se reelabora en versión “vulgata” para su difusión masiva a través de los “mass-media” y la escuela estatalista; de modo que los planes de estudios oficiales son vitales para su implantación universal.

 

                Si desde cierta contestataria, anarcoide y antiglobalizadora, izquierda, se habla de “romper el pensamiento único”, postura también asumida, aunque desde otros presupuestos muy distintos por ciertas derechas, Jean Sévillia ha asumido, conscientemente, el mismo propósito en el plano histórico, por lo que se atreve a cuestionar los dogmas aceptados masivamente; unos tópicos, ciertamente, que carecen de base científica.

 

                Las propuestas del libro son apasionantes. Por ello, y para provocar el “apetito” del lector, nos tomaremos la libertad de reproducir su índice; de modo que, una vez terminen de leerlo, ciertamente, no podrán menos que sentirse empujados a conocer todos sus contenidos.

 

Índice del libro.

 

                Veámoslo.

 

1. El feudalismo: la Edad Media redescubierta; el orden feudal: un estado transitorio; Francia, obra del Estado de los Capetos.

 

2. Las cruzadas: una respuesta a la expansión militar del islam; la primera cruzada: un arrebato de fe; las ocho cruzadas: la buena simiente y la cizaña; una intolerancia compartida.

 

3. Los cátaros y la Inquisición medieval: los cátaros, una secta peligrosa; la herejía: mal social, mal religioso; la cruzada contra los albigenses: todo salvo un conflicto Norte-Sur; la Inquisición: una justicia aprobada por la opinión pública.

 

4. La España de los Reyes Católicos: la Inquisición de España, una historia... española; los inquisidores: jueces equitativos; los Reyes Católicos no son antisemitas; Al-Andalus: el mito de la tolerancia musulmana; la leyenda negra de la América española.

 

5. Las guerras de Religión: de Lutero a Calvino, la ruptura con Roma; Francia arruinada por ocho guerras de Religión; Hugonotes y miembros de la Liga: los partidos contra Francia; el edicto de Nantes: coexistir en la intolerancia; la revocación del edicto de Nantes, fin de la excepción francesa; la intolerancia de los países protestantes.

 

6. El Antiguo Régimen: la monarquía de los Capetos, un poder moderado; servir al Estado: un mecanismo de ascenso social; cuando los privilegiados hacen fracasar la revolución real.

 

7. La Ilustración y la tolerancia: la Enciclopedia: una revolución intelectual; la tolerancia de los filósofos es selectiva; el racismo de la Ilustración; Protestantes y judíos: el pragmatismo real.

 

8. La Revolución y el Terror: 1789-1799: diez años de violencia; 1789: inicio de la política antirreligiosa, 1792: la Revolución declara la guerra a Europa; el afán de emulación de las facciones revolucionarias; el Terror a la orden del día; regenerar la humanidad: un proyecto totalitario.

 

9. La Comuna de 1871: derecho al voto o barricadas; 1870: guerra y paz, la Comuna: los fanáticos en el poder.

 

10. Católicos y obreros: la revuelta de los tejedores: una leyenda por revisar; el sindicalismo sin la Revolución; cuando Francia descubre la miseria obrera; el mito de la colusión entre Iglesia y burguesía; la caridad: un paso necesario, pero no suficiente; León XIII, abogado de los obreros; la obra legislativa de los católicos sociales.

 

11. La abolición de la esclavitud: la trata de negros: una empresa europea; abolir la esclavitud: de la Restauración a la II República; la esclavitud: una tradición africana y musulmana.

 

12. El pacifismo en el periodo de entreguerras: una serie de retrocesos frente a Alemania, una izquierda mayoritariamente pacifista; una derecha mayoritariamente antialemana; 1938: derechas e izquierdas, todas muniquesas.

 

13. Fascismo y antifascismo: 6 de febrero de 1934, crisis de la República; fascismo, nazismo, franquismo: fenómenos heterogéneos; el mito del fascismo francés; antisemitismo y xenofobia: también en la izquierda, el antifascismo, operación de propaganda comunista; 1939: la alianza Hitler-Stalin.

 

14. Resistencia y colaboración: el traumatismo de la derrota; Vichy no es un bloque; la tragedia judía: ¿quién es responsable?; De Gaulle: de la revuelta a la victoria; contra los alemanes: hombres de todos los bandos; verdades y leyendas de la Resistencia; resistentes de derechas y colaboradores de izquierdas.

 

15. El asunto Pío XII: el cardenal Eugenio Pacelli, un prelado antinazi; para Pío XII, Hitler es más peligroso que Stalin; decenas de miles de judíos salvados por Pío XII; la campaña contra Pío XII: una acusación póstuma.

 

16. La descolonización: la colonización, una idea republicana; el pillaje de las colonias por Francia: un mito.

 

                Bienvenida la editorial Ciudadela Libros; y bienvenido a la escena cultural española, de su mano, Jean Sévillia.

 

 

Dirección electrónica de interés:

http://www.ciudadela.es/

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 104, abril de 2006