A la caza del electorado católico.
Se viene observando, a lo largo de las últimas semanas y procedente desde partidos políticos españoles de muy diversa ideología, historia y calado, un movimiento táctico análogo: una invocación expresa a los electores católicos.
Un sector social objeto del deseo (político).
A lo largo de los últimos meses, un concreto sector social, generalmente olvidado cuando no despreciado, se ha convertido en objeto del deseo de veteranas y nuevas formaciones políticas: el de los ciudadanos que se consideran, ante todo, católicos. Este renovado interés, por los electores de convicciones católicas, ha sido espoleado, en buena medida, por la batería de propuestas legales desplegada por el gobierno del PSOE acorde a su voluntad de transformación revolucionaria de la sociedad española. De esta forma, si ya se venían detectando matizados y muy concretos indicios de cierto malestar entre sectores de católicos próximos al Partido Popular desde años atrás, han surgido nuevas formaciones políticas que pretenden, en cierta medida, convertirse en la voz de este sector social supuestamente desencantado. Otras veteranas fuerzas políticas muy dispares, por su parte, también han intentado presentarse como la respuesta a este creciente estado de ánimo. Veamos esas concretas tomas de posición, siguiendo el orden alfabético de sus denominaciones.
Movimientos concretos.
Alternativa Española, cuya presentación pública se venía gestando tiempo atrás, realizó su puesta de largo en un brillante acto multitudinario celebrado en Madrid el pasado 13 de noviembre. Asume, sin complejos, la inspiración cristiana de su programa político; invocando expresamente a determinados sectores católicos a los que concibe como destinatarios naturales de sus propuestas, particularmente desde la progresiva constatación –conforme su análisis- del abandono del Partido Popular a su base de identidad cristiana. Pretende convertirse, a medio plazo, en un partido conservador aglutinante de los electores desenganchados por la derecha del Partido Popular y de otros actualmente abstencionistas. Está abierto a conversaciones con otras formaciones políticas y entidades sociales, siempre que exista una coincidencia ideológica en lo fundamental; rechazando el racismo y otras actitudes contradictorias con los fundamentos del cristianismo.
Desde Convergència i Unió, algunos cualificados militantes de la coalición vienen realizando una labor de impulso de determinadas realidades vivas del catolicismo social español. Es el caso de Josep Miró i Ardèvol con la plataforma transversal e-Cristians. También se han efectuado algunas interesantes declaraciones de otros líderes de la coalición, caso del democristiano Josep A. Duran i Lleida, con invocaciones a la defensa de ciertos principios sociales católicos.
La Comunión Tradicionalista Carlista, mediante un comunicado hecho público el pasado 12 de octubre, se ha reiterado en su neta identidad católica, la fidelidad a la Doctrina Social de la Iglesia, y su voluntad de diálogo con la jerarquía. También ha realizado en el mismo, entre otras, una interesante reflexión, advirtiendo así sobre “las limitaciones del activismo inspirado por apremios puramente defensivos. Se abordan los problemas por las ramas cuando la raíz, el naturalismo político o el liberalismo, no pueden arrancarse”. Un razonamiento que no puede, en cualquier caso, obviarse.
Familia y Vida celebró recientemente un vivo congreso nacional. Su nueva dirección ha intentado cerrar la crisis abierta al no haber alcanzado sus expectativas electorales y por la existencia de un sector que pedía marcar su identidad en una línea que, de alguna manera, pudiera definirse como confesional. Calificándose como un partido de valores, ha reafirmado su identidad laica y su autonomía en busca de su propio espacio social y político. No persigue a priori la convergencia con otras fuerzas políticas, pero tampoco rechazan dialogar con las mismas. También encontramos a muchos católicos entre sus dirigentes y militantes.
FE/La Falange ha realizado diversas aproximaciones al catolicismo en su reciente publicación FE digital, número 8. Entre otros textos relacionados con la temática, Marta G-Serranillos Cuesta y Manuel Brants Reyes, realizan reflexiones coincidentes en la compatibilidad del catolicismo con la cosmovisión y el programa falangistas. Profundizando en esa línea, una de sus delegaciones, las juventudes en Lugo, han desarrollado una explícita campaña bajo el eslogan “católicos sin complejos”. No obstante, su futuro pasa, según sus líderes y propuestas, por una coalición con otros grupos, lo que no parece estar claramente definido después del fracaso de la ya fenecida estrategia de Frente Español, en la que participaron, en su momento, con entusiasmo, y que pretendía ser el germen de una nueva formación a la derecha de los populares.
El transnacional Movimiento Político por la Unidad, cuya figura más conocida es la parlamentaria italiana Lucía Fronza Crepaz, y a impulsos del Movimiento de los Focolares, también se ha hecho presente en España mediante un acto público celebrado el pasado 29 de noviembre en la Oficina del Parlamento Europeo en Madrid. Evidentemente, España no puede sustraerse de las corrientes vivas que circulan por Europa, más cuando la progresiva configuración del espacio político europeo requiere la articulación de las diversas fuerzas políticas nacionales en el seno de grandes familias y partidos políticos continentales.
El Partido Demócrata Español (PADE) también ha dedicado algún guiño a los electores católicos, explorando así una posibilidad de crecimiento por medio de ese sector social. Así, en una reciente entrevista realizada a su presidente Juan Ramón Calero, difundida en www.minutodigital.com, definía a su partido como “una derecha social, demócrata y cristiana”. En la misma insistía en la carga social de su programa, inspirada en el humanismo cristiano. Este veterano y pequeño partido sigue confiando, en cualquier caso, en ganar cierta incidencia pública a partir del desgaste del Partido Popular.
El Partido Popular, apoyado generalmente por una notable masa católica, y que cuenta además con notables dirigentes de las mismas creencias en su seno, también ha realizado algunos discretos gestos dirigidos a sus votantes católicos. Es el caso de las recientes declaraciones realizadas en COPE por su presidente Mariano Rajoy, aunque con sumo tiento para no ser confundido como el partido de la jerarquía católica. Pretende así, por una parte, no proporcionar argumentos gratuitos a sus adversarios políticos, y por otra, evitar espantar a los sectores urbanos progresistas que trata de mantener o incorporar. Anteriormente, tal vez a modo de “globo sonda”, y de cara a su último congreso nacional, se llegó a plantear la posibilidad de retirar la expresa referencia al humanismo cristiano como una de sus directas fuentes de inspiración. Finalmente, la propuesta no prosperó, aunque, tal vez, lo fuera únicamente de momento. No obstante, el desencuentro con algunos sectores católicos empieza a generar serias señales de advertencia. Así, se ha constituido desde la asociación transversal HazteOír.org (entidad sensible a algunos planteamientos sociales del Partido Popular), una plataforma por el voto negativo a la propuesta de constitución europea que se votará el próximo 20 de febrero. Mientras tanto, los populares desplegarán una campaña en solitario por el si, habiendo realizado, algunos de sus dirigentes de identidad católica, declaraciones favorables a la propuesta con un entusiasmo que sonrojaría a Giscard d’Estaing y que contrastan con la frialdad, cuando no la clara negativa, manifestada por un sector significativo de su electorado ante la convocatoria. Sin duda, esta cuestión generará más de una fractura entre los católicos españoles.
Partido Social Europeo. Este partido virtual, del que apenas se conoce poco más que la identidad de su promotor y su web, se ha posicionado en contra del tratado constitucional europeo. Ha elaborado, para ello, uno de los pocos documentos existentes en España, de cierta extensión y consistencia, en el que motiva su postura contraria. En otro de sus documentos, el titulado “Quiénes somos”, se declara coherente con el humanismo cristiano y no confesional. Tampoco se arroga la exclusiva representación de los católicos.
Partido Socialista Obrero Español. Además de algunas manifestaciones del único católico practicante, que así se declara, que forma parte del gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Defensa José Bono, el principal gesto de distensión dirigido hacia algunos sectores católicos afines, lo ha realizado este partido a través de la conmemoración del X aniversario del colectivo Cristianos socialistas vascos, impulsor del grupo de trabajo Cristianos socialistas del PSOE. En sus conclusiones, hechas públicas al término de ese encuentro, los días 27 y 28 de noviembre, encontramos interesantes propuestas y aseveraciones. Así, apuestan por un “laicismo incluyente del hecho religioso”, en línea con el alemán o italiano, rechazando el jacobino seguido por su actual dirección; reafirman la afinidad entre socialismo y cristianismo; piden un “diálogo institucional sereno entre el gobierno y la Iglesia católica”; reivindican un espacio y “protagonismo para la sociedad civil cristiana, sus instituciones e investigaciones”. En definitiva, y como en otras ocasiones, Carlos García de Andoín y sus compañeros plantean unos elaborados y sugerentes puntos de vista que merecen ser tenidos en cuenta; pero no sólo por la propia Iglesia sino, sobre todo, por parte de un PSOE que, de momento, se manifiesta poco proclive a debatir el espacio y los límites del laicismo fuera de sus caducos y sectarios esquemas decimonónicos. De momento, iniciativas como la de Cristianos en el PSOE servirán más para retener en el seno del partido a algunos sectores de cristianos “progresistas” perplejos ante el rumbo del mismo, que para modificar la línea general del mismo hacia la Iglesia y sus expresiones públicas.
Solidaridad y Autogestión Internacionalista. Esta nueva formación, nacida a impulsos de Julián Gómez del Castillo y los militantes del activista Movimiento Cultural Cristiano (MCC), se declara socialista de izquierdas y de inspiración cristiana. Defiende sin ambigüedades la vida humana en toda situación y condición, apuesta por dar a los empobrecidos el protagonismo que les corresponde, y denuncia a todos los partidos del sistema capitalista por considerarlos expresiones teledirigidas del mismo. Está desplegando, de la mano del MCC y otros colectivos de su órbita, una permanente campaña de difusión de algunas de sus propuestas, desconociéndose, no obstante, su táctica a medio plazo.
Algunas reflexiones.
El catolicismo social, al menos buena parte de sus expresiones más activas y vivas, se encuentra en ebullición. Ello es incuestionable. La labor de gobierno del PSOE, que está desplegando una activa labor política laicista de marcado acento jacobino, ha acelerado este movimiento, ya desatado inicialmente ante el progresivo despegue del Partido Popular, en su anterior labor de gobierno, de las convicciones de su electorado católico.
El malestar ya venía de lejos, pero la ofensiva laicista del PSOE ha galvanizado los ánimos y acelerado algunas tomas de decisiones, según veíamos.
Las circunstancias hasta ahora mencionadas constatan, al menos, cierta revitalización del catolicismo social como una corriente colectiva que se está configurando en una realidad pública, todavía no del todo definida; tratándose de una de las escasas identidades colectivas, vivas y provistas de una base popular, existentes en España. Prueba de ello es la capacidad de convocatoria e iniciativa de algunas entidades de este entorno, caso del Foro Español de la Familia (liderado por José Gabaldón) y el Pacto de los Derechos y Libertades (impulsado por Josep Miró i Ardèvol), que bien pudieran articular, con trascendencia política, a esta corriente del catolicismo social, que empieza a movilizarse y a tomar conciencia de su potencial.
Este renovado interés, tanto desde los políticos que perciben la existencia de un espacio político a ganar, como de este sector hacia la pura política, coincide con otras nuevas expresiones sociales del catolicismo español: los recientes éxitos en audiencia radiofónica de COPE, la consolidación de Popular TV, la aparición del semanario ALBA, la sucesión de grandes congresos nacionales de laicos (Foro de la Familia, Congreso del Apostolado Seglar, Católicos y Vida Pública, el II Congreso Internacional de la Familia. "Educación y Familia" celebrado en la UCAM…), la aparición de nuevos medios informativos (por ejemplo, www.analisisdigital.com), la realización de diversas manifestaciones convocadas por Médicos por la Vida y otras, etc.
La jerarquía católica, pese al crecido ambiente anticlerical, se está manifestando con claridad, pero con suma delicadeza, desentendiéndose, eso sí, de los concretos movimientos políticos suscitados que venimos mencionando.
Hagamos una breve referencia al llamado “efecto Rocco Buttiglione”. En el Congreso Católicos y Vida Pública, celebrado en Madrid los días 20 y 21 de noviembre, la gran estrella del mismo fue, sin duda, el italiano Rocco Buttiglione. Después de exponer su perspectiva de la polémica recientemente acaecida con motivo de su reprobación, se mostró partidario del si a la constitución europea, para desconcierto de muchos asistentes a su conferencia. Se pudo observar en dicho congreso otra circunstancia: el divorcio entre ponentes y conferenciantes con la generalidad del público; los primeros, generalmente, partidarios del voto afirmativo en el referéndum del próximo 20 de febrero, y los segundos, por el contrario, de un decidido no. Un dato que tendrán que considerar y modular pastores y políticos católicos y que apunta hacia una fractura interna de este emergente sector social.
Por otra parte, puede percibirse claramente que el creciente malestar desatado por algunas de las iniciativas del PSOE ha impulsado a numerosos católicos a cerrar filas con el Partido Popular. Otros, según veíamos, se están planteando, o ya lo han acordado, cortar amarras con esa formación, por considerar que ha ignorado sucesiva y progresivamente al ideario básico de un sector particularmente comprometido de su electorado católico.
Esta creciente voluntad colectiva, progresivamente definida y articulada, de “hacer política”, puede buscar un espacio propio y novedoso, marcado por unos valores “fuertes” (recordemos el intento de Familia y Vida que afirma situarse por encima de derechas e izquierdas), o situarse en los límites de la derecha conservadora, a semejanza en alguna manera con lo que viene sucediendo en algunos países europeos. En tal supuesto, debemos recordar que la aritmética electoral española penaliza a los pequeños partidos, dificultando en extremo que puedan obtener alguna representación; lo que redunda en un engrosamiento artificial de los grandes partidos que no corresponde al natural pluralismo político español. Pero no puede ignorarse esa realidad en cualquier caso: España no es Francia (donde existe una poderosa derecha nacional fuera del sistema, y por lo tanto, sin peso político real), ni es Italia (donde su legislación sí permite la existencia de diversas fuerzas conservadoras coaligadas y con responsabilidades de gobierno en todas las administraciones públicas).
Otra novedosa modalidad de actuación política es la desarrollada por las incipientes plataformas transversales, que no se identifican particularmente con ninguno de los partidos existentes, pero que precisan articularse con los mismos para obtener resultados concretos; no siendo indiferente para su táctica la configuración del mapa político de una u otra manera.
Y no podemos olvidar, en este breve repaso, las expectativas de muchos cristianos que sinceramente se consideran de izquierdas y que tampoco se sienten plenamente representados por las políticas del PSOE.
Noviembre, sin duda, ha sido un mes apasionante. En definitiva, el movimiento que hemos dibujado en algunas de sus líneas más llamativas, se concreta en un conjunto de piezas de puzzle que no pueden encajar en una única imagen. Pero la viveza de sus expresiones, y las evidentes repercusiones que pudieran desatarse de prosperar unas u otras tácticas, indican que no se puede seguir ignorando a los católicos. Y, en cualquier caso, la delicadeza de la gestión de este evidente capital político y social acrecienta, con seguridad, la responsabilidad de quienes lideran los movimientos que, en uno u otro sentido, ya se están adoptando y que hemos intentado describir sumariamente.
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 88, diciembre de 2004.
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