¿Qué está pasando en el Líbano?
Previsiblemente, el parlamento libanés elegirá el próximo 25 de mayo un nuevo presidente de esa república mediterránea. Tal y como determina su Constitución, de 23 de mayo de 1926 y modificada en no pocos aspectos en 1990 a raíz de los Acuerdos de Taif, será, como siempre, otro cristiano maronita quien releve al todavía presidente, Michel Suleiman; antiguo Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas.
A lo largo de los últimos años, Líbano viene siendo noticia por alguno de estos motivos: sus sucesivas crisis gubernamentales, enfrentamientos mortales entre Israel y Hizbulá, atentados terroristas de uno u otro signo (pro o anti-sirio) a lo largo de todo el territorio, incidentes armados entre milicianos de los barrios suníes y alauitas de Trípoli… o el continuo aumento de los refugiados sirios allí acogidos.
Empecemos por el final: son ya un millón. Para una población autóctona de cuatro millones y medio de habitantes, este desastre humanitario equivaldría, si lo comparásemos en número con la población de nuestro país, a la llegada en menos de dos años de diez millones y medio de refugiados a España. Imagínense.
Veamos su situación política. Las últimas elecciones generales las ganó la anti-siria Alianza 14 de Marzo. Pero, tras diversas negociaciones y gabinetes en permanente crisis, el gobierno, finalmente pasó a manos de la pro-siria Coalición 8 de Marzo, encabezada por Hizbulá, en 2011.
La labor de gobierno de esta coalición está marcada por el lema, característico de Hizbulá, Pueblo-Ejército-Resistencia. Nada eficaz en su gestión interna, salvo en la recaudación de impuestos, el Estado libanés está minado por las luchas sectarias, el reparto de sus competencias y cargos entre las facciones, y el control por parte de Hizbulá de los más significativos de los anteriores; caso, por ejemplo, de los máximos responsables del Servicio Secreto militar. Y, tan debilitado como está, además debe coexistir con un Estado paralelo, enquistado en su seno, que es la estructura político-militar edificada por Hizbulá. Y siempre bajo la eterna excusa de la “resistencia” frente al odiado vecino judío; que todavía retiene el pequeño territorio fronterizo libanés de las Granjas de Shebaa.
De momento, Michel Aun y Samir Geagea, feroces contrincantes desde su enfrentamiento a muerte en la fase final de la guerra civil libanesa, son considerados como candidatos al cargo; si bien únicamente Geagea lo ha anunciado formalmente. Se habla de otros que, con toda seguridad, también serán proclamados: líderes históricos, militantes relevantes de las diversas facciones, tecnócratas...
Michel Aun fue nombrado Primer Ministro por el entonces Presidente, Amin Gemayel, en 1988. Rechazado por buena parte de las fuerzas políticas locales, al discutirse su legalidad, y por Siria, se lanzó a una imposible “guerra de liberación” contra el ocupante sirio. Previamente había destrozado militarmente a la última milicia mayoritariamente cristiana: las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea.
Aplastado por la artillería siria, y ejecutada brutalmente la oficialidad que le siguió por los militares sirios, se exilió en París, de donde regresaría en 2005 para liderar el Movimiento Patriótico Libre; desde una línea, sorprendentemente, pro-siria. Algún peaje tenía que pagar para regresar impunemente a Líbano.
Michel Aun alega, entre otros muchos argumentos, que la fórmula Pueblo-Ejército-Resistencia ha sostenido al régimen sirio, impidiéndose la extensión total de la guerra civil que sacude al país vecino a territorio libanés; a la vez que mantenía viva la antorcha sagrada de la lucha contra Israel.
Por su parte, Samir Geagea no goza de buena prensa… fuera de Líbano. Logró liderar a las Fuerzas Libanesas hacia 1985, derrotando a todos sus anteriores rivales en la milicia. Sorprendentemente, fue el único “señor de la guerra” encausado, en 1994, y encarcelado durante más de 11 años en una pequeña celda sin ventana. Liberado en 2005, encabezó al partido que tomó su nombre de la milicia que había dirigido; convirtiéndose en el más potente entre los cristianos opuestos a la ocupación siria y relegando en ello al histórico Kataeb. Pero algo cambió en él: así, de hecho, ha sido el único líder miliciano y/o político que ha pedido perdón por los excesos de sus acólitos, y por sus propias decisiones.
El pasado 4 de abril, Geagea se proclamó candidato a la presidencia; aunque sin el apoyo explícito, al menos de momento, del resto de sus coaligados de la Alianza 14 de Marzo.
Con tales avales, desde fuera de Líbano, podría parecer un actor poco correcto políticamente hablando; pero nuestros timoratos parámetros europeos no sirven allí. Geagea se mantiene firme, coherente y sin haber cambiado un ápice su discurso. No obstante, ha demostrado ser flexible y realista en no pocos de sus planteamientos. Así, su partido se mantiene muy próximo a la Internacional Demócrata de Centro; lo que décadas atrás hubiera parecido imposible. A ello ha contribuido, y mucho, la que fue su mujer; una de las políticas más influyentes… y bellas del mundo: Sethrida Geagea, hija de emigrantes libaneses en Ghana. De este modo, mantiene un eje estratégico/programático totalmente distinto al de su rival Aun: libanés-árabe-occidental. Y ello pasa, inevitablemente, por el respeto de la Ley y el fortalecimiento del Estado; incluso a costa de Hizbulá.
Samir Geagea cuenta con el apoyo de sus correligionarios, de muchos libaneses de todas las confesiones, y de no pocos actores internacionales. Pero carece lo que otorga tanto poder a Hizbulá: una milicia en pie de guerra, superior en medios y hombres fogueados al Ejército Regular libanés y el soporte incondicional de una potente potencia regional como es Irán.
Contra todo pronóstico, el régimen baasista sirio se mantiene firme, habiendo pasado a la ofensiva y reponiéndose en parte de sus fuertes pérdidas humanas y territoriales; en buena medida gracias al concurso de Hizbulá y de sus aliados iraníes. Rusia se obstina en su defensa y China le apoya a su manera. Frente a esta coalición internacional que sostiene a Bashar Hafez al-Asad, se sitúa la encabezada por Estados Unidos y la integrista Arabia Saudita; con los titubeos de Europa.
En todo caso, el régimen sirio tiene un difícil futuro ante sí, y el de Líbano debe pasar, necesariamente, por su progresivo alejamiento. Pero el régimen iraní permanece fuerte y siempre próximo, apoyando a su muy querida criatura Hizbulá.
Hace falta mucho valor, una voluntad casi suicida, y unos apoyos internacionales inflexibles, para acabar con el Estado de Hizbulá. Geagea quiere, si le dejan y no le asesinan como a tantos otros líderes libaneses, intentarlo.
En este contexto, el cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas, ha reclamado que el nuevo presidente sea una persona de consenso «aceptado por todos para acercar a las partes en conflicto en lugar de crear nuevas crisis». Por ello, si bien no se ha decantado por ningún candidato concreto, ha manifestado que es deseable que el nuevo presidente se mantenga alejado de las dos grandes coaliciones.
Sea elegido Aun, Geagea, u otro, el futuro presidente lo tendrá muy, pero que muy, difícil.
En cualquier caso, sea cual fuere el candidato finalmente elegido, sus obligaciones principales serán preservar la paz, mantener los equilibrios confesionales y contener el riesgo de la extensión de la guerra siria al Líbano; con el permiso de Hizbulá, Siria, Irán, Arabia Saudita, Estados Unidos, Israel y Al Qaeda. Casi nada…
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