Analogías y diferencias entre los islamismos radicales de Marruecos y Argelia.
Según veíamos en un texto anterior, el concepto salafiya yihadia comprende a los diversos grupos terroristas originarios de Marruecos que, aleccionados desde dispares escuelas teológicas islamistas radicales, siguen la estela yihadista de Osama Ben Laden. Su gran vecino y rival, Argelia, también generó un fenómeno análogo al citado, pero mucho más cruento, al amparo de los sectores terroristas procedentes del ilegalizado y disuelto, en 1992, Frente Islámico de Salvación.
En una ocasión anterior exponíamos la variedad genética del plural yihadismo marroquí, cuyo alcance real eclosionó dramáticamente con motivo de los atentados de Casablanca y, especialmente, del 11–M en Madrid: nos referimos al texto “Salafiya yihadia: terrorismo islamista made in Marruecos”, publicado en la revista digital Arbil, número 99, correspondiente al mes de noviembre de 2005.
Concluíamos, en el mismo, afirmando que el islamismo marroquí es fruto, contradictorio en ocasiones, de la recepción de diversas escuelas teológicas musulmanas: la propiamente autóctona (de base muy popular y en buena medida alimentada por las prácticas sufíes), el wahabismo de impronta saudí, y la influencia de los Hermanos Musulmanes originarios de Egipto. Sumémosle a todo ello, por último, la experiencia personal de cientos de combatientes marroquís participantes en la yihad afgana.
Este heterogéneo islamismo marroquí, bastante radical en sus formulaciones teológicas y, en ocasiones, también en las sociopolíticas, es poliédrico igualmente en sus expresiones públicas: un importante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) islamista -tácticamente moderado-, una enmarañada constelación terrorista, una pléyade de asociaciones sociorreligiosas de todo tipo, y un movimiento socioespiritual autóctono de enorme activismo asistencial (Justicia y Espiritualidad).
También concluíamos que, pese a nuestra vecindad y a la existencia de una compleja historia en parte común, en España desconocemos buena parte de la realidad social de Marruecos; si bien determinados autores y editoriales vienen realizando un importante esfuerzo para acercar, al lector español, algunas de sus manifestaciones más relevantes.
El otro gran país del Magreb es Argelia, nación que también cuenta en España con un importante contingente inmigrante y cuya historia, aunque no de manera tan tupida, también ha mantenido relevantes conexiones con la nuestra.
Marruecos sigue siendo una monarquía autocrática con ropajes democráticos, con una sociedad crecientemente islamizada, manteniendo el monarca su relevante papel de “Comendador de los creyentes”. País en vías de desarrollo, con una población joven impulsada a la emigración, ha logrado en buena medida amortiguar y canalizar sus contradicciones internas, pese a esporádicas -y más bien excepcionales- expresiones de violencia terrorista.
Argelia, por su parte, sigue siendo una república heredera de la experiencia de la “liberación”, tutelada por el potente Ejército Nacional, que todavía no ha logrado sacudirse completamente de las secuelas de la sangrienta guerra civil que enfrentó a islamistas radicales y el heterogéneo “bloque republicano-democrático”.
Aparentemente, los modelos políticos marroquí y argelino, y sus respectivas bases y experiencias, son muy distintas; pero, más allá de las mismas, ¿podemos encontrar algunos paralelismos, acaso también expresivos de las tendencias mundiales del islam actual? Intentémoslo.
A mediados del siglo IX, entre los sunníes, ya consumada la fractura chiíta, surgieron cuatro corrientes interpretativas que cristalizaron en otras tantas escuelas jurídicas todavía plenamente vigentes: la hanafí (de Abu Hanifa, la más liberal), la malikí (de Malik), la xafeití (de Chaffi, especialmente vigorosa en Egipto), y la hanbalí (originada en Bagdad, la más rigurosa y de la que nacerá el hoy relevante wahabismo saudí).
Es la escuela malikí la que prevalece en todo el Magreb hasta hoy mismo, siendo escasos los seguidores de las otras escuelas sunnitas. Los chiítas, que también existen, lo son en número muy escaso.
El monarca marroquí, además de su evidente y natural papel político y económico, cumple otro relevante rol: “Comendador de los creyentes”. El hecho de constituir cabeza y árbitro del islam nacional ha supuesto una interrelación muy estrecha y compleja entre ambos; especialmente cuestionada por Abdessalam Yassine, fundador del omnipresente movimiento Justicia y Espiritualidad.
En Argelia también existió durante décadas una estrecha relación entre el poder político encarnado por el Frente de Liberación Nacional (FLN), artífice de la independencia, partido único orientado tácticamente a Moscú en los años de la guerra fría, y la vida religiosa islámica. No obstante, esta dependencia, o supervisión desde el poder, siempre fue cuestionada desde el islam argelino, acusando incluso al FLN de traicionar a una base musulmana que le apoyó en su lucha por la independencia, movilizada más por sus creencias religiosas que no por un proyecto socialista y laicista, según los críticos islamistas. Esa dependencia sigue perviviendo hoy día. No deja de ser interesante, por ejemplo, destacar que la primera gran medida adoptada por el poder político para eliminar al entonces amenazador Frente Islámico de Salvación, en 1992, fuera el control de la orientación de los sermones de los imanes y la asistencia a las mezquitas de toda Argelia…
La religiosidad marroquí popular no puede entenderse sin el fenómeno sufí: numerosas cofradías y variadas prácticas religiosas, como las peregrinaciones a las tumbas de santones, consideradas por los radicales como heterodoxas y supersticiosas, tiñen Marruecos al igual que Argelia. No obstante, debe destacarse otro factor específicamente argelino: la peculiar religiosidad musulmano-bereber, tan tolerante que incluso ha aceptado popularmente, sin grandes reservas, prácticas prohibidas por el islam, como es el consumo de alcohol; faceta exaltada por la multicultural y popular música bereber raï que tanto furor ha causado en sectores progresistas europeos.
Marruecos ha destilado otro producto religioso: el movimiento Al Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad), fundado en 1987 por el mencionado Abdessalam Yassine. Esta compleja realidad, que no participa en política directamente y que cuestiona las bases teológicas de la monarquía marroquí, intenta conciliar la tradicional religiosidad nacional con el impacto de la modernidad en el contexto del movimiento reformista islámico mundial, de modo que bien puede enmarcarse en el plural fenómeno del islamismo mundial.
Por lo que se refiere a Argelia, además de la particular incidencia social de las cofradías sufíes y de la relativa heterodoxia de amplias capas sociales bereberes, también ha generado una corriente en la que bien podrían encontrarse buena parte de las características que antes hemos señalado para el movimiento de Yassine: el movimiento Djez´ara, o argelianista, que podríamos caracterizarlo como la vía específicamente argelina al islam universal. Debemos remarcar, no obstante, su vocación estrictamente política, lo que le llevó desde sus orígenes a organizarse de forma bastante secreta, en pequeño número, y con una marcada voluntad intervencionista; lo que le llevó a embarcarse con entusiasmo en la aventura del Frente Islámico de Salvación y, a algunos de sus más radicales militantes, a la práctica terrorista posterior a su ilegalización y disolución. Encontramos sus raíces como organización en 1966, cuando varios islamistas se organizan en torno al jeque Hachemi Tidjani. Otra personalidad que les influirá será Malek Bennabi, intelectual empeñado en la conciliación entre el islam y la Ciencia.
El movimiento argelianista considera que hay que volver al impulso inicial de la lucha anticolonial, que habría traicionado, según su criterio, el FLN desde 1962. Es decir, propugna el retorno a las genuinas fuentes musulmanas frente a un poder político ilegítimo y antimusulmán. Una peculiar fusión entre nacionalismo e islamismo que busca engarzar con la modernidad desde la discutida identidad argelina.
En el caso marroquí, fueron las propias autoridades gubernamentales las que, con motivo de una reforma académica desarrollada en 1982, reclamaron docentes de religión islámica del extranjero, abriendo así a Marruecos al wahabismo saudí y a los seguidores de los Hermanos Musulmanes.
En Argelia, en su caso, ambas corrientes penetraron por otras vías: especialmente por la de la financiación de nuevas mezquitas, en el caso wahabita, y por el característico proselitismo militante de los Hermanos Musulmanes.
De los Hermanos Musulmanes nació una expresión más radical: Takfir wal Hijra (“Excomunión y exilio”), corriente fundada hacia 1975 por el egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo a su vez del radical Hermano Musulmán Sayed Qutb. Según veíamos en el texto inicialmente mencionado dada su presencia entre los radicales marroquís, propugnan abandonar la actual sociedad descreída, prohibiendo a sus seguidores en consecuencia que se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Acuden a mezquitas clandestinas en grupos de una docena de miembros, dirigidas por un emir, para mantener cierto nivel de clandestinidad. Al igual que a Marruecos, también llegó a Argelia, participando activamente en las primeras acciones terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) y en los intentos de federación de todos los grupos islamistas radicales en el Ejército Islámico de Salvación (EIS); si bien ambos grupos terroristas colisionaron violentamente hasta la disolución del EIS, perviviendo el brutal GIA. También cuenta con seguidores entre los emigrantes argelinos, marroquís, y de otras nacionalidades, establecidos en Europa.
Procedentes de Argelia participaron varios cientos de combatientes en la yihad afgana. Los que regresaron, lo hicieron marcados, identificándose incluso por su atuendo físico: largas barbas, pantalones tipo bombacho y cabeza cubierta con un casquete de encaje. Participaron, igualmente, de manera muy activa y decidida en las primeras acciones terroristas desencadenadas desde el radicalismo islamista una vez ilegalizado el FIS. Influidos especialmente por el wahabismo, contribuyeron al nacimiento del grupo terrorista argelino más radical que todavía sobrevive, tanto en su original solar patrio como en Europa: la escisión del GIA conocida como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).
El implacable golpe dado desde el poder establecido en Argelia, a las pretensiones del FIS, impulsó al terrorismo, ya urbano o rural, a numerosos grupos radicales, pertenecientes a todas las corrientes mencionadas: salafistas (wahabitas), takfiros, djez´aristas, afganos… Buena parte de ellos confluirían en el Ejército Islámico de Salvación, que terminaría abandonando las armas, especialmente en el más radical Grupo Islámico Armado, y en el que todavía hoy recoge la antorcha de todos ellos, en su versión más extrema y en supuesta coordinación con Al Qaeda: el mencionado Grupo Salafista para la Predicación y el Combate.
Marruecos también ha conocido explosiones terroristas, pero que bien pueden calificarse de aisladas, sin responder a una mínimamente elaborada estrategia de lucha por el poder. Incluso se ha expresado, en determinados medios de comunicación, la posibilidad de que algún grupo haya sido manipulado por los servicios secretos estatales con la finalidad de asustar a la sociedad marroquí y frenar el ascenso islamista del PJD… No obstante, el papel jugado por el misterioso Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), ha sido excepcional; si bien es mucho lo que queda por desvelar de su realidad, alcance y conexiones.
Los primeros en organizarse con relevancia –aunque partidos islamistas existían con anterioridad pero sin apenas calado- fueron los argelinos en torno al Frente Islámico de Salvación, fundado oficialmente el 10 de marzo de 1989 en la mezquita Ben-Badis de Kub y legalizado a finales del mismo año; y en el que confluyeron la mayor parte de corrientes y escuelas islamistas, si bien siempre existió en su seno una lucha por el poder entre djez´aristas y salafistas. El 19 de marzo de 1992, ilegalizado para evitar una previsible aplastante victoria electoral, con la mayor parte de sus dirigentes encarcelados o en el exilio, sufriendo miles de detenciones, y encontrándose en la clandestinidad otros muchos, se disuelve; dando paso al terrorismo que asoló a Argelia ferozmente.
No obstante, existen en Argelia otros dos partidos islamistas, algo más moderados que lo que encarnó en su día el FIS, que sumando sus fuerzas conforman hoy día el segundo bloque en votos por detrás de la oficialista Agrupación Nacional Democrática (en el poder), y bastante por encima del grupo de partidos “laicos” (el Frente de Fuerzas Socialistas, los bereberes de la Agrupación por la Cultura y la Democracia, los ex-comunistas del ETTAHADI…). Es el caso del Movimiento Social por la Paz (MSP), denominado anteriormente Hamas (o Movimiento por la Sociedad Islámica). Fundado en 1990 por Mahfud Nahnah, está muy próximo a la corriente de los Hermanos Musulmanes. Representa un cierto islamismo legalista y conservador, habiendo pactado con el actual partido gubernamental, la AND; lo que le ha proporcionado algunas carteras y secretarías de Estado.
El segundo partido islamista legal es el Movimiento de Renacimiento (Nahda). Fundado en 1988, es legalizado en 1990. Se encuentra más próximo al MSP que al disuelto FIS. No obstante, propugna el establecimiento de un estado islámico que aplique integralmente la ley islámica.
El islamismo marroquí se organiza, políticamente con eficacia, algunos años más tarde que en el caso argelino; con la característica de moverse tácticamente con mucha moderación, llegando así a presentar un número muy limitado de candidaturas al objeto de no asustar al poder monárquico-militar y prevenir una situación “a la argelina”. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que así se llama y cuyo modelo parece ser su homónimo turco liderado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan (Adalet ve Kalkinma Partisi, AKP), para muchos ya sería, tal vez, la primera fuerza política nacional. Afirma aceptar el juego democrático, rechazando el calificativo de islamista, pero reconociendo evidentes y naturales bases musulmanas. No es un partido homogéneo, pues aunque fundado por un antiguo ministro de Hassan II, coexisten en su seno varias tendencias, incluída una radical, propiamente islamista: el Movimiento de la Unificación y la Reforma (MUR). Tampoco cuestiona la figura del monarca; diferenciándose así de la postura de Abdessalam Yassine. Podría calificarse, tal vez, de partido conservador y nacionalista, más que propiamente islamista radical. El tiempo nos aclarará su verdadera naturaleza.
Tanto entre los jóvenes emigrantes, como en hijos de la segunda, e incluso tercera generación, es indudable que los yihadistas del Magreb han sabido captar numerosas voluntades para su causa; logrando moverse como pez en el agua en el seno de sus cerradas comunidades nacionales esparcidas por toda Europa, especialmente en Francia, España, Bélgica e Italia. Las conexiones internacionales del GIA, el GSPC y el GICM, han desvelado, merced la represión policial y la cooperación judicial europea, importantes redes de apoyo (financiación, adquisición de armas, acogida de perseguidos, traslado de combatientes suicidas a Irak) y una callada actividad; fruto de una relevante labor de captación de militantes discretos y entregados a la causa.
Son muy relevantes, pues, las analogías y paralelismos existentes entre el islamismo marroquí y el argelino, más allá de sus evidentes diferencias derivadas de sus particulares circunstancias históricas.
Desde la perspectiva islamista radical, yihadista o no, la lucha por el triunfo del verdadero islam y por la universalización de una idealizada umma (comunidad de los creyentes), por tanto, ya no es una pretensión únicamente que afecte a amplios sectores de las sociedades marroquí y argelina: se trata de un problema que alcanza de lleno, por su proximidad geográfica y la presencia de numerosas comunidades inmigrantes de allí procedentes, a la envejecida, relativista, confusamente multiculturalista y decaída Europa.
- Clarque, Richard A. (dir.), Cómo derrotar a los yihadistas. Un plan de acción, Taurus, Madrid, 2005.
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--- El islamismo contra el Islam. Ediciones B, Barcelona, 2004.
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- Tuquoi, Jean-Pierre, El último rey, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2002.
Yihadismo made in Marruecos.
En una ocasión anterior exponíamos la variedad genética del plural yihadismo marroquí, cuyo alcance real eclosionó dramáticamente con motivo de los atentados de Casablanca y, especialmente, del 11–M en Madrid: nos referimos al texto “Salafiya yihadia: terrorismo islamista made in Marruecos”, publicado en la revista digital Arbil, número 99, correspondiente al mes de noviembre de 2005.
Concluíamos, en el mismo, afirmando que el islamismo marroquí es fruto, contradictorio en ocasiones, de la recepción de diversas escuelas teológicas musulmanas: la propiamente autóctona (de base muy popular y en buena medida alimentada por las prácticas sufíes), el wahabismo de impronta saudí, y la influencia de los Hermanos Musulmanes originarios de Egipto. Sumémosle a todo ello, por último, la experiencia personal de cientos de combatientes marroquís participantes en la yihad afgana.
Este heterogéneo islamismo marroquí, bastante radical en sus formulaciones teológicas y, en ocasiones, también en las sociopolíticas, es poliédrico igualmente en sus expresiones públicas: un importante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) islamista -tácticamente moderado-, una enmarañada constelación terrorista, una pléyade de asociaciones sociorreligiosas de todo tipo, y un movimiento socioespiritual autóctono de enorme activismo asistencial (Justicia y Espiritualidad).
También concluíamos que, pese a nuestra vecindad y a la existencia de una compleja historia en parte común, en España desconocemos buena parte de la realidad social de Marruecos; si bien determinados autores y editoriales vienen realizando un importante esfuerzo para acercar, al lector español, algunas de sus manifestaciones más relevantes.
El otro gran país del Magreb es Argelia, nación que también cuenta en España con un importante contingente inmigrante y cuya historia, aunque no de manera tan tupida, también ha mantenido relevantes conexiones con la nuestra.
Marruecos sigue siendo una monarquía autocrática con ropajes democráticos, con una sociedad crecientemente islamizada, manteniendo el monarca su relevante papel de “Comendador de los creyentes”. País en vías de desarrollo, con una población joven impulsada a la emigración, ha logrado en buena medida amortiguar y canalizar sus contradicciones internas, pese a esporádicas -y más bien excepcionales- expresiones de violencia terrorista.
Argelia, por su parte, sigue siendo una república heredera de la experiencia de la “liberación”, tutelada por el potente Ejército Nacional, que todavía no ha logrado sacudirse completamente de las secuelas de la sangrienta guerra civil que enfrentó a islamistas radicales y el heterogéneo “bloque republicano-democrático”.
Aparentemente, los modelos políticos marroquí y argelino, y sus respectivas bases y experiencias, son muy distintas; pero, más allá de las mismas, ¿podemos encontrar algunos paralelismos, acaso también expresivos de las tendencias mundiales del islam actual? Intentémoslo.
Analogías existentes entre los islamismos marroquí-argelino.
1) Pertenencia común de ambas tradiciones religiosas autóctonas a la escuela sunnita malikí.
A mediados del siglo IX, entre los sunníes, ya consumada la fractura chiíta, surgieron cuatro corrientes interpretativas que cristalizaron en otras tantas escuelas jurídicas todavía plenamente vigentes: la hanafí (de Abu Hanifa, la más liberal), la malikí (de Malik), la xafeití (de Chaffi, especialmente vigorosa en Egipto), y la hanbalí (originada en Bagdad, la más rigurosa y de la que nacerá el hoy relevante wahabismo saudí).
Es la escuela malikí la que prevalece en todo el Magreb hasta hoy mismo, siendo escasos los seguidores de las otras escuelas sunnitas. Los chiítas, que también existen, lo son en número muy escaso.
2) Dependencia de la vida religiosa nacional del poder político.
El monarca marroquí, además de su evidente y natural papel político y económico, cumple otro relevante rol: “Comendador de los creyentes”. El hecho de constituir cabeza y árbitro del islam nacional ha supuesto una interrelación muy estrecha y compleja entre ambos; especialmente cuestionada por Abdessalam Yassine, fundador del omnipresente movimiento Justicia y Espiritualidad.
En Argelia también existió durante décadas una estrecha relación entre el poder político encarnado por el Frente de Liberación Nacional (FLN), artífice de la independencia, partido único orientado tácticamente a Moscú en los años de la guerra fría, y la vida religiosa islámica. No obstante, esta dependencia, o supervisión desde el poder, siempre fue cuestionada desde el islam argelino, acusando incluso al FLN de traicionar a una base musulmana que le apoyó en su lucha por la independencia, movilizada más por sus creencias religiosas que no por un proyecto socialista y laicista, según los críticos islamistas. Esa dependencia sigue perviviendo hoy día. No deja de ser interesante, por ejemplo, destacar que la primera gran medida adoptada por el poder político para eliminar al entonces amenazador Frente Islámico de Salvación, en 1992, fuera el control de la orientación de los sermones de los imanes y la asistencia a las mezquitas de toda Argelia…
3) Común cristalización moderna de la religiosidad tradicional autóctona en dos grandes tendencias: las históricas cofradías sufíes, por una parte, y los movimientos de vocación transformadora sociopolítica, por otra.
La religiosidad marroquí popular no puede entenderse sin el fenómeno sufí: numerosas cofradías y variadas prácticas religiosas, como las peregrinaciones a las tumbas de santones, consideradas por los radicales como heterodoxas y supersticiosas, tiñen Marruecos al igual que Argelia. No obstante, debe destacarse otro factor específicamente argelino: la peculiar religiosidad musulmano-bereber, tan tolerante que incluso ha aceptado popularmente, sin grandes reservas, prácticas prohibidas por el islam, como es el consumo de alcohol; faceta exaltada por la multicultural y popular música bereber raï que tanto furor ha causado en sectores progresistas europeos.
Marruecos ha destilado otro producto religioso: el movimiento Al Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad), fundado en 1987 por el mencionado Abdessalam Yassine. Esta compleja realidad, que no participa en política directamente y que cuestiona las bases teológicas de la monarquía marroquí, intenta conciliar la tradicional religiosidad nacional con el impacto de la modernidad en el contexto del movimiento reformista islámico mundial, de modo que bien puede enmarcarse en el plural fenómeno del islamismo mundial.
Por lo que se refiere a Argelia, además de la particular incidencia social de las cofradías sufíes y de la relativa heterodoxia de amplias capas sociales bereberes, también ha generado una corriente en la que bien podrían encontrarse buena parte de las características que antes hemos señalado para el movimiento de Yassine: el movimiento Djez´ara, o argelianista, que podríamos caracterizarlo como la vía específicamente argelina al islam universal. Debemos remarcar, no obstante, su vocación estrictamente política, lo que le llevó desde sus orígenes a organizarse de forma bastante secreta, en pequeño número, y con una marcada voluntad intervencionista; lo que le llevó a embarcarse con entusiasmo en la aventura del Frente Islámico de Salvación y, a algunos de sus más radicales militantes, a la práctica terrorista posterior a su ilegalización y disolución. Encontramos sus raíces como organización en 1966, cuando varios islamistas se organizan en torno al jeque Hachemi Tidjani. Otra personalidad que les influirá será Malek Bennabi, intelectual empeñado en la conciliación entre el islam y la Ciencia.
El movimiento argelianista considera que hay que volver al impulso inicial de la lucha anticolonial, que habría traicionado, según su criterio, el FLN desde 1962. Es decir, propugna el retorno a las genuinas fuentes musulmanas frente a un poder político ilegítimo y antimusulmán. Una peculiar fusión entre nacionalismo e islamismo que busca engarzar con la modernidad desde la discutida identidad argelina.
4) Progresiva recepción de pujantes de dos grandes corrientes teológicas foráneas: el wahabismo saudí y los Hermanos Musulmanes.
En el caso marroquí, fueron las propias autoridades gubernamentales las que, con motivo de una reforma académica desarrollada en 1982, reclamaron docentes de religión islámica del extranjero, abriendo así a Marruecos al wahabismo saudí y a los seguidores de los Hermanos Musulmanes.
En Argelia, en su caso, ambas corrientes penetraron por otras vías: especialmente por la de la financiación de nuevas mezquitas, en el caso wahabita, y por el característico proselitismo militante de los Hermanos Musulmanes.
De los Hermanos Musulmanes nació una expresión más radical: Takfir wal Hijra (“Excomunión y exilio”), corriente fundada hacia 1975 por el egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo a su vez del radical Hermano Musulmán Sayed Qutb. Según veíamos en el texto inicialmente mencionado dada su presencia entre los radicales marroquís, propugnan abandonar la actual sociedad descreída, prohibiendo a sus seguidores en consecuencia que se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Acuden a mezquitas clandestinas en grupos de una docena de miembros, dirigidas por un emir, para mantener cierto nivel de clandestinidad. Al igual que a Marruecos, también llegó a Argelia, participando activamente en las primeras acciones terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) y en los intentos de federación de todos los grupos islamistas radicales en el Ejército Islámico de Salvación (EIS); si bien ambos grupos terroristas colisionaron violentamente hasta la disolución del EIS, perviviendo el brutal GIA. También cuenta con seguidores entre los emigrantes argelinos, marroquís, y de otras nacionalidades, establecidos en Europa.
5) El impacto de la experiencia afgana.
Procedentes de Argelia participaron varios cientos de combatientes en la yihad afgana. Los que regresaron, lo hicieron marcados, identificándose incluso por su atuendo físico: largas barbas, pantalones tipo bombacho y cabeza cubierta con un casquete de encaje. Participaron, igualmente, de manera muy activa y decidida en las primeras acciones terroristas desencadenadas desde el radicalismo islamista una vez ilegalizado el FIS. Influidos especialmente por el wahabismo, contribuyeron al nacimiento del grupo terrorista argelino más radical que todavía sobrevive, tanto en su original solar patrio como en Europa: la escisión del GIA conocida como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).
6) El salto al terrorismo.
El implacable golpe dado desde el poder establecido en Argelia, a las pretensiones del FIS, impulsó al terrorismo, ya urbano o rural, a numerosos grupos radicales, pertenecientes a todas las corrientes mencionadas: salafistas (wahabitas), takfiros, djez´aristas, afganos… Buena parte de ellos confluirían en el Ejército Islámico de Salvación, que terminaría abandonando las armas, especialmente en el más radical Grupo Islámico Armado, y en el que todavía hoy recoge la antorcha de todos ellos, en su versión más extrema y en supuesta coordinación con Al Qaeda: el mencionado Grupo Salafista para la Predicación y el Combate.
Marruecos también ha conocido explosiones terroristas, pero que bien pueden calificarse de aisladas, sin responder a una mínimamente elaborada estrategia de lucha por el poder. Incluso se ha expresado, en determinados medios de comunicación, la posibilidad de que algún grupo haya sido manipulado por los servicios secretos estatales con la finalidad de asustar a la sociedad marroquí y frenar el ascenso islamista del PJD… No obstante, el papel jugado por el misterioso Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), ha sido excepcional; si bien es mucho lo que queda por desvelar de su realidad, alcance y conexiones.
7) Un gran partido islamista.
Los primeros en organizarse con relevancia –aunque partidos islamistas existían con anterioridad pero sin apenas calado- fueron los argelinos en torno al Frente Islámico de Salvación, fundado oficialmente el 10 de marzo de 1989 en la mezquita Ben-Badis de Kub y legalizado a finales del mismo año; y en el que confluyeron la mayor parte de corrientes y escuelas islamistas, si bien siempre existió en su seno una lucha por el poder entre djez´aristas y salafistas. El 19 de marzo de 1992, ilegalizado para evitar una previsible aplastante victoria electoral, con la mayor parte de sus dirigentes encarcelados o en el exilio, sufriendo miles de detenciones, y encontrándose en la clandestinidad otros muchos, se disuelve; dando paso al terrorismo que asoló a Argelia ferozmente.
No obstante, existen en Argelia otros dos partidos islamistas, algo más moderados que lo que encarnó en su día el FIS, que sumando sus fuerzas conforman hoy día el segundo bloque en votos por detrás de la oficialista Agrupación Nacional Democrática (en el poder), y bastante por encima del grupo de partidos “laicos” (el Frente de Fuerzas Socialistas, los bereberes de la Agrupación por la Cultura y la Democracia, los ex-comunistas del ETTAHADI…). Es el caso del Movimiento Social por la Paz (MSP), denominado anteriormente Hamas (o Movimiento por la Sociedad Islámica). Fundado en 1990 por Mahfud Nahnah, está muy próximo a la corriente de los Hermanos Musulmanes. Representa un cierto islamismo legalista y conservador, habiendo pactado con el actual partido gubernamental, la AND; lo que le ha proporcionado algunas carteras y secretarías de Estado.
El segundo partido islamista legal es el Movimiento de Renacimiento (Nahda). Fundado en 1988, es legalizado en 1990. Se encuentra más próximo al MSP que al disuelto FIS. No obstante, propugna el establecimiento de un estado islámico que aplique integralmente la ley islámica.
El islamismo marroquí se organiza, políticamente con eficacia, algunos años más tarde que en el caso argelino; con la característica de moverse tácticamente con mucha moderación, llegando así a presentar un número muy limitado de candidaturas al objeto de no asustar al poder monárquico-militar y prevenir una situación “a la argelina”. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que así se llama y cuyo modelo parece ser su homónimo turco liderado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan (Adalet ve Kalkinma Partisi, AKP), para muchos ya sería, tal vez, la primera fuerza política nacional. Afirma aceptar el juego democrático, rechazando el calificativo de islamista, pero reconociendo evidentes y naturales bases musulmanas. No es un partido homogéneo, pues aunque fundado por un antiguo ministro de Hassan II, coexisten en su seno varias tendencias, incluída una radical, propiamente islamista: el Movimiento de la Unificación y la Reforma (MUR). Tampoco cuestiona la figura del monarca; diferenciándose así de la postura de Abdessalam Yassine. Podría calificarse, tal vez, de partido conservador y nacionalista, más que propiamente islamista radical. El tiempo nos aclarará su verdadera naturaleza.
8) La extensión islamista entre los emigrantes en Europa.
Tanto entre los jóvenes emigrantes, como en hijos de la segunda, e incluso tercera generación, es indudable que los yihadistas del Magreb han sabido captar numerosas voluntades para su causa; logrando moverse como pez en el agua en el seno de sus cerradas comunidades nacionales esparcidas por toda Europa, especialmente en Francia, España, Bélgica e Italia. Las conexiones internacionales del GIA, el GSPC y el GICM, han desvelado, merced la represión policial y la cooperación judicial europea, importantes redes de apoyo (financiación, adquisición de armas, acogida de perseguidos, traslado de combatientes suicidas a Irak) y una callada actividad; fruto de una relevante labor de captación de militantes discretos y entregados a la causa.
Reflexiones finales.
Son muy relevantes, pues, las analogías y paralelismos existentes entre el islamismo marroquí y el argelino, más allá de sus evidentes diferencias derivadas de sus particulares circunstancias históricas.
Desde la perspectiva islamista radical, yihadista o no, la lucha por el triunfo del verdadero islam y por la universalización de una idealizada umma (comunidad de los creyentes), por tanto, ya no es una pretensión únicamente que afecte a amplios sectores de las sociedades marroquí y argelina: se trata de un problema que alcanza de lleno, por su proximidad geográfica y la presencia de numerosas comunidades inmigrantes de allí procedentes, a la envejecida, relativista, confusamente multiculturalista y decaída Europa.
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Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 101, enero de 2006
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