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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Para el otoño: inestabilidad generalizada y fuertes vientos procedentes del golfo de Vizcaya.

    De nuevo, además de por diversas apasionantes convocatorias electorales, el otoño político estará azotado por los vientos procedentes del País Vasco: el plan Ibarretxe y la inestabilidad desde allí generada a causa del rumbo secesionista del -antes denominado- “nacionalismo moderado”.

Otro otoño caliente.

         De nuevo, sin duda, otro evento político generado en el País Vasco – nos referimos al famoso plan Ibarretxe- gozará de un notable protagonismo a lo largo del próximo otoño; unos meses en los que se sucederán diversas convocatorias relevantes en España, tales como las nuevas elecciones a la Asamblea de Madrid (en octubre) y a la Generalitat catalana (en noviembre).

         Sobre todas estas convocatorias también planeará, con mayor o menor incidencia, dicho plan secesionista. Así, en Madrid, dada la postura nada unánime de los socialistas al respecto, será un argumento a esgrimir por el Partido Popular en su reproche al PSOE por su falta de visión de Estado en unas circunstancias especialmente delicadas. En el caso catalán, ERC y, de alguna manera CiU, también estarán expectantes ante la evolución y desarrollo de un plan que puede ser modelo a imitar, incorporándolo a sus respectivas tácticas partidarias. Y no olvidemos la postura revisionista y federalista de Maragall y su PSC, principales detonantes de la pérdida del sentir nacional de un PSOE a la deriva en este terreno fundamental para el futuro y la convivencia españolas.

Respuestas al plan Ibarretxe.

         De momento, son tres las respuestas políticas elaboradas frente al plan Ibarretxe: una primera de rechazo absoluto al mismo, con invocaciones a la fortaleza de la legalidad vigente, por parte del Partido Popular; la propuesta “Más Estatuto” de un PSOE que, ingenuamente, cree que con ella podrá contentar, al menos, a ciertos sectores nacionalistas vascos, frenando de esa manera el plan del lehendakari y; por último, el “Federalismo de libre elección” de la Izquierda Unida vasca que apuntala, en definitiva, el plan del PNV.

         Pero tenemos otra respuesta, fundamental, que conviene analizar aquí. Y no es otra que la expresada, en varias ocasiones, por la organización terrorista ETA de forma, aparentemente, contradictoria.

         Cuando, a mediados de septiembre, trascendió a los medios de comunicación el análisis del plan Ibarretxe que figuraba en el boletín interno etarra Zutabe, en su número 101 del mes de junio, se produjo una reacción que rezumaba estupor entre quiénes no comprendían la aparente contradicción existente entre el matizado apoyo al plan, allí expresado, y las explosivas descalificaciones al mismo de los comunicados públicos de la organización terrorista. No obstante, otros observadores, periodistas y políticos, aseguraron que las tesis del Zutabe 101 avalaban su creencia de que el nacionalismo vasco, pese a la externa división entre radicales y demócratas, entre marxistas-leninistas y etnicistas, es uno en su naturaleza y objetivos; lo que salvaría esa contradicción.

La actitud de ETA.

         Efectivamente, en dicho análisis es determinante la siguiente frase que reproducimos a continuación: «No debemos olvidar que en la base de las propuestas que actualmente realizan PNV, EA e IU, está el impulso promovido por la izquierda “abertzale”», por lo que «tras muchos años de resistencia, avivada por la izquierda abertzale, se ha encauzado una dirección firme, clara y efectiva en la construcción nacional». Así, y siempre según ETA, gracias a la acción y presión del autodenominado MLNV que dirige, el nacionalismo moderado, finalmente, se habría movido en la dirección siempre señalada por la banda terrorista; es decir, hacia la ruptura consciente con la Constitución española y el Estatuto vasco. Y, en resumen, ante tan significativo cambio táctico, histórico diríamos nosotros, para Zutabe, la izquierda abertzale debe adoptar una postura «positiva y constructiva».

         Todo ello parece estar en contradicción con otros pronunciamientos, tanto anteriores como posteriores a ese mes de junio en que está fechado el Zutabe, de la banda terrorista, en los que acusaba al plan de todos los males posibles para un nacionalista: programa para la guerra, españolismo, autonomismo…

         Sin embargo, la contradicción sólo es aparente. Ante todo hay que recordar la naturaleza de la ideología y estrategia de ETA y su MLNV. Sus categorías políticas y argumentales no responden a la lógica común, pues siempre se deben interpretar desde una coherencia de base marxista-leninista para la que cuenta, ante todo, avanzar a cualquier precio, ganar nuevos espacios, derrotar progresivamente al enemigo recurriendo a medios de todo tipo: desde la acción clandestina de partidos ilegales, pasando por el terrorismo, la cooperación temporal con aliados tácticos, incluso la acción institucional si es posible. Desde esta perspectiva, el plan Ibarretxe, para los estrategas de la banda, sería otro instrumento más, una oportunidad para avanzar, pese a sus discrepancias con los medios y plazos allí indicados, pues, en definitiva, han optado por una vía táctica y un calendario distintos que tienden al mismo fin. Y si el plan Ibarretxe fracasa, no pasa nada, desde su perspectiva, pues la organización de vanguardia, es decir ETA, persistiría, en cualquier caso, con su liderazgo y acción clarificadoras para todo el nacionalismo vasco, proponiendo nuevas fases y tácticas. Pero si se avanza en los objetivos marcados en el plan, el camino hacia la independencia se acortaría notablemente, consolidándose, además, los espacios ya ganados. Otro asunto es que, llegado el momento, tengan que pasar cuentas a los moderados, quiénes no siempre les han facilitado las cosas, sino que, incluso, han colaborado con los españoles por mero oportunismo, siempre según su juicio.

         Si nos remitimos al pasado inmediato, observamos que en otras ocasiones también han apostado por alternativas aparentemente contradictorias y de forma simultánea. Así, con motivo de la llamada “tregua armada unilateral”, ETA apostó por agotar esa vía y alcanzar el mayor número de objetivos políticos; a la vez que se rearmaba y se nutría de nuevos recursos humanos para cuando fuera necesario.

         No lo olvidemos. Zutabe es un documento para los militantes, para la elite revolucionaria, la doctrina destilada más pura. Los comunicados públicos de ETA son otra cosa, pues pretenden, además de proporcionar unos criterios de interpretación y de acción a su masa de seguidores, unos efectos publicitarios que también persiguen presionar al nacionalismo moderado.

         Por todo ello, la contradicción es muy relativa.

         En este contexto, el PNV no es un convidado de piedra. El partido jeltzale necesita, a corto plazo, del concurso de la izquierda abertzale por dos motivos: para sacar adelante su proyecto en el Parlamento vasco y para ganar ampliamente las próximas convocatorias electorales, reteniendo a los electores ya trasvasados desde el MLNV.

         De esta forma, existe una compleja comunidad de intereses mutuos entre los nacionalistas vascos radicales y los llamados moderados, además de -parcialmente- unos mismos objetivos finales.

         En esta nueva situación, en el espacio político nacionalista, quedan algunos “flecos”. Por ejemplo, la postura de las formaciones políticas Aralar, Zutik y Batzarre, especialmente de la primera; ya secunden  el plan o las consignas de ETA.

         Resumamos. PNV y MLNV persiguen el mismo objetivo de la independencia de la “nación vasca”. Igualmente, han optado por la “construcción nacional”, es decir, la creación y consolidación de espacios sociales, culturales y políticos, que preparen su advenimiento, constituyendo el anticipo, ya, de esa “nación en marcha”. Pero discrepan en los medios y en los plazos. De ahí esas críticas mutuas, desencuentros e incluso, alguna sangre derramada.

Otros aspectos.

         El próximo otoño será, pues, muy importante. El PNV, de la mano de Ibarretxe, hará público el texto definitivo de su propuesta de “libre asociación”; por lo que será entonces cuando se pueda anticipar un calendario de las actuaciones derivadas del mismo, en particular, un intento de referéndum. También tratará de ganar nuevos espacios, especialmente, entre sectores del PSE-PSOE que intenten conciliar el “federalismo asimétrico” de Maragall y algunos aspectos de la propuesta socialista vasca de “Más Estatuto”, con determinadas previsiones del plan Ibarretxe: un rompecabezas de imposible encaje legal.

         Elkarri seguirá propugnando otra “Conferencia de paz” más (¿cuántas llevan?), preparando el camino y el ambiente al plan Ibarretxe, en definitiva, entre algunos medios políticos madrileños e internacionales.

         Y frente a todo ello, junto al nuevo movimiento cívico vasco, un Partido Popular que, en el País Vasco, iniciará el ineludible debate sucesorio, pues Jaime Mayor Oreja ya ha dado a entender que llegó la hora del relevo; una circunstancia que no puede debilitar la firmeza de sus posiciones, única táctica válida y realista del constitucionalismo hoy día.

         Un otoño, en definitiva, cargado con exceso de política. En estas circunstancias, no vendría mal un debate cultural de fondo y un ejercicio de memoria histórica que intenten frenar -además de desmontar los falsos mitos esgrimidos por el nacionalismo vasco- el cansancio que experimentan algunos sectores de la sociedad española ante tantos problemas siempre procedentes del País Vasco. Un hartazgo que, los dirigentes del PNV, tratarán de acrecentar para luego explotarlo en su beneficio.

Pero, a la espera de unas consistentes respuestas políticas, sociales y culturales al plan Ibarretxe, la sociedad española, en su conjunto, debe perseverar, en el contexto de un ejercicio de voluntad de vida y de continuidad histórica, en un permanente homenaje a las víctimas del terrorismo; a las que nunca se agradecerá lo suficiente su sacrificio y entereza. Una altísima referencia humana; un extraordinario modelo a seguir por una sociedad desafiada.

Arbil, anotacionesde pensamiento y crítica, Nº. 73, septiembre de 2003.

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