CONTRERAS, Francisco José: Liberalismo, catolicismo y ley natural, Ediciones Encuentro, Madrid, 2013, 352 págs.
En el ya lejano 9 de noviembre de 1982, Juan Pablo II pronunció en España aquel memorable discurso sobre la identidad europea, sintetizado en el tan famoso como reiterado «Europa: ¡sé tú misma!». Consciente de la trascendencia del momento histórico, lanzó un reto y varias advertencias: «Desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: Vuelve a encontrarte. Sé tú misma. Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual, en un clima de pleno respeto a las otras religiones y a las genuinas libertades. Da al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. No te enorgullezcas por tus conquistas hasta olvidar sus posibles consecuencias negativas. No te deprimas por la pérdida cuantitativa de tu grandeza en el mundo o por las crisis sociales y culturales que te afectan ahora. Tú puedes ser todavía faro de civilización y estímulo de progreso para el mundo».
Si ya presentía que una crisis de dimensiones inimaginables se estaba perfilando, en los años siguientes sus temores se fueron confirmando. Y, hoy día, transcurridos ya 30 años, puede afirmarse que la crisis de Europa —acentuada y acelerada— es la crisis de la civilización occidental y, en su base, una crisis antropológica.
Valga esta introducción para enmarcar el más reciente libro de Francisco José Contreras. Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, Contreras es un prolífico y joven autor que reúne en este libro diversos textos ya publicados en revistas especializadas, junto a otros inéditos. Pese a tan variada procedencia, el libro goza de una profunda unidad que introduce al lector, sugestivamente y con un lenguaje claro y austero, en la realidad de una Europa en profunda crisis.
Tamaña crisis, en buena medida censurada y silenciada por los mandarines de lo políticamente correcto, se concreta particularmente en el dramático declive demográfico europeo, desenmascarando el autor las excusas y falsas salidas propuestas por los mamporreros y demagogos del sistema, y la progresiva implantación de una «cultura de la muerte».
Se ha llegado a ello, a su juicio, por la crisis de las iglesias cristianas, especialmente la católica; fenómeno paralelo a la que denomina «erosión del Estado liberal».
Vivimos, pues, una sociedad caracterizada por un nihilismo existencial y cultural, la hipertrofia coadyuvante en la crisis del Estado y la revolución antropológica y estructural del cortoplacismo y la «ideología de género».
Pero también estudia otros fenómenos que caracterizan el suicidio al que se está sometiendo particularmente Europa: cristofobia, laicismo sectario y excluyente, destrucción de la persona.
No es un texto «en negativo»; por el contrario, es propositivo. Así, cuando despliega extensamente «un nuevo lenguaje para la cultura de la vida», o con su propuesta del conservadurismo norteamericano como modelo para el centro derecha europeo. Y no podía obviar, en este contexto, circunstancias que indican la existencia de cierta resistencia a este declive «dirigido» desde los poderes dominantes ilustrados por el pensamiento radical-progresista. Nos referimos a la nueva Constitución húngara y a la contundente y casi unánime oposición que ha afrontado en Bruselas y los Gobiernos de los países de Europa Occidental por su afirmación cristiana.
Como respuesta a tal estado de cosas, el autor presenta un chocante pero muy interesante capítulo titulado «Liberalismo»; con algunos esclarecedores apartados como «La siempre aplazada pedagogía del liberalismo» (criticando la ausencia de ideas en la derecha, las ventajas naturales de una izquierda que cultiva la instintividad, la emotividad y la desresponsabilización personal y social, que confluyen en el permisivismo y el igualitarismo); y una formidable crítica liberal del Estado del Bienestar.
Para todo ello, es necesario retomar el concepto de laicidad, no en vano, afirma en su página 297, en su último capítulo, correspondiente a diversas aproximaciones actuales a la «Ley natural» que: «Ni los cristianos debieran temer el concepto de laicidad, ni los llamados “laicistas” deberían aborrecer tanto a los cristianos… Pues, en realidad, la laicidad es una de las grandes aportaciones del cristianismo a la cultura occidental (como ha reconocido, por ejemplo, Jürgen Habermas)».
Un texto integral, lúcido y valiente que señala a Contreras como uno de los innovadores más preclaros en el ámbito del catolicismo social español.
Fernando José VAQUERO OROQUIETA
Razón Española, Nº 183, enero-febrero 2014. Págs. 120 a 122.
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