Aralar y el programa común de la izquierda abertzale.
Aralar e izquierda abertzale.
El partido político Aralar disfruta de una particular incidencia en la Comunidad Foral de Navarra, donde lidera al resto del nacionalismo vasco allí presente. Nació como tendencia interna de Batasuna, escindiéndose posteriormente de esa organización, lo que le acarreó ciertas tensiones con sus antiguos compañeros de proyecto y militancia.
No obstante, y por voluntad propia, Aralar sigue formando parte de la autodenominada izquierda abertzale; si bien, se trataría de una “nueva” izquierda abertzale, frente a la “oficial” encarnada por los actuales sucesores de Batasuna.
En este contexto, debemos preguntarnos: ¿qué significa sentirse y ser izquierda abertzale?
Ante todo, una cosa: que su mito movilizador y fundacional es ETA. Ello supone compartir la ideología y estrategia del autodenominado MLNV, así como la mayor parte de sus opciones tácticas; todo ello destilado en la llamada “alternativa KAS” y, posteriormente, en la “alternativa democrática”.
ETA construyó, progresivamente, el MLNV; un conjunto de organizaciones de nuevo cuño, dependientes de la dirección de ETA, que combinan tácticamente el terrorismo (la “lucha armada”), las movilizaciones sociales (de los movimientos autodenominados populares), y la participación política “clásica”.
El MLNV se nutre de dos grandes tradiciones ideológicas y estratégicas: el marxismo – leninismo – maoísmo (particularmente, su perspectiva de trabajo táctico de la “guerra popular prolongada” mediante una organización político - militar), y el nacionalismo revolucionario vasco (no tanto de base etnicista, como lingüística, “el euskara es nuestro único territorio libre”).
En la actualidad existirían otras entidades abertzales no controladas, aparentemente, por esa dirección oculta de ETA: Elkarri, tal vez, y Aralar.
Los puntos de la llamada “alternativa KAS”, que posteriormente se transforma en la denominada “alternativa democrática”, comprenden el programa mínimo de toda la izquierda abertzale. Con varias formulaciones análogas a lo largo de los años, recoge las señas de identidad de este proyecto radical (amnistía, legalización de los partidos independentistas, expulsión de Euskadi de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mejora de las condiciones de vida de la clase obrera, y reconocimiento de la soberanía nacional vasca mediante el ejercicio del derecho a la autodeterminación hacia un Estado que englobe a todos los territorios vascos).
Si a ello sumamos sus históricas consignas de “independencia” y “socialismo”, identificamos las principales señas de identidad de este sector político, que nace con una clara voluntad de ruptura con las tradiciones ideológicas y vitales del Partido Nacionalista Vasco.
Todas esas cuestiones se recogen, aunque con matices en algunos casos, en los diversos documentos ideológicos de Aralar; especialmente en el denominado “Bases de identidad de Aralar” y en las trece resoluciones de la “primera conferencia política de Aralar” celebrada en octubre de 2003.
Para aclarar la verdadera naturaleza de Aralar debemos constatar un hecho objetivo. Aralar no nace cuando es asesinado Miguel Angel Blanco, por poner un ejemplo significativo. Aralar nace cuando las condiciones políticas, en que se desenvuelve la izquierda abertzale, no pueden explotarse a causa del cautiverio en que cae en coherencia con el pleno desarrollo de la política de “socialización del sufrimiento” y el triunfo de la ponencia Bateginez en el proceso de debate interno de Batasuna, en que resulta derrotada Aralar. Abocada Batasuna a su expulsión del juego político, se precisaba, desde la misma izquierda abertzale, una nueva vía de trabajo que permitiese recuperar su propio espacio y relanzar nuevas iniciativas sociales y políticas.
De esta forma, encontramos una paradoja. La escisión de Aralar aparentaba ser, inicialmente, un proceso que debilitaba a la izquierda abertzale. Pero, al contrario, observamos que le está permitiendo retomar la iniciativa política del nacionalismo vasco, proporcionando nuevas posibilidades de acción política a la izquierda abertzale; lo que no quiere decir que no encuentre resistencias en su seno. Todo ello, que puede chocar con una lógica democrática normal, es coherente con la dialéctica marxista: así, una fuerza política es más fuerte cuanto mejor soporta la división. Lo importante sería la unidad material, no la unidad formal: lo prioritario es una concordancia estratégica, aunque puedan existir discrepancias tácticas.
Aralar, de esta forma, asume, en buena medida, la terminología, el análisis y el discurso ensayado por Elkarri; entidad que ha contribuido a la radicalización del PNV, pese a su apariencia “pacifista” y “políticamente correcta” si se observa superficialmente.
Para conocer la ideología y naturaleza política de esta formación, puede ayudar el contenido del documento titulado “Comunicado de Aralar a los presos/as políticos vascos”. Allí se afirma: los presos “políticos” vascos son signo y “víctimas rehenes del contencioso de Euskal Herria con los estados de España y Francia”; encarcelados por su condición de “disidentes políticos”, serían “presos políticos” y de “conciencia”; la solución a su situación pasa por la amnistía, que a su vez no puede separarse del “contencioso vasco” y de la negociación política que pondría fin al mismo; no pueden quedar relegados en ese proceso, aunque sin carácter de vanguardia; ETA e IPARRETARRAK deben aceptar la primacía de las decisiones de los partidos políticos y de los movimientos sociales; destacan la necesidad de movilizarse para conseguir la agrupación de los presos en Euskal Herria.
Resumiendo: la única novedad, en relación a la tradicional posición de la izquierda abertzale en este terreno, es la que supone “resituar” a los implicados directamente en la “lucha armada” en un nuevo esquema de acción táctica en el que pierden relevancia, por lo que no pueden mantener, por coherencia, carácter de vanguardia.
El partido político Aralar disfruta de una particular incidencia en la Comunidad Foral de Navarra, donde lidera al resto del nacionalismo vasco allí presente. Nació como tendencia interna de Batasuna, escindiéndose posteriormente de esa organización, lo que le acarreó ciertas tensiones con sus antiguos compañeros de proyecto y militancia.
No obstante, y por voluntad propia, Aralar sigue formando parte de la autodenominada izquierda abertzale; si bien, se trataría de una “nueva” izquierda abertzale, frente a la “oficial” encarnada por los actuales sucesores de Batasuna.
En este contexto, debemos preguntarnos: ¿qué significa sentirse y ser izquierda abertzale?
Ante todo, una cosa: que su mito movilizador y fundacional es ETA. Ello supone compartir la ideología y estrategia del autodenominado MLNV, así como la mayor parte de sus opciones tácticas; todo ello destilado en la llamada “alternativa KAS” y, posteriormente, en la “alternativa democrática”.
ETA construyó, progresivamente, el MLNV; un conjunto de organizaciones de nuevo cuño, dependientes de la dirección de ETA, que combinan tácticamente el terrorismo (la “lucha armada”), las movilizaciones sociales (de los movimientos autodenominados populares), y la participación política “clásica”.
El MLNV se nutre de dos grandes tradiciones ideológicas y estratégicas: el marxismo – leninismo – maoísmo (particularmente, su perspectiva de trabajo táctico de la “guerra popular prolongada” mediante una organización político - militar), y el nacionalismo revolucionario vasco (no tanto de base etnicista, como lingüística, “el euskara es nuestro único territorio libre”).
En la actualidad existirían otras entidades abertzales no controladas, aparentemente, por esa dirección oculta de ETA: Elkarri, tal vez, y Aralar.
El programa común de la izquierda abertzale.
Los puntos de la llamada “alternativa KAS”, que posteriormente se transforma en la denominada “alternativa democrática”, comprenden el programa mínimo de toda la izquierda abertzale. Con varias formulaciones análogas a lo largo de los años, recoge las señas de identidad de este proyecto radical (amnistía, legalización de los partidos independentistas, expulsión de Euskadi de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mejora de las condiciones de vida de la clase obrera, y reconocimiento de la soberanía nacional vasca mediante el ejercicio del derecho a la autodeterminación hacia un Estado que englobe a todos los territorios vascos).
Si a ello sumamos sus históricas consignas de “independencia” y “socialismo”, identificamos las principales señas de identidad de este sector político, que nace con una clara voluntad de ruptura con las tradiciones ideológicas y vitales del Partido Nacionalista Vasco.
Todas esas cuestiones se recogen, aunque con matices en algunos casos, en los diversos documentos ideológicos de Aralar; especialmente en el denominado “Bases de identidad de Aralar” y en las trece resoluciones de la “primera conferencia política de Aralar” celebrada en octubre de 2003.
Para aclarar la verdadera naturaleza de Aralar debemos constatar un hecho objetivo. Aralar no nace cuando es asesinado Miguel Angel Blanco, por poner un ejemplo significativo. Aralar nace cuando las condiciones políticas, en que se desenvuelve la izquierda abertzale, no pueden explotarse a causa del cautiverio en que cae en coherencia con el pleno desarrollo de la política de “socialización del sufrimiento” y el triunfo de la ponencia Bateginez en el proceso de debate interno de Batasuna, en que resulta derrotada Aralar. Abocada Batasuna a su expulsión del juego político, se precisaba, desde la misma izquierda abertzale, una nueva vía de trabajo que permitiese recuperar su propio espacio y relanzar nuevas iniciativas sociales y políticas.
De esta forma, encontramos una paradoja. La escisión de Aralar aparentaba ser, inicialmente, un proceso que debilitaba a la izquierda abertzale. Pero, al contrario, observamos que le está permitiendo retomar la iniciativa política del nacionalismo vasco, proporcionando nuevas posibilidades de acción política a la izquierda abertzale; lo que no quiere decir que no encuentre resistencias en su seno. Todo ello, que puede chocar con una lógica democrática normal, es coherente con la dialéctica marxista: así, una fuerza política es más fuerte cuanto mejor soporta la división. Lo importante sería la unidad material, no la unidad formal: lo prioritario es una concordancia estratégica, aunque puedan existir discrepancias tácticas.
Aralar, de esta forma, asume, en buena medida, la terminología, el análisis y el discurso ensayado por Elkarri; entidad que ha contribuido a la radicalización del PNV, pese a su apariencia “pacifista” y “políticamente correcta” si se observa superficialmente.
Aralar y los presos.
Para conocer la ideología y naturaleza política de esta formación, puede ayudar el contenido del documento titulado “Comunicado de Aralar a los presos/as políticos vascos”. Allí se afirma: los presos “políticos” vascos son signo y “víctimas rehenes del contencioso de Euskal Herria con los estados de España y Francia”; encarcelados por su condición de “disidentes políticos”, serían “presos políticos” y de “conciencia”; la solución a su situación pasa por la amnistía, que a su vez no puede separarse del “contencioso vasco” y de la negociación política que pondría fin al mismo; no pueden quedar relegados en ese proceso, aunque sin carácter de vanguardia; ETA e IPARRETARRAK deben aceptar la primacía de las decisiones de los partidos políticos y de los movimientos sociales; destacan la necesidad de movilizarse para conseguir la agrupación de los presos en Euskal Herria.
Resumiendo: la única novedad, en relación a la tradicional posición de la izquierda abertzale en este terreno, es la que supone “resituar” a los implicados directamente en la “lucha armada” en un nuevo esquema de acción táctica en el que pierden relevancia, por lo que no pueden mantener, por coherencia, carácter de vanguardia.
Otros aspectos quedan pendientes de estudio. Es el caso de la postura explícita de Aralar ante la violencia, sus objetivos a corto y medio plazo, su valoración de los movimientos sociales y su papel en la reconstrucción programática y orgánica de la izquierda radical postcomunista; asuntos que veremos en un próximo artículo.
El Semanal Digital, 28 de enero de 2004.
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