La obtusa crisis del centroderecha navarro, ya consumada en la fractura UPN-PPN, ha desconcertado a propios y extraños. Y ha proporcionado muy atractivas e inimaginables posibilidades de juego a sus eternos e irreductibles rivales: socialistas y nacionalistas; encantados y muy divertidos con tan sorprendente como gratuito espectáculo.
No vamos a realizar en estas líneas un análisis en profundidad de todo lo que ha acontecido –que se sepa- al respecto. Pero sí vamos a insistir en torno a algunas cuestiones que deberán valorarse, por quienes corresponda, si quieren que el centroderecha navarro tenga futuro.
Por ello, vamos a realizar una serie de afirmaciones que, emitidas desde una postura no partidista, aunque afín, únicamente pretenden proporcionar algunas claves dirigidas a un entorno al que no le gusta nada ninguna crítica; especialmente las realizadas, incluso con afecto y desinterés constructivo, por próximos.
- De entrada, no hay que olvidar que ya son tres los partidos situados en el arco del navarrismo centroderechista: Unión del Pueblo Navarro, Convergencia de Demócratas de Navarra y el recién llegado Partido Popular de Navarra. Mucha oferta –y confusa- para un espacio social desconcertado y a la defensiva.
- En la crisis apenas han emergido razonamientos ideológicos. Existen, no obstante, ciertas cuestiones para analizar en profundidad y de no poca relevancia. Sin embargo, no se ha producido -más allá de tímidas insinuaciones- un debate de calado sobre la supuesta deriva napartarra y/o cortoplacista de UPN y sus implicaciones prácticas; por poner un ejemplo.
- Las consideraciones tácticas se han impuesto sobre las estratégicas. De modo que se ha insistido sobremanera en diversas interpretaciones, de una determinada cláusula del fenecido pacto PP-UPN, como supuesta causa real de la crisis; o en la mayor proyección nacional y europea de un partido, frente a la regional del otro; o en el modo de conservar uno o dos, o tres años más, la Presidencia y el Gobierno de Navarra. En correspondencia a ello, salvo grandiosas y habituales declaraciones de intenciones encaminadas a la salvaguardia de la identidad navarra (que ya aburren…), no se ha hablado nada de política social y cultural a medio y largo plazo. Entonces, ¿acaso el centroderecha ha renunciado al imprescindible combate cultural y a una política social concreta que pugnen por dibujar y teñir de colores propios, frente a las acciones decididas de sus adversarios, la futura sociedad navarra?
- Se ha privado al centroderecha social navarro de un debate necesario. De hecho, apenas ha existido tal, limitándose el mismo a las declaraciones y escritos de unos pocos de sus “notables” e “históricos”. ¡Como si el asunto únicamente concerniera a unos pocos “iniciados”! Así, la militancia de UPN no ha debatido en profundidad los elementos de la crisis, ni se le ha proporcionado instrumentos para el debate y la toma de decisiones, ni ha disfrutado del tiempo necesario para ello, ni de los espacios adecuados. Desconcertada e ignorada, en consecuencia, ha permanecido en su inmensa mayoría totalmente enmudecida: de hecho, no se han producido significativos o visibles movimientos de opinión dentro del partido, ya fuera en uno o en otro sentido. Pero esa falta de músculo democrático también se ha sentido entre los agentes sociales tradicionalmente avalistas de UPN; acaso como una prueba más del alejamiento de sus prácticas partidarias de los objetivos y sentimientos de su base electoral.
- Lo personal ha prevalecido sobre lo colectivo. Y de diverso modo: transformando denuncias políticas en agravios personales; confundiendo posicionamientos tácticos con meras expectativas individuales; invocándose fidelidades o favores para acallar críticas. En definitiva, el centroderecha ha demostrado carecer de una verdadera cultura política.
Destacaremos, por último, que las actuaciones ulteriores de los dos partidos protagonistas de la crisis parecen orientarse hacia una afirmación fundamentalista de las esencias y expectativas respectivas; de modo que, en lugar de tenderse puentes, se han sucedido las decisiones rupturistas y autoafirmativas. Un divorcio contencioso, pues, ante el que el electorado, ajeno a las disputas conyugales, tendrá que definirse sin remedio. Y sin ganas.
El centroderecha sociológico navarro ha demostrado una notable creatividad social, por su parte, durante décadas. Pero sus sucesivos instrumentos políticos no han correspondido a sus expectativas y necesidades. Acaso radique ahí la causa última de su silencio y general retraimiento ante la crisis, según señalábamos antes. E insistimos en ello, pues ninguno de los tres partidos del centroderecha navarro será nada –salvo meras oficinas electorales destinadas al reparto de cargos- si no se gana su respeto.
Recuperación de vías de diálogo y representación real de su base social, prácticas democráticas alejadas de caudillismos acríticos y servilismos infantilizantes, transparencia informativa y responsabilidad personal, políticas coherentes con los principios ideológicos propios del centroderecha, firmeza en las convicciones por encima de cortos intereses individuales en juego… Unas pocas sugerencias para los partidos políticos del centroderecha navarro. Que hagan política. Sí, pero de verdad. Y si no aprenden la lección, siempre nos quedará el voto de protesta: Rosa Díez, por ejemplo. ¿A que duele, eh?
Diario Liberal, 12 de noviembre de 2008
http://www.diarioliberal.com/DL_vaquero.htm
0 comentarios