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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Islam

La Internacional de los Hermanos Musulmanes: el poder de la fe

La Internacional de los Hermanos Musulmanes: el poder de la fe

Breve aproximación a uno de los principales actores y beneficiarios de la mal llamada “primavera árabe”: los Hermanos Musulmanes

 

Introducción

El fenómeno de las frívolamente denominadas “primaveras árabes”, impulsadas –y no poco, desde los Servicios de Información, medios de comunicación y algunos gobiernos occidentales, especialmente Estados Unidos- desde la pueril creencia en la extensión de la democracia al estilo liberal, afloró, contra el pronóstico de la inmensa mayoría de analistas, la consistencia y el poder real de una realidad viva y operativa en buena parte del mundo musulmán décadas atrás: la cofradía de los Hermanos Musulmanes (Hizb al-Ikwan al-Muslimum). Frente a la limitada y mediática capacidad de convocatoria de los jóvenes “liberales”, organizados desde las “redes sociales” de internet y telefonía móvil, emergió finalmente, conquistando el poder, esa otra  realidad más numerosa, arraigada y organizada, no por ello menos polémica, de la sociedad egipcia. En este contexto, magníficamente sintetizado por D. Luis Buceta Facorro en la cabecera de su artículo, publicado en esta revista, Primavera árabe. Verano de Islamistas, Invierno de Cristianos (Altar Mayor, Nº. 152, marzo-abril 2012), los Hermanos Musulmanes han recogido los réditos más sustanciosos de estas un tanto confusas revueltas. Pero, ¿quiénes son? ¿Qué pretenden? Para tratar de responder a estos interrogantes, nos remontaremos, sintéticamente, a los orígenes del islam.

 

Contexto histórico

El islam experimentó en sus primeros años de vida, a partir del siglo VII d.C., una espectacular expansión territorial. Y así fue, tanto merced a la predicación del profeta Mahoma, como al sable y la lanza empuñados por las tribus árabes que le siguieron. Es más, el propio Mahoma encabezó las luchas contra tribus rivales -politeístas o judías- que no aceptaban sus diversas exigencias, tanto de tipo religioso como político. Existe, de este modo, una tan discutida como evidente relación inicial entre islam y violencia que se prolonga, sin apreciarse evolución significativa alguna, a lo largo de toda su historia.

Por otra parte, y como otra notable característica propia, el islam se manifiesta muy fragmentado desde sus orígenes, careciendo de una autoridad religiosa central. De ahí la constante y sucesiva aparición de nuevos líderes y reformadores, en su seno, quienes, en muchos casos, aglutinarán otras tantas “escuelas”, pujantes incluso a día de hoy, y que marcarán el acento de sus propuestas en los aspectos del islam a su juicio más relevantes; también en los de carácter político.

Será a lo largo de su primer siglo de vida cuando se establecieron las principales ramificaciones musulmanas; vigentes todavía hoy. Igualmente, en vida de los cuatro primeros califas (Abu Bekr, Omar, Othman y Alí) se estableció el texto definitivo del Corán. También se elaboró la primera recopilación de la Sunna, o colección de hechos y dichos de Mahoma según testigos directos. De ambos, Corán y Sunna, se deduce la Sharia, o ley islámica, que regula el conjunto de actividades públicas y privadas de todo musulmán. Esos cuatro primeros fueron, además de líderes políticos y hombres de acción, autoridades espirituales; prototipo por excelencia del líder y fiel musulmán.

Con Alí, yerno del Profeta y cuarto califa, se produce la primera gran fractura en el islam; todavía hoy tan vigente como irreconciliable. Al morir asesinado Alí, sus seguidores crearon un partido, la Chía, pues consideraron que los califas Omeyas que le sucedieron carecían de legitimidad. Los chiitas, aunque respetan la Sunna, no aceptan que sea de carácter sagrado, tal y como interpretan los demás musulmanes (denominados por ello suníes). Por el contrario, los chiitas conceden mucha importancia a las enseñanzas transmitidas por los doce imanes sucesores de Alí. El duodécimo y último de tales –el Mahdi- no habría muerto, esperándose su retorno en la “hora final”; creencia que generó una esperanza mesiánica en la implantación de un “Reino de Justicia” definitivo y que impulsa en buena medida la lucha de las organizaciones militantes chiitas actuales. Dentro del chiismo existen diversas facciones, entre otras, la denominada ismaelita, encabezada por los sucesivos Aga Khan.

Por lo que respecta a los suníes, a mediados del siglo IX fueron cuatro las corrientes interpretativas que cristalizaron en otras tantas escuelas jurídicas, únicas aceptadas hoy día: la hanafí (de Abu Hanifa al-Numan, la más liberal), la malikí (de Malik Ibn Anas Ibn Shafi), la shafí (de Abú’Abd Alá Ibn Idris al-Shaffi’í, especialmente vigorosa en Egipto) y la hanbalí (originada en Bagdad de la mano de Ahmad Ibn al-Hanbal, la más rigurosa y en la que se gestará el característico y visual wahabismo saudí y demás monarquías del Golfo).

Pero, en todo caso, para la inmensa mayoría de musulmanes, a excepción de contadísimos teólogos modernizadores, muchas veces excluidos de la Umma (comunidad de los creyentes), religión, cultura, sociedad y estado forman una única realidad indisoluble que determina toda experiencia personal y social.

Siglos después, y siempre en el seno de alguna de las cuatro escuelas vigentes, nacerán diversos movimientos innovadores suníes; es el caso de la salafista (de salaf, grandes antepasados o años primeros) que promueve la renovación islámica (nahda). En su seno, a su vez, surgieron los llamados movimientos “reformistas”, que partían de la creencia de que sólo la aplicación estricta de la Sharia garantizaría el orden moral y social de la comunidad de los creyentes. Comparten, igualmente, que el islam afecta a todas las dimensiones de la vida; determinando, por tanto, política, cultura y sociedad. Desde ese presupuesto, concluyeron que la evidente decadencia histórica de las sociedades musulmanas fue consecuencia de su alejamiento del islam. Por otra parte, consideran que el islam es compatible con la tecnología y la ciencia modernas. Por último, propugnan que la restauración islámica exige la lucha -yihad- de todo musulmán, en organizaciones y cofradías, en aras de una revolución política y social. En suma, los fundadores de las sucesivas escuelas reformistas entendían que, históricamente, se había producido una profunda crisis en las sociedades musulmanas originada en una degeneración de la práctica religiosa, desintegrándose por ello el poder político, paralizándose la economía y la ciencia, y decayendo la creatividad artística. Su efecto más evidente sería la fragmentación de su expresión política: la Umma. Esta decadencia habría coincidido, en su fase más crítica, con la expansión de las potencias colonialistas europeas; que afectó traumáticamente a la mayor parte de los pueblos musulmanes. Por ello, la crítica a los regímenes coloniales se incorporó al pensamiento reformista, siendo la lucha contra el sionismo, el Estado de Israel y el neo-colonialismo su lógica continuación.

Los movimientos reformistas comparten un marcado carácter social antes que político; de modo que su principal objetivo es la formación de creyentes piadosos, estudiosos del Corán, y proselitistas por medio de la predicación y –factor especialmente importante- las obras caritativas.

Todos los reformistas -no podía ser de otro modo- propugnan un Estado islámico, es decir, gobernado por una Sharia infalible que, al tener su origen en la revelación divina, no puede ser ni desarrollada ni cambiada: sencillamente, hay que aplicarla, pues debe ser aceptada sin crítica; aunque admite interpretaciones.

De los diversos reformadores del islam, destacaremos a Yamal al-Din al-Afghaní (1839-1897). De su larga y azarosa existencia destacaremos su estancia en París, donde fundó la revista Al-orwa al-wothqa (El vínculo indisoluble), plasmando en sus 18 números los principios fundamentales del reformismo. Su principal texto fue el libro Refutación de los materialistas. Entre sus discípulos destacaría el egipcio Mohammad Abdoh, quien reformó la futura universidad cairota de Al-Azhar.

Es en este fecundo y pluralista contexto del reformismo musulmán donde debemos situar a los Hermanos Musulmanes.

Una última pincelada al respecto. A partir de las numerosas escuelas reformistas han surgido otras más extremistas, radicalizando su discurso con otros elementos doctrinarios: el islam sería víctima de una conspiración judeocristiana y de Occidente; cristianos y judíos se considerarían infieles, no pueblos del Libro; todos los que se resisten al islam, musulmanes o no, son enemigos de Dios, mereciendo castigos rigurosos, incluyendo a regímenes políticos nominalmente musulmanes. A este fenómenos tampoco han escapado los Hermanos Musulmanes.

 

Origen y naturaleza de la cofradía de los Hermanos Musulmanes

El movimiento de los Hermanos Musulmanes fue fundado en 1928 por el egipcio Hassan al-Banna (1906–1949) en la ciudad egipcia de Ismailía. Su credo se resumen en la siguiente sentencia: «Alá es nuestro objetivo, el Corán es nuestra constitución, el Profeta es nuestro líder, la lucha es nuestro camino y el martirio en nombre de Alá nuestra mayor esperanza».

A su entender, lo que determina todo su pensamiento y acción, la Umma constituiría una sola nación que debe retornar a las enseñanzas originales del islam, al objeto de recuperar su inicial grandeza. Pero, en diálogo con el entonces pujante concepto de “modernidad” y el impacto tecnológico de un Occidente más avanzado, Hassan al-Banna  insistiría, al igual que todos sus seguidores, que el islam portaría un completo repertorio de soluciones a los grandes problemas de toda época: «El islam es la solución»; tal ha sido el eslogan del partido organizado por la Hermandad en las diversas elecciones políticas desarrolladas últimamente en Egipto. De todo lo anterior se deduce que entiendan como inevitable una revolución política cuyo objetivo sería el restablecimiento del Califato, que unificaría a la Umma. Por ello no admiten la existencia, en los territorios mayoritariamente musulmanes, de regímenes ateos o impíos; de ahí su declarada hostilidad a los gobiernos del partido Baaz en Siria e Irak y, como no podía ser menos, a la misma existencia del estado judío de Israel. De este modo, en numerosas ocasiones, diversos dirigentes egipcios de la Hermandad han declarado que revocarían el tratado de paz entre Egipto e Israel; una cuestión todavía no materializada, acaso fruto de su aparente pragmatismo o de la necesidad de consolidarse a nivel interno, lo que todavía no han conseguido por completo.

Para Al-Banna, la violencia sólo se justificaría de manera defensiva. Pero sus ideas han influido en dirigentes mucho más radicales, como Aymán al-Zawahirí, fundador de Yihad Islámica egipcia, una de las matrices de Al Qaeda, y los del grupo terrorista también egipcio, Gamaa al-Islamiya.

La bandera de la Hermandad es la del color verde del islam, con la representación de dos sables cruzados, el Corán y su versículo 8:60 («¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Alá y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Alá conoce! Cualquier cosa que gastéis por la causa de Alá os será devuelta, sin que seáis tratados injustamente»). Significativo, ¿no?

El 8 de diciembre de 1948, contando ya con unos dos millones de adheridos, la Hermandad fue disuelta en Egipto por primera vez, con motivo del asesinato del consejero Salim Zaki Hakmandar. Apenas 20 días después, el primer ministro Al-Nuqrashi era asesinado por un estudiante de la Hermandad. Y el 11 de febrero siguiente, el propio Hassan al-Banna, tras esperar infructuosamente a un ministro del gobierno, a efectos de intentar una negociación, mientras esperaba la llegada de un taxi fue tiroteado por dos hombres. Falleció al día siguiente.

Gamal Abdel Nasser, impulsor de una reforma republicana, laica, panarabista y socializante, tras un periodo de convivencia con la Hermandad, vuelve a ilegalizarla en 1954. El 30 de agosto de 1965 Nasser los acusó de haberse reconstituido. Su entonces líder, Sayed Qutb, fue detenido, acusado de un intento de asesinato de Nasser, de traición y de haber preparado un golpe de Estado. Juzgado por todos esos cargos, fue condenado a muerte y ejecutado el 29 de agosto de 1966. Merced a su legado escrito, junto a su trayectoria personal, Sayed Qutb se convertiría en uno de los pensadores más influyentes en el mundo musulmán.

El sucesor de Nasser, Anwar al-Sadat toleró a los Hermanos Musulmanes durante un tiempo. Fue asesinado el 6 de octubre de 1984 a manos de militares próximos a Gamaa  al-Islamiya. Hosni Mubarak, por su parte, toleró a la Hermandad durante unos años, pero de 1992 a 2004 la persiguió como grupo terrorista. No obstante, la cofradía persistió con su labor asistencial y caritativa: centros médicos, escuelas, subsidios, repartos de alimentos; llegando allí donde el corrupto e ineficaz gobierno del Partido Nacional Demócrata, en el poder desde hacía décadas, no lo hacía, lo que le generó una amplia base social en medios populares, pero también en otros sectores, como el de los abogados.

En 2003 se inició un movimiento callejero por el cambio conocido como Kifaya, promotor de una democracia más real y del desarrollo de nuevas libertades civiles.

En febrero de 2005, el presidente Hosni Mubarak anunció la reforma de la ley para la elección presidencial; de manera que en las elecciones de 2010 podrían presentarse varios candidatos, por primera vez desde 1952. Así, los candidatos de la Hermandad, a título de independientes, en las de 2005 obtuvieron un quinto de escaños del parlamento.

En 2007 se celebró un referéndum en el que se aprobó aumentar los poderes presidenciales. Y en las elecciones del 28 de noviembre de 2010, Hosni Mubarak triunfó en la primera vuelta, dejando fuera a los Hermanos Musulmanes.

Tras dos semanas de manifestaciones, cuyo foco principal y permanente fue la famosa Midan Tahrir (Plaza de la Liberación) en el centro de El Cairo, donde se congregaron a diario varios cientos de miles de manifestantes, Mubarak renunció de sus cargos el 11 de febrero de 2011. La Hermandad, al menos oficialmente, no respaldó tales movilizaciones.

En junio de 2012 tuvieron lugar primeras elecciones presidenciales tras el cese de Mubarak. Triunfó el candidato de Al-Hurriya wa al-Adala, Partido Justicia y Libertad, organizado por la Hermandad: Mohamed Morsi. Fue el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto: 13,2 millones de votos recibió Morsi; el 51,7 %. Asumió el cargo el 30 de junio de 2012.

Al igual que otros movimientos reformistas, la Hermandad se configuró desde sus orígenes como una organización muy estructurada, jerarquizada y proselitista; característica que la sigue marcando hoy día. Su principal órgano ejecutivo es la Oficina de Orientación (Maktab al-Irshad), integrada por 17 miembros.

Muhammad Badia es el máximo dirigente –el guía- de la organización de los Hermanos Musulmanes. Son 4 los vice-guías: Mahmud Azzat, Rashad al-Bayumi, Yumaa Amin Abdel Aziz y Jeirat al-Shater.

El Secretario General y portavoz es Muhammad Husein. Anteriormente lo fueron, Isam al-Arian, Mohamed Saad al-Katatni y Mohamed Mursi, que pasaron a dirigir Al-Hurriya wa al-Adala, el ya mencionado brazo político de la Hermandad.

Cuenta con un Consejo Consultivo de 109 miembros, a modo de órgano legislativo.

Disponen de diversos órganos sectoriales, como la Oficina de Asuntos Educativos, de Política, de Asuntos de los Trabajadores, etc.

Esta complejo estructura se reproduce a nivel provincial.

Las diversas secciones nacionales tratan de establecer, en mayor o menor medida, tales estructuras, gozando de autonomía en la toma de las decisiones que les competen; pero asesorándose, compartiendo experiencias y aceptando la dirección del máximo guía.

 

Polémicas y temores

Ya en el gobierno de Egipto, se están esforzando por mantener una imagen moderada, cultivada desde los años 70, cuyo modelo sería, según diversos observadores internacionales, el de Erdogan en Turquía. Ello no desmiente la sospecha de la existencia de una agenda oculta para la que la democracia fuera un medio instrumental, progresivamente vaciado de contenido; mera fachada cara al exterior. De este modo, en la actualidad, la cofradía se presenta como una organización moderada y pragmática, decíamos, especialmente frente a las propuestas de otros grupos más radicales; caso del novedoso y exitoso partido egipcio salafista Al-Nour (La Luz), el segundo en votos y escaños. No obstante, esa moderación, al menos desde la perspectiva occidental, es muy discutible. No sería la primera vez en que determinados grupos islamistas moderan sus declaraciones para ganar apoyo popular, en el ámbito interno, y respetabilidad en el internacional.

En cualquier caso, a pesar de ciertas operaciones de maquillaje democrático, como la presencia de mujeres y algún cristiano copto entre sus candidatos, los Hermanos Musulmanes mantienen un programa restrictivo y de sospecha ante las libertades civiles propias de los países occidentales; por ello las mujeres, las minorías religiosas y las libertades sociales, son tratadas con numerosas cortapisas que desmienten una sincera democratización de la Hermandad. Hay que ser, en todo caso, muy cautos y no perder de vista la consistencia de algunos cambios aparentes. Así, el multipartidismo político fue condenado inicialmente por el fundador de la cofradía, Hasan al-Banna. En la actualidad, acaso a efectos de mantener una fachada democrática que no alarme a los países occidentales, o como tacticismo para su acceso y mantenimiento en el poder, lo defienden. Aseguran, por otra parte, en coherencia con lo anterior, que defienden un sistema político democrático, republicano y parlamentario en el que el pueblo sea periódicamente consultado. Pero, realmente, ¿cuál sería su modelo? ¿Turquía? ¿Irán? Recordemos que en ambos países se celebran, con no pocas diferencias, elecciones políticas, con presencia de diversas formaciones. Y la de Turquía bien podría calificarse de “democracia islámica”, en la que los elementos islamistas prevalecen, progresivamente, sobre los democráticos; mientras que Irán sería ante todo una teocracia islamista con limitadas y muy controladas expresiones de pluralismo político, tutelada por el poderoso clero chiita. En cualquier caso, de producirse cualquier conflicto entre los ámbitos religioso y civil, siempre se impondrá el primero. Así, ni una mujer, ni un cristiano, pueden ser presidente de Egipto, ni tampoco primer ministro. Y mantienen múltiples restricciones ante las demás religiones, tolerando únicamente la judía y la cristiana, y prohibiendo expresamente cualquier otra.

En este sentido, son significativas algunas de las denuncias realizadas por Mona Makram-Ebeid, Senadora, miembro del National Council for Human Rights de Egipto y Profesora en la American University, en una entrevista concedida, en el pasado mes de marzo de 2013, a María Luisa Conte, del Centro Oasis de fomento del diálogo interreligioso promovido por el Cardenal Angelo Escola. Así define la actual situación política: «La situación en Egipto está en un punto muerto, en un impasse, entre dos fuerzas políticas opuestas que siguen ignorándose una a otra y -hasta hoy- imposibilitan el diálogo. Por una parte, está la corriente islamista, por otra, la no islamista. Esta última ha presentado algunas propuestas a la Presidencia para atenuar el enfrentamiento, así como para tratar de reducir la violencia que hay por las calles. Han pedido enmiendas a la Constitución, que no tutela todos los derechos, humanos, económicos y sociales, como cabría esperar de una nueva Constitución fruto de una revolución. Asimismo, quieren un nuevo gobierno, un gobierno de coalición entre las distintas fuerzas existentes, que pueda permanecer neutral durante las elecciones, y también destituir al Procurador General, que fue impuesto por la Presidencia y no elegido por el Tribunal Supremo. En los pasados meses ha habido reiteradas violaciones de los derechos humanos y ataques a la magistratura, una institución extremadamente respetada en Egipto y en el extranjero. Se ha contestado la violación de la libertad de expresión, la libertad de escritores y periodistas. Pero ni el partido en el Gobierno ni el Presidente han tomado en consideración todas estas reivindicaciones». Por lo que respecta a la situación de los coptos, aclara: «Los coptos están muy contrariados a causa de la modalidad de repartición de los escaños del Parlamento y la delimitación de las circunscripciones electorales. En efecto, numerosas circunscripciones han sido ideadas para impedir que los candidatos coptos obtuvieran el escaño incluso en áreas del país donde los cristianos -si no son mayoría- son un número conspicuo. El crecimiento y el poder de la tendencia islamista han aterrorizado a muchos cristianos coptos. Temen por su futuro y perciben el riesgo de que se les trate como a ciudadanos de segunda clase. Sin embargo, puedo decir que de momento no hay persecución contra ellos, a lo sumo hay discriminación».

A lo largo de su ya larga historia, especialmente en las últimas décadas, la cofradía de los Hermanos Musulmanes ha sabido combinar la flexibilidad táctica con la rigidez estratégica. No obstante, esa capacidad de maniobra ha generado no pocas suspicacias. Así, Walid Phares, profesor de Estudios de Oriente Medio, asesor en terrorismo internacional del Congreso de Estados Unidos y autor, entre otros, de La Revolución Inminente (2010), a la pregunta de Miguel Ángel Benedicto, por la que le planteaba si los Hermanos Musulmanes tendrían una “agenda oculta”, en una entrevista publicada en Atenea digital el 12 de febrero de 2011 (http://www.revistatenea.es/revistaatenea/revista/articulos/GestionNoticias_3971_ESP.asp), respondió: «La simulación y el engaño es parte de su ideología. Claro que esconden parte de su agenda». Por otra parte, en idéntico foro, como argumento avalista de su contundente posicionamiento, desmitificaba las presuntas bondades del calificado como moderado Erdogan, acaso modelo político de la Hermandad, al afirmar que «El partido de Erdogan en 2002 era neutral pero ha ido dando pequeños pasos, poco a poco, hacia la islamización de la sociedad sin respetar el laicismo, la libertad de expresión o la Constitución secular. No es de extrañar que sea un modelo a seguir para los Hermanos Musulmanes. En política exterior, Erdogan apoyó a Ahmadineyah tras la revolución verde y dijo que el tribunal de la Haya no tenía derecho a juzgar al sudanés Al Bechir cuando le acusaban de genocidio». Un juicio, en esencia, coincidente con el de, entre otros muchos, Mohamad Tohima, director del diario egipcio Al Hourriya, al sintetizar críticamente su visión sobre la organización en el mismo título de su artículo publicado en el periódico libanés Al Akhabar el 1 de octubre de 2011: «Los Hermanos Musulmanes, maestros en el arte del camuflaje y la contorsión».

Diversos autores especializados, caso de Tarek Osman Tarek Osman (escritor y analista egipcio; autor de Egipto al borde del abismo, Yale University Press, 2010), aseguran, por otra parte, la existencia de diversas corrientes en su seno, lo que podría generar graves tensiones internas, poniendo en riesgo incluso su propia unidad en el futuro. Tal vez por ello, la Hermandad se podría conceptuar más de Escuela de Pensamiento, que como corriente política.

Transcurridas más de 8 décadas desde su fundación, ¿cuál es su influencia más allá de la alcanzada en su solar natal? Para conocerla, nos aproximaremos, muy brevemente, a su realidad en diversos países.

 

La primera gran victoria de los Hermanos Musulmanes: Gaza

El principal movimiento islamista palestino, Hamás -(acrónimo en árabe de Movimiento para la Resistencia Islámica)-, fue fundado en Gaza el 14 de diciembre de 1987, al poco del estallido de la Primera Intifada, de la iniciativa de estudiantes palestinos que habían conocido a los Hermanos Musulmanes durante su estancia en Egipto. Con la Segunda Intifada (septiembre de 2000), Hamás se convierte en el mayor enemigo de Israel, pues las Brigadas Ezzedine al-Qassam, su brazo armado, perpetraron la mayor parte de los atentados suicidas sufridos por el Estado judío. El 25 de enero de 2006, Hamás dará el campanazo electoral. Haciendo de la limpieza y honradez su principal baza frente a la manifiesta corrupción de Al Fatah y la incapacidad del resto de pequeñas organizaciones “laicas” (FPLP, FDLP, Partido del Pueblo Palestino), triunfó en las legislativas. Una vez en el poder en Gaza, consolidó un régimen progresivamente restrictivo, limitando en extremo la actividad de las organizaciones rivales, implantando la Sharia en todos los ámbitos y lanzando ataques, especialmente mediante cohetes, contra su odiado vecino Israel, lo que ha provocado duras respuestas militares judías, tales como la Operación Plomo Fundido de 2009.

Las organizaciones Human Rights Watch y Amnistía Internacional han denunciado en reiteradas ocasiones a Hamás por graves violaciones de las leyes humanitarias e incluso de crímenes contra la humanidad.

Hamás también cuenta con potentes organizaciones en Cisjordania y en los campamentos de refugiados palestinos en Líbano y Jordania

 

Su discutida relevancia en la guerra civil siria

Los Hermanos Musulmanes de Siria nacen como tales en 1945, siendo su primer líder Mustafa al-Siba’i. Desde la base de varias cofradías afines precedentes, arraigaron en el país, beneficiándose de diversos periodos de legalidad, participando incluso en el gobierno. Pero, ante todo, han sufrido, y muy duramente, largos ciclos de clandestinidad y represión, conforme los complejos vaivenes de la política interna siria. En 1963 el partido Baaz (“Renacimiento”, de ideología socialista, laico, panárabe, cofundado entre otros por el cristiano Michel Aflaq), alcanzó el poder, imponiéndose definitivamente Hafez al-Asad; padre del actual mandatario Bashar al-Asad. Ya en la clandestinidad, sufrieron diversas fracturas internas. Una de ellas optó por las acciones terroristas, perpetrando una matanza colectiva de cadetes alauíes (pertenecientes a la minoría religiosa de origen chiita dirigente del país) de la Escuela de Artillería de Alepo en 1979. Ello inició una escalada en la represión de la Hermandad y otras fuerzas opositoras, lo que dio lugar a que el 7 de julio de 1980 se decretara la ley Nº 49, por la que se que condenaba a la pena capital a todo perteneciente a los Hermanos Musulmanes. El clímax en la represión se alcanzó entre el 2 y el 28 de febrero de 1982, cuando la ciudad de Hama fue tomada a sangre y fuego por unidades especiales del ejército, pereciendo varios miles de habitantes de la ciudad: oscilando el número de víctimas civiles, según las fuentes, de 10.000 a 40.000.

En el actual contexto, de una terrorífica guerra civil siria que ha entrado ya en su tercer año, los Hermanos Musulmanes, muchos de ellos en el exilio, participan en el Consejo Nacional Sirio, sumando hasta una cuarta parte de sus integrantes. Así, 7 de los 41 miembros de su Secretaría General estarían vinculados a la Hermandad. Entre los proyectos de los Hermanos Musulmanes para Siria, cuyos líderes en la actualidad son Muhammad Riyad Shaqfa y Ali Sadr al-Din al-Bayanouni, destaca su reorganización nacional en el interior y la creación de un partido político islámico de base social más amplia que la propia de la Hermandad; siguiendo el modelo egipcio.

No obstante, por lo que se refiere al decisivo “frente armado” la situación es muy compleja, siendo decisivos en su desarrollo los respectivos apoyos internacionales, según veremos, prestados a las diversas milicias en acción. Destacan el denominado Ejército Sirio Libre (ESL), el yihadista Frente al-Nusra (acusado de terrorista desde diversas organizaciones humanitarias internacionales, y que capitaliza la mayoría de jóvenes combatientes sirios de motivación religiosa-islámica y a muyahidines procedentes de otros países musulmanes), y otras formaciones menores.

Scarlett Haddad proporciona numerosas y contrastadas claves, para entender la enmarañada situación actual, en su artículo La complejidad y las diferencias dentro del islamismo, publicado el pasado 29 de marzo en L’Orient - Le Jour, diario beirutí en lengua francesa, además del texto Las divisiones de la oposición siria, fruto de la rivalidad entre Doha y Riad, en el mismo medio, el día anterior.

Parten de unas fuentes muy relevantes: el informe de las reuniones celebradas entre uno de los emires saudíes más relevantes, el responsable alemán de los servicios de seguridad (BND), y el ministro alemán de Defensa, en el marco del Congreso Internacional de la Seguridad celebrado en febrero en Múnich. El objetivo del alto dignatario saudí sería convencer a la contraparte de la necesidad de acelerar el fin del régimen de Bashar al-Asad, armando a los grupos islamistas.

El emir afirmó que la recién creada Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS) liderada por Doha Moaz al-Jatib, que aglutina a toda la oposición, incluido el antes mencionado Consejo Nacional Sirio, carecería de base popular, habiendo sido creada para «servir como escudo diplomático sin poder real sobre los acontecimientos sobre el terreno»; siendo Qatar su “padrino”. A su juicio, sobre el terreno, los grupos armados más potentes serían los yihadistas salafistas.

En relación a los Hermanos Musulmanes, reconoció su creciente protagonismo internacional, si bien sobre el terreno carecerían de bases sólidas. Por otra parte, habría manifestado cierta desconfianza con la Hermandad, por haber “confiscado”, a su juicio, las recientes revueltas árabes. Manifestó, igualmente, su temor en una estrategia conjunta entre la Hermandad e Irán, únicamente divergente por lo que respecta a la agenda siria; compartiendo un proyecto de destrucción de las monarquías del Golfo y su unidad frente a Occidente en general, e Israel en particular.

Estas manifestaciones, nada inocentes, confirmarían la importancia de los movimientos internacionales en apoyo de los diversos interlocutores que liderarían Siria, una vez derrocado el Baaz.

Los analistas libaneses, en resumen, entienden que el eje Qatar-Turquía apoyaría a los Hermanos Musulmanes; también en el plano armamentístico, a través de la frontera turca.

El eje Arabia Saudita-Estados Unidos estaría armando a los grupos militares disidentes y desertores que originaron el ESL, desde la frontera jordana.

Por último, los yihadistas salafistas del Frente al-Nusra se financiarían por medio de organizaciones no gubernamentales de corte islamista radical; algunas de ellas, radicadas en los países del Golfo.

En cualquier caso, el peso de los Hermanos Musulmanes en las organizaciones “civiles” de la oposición, y su incipiente presencia en el plano “militar”, además de su consolidación internacional, son factores que auguran un papel relevante en el futuro de Siria.

 

Jordania, ¿próxima floración de la “primavera árabe”?

En Jordania, la presencia pública, parlamentaria e institucional, de los Hermanos Musulmanes, ha sido muy acusada, principalmente de la mano de su partido político, el Frente de Acción Islámica, fundado en 1991. Representado en el parlamento nacional con un 10% de escaños electos durante varios quinquenios, boicoteó las últimas elecciones celebradas el pasado 23 de enero de 2013. Así, uno de sus líderes, Hamam Said, el anterior día 18, con motivo de la oración multitudinaria del viernes, acusó a la monarquía jordana de corrupción, afirmando que «el pueblo se está preparando para gobernarse a sí mismo».

Liderados por Hamza Mansour, vienen exigiendo, desde entonces, la derogación de la última ley electoral, del nuevo gobierno, y la celebración de nuevas elecciones, por considerar que dicha legislación impide la representación real de las fuerzas políticas y religiosas jordanas. Parece plausible que el rey Abdullah, con su intención de prohibir los partidos religiosos, pretendiera, en última instancia, acabar con la enorme influencia de los Hermanos Musulmanes en Jordania.

Por otra parte, el Frente de Acción Islámica está estructurando una alianza opositora al actual estado de cosas, incorporando grupos de izquierdas y panarabistas, con la intención de crear un Comité por la Coordinación de Partidos de la Oposición. Su objetivo sería luchar contra la corrupción, el alza de los precios, los recortes presupuestarios, etc., además de diversas reformas políticas.

En este contexto, la monarquía jordana atravesaría una situación muy delicada -equiparable, de radicalizarse, a los movimientos que originaron las “primaveras árabes”- de no controlar y diluir, progresivamente, las movilizaciones callejeras que con excusas diversas vienen organizando esos grupos opositores liderados por esta expresión política de los Hermanos Musulmanes.

Mencionemos, por último, y por lo que respecta a Jordania, un dato ciertamente relevante. Fue un antiguo militante jordano de la Hermandad, Abdullah Azzam, quien fundó la llamada Oficina Afgana de Servicios (MAK), antecedente inmediato de Al Qaeda. Con anterioridad, había sido profesor de estudios islámicos en la Universidad saudí Rey Abdulaziz, al igual que Mohamed Qutb, hermano del segundo gran dirigente de los Hermanos Musulmanes. Y ambos fueron profesores de un entonces desconocido estudiante de ciencias económicas y de gestión: un tal Osama Bin Laden.

 

La Hermandad en otros países musulmanes

Sin ánimo de exhaustividad, veamos, muy brevemente, la incidencia de la Hermandad en otros países confesionalmente musulmanes.

En Irak, el Partido Islámico Iraquí es uno de los más importantes entre la minoría suní del país, liderado por Tareq al-Hachemi. Por lo que se refiere al norte kurdo, la Unión Islámica del Kurdistán, también vinculada a los Hermanos Musulmanes, mantiene una mínima presencia en el parlamento kurdo; frente a las mayoritarias fuerzas laicas.

En Sudán, varias organizaciones encarnaron el espíritu de la Hermandad en los años 60 del pasado siglo, uniéndose bajo el la dirección de Hasan al-Turabi, quien lideraría el Frente Islámico Nacional; una de las organizaciones políticas más potentes del país durante varias décadas. Al-Turabi fue parlamentario y ministro de Omar Hasan Ahmad al-Bashir, primer Jefe de Estado acusado de diversos cargos por la Corte Internacional Criminal; pero habiendo perdido su favor, también ha sufrido varios periodos en prisión.

La Hermandad se encuentra presente en Turquía, polémico candidato a la Unión Europea, donde cuenta con una extensa y consolidada organización que mantiene ciertas relaciones con el primer ministro, el islamista “moderado” Recep Tayyip Erdogan, en el gobierno de la mano de su Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD).

Jamaa Islamiya es el partido político impulsado por los Hermanos Musulmanes libaneses. En la guerra civil contaron con milicias propias en Trípoli, Beirut y Sidón. Su secretario general es Faysal Mawlawi. Cuentan con un único representante en el parlamento nacional, en el seno de la coalición anti-siria 14 de Marzo. Pero aspiran a aumentar su representación en las próximas elecciones legislativas, en el contexto de la recomposición de las fuerzas políticas suníes; especialmente sensibles ante el reforzamiento de las posiciones salafistas que cuestionan el rostro “moderno” impreso por el clan Hariri, en su calidad de dirigente, a la Corriente Futuro, la principal fuerza -suní- de la citada coalición.

La Congregación Yemení por la Reforma, conocida como Al-Islah, es uno de los principales partidos políticos de Yemen. Además de diferentes facciones tribales, lo integran la sección yemení de la Hermandad, junto a un sector salafista.

Los Hermanos Musulmanes también se encuentran presentes en las seis monarquías del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar y Kuwait). Y, en ocasiones, dialécticamente. Así, el jefe de policía de Dubai, Dhahi Khalfane, acusó a la Hermandad, el pasado mes de marzo de 2012, de organizar un complot contra las familias reinantes para vaciarles de su poder. En Kuwait, los islamistas vinculados a la Hermandad, el Movimiento Constitucional Islámico, suman 28 de los 50 escaños del parlamento nacional. En Bahrein, Al Eslah es la expresión local de la Hermandad, que cuenta con representación política en el parlamento nacional, por medio de su partido Al Menbar National Islamic Society, y ciertos vínculos personales con la familia real. En Emiratos Árabes Unidos, unos 50 activistas de Al-Islah, organización asociada ideológicamente a los Hermanos Musulmanes, fueron detenidos entre julio y agosto de 2012; destacando dos célebres abogados especializados en derechos humanos, Mohammed al-Mansoori y Mohammed al-Roken, bajo la acusación de planear atentar contra la seguridad del Estado y de mantener vínculo con organizaciones internacionales.

En Argelia, tras los convulsos y dramáticos años de guerra civil, que ensangrentó el país entre 1991 y 2002, al partido Movimiento por la Sociedad y la Paz, Haraka lil-Muytami´ wa as-Salam, presentado como islamista moderado, se le califica como la expresión política de la Hermandad, presente en el país desde 1962. No en vano, en los orígenes de ambas organizaciones encontramos a una misma personalidad: Mahfoud Nahnah.

Túnez fue paradigma de las “primaveras árabes”: la renombrada “revolución de los jazmines”. No obstante, su situación actual es de un auténtico caos de imprevisibles consecuencias. Hizb Al-Nahda, Partido del Renacimiento, es la principal formación islamista actual y, en su día, la más votada. Está presidida por Rachid Ghanuchi, quien fue captado por los Hermanos Musulmanes durante sus estudios en El Cairo. Afirma sentirse próximo al Partido de la Justicia y el Desarrollo, de Erdogan, e inspirado por autores como Hassan al-Banna y Sayed Qutb.

En Libia, los Hermanos Musulmanes fueron duramente reprimidos por el régimen de Muammar al-Gaddafi. El actual portavoz  de la Hermandad es Mohamed Gaair, quien impulsó la creación de un partido islamista moderado, liderado por su correligionario Mohamed Sowan: el Partido de la Justicia y la Reconstrucción. En las elecciones de julio de 2012 obtuvieron 17 de los 120 escaños de la nueva Asamblea Nacional. Dada la inestable situación política que sufre el país, con reductos gadafistas activos, ocasionales enfrentamientos armados, el secesionismo de algunos de sus territorios, y la prevalencia de la política de clanes, los Hermanos Musulmanes, dada la unicidad de su doctrina y experiencia, están llamados a desempeñar un importante papel en el futuro.

En Mauritania, los Hermanos Musulmanes fundaron el National Rally for Reform and Development, conocido como Tewassoul, partido liderado por  Mohamed Jemil Ould Mansour. Disponen de 4 de los 95 escaños del parlamento nacional.

En la dividida, anárquica y descompuesta Somalia, una organización local está adherida a los Hermanos Musulmanes: Harakat Al-Islah. Dada la dispersión y multiplicidad de las organizaciones musulmanas, es difícil apreciar su incidencia real. Su portavoz es Al-Abdullah Ali Hiali.

 

El peculiar caso de Marruecos

Dada la proximidad e importancia geoestratégica de nuestro “vecino del sur”, y la existencia en España de al menos 780.000 inmigrantes procedentes de Marruecos, procede buscar en el islam marroquí la huella de los Hermanos Musulmanes.

Es evidente que, por la concurrencia de diversos factores internos y externos, la sociedad marroquí viene sufriendo, desde hace algunas décadas, un fenómeno de reislamización.

En Marruecos ha predominado históricamente el islam suní, concretamente el derivado de la escuela jurídica malikí. De base muy popular, incluso contaminada por expresiones supersticiosas, generó en su seno poderosas y arraigadas cofradías sufís, algunas muy comprometidas en la lucha anticolonial.

El islam marroquí actual presenta un panorama poliédrico: el papel religioso del monarca y de la Administración, partidos políticos islamistas, una pléyade de asociaciones socio-religiosas de variados orígenes, un movimiento socio-espiritual original y autóctono, cierta pervivencia del sufismo, y una enmarañada constelación terrorista ocasionalmente activa.

Hoy día, sigue siendo una monarquía autocrática, de ropajes democráticos, coronada en la persona de Mohamed VI, en la que el denominado mazjen -o conjunto de poderes fácticos reales que dirige el país- es inseparable del monarca; quien retiene, no sin réplica, un relevante rol religioso en su condición de Comendador de los Creyentes, Emir al-Muminin.

El poderoso movimiento socio-espiritual Al Adl Wal Ihssane (traducido como Justicia y Espiritualidad) fue fundado en 1987 por Abdessalam Yassine; permaneciendo encarcelado o en arresto domiciliario durante tres décadas. Falleció en 2012. Aunque es un fenómeno autóctono, rechaza el sufismo y muchas de las prácticas populares. Su hija, Nadia Yassine, es el rostro amable del movimiento, concediendo entrevistas a medios de comunicación de todo el mundo en las que expone sus objetivos: islamización, modernización, justicia social, eliminación del papel religioso del monarca, etc. Aunque ilegal, disfruta de bastante tolerancia. No se trata de un movimiento propiamente político. Su objetivo de islamización de la sociedad lo persigue mediante su presencia en mezquitas, dispensarios, obras caritativas, asociaciones universitarias, etc.

En 1982, Azzedine El Araqui, ministro del gobernante Istiqlal (Partido de la Independencia, nacionalista conservador), eliminó buena parte de la enseñanza de Filosofía en sus diversos niveles académicos, a la vez que introdujo numerosos Departamentos de Estudios Islámicos en su lugar. Careciendo de profesorado competente, se contrataron docentes procedentes de Arabia Saudita (formados en el wahabismo) y de Egipto (en línea con los Hermanos Musulmanes). De este modo el gobierno perseguía otro objetivo: dividir al creciente islamismo que cuestionaba a la propia monarquía. Así, hoy encontramos en el país a potentes organizaciones wahabitas, como Dour Al Quran (Casa del Corán) y la Asociación para la Predicación del Corán y la Sunna.

El antecedente más relevante del actual islamismo político lo encontramos en una pequeña formación fundada en 1969, entre otros, por Abdelkrim Mouti y Abdelilah Benkirán: Chabiba Islamiya (Juventud Islámica), cuya principal finalidad era la de contrarrestar a la extrema izquierda, muy activa por entonces en Marruecos. Imitó el modelo organizativo de los Hermanos Musulmanes, inspirándose en su ideología. Se fragmentó posteriormente en varios grupos, alguno de los cuales practicó el terrorismo. Los más moderados confluyeron en 1998 con otras formaciones en el emergente Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), fundado, entre otros, por un antiguo hombre del régimen, Adbelkrim El Khatib.

Durante más de dos décadas, el PJD acató el orden establecido, defendiendo incluso la marroquinidad del Sáhara, moderando sus reivindicaciones islamizantes, y aceptando la condición religiosa del monarca.

El PJD ganó las elecciones legislativas de noviembre de 2011 alcanzando 107 escaños. Mohamed VI nombró Jefe del Gobierno al mencionado Abdelilah Benkirán, conforme la nueva constitución, el 26 de noviembre de 2011.

De la fragmentada y confusa escena del “salafismo combatiente” -los diversos grupos terroristas del país- mencionaremos a Asserate Al-Moustakine (El Camino Recto), que perpetró hacia el año 2002 dos decenas de asesinatos hasta su desarticulación policial. Se inspiraría en la escuela takfir, a la que nos referiremos más adelante. Empero, acaso el más conocido sea el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), supuestamente implicado en los atentados de Casablanca de 2003 y del 11-M de 2004 en Madrid. No está del todo aclarada su génesis. Para unos es fruto de la experiencia yihadista de los marroquíes que combatieron en Afganistán. Para otros es un producto de la escuela tafkir.

Hemos detectado, pues, la huella de los Hermanos Musulmanes en dos planos distintos: en la enseñanza estatal del islam, y en los orígenes del primer grupo islamista marroquí, algunos de cuyos miembros son destacados dirigentes del actualmente gobernante PJD. No obstante, dada la omnipresencia de los servicios estatales de seguridad, las múltiples implicaciones y complicidades del majzén, y la evolución personal de sus protagonistas, más puede afirmarse la influencia de la Hermandad a título personal, entre algunos círculos dirigentes, clérigos y docentes musulmanes, que como la realidad orgánica, estructurada y jerarquizada que presenta en Egipto y otras naciones.

 

Corrientes internas, escisiones, derivaciones

Debemos mencionar otra circunstancia que enmaraña la situación y naturaleza de la Hermandad en su influjo real; tanto en sus países de origen, como en la emigración. Nos referimos al fenómeno de las derivaciones, corrientes internas y escisiones que se han venido generando a lo largo de su historia y que en no pocos casos mantienen estrechas relaciones con los dirigentes de la Hermandad. Habiendo mencionado dos organizaciones en cierto modo nacidos a su calor, aunque pronto muy alejadas de la misma, la Yihad Islámica egipcia y Gamaa al-Islamiya, del mismo país, mencionemos dos ejemplos, ilustrativos ambos de la cuestión que ahora abordamos, pero no obstante muy distintos.

Así, la pionera Asociación Musulmana de España, de la que en su momento hablaremos, es asociada a la denominada Vanguardia Islámica. Issam al-Attar fue su fundador y máximo dirigente. Nacido en Siria en 1927, sucedió al primer guía supremo de la Hermandad siria en 1961, Mustafa al-Siba’i. Emigrado a Alemania en 1970, sería relevado en 1980. Organizó su propio grupo, la Vanguardia Islámica, con sede en la ciudad alemana de Aquisgrán, que al entender de algunos especialistas es una corriente interna de los Hermanos Musulmanes y que, para otros, aunque manteniendo estrechos contactos con la “cofradía madre”, actúa con un alto nivel de autonomía.

Veamos un caso muy distinto al anterior. De los Hermanos Musulmanes nació una escuela radical, hacia 1975, de la mano del ingeniero egipcio Choukri Ahmed Mustapha, intransigente discípulo de Sayed Qutb, segundo líder histórico de la Hermandad: nos referimos a Takfir wal Hijra (Excomunión -o Anatema- y Exilio). Esta organización propone abandonar la actual sociedad impía -ningún régimen, ni siquiera confesionalmente musulmán, sería aceptable según su criterio- y sustituirla por el modelo practicado hace 10 siglos por los salaf. En consecuencia, sus miembros no se integran en la función pública, eluden el servicio militar y la enseñanza pública. Tampoco participan, en general, salvo casos de infiltración al objeto de pasar desapercibidos o con fines proselitistas, en las mezquitas oficiales; por lo que acuden a otras clandestinas en grupos de una docena como máximo de miembros, dirigidos por un emir. Se extendió por el norte de África y entre las comunidades musulmanas de Europa; siempre, en mayor o menor medida, de manera clandestina.

Según diversas fuentes, militantes de Takfir wal Hijra se encuentra en la génesis de, al menos, dos grupos terroristas marroquíes: los mencionados Asserate Al-Moustakine y el Grupo Islámico Combatiente Marroquí, vinculado en alguna manera a Al Qaeda por la Resolución 1267 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de octubre de 1999. Así, Richard Labévière, redactor jefe de Radio France International, afirmó en su obra La trastienda del terror (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2004), que la mayoría de implicados en los atentados del 11-M participaban del credo tafkir.

Por su parte, el periodista José María Irujo publicó en El País, 19 de diciembre de 2005, un extenso y pionero reportaje en torno a la naturaleza y presencia en España del grupo Takfir wal Hijra. Así, ya habrían abierto entonces 6 nuevas mezquitas (4 en Barcelona y 2 en Valencia). Coincidiría, con Richard Labévière, en su convicción de que la mayor parte de los autores de los atentados del 11-M compartían ese credo. Irujo afirmaba, igualmente, que informes de los servicios secretos franceses a los que había tenido acceso, definirían al grupo como «núcleo logístico de la mayoría de los grupos terroristas islamistas que actúan en Europa».

 

Los Hermanos Musulmanes en Europa

La Hermandad cuenta con ramificaciones, de mayor o menor incidencia, en casi todo el mundo musulmán, según hemos visto. Y también se ha servido, en su incansable expansión, de la emigración a Occidente. Dada la ubicación de nuestra patria en Europa, veamos algunos datos relacionados con la presencia de la Hermandad en este continente.

Empezaremos con el caso bosnio, muy particular y anterior al fenómeno de la emigración a Europa de los “hermanos” a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. En los años 30 del mismo, cientos de jóvenes musulmanes bosnios se trasladaron a Egipto para realizar sus estudios universitarios. Muchos regresaron teñidos de las ideas de los Hermanos Musulmanes, dando lugar a la organización Jóvenes Musulmanes, cuyo influjo sobrevivió a la ocupación alemana y al comunismo de Tito; catapultando finalmente al poder a uno de sus militantes más veteranos: Alia Izetbegovic, quien fue el primer presidente de la República de Bosnia-Herzegovina, entre 1990 y 2000, de la mano de su Partido de Acción Democrática.

Numerosos miembros de la cofradía, sirios y egipcios especialmente, emigraron a Europa a partir de los años sesenta, organizando poco a poco una red de mezquitas, diversos centros y organizaciones islámicas, tanto nacionales, como internacionales y sectoriales (de juventud, por ejemplo). Fue el caso, particularmente significativo y que por ello describimos, de Said Ramadán, secretario personal del fundador Hassan al-Banna. Tras pasar por Ginebra, se estableció en la República Federal Alemana, donde fundó una de las más importantes organizaciones musulmanas, Islamische Gemeinschaft Deutschland (Sociedad Islámica de Alemania), que presidió hasta 1968. Cofundaría, por otra parte, la Muslim World League (Liga Musulmana Mundial), organización internacional apoyada por Arabia Saudita. Fundó, igualmente, el Centro Islámico de Ginebra, dirigido por su hijo Hanii, y destacando en su entorno Tariq Ramadán, también hijo de Said, a quien luego dedicaremos unos párrafos.

En Italia, la Unione delle Comunita’ ed Organizzazioni Islamiche in Italia (Unión de las Comunidades y Organizaciones Islámicas de Italia) es el principal interlocutor con los sucesivos gobiernos respecto a las cuestiones de su interés. Si bien en su nacimiento se integran diversos componentes, destacaron Nour Dachan, su primer presidente, procedente de la Hermandad siria, y Ali Abu Shwaima, secretario general, uno de los líderes de la Hermandad palestina. Aunque les han relevado nuevos dirigentes, los medios de comunicación y las organizaciones especializadas en temas islámicos siguen asociando a esta Federación de manera muy directa con la Hermandad.

Diversas organizaciones juveniles musulmanas inspiradas por la Hermandad, de Suecia, Francia e Inglaterra, en 1996 se integraron con la Federación de Organizaciones Islámicas de Europa (en la que participan también dirigentes y entidades vinculadas al wahabismo de Arabia Saudí) y la World Assembly of Muslim Youth, creando una plataforma juvenil islámica de ámbito europeo. También en 1996, delegados de once países formalizaron en Leicestery el Forum of European Muslim Youth and Student Organization, FEMYSO (Foro de la Juventud Musulmana Europea y de las Organizaciones Estudiantiles), radicada en Bruselas, agrupando casi una cincuentena de organizaciones nacionales e internacionales, convirtiéndose de hecho en el principal interlocutor de los intereses de sus asociados con el Parlamento Europeo, el Consejo de Europa, Naciones Unidas y diversos foros y ONG`s internacionales.

La Unión de Organizaciones Islámicas de Francia es la más potente federación musulmana radicada en el país vecino. La ensayista y polemista Fiammetta Venner, especialista en integrismos religiosos y partidos políticos extremistas, llegó a acusar a Nicolás Sarkozy de reforzar su presencia en el seno del Consejo Francés del Culto Musulmán; cuyas elecciones internas boicoteó en 2011. Por otra parte, imputa a esa federación posiciones extremistas, originadas en su dependencia de los Hermanos Musulmanes.

Directamente vinculado a la ya mencionada Federación de Organizaciones Islámicas de Europa, se constituyó el denominado Consejo Europeo para la Fatwa y la Investigación. Una entidad privada integrada por alfaquíes y muftíes con el objetivo de emitir y unificar resoluciones jurídicas relevantes en materia del omnicomprensivo derecho islámico.

Debemos destacar, también, Bank al-Taqwa, un poderoso conglomerado calificado como el “Banco de los Hermanos Musulmanes”. Cofundado en 1988 por Youssef Nada, destacado militante egipcio de la Hermandad, ha sufrido múltiples y complejas vicisitudes legales a causa de presuntas implicaciones con la financiación del terrorismo islamista internacional.

A pesar del panorama descrito, diversos especialistas evalúan su número conjunto real, en toda Europa, en unos pocos miles de miembros; pero su activismo, proselitismo y muy estructurada organización, les proporcionarían una enorme relevancia e influencia en el conjunto de las entidades mencionadas y en otras ramificaciones menores radicadas en el resto del continente.

 

¿Y España?

¿Qué puede afirmarse con seguridad sobre la realidad de los Hermanos Musulmanes en España? El islam radicado en nuestra patria, integrado en su inmensa mayoría por emigrantes de diversas nacionalidades, especialmente la marroquí, está institucionalizado por medio de la Comisión Islámica de España (CIE), su órgano de representación e interlocución con el Estado español, que integra más de 800 comunidades musulmanas de las 1200 que actualmente se calcula existen. Dos grandes federaciones la integran, manteniendo numerosos enfrentamientos e impidiendo el ingreso en la CIE de otras nuevas. Un centenar de las integradas en la CIE forman la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI). Pero el más numeroso es la integrada por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), en torno a 700 comunidades, dirigida muchos años por Riay Tatary Bakry, médico español de origen sirio, nacido en Damasco, pionero que fundara ya en 1971 la Asociación Musulmana de España, entidad que a juicio de diversos especialistas, como Juan José Escobar Stemmann (Activismo Islámico en España, revista Política Exterior, nº 124, Julio-Agosto de 2008) agrupa a los adeptos en España de los Hermanos Musulmanes. Se distribuyen por Madrid, Valencia y Andalucía. La mezquita Abu  Bakr (en el Distrito de Tetuán), la de Estrecho (también en Madrid), el Centro musulmán de Alcalá de Henares, la mezquita de la Comunidad Islámica de Valencia, el Centro Islámico de Granada, y la asociación Al Manar de Ceuta, serían algunas de las entidades más potentes de la Hermandad en España.

Otros especialistas han asociado a la Hermandad con algunas redes radicadas o extendidas a España de apoyo a grupos terroristas islamistas, o con activistas que en su momento mantuvieron algún vínculo con la Hermandad; antes o durante su permanencia en España. Así lo recogen, con profusión de datos, José María Blanco Navarro y Óscar Pérez Ventura, en su Documento Marco elaborado para el Instituto Español de Estudios Estratégicos, titulado Movimientos Islámicos en España (http://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_marco/2012/DIEEEM01-2012_MovimientosIslamistasenEspana.docx.pdf).

Debemos destacar, en cualquier caso, la compleja determinación de la naturaleza exacta, composición y relaciones de poder existentes en el seno de las numerosas y cambiantes comunidades musulmanas de Europa; también en las españolas. Además de las dificultades idiomáticas, se suman el hermetismo propio de los estrechos vínculos nacionales y étnicos de los integrantes de muchas de ellas, así como las matizadísimas polémicas político-teológicas que se suceden y las rivalidades de carácter personal o de clan.

Todo ello configura una compleja constelación humana, de grupos religiosos y socio-políticos vinculados a redes de muy diversa naturaleza, de base étnica incluso, de sinuosos e intrincados perfiles, a la que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los Servicios de Inteligencia, y los Jueces, deberán seguir de cerca, en todo caso, a causa de posibles derivas, de tipo terrorista incluso.

 

Algunas figuras relevantes de los Hermanos Musulmanes

Como expresión de la lenta, callada y creciente influencia mundial de este movimiento, en ámbitos muy dispares, reseñaremos, a modo de pincelada, las pequeñas biografías de dos personalidades de gran relevancia.

Tawakkul Karman nació el 7 de febrero de 1979 en Mejlaf, localidad de la provincia de Taez, en el sur de Yemen. Es hija de Abd al-Salam Khalid Karman, líder histórico de los Hermanos Musulmanes en este país, quien llegó a ser ministro del gobierno yemení. Diplomada en Ciencias Políticas por la Universidad de Saná y periodista. Es miembro del Consejo de la Shura (como un comité central) de La Congregación Yemení por la Reforma, Al-Islah. En 2005 funda el grupo “Mujeres sin cadenas”, en defensa de los derechos de la mujer yemení. Como reconocimiento a su labor, esta islamista obtuvo un viernes 7 de octubre del 2011, el Premio Nobel de la Paz, junto a las liberianas Leymah Roberta Gbowee y Ellen Johnson Sirleaf «por su batalla no violenta a favor de la seguridad de las mujeres y de su pleno derecho en la plena participación de la obra de construcción de la paz». ¿Una “hermana” políticamente correcta?

Tariq Said Ramadán nació en agosto de 1962 en Ginebra, Suiza. Su madre, Wafa al-Banna, era la hija primogénita de Hassan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes en Egipto. De su padre, Said Ramadán, y discípulo de al-Banna, ya hemos hablado al tratar de la presencia de los Hermanos Musulmanes en Europa. Estudió filosofía y literatura francesa. Inicialmente implicado en diversas causas humanitarias, el “affaire Salman Rushdie” y las polémicas en torno al velo de las estudiantes musulmanas en los institutos franceses le empujaron a estudiar árabe e islam en la Universidad al-Azhar de El Cairo.

Prolífico articulista, orador en numerosos foros, ha desempeñado diversos puestos consultivos en diversas administraciones y docentes en universidades.

Su principal libro sea acaso To Be a European Muslim (1999), de ahí que se le atribuya la autoría del concepto “euroislam”. Asegura que el islam es una religión tan europea como cualquier otra, exigiendo la plena ciudadanía de los musulmanes instalados en Europa.

Ha tenida prohibida su entrada, durante algunos años, en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, por supuestas conexiones con algunas tramas del terrorismo internacional.

El gobierno socialista español invitó a Tariq Ramadán con ocasión de algunas actividades de la denominada Alianza de las Civilizaciones. La volcánicamente polémica Pilar Rahola escribió un artículo en Avui, el 27 de octubre de 2005, titulado Contra Tariq Ramadán, criticando la invitación y el doble lenguaje de Ramadán respecto a los derechos humanos y el terrorismo. Coincide en tales críticas con otros autores y periodistas, quienes lo califican como un maestro del doble lenguaje: con un discurso para el público no musulmán y otro discurso opuesto para el musulmán.

 

Otras internacionales musulmanas

En el complejo y poliédrico universo musulmán se mueven otros actores que, al igual que los Hermanos Musulmanes, también gozan de un carácter transnacional; si bien, de naturaleza muy diversa.

Es el caso de poderosas organizaciones plurinacionales, como la Liga Árabe, que agrupa estados árabes del Próximo Oriente y el Magreb, fundada el 22 de marzo de 1945; o la Organización para la Cooperación Islámica, fundada en Rabat en 1969 y que agrupa a los estados de confesión musulmana o con un alto porcentaje de miembros de esta religión.

Existen, cómo no, Organizaciones No Gubernamentales confesionales islámicas de ámbito casi universal. Así, Insan Haklari ve Hürriyetleri Yardim Insan Vakfi, o Fundación de Ayuda Humanitaria Derechos Humanos y Libertades (más conocida por sus siglas IHH), centrada en la ayuda económica, médica y social a víctimas de guerra y catástrofes naturales, presente en unos 120 países; por cierto, considerada generalmente como próxima a los Hermanos Musulmanes… Y que se hizo famosa por aquella “Flotilla por la libertad” que en mayo de 2010 fue asaltada por el ejército israelí en su intento de hacer llegar a la Franja de Gaza 10.000 toneladas de ayuda humanitaria en una maniobra genial de finalidad propagandística.

Y no faltan organizaciones de todo tipo: profesionales, autoridades religiosas, federaciones universitarias, sectoriales diversas, femeninas…, algunas de ellas también vinculadas a los Hermanos Musulmanes.

El caso de los Hermanos Musulmanes, ya lo hemos visto, es un movimiento socio-religioso, de ámbito internacional, cuyas actividades, según implantación y statu local, se desarrollan en el ámbito del proselitismo, el asistencialismo social, la educación, y el mantenimiento de mezquitas y la vida que genera. Y, de superar la clandestinidad o la mera tolerancia, también propugna la participación política por medio de partidos organizados y dirigidos por algunos de sus miembros más relevantes.

Por ello, mencionaremos otras organizaciones que, dadas algunas analogías con la Hermandad, pudieran llegar a confundirse con la misma al compartir algunas de sus características definitorias.

Ya hemos visto en un apartado anterior el supuesto de Takfir wal Hijra: una organización nacida al calor de la Hermandad, escindida y radicalizada. También comparte sus sueños políticos de reconstrucción del Califato, llegando en algunos casos al terrorismo puro y duro. Por ello, es una organización clandestina en todo el mundo, por lo que su presencia, incluso en el ámbito puramente religioso, es generalmente objeto de preocupación, estrecho seguimiento y persecución, por parte de los diversos gobiernos en cuyos territorios son localizados sus militantes.

Hizb ut-Tahrir o Partido de Liberación, es un grupo de presión internacional fundado en 1953 por el erudito, pensador político y juez en el Tribunal de la Sharia en Jerusalén, Taqiuddin an-Nabhani. Su líder actual es Ata’ abu Rishta. Se afirma que sus miembros pueden rozar el millón, estando presentes en 40 países. Ilegal en la mayoría, tolerado, en otros, el de Líbano es uno de los pocos casos en los que, aunque muy discutida, su presencia es legal; aunque nunca participa en las elecciones legislativas o municipales. Su objetivo final es el establecimiento de un califato islámico.

Se ha especializado en el trabajo cultural, también político; por ello lo hemos definido más como grupo de presión, que como partido al uso occidental.

También se encuentra presente en Occidente, al igual que en España; con la pretensión, dentro de los límites de la legalidad vigente, de proyectar una imagen positiva del islam en los ámbitos mediático, intelectual y, en algún caso, político; sin que pretenda cambiar los regímenes vigentes… al menos de momento.

Yama’a at-Tabligh al-Da’wa, también conocido más sencillamente como Movimiento Tabligh, se fundó en la India en 1927 como un movimientos reformista del islam. Su máxima presencia, millonaria en miembros, radica, lógicamente, en el actual Pakistán. Al igual que todos los reformistas, preconizan el retorno a los principios fundacionales islámicos. Los tablighi rechazan el sufismo, las prácticas populares del islam y su implicación en política. Entienden que el proselitismo corresponde a todo musulmán, por lo que su acción se ha especializado entre los propios musulmanes tibios o alejados de su fe. Por todo ello se les conoce, mediáticamente hablando, como la “YMCA musulmana” o los “Testigo de Jehová” del islam. Presentes en todo el mundo musulmán, su statu legal es muy diverso.

En España se les reconoce fácilmente por su procedencia nacional pakistaní, sus característicos atuendos (largas túnicas de tono oscuro, sandalias, kufi en la cabeza) y tupidas barbas.

En diversos medios de comunicación españoles, alimentados por ciertas valoraciones geopolíticas y antiterroristas de algunos reconocidos expertos, se alertó del riesgo de que esta organización, dado su carácter literalista y normativo del islam, pudiera ser instrumentalizada por yihadistas, ya en situación de camuflaje en el seno de estas comunidades, ya en labores de reclutamiento.

Siendo imposible agotar esta vertiente de la presencia musulmana en el mundo, nos aproximaremos, brevemente, al movimiento wahabita.

Conformado, acaso, como uno de los primeros movimientos reformistas, el wahabismo nace del genio personal de Mohamed Ibn Abdul Wahhab (1703-1787). Tomando su denominación del nombre de su fundador, pretende la vuelta a la pureza del islam de los orígenes sin excluir la violencia. De hecho, el wahabismo fue implantado en la península arábiga, en el primer tercio del siglo XX, por medio de la yihad desencadenada por dos caudillos musulmanes, de idéntico nombre: Abd al-Aziz, y un segundo homónimo, conocido como Ibn Saud, fundador del actual reino saudí.

El wahabismo es puritano y riguroso. Aplica la Sharia en su interpretación hanbalí, una escuela jurídica, según veíamos, muy estricta. Rechaza a las cofradías místicas y al sufismo (al que se mira con tanta curiosidad desde la “New Age” occidental) por considerarlos heréticos, y allí donde gobierna, los ha prohibido. Para esta modalidad del islam, como para todo reformismo islámico, política, sociedad y religión son una sola cosa. El wahabismo ha determinado por completo la sociedad de Arabia Saudita, y de las restantes monarquías del Golfo, que en su condición de grandes exportadores de petróleo, se han convertido en una de las fuentes de financiación más importantes del islam misionero a nivel internacional.

Veamos, ahora, ese sufismo que tanto atrae a occidentales en busca de sentido espiritual.

El sufismo no es una tendencia política: es un movimiento espiritual, plural, en el que cada grupo sigue a un fundador carismático. De orientación tradicional, propone al fiel musulmán una profundización e interiorización personal del islam. Aunque algunos autores han visto en él ciertas influencias de la mística cristiana, para otros ello carece de fundamento. El término sufismo (tasawwf) viene de sûf, o hábito de lana que llevaban los primeros sufís. Practican las virtudes de la pobreza (faqr), abandono en la voluntad de Alá (tawakkul), así como la práctica del Dzikr (mención reiterada del nombre de Alá) al que pueden acompañar estados de éxtasis y ejercicios de meditación (fikr). Organizados colectivamente en cofradías, algunas no han rehuido la lucha política ni, en su día, la lucha contra el colonialismo. Muy presentes en Marruecos, Cáucaso y Asia central, es una vía especialmente atractiva en la conversión de occidentales al islam.

Por último, nos referiremos a la más perniciosa de todas las “internacionales” musulmanas: Al Qaeda.

En la actualidad, tras la intervención militar de Estados Unidos con el objetivo de acabar con los talibanes de Afganistán, misión todavía inconclusa, y tras la ejecución de Osama Bin Laden, Al Qaeda sigue constituyendo una “internacional” yihadista, terrorista en este caso; si bien se encuentra, si no debilitada, sí muy transformada.

El Afghan Service Bureau -la Oficina Afgana de Servicios Al Maktab Khidmat Lil Mujahedin al Arab (MAK)- es el antecedente inmediato de Al Qaeda. Fue fundado en 1984 para entrenar y financiar a las guerrillas anticomunistas afganas por Abdullah Azzam, a quien ya hemos mencionado. Hacia 1988, esa oficina se transforma en Al Qaeda y en 1989 Abdullah Azzam es asesinado, pasando a dirigir la organización Osama Bin Laden. Hacia 1992, el nuevo líder y buena parte de sus seguidores se trasladan a Sudán, instalándose en Afganistán en 1996. En 1998 tienen lugar varios atentados simultáneos contra embajadas norteamericanas en África. Posteriormente, en el año 2000, una barca con varios terroristas suicidas explota junto al destructor norteamericano USS Cole en Yemen.

El 11 de septiembre de 2001 tienen lugar los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono, en Estados Unidos. Como consecuencia directa de ello, se inicia la intervención militar liderada por Estados Unidos en Afganistán, lo que provocará en pocas semanas el derrocamiento del régimen teocrático del jeque Omar. Desde entonces, Al Qaeda ha desarrollado ofensivas terroristas de muy amplio y diverso calado: desde sus continuas y brutales campañas en Irak y Afganistán, pasando por actos terroristas personales. Ha desplazado su violencia, por otra parte, a otros escenarios; caso del norte de África, donde ha unificado varios grupos en Al Qaeda de las tierras del Magreb Islámico y, más recientemente, en Mali.

En vida de Osama Bin Laden, existían varios niveles de vinculación a Al Qaeda. Por una parte existía la organización central, propiamente dicha, entonces formada por algunas unidades militares, con estructura de brigada, que se integraron en el ejército regular afgano en el último período del régimen talibán. Esta unidad se encontraría prácticamente destruida, salvo algunos pequeños núcleos situados entre Afganistán y Pakistán.

En segundo término, pervive, muy disminuida también, la red internacional de Al Qaeda, integrada por algunas guerrillas operativas en Pakistán, Afganistán, Siria e Irak, y diversas células durmientes distribuidas en algunos otros países; también en Occidente. Mantiene una notable organización, en diversos países del norte de África, la mencionada Al Qaeda de las tierras del Magreb Islámico.

Pero existe otra red de organizaciones, de calado muy diverso, que también están asociadas a Al Qaeda a modo de “franquicia”, operando con un alto grado de autonomía y descentralización: Gamaa al-Islamiya (Egipto), Movimiento Islámico de Uzbekistán, Yemaah Islamiyah (Indonesia, Singapur y Malasia), Kampulan Muyahidin Malaisia (Malasia), Abú Sayef (Filipinas), Ansar al Islam (Líbano), etc.

Sin bien la muerte de Osama Bin Laden supuso a esta “red de redes” un golpe muy duro, sigue disfrutando de un alto grado de autosuficiencia y capacidad de decisión en torno a los objetivos tácticos de la yihad.

Como soporte de tan pluriforme y heterogénea estructura, habrían formado parte de la red distintas organizaciones caritativas, fundaciones, empresas y grupos financieros; siendo perseguidas buenas parte de ellas, a lo largo de estos últimos años, a impulso de Estados Unidos y de Naciones Unidas.

Paradójicamente, aunque ideológicamente enemiga acérrima de la globalización “occidental”, Al Qaeda ha desarrollado una de sus prácticas más perniciosas: el terrorismo global.

 

Hacia una hipótesis sobre la historicidad de los Hermanos Musulmanes

Ciertamente excede las características de un texto como éste: metodología descriptiva y de investigación. Pero era inevitable, al menos, lanzar un interrogante que, con toda seguridad, se harán sus lectores: tras todo lo expuesto, predominando los aspectos históricos y sociológicos, ¿cuáles son los fines últimos de los Hermanos Musulmanes?, ¿qué papel está jugando y pudiera jugar en el futuro?, ¿qué lugar puede ocupar en la Historia?

Del primero de los interrogantes, sus objetivos últimos, ya hemos expuesto algunas ideas evidentes que son incuestionables: su objetivo es la reconstrucción gradual de la Umma; en el Califato o alguna otra modalidad de carácter estatal más acorde a los tiempos actuales. Y ello sin renunciar a una dimensión proselitista que no conoce fronteras.

Las siguientes cuestiones, por la capacitación y especialización que exigen, nos exceden. Por ello nos remitiremos a la larga cita de una autoridad internacional incuestionable, ya citada en numerosas ocasiones en diversos textos publicados en esta revista que nos acoge generosamente, y que proporciona, a nuestro modesto entender, unas claves formidables. Es la que sigue.

«Como en otro tiempo el comunismo, el islamismo quiere hoy establecer con la fuerza la unidad del mundo. Sin embargo, como el fascismo, siente el peligro de una tendencia difundida mundialmente, vista como mala y rechazable, porque amenaza con derrumbar la herencia de la que está orgulloso. Desde su visión no existe la “globalización”, sino una globalización meramente comercial “americana”, hasta “diabólica”. Se puede vincular con la múltiple ofensiva del “tercer mundo”, siendo en cierta medida parte de ella (…). Al modo como la plenitud de los acontecimientos del siglo XX se situó “entre el comunismo y el fascismo” como “columnas” extremas, así podría estar el acaecer del siglo XXI en lo esencial entre la globalización “americana” y la resistencia “revolucionaria-conservadora” del Tercer Mundo, y en especial del mundo Islamico» (Ernst Nolte, El siglo XX entre comunismo y fascismo, en revista Empresas Políticas, año II, Nº 3, 2º semestre 2003, pág. 25; cita recogida del artículo La necesaria historización del siglo XX (2), de Horacio Cagni, Altar Mayor, Nº 152, marzo-abril 2013, pág. 226).

Búsqueda de la unidad del mundo, de carácter religioso-islámico, por tanto; aprovechamiento por parte de esa identidad firme e irrenunciable de los aspectos meramente técnicos de una globalización concebida básicamente como un instrumento de los enemigos del islam. Expansión, por tanto. Pero, también, defensa.

Unas ideas motrices de fondo, que orientarán las decisiones tácticas de sus dirigentes, en el presente y en el futuro, en el contexto ya universal de un mundo en convulsión y cambio cultural sin precedentes dirigido –no sin resistencias- a una sociedad planetaria materialista en la que la condición individual de productor y consumidor proporcionan decisivamente carta de ciudadanía desde unos contra-valores determinados por lo “política-social-cultural y religiosamente correctos”.

 

Algunas conclusiones

Esta mirada panorámica a la presencia, potencialidad y contexto de los Hermanos Musulmanes en la actualidad, nos proporciona algunas claves de un movimiento que propugna una religiosidad radical, desarrolla un notable comunitarismo social por medio de innumerables obras asistenciales, y tiene una gran capacidad de adaptación a condiciones políticas muy diversas; todo ello con la pretensión de asimilar los adelantos tecnológicos de Occidente en el intento de superarle que ya plantearon, hace más de un siglo, los pioneros del reformismo musulmán. Una cofradía islámica socialmente innovadora, políticamente reformista y moralmente radical.

Concluiremos este estudio con la enumeración de unas reflexiones a modo de conclusiones.

1.- Hermanos Musulmanes nace y se nutre del reformismo musulmán suní del siglo XX en Egipto, si bien pronto se difundirá allende sus fronteras; decreciendo, en general, su influencia, en tanto más se aleje territorialmente del núcleo originario.

2.- Es un movimiento socio-religioso, jerárquico, bien estructurado y proselitista; antes que un partido político.

3.- Su naturaleza sociológica e histórica se ajusta mejor al concepto de escuela de pensamiento, incluso de grupo de presión. Por ello, de su entorno han surgido otros liderazgos y grupos, generalmente más radicales; por lo que no pueden descartarse, aunque de momento no se perciban indicios en ese sentido, futuras fracciones.

4.- Su estrategia final persigue la unidad de la comunidad de los creyentes en una Umma restaurada y en ampliación territorial.

5.- Su proselitismo se inicia en el ámbito personal, trasladándose al medio social a través de las mezquitas, dispensarios, obras benéficas y la escuela. Trata de llegar allí donde el Estado no lo hace.

6.- Históricamente aspira, desde el pragmatismo de sus tácticas, alcanzar un statu quo con los gobiernos vigentes: ya de plena legalidad, ya de simple tolerancia. De no conseguirlo, se ha mantenido en la clandestinidad, optando algunas de sus corrientes, en algunos momentos históricos, por la confrontación armada con el poder establecido.

7.- Hermanos Musulmanes persigue prioritariamente, como instrumento táctico, su plena legalidad. De conseguirlo, impulsa, una vez alcanzado cierto arraigo social, la organización de partidos políticos inequívocamente islamistas; incluso incorporando a corrientes más radicales (salafistas) o de base tribal. En otras circunstancias, esos movimientos salafistas, organizados como partidos autónomos, persiguen constituirse en alternativa o en factor de radicalización de los Hermanos Musulmanes. Así sucede en Egipto con los salafistas de Al Nour.

8.- Su presencia en el mundo musulmán es muy irregular, tanto por lo que respecta a su statu quo en los diversos ámbitos nacionales, como por su arraigo social e influencia política.

9.- A los gobiernos actualmente dirigidos por la Hermandad, Egipto y Gaza, se le suman otros muy influenciados por la misma: caso de los de Túnez, Libia y, en cierto modo, Marruecos. Mantienen una presencia política, diversa en sus logros políticos, en Yemen, Argelia, Mauritania y Líbano. Jordania y Siria, en sus muy diversas circunstancias, pueden caer en la órbita de este emergente centro de poder musulmán que irradia desde El Cairo: en competición con el chiismo iraní y sus aliados, el wahabismo de la península arábiga, y la Turquía de Erdogan; si bien todos estos centros de poder islámico, en constante competición y colusión, pueden confluir táctica y estratégicamente. Otros territorios musulmanes se encuentran en fase de redefinición nacional y confesional, incluso de manera muy violenta: Sudán, Nigeria, Irak, Pakistán, Indonesia… Por últimos, existen otros que podríamos calificar como “estados fallidos”: Afganistán, Somalia, ciertos países del Sahel. Todos estos escenarios convulsos serán espacios de competición de los poderes musulmanes ya consolidados en su voluntad de extensión de sus respectivos modelos y áreas de influencia.

10.- La praxis política de los Hermanos Musulmanes suele ser calificada como “moderada”, inspirada no poco en el PJD turco de Erdogan: una “democracia-islámica” análoga, en cierto sentido, a lo que fue la democracia-cristiana. No obstante, los hechos confirman un vaciamiento de los contenidos “democráticos” y una islamización de los ámbitos público y privado; es decir, el proceso inverso al protagonizado por la extinta o transmutada democracia-cristiana.

11.- Su respeto formal por la democracia y el reconocimiento de los derechos humanos, es desmentido por la discriminación creciente de las minorías religiosas, especialmente las cristianas, y de las mujeres. Huelga decir que desconocen, en teoría y práctica, el principio de reciprocidad.

12.- En el resto del mundo no musulmán, la Hermandad se encuentra presente entre las comunidades de emigrantes de confesión islámica, organizándose, especialmente en Occidente, con medios y objetivos en buena medida análogos a los ya descritos: mantenimiento y cultivo de la práctica religiosa de los propios, proselitismo ad extra, consolidación y liderazgo de entidades musulmanas -nacionales, transnacionales y sectoriales- con capacidad de influencia e interlocución con los poderes públicos.

13.- Su empleo de un doble lenguaje, dirigidos a audiencias distintas, de notable ambigüedad en muchos posicionamientos, y de connotaciones dialécticas, incluso -lo que es particularmente característico en figuras como Tariq Ramadán- alimenta la sospecha de la existencia de una “agenda oculta”, tanto en políticas interiores, como exteriores.

14.- Los Hermanos Musulmanes, como los demás reformistas islámicos, incluso el salafismo más radical, asumen los aspectos tecnológicos de la “globalización”, pero rechazando los de carácter socio-cultural y político derivados de la misma. Su encaje en este mundo globalizado es, por tanto, táctico y oportunista.

15.- Su encuentro con la sociedad multicultural de Occidente persigue su implantación en la misma, aprovechándose de las ventajas y fracturas frutos del relativismo moral y cultural característico del discurso imperante “políticamente correcto”, y del laxismo legal que tolera, por motivos dispares según los países en cuestión, “islas musulmanas” y “fueros particulares islámicos”.

16.- El decaimiento religioso de Occidente, cuando no un abierto laicismo anticristiano, facilita el proselitismo de las diversas corrientes musulmanas entre nosotros: mujeres convertidas vía matrimonio, hijos de matrimonios “mixtos” educados en el islam paterno, buscadores e insatisfechos espiritualmente, extremistas políticos desengañados, varones que pretenden recuperar un statu de autoridad y respeto en el seno familiar, el crecimiento biológico de las comunidades emigrantes musulmanas en contraste con el envejecimiento de las autóctonas.

17.- Esa “competición” proselitista no impide, totalmente, cierto “diálogo” interconfesional, que puede alcanzar acuerdos coyunturales en algunos casos: en defensa del matrimonio entre hombre y mujer y en rechazo del denominado “matrimonio homosexual”; defensa de la vida en determinados supuestos; defensa de la libertad religiosa, especialmente referida a la posibilidad de celebración de ceremonias multitudinarias en espacios públicos; enseñanza religiosa en la escuela pública; asistencia religiosa en fuerzas armadas, hospitales, cárceles y residencias de ancianos; etc.

18.- Las comunidades cristianas de Occidente, y la propia Iglesia Católica, se enfrentan a un doble reto. Por un lado, el de la progresiva desaparición -operativa, simbólica y legal- de las “raíces cristianas de Europa” -impulsada desde los actuales “poderes fácticos”- con los efectos de una acelerada disminución en el número de fieles y de la práctica religiosa, extinción de obras materiales, pérdida de su incidencia socio-política, repliegue misionero. Y, por otro, el de la “competencia” proselitista de un islam que se ha beneficiado, en ocasiones, de determinadas prebendas concedidas desde el progresismo laicista universalista al objeto de debilitar a las iglesias cristianas.

19.- En este contexto de un Occidente, antaño cristiano, multicultural, mestizo y en permanente revolución cultural y antropológica, el cristianismo puede encontrarse, en un futuro cercano, en el statu de minoría decreciente, en competición, en unos espacios públicos progresivamente restrictivos, con otra minoría, la islámica en este caso, en expansión; en buena parte también a causa de los prejuicios anticristianos y los complejos histórico-culturales del progresismo universalista.

20.- Así como algunas manifestaciones de lo “políticamente correcto” hoy imperante pueden beneficiar la implantación de los Hermanos Musulmanes y otras corrientes análogas en Occidente, ciertas políticas radicales derivadas del discurso progresista globalizador, especialmente en lo referente a la cohesión tradicional de la familia musulmana y de los roles respectivos en la misma, pueden devenir en serios motivos de enfrentamiento futuro; nos referimos a las nuevas costumbres sociales e imposiciones legales derivadas de la “ingeniería social” y de la “ideología de género” del progresismo social-demócrata universalista. En todo caso, las tácticas de implantación y desarrollo de los Hermanos Musulmanes siempre pasarán por el fortalecimiento de la cohesión familiar y de las comunidades musulmanas; sin olvidar nunca que, independientemente de la coyuntura histórica concreta, su objetivo final es la unidad mundial guiada por el estandarte verde del islam.

 

En un mundo globalizado, políticamente multipolar, y con unos Estados en decaimiento de soberanía en beneficio de los poderes económicos reales, en ocasiones de rostro anónimo, la “internacional” de los hermanos Musulmanes ofrece el orgullo de la identidad, la fuerza de la pertenencia comunitaria, y el poder de su fe.

 

 

 

 

La actualidad día a día de la Hermanad en la red:

http://hermanosmusulmanes.es

Web española especializada en la Hermandad, dirigida por Jorge Fuentelsaz Franganillo y Naomí Ramírez Díaz; dos personalidades de alta formación universitaria, con varios años de residencia, respectivamente, en Egipto y Siria.

http://www.ikhwanweb.com/

Web oficial en inglés de los Hermanos Musulmanes.

 

Altar Mayor, número especial sobre "Las fuentes ocultasdel poder"

Nº 155, septiembre-octubre de 2013

Egipto: esperando a Erdogan

Egipto: esperando a Erdogan

Las revueltas populares que se vienen sucediendo en Túnez, Egipto, Yemen, etc., nos han cogido en Occidente con el paso cambiado: ningún servicio secreto occidental se lo esperaba, ningún observador de prestigio lo anticipó. Europa, encerrada en sí misma. Estados Unidos, con una política exterior progresivamente indefinida y acobardada.

Pero lo que está sucediendo, y lo que vendrá después, es de suma importancia, pues pueden modificar el tablero actual del ajedrez mundial.

Hay que partir de unos hechos objetivos.

1) La extrema juventud de esas poblaciones de cultura árabe y confesión mayoritariamente musulmana.

2) La importancia de las redes sociales y las nuevas tecnologías en el desencadenamiento del estallido social.

3) La debilidad de las organizaciones allí presentes de carácter “liberal”, “laico”, e “izquierdista”.

4) La presencia activa y discreta, en la caridad, las obras sociales, las mezquitas y el tejido social, de importantes organizaciones islamistas; caso de los Hermanos Musulmanes.

5) La mínima simpatía hacia Occidente de las grandes masas musulmanas; si bien deseen su nivel de vida y tecnología.

6) La existencia de modelos islámicos, atractivos y próximos, para esas masas populares: Irán y Turquía.

Pero, ambos modelos musulmanes, ¿son democráticos?

Partamos de dos premisa.

1ª) Para el Islam, Estado, sociedad y religión son realidad única e inseparable. El Corán es copia exacta del libro que Alá guarda consigo y no admite revisión o enmienda alguna. Alá es uno. Todo debe tender a la unidad. El Islam -en definitiva y como afirman desde su fundación los Hermanos Musulmanes- es LA solución.

2ª) Los derechos humanos, nacidos en el seno del Occidente cristiano, son ajenos, en buena medida, a la teología y política islámicas. Lo relevante, para esas sociedades son los derechos y deberes derivados de su pertenencia individual y colectiva a la Umma, o comunidad de los creyentes.

            En consecuencia de ambas premisas, la democracia es una técnica de origen occidental ajena a su teología política, que puede ser instrumental, pero nunca un fin en sí misma.

En el caso iraní la respuesta se impone: se trata de una “pseudodemocracia” tutelada por los Guardianes de la Revolución y el potente clero chiíta. No obstante, dadas las diferencias existentes entre el chiísmo y el sunismo (teológicas, estructuración del clero, expresiones políticas confesionales, tradiciones sociales y culturales, arraigo étnico), siendo el segundo mayoritario en los países de las recientes revueltas, no parece que el modelo iraní sea el referente de estas masas árabes descontentas; por mucho que trate el gobierno iraní de arrimar el ascua a su sardina. Además, su papel en Líbano desde hace décadas, apuntalando descaradamente a los implacables pseudoterroristas de Hizbulá, le ha generado el rechazo mayoritario del sunismo.

El modelo turco ya es otro factor mucho más sólido y a tener en cuenta.

Entre nosotros, un ejemplo entre otros muchos: Lluís Bassets se expresaba al respecto, en modo un tanto contradictorio, en el diario El País el pasado 13 de febrero de 2011 en su artículo titulado Desislamización: “Olivier Roy, uno de los mejores conocedores de la evolución del Islam político, ha explicado en este mismo periódico (5 de febrero) que estas señales se deben a la aparición de una nueva generación postislamista y a la evolución de muchos islamistas hacia la democracia, en la estela de la experiencia turca”.

Decimos que se nos antoja una argumentación contradictoria, pues esas supuestas señales de desislamización, que asegura percibir, ¿cómo van a ser coherentes con un modelo turco que, precisamente, está reislamizando su sociedad desde los poderes el Estado?

Pero no es el único que cree adivinar una futura evolución del mundo musulmán hacia el modelo de Recep Tayyip Erdogan.

En declaraciones efectuadas a RTVE desde Estambul el pasado 8 de febrero, uno de los dirigentes de los propios Hermanos Musulmanes, el doctor Ashraf Abdel Ghaffar, quien fue detenido en 2009 en Egipto y que actualmente vive en Turquía, afirmó entre otras cosas que “Las mejores condiciones y el mejor ejemplo se dan en Turquía. Cuando el AKP (Justicia y Desarrollo, el partido del primer ministro turco Recep Tayip Erdogan) comenzó a gobernar Occidente tenía miedo porque eran islamistas, pero después de ocho años tienen buenas relaciones internacionales y son respetables”. Un mero tacticismo, aparentemente, y no tanto una decisión estratégica.

Miran a Turquía: islamistas, blogeros juveniles, los coptos cristianos con miedo, algunos de los más prestigiosos analistas internacionales, no pocos intelectuales musulmanes de la diáspora musulmana en Europa…

Por su parte, Walid Phares, profesor de Estudios de Oriente Medio, experto en Islam político, la yihad, y asesor en terrorismo internacional del Congreso de Estados Unidos, aseguraba en una entrevista realizada por Miguel Ángel Benedicto el 12 de febrero para Atenea Digital en relación al peso real de los Hermanos Musulmanes que “Tienen poca base social y mucha representación política, justo al revés que los jóvenes que han liderado las revueltas con mucho apoyo social y poca representación a nivel político. Pero los Hermanos Musulmanes son disciplinados, cuentan con la financiación de los petrodólares del Golfo y el respaldo de televisiones como Al Jazeera. El movimiento podría pactar con el gobierno autoritario y así contendría a los jóvenes que iniciaron la revuelta. La Comunidad Internacional debe apoyar a la sociedad civil para evitar que la hermandad secuestre la revolución egipcia. La perestroika egipcia la harán los jóvenes no los Hermanos Musulmanes ni Mubarak”. Y, tras afirmar que la simulación y el engaño forman parte de su ideología, por lo que disponen de una “agenda oculta”, aseguraba finalmente que “El partido de Erdogan en 2002 era neutral pero ha ido dando pequeños pasos, poco a poco, hacia la islamización de la sociedad sin respetar el laicismo, la libertad de expresión o la Constitución secular. No es de extrañar que sea un modelo a seguir para los Hermanos Musulmanes. En política exterior, Erdogan apoyó a Ahmadineyah tras la revolución verde y dijo que el tribunal de la Haya no tenía derecho a juzgar al sudanés Al Bechir cuando le acusaban de genocidio”.

En coherencia con todo ello, y con notable perspicacia estratégica, Erdogan fue uno de los primeros dirigentes musulmanes en pedir la renuncia de Mubarak pocos días después del inicio de la revuelta.

De esta manera, los hechos parecen desmentir, poco a poco, las expectativas occidentales de una democracia de corte occidental, tintado de cierto islamismo superficial, en la Turquía de Erdogan.

Recordemos, por otra parte, la evolución estratégica exterior de Turquía hacia un panturquismo orientado hacia Asia central y las exrepúblicas soviéticas de habla turcómana, acaso en detrimento de su ansiada y tantas veces reclamada integración europea.

Otro termómetro de la verdadera naturaleza de la “democracia turca” es su trato de las minorías religiosas “toleradas” –reducidas en la actualidad a su mínima expresión- no musulmanas; persistiendo, cuando no imponiendo, mayores limitaciones a la presencia de las minorías cristianas y judía en su territorio. No podemos olvidar los no poco frecuentes asesinatos de cristianos allí, entre ellos, el del presidente de la Conferencia Episcopal católica turca, Luigi Padovese, el 3 de junio de 2010. O los atentados contra edificios y personalidades judías.

De hecho, acabamos de tener noticia de una gravísima noticia: el Estado turco ha expropiado terrenos decisivos para la supervivencia de uno de los monasterios más antiguos del mundo, el sirio-ortodoxo de Mor Gabriel, situado en la región de Turabdin, en el sureste de Anatolia. La fundación del monasterio, al sureste de la ciudad de Midyat, en la provincia de Mardin, cercano a la frontera con Siria, se remonta al año 397. Hoy día todavía acoge a una pequeña comunidad compuesta por tres monjes y 14 religiosas, siendo la sede del metropolita Mor Timotheus Samuel Aktas y el centro espiritual/cultural de la cada vez más reducida comunidad sirio-ortodoxa de Turquía y de su diáspora. De hecho, en ese territorio, allá hacia 1960, vivían unos 130.000 sirios, quedando apenas hoy unos pocos miles. Se ha señalado que el problema de fondo, de este nuevo contencioso, es que no existe ninguna comunidad religiosa para la ley turca, al no reconocer el Estado turco a ninguna de ellas personalidad jurídica; una situación totalmente incompatible con la Convención Europea de los Derechos del hombre y las Libertades fundamentales. Superar tales limitaciones exigiría cambios en la Constitución y Código Penal de Turquía; unos cambios que no se vislumbran en modo alguno.

Y traigamos a colación un último factor: la progresiva eliminación del ejército turco como garante del laicismo republicano fundacional, discretamente laminados por Erdogan.

En definitiva, no está nada claro que el modelo turco sea una “vía islámica hacia la democracia” o, por el contrario, una “vía democrática hacia el islamismo”.

Sin duda, Erdogan se está erigiendo en uno de los grandes adalides del mundo musulmán. Su modelo es atractivo; incluso para otros actores aparentemente más radicales, como son los Hermanos Musulmanes. Pero, desde nuestra perspectiva occidental, las dudas y los peores temores, poco a poco, se van confirmando. Y esa tendencia crecerá cuanta mayor sea la debilidad de Occidente, su olvido del pasado, el rechazo de su identidad, su suicidio demográfico. Y su incapacidad en la defensa de los cristianos perseguidos en el mundo musulmán; no pretendamos, aunque lo fuere en buena lógica, la aplicación del principio de reciprocidad.

 

Diario Liberal, 16 de febrero de 2011

 

¿Liberalización o islamización?

¿Liberalización o islamización?

                La extensión de las revueltas populares desde el Túnez de la “revolución de los jazmines” a otros países del entorno, Egipto, Yemen, Argelia, Jordania, Libia…, ha sorprendido, y no poco, a los observadores occidentales.

                La importancia en su génesis de las llamadas “redes sociales” ha azuzado la esperanza en algunos de ellos, de que estas revueltas, genéricamente desarrolladas en contra de unos regímenes corruptos apoyados por Occidente, buscaran una “vía árabe” aperturista a la democracia. E, incluso los más optimistas, han llegado a declarar que acaso se trate, por fin, de la irrupción de la “revolución francesa”, aunque con más de dos siglos de retraso, en el mundo musulmán.

Recordemos que toda oportunidad de elecciones libres ha sido aprovechada por los movimientos islamistas –moderados o radicales- para tratar de conquistar el poder; no en vano, son las fuerzas sociales mejor organizadas y más operativas, mediante obras caritativas, religiosas y formativas entre los más desfavorecidos, es decir, las grandes masas árabes. Por el contrario, las fuerzas liberales a la europea, o laicas de otros signos, apenas tienen implantación más allá de unas pequeñas minorías intelectualizadas. Así, el desarrollo de las elecciones legislativas turcas, argelinas, marroquíes, jordanas, libanesas, etc., a lo largo de los últimos años, si algo nos ha demostrado rotundamente es que el principal sujeto sociopolítico del mundo musulmán es el islamismo; en sus diversas manifestaciones y tácticas: radical o moderado.

Así, en el caso de Egipto, la comisión recién creada por tratar una posible transferencia pacífica del poder está liderada por los ¡Hermanos Musulmanes!, eso sí, acompañados de una coalición de pequeños y minúsculos grupos “a la europea”.

Ciertamente, cada país disfruta de su propia idiosincrasia. El modernizado Túnez tiene poco que ver con Egipto; no digamos ya con un semimedieval Yemen. Pero todos disfrutan de algo decisivo en común: un sustrato cultural fundamentalmente musulmán, omnicomprensivo por tanto, en el que Estado, Sociedad y Religión son inseparables, y un profundo desprecio a Occidente. Entonces, ¿cómo van a reflejarse en Occidente en su intento de renovación política y social? ¿No existen otros modelos más próximos que imitar? Estamos pensando en la Turquía islamista “moderada” de Erdogan y en el Irán posjomeinista.

La extensión de las revueltas, en realidad, son el bosque que impide ver el árbol, más bien diríamos, el cedro: nos referimos a lo acaecido estos días en Líbano.

Su agonía parece no tener fin: una interminable guerra civil iniciada 1975 de “todos contra todos”, la consiguiente ocupación siria, una popular revuelta antisiria iniciada en 2000, diversos asesinatos de opositores durante años, la guerra de Hizbulá contra Israel de 2006, convulsiones políticas constantes…

En las últimas elecciones legislativas, celebradas el 7 de junio de 2009, gracias en buena medida a los votos de la numerosa comunidad libanesa emigrante, la antisiria Alianza 14 de marzo ganó las elecciones. Por el contrario, la encabezada por Hizbulá –la Coalición 8 de marzo- fue derrotada ampliamente.

Hizbullá, el partido-milicia más potente de Líbano -de incuestionable pasado terrorista y así calificado por diversos organismos internacionales- no por ello se dio por vencido. Continuó con su estrategia gradual: consolidación de sus espacios de poder e influencia, especialmente en el sur del país, valle de la Bekaa, llanuras de Baalbek-Hermel y sur de Beirut. Revalorizada por haber derrotado al ejército judío, únicamente tenía que esperar –o forzar- la ocasión más propicia. Y ésta ha llegado con el próximo pronunciamiento del Tribunal Especial para el Líbano (TEL) con sede en Holanda y apoyado por la ONU, que investiga, entre otros perpetrados entre 2005 y 2006, el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri el 14 de febrero de 2005; inadmisibles actos terroristas en los que se adivinaba la sombra de los servicios secretos sirios y del denominado Servicio Especial de Hizbulá.

Gracias a un caprichoso viraje –otro más- del druso Walid Jumblat, que lo ha justificado para “evitar una nueva confrontación sectaria”, la coalición antisiria encabezada por Saad Hariri acaba de perder la jefatura del gobierno que ganó democráticamente; siendo otro multimillonario sunita, Nayib Mikati, quien encabeza el nuevo gobierno, eso sí, con unos apoyos muy distintos a los anteriores. Si bien asegura que pretende representar a todos los libaneses, el apoyo incondicional y nada disimulado de Hizbulá no engaña a nadie.

Ahora Hizbullá tiene casi todo: una milicia más potente que el propio ejército regular libanés, unos territorios en los que ejerce un control absoluto, un imperio mediático de enorme influencia en el mundo musulmán, unos aliados interiores y exteriores fieles, el prestigio de haber derrotado en 2006 al Tsahal judío… y, ahora, el propio gobierno.

Su líder, Hassan Nasralá, hábil político y táctico militar, no tiene prisa. Su estrategia seguirá desarrollándose de manera gradualista: tanto en el interior como de puertas afuera. Así, ahora no le interesa una nueva guerra con Israel: es el momento de ganar la “respetabilidad” internacional.

Pero es incuestionable que desactivará al TEL, amarrará todavía más a sus aliados internos, y consolidará su poder, fundiendo el Estado que ya es ese movimiento con el propio Estado residual libanés. No eludirá las elecciones democráticas en su día, como mera táctica, pero con toda seguridad que ejercitará un control y/o restricción absolutos del voto de los residentes en el extranjero, lo que merced a la emigración de numerosos libaneses, especialmente cristianos, y la presión demográfica chií, le garantizará un éxito electoral seguro con todas las formalidades pseudodemocráticas que lo justificará ante la comunidad internacional.

De esta manera Irán se consolida en la zona transplantando definitivamente su modelo a Líbano, Siria refuerza su papel frente a Israel y, lo que es más importante, se propone a todo el mundo musulmán este modelo sociopolítico basado en la sharia chií, con expresiones moderadas y limitadas de pluralismo político y religioso, en unos tiempos de convulsiones y crisis de los demás modelos árabes.

Pase lo que pase un hecho es seguro: la presencia cristiana en Líbano se reducirá drásticamente en las próximas décadas; perdiendo Oriente Medio una importante riqueza humana y cultural –bimilenaria y anterior a la implantación del Islam- en aras de un proyecto islamista de pretensiones totalitarias.

¿Liberalización o islamización? Con la mirada atrás y la perspectiva de los próximos quinquenios, la respuesta se impone.

 

Diario Liberal, 31 de enero de 2011

Conclusiones del "Taller de realidad", de Fundación Leyre, “Implantación y problemáticas del islam en España”.

Conclusiones del "Taller de realidad", de Fundación Leyre, “Implantación y problemáticas del islam en España”.

El pasado 15 de mayo de 2008 se celebró, en la Fundación Leyre de Pamplona, una nueva sesión de los “Talleres de realidad” dirigida por Fernando Vaquero, escritor y analista.Al igual que en otras ocasiones, presentamos las siguientes conclusiones:

1) En el islam, religión, sociedad y Estado forman una unidad; de modo que la ley civil es la ley religiosa: la sharia, su desarrollo normativo, fue cerrado en el siglo X. Se caracteriza por una triple desigualdad: entre musulmanes y no musulmanes; entre el hombre y la mujer (divorcio, repudio, herencia, matrimonio con no musulmanes, los hijos a cargo del padre, los hijos seguirán la fe del padre, la cuestión del velo, la no coránica mutilación genital femenina); entre el hombre libre y el esclavo (casi por completo desterrada).

2) La diferenciación entre los conceptos de gran yihad (ascesis personal y social) y pequeña yihad (guerra de defensa de la Umma) disfruta de particular fortuna entre los occidentales; pero no entre los propios musulmanes. Una nefasta consecuencia del afán de novedad de los occidentales, de sus complejos y mala conciencia.

3) La mezquita no es una mera iglesia: allí se decide TODA cuestión, del rango que sea, que afecta a la Umma. Por ello, el Estado debe controlar la naturaleza y situación concreta de cada sala de oración musulmana.

4) Modelos de integración de inmigrantes en países culturalmente muy distintos: asimilación (aceptación de la ley y costumbres del país que acoge), multiculturalismo (todas las religiones son análogas y equivalentes, mereciendo el mismo trato), meeting pot (Estados Unidos), identidad enriquecida (base cultural potente y otras culturas que pueden mantener su identidad, sin diluir la primera).

5) En España se viene aplicando de hecho el modelo del multiculturalismo improvisado; tanto con el PP, como con el PSOE.

6) Elementos constitutivos de Europa que deben conocer y aceptar los musulmanes: democracia, pluralismo, libertad religiosa y de conciencia, separación Iglesia/Estado, respeto de los derechos de la persona, igualdad entre hombres y mujeres, rechazo de la violencia como instrumento político.

7) El problema de la educación. Debe garantizarse la libertad religiosa de los musulmanes. Pero un gran problema es el del empleo del árabe, imprescindible en su práctica religiosa, que debe limitarse a su aprendizaje litúrgico; al objeto de evitar la creación de guetos.

8) Cuestiones que ya se están resolviendo: cesión de terrenos y financiación de mezquitas (con las carencias señaladas en el punto 3º), implantación de la normativa de la comidas halal, cementerios musulmanes, ausencias del trabajo por festividades musulmanas (la cuestión del viernes; las 5 oraciones diarias unificadas en 3), efectos civiles del matrimonio islámico (celebrado bajo fórmula religiosa).

9) El islam español es muy plural; tanto por la procedencia étnica y nacional, como por la diversidad de escuelas y obediencias.

10) Son 1.130.000, de los que 33.000 son españoles/as conversos/as. Pero apenas un 10% practica su fe y en torno a un 5% está asociado en entidades musulmanas. Su visibilidad social y mediática, no obstante, es muy superior a su presencia real.

11) La opacidad de muchas comunidades musulmanas dificulta su conocimiento y un efectivo control, de precisarse éste, pudiendo así amparar la creación de focos radicales proclives al terrorismo.

12) Una propuesta política transversal concreta: la reciprocidad; pudiéndose asociar, por ejemplo, las ayudas al desarrollo en países musulmanes con la aplicación en los mismos de los derechos humanos (entre ellos, la libertad religiosa).

13) Como base de diálogo con el islam, Occidente debe partir de la laicidad y la ética de los valores comunes; pero siempre que sea consciente de sus raíces, idiosincrasia y derechos. El diálogo y la convivencia únicamente son creativos desde el cultivo de la propia identidad. Los complejos de inferioridad envalentonan a los radicales. También los inmigrantes necesitan de marcos legales y culturales precisos que impidan, por ejemplo, dobles estatutos jurídicos (el civil europeo y la sharia) que favorezcan de hecho guetos en los que se violen determinados derechos humanos y civiles específicos de la tradición europea y de proyección universal.

Pamplona, 16 de mayo de 2008

Takfir wal Hijra: punta de lanza del yihadismo en Europa.

En un reciente artículo nos aproximamos a la pujante realidad de una de las organizaciones más relevantes del islamismo mundial: los Hermanos Musulmanes. En esta ocasión, lo haremos a una corriente, más radical si cabe, nacida de su entorno, y que disfruta de una singular presencia en España.

 

Recordemos: Hermanos Musulmanes, nacida del genio de Hassan Al Banna hace 80 años como fruto del movimiento reformista musulmán, es una de las organizaciones sunnitas islamistas más relevantes hoy día: en el poder en Palestina de la mano de Hamás; habiendo alcanzado una potente presencia parlamentaria e institucional en Jordania y Egipto; realizando una potente labor proselitista especialmente en el norte de África y Oriente Medio. También afirmábamos que, de su seno, nació otra organización más radical: Takfir wal Hijra (traducido como Excomunión -o Anatema- y Exilio).

 

Se trata de una escuela que se fundó hacia 1975 de la mano del ingeniero egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo radical de Sayed Qutb, segundo líder histórico de Hermanos Musulmanes.

 

Takfir wal Hijra propone abandonar la actual sociedad impía y sustituirla por el modelo practicado hace 10 siglos por los salaf (antepasados, quienes, idealizados, encarnarían el auténtico y primigenio islam). Prohíbe que sus miembros se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Tampoco participan en las mezquitas oficiales, por lo que acuden a las clandestinas en grupos de una docena como máximo de miembros, dirigidos por un emir, a fin de salvaguardar su clandestinidad. Este grupo, nacido inicialmente en Egipto, se extendió por el norte de África y también entre las comunidades musulmanas de Europa, propiciando la creación de auténticas «islas musulmanas» que prefiguran, de alguna manera, la futura sociedad de los salaf. En cualquier caso, se trata de una interpretación notablemente más radical de la corriente de la que inicialmente surgió.

 

Las doctrinas de Takfir wal Hijra, según diversas fuentes, se encuentran en la génesis de, al menos, dos grupos terroristas marroquíes.

 

Asserate Al-Moustakine (El Camino Recto), perpetró hacia el año 2002 dos decenas de asesinatos sectarios en Marruecos, hasta su total desarticulación policial. Habría estado formado, según diversos autores y fuentes periodísticas, por militantes takfiros de procedencia social muy baja y escasa formación teológica, asiduos a mezquitas clandestinas de barriadas populares de las grandes ciudades marroquíes.

 

El segundo grupo terrorista, de credo takfir, sería el hoy día más conocido de todos ellos: el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), directamente implicado en los atentados de Casablanca y, presumiblemente, en el del 11-M en Madrid.

 

No está del todo aclarada su génesis. Para unos sería fruto de la experiencia yihadista afgana. Para otros, un producto directo, aunque acaso no orgánico, de la escuela tafkir. Incluso se ha afirmado que tal grupo habría sido muy infiltrado por determinados servicios de información estatales marroquíes. En cualquier caso, ha sido la manifestación más mortífera del yihadismo del país vecino y seguro partícipe de las tramas diseñadas (Al Qaeda concebida como red de redes) por Osama Ben Laden.

 

Un dato importante: Richard Labévière, redactor jefe de Radio France International, ha afirmado en su obra La trastienda del terror (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2004), que la mayoría de implicados en los atentados del 11-M en España participaban del credo tafkir.

 

También algunos autores españoles han insistido en la importancia del credo tafkir en la configuración del terrorismo islámico: es el caso de Javier Jordán (Profetas del miedo, EUNSA, Pamplona, 2004), y Gustavo De Arístegui (El islamismo contra el Islam, Ediciones B, Barcelona, 2004).

 

El GICM constituye un sorprendente fenómeno terrorista, pues fue desarticulado completamente en Marruecos a resultas de los atentados que perpetró en Casablanca el 16 de mayo de 2003: 14 suicidas provocaron la muerte de 45 personas y heridas a más de 60, en la que fue su primera y, prácticamente única, acción allí consumada. Esta circunstancia, además, contribuyó a frenar el crecimiento del ascendente Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD), de tendencia islamista/nacionalista-conservador; pues éste limitó su presencia electoral a un tercio de circunscripciones electorales al objeto de no alarmar a los «poderes fácticos», en un ejercicio de autocontención y realismo. Todo ello alimentó cierta leyenda en torno a su posible infiltración externa con un carácter provocador.

 

En cualquier caso, al parecer, sobrevivió cierta estructura del GICM en Europa, que serviría, solapándose de diversas redes puramente delictivas (dedicadas al tráfico de drogas, dinero, personas, etc.), de base para los atentados del 11-M en Madrid. Pero también estaría desempeñando otras funciones: captación de combatientes para la yihad en Irak (más de 80 sólo en España), diversas tareas de aprovisionamiento, financiación, base de descanso, etc.

 

El pasado 19 de diciembre de 2005, el periodista navarro José María Irujo publicó en el diario El País un extenso reportaje en torno a la naturaleza y presencia en España del grupo Takfir wal Hijra. De ese extenso texto destacaremos especialmente dos datos: la reciente apertura de 6 de sus mezquitas (4 en Barcelona y 2 en Valencia); así como su convicción, coincidente con la de Richard Labévière, de que la mayor parte de los autores de los atentados del 11-M compartían ese credo. Irujo afirmaba, por último, que informes de los servicios secretos franceses, a los que había tenido acceso, definen al grupo, nada menos, que como «el núcleo logístico de la mayoría de los grupos terroristas islamistas que actúan en Europa».

 

Todo ello constituye una compleja constelación humana, de grupos religiosos y políticos vinculados a redes de muy diversa naturaleza, de sinuosos perfiles, a la que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estados, los Servicios de Inteligencia, y los Jueces, deberán seguir, en todo caso, muy de cerca.

 

Páginas Digital, 15 de marzo de 2006

Hermanos Musulmanes: primera línea del islamismo.

Breve aproximación a uno de los principales actores de la reislamización experimentada en diversos países musulmanes: los Hermanos Musulmanes.

 

El movimiento de los Hermanos Musulmanes fue fundado en 1928 por el egipcio Hassan Al Banna (1906–1949). Se trata de una organización muy estructurada y proselitista a cuyo entender la umma (Comunidad de los Creyentes) es una sola nación que debe retornar a las enseñanzas originales del islam si quiere recuperar su pasada y perdida grandeza. Considera que el islam contiene un completo repertorio de soluciones a los grandes problemas de toda época. Y afirma que, para la aplicación de su programa, es inevitable una revolución política. Desde tales premisas, Hermanos Musulmanes entronca en el moderno movimiento reformista islamista que, como una joven rama de la más antigua corriente salafita (de salaf, grandes antepasados), se entrelaza con otros movimientos fundamentalistas e integristas, como el wahabita saudí. Todos ellos pretenden conciliar una fidelidad absoluta al islam con el reto de la modernización industrial y tecnológica. Muerto Hassan Al Banna, le sucede Sayed Qutb, ahorcado en 1966 por subversión. Transcurridas casi 8 décadas desde su fundación, ¿cuál es su influencia? Para conocerla, nos aproximaremos, muy brevemente, a su realidad en algunos de los países musulmanes más próximos a España.

 

En su Egipto natal han sufrido diversas vicisitudes, generalmente en abierto enfrentamiento con el gobierno. No obstante, puede afirmarse que, hoy día, mantiene las mejores relaciones con el poder de toda su historia; no en vano constituye el principal grupo opositor parlamentario al gobernante Partido Nacional Democrático. Aunque no es una organización legal, está tolerada, desarrollando actividades políticas como independientes y una amplia labor caritativa, social y proselitista.

 

El principal movimiento islamista palestino, Hamas ­(acrónimo en árabe de Movimiento para la Resistencia Islámica­), fue fundado el 14 de diciembre de 1987, al poco del estallido de la Primera Intifada, por obra de militantes de Hermanos Musulmanes. Con el estallido de la Segunda Intifada (septiembre de 2000), Hamas se convierte en el mayor enemigo de Israel, pues las Brigadas Ezzedine al-Qassam, su brazo armado, perpetraron la mayor parte de los atentados suicidas sufridos por el Estado judío. El pasado 25 de enero de 2006 Hamas dará el campanazo, ganando las elecciones legislativas. Palestina, de esta manera, se convierte en estandarte y escaparate del islamismo.

 

Jordania es el país donde la presencia pública, parlamentaria e institucional, de los Hermanos Musulmanes es más acusada, después de Palestina. El triunfo electoral de Hamas llevó a las calles jordanas a decenas de miles de eufóricos manifestantes, flanqueados por miles de banderas verdes que representaban dos sables cruzados, el Corán, y su versículo 8,60 (orden de armarse): la bandera de la hermandad. Celebraban, por tanto, la victoria de sus correligionarios. Fue un antiguo militante jordano de esta organización, Abdullah Azzam, quien fundó la llamada Oficina de Servicios Afgana (MAK), antecedente inmediato de Al Qaeda. Con anterioridad había sido profesor de estudios islámicos en la Universidad saudí Rey Abdulaziz al igual que Mohamed Qutb, hermano del segundo gran dirigente de Hermanos Musulmanes. Y ambos fueron profesores de un entonces desconocido estudiante de ciencias económicas y de gestión: un tal Osama Ben Laden (¿les suena?).

 

Fuertes en Siria, han protagonizado sangrientos enfrentamientos con el régimen del partido Baas («renacimiento», de ideología socialista, laico, panárabe, fundado por el cristiano Michel Aflaq), quien los mantiene en la más estricta clandestinidad bajo un durísimo control policial.

 

Las autoridades libias liberaron el jueves 2 de marzo de 2006 a 84 prisioneros de los Hermanos Musulmanes, organización allí prohibida, quienes permanecían detenidos desde finales de los años 90. Todavía en la clandestinidad, es la principal organización fundamentalista en un país todavía nominalmente socialista y laico.

 

También se encuentran presentes en Turquía, polémico candidato a la Unión Europea, donde cuentan con una extensa y consolidada organización que mantiene ciertas relaciones con el primer ministro, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan, en el gobierno de la mano de su Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD).

 

Ya en los años 30 del pasado siglo, cientos de jóvenes musulmanes bosnios se trasladaron a Egipto para realizar sus estudios universitarios. Muchos regresaron teñidos de las ideas de los Hermanos Musulmanes, dando lugar a la organización Jóvenes Musulmanes, cuyo influjo llega hasta hoy mismo, habiendo sobrevivido a la ocupación alemana, al comunismo de Tito, y catapultando al poder a uno de sus militantes más experimentados: Alia Izetbegovic, quien llegó a la presidencia de la república bosnia de la mano del gobernante Partido de Acción Democrática (SDA).

 

Otras organizaciones más o menos potentes de Hermanos Musulmanes se encuentran en todos los demás países musulmanes del área: Sudán (donde llegaron a protagonizar un intento de golpe de Estado), Marruecos, Argelia, Líbano…

 

De los Hermanos Musulmanes nació otra corriente más radical, si cabe. Nos referimos a Takfir wal Hijra (Excomunión y exilio). A este grupo, extendido por el norte de África y también entre las comunidades musulmanas de Europa, le dedicaremos, si Dios quiere, un próximo texto; no en vano, según diversas fuentes, la mayoría de integrantes del principal grupo terrorista de nuestro «vecino del sur», el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), han sido -o todavía lo son- de credo takfir.

 

Este breve repaso a la presencia y potencialidad, de los Hermanos Musulmanes en la actualidad, nos proporciona algunas claves de un movimiento que propugna una religiosidad extrema islamista, practica una notable capacidad de oportunismo político si se les tolera, y desarrolla un notable comunitarismo social por medio de innumerables obras asistenciales; todo ello con la pretensión de asimilar los adelantos tecnológicos de Occidente en un intento de superarle. Una respuesta islamista a la modernidad.

 

 

Páginas Digital, 8 de marzo de 2006

Analogías y diferencias entre los islamismos radicales de Marruecos y Argelia.

Según veíamos en un texto anterior, el concepto salafiya yihadia comprende a los diversos grupos terroristas originarios de Marruecos que, aleccionados desde dispares escuelas teológicas islamistas radicales, siguen la estela yihadista de Osama Ben Laden. Su gran vecino y rival, Argelia, también generó un fenómeno análogo al citado, pero mucho más cruento, al amparo de los sectores terroristas procedentes del ilegalizado y disuelto, en 1992, Frente Islámico de Salvación.

 

Yihadismo made in Marruecos.
                En una ocasión anterior exponíamos la variedad genética del plural yihadismo marroquí, cuyo alcance real eclosionó dramáticamente con motivo de los atentados de Casablanca y, especialmente, del 11–M en Madrid: nos referimos al texto “Salafiya yihadia: terrorismo islamista made in Marruecos”, publicado en la revista digital Arbil, número 99, correspondiente al mes de noviembre de 2005.
                Concluíamos, en el mismo, afirmando que el islamismo marroquí es fruto, contradictorio en ocasiones, de la recepción de diversas escuelas teológicas musulmanas: la propiamente autóctona (de base muy popular y en buena medida alimentada por las prácticas sufíes), el wahabismo de impronta saudí, y la influencia de los Hermanos Musulmanes originarios de Egipto. Sumémosle a todo ello, por último, la experiencia personal de cientos de combatientes marroquís participantes en la yihad afgana.
                Este heterogéneo islamismo marroquí, bastante radical en sus formulaciones teológicas y, en ocasiones, también en las sociopolíticas, es poliédrico igualmente en sus expresiones públicas: un importante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) islamista -tácticamente moderado-, una enmarañada constelación terrorista, una pléyade de asociaciones sociorreligiosas de todo tipo, y un movimiento socioespiritual autóctono de enorme activismo asistencial (Justicia y Espiritualidad).
                También concluíamos que, pese a nuestra vecindad y a la existencia de una compleja historia en parte común, en España desconocemos buena parte de la realidad social de Marruecos; si bien determinados autores y editoriales vienen realizando un importante esfuerzo para acercar, al lector español, algunas de sus manifestaciones más relevantes.
                El otro gran país del Magreb es Argelia, nación que también cuenta en España con un importante contingente inmigrante y cuya historia, aunque no de manera tan tupida, también ha mantenido relevantes conexiones con la nuestra.
                Marruecos sigue siendo una monarquía autocrática con ropajes democráticos, con una sociedad crecientemente islamizada, manteniendo el monarca su relevante papel de “Comendador de los creyentes”. País en vías de desarrollo, con una población joven impulsada a la emigración, ha logrado en buena medida amortiguar y canalizar sus contradicciones internas, pese a esporádicas -y más bien excepcionales- expresiones de violencia terrorista.
                Argelia, por su parte, sigue siendo una república heredera de la experiencia de la “liberación”, tutelada por el potente Ejército Nacional, que todavía no ha logrado sacudirse completamente de las secuelas de la sangrienta guerra civil que enfrentó a islamistas radicales y el heterogéneo “bloque republicano-democrático”.
                Aparentemente, los modelos políticos marroquí y argelino, y sus respectivas bases y experiencias, son muy distintas; pero, más allá de las mismas, ¿podemos encontrar algunos paralelismos, acaso también expresivos de las tendencias mundiales del islam actual? Intentémoslo.

 

Analogías existentes entre los islamismos marroquí-argelino.

 

1) Pertenencia común de ambas tradiciones religiosas autóctonas a la escuela sunnita malikí.
A mediados del siglo IX, entre los sunníes, ya consumada la fractura chiíta, surgieron cuatro corrientes interpretativas que cristalizaron en otras tantas escuelas jurídicas todavía plenamente vigentes: la hanafí (de Abu Hanifa, la más liberal), la malikí (de Malik), la xafeití (de Chaffi, especialmente vigorosa en Egipto), y la hanbalí (originada en Bagdad, la más rigurosa y de la que nacerá el hoy relevante wahabismo saudí).
                Es la escuela malikí la que prevalece en todo el Magreb hasta hoy mismo, siendo escasos los seguidores de las otras escuelas sunnitas. Los chiítas, que también existen, lo son en número muy escaso.

 

2) Dependencia de la vida religiosa nacional del poder político.
                El monarca marroquí, además de su evidente y natural papel político y económico, cumple otro relevante rol: “Comendador de los creyentes”. El hecho de constituir cabeza y árbitro del islam nacional ha supuesto una interrelación muy estrecha y compleja entre ambos; especialmente cuestionada por Abdessalam Yassine, fundador del omnipresente movimiento Justicia y Espiritualidad.
                En Argelia también existió durante décadas una estrecha relación entre el poder político encarnado por el Frente de Liberación Nacional (FLN), artífice de la independencia, partido único orientado tácticamente a Moscú en los años de la guerra fría, y la vida religiosa islámica. No obstante, esta dependencia, o supervisión desde el poder, siempre fue cuestionada desde el islam argelino, acusando incluso al FLN de traicionar a una base musulmana que le apoyó en su lucha por la independencia, movilizada más por sus creencias religiosas que no por un proyecto socialista y laicista, según los críticos islamistas. Esa dependencia sigue perviviendo hoy día. No deja de ser interesante, por ejemplo, destacar que la primera gran medida adoptada por el poder político para eliminar al entonces amenazador Frente Islámico de Salvación, en 1992, fuera el control de la orientación de los sermones de los imanes y la asistencia a las mezquitas de toda Argelia…

 

3) Común cristalización moderna de la religiosidad tradicional autóctona en dos grandes tendencias: las históricas cofradías sufíes, por una parte, y los movimientos de vocación transformadora sociopolítica, por otra.
                La religiosidad marroquí popular no puede entenderse sin el fenómeno sufí: numerosas cofradías y variadas prácticas religiosas, como las peregrinaciones a las tumbas de santones, consideradas por los radicales como heterodoxas y supersticiosas, tiñen Marruecos al igual que Argelia. No obstante, debe destacarse otro factor específicamente argelino: la peculiar religiosidad musulmano-bereber, tan tolerante que incluso ha aceptado popularmente, sin grandes reservas, prácticas prohibidas por el islam, como es el consumo de alcohol; faceta exaltada por la multicultural y popular música bereber raï que tanto furor ha causado en sectores progresistas europeos.
Marruecos ha destilado otro producto religioso: el movimiento Al Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad), fundado en 1987 por el mencionado Abdessalam Yassine. Esta compleja realidad, que no participa en política directamente y que cuestiona las bases teológicas de la monarquía marroquí, intenta conciliar la tradicional religiosidad nacional con el impacto de la modernidad en el contexto del movimiento reformista islámico mundial, de modo que bien puede enmarcarse en el plural fenómeno del islamismo mundial.
Por lo que se refiere a Argelia, además de la particular incidencia social de las cofradías sufíes y de la relativa heterodoxia de amplias capas sociales bereberes, también ha generado una corriente en la que bien podrían encontrarse buena parte de las características que antes hemos señalado para el movimiento de Yassine: el movimiento Djez´ara, o argelianista, que podríamos caracterizarlo como la vía específicamente argelina al islam universal. Debemos remarcar, no obstante, su vocación estrictamente política, lo que le llevó desde sus orígenes a organizarse de forma bastante secreta, en pequeño número, y con una marcada voluntad intervencionista; lo que le llevó a embarcarse con entusiasmo en la aventura del Frente Islámico de Salvación y, a algunos de sus más radicales militantes, a la práctica terrorista posterior a su ilegalización y disolución. Encontramos sus raíces como organización en 1966, cuando varios islamistas se organizan en torno al jeque Hachemi Tidjani. Otra personalidad que les influirá será Malek Bennabi, intelectual empeñado en la conciliación entre el islam y la Ciencia.
El movimiento argelianista considera que hay que volver al impulso inicial de la lucha anticolonial, que habría traicionado, según su criterio, el FLN desde 1962. Es decir, propugna el retorno a las genuinas fuentes musulmanas frente a un poder político ilegítimo y antimusulmán. Una peculiar fusión entre nacionalismo e islamismo que busca engarzar con la modernidad desde la discutida identidad argelina.

 

4) Progresiva recepción de pujantes de dos grandes corrientes teológicas foráneas: el wahabismo saudí y los Hermanos Musulmanes.
                En el caso marroquí, fueron las propias autoridades gubernamentales las que, con motivo de una reforma académica desarrollada en 1982, reclamaron docentes de religión islámica del extranjero, abriendo así a Marruecos al wahabismo saudí y a los seguidores de los Hermanos Musulmanes.
                En Argelia, en su caso, ambas corrientes penetraron por otras vías: especialmente por la de la financiación de nuevas mezquitas, en el caso wahabita, y por el característico proselitismo militante de los Hermanos Musulmanes.
De los Hermanos Musulmanes nació una expresión más radical: Takfir wal Hijra (“Excomunión y exilio”), corriente fundada hacia 1975 por el egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo a su vez del radical Hermano Musulmán Sayed Qutb. Según veíamos en el texto inicialmente mencionado dada su presencia entre los radicales marroquís, propugnan abandonar la actual sociedad descreída, prohibiendo a sus seguidores en consecuencia que se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Acuden a mezquitas clandestinas en grupos de una docena de miembros, dirigidas por un emir, para mantener cierto nivel de clandestinidad. Al igual que a Marruecos, también llegó a Argelia, participando activamente en las primeras acciones terroristas del Grupo Islámico Armado (GIA) y en los intentos de federación de todos los grupos islamistas radicales en el Ejército Islámico de Salvación (EIS); si bien ambos grupos terroristas colisionaron violentamente hasta la disolución del EIS, perviviendo el brutal GIA. También cuenta con seguidores entre los emigrantes argelinos, marroquís, y de otras nacionalidades, establecidos en Europa.

 

5) El impacto de la experiencia afgana.
                Procedentes de Argelia participaron varios cientos de combatientes en la yihad afgana. Los que regresaron, lo hicieron marcados, identificándose incluso por su atuendo físico: largas barbas, pantalones tipo bombacho y cabeza cubierta con un casquete de encaje. Participaron, igualmente, de manera muy activa y decidida en las primeras acciones terroristas desencadenadas desde el radicalismo islamista una vez ilegalizado el FIS. Influidos especialmente por el wahabismo, contribuyeron al nacimiento del grupo terrorista argelino más radical que todavía sobrevive, tanto en su original solar patrio como en Europa: la escisión del GIA conocida como Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).

 

6) El salto al terrorismo.
                El implacable golpe dado desde el poder establecido en Argelia, a las pretensiones del FIS, impulsó al terrorismo, ya urbano o rural, a numerosos grupos radicales, pertenecientes a todas las corrientes mencionadas: salafistas (wahabitas), takfiros, djez´aristas, afganos… Buena parte de ellos confluirían en el Ejército Islámico de Salvación, que terminaría abandonando las armas, especialmente en el más radical Grupo Islámico Armado, y en el que todavía hoy recoge la antorcha de todos ellos, en su versión más extrema y en supuesta coordinación con Al Qaeda: el mencionado Grupo Salafista para la Predicación y el Combate.
                Marruecos también ha conocido explosiones terroristas, pero que bien pueden calificarse de aisladas, sin responder a una mínimamente elaborada estrategia de lucha por el poder. Incluso se ha expresado, en determinados medios de comunicación, la posibilidad de que algún grupo haya sido manipulado por los servicios secretos estatales con la finalidad de asustar a la sociedad marroquí y frenar el ascenso islamista del PJD… No obstante, el papel jugado por el misterioso Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), ha sido excepcional; si bien es mucho lo que queda por desvelar de su realidad, alcance y conexiones.

 

7) Un gran partido islamista.
                Los primeros en organizarse con relevancia –aunque partidos islamistas existían con anterioridad pero sin apenas calado- fueron los argelinos en torno al Frente Islámico de Salvación, fundado oficialmente el 10 de marzo de 1989 en la mezquita Ben-Badis de Kub y legalizado a finales del mismo año; y en el que confluyeron la mayor parte de corrientes y escuelas islamistas, si bien siempre existió en su seno una lucha por el poder entre djez´aristas y salafistas. El 19 de marzo de 1992, ilegalizado para evitar una previsible aplastante victoria electoral, con la mayor parte de sus dirigentes encarcelados o en el exilio, sufriendo miles de detenciones, y encontrándose en la clandestinidad otros muchos, se disuelve; dando paso al terrorismo que asoló a Argelia ferozmente.
No obstante, existen en Argelia otros dos partidos islamistas, algo más moderados que lo que encarnó en su día el FIS, que sumando sus fuerzas conforman hoy día el segundo bloque en votos por detrás de la oficialista Agrupación Nacional Democrática (en el poder), y bastante por encima del grupo de partidos “laicos” (el Frente de Fuerzas Socialistas, los bereberes de la Agrupación por la Cultura y la Democracia, los ex-comunistas del  ETTAHADI…). Es el caso del Movimiento Social por la Paz (MSP), denominado anteriormente Hamas (o Movimiento por la Sociedad Islámica). Fundado en 1990 por Mahfud Nahnah, está muy próximo a la corriente de los Hermanos Musulmanes. Representa un cierto islamismo legalista y conservador, habiendo pactado con el actual partido gubernamental, la AND; lo que le ha proporcionado algunas carteras y secretarías de Estado.
El segundo partido islamista legal es el Movimiento de Renacimiento (Nahda). Fundado en 1988, es legalizado en 1990. Se encuentra más próximo al MSP que al disuelto FIS. No obstante, propugna el establecimiento de un estado islámico que aplique integralmente la ley islámica.
El islamismo marroquí se organiza, políticamente con eficacia, algunos años más tarde que en el caso argelino; con la característica de moverse tácticamente con mucha moderación, llegando así a presentar un número muy limitado de candidaturas al objeto de no asustar al poder monárquico-militar y prevenir una situación “a la argelina”. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que así se llama y cuyo modelo parece ser su homónimo turco liderado por el primer ministro Recep Tayyip Erdogan (Adalet ve Kalkinma Partisi, AKP), para muchos ya sería, tal vez, la primera fuerza política nacional. Afirma aceptar el juego democrático, rechazando el calificativo de islamista, pero reconociendo evidentes y naturales bases musulmanas. No es un partido homogéneo, pues aunque fundado por un antiguo ministro de Hassan II, coexisten en su seno varias tendencias, incluída una radical, propiamente islamista: el Movimiento de la Unificación y la Reforma (MUR). Tampoco cuestiona la figura del monarca; diferenciándose así de la postura de Abdessalam Yassine. Podría calificarse, tal vez, de partido conservador y nacionalista, más que propiamente islamista radical. El tiempo nos aclarará su verdadera naturaleza.

 

8) La extensión islamista entre los emigrantes en Europa.
                Tanto entre los jóvenes emigrantes, como en hijos de la segunda, e incluso tercera generación, es indudable que los yihadistas del Magreb han sabido captar numerosas voluntades para su causa; logrando moverse como pez en el agua en el seno de sus cerradas comunidades nacionales esparcidas por toda Europa, especialmente en Francia, España, Bélgica e Italia. Las conexiones internacionales del GIA, el GSPC y el GICM, han desvelado, merced la represión policial y la cooperación judicial europea, importantes redes de apoyo (financiación, adquisición de armas, acogida de perseguidos, traslado de combatientes suicidas a Irak) y una callada actividad; fruto de una relevante labor de captación de militantes discretos y entregados a la causa.

 

Reflexiones finales.
                Son muy relevantes, pues, las analogías y paralelismos existentes entre el islamismo marroquí y el argelino, más allá de sus evidentes diferencias derivadas de sus particulares circunstancias históricas.
Desde la perspectiva islamista radical, yihadista o no, la lucha por el triunfo del verdadero islam y por la universalización de una idealizada umma (comunidad de los creyentes), por tanto, ya no es una pretensión únicamente que afecte a amplios sectores de las sociedades marroquí y argelina: se trata de un problema que alcanza de lleno, por su proximidad geográfica y la presencia de numerosas comunidades inmigrantes de allí procedentes, a la envejecida, relativista, confusamente multiculturalista y decaída Europa.

 

 

Bibliografía consultada y recomendada.

 

-          Blanco, Antonio, del Águila, Rafael y Sabucedo, J.M. (eds), Madrid 11-m: un análisis del mal y sus consecuencias, Trotta, Madrid, 2005.
-          Clarque, Richard A. (dir.), Cómo derrotar a los yihadistas. Un plan de acción, Taurus, Madrid, 2005.
-          De Arístegui, La Yihad en España. La obsesión por reconquistar Al-Ándalus, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005.
--- El islamismo contra el Islam. Ediciones B, Barcelona, 2004.
-          Dershowitz, Alan M, ¿Por qué aumenta el terrorismo? Para comprender la amenaza y responder al desafío, Encuentro, Madrid, 2004.
-          Djaït, Hichem, Europa y el islam, Libertarias, Madrid, 1990.
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Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 101, enero de 2006

Salafiya yihadia: terrorismo islamista made in Marruecos.

Salafiya yihadia no es una entidad terrorista: es la denominación, traducida como “salafismo combatiente”, que agrupa a varios grupos originarios de Marruecos, aleccionados desde dispares escuelas teológicas islamistas radicales, que siguen la estela yihadista de Osama Ben Laden.

 

Introducción.
         Durante décadas se había considerado a nuestro vecino del sur, Marruecos, como un territorio inmune al yihadismo terrorista que eclosionaba en otros espacios geográficos musulmanes y, también, fuera del mismo.
Los atentados de Casablanca del 16 de mayo de 2003 (14 terroristas suicidas provocan la muerte de 45 personas y heridas en más de 60 en diversos atentados) y del 11-M de 2004, en España, nos han despertado abruptamente del sueño: la mayoría de sus autores eran marroquíes de procedencia social y de formación profesional e intelectual muy dispares.
         Si se tenía una percepción tan errónea de esa realidad tan cercana, pero a pesar de ello tan desconocida, dos razones alegadas generalmente pudieran explicarlo: el siempre relevante rol jugado por los sucesivos monarcas marroquíes (cuya naturaleza de Comendador de los Creyentes, Emir al-Muminin, parecía controlar a priori la situación religiosa nacional), y la orientación del tradicional islam marroquí, con fama de ser más abierto y tolerante que el de otras latitudes y especialmente teñido en sus expresiones populares por las prácticas sufíes tan admiradas por la decadente New Age occidental.
         Pero tales factores deben ser contemplados desde su dinámica real, no desde una fotografía fija y plana; lo que permitiría, acaso, descubrir bajo la superficie de las apariencias, una realidad compleja y vivaz.

 

Hassan II y la reislamización marroquí.
         Hassan II jugó inteligentemente muchas y diversas bazas políticas a lo largo de su reinado. Así, por ejemplo, en el plano interno potenció la presencia de grupos islamistas en las universidades al objeto de frenar a los entonces pujantes grupos de la extrema izquierda marxista-leninista; hoy prácticamente desaparecidos por completo. Por otra parte, trató de dividir al islam marroquí importando, especialmente desde la irrupción del rebelde Abdessalam Yassine, docentes extranjeros de religión islámica. De esta manera, el islam nacional sería contrarrestado por otras escuelas islámicas, lo que, en última instancia, reforzaría la carga de legitimidad religiosa del monarca.
         El antecedente más relevante del actual islamismo político lo encontramos en una formación menor, fundada en 1969 de la mano, entre otros, de Abdelkrim Mouti: Chabiba Islamiya (Juventud Islámica), cuya principal finalidad era la de contrarrestar a la extrema izquierda, muy activa por entonces en Marruecos. Se fragmentó posteriormente en varios grupos, alguno de los cuales practicó el terrorismo. Los más moderados confluyeron en 1997, con otras formaciones, en el emergente Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), fundado inicialmente por un antiguo hombre del régimen, Adbelkrim El Khatib.
         En 1982, de la mano de Azzedine El Araqui, un ministro del gobernante Istiqlal (Partido de la Independencia, nacionalista conservador), se eliminó buena parte de la enseñanza de Filosofía en sus diversos niveles académicos, a la vez que se introdujeron numerosos Departamentos de Estudios Islámicos en su lugar. Existiendo una notable carencia de profesorado preparado, se contrataron docentes procedentes fundamentalmente de Arabia Saudita (formados en el wahabismo) y de Egipto (en línea con los Hermanos Musulmanes).
         Pero tales medidas produjeron, años después, efectos no deseados. Por una parte no fue posible frenar la reislamización marroquí liderado por Yassine y su movimiento Justicia y Espiritualidad. Por otra parte, los islamistas, desplazando a los marxistas, ocuparon las universidades, siendo su influjo decisivo tanto en el alumnado como en los cuadros docentes. Y ahí siguen.
El sufismo, de tanta influencia en el islam popular marroquí, no es una tendencia política. Espiritualista y tradicional, propone al musulmán una experiencia personal religiosa; llegándose, incluso, a un discutido misticismo sufí. Sus posturas políticas, cuando las tienen, son generalmente conservadoras, pero sin propugnar alternativas concretas. En época colonial, muchos sufíes encabezaron la resistencia frente a las respectivas potencias europeas. Marruecos fue un claro ejemplo de ello.
Este fenómeno de la reislamización de la sociedad marroquí, especialmente perceptible en sus manifestaciones públicas, fue paralelo al inicio del influjo de las doctrinas impartidas por algunos predicadores particularmente radicales, tanto de las corrientes autóctonas, como de las “importadas”: el wahabismo saudí y el de algunas manifestaciones extremas cocidas en el entorno de los Hermanos Musulmanes.
Por otra parte, posteriormente, la guerra de Afganistán supuso la oportunidad para que varios cientos de marroquíes se implicaran directamente en la yihad frente a rusos y afganos comunistas ateos. Algunos también participarían en Bosnia y, posteriormente, en Chechenia. Los supervivientes, en su mayoría, regresaron a Marruecos. No menos de 400 de tales excombatientes se encuentran en libertad y en paradero desconocido; según diversas fuentes. Y cerca de 30 de ellos estarían encarcelados, todavía, en Guantánamo. Esa es la conexión que explica la existencia de células yihadistas de alguna manera vinculadas a la novedosa constelación terrorista de Al Qaeda; si bien otros adeptos pudieron ser reclutados posteriormente incluso en Europa.

 

Justicia y Espiritualidad.
         El movimiento islamista Al Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad) fue fundado en 1987 por Abdessalam Yassine, habiendo permanecido encarcelado o en arresto domiciliario durante casi tres décadas; si bien inició sus actividades públicas ya en 1973. Su hija, Nadia Yassine, es el rostro amable del movimiento, prodigando entrevistas a medios de comunicación de todo el mundo, en las que expone sin tapujos sus pretensiones: islamización de la sociedad, modernización y justicia social, eliminación del papel religioso del monarca, etc. Aunque ilegal, disfruta de bastante tolerancia, controlando según expertos, varios cientos de asociaciones sociales de todo tipo. No se trata de un movimiento propiamente político, empeñándose ante todo en labores sociales de islamización de la sociedad mediante su presencia en mezquitas, dispensarios, obras caritativas, asociaciones universitarias, etc. Afirman rechazar cualquier tipo de terrorismo, asegurando que los yihadistas no son buenos musulmanes. En cualquier caso, la reislamización de la sociedad marroquí sería incomprensible sin el activo papel de este movimiento polifacético y eminentemente popular.
         Otro movimiento que también jugó, por aquellos años, un papel relevante en la islamización marroquí fue Jamaat Addawa Wa Attablich (Sociedad para la Propagación y la Predicación del Islam), fundada por el paquistaní Mohamed Ilias, de línea igualmente islamista.

 

Hermanos Musulmanes y takfiros.
El movimiento de los Hermanos Musulmanes, fundado por el egipcio Hassan Al Banna (1906–1949), es una organización muy estructurada y activista, que arraigó inicialmente en Egipto; pero también en Siria, Palestina y otros países musulmanes. A su entender, la Umma (Comunidad de los Creyentes) es una sola nación que debe retornar a las enseñanzas originales del islam si quiere recuperar su grandeza. A su muerte le sucedió Sayed Qutb, ahorcado en 1966 por subversión.
Consideran que el islam contiene un completo repertorio de soluciones a los grandes problemas de toda época. Aseguran que para la aplicación de su programa islamista es inevitable una revolución política. Los Hermanos Musulmanes fueron perseguidos, en Egipto, por Nasser y sus sucesores. En Siria también sufrieron una gran persecución de la mano del fallecido presidente Assad y su partido socialista panárabe Baas. Los Hermanos Musulmanes desautorizan, como regla general, el terrorismo, particularmente el perpetrado el 11-S y el 11-M. No obstante, pueden llegar a justificar, y de hecho se muestran muy comprensivos, con los actos terroristas perpetrados contra intereses israelíes; pues consideran que se trata de actos de legítima defensa en un contexto de injusta opresión generalizada.
De los Hermanos Musulmanes nació otra corriente más radical, si cabe. Nos referimos a Takfir wal Hijra (Excomunión y exilio). Se trata de una escuela que se fundó hacia 1975 de la mano del ingeniero egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo radical del mencionado Sayed Qutb. Este grupo propone abandonar la actual sociedad descreída y sustituirla por la sociedad de los salaf (antepasados, quienes, idealizados, encarnarían el auténtico y primigenio islam). Prohíben que sus miembros se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Tampoco participan en las mezquitas oficiales, por lo que acuden a las clandestinas en grupos de una docena como máximo de miembros dirigidas por un emir, al fin de salvaguardar su clandestinidad. Este grupo, nacido inicialmente en Egipto, se extendió por el norte de África y también entre las comunidades musulmanas de Europa, propiciando la creación de auténticas “islas musulmanas” que prefiguran, de alguna manera, la futura sociedad de los salaf. En cualquier caso, se trata de una interpretación más radical de la corriente de la que inicialmente surgió.
Así, el 19 de diciembre de 2005, el periodista José María Irujo publicó en el diario El País un extenso reportaje en torno a la naturaleza y presencia en España del grupo Takfir wal Hijra (Anatema y exilio), destacando especialmente la apertura de 6 de sus mezquitas (4 en Barcelona y 2 en Valencia); así como que la mayor parte de los autores de los atentados del 11-M compartían ese credo. Irujo afirmaba, igualmente, que informes de los servicios secretos franceses definen al grupo, nada menos, que como «el núcleo logístico de la mayoría de los grupos terroristas islamistas que actúan en Europa».
De modo que, en base a todas las informaciones disponibles sobre la realidad del islam español apuntan hacia su extraordinaria fragmentación interna y a la existencia de luchas intestinas por su control. Esa situación no facilita la inmunidad de este heterogéneo cuerpo social frente a las doctrinas más radicales del islamismo; a lo que se le suma la movilidad física de muchos inmigrantes, el carácter étnico de algunas de esas entidades y su notable hermetismo.
El grupo Asserate Al-Moustakine (El Camino Recto), que perpetró hacia el año 2002 dos decenas de asesinatos sectarios en Marruecos, hasta su desarticulación policial, habría estado formado, según diversos autores y fuentes periodísticas, por militantes takfiros.

 

Wahabismo en Marruecos.
Del wahabismo se han publicado diversos textos en esta publicación digital. El wahabismo nace en la península arábiga en el seno de la escuela jurídica  hanbalí, la más rigurosa del sunismo, de la mano de Mohamed Ibn Abdul Wahhab (1703–1787). Coaligado con la familia Saud, se implanta ya en sus orígenes en el territorio que ocupado actualmente por Arabia Saudita. Sus creencias principales son: sólo Alá es digno de adoración; las visitas a tumbas de sabios y santos musulmanes son ajenas al verdadero islam (de lo que se deriva su profundo rechazo de las prácticas sufíes); la introducción de nombres de santos musulmanes en las oraciones equivaldría a incredulidad; cualquier creencia ajena al Corán, la Sunna, o a las deducciones de la razón, equivale a la incredulidad, lo que debe ser castigado con la muerte; cualquier interpretación esotérica también se asimila a la incredulidad.
El wahhabismo entronca en la gran corriente salafiya que promueve la renovación islámica; de la que surgen los diversos movimientos reformistas. De esta forma, reformismo, integrismo, radicalismo, fundamentalismo y yihadismo, sin ser conceptos análogos, en buena medida coinciden. Los reformistas afirman que únicamente la aplicación de la sharia (ley islámica que regula vida pública y privada de todo musulmán, política y sociedad) garantiza el orden moral de la comunidad de los creyentes. Así, todo gobierno sería contrario al espíritu musulmán, mayormente los de inspiración occidental. Por su parte, sí serían auténticos gobiernos islámicos los de los cuatro primeros califas, conocidos como “los que caminan por el camino recto”.
El wahabismo también ha generado sus propias expresiones radicales. No obstante, predomina un sector mayoritario, dentro del rigorismo que le caracteriza en cualquier caso, y vinculado a la Casa Real saudí, que rechaza al terrorismo yihadista, frente a otro sector muy radical, el yihadista. El rostro más conocido de este último es, sin duda, el de Osama Ben Laden, si bien existe todo un plantel de predicadores por todo el mundo que, desde análogos postulados, llegan incluso a desautorizar a las autoridades wahabitas oficiales.
Por lo que se refiere a Marruecos, Takieddine Al Hilali fundó una organización wahabita, ya en la década de los 70 del pasado siglo, denominada Dour Al Quran (Casa del Corán). También pervive otra organización wahabita marroquí fundada por Mohamed Maghraoui: la Asociación para la Predicación del Corán y la Sunna. De tales grupos nacieron, a su vez, otros más radicalizados, formando parte de los mismos tanto propagandistas y oradores muy populares en algunas mezquitas de las grandes ciudades de Marruecos, como grupos terroristas de la constelación yihadista.

 

El Grupo Islámico Combatiente Marroquí.
Tal vez, el grupo terrorista marroquí más conocido sea el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), supuestamente implicado de alguna u otra manera en los atentados de Casablanca y Madrid. No está del todo aclarada su génesis. Para unos es fruto de la experiencia yihadista de los marroquíes que combatieron en Afganistán. Para otros es un producto de la escuela tafkir. En cualquier caso, ha sido la manifestación más mortífera, hasta el día de hoy, del yihadismo marroquí y, en cualquier caso, partícipe de las tramas diseñadas por Osama Ben Laden.
         Un dato importante. Según Richard Labévière, experto en el mundo musulmán y redactor jefe de Radio France International, en su obra La trastienda del terror (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2004), la mayoría de implicados en los atentados del 11-M en España participaban del credo tafkir.

 

El islamismo en la política activa: el PJD.
Y no olvidemos el último factor relevante del islamismo marroquí: su irrupción, voluntariamente frenada, en la política institucional de la mano del Partido por la Justicia y el Derecho (PJD), cuyo modelo es el homónimo turco del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, y que, para muchos observadores, ya sería, incluso, la primera fuerza política. Este partido afirma aceptar el juego democrático y niega ser calificado como islamista, aunque sí reconoce basarse en presupuestos musulmanes. No es una entidad homogénea. Fundado por un antiguo ministro de Hassan II, coexiste en su seno también una corriente mayoritaria más radical, propiamente islamista, el Movimiento de la Unificación y la Reforma (MUR). No obstante, defiende una democracia islámica, moderna, sin cuestionar la figura del monarca; lo que le diferencia de las posiciones de Abdessalam Yassine. Incluso algunos observadores lo califican más como un partido conservador y nacionalista que propiamente islamista radical.
         El PJD mantiene su propia organización sindical, la Unión Nacional Marroquí del Trabajo (UNMT), especialmente potente en enseñanza, sanidad y administración pública.
         Por su parte, la histórica Unión Nacional de Estudiantes de Marruecos (UNEM) ya está controlada por militantes islamistas. Incluso los colectivos de abogados más influyentes y activos de Marruecos comparten los mismos presupuestos doctrinales.
         Hemos visto, pues, que no puede hablarse de un único islamismo marroquí. Sus manifestaciones son múltiples y profundas: diversas corrientes y escuelas; expresiones puramente religiosas que coexisten junto a otras sociales e, incluso, explícitamente políticas. En ocasiones se entremezclan. Pero en otras, las discrepancias son extremas, hasta llegar a “excomuniones” recíprocas y a graves enfrentamientos entre rivales.
La realidad marroquí del islamismo nacional, por tanto, es cambiante y en buena parte inédita para Occidente. Pero, en cualquier caso, presenta suficientes interrogantes y potenciales riesgos para la estabilidad política de su área geopolítica, a causa de su posible impacto en la orilla sur del Mediterráneo y en el flanco sur de Europa, por lo que conviene seguirla muy de cerca.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 99,  noviembre de 2005