Peligroso Hizbulá
Líbano sigue ocupando la primera plana de la actualidad internacional. Y, de nuevo, Hizbulá es el protagonista. El Partido de Dios libanés, consciente de su capacidad, exige más poder.
En los pasados meses de julio y agosto, luchando en solitario frente a Israel, Hizbulá demostró su poder y capacidad de lucha; frenando al ejército hebreo y dejando en ridículo al siempre débil Gobierno libanés.
Y no importa que dos de los hombres de Hizbulá formaran parte del gabinete liderado por Fuad Siniora, representante de la coalición antisiria vencedora en los últimos comicios legislativos. Hizbulá, decididamente prosirio al igual que sus correligionarios de Amal y los cristianos de Michel Aun, sigue jugando sus cartas. Por ello, los cinco ministros chiítas del gabinete han dimitido como medida de presión de Hizbulá en su petición de un “Gobierno de unidad nacional”; una propuesta contradictoria in terminis e imposible, no en vano, el país se encuentra fatalmente dividido entre los seguidores del Damasco coaligado con Irán, y sus detractores. No es una división confesional. Partidarios de Damasco los encontramos en el seno de todas las comunidades religiosas del país; si bien son inmensa mayoría en la chiíta, seguramente, la más numerosa de Líbano.
Era lógico. Hizbulá había consolidado un “Estado dentro del Estado” y, la suya, era y es la única milicia armada. Ha demostrado ser el partido político más fuerte y decidido de Líbano, siendo su influjo indiscutible en su comunidad. Y no combate desinteresadamente por el bienestar del país. Quiere constituirse en su factor hegemónico. Y, derrotado Israel, con unas FINUL 2 incapaces de desarmar a la milicia chiíta, el paso siguiente era, inevitablemente, la conquista de un mayor poder gubernamental.
A lo largo de la crisis iniciada en verano, Fuad Siniora y los suyos han sido duramente golpeados; perdiendo prestigio y apoyos internos. Y no sólo no han desactivado a Hizbulá, sino que éste se ha crecido con los acontecimientos. No olvidemos otro peligroso factor: el 55% de los militares libaneses son chiítas. El círculo, poco a poco, se va cerrando.
Si Hizbulá y sus coaligados mediante la presión y la amenaza consiguen una mayor presencia gubernamental, desbordando así los legítimos resultados electorales, habrá violentando la democracia libanesa y su frágil equilibrio interno; convirtiendo su país en un apéndice del eje Damasco-Teherán.
Pero Hizbulá también ha sido protagonista a causa de una noticia procedente de Argentina. El jueves 2 de noviembre se difundió que, conforme el dictamen del fiscal federal Alberto Nisman, se habría acreditado que el atentado perpetrado contra la mutua judía AMIA de Buenos Aires fue ordenado en agosto de 1993 por las más altas autoridades de Irán; encomendándose tal misión… a Hizbulá. Acaecido el 18 de julio de 1994, produjo 85 muertes y cientos de heridos. Por ello, Alberto Nisman ha reclamado la captura de 8 altos responsables iraníes de entonces; entre ellos, el ex presidente Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, el ex canciller Alí Akbar Velayati, el ex ministro de seguridad Alí Fallahijan, y el ex embajador iraní en Argentina Hadi Soleimanpour. “El acto acaecido tuvo por fin atentar contra una población civil, en el contexto de persecución de un grupo o colectividad, en este caso de religión judía”; según afirmó el juez federal Rodolfo Canicoba Corral. En consecuencia, ordenó la captura internacional de todos ellos; calificando el atentado como un imprescriptible “delito de lesa humanidad”.
Otro atentado, también sufrido en Buenos Aires, fue el producido contra la embajada de Israel el 17 de marzo de 1992 y que causó 29 muertos.
Y, mucho más cerca de nosotros, recordemos que el primer atentado islamista sufrido en España tuvo como escenario el restaurante El Descanso de Madrid el 12 de abril de 1985, provocando 18 muertos y 84 heridos. Todavía no ha sido esclarecida su responsabilidad y autoría; si bien, un informe del Departamento de Estado norteamericano, fechado ese mismo mes, responsabilizó a Hizbulá.
Pese a tan oscuros orígenes e implicaciones, Hizbulá se ha adaptado muy bien a las nuevas situaciones; desplegando una eficaz campaña internacional de imagen, y ganando progresivamente “respetabilidad”.
Únicamente la desmemoria mundial explica que se haya ignorado, también, la denuncia efectuada por Amnistía Internacional en septiembre pasado, contra Hizbulá, por haber bombardeado objetivos civiles en Israel de manera indiscriminada; así como por parapetarse en edificios que, como escuelas y hospitales, según la legislación internacional de guerra, deben ser excluidos en los combates.
Compleja naturaleza la de Hizbulá: un ambicioso partido parlamentario; una sofisticada milicia armada; un “Estado dentro del Estado” libanés; un atípico e influyente “actor” en la escena política y militar del Próximo Oriente… pese a no ser un sujeto legitimado por el derecho internacional; una implacable organización que carga con un oscuro historial terrorista nunca esclarecido.
Peligroso Hizbulá. Se mire como se mire.
Páginas Digital, 15 de noviembre de 2006
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