Blogia
Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Catolicismo social

El catolicismo social español en la actualidad: Entrevista al Presidente de Foro ARBIL.

     Un breve repaso a la actualidad del catolicismo social español de la mano del  Presidente de Foro Arbil.

 

José Luis Orella Martínez. Navarro de 34 años. Profesor asociado del CEU San Pablo. Autor de la tesis doctoral “Víctor Pradera y la derecha católica española” y de diversas monografías de temática histórica. Ponente en varios congresos de historia y en el de “Católicos y vida pública”. Portavoz del Foro El Salvador, del País Vasco. Buen conocedor de los ambientes católicos españoles. Con muchos amigos en diversos movimientos eclesiales y Universidades.

 

Pregunta: Edición nacional de “Alfa y Omega”, suplemento religioso del diario La Razón, creación de nuevas universidades católicas, congreso de  “Cristianos y vida pública”, debate público sobre las elecciones organizado por la Compañía de las Obras, constitución de Foro El Salvador. ¿Son hechos aislados o constituyen un síntoma de que “algo se mueve” en el catolicismo social español?

 

Respuesta: Es un síntoma de madurez y de que los frutos del Concilio Vaticano II, bien encauzados por Juan Pablo II, están incentivando la participación en la sociedad de unas generaciones de jóvenes católicos que no tienen vergüenza de decir públicamente que lo son y que intentan construir una realidad desde su laicado.

 

P.: Foro Arbil, ¿puede jugar un papel en este movimiento?

 

R.: Desde luego. Nuestro Foro nació para ayudar a cristianizar la calle desde el ámbito cultural: Desde las tertulias de café, conferencias, revista en internet y colaborando con todos los grupos especializados en una acción positiva. Por esta cuestión, Arbil ha fomentado las iniciativas provida, la convivencia en las regiones supeditadas a nacionalismos intransigentes y la realización del hombre a través de un trabajo en justas condiciones.

 

P.: En el origen de varias de las iniciativas citadas, está la Asociación Católica de Propagandistas. ¿Puede convertirse la AC de P en factor de unión e impulso de todos los católicos y grupos españoles interesados en la praxis social?

 

R.: La AC de P ha demostrado en su historia, su capacidad de formar un laicado católico acorde con los tiempos y que ha respondido con brillantez al reto de la presencia de los católicos en la sociedad. En su momento consiguió aglutinar a personas de diversas ideologías. En la actualidad, su papel a través de los “congresos de católicos y vida pública” está en servir de punto de unión e ignición conjunta de todos los grupos católicos con ganas de transformar la sociedad en un sitio donde el hombre disfrute de su vida.

 

P.: La sociedad española se convierte, progresivamente, en un desierto. El modelo relativista-consumista se impone desde el poder, contando para ello con la mayor parte de los medios de comunicación, la política, gran parte de los medios educativos. La Iglesia católica, ¿puede constituirse en una alternativa cultural a la mentalidad dominante, con una presencia social activa, o debe replegarse en la práctica litúrgica y sacramental?

 

R.: De ningún modo la Iglesia debe replegarse. El católico, de por sí, es un ser sociable y como tal, protagonista de la historia. Sin embargo, el relativismo actúa en nuestras conciencias con la fuerza de un ácido, al meter la desesperanza y empujar a la juventud a vivir el presente, por la desconfianza que presenta un futuro incierto en lo personal y profesional. La Iglesia tiene la misión de preservar, como lo hizo en el pasado, los valores de nuestra cultura –que nacen de la experiencia cristiana- y difundirlos para contrarrestar el efecto nocivo de un relativismo que esteriliza la sociedad.

 

P.: El envejecimiento de los integrantes de las órdenes religiosas, junto al factor demográfico, implica el cierre de decenas de colegios católicos cada año. ¿Qué alternativas se le ocurren para suplir esas graves carencias de la enseñanza católica?

 

R.: La participación de un laicado preparado en la educación y la aparición de iniciativas de asociaciones de padres que buscan en los nuevos movimientos eclesiales la inspiración espiritual que quieren para sus hijos, está rejuveneciendo –en cierta medida- el panorama educativo, proporcionándole mayor vigor. No obstante, la caída de la natalidad es otro de los problemas capitales, que los centros católicos intentan suplir dando una mayor calidad.

 

P.: Un tema muy difícil, y que genera división entre los católicos, es el de la acción política. Parece, a priori, que solo es posible trabajar en política, bien desde posiciones testimoniales o bien integrándose en el sistema de la mano de algún partido parlamentario con pérdida de la identidad católica. ¿Existe alguna alternativa a esa dualidad?

 

R.: Los católicos deben actuar en todas las actividades de la sociedad. En el campo de la política, la posibilidad de actuar dentro de los partidos del sistema es plausible, siempre que se pueda influir en las decisiones finales y no se sirva de falsa pluralidad. Por tanto, como ya ocurrió en el pasado,  ante la evidente sequía de alternativas políticas coherentes con el catolicismo, los activistas católicos deben crear ámbitos –concretos y reconocibles- donde se forje esa respuesta católica fresca a la demanda social. El problema de la marginalidad de estas propuestas lo es por la ausencia de apoyo de los medios católicos y del respaldo de personalidades, hechos que favorecen la dispersión de fuerzas y que las iniciativas queden colapsadas por la falta de apoyos.

 

P.: En la campaña electoral se ha desarrollado un fenómeno novedoso. En diversos movimientos eclesiales, páginas web, incluso en algunos medios de comunicación, se han expresado diversas opiniones sobre el voto de los católicos. ¿Significa el inicio de una mayor conciencia entre sectores católicos de nuestra sociedad?

 

R.: No cabe duda. Los católicos deben influir con su voto en el modelo de sociedad que queremos construir y no debemos darlo de forma gratuita a personas que luego llevan políticas contrarias a nuestra conciencia. Por tanto, la presencia valiente y militante de los católicos hará un bien para sanear un ambiente que necesita limpieza y la necesaria sustitución de una generación gastada que reduce al catolicismo al ámbito erróneo de lo privado.

 

P.: En el País Vasco, la situación política es de una fuerte confrontación social. ¿Cuál puede ser el papel de los católicos en un conflicto tan complejo?.

 

R.: La fuerte influencia nacionalista en la sociedad vasca ha impedido una mayor sensibilidad hacia los ciudadanos no nacionalistas. Hasta ahora la Iglesia, por la simpatía de mucho clérigos hacia el nacionalismo, no ha  permitido ver la marginación de una parte importante de la ciudadanía, que estaba perdiendo a muchos de sus miembros en cruentos ataques terroristas. La ausencia de ese apoyo materno ha posibilitado una frialdad hacia la Iglesia, en una región rica en densidad religiosa. No obstante, la aparición de colectivos como el Foro de El Salvador ayuda a combatir la idea de que las víctimas del terrorismo o que los ciudadanos que carecen de voz por la imposición en la política, y especialmente en el mundo laboral, del nacionalismo, están olvidadas.

 

P.: ¿Puede la Iglesia crear una alternativa de amor a la cultura del egoísmo etnocéntrico?

 

R.: La misión de la Iglesia en el País Vasco debe ser la de crear los cimientos de la cultura del amor, de un nuevo sujeto que incentive la convivencia y rechace la formación de una sociedad uniforme en los principios del nacionalismo que excluye, a parte de los ciudadanos, por pensar de una manera diferente.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº  36 – 37, julio – agosto de 2000

Voto en blanco: 366.000 votos que no cuentan.

El voto en blanco ha alcanzado una dimensión, en las elecciones españolas, que no puede pasar desapercibida. Una reflexión personal sobre el tema.

 

Votos en blanco emitidos el 12 M.

            Ha transcurrido más de un mes desde la celebración de las elecciones generales el pasado 12 de marzo de 2.000, con el resultado ya conocido y valorado en este mismo medio digital (ARBIL, Nº 30).

Del total, fueron emitidos algo más de 366.000 votos en blanco, el 1’58%.

            Un porcentaje similar, incluso superior, ya se emitió en anteriores elecciones. Por ejemplo, en las europeas del “13 J”, fueron algo más de 400.000, un 1’70%.

En el País Vasco y en Navarra se ha contabilizado un importante número de votos en blanco, que ha rondado en torno al 4%, sin duda un porcentaje significativamente superior al del resto de España. Ello ha sido así, pues se pretendía, en muchos casos, sumarse al voto emitido sin identificarse con ningún partido político concreto, y evitar con ello ser engullidos por la abstención activa propugnada por Euskal Herritarrok. En concreto en Navarra, el voto en blanco es, numéricamente,  la 4ª “fuerza política”.

            Pero en el resto del Estado, con un porcentaje inferior al de Navarra y el País Vasco, la justificación del voto en blanco es más difícil. Partiendo de que el voto en blanco es voto emitido y válido, al valorarlo se constituye en un cajón de sastre en el que hay tantas motivaciones como votantes que han optado por esa opción.

 

Valoración del voto en blanco.

            Es más. El voto en blanco es el voto menos considerado una vez celebradas unas elecciones. La abstención, mayor o menor, siempre es objeto de reflexión y de preocupación según el caso. Pero el voto en blanco no cuestiona a los políticos ni quiebra las bases del sistema. Por ello, podría decirse, incluso, que “fortalece al sistema”. En resumen, desde una perspectiva táctica, es un voto que no produce efecto alguno. Al menos en la actual situación.

De hecho, en el diario “El País”, en las dos semanas siguientes, han sido publicadas, al menos tres cartas al Director en las que se recogía la desazón de los lectores por no ser valorado ese voto en blanco.

Conocemos los límites del sistema. Poco podemos, en la práctica, exigir a nuestros políticos. Pero en el caso del voto en blanco, es imposible articularlo de forma operativa en la realidad social y política.

Pues, ¿qué grupos o líderes, arrogándose tales votos, pueden negociar, presionar o hacer valer de alguna manera los intereses que hay detrás del voto en blanco? Además, ¿de qué clase de intereses se trata?

 

Los católicos y el voto en blanco.

A lo largo de la pasada campaña electoral se han elevado algunas voces, desde medios católicos muy concretos, propugnando el voto en blanco (tanto en artículos de prensa diaria, como en alguna emisora de radio e internet). Es positivo que la conciencia crítica de los católicos se desarrolle y se manifieste de forma plural y libre. Por ello, bienvenido este debate y  bienvenidas esas voces.

Frente al voto en blanco, el voto emitido por muchos católicos a opciones concretas (en particular al Partido Popular) es una apuesta por la realidad, que puede posibilitar a la Iglesia mayores cuotas de libertad.

La pertenencia a la Iglesia facilita vías operativas que, desde el voto en blanco, no es posible ni concretar ni exigir. Y esas vías operativas de la libertad de acción de la Iglesia, en las circunstancias históricas que nos ha tocado vivir, se concretan en las obras por las que de forma carnal y humana extiende su misión entre todos.

No se trataría, por lo tanto, de la elección del “mal menor”, como del “bien posible”. Un sano ejercicio de realismo.

Los partidos estatalistas (PSOE, IU) son beligerantes ante la Iglesia y sus obras. El PP, aunque no es un partido católico, al menos sobre el programa y en iniciativas concretas, respeta la libertad de la Iglesia. Y no olvidemos la presencia innegable de políticos católicos en su seno; lo que constituye una posibilidad que no conviene excluir. En vez de huir de la realidad, aprovechémosla. Y ello en beneficio de la Iglesia, no del Partido Popular.

Veamos otro aspecto. No es realista pretender que un partido político no católico, aunque con cierta sensibilidad hacia la libertad y el papel social de la Iglesia,  restaure un ilusorio orden político cristiano. Por ello, debe ser el realismo la primera norma de actuación. Realismo para asumir lo positivo de cada situación y trabajar en la sociedad en obras concretas que nos permitan a los católicos ejercer la misión que esta sociedad necesita.

No es realista, por ejemplo, pedir al PP la prohibición del aborto, cuando ni siquiera figuraba tal pretensión en su programa electoral. Si es realista, en ese sentido, solicitar subvenciones para las casas de acogidas de los diversos grupos pro – vida, en beneficio de las madres embarazadas y del “nasciturus”.

No podemos pedir a los políticos que desarrollen iniciativas para “cristianizar” la sociedad, cuando los católicos no tenemos el valor de pregonar nuestra fe fuera de las sacristías y de otros ámbitos muy cerrados.

Los católicos han sido siempre muy realistas en cada coyuntura histórica. Y si el poder dominante y su entorno cultural no eran cristianos, la pretensión de los cristianos ha sido en primer lugar vivir de forma cristiana y hacer misión entre las gentes.

San Agustín y su filosofía de “las dos ciudades” nos sigue proporcionando claves para un ejercicio de realismo y acción en la realidad contemporánea.

 

La Iglesia y su pueblo.

Por último, considero que existe una razón de fondo que explica muchos comportamientos.

La Iglesia siempre ha generado un pueblo. Y un pueblo debe actuar como tal. Hoy día, la atomización individualista también se ha instalado en el seno de las comunidades cristianas. Así se entiende que haya católicos que votaran al PP, al PSOE, a IU, a partidos nacionalistas, que se abstengan o que voten en blanco. En definitiva, también el individualismo caracteriza a la acción de algunos sectores católicos.

Desde otras realidades de la Iglesia se ha intentando actuar en política como un pueblo, con una conciencia de pertenencia. De ahí su apuesta decidida, aunque crítica, por el voto al P.P.; con una conciencia clara de que la salvación no viene de la política, sino de la Iglesia.

Por ello, seguramente, el principal objetivo de los católicos hoy día sea la misión, creando obras reconocibles entre las gentes, buscando la regeneración de un pueblo en marcha por la historia.

Texto inédito, junio de 2000

Los cristianos y el sindicalismo español en el último tercio del siglo XX.

En el panorama sindical español existe una significativa presencia de cristianos. Es más, la historia de muchas de las actuales organizaciones sindicales no puede entenderse sin su aportación. Pero, desaparecidos los sindicatos confesionales, ¿qué criterios, en este campo, puede seguir un cristiano que vive también el mundo del trabajo desde la fe y la pertenencia a la Iglesia?

Introducción.
Aunque, jurídicamente hablando, sindicato lo es tanto una asociación de obreros como una agrupación de empresarios, popularmente y como fenómeno sociológico, por sindicalismo se entiende el llamado “de clase”.
Se trataría, pues, de agrupaciones de obreros y campesinos pobres, proletarios en suma, que se asocian con un interés defensivo ante los patronos y los poderosos, con una finalidad transformadora y un compromiso internacionalista. Su ideología sería comunista, socialista o anarquista.
Pero esa delimitación conceptual “clásica” no corresponde a la realidad histórica, pues con ella se deja fuera a importantes movimientos como fueron los sindicatos católicos españoles, cuya presencia arranca de las últimas décadas del siglo XIX, eclosionando en los años 20 y 30 del siglo XX hasta su “integración” en la Central Nacional Sindicalista surgida de la guerra civil.
Actualmente, el sindicalismo de clase aspira a la exclusiva representatividad de las llamadas “clases trabajadoras”, desbordando el tradicional concepto de “clase proletaria”. Coincide esa transformación en el tiempo con la desaparición del sindicalismo confesional católico, fenómeno paralelo al sucedido en otros países, si bien siguen existiendo sindicatos en Europa y América Latina de clara orientación cristiana.
Eso no quiere decir que no existan cristianos trabajando en el seno de organizaciones sindicales. Pero quiénes así actúan, lo hacen de forma individual, como consecuencia de su compromiso personal, suscitado en muchos casos por concretas comunidades cristianas.
Que no exista en España un sindicalismo específicamente católico es consecuencia, además de causas históricas muy concretas que pasan por el periodo franquista, de la “política” de la Jerarquía católica, que no ha apoyado la existencia ni de partidos políticos ni de sindicatos confesionales en el actual régimen; en buena medida en consonancia con las orientaciones derivadas del Concilio Vaticano II y el impacto de corrientes políticas y sindicalistas izquierdistas que suscitó el “mayo del 68” en muchos movimientos católicos.
En este artículo vamos a ver, de forma muy somera, la realidad del sindicalismo en España en las últimas décadas y la presencia en el mismo de un sujeto católico, pues ello nos puede aportar claves para comprender la actual situación y vislumbrar el futuro del mismo.



Antecedentes.
Con el “nuevo régimen”, todos los sindicatos “de clase” son declarados fuera de la ley, siendo sus militantes perseguidos y sus organizaciones disueltas.
Los sindicatos católicos y “libres” (la C.E.S.O), al igual que los minúsculos sindicatos falangistas (CONS), son integrados por Ley en la única Central Nacional Sindicalista, en la que se participaban obreros y patronos organizados en ramas de producción siguiendo un esquema semi-corporativista. Fuera de esa única organización sindical legal, como núcleos específicamente obreros, solo figuran los movimientos especializados de Acción Católica en ese ámbito: la HOAC (fundada en 1.946) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC).
Los sindicalistas de izquierdas encontraron, salvo los casos de estricta clandestinidad (CNT, básicamente) esos dos cauces para trabajar “sindicalmente”: la propia CNS (infiltrándose en la misma) y los movimientos apostólicos.
En los años 50 y, sobre todo, en los 60, surgen organizaciones ilegales con la pretensión de actuar en el mundo del trabajo y también de transformar la realidad política. En unos momentos actuaron dentro de la CNS y en otros casos lo hacen fuera, dependiendo de estrategias concretas. De forma paralela, se infiltran en HOAC y JOC, donde encuentran un numeroso grupo de obreros y clérigos formados en las nuevas corrientes teológicas, en parte derivadas del Vaticano II y que sufrieron el impacto del radicalismo izquierdista.
Entre esas nuevas organizaciones obreras, destacan dos: Unión Sindical Obrera (USO) y Comisiones Obreras (CC.OO.), si bien existieron otras. Así, destacaremos a la Federación Sindical de Trabajadores, que fue un intento de creación de un sindicalismo católico en la clandestinidad, de 1.958 a 1.960; fracasando en el empeño.

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC).
La Hermandad Obrera de Acción Católica es un movimiento apostólico especializado de la Acción Católica, siendo, por tanto, una organización impulsada por la Jerarquía de la Iglesia Católica.
Ha jugado un papel muy importante en el franquismo, al constituir una escuela de formación de militantes obreros y cristianos y un cauce organizativo que “escapaba” de la disciplina del Sindicato Vertical.
Varias personas extraordinarias influyeron, especialmente, en su historia: Guillermo Rovirosa, Eugenio Merino y Tomás Malagón.
De HOAC, y de otros movimientos apostólicos como la JOC, nació USO en buena medida. En HOAC también encontramos a los promotores de ediciones ZYX, a dirigentes del PSOE, a los fundadores años mas tarde de “Comunión y Liberación” en España, y a los actuales dirigentes del Movimiento Cultural Cristiano.
Por HOAC pasaron muchos cientos de militantes que desarrollaron –y desarrollan- su labor sindical en CC.OO. y UGT. No puede entenderse la historia reciente del sindicalismo en España sin la cobertura ofrecida al renacido movimiento obrero por esos movimientos apostólicos, los llamados “curas obreros”, numerosas parroquias y algunos conventos y Seminarios.
En la actualidad, HOAC sigue presente en la mayoría de las diócesis españolas (así, en la de Getafe, ya funciona, desde enero de 2.000, el primer grupo de 30 militantes de este movimiento apostólico), con apoyo de la Jerarquía. Por otra parte, forma parte de la Coordinadora de Movimientos Apostólicos de Acción Católica y tiene magníficas relaciones con la llamada “Iglesia de Base” y las Comunidades Cristianas Populares, con las que busca alguna modalidad de articulación. Está integrado por casi dos millares de personas, entre las que figura un número significativo de clérigos.

Unión Sindical Obrera (USO).
La historia de este sindicato arranca del llamado "grupo de Rentería”, cuyos primeros panfletos datan del ya lejano 1.958. Formalmente se constituye en 1.960, redactándose la carta fundacional en 1.961. Nace de un grupo de obreros de JOC y de HOAC y su vida se mezcla con la de esa organización apostólica y en el ámbito internacional con la central francesa CFTC (después, CFDT). De hecho, nace como consecuencia de la reflexión derivada del método empleado en los movimientos de Acción Católica: “ver, juzgar, actuar”. De hecho hasta 1.965 su vida se solapa con la de la propia JOC; si bien por razones de edad muchos de ellos pasarían después a HOAC.
Hoy día JOC, fundada en España en 1.947, continúa su existencia, aunque muy mermada, habiendo sufrido una escisión hace una década: la JOC-E.
USO sufre los avatares de las corrientes ideológicas de moda. Así, la influencia socialista autogestionaria fue muy fuerte, plasmándose de forma sucesiva en las estrategias “afirmación poder obrero” y “reconstrucción socialista”.
En abril de 1.977 es legalizada. En las primeras elecciones políticas apoya al PSP y la FPS. Sufre graves escisiones hacia UGT (liderada por el secretario general Zufiaur, septiembre de 1.977), CC.OO (1.980) y CNT.
El fenómeno polaco de “Solidaridad” también influye, al menos como “marca publicitaria”, iniciando su deslizamiento ideológico hacia la “autonomía” e “independencia”. En tal evolución, distanciándose del radicalismo, se desarrolla una estrategia de captación de independientes, siendo su momento álgido la entrada en USO de la CGDT (1.980).

CC.OO, UGT y CNT-AIT
Las primeras Comisiones Obreras (CC.OO.) surgieron a partir de grupos de militantes católicos, comunistas incluso falangistas (Centro Social Manuel Mateo, 1964), con una vocación unitaria pero rápidamente fueron dominadas por los militantes del Partido Comunista de España. En cualquier caso, hablar del sindicalismo clandestino en España durante el franquismo pasa inevitablemente por la historia de esas Comisiones Obreras que protagonizaron luchas importantes y estrategias diversas.
La antaño poderosísima Confederación Nacional del Trabajo (CNT-AIT) quedará, por fidelidad a la “acción directa” y a las directrices de la FAI en el exilio, fuera de esa estrategia, si bien algunos pensadores anarquistas son estudiados y conocidos en círculos católicos (caso de la labor editorial de ZYX).
La CNT-AIT en la transición sufrió un momento de espectacular auge, coincidiendo con las multitudinarias “jornadas libertarias” de Barcelona, pero a raíz del “caso Scala” entra en una profunda crisis, que desembocará en la escisión de los “posibilistas” en el congreso de Valencia.
De esa escisión surge, actualmente como cuarta fuerza sindical, la Confederación General del Trabajo (CGT). En esta confederación, dinámica y en relativo ascenso, también trabajan militantes de formación cristiana, procedentes de una pequeña escisión de USO, así como otros de los restos de CSUT (sindicato impulsado por el Partido del Trabajo de España, maoísta).
La CNT-AIT, en la actualidad, apenas desarrolla trabajo sindical, reduciéndose su presencia en el medio laboral y proyectando su acción en fenómenos marginales como el movimiento insumiso, “okupa”, etc.
La UGT socialista no se reconstruye hasta principios de los años 70 (salvo alguna limitada experiencia aislada). En la actualidad es la segunda gran organización sindical española, tras CC.OO, manteniendo magníficas relaciones con su partido hermano, el PSOE.

Otros sindicatos.
También en los últimos años del franquismo, otras organizaciones sindicales intentan asomar de la mano de partidos políticos radicales (FRAP, ORT y PTE), así como algunas de carácter nacionalista (SOC y ELA-STV).
Otros pequeños sindicatos ven la luz en los años de la transición con la seña de identidad de “independencia”: CDT, CGTI (unificados en CGDT) y la CTI del exfalangista y cofundador de Comisiones Obreras Ceferino Maestu. Ya hemos visto que parte de ellas recalan en USO en 1.980.
A finales de los años 70, y tras las primeras elecciones sindicales de la democracia (1.980), se observa que el número de “independientes”, tanto de pequeños sindicatos de empresa, como a personal, es muy elevado. Surgen algunos intentos de unidad de los anteriores, como es el caso de “Solidaridad Independiente”, de la que tras su congreso fundacional anunciado a bombo y platillo, nunca más se supo.
Progresivamente los independientes se van integrando en todo tipo de sindicatos, al no poder competir con los servicios ofertados desde las grandes confederaciones sindicales.
Incluso desde las formaciones de la extrema derecha se realizan incursiones en el mundo sindical, a través de siglas como FNT, UNT, ASNT y CONS. Salvo éxitos aislados y por escaso tiempo (caso de FNT en el taxi madrileño y CONS en Valencia) tales intentos no pasaron de lo anecdótico.
En estos primeros años de la transición se consolida el sindicalismo nacionalista. ELA-STV, de origen católico, se consolida como primer sindicato en la Comunidad Autónoma Vasca, siendo casa común de todos los nacionalistas no radicales, superando la escisión de ELA Askatuta. El sindicato radical LAB, impulsado desde KAS, surge en la escena vasca, con un estilo propio reivindicativo e innovador en ascenso.
Convergencia Intersindical Gallega surge de la unión de INTG y la asociación campesina gallegista. Constituye una correa de transmisión del pujante nacionalismo radical del Bloque Nacionalista Gallego, mejorando de forma progresiva sus resultados y su acción sindical, siendo sindicato de referencia obligada en Galicia en prácticamente todos los sectores laborales.
En el mundo del funcionariado, una confederación de marca “independiente” surge, a partir de numerosos sindicatos nacidos en sectores muy concretos de la Función Pública. También aquí encontramos a católicos actuando de forma individual. Hablamos de la CSI-CSIF.
Aunque la lógica de una legislación que prima a los sindicatos mayoritarios llevaba a la confluencia de CSI-CSIF con USO, tal no se produce. Si bien debemos señalar que ambas confederaciones son complementarias. En el mundo de la Función Pública USO apenas tiene incidencia (salvo enseñanza), siendo el medio natural de CSI-CSIF. Por su parte, en el mundo de la empresa privada, CSI-CSIF apenas tiene representación.
Persisten algunos sindicatos muy radicales, como el SOC andaluz, el SU, ESK - CUIS, etc.; siendo su implantación local y muy desigual.
Fuera de las organizaciones mencionadas quedan importantes organizaciones sectoriales, como el poderoso Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA), la CEMSATSE (médicos y ATS de la sanidad pública), el SAE (auxiliares de clínica), el ANPE (sindicato independiente de las enseñanzas medias públicas), el SEMAF (en RENFE), la UCSTE (izquierda radical en la enseñanza, tanto pública como privada) y diversas organizaciones sectoriales de las policías Nacional y locales (SUP, SPPU, SG, ARNE, SPF, etc.), Correos, Banca (FITC) y Cajas de Ahorro, administraciones autonómicas y locales, etc.
Otro sector con presencia sindical es el agrario, aunque con carácter empresarial, por lo que quedaría fuera de este análisis. Organizaciones tradicionales (Jóvenes Agricultores, COAG) compiten con otras de nuevo cuño, como la impulsada desde UGT (Unión de Pequeños Agricultores) u otras de carácter nacionalista como EHNE.
Como conclusión de este breve repaso a las organizaciones sindicales existentes en España, vemos cómo el marco jurídico existente, pese a los porcentajes que establece para determinar la representatividad desde un criterio mayoritario (favoreciendo a los grandes y ahogando a los más pequeños en la negociación y discriminando vía subvenciones), no ha conseguido eliminar el pluralismo del sindicalismo español.

Presencia de un sujeto cristiano en el mundo sindical.
Hemos visto que son muchos los militantes cristianos que trabajan en diversas organizaciones sindicales. De alguna manera, los procedentes de HOAC y JOC, tributarios de su concreta metodología y su concepción eclesiológica, militan preferentemente en UGT, CC.OO, CGT, UCSTE y también en USO.
Otros católicos, vinculados a otras realidades eclesiales, militan en CSI-CSIF, CEMSATSE, ANPE y USO.
Y no olvidemos el origen católico del sindicato nacionalista ELA-STV, donde militan muchos católicos y sindicalistas antes independientes.
Pero creemos que no se trata de hablar y actuar conforme a los tradicionales esquemas de “derecha” e “izquierda”, trasladándolos a las realidades eclesiales.
El mundo del trabajo está experimentando una evolución rapidísima e imprevista. Así, por ejemplo, la apertura del sindicalismo “de clase” a nuevos sectores sociales (funcionariado, autónomos, fuerzas de seguridad), años atrás considerados como sospechosos por la “clase obrera”, era inimaginable hace unas décadas. Por ello, apegarse a viejas formulaciones (mundo obrero, conciencia de clase, militancia obrera, etc.) es ir al fracaso, al servirse de categorías y realidades en recesión.
Desde esta perspectiva, el compromiso personal, concretado en la “militancia” individual, quedaría superado por el criterio de pertenencia a las realidades vivas de la Iglesia.
Por otra parte, hay que considerar que el movimiento obrero en particular y sindical en general, han perdido buena parte de la capacidad transformadora que le caracterizaron décadas atrás, convirtiéndose en meros gestores de fondos públicos y de otros recursos de la vida laboral, insertados plenamente en el sistema.
Hoy día, para un cristiano, la llamada a la “nueva evangelización” impulsada por Juan Pablo II debe ser horizonte inmediato. Y esa evangelización pasa, en primer lugar, por el testimonio personal y el encuentro “cara a cara”. Y para ello, las estructuras sindicales que hemos descritos antes, no son fundamentales; aunque ello no quiere decir que, como ámbito muy importante de la vida, los cristianos no puedan también trabajar en el seno de las mismas con un espíritu transformador y misionero.
Si queremos que la Iglesia sea una realidad identificable también en el mundo del trabajo, como una presencia humana, es precisa la creación de un nuevo sujeto cristiano.
La razón última del actuar en sindicalismo no sería, pues, un voluntarismo que pretende unir esferas disociadas de la existencia. Se trabajaría en el sindicalismo como expresión de la vida nueva encontrada en la Iglesia, como una dimensión no dualista de una vivencia integral de la fe en el seno de la comunidad cristiana. Y con esa perspectiva, se abriría la posibilidad de dignificar la acción sindical, rescatándola del oportunismo en que se encuentra sumida.
No hay futuro para un sindicalismo católico que no pase por la recuperación de un pueblo por la Iglesia.
Los nuevos movimientos que tienen esa clara conciencia, constituyen la posibilidad de “recreación” de ese pueblo que también puede ser visible en el mundo sindical.
Al igual que los partidos políticos, no todos los sindicatos respetan de idéntica forma la libertad de actuación de la Iglesia. Por ello, el trabajar en el interior de aquellos sindicatos que faciliten la actuación de ese sujeto cristiano, es una manera realista de ser presencia en el mundo laboral. Es más. Para algunos sindicatos de clase, el cristiano es un sospechoso que debe renunciar a su identidad más auténtica, debiendo revalidar su admisión en el grupo continuamente mediante un test de “fiabilidad sindicalmente correcta”.
Un cristiano que actúe sindicalmente debe considerar qué espacio se concede, en el sindicato en el que trabaja, a principios fundamentales como el principio de subsidiariedad, el derecho a la vida, la libertad de enseñanza, la justicia distributiva, etc.
Un nuevo sujeto católico en el mundo del trabajo debe partir de una identidad netamente católica, en que la pertenencia eclesial, la experiencia comunitaria y la creatividad social, sean características de esa presencia evangelizadora.

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 32, abril de 2000

¿Un “gramscismo” católico?

     La “Compañía de las Obras” representa un eslabón actual en la larga historia de la presencia social de los católicos. Constituye una forma novedosa de creación de cuerpos intermedios, conforme a los principios de la Doctrina Social católica, derivada de una vivencia integral de la fe ante los retos cotidianos de la vida.

 

La “metapolítica”.

            La década de los años 80 aportó, procedente de Francia fundamentalmente, cierta novedad: un método de trabajo cultural atractivo, una propuesta de acción “metapolítica” totalizante, un discurso “gramsciano” de derechas que suscitó interés, en particular, en  desengañados de la estéril praxis política de las llamadas “fuerzas  nacionales” y en otros ambientes.

            Ya en 1.979 Planeta editó el libro “La nueva derecha” de Alain de Benoist. En 1.983 sale el primer número de la revista “Punto y Coma” y Ediciones de Nuevo Arte Thor lanza su colección de libros “El laberinto”. En 1.984 se edita el primer número de “Fundamentos para una nueva cultura”. En 1.985 se intenta crear una asociación en esa línea: el “Centro de Estudios para la Recuperación de la Cultura Europea”, que naufragó al poco tiempo.

            Se trató de un fenómeno pasajero. De todo ello persisten algunas páginas web en internet y las revistas “Hespérides” y “Prometeo”, que tras la crisis sufrida por esa “Nueva Derecha”, retoma algunos de sus temas centrales y planteamientos fundamentales. Unos pocos quedaron atrapados en esa telaraña, asumiendo métodos, formas y contenidos de la misma, llegando a comulgar con el explícito paganismo subyacente en esas propuestas de la Nueva Derecha, en abierto rechazo al cristianismo (entendido como causa última del denostado igualitarismo, origen -a su juicio- de la decadencia europea).

            Algunos consideramos, en su día que, rechazando el paganismo y muchas de sus posiciones ideológicas, la metodología planteada era interesante: trabajar el mundo de la cultura para que, a largo plazo, se facilitara un cambio de mentalidad y valores que pudiera favorecer una transformación social, incluso política.

            De todo ello podemos extraer una enseñanza: la importancia del “trabajo cultural” –su elaboración y difusión- en la sociedad moderna por parte de cualquier concepción vital que pretenda ser globalizante y transformadora.

 

Comunión y Liberación.

            También en los años 80 se empezó a conocer la labor social, cultural y política que desarrollaban los hombres y mujeres del movimiento católico “Comunión y Liberación” en Italia y que, por entonces, comenzaba a difundirse también en España.

            En Italia estos católicos comprometidos no sólo no desdeñaban la lucha política directa, sino que la practicaban a través de una corriente  organizada, inserta en la histórica D.C.: el “Movimento Popolare”, que capitalizó buena parte de las energías empleadas por ese entorno en aquellos años, sin descuidar múltiples iniciativas educativas, sociales, caritativas, culturales y de medios de comunicación.

 

La “Compagnia delle Opere”.

            En los años 90, la fase madura de presencia social de esos católicos en la vida pública italiana, ya disuelto el “Movimento Popolare”, generó la “Compagnia delle Opere” (CdO), que ya existía con anterioridad.

            Se trata de una asociación sin ánimo de lucro constituida el 11 de julio de 1.986, que reúne actualmente a más de 10.000 socios de todo tipo: medios de comunicación, pequeñas y medianas empresas, obras caritativas, entes culturales, centros educativos, ONGs, personas físicas, cooperativas productivas y de servicios, gabinetes profesionales y diversas empresas sin ánimo de lucro.

            El artículo 4 de sus estatutos señala que tiene por finalidad “promover el espíritu de mutua colaboración y asistencia para una mejor utilización de recursos y energías, para ayudar a la inserción de jóvenes y parados en el mundo del trabajo, en continuidad con la presencia social de los católicos a la luz de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia”. Y en ese empeño también participan católicos que no forman parte de CL, así como no católicos.

            La adhesión a esa asociación no implica participación accionarial ni control en la gestión de cada uno de los entes.

            La CdO ha sido eje, en estos últimos años, de algunas batallas civiles que, bajo el slogan de “Más sociedad, menos Estado”, se han planteado en el mundo de la educación y por el reconocimiento del principio de subsidiariedad en Italia.

            Quienes hayan asistido al “Meeting per l’amicizia fra y popoli”, una imponente manifestación cultural organizada por estos católicos que desde hace 20 años se desarrolla en el mes de agosto en la localidad adriática de Rimini, habrán podido observar atónitos un espectáculo multitudinario, desbordante en iniciativas de todo tipo, con un entusiasmo y una alegría contagiosa, generalmente ausentes en los ambientes católicos españoles.

            Constituye, pues, una fórmula novedosa de acción social de los católicos en el tejido de la sociedad italiana, con una clara conciencia de pertenencia y de pueblo, que retoma la impresionante tradición católica de creatividad e iniciativa social.

 

La CdO en España.

            José Miguel Oriol, presidente de la Compañía de las Obras en España, al constituirse la misma en julio de 1.998, resumía su filosofía en que “la CdO nace abierta al mundo con la conciencia de querer ser la expresión de la acción de Otro; nuestra única tarea es la de poner nuestra audacia ingenua al servicio de la Gracia”. Todo lo contrario, pues, de un frío análisis cultural y estratégico que pudiéramos calificar de gramsciano.

            Por otra parte, otras características diferencian a la Nueva Derecha de la CdO. Así, la Nueva Derecha es elitista y voluntarista. La Cdo, al igual que muchas de las iniciativas sociales católicas, es popular  y con una marcado sentido de pertenencia.

            En España, esta realidad, aunque muy reciente y numéricamente mucho más pequeña que la italiana, no ha pasado desapercibida, en su nacimiento, para algunos medios de comunicación. Así la revista “Tribuna”, en un artículo publicado el 21/07/99, calificaba a esta asociación como “la patronal religiosa”, siendo su finalidad la de controlar miles de empresas españolas; calificándola de “grupo de presión”.

            Ni la perspectiva “gramsciana”, ni el juicio “políticamente correcto” de la citada revista, explican iniciativa semejante.

            La Iglesia en acción, al afrontar sus hombres y mujeres los problemas cotidianos de la familia, la educación, la economía y la sociedad; permite afrontar la realidad con realismo, generando una creatividad asociativa a todos los niveles. La fe, si se vive de forma no dualista, genera una presencia social en ámbitos dispares que pueden ser ocasión de testimonio y evangelización. Sin duda tal concepcíon contrasta con el papel que los poderes dominantes hoy día conceden a la religión: limitar su incidencia al reducto íntimo de la conciencia individual, negando su incidencia incluso en el ámbito familiar.

            La historia de la Iglesia nos muestra cómo muchas de sus obras surgieron fruto, no de fríos cálculos teóricos o estratégicos, sino de una vivencia integral de la fe. Esa vivencia genera un pueblo que encarna, en la vida social, a la Iglesia de una forma reconocible y atractiva. Y como elaboración teórica posterior a esa presencia social, está la Doctrina Social de la Iglesia; no como postura o reducción ideológica, sino como reflexión autocomprensiva.

            En la, ya dos veces milenaria, historia de la Iglesia tenemos un enorme número de ejemplos de la creatividad aludida; que, por otra parte, se anticiparon en muchos años a las soluciones planteadas posteriormente desde otros ámbitos sociales o desde el estado. Sin duda, todo ello, expresión de la viveza proporcionada por la pertenencia al pueblo católico.

            En este artículo hemos visto de cerca la CdO como un ejemplo más de esa larga cadena que constituye en la historia la presencia social del catolicismo; por ser una realidad actual y cláramente reconocible.

            La dirección en internet de la página web de la CdO en España es: http://www.teleline.es/personal/cdoesp

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 28, enero de 2000

www.forumlibertas.com: expectativas cumplidas y retos pendientes.

                Un hecho es incuestionable: el catolicismo social español, en declive durante las últimas décadas, se encuentra actualmente en ebullición. El nuevo diario digital, forumlibertas.com, es su prueba y expresión.

 

Un incipiente movimiento social.

 

El catolicismo social español se encuentra en ebullición. Muchas son sus iniciativas en marcha, de diversas procedencia y calado, algunas desde años atrás. La reciente historia española, y las preocupantes expectativas sociales generadas por el acceso al gobierno del PSOE, imponen a los católicos una razonada reflexión y, seguramente, una movilización colectiva sin precedentes.

 

Poder hablar hoy de catolicismo social ya es, en sí misma, una circunstancia relevante. Décadas atrás, su mera enunciación se considerada improcedente, cuando no una realidad obsoleta en vías de extinción; fruto, en parte, de una teología y una práctica social ahora caducas. Este clima, acorde con la secularización progresiva de las sociedades occidentales, caló profundamente en estratos de la propia Iglesia, impulsándola a un movimiento de repliegue interior paralelo al envejecimiento del clero y las órdenes religiosas, y a la pérdida de calado -de la experiencia cristiana- en amplísimos sectores de la sociedad española.

 

En la actualidad, son otros los síntomas, de carácter positivo, que deben destacarse de la compleja realidad organizativa del catolicismo español: revitalización de determinadas estructuras diocesanas y parroquiales, implantación de nuevos carismas eclesiales, aparición de grupos de activistas católicos (agrupados en plataformas transversales, pequeños partidos temáticos o confesionales, y otras asociaciones), nueva configuración del movimiento asociativo familiar, consolidación de las universidades católicas, lanzamiento de nuevos medios de comunicación... Es algo innegable: el catolicismo social es un hecho. Y se mueve.

 

Pero no todo son luces. También existen sombras: escasa proyección social de algunas de las realidades católicas más amplias, mínima vocación por lo público en otras, fragmentación organizativa, escasos espacios de encuentro y formación de las vocaciones por lo público, desconfianza hacia expresiones ajenas a las nacidas en el entorno del propio carisma, mentalidad de francotirador entre muchos activistas, desprecio o temor a la acción política concreta, escaso diálogo con algunas instancias eclesiásticas… Y todo ello en un contexto de radicalización laicista y acoso a cualquier expresión pública católica.

 

Una sociedad postcristiana.

 

Hay que partir de una premisa: la sociedad española, en buena medida, ha dejado de ser católica, encontrándose inmersa en un cambio histórico, de carácter antropológico, alimentado de relativismo filosófico, vitalismo hedonista y sincretismo religioso; lo que ha incidido sustancialmente en la disolución de la familia, una atomización de la vida social con pérdida de las referencias comunitarias, una acción pública ajena -cuando no expresamente enemiga- de la cosmovisión cristiana…

 

No obstante, todavía perviven rescoldos, de la identidad popular y espiritual que estructuró nuestro pasado, particularmente arraigados en algún caso, a los que se suman esas nuevas realidades eclesiales emergentes; configurando todo ello el mapa poliédrico del actual catolicismo español.

 

Ese movimiento global revolucionario, cultural, social y político, en el que también España está inmersa al igual que los restantes países occidentales, es impulsado por buena parte de los medios de comunicación, sirviéndose para ello de modas y tendencias, figuras representativas del pensamiento, la cultura, el espectáculo, y las modalidades predominantes en el disfrute del ocio. Igualmente, los partidos políticos del sistema, especialmente los autodenominados progresistas, refrendan ese movimiento de cambio, considerando a la Iglesia como una presencia incómoda para su programa hegemónico; otro efecto más de un laicismo confesional y sectario, ya superado en otras latitudes.

 

                Tengamos presente otro factor. En amplios sectores del catolicismo español crece una percepción que afirma su infrarrepresentación política.

 

Consciente de este cambio histórico y de la esperanza que la Iglesia sigue representando para todo el mundo; con mayor o menor conciencia, según los casos, de un contexto crecientemente hostil, este incipiente movimiento social de base católica valora también, al menos algunos de sus más significativos representantes, la necesidad de articulación de una respuesta colectiva y pública, sin pretensión partidista, en defensa del bien común, la libre iniciativa y creatividad social, la libertad pública de la Iglesia y la de sus diversas obras. Ello implica una generosa y ambiciosa conjunción de voluntades y tácticas, postergando estrechos protagonismos.

 

Dentro de este movimiento social y de su creciente creatividad asociativa, debemos destacar la aparición de un diario digital católico.

 

Un nuevo diario digital.

 

Forumlibertas.com, diario digital de inspiración católica y voluntad generalista, ya es una creciente realidad desde el pasado día 15 de junio, fecha en que vio la luz su primer número.

 

Este diario es fruto, fundamentalmente, del impulso de la plataforma transversal e-Cristians, nacida en Cataluña de la mano, entre otros, del expolítico catalanista Josep Miró i Ardèvol. Esta entidad despliega novísimas modalidades de acción pública -sirviéndose de Internet, movilizaciones públicas puntuales y acciones mediáticas- al servicio de los valores propugnados por la Doctrina Social de la Iglesia, con la mirada puesta en el desarrollo de una democracia representativa: solidaridad intergeneracional, justicias distributiva y social, libertad religiosa, libertad de enseñanza, defensa de la vida en toda su extensión… Con estos presupuestos, en su corta, pero intensa trayectoria, e-Cristians ha acreditado una gran solvencia organizativa y táctica, buscando la confluencia de diversas realidades del catolicismo social español en la consecución de objetivos realistas.

 

Forumlibertas.com cuenta, además de la realidad previa de e-Cristians, con el apoyo de significativos periodistas y comunicadores católicos, así como el de otras personalidades, de la Universidad y los movimientos sociales, de inequívoca pertenencia cristiana. Con este bagaje, diariamente se presentan, con criterio católico, los principales hechos de la actualidad política, social y cultural española, proporcionando interesantes claves para su comprensión.

 

Las cartas de los lectores, muy escogidas, los diversos documentos reproducidos en el diario, y las restantes secciones fijas, permiten al lector conocer y contrastar la realidad desde un criterio cultural, global y coherente, del máximo interés también para no católicos. Sin duda, una sociedad articulada y creativa, con diversas identidades culturales en diálogo, es más rica y libre. Y forumlibertas.com es consciente de este elemental principio de la organización social.

 

Pero el nuevo diario no ha nacido de la nada. Así, cuenta con un incuestionable aval previo: la Revista digital semanal de e-Cristians y sus boletines de noticias “Cristianos en la prensa” y “Cristianos en el mundo”; principales instrumentos de comunicación y difusión de la plataforma.

 

                Sus retos siguen siendo muchos: mantener la tensión y objetividad informativas; establecer un contacto fluido con sus lectores y, particularmente, con las realidades vivas del catolicismo español; ampliar la base de lectores y su formación; proporcionar análisis realistas del cambio social. Y todo ello sin incurrir en voluntarismos despegados de la realidad.

 

Ya hemos descrito, en gruesos trazos, algunas de las características de la sociedad en que vivimos y del movimiento de respuesta que empieza a dibujarse desde el catolicismo social. En este contexto, el nuevo diario digital tiene la oportunidad de constituirse en referencia obligada de esa base social católica.

               

En definitiva, y como balance de estas semanas, podemos afirmar que las altas expectativas creadas, con la discreta aparición del diario, se vienen cumpliendo satisfactoriamente. No obstante, los retos pendientes y futuros constituirán, en todo caso, una dura prueba a los animadores de forumlibertas.com.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 82 - 83, julio - agosto de 2004

El referéndum del 20 de febrero y el electorado católico.

Las diversas posturas adoptadas ante la convocatoria de un referéndum para el próximo 20 de febrero, acreditan la fractura existente en el seno del progresivamente consciente y autónomo electorado católico.

 

Un sector social  fragmentado electoralmente.

 

En un artículo anterior describíamos los sucesivos movimientos producidos en torno al sector social constituido por un renovado e incipiente catolicismo social (“A la caza del electorado católico”, Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 88, diciembre de 2004).

 

De esta forma, según veíamos, diversas fuerzas políticas, tanto parlamentarias como extraparlamentarias, veteranas y bisoñas, conservadoras y progresistas, habían realizado invocaciones muy directas a los sentimientos y valores del electorado de neta identidad y pertenencia católicas. A ello se le sumaban otros movimientos procedentes de algunas entidades, nacidas al calor de este sector social, orientadas a la acción política por medio de formas no partidarias de participación pública. Nos referíamos a las llamadas plataformas transversales y a las corrientes de opinión.

 

La conjunción de todos estos movimientos –muy diversos en calado y naturaleza- no puede efectuarse, obviarse, en una única dirección o mediante su confluencia en un único partido político: las diversas tácticas planteadas, las plurales concepciones teóricas de lo político, y las matizadas consideraciones de conveniencia y prudencia, son difícilmente conciliables. No obstante, muchos de sus protagonistas comparten intuiciones, perspectivas críticas, y voluntad de presencia concreta, buscando acuerdos tácticos con miras a un cambio sustancial de la presencia pública católica, en todo caso.

 

El referéndum del 20 de febrero.

 

            La próxima celebración de un referéndum en España el día 20 de febrero, sometiendo a consulta la aprobación de un proyecto de tratado constitucional europeo, ha puesto de manifiesto las divisiones existentes al respecto, tanto entre los partidos políticos, como dentro del catolicismo social.

 

            Los grandes partidos parlamentarios se han posicionado, con mayor o menor entusiasmo, por el voto afirmativo; así como los nacionalistas “moderados” (PNV y CiU). Por su parte, Izquierda Unida, Eusko Alkartasuna, Bloque Nacionalista Gallego y Esquerra Republicana de Catalunya, han optado por el no.

           

Mencionemos las manifestaciones efectuadas hasta el momento, de interés para nosotros, por parte de las entidades mencionadas en el artículo arriba citado.

 

Favorablemente se han manifestado el PSOE, el Partido Popular, con escasa convicción, y el Partido Demócrata Español (PADE), aunque de manera crítica.

 

Por el voto negativo se han decantado: Familia y Vida, Alternativa Española, Partido Social Europeo, Comunión Tradicionalista Carlista y FE/la Falange. No obstante, y pese a la similitud de los motivos alegados por parte de estas entidades, tal circunstancia no ha sido razón suficiente para convergencia táctica alguna; lo que acredita la difícil consolidación y diseño de un camino político autónomo fuera de los grandes partidos.

 

También el partido Solidaridad y Autogestión Internacionalista, nacido desde el Movimiento Cultural Cristiano, nos ha informado que hará pública su postura negativa, aunque por razones, en buena medida, distintas a las anteriores, en coherencia con su particular conciencia socialista y de izquierdas.

 

Hemos recabado información sobre su postura al transversal Movimiento Político por la Unidad y a la Asociación para el Diálogo y la Renovación Democrática, entidades nacidas al calor del Movimiento de los Focolares. No adoptarán una postura orgánica, pero sus integrantes se sienten inclinados mayoritariamente hacia el voto favorable, aunque con reservas.

 

Veamos las posturas de las llamadas plataformas transversales.

 

HazteOír.org, a través de una web específica, www.votano.org, se ha decantado con vigor en esa dirección, desconcertando a quienes asociaban a esta entidad, en líneas generales, con el Partido Popular; evidenciando, en cualquier caso, un cierto divorcio entre los dirigentes y estructura del partido con sectores de su electorado tradicional.

 

            E-Cristians, dada su naturaleza, no promueve otra postura que no sea la de difusión de los pronunciamientos de la Iglesia al respecto; por ello, como tal entidad, no se ha manifestado expresamente por una alternativa u otra. No obstante, alguno de sus impulsores se ha manifestado a título personal a favor del sí.

 

Foro Arbil es otra de las entidades que se ha decantado, de forma particularmente clara y contundente en su web, por el voto negativo.

 

Por su parte, el Foro Español de la Familia y el Pacto por los Derechos y las Libertades, entidades que aglutinan sectorialmente buena parte del asociacionismo de base del catolicismo social español, no han adoptado una postura concreta, probablemente, por no considerarlo de su competencia.

 

Por lo que se refiere a medios de comunicación católicos, también éstos se han hecho eco de las diversas posturas. Así, por ejemplo, www.forumlibertas.com, en su editorial de 13 de enero, recordaba las razones esgrimidas en favor del sí y las alegadas por el no, reforzadas las últimas por la actitud del Gobierno socialista en su intento de uso de la convocatoria como éxito de partido. El documento finalizaba proponiendo la reflexión en torno a otra opción, posible el día 20 de febrero, cuyo efecto sería análogo, a su juicio al voto negativo, salvando la voluntad e identidad europeístas de los católicos: la abstención activa. De esta manera, este órgano digital nacido en su día a impulsos de e-Cristians, parece decantarse por la abstención activa. También Iglesia Digital (en www.libertaddigital.com) se ha hecho eco de opiniones partidarias, tanto del sí, como del no, al igual que los semanarios Alba, Paraula, etc. Igualmente, cadena COPE, en sus programas estrella (La mañana, La tarde con Cristina, La linterna), ha dado cancha a partidarios decididos de ambas posiciones.

 

Fractura en el catolicismo social.

 

            Constatamos, por lo tanto, la existencia de una fractura en el seno del catolicismo social, al menos entre sus expresiones más militantes. Tal circunstancia, fruto de un lógico pluralismo y un ejercicio responsable de la libertad, ¿afecta decisivamente al pueblo católico?, ¿se trata, acaso, de una división ocasional o, por el contrario, es expresión de más complejas razones de fondo? Indicios de esta división ya se venían manifestando en otras circunstancias. Así, recordemos, en el Congreso Católicos y Vida Pública, celebrado en Madrid los días 20 y 21 de noviembre de 2004, la Agencia ZENIT acreditó el divorcio existente, ante la convocatoria de referéndum, entre ponentes y conferenciantes, con buena parte del público asistente: los primeros, generalmente partidarios del voto afirmativo, y los segundos, por el contrario, de un decidido no. De alguna manera, tales asistentes sintonizarían con una sensibilidad -bastante difundida- que percibe esta convocatoria como ocasión privilegiada para una acción autónoma, de los grandes partidos, con efectos políticos y sociales.

 

Renunciando a siglas y personalismos, los partidarios del voto negativo, dispersos en obediencias partidarias y entidades de muy diverso calado, podrían haber constituido una plataforma ocasional, de entidades y personalidades, unificando así esfuerzos, rentabilizando inversiones, y difundiendo, entre un mayor número de ciudadanos, su postura. La acción discierne más que muchas teorías y reuniones. Y, ante el catolicismo social, se ciernen numerosos interrogantes tácticos. La ocasión se ha desaprovechado, aparentemente, por lo que tendrán que buscar nuevos puntos de encuentro y trabajo común.

           

Esta fractura viene a confirmar la existencia de dos líneas divergentes ante la acción política concreta: los partidarios de seguir trabajando en el seno de los grandes partidos ya existentes, algunos incluso con un sentido muy crítico, y los de forjar una alternativa al Partido Popular desde la invocación a unos valores fuertes y a las raíces cristianas de España y Europa. Posibilismo, para unos, claudicación, para otros; ahí encuentran su línea divisoria quienes, desde su respectiva opción, pretenden recuperar ciertos niveles de incidencia política. Esa es la clave de la divergencia.

 

Todo ello muestra la complejidad del puzzle del catolicismo social en su proyección política. No obstante, debe destacarse un aspecto. Salvo quienes encarnan conscientemente posturas políticas testimoniales, sin posibilidad de incidencia real a corto o medio plazo, generalmente se es consciente de que el juego partidario representativo es ineludible, si bien con percepciones tácticas distintas (trabajar dentro de los grandes partidos o forjar una nueva formación); lo que desemboca en el actual desencuentro.

 

            De esta forma, se perfila, progresivamente y con nitidez, la existencia de los dos pulmones que conforman al actual catolicismo social con vocación política. Más allá de la presente discrepancia, ambas sensibilidades bien podrían articularse, en algún modo, con entidades de análogas creencias, si pretenden que su acción política sea fructífera: las plataformas transversales y otros movimientos sociales que ya están en marcha, y siempre que su nivel de compromiso con una opción política concreta, llegado el caso, no excluya cualquier acuerdo con otras fuerzas.

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 89, enero de 2005.

A la caza del electorado católico.

 

Se viene observando, a lo largo de las últimas semanas y procedente desde partidos políticos españoles de muy diversa ideología, historia y calado, un movimiento táctico análogo: una invocación expresa a los electores católicos.

 

Un sector social objeto del deseo (político).

 

A lo largo de los últimos meses, un concreto sector social, generalmente olvidado cuando no despreciado, se ha convertido en objeto del deseo de veteranas y nuevas formaciones políticas: el de los ciudadanos que se consideran, ante todo, católicos. Este renovado interés, por los electores de convicciones católicas, ha sido espoleado, en buena medida, por la batería de propuestas legales desplegada por el gobierno del PSOE acorde a su voluntad de transformación revolucionaria de la sociedad española. De esta forma, si ya se venían detectando matizados y muy concretos indicios de cierto malestar entre sectores de católicos próximos al Partido Popular desde años atrás, han surgido nuevas formaciones políticas que pretenden, en cierta medida, convertirse en la voz de este sector social supuestamente desencantado. Otras veteranas fuerzas políticas muy dispares, por su parte, también han intentado presentarse como la respuesta a este creciente estado de ánimo. Veamos esas concretas tomas de posición, siguiendo el orden alfabético de sus denominaciones.

 

Movimientos concretos.

 

Alternativa Española, cuya presentación pública se venía gestando tiempo atrás, realizó su puesta de largo en un brillante acto multitudinario celebrado en Madrid el pasado 13 de noviembre. Asume, sin complejos, la inspiración cristiana de su programa político; invocando expresamente a determinados sectores católicos a los que concibe como destinatarios naturales de sus propuestas, particularmente desde la progresiva constatación –conforme su análisis- del abandono del Partido Popular a su base de identidad cristiana. Pretende convertirse, a medio plazo, en un partido conservador aglutinante de los electores desenganchados por la derecha del Partido Popular y de otros actualmente abstencionistas. Está abierto a conversaciones con otras formaciones políticas y entidades sociales, siempre que exista una coincidencia ideológica en lo fundamental; rechazando el racismo y otras actitudes contradictorias con los fundamentos del cristianismo.

 

Desde Convergència i Unió, algunos cualificados militantes de la coalición vienen realizando una labor de impulso de determinadas realidades vivas del catolicismo social español. Es el caso de Josep Miró i Ardèvol con la plataforma transversal e-Cristians. También se han efectuado algunas interesantes declaraciones de otros líderes de la coalición, caso del democristiano Josep A. Duran i Lleida, con invocaciones a la defensa de ciertos principios sociales católicos.

 

La Comunión Tradicionalista Carlista, mediante un comunicado hecho público el pasado 12 de octubre, se ha reiterado en su neta identidad católica, la fidelidad a la Doctrina Social de la Iglesia, y su voluntad de diálogo con la jerarquía. También ha realizado en el mismo, entre otras, una interesante reflexión, advirtiendo así sobre “las limitaciones del activismo inspirado por apremios puramente defensivos. Se abordan los problemas por las ramas cuando la raíz, el naturalismo político o el liberalismo, no pueden arrancarse”. Un razonamiento que no puede, en cualquier caso, obviarse.

 

Familia y Vida celebró recientemente un vivo congreso nacional. Su nueva dirección ha intentado cerrar la crisis abierta al no haber alcanzado sus expectativas electorales y por la existencia de un sector que pedía marcar su identidad en una línea que, de alguna manera, pudiera definirse como confesional. Calificándose como un partido de valores, ha reafirmado su identidad laica y su autonomía en busca de su propio espacio social y político. No persigue a priori la convergencia con otras fuerzas políticas, pero tampoco rechazan dialogar con las mismas. También encontramos a muchos católicos entre sus dirigentes y militantes.

 

FE/La Falange ha realizado diversas aproximaciones al catolicismo en su reciente publicación FE digital, número 8. Entre otros textos relacionados con la temática, Marta G-Serranillos Cuesta y Manuel Brants Reyes, realizan reflexiones coincidentes en la compatibilidad del catolicismo con la cosmovisión y el programa falangistas. Profundizando en esa línea, una de sus delegaciones, las juventudes en Lugo, han desarrollado una explícita campaña bajo el eslogan “católicos sin complejos”. No obstante, su futuro pasa, según sus líderes y propuestas, por una coalición con otros grupos, lo que no parece estar claramente definido después del fracaso de la ya fenecida estrategia de Frente Español, en la que participaron, en su momento, con entusiasmo, y que pretendía ser el germen de una nueva formación a la derecha de los populares.

 

El transnacional Movimiento Político por la Unidad, cuya figura más conocida es la parlamentaria italiana Lucía Fronza Crepaz, y a impulsos del Movimiento de los Focolares, también se ha hecho presente en España mediante un acto público celebrado el pasado 29 de noviembre en la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid. Evidentemente, España no puede sustraerse de las corrientes vivas que circulan por Europa, más cuando la progresiva configuración del espacio político europeo requiere la articulación de las diversas fuerzas políticas nacionales en el seno de grandes familias y partidos políticos continentales.

 

El Partido Demócrata Español (PADE) también ha dedicado algún guiño a los electores católicos, explorando así una posibilidad de crecimiento por medio de ese sector social. Así, en una reciente entrevista realizada a su presidente Juan Ramón Calero, difundida en www.minutodigital.com, definía a su partido como “una derecha social, demócrata y cristiana”. En la misma insistía en la carga social de su programa, inspirada en el humanismo cristiano. Este veterano y pequeño partido sigue confiando, en cualquier caso, en ganar cierta incidencia pública a partir del desgaste del Partido Popular.

 

El Partido Popular, apoyado generalmente por una notable masa católica, y que cuenta además con notables dirigentes de las mismas creencias en su seno, también ha realizado algunos discretos gestos dirigidos a sus votantes católicos. Es el caso de las recientes declaraciones realizadas en COPE por su presidente Mariano Rajoy, aunque con sumo tiento para no ser confundido como el partido de la jerarquía católica. Pretende así, por una parte, no proporcionar argumentos gratuitos a sus adversarios políticos, y por otra, evitar espantar a los sectores urbanos progresistas que trata de mantener o incorporar. Anteriormente, tal vez a modo de “globo sonda”, y de cara a su último congreso nacional, se llegó a plantear la posibilidad de retirar la expresa referencia al humanismo cristiano como una de sus directas fuentes de inspiración. Finalmente, la propuesta no prosperó, aunque, tal vez, lo fuera únicamente de momento. No obstante, el desencuentro con algunos sectores católicos empieza a generar serias señales de advertencia. Así, se ha constituido desde la asociación transversal HazteOír.org (entidad sensible a algunos planteamientos sociales del Partido Popular), una plataforma por el voto negativo a la propuesta de constitución europea que se votará el próximo 20 de febrero. Mientras tanto, los populares desplegarán una campaña en solitario por el si, habiendo realizado, algunos de sus dirigentes de identidad católica, declaraciones favorables a la propuesta con un entusiasmo que sonrojaría a Giscard d’Estaing y que contrastan con la frialdad, cuando no la clara negativa, manifestada por un sector significativo de su electorado ante la convocatoria. Sin duda, esta cuestión generará más de una fractura entre los católicos españoles.

 

Partido Social Europeo. Este partido virtual, del que apenas se conoce poco más que la identidad de su promotor y su web, se ha posicionado en contra del tratado constitucional europeo. Ha elaborado, para ello, uno de los pocos documentos existentes en España, de cierta extensión y consistencia, en el que motiva su postura contraria. En otro de sus documentos, el titulado “Quiénes somos”, se declara coherente con el humanismo cristiano y no confesional. Tampoco se arroga la exclusiva representación de los católicos.

 

Partido Socialista Obrero Español. Además de algunas manifestaciones del único católico practicante, que así se declara, que forma parte del gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Defensa José Bono, el principal gesto de distensión dirigido hacia algunos sectores católicos afines, lo ha realizado este partido a través de la conmemoración del X aniversario del colectivo Cristianos socialistas vascos, impulsor del grupo de trabajo Cristianos socialistas del PSOE. En sus conclusiones, hechas públicas al término de ese encuentro, los días 27 y 28 de noviembre, encontramos interesantes propuestas y aseveraciones. Así, apuestan por un “laicismo incluyente del hecho religioso”, en línea con el alemán o italiano, rechazando el jacobino seguido por su actual dirección; reafirman la afinidad entre socialismo y cristianismo; piden un “diálogo institucional sereno entre el gobierno y la Iglesia católica”; reivindican un espacio y “protagonismo para la sociedad civil cristiana, sus instituciones e investigaciones”. En definitiva, y como en otras ocasiones, Carlos García de Andoín y sus compañeros plantean unos elaborados y sugerentes puntos de vista que merecen ser tenidos en cuenta; pero no sólo por la propia Iglesia sino, sobre todo, por parte de un PSOE que, de momento, se manifiesta poco proclive a debatir el espacio y los límites del laicismo fuera de sus caducos y sectarios esquemas decimonónicos. De momento, iniciativas como la de Cristianos en el PSOE servirán más para retener en el seno del partido a algunos sectores de cristianos “progresistas” perplejos ante el rumbo del mismo, que para modificar la línea general del mismo hacia la Iglesia y sus expresiones públicas.

 

Solidaridad y Autogestión Internacionalista. Esta nueva formación, nacida a impulsos de Julián Gómez del Castillo y los militantes del activista Movimiento Cultural Cristiano (MCC), se declara socialista de izquierdas y de inspiración cristiana. Defiende sin ambigüedades la vida humana en toda situación y condición, apuesta por dar a los empobrecidos el protagonismo que les corresponde, y denuncia a todos los partidos del sistema capitalista por considerarlos expresiones teledirigidas del mismo. Está desplegando, de la mano del MCC y otros colectivos de su órbita, una permanente campaña de difusión de algunas de sus propuestas, desconociéndose, no obstante, su táctica a medio plazo.

 

Algunas reflexiones.

 

            El catolicismo social, al menos buena parte de sus expresiones más activas y vivas, se encuentra en ebullición. Ello es incuestionable. La labor de gobierno del PSOE, que está desplegando una activa labor política laicista de marcado acento jacobino, ha acelerado este movimiento, ya desatado inicialmente ante el progresivo despegue del Partido Popular, en su anterior labor de gobierno, de las convicciones de su electorado católico.

 

            El malestar ya venía de lejos, pero la ofensiva laicista del PSOE ha galvanizado los ánimos y acelerado algunas tomas de decisiones, según veíamos.

 

            Las circunstancias hasta ahora mencionadas constatan, al menos, cierta revitalización del catolicismo social como una corriente colectiva que se está configurando en una realidad pública, todavía no del todo definida; tratándose de una de las escasas identidades colectivas, vivas y provistas de una base popular, existentes en España. Prueba de ello es la capacidad de convocatoria e iniciativa de algunas entidades de este entorno, caso del Foro Español de la Familia (liderado por José Gabaldón) y el Pacto de los Derechos y Libertades (impulsado por Josep Miró i Ardèvol), que bien pudieran articular, con trascendencia política, a esta corriente del catolicismo social, que empieza a movilizarse y a tomar conciencia de su potencial.

 

            Este renovado interés, tanto desde los políticos que perciben la existencia de un espacio político a ganar, como de este sector hacia la pura política, coincide con otras nuevas expresiones sociales del catolicismo español: los recientes éxitos en audiencia radiofónica de COPE, la consolidación de Popular TV, la aparición del semanario ALBA, la sucesión de grandes congresos nacionales de laicos (Foro de la Familia, Congreso del Apostolado Seglar, Católicos y Vida Pública, el II Congreso Internacional de la Familia. "Educación y Familia" celebrado en la UCAM…), la aparición de nuevos medios informativos (por ejemplo, www.analisisdigital.com), la realización de diversas manifestaciones convocadas por Médicos por la Vida y otras, etc.

 

            La jerarquía católica, pese al crecido ambiente anticlerical, se está manifestando con claridad, pero con suma delicadeza, desentendiéndose, eso sí, de los concretos movimientos políticos suscitados que venimos mencionando.

 

            Hagamos una breve referencia al llamado “efecto Rocco Buttiglione”. En el Congreso Católicos y Vida Pública, celebrado en Madrid los días 20 y 21 de noviembre, la gran estrella del mismo fue, sin duda, el italiano Rocco Buttiglione. Después de exponer su perspectiva de la polémica recientemente acaecida con motivo de su reprobación, se mostró partidario del si a la constitución europea, para desconcierto de muchos asistentes a su conferencia. Se pudo observar en dicho congreso otra circunstancia: el divorcio entre ponentes y conferenciantes con la generalidad del  público; los primeros, generalmente, partidarios del voto afirmativo en el referéndum del próximo 20 de febrero, y los segundos, por el contrario, de un decidido no. Un dato que tendrán que considerar y modular pastores y políticos católicos y que apunta hacia una fractura interna de este emergente sector social.

 

            Por otra parte, puede percibirse claramente que el creciente malestar desatado por algunas de las iniciativas del PSOE ha impulsado a numerosos católicos a cerrar filas con el Partido Popular. Otros, según veíamos, se están planteando, o ya lo han acordado, cortar amarras con esa formación, por considerar que ha ignorado sucesiva y progresivamente al ideario básico de un sector particularmente comprometido de su electorado católico.

 

            Esta creciente voluntad colectiva, progresivamente definida y articulada, de “hacer política”, puede buscar un espacio propio y novedoso, marcado por unos valores “fuertes” (recordemos el intento de Familia y Vida que afirma situarse por encima de derechas e izquierdas), o situarse en los límites de la derecha conservadora, a semejanza en alguna manera con lo que viene sucediendo en algunos países europeos. En tal supuesto, debemos recordar que la aritmética electoral española penaliza a los pequeños partidos, dificultando en extremo que puedan obtener alguna representación; lo que redunda en un engrosamiento artificial de los grandes partidos que no corresponde al natural pluralismo político español. Pero no puede ignorarse esa realidad en cualquier caso: España no es Francia (donde existe una poderosa derecha nacional fuera del sistema, y por lo tanto, sin peso político real), ni es Italia (donde su legislación sí permite la existencia de diversas fuerzas conservadoras coaligadas y con responsabilidades de gobierno en todas las administraciones públicas).

 

            Otra novedosa modalidad de actuación política es la desarrollada por las incipientes plataformas transversales, que no se identifican particularmente con ninguno de los partidos existentes, pero que precisan articularse con los mismos para obtener resultados concretos; no siendo indiferente para su táctica la configuración del mapa político de una u otra manera.

 

Y no podemos olvidar, en este breve repaso, las expectativas de muchos cristianos que sinceramente se consideran de izquierdas y que tampoco se sienten plenamente representados por las políticas del PSOE.

 

            Noviembre, sin duda, ha sido un mes apasionante. En definitiva, el movimiento que hemos dibujado en algunas de sus líneas más llamativas, se concreta en un conjunto de piezas de puzzle que no pueden encajar en una única imagen. Pero la viveza de sus expresiones, y las evidentes repercusiones que pudieran desatarse de prosperar unas u otras tácticas, indican que no se puede seguir ignorando a los católicos. Y, en cualquier caso, la delicadeza de la gestión de este evidente capital político y social acrecienta, con seguridad, la responsabilidad de quienes lideran los movimientos que, en uno u otro sentido, ya se están adoptando y que hemos intentado describir sumariamente.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 88, diciembre de 2004.

 

101 años de Acción Social Católica de Zaragoza.

La dilatada historia del catolicismo social de Zaragoza está atravesada por las vicisitudes de una arraigada entidad local: la Acción Social Católica. Con 101 años de vida a sus espaldas, sus actividades se prolongan hasta hoy mismo contemplando interesantes proyectos.

El catolicismo social español y Zaragoza.

La historia del extraordinario movimiento desarrollado por el catolicismo social español se remite, generalmente, a Navarra, País Vasco, Madrid, Levante... No obstante, también Zaragoza fue plaza fuerte de esta renovada presencia social católica, particularmente a lo largo de las dos primeras décadas del pasado siglo XX. Esta circunstancia histórica, generalmente un tanto desapercibida, sería inconcebible sin la vida desplegada por una entidad local que se ha mantenido con continuidad hasta hoy mismo: Acción Social Católica, que en el pasado año 2003 celebró, ya, su centenario.

Acción Social Católica (ASC en lo sucesivo) ha atravesado diversas etapas. La primera de ellas, que se sucede a su fundación, fue la más vital y creativa. Los últimos años del siglo XIX, y los primeros del siguiente, fueron testigos de una revitalización del catolicismo español, en sintonía con las orientaciones dimanadas desde la novedosa Doctrina Social de la Iglesia, empeñado en una labor de articulación social mediante iniciativas de todo tipo. También contempló, y de forma muy consciente y decidida, la acción política directa, promoviendo durante aquellos años la “unión de las derechas”.

A raíz de los Congresos Católicos Nacionales de Burgos (1899) y el de Santiago (1902), nace la Liga Católica; una nueva modalidad de apostolado seglar con vocación política y social. Esta entidad prenderá, inicialmente, en Sevilla, Valencia y Pamplona, ya en 1901. Es en mayo de 1903 cuando se oficializa su constitución en Zaragoza, adoptando enseguida la actual denominación de ASC.

En una Zaragoza en rápido crecimiento industrial, motor y foco de atracción de todo Aragón, y plaza fuerte del hispano anarcosindicalismo que el día 4 de junio de 1923 asesinará al Cardenal Soldevila, ASC desarrollará una vasta actividad social. Mencionemos sus obras, sin ser exhaustivos: el Secretariado Popular, la Obra de la Blusa, la Caja Obrera de la Inmaculada Concepción (de 1905, la actual CAI), la Cooperativa Obrera de Consumo San José, el Sindicato Agrícola de Aragón, el periódico La Acción Social, la Cooperativa de Casas Baratas San Antonio, la Sociedad de Socorros Mutuos para Obreras, la Escuela de Niños, el Economato, los Círculos de Estudios, el Centro de Patronos y Obreros, el Bazar del Hogar Modesto, las Escuelas Nocturnas Obreras, la Biblioteca Popular Ambulante, el Salón de Teatro y Proyecciones, la Juventud Social... También presentará batalla en el ruedo político, alcanzando hasta 4 concejalías, en la ciudad de Zaragoza, y un escaño en el Congreso de los Diputados, en Madrid, de 1914 a 1922.

ASC y las principales organizaciones católicas españolas. Su declive.

La Juventud Social promovida por ASC participó en 1918, junto a otros jóvenes procedentes de los Luises jesuitas, en la constitución en Zaragoza del primer núcleo aragonés de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas; entidad que desplegó numerosas actividades en la región con continuidad hasta la actualidad.

Es el 7 de julio de 1919 cuando se publicó el manifiesto del llamado Grupo de la Democracia Cristiana, una moderna expresión política del catolicismo social español. En su grupo fundacional encontramos a algunos aragoneses muy amigos de ASC: Severino Aznar, Inocencio Jiménez, José Latre, Salvador Miguijón y Luis Jordana. ASC, en su periódico manifestó, inmediatamente, su simpatía por esta malograda iniciativa.

En 1921 se constituyó en Zaragoza, por su parte, la Federación de Estudiantes Católicos, contribuyendo Juventud social, con medios y personas, a la implantación de esta importante realidad asociativa.

El 15 de diciembre de 1922, de la mano de 200 personalidades del catolicismo social, se funda el efímero Partido Social Popular, que pudo ser la moderna expresión española de la naciente Democracia Cristiana. También encontramos a algunos aragoneses en el grupo fundacional; no obstante, ASC no entra en el mismo.

Por otra parte en España se implanta oficialmente en 1926, impulsada por la Jerarquía, la Acción Católica, como nuevo instrumento oficial para la articulación de los seglares. No obstante, ya en 1919, la Acción Católica de la Mujer inició su andadura en Zaragoza.

La dictadura de Primo de Rivera acarrea la desmovilización social de buena parte del país, lo que también afectó a una ASC que inicia, por esta causa y por los efectos derivados de la implantación de la nueva Acción Católica, un lento declive con el consiguiente freno en sus iniciativas; si bien algunas de ellas se mantendrán de manera más o menos autónoma de su decaída entidad madre.

Esta pérdida de vitalidad e incidencia se acentúan también a lo largo de la República, la Guerra civil y el franquismo.

La reactivación de ASC. Expectativas de futuro.

A partir de 1978 se inicia una lenta reactivación de ASC, cuya principal obra cuajará en un Centro de Estudios Sociales marcado por sus conocidos cursillos anuales de Doctrina Social de la Iglesia y de Pensamiento Cristiano, por los que han pasado un millar de alumnos. En la actualidad ASC desarrolla, además de los citados cursos, otras actividades: algunas ediciones, un proyecto anual de cooperación al desarrollo, cursillos para socios y amigos de la asociación, excursiones, celebraciones litúrgicas (como la que se celebró el pasado 22 de noviembre de 2003 en la Catedral de La Seo, presidida por el Sr. Arzobispo D. Elías Yanes, y con la asistencia de más de 500 personas), cursillos en Huesca en colaboración con los jesuitas... La entidad deposita sus esperanzas y expectativas en el nuevo centro que, al amparo de la Fundación ASC – CAI, abrirá sus puertas próximamente, con la pretensión de ser casa común de diversas iniciativas sociales.

De la mano de su actual presidente, D. José Luis Escolá Autor, una dinámica Junta de Gobierno impulsa estas iniciativas mirando al futuro, fieles a su legado, con el  valor añadido de dos centenares largos de socios motivados, y en estrecha colaboración con la prestigiosa Caja Inmaculada.

Para saber más:
Cien años de “Acción Social Católica” (1903 – 2003).
De José Estarán Molinero.
Zaragoza, ASC, 616 páginas, 2003.

Dirección actual de ASC:
D. Jaime, 33, principal.
50001 – Zaragoza.

Arbil,anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 87, noviembre de 2004.