Entrevistamos a Lydia Jiménez González: la Familia de Santa María, la Iglesia católica y la España de hoy.
La Milicia de Santa María se encuentra en la raíz de la Familia de Santa María, nacida bajo el impulso del padre Tomás Morales. Para conocer mejor esta realidad eclesial, de marcado acento español y consciente vocación universitaria y misionera, hemos entrevistado a Lydia Jiménez González, una de sus personalidades más representativas.
La Milicia de Santa María es una institución muy conocida en la vida de la Iglesia, particularmente a causa de las excepcionales “Vigilias de la Inmaculada” que vienen organizando, desde hace bastantes años, en muchas diócesis españolas. Pero queríamos conocer más aspectos de esta entidad eclesial, de profundas raíces españolas, en torno a la que han nacido otras obras apostólicas que configuran la Familia de Santa María. Por ello, hemos entrevistado a Lydia Jiménez González, actual Directora General de las Cruzadas de Santa María, fundadora del Instituto BERIT, mujer muy implicada en las pastorales familiar y de la enseñanza, gran conocedora de la realidad universitaria en España y otros países, y una de las figuras más representativas de este movimiento.
Pregunta: Milicia de Santa María. Milicia..., ¿no es un término de resonancias un tanto incomprensibles hoy día? ¿Podría hablarnos del carisma de su movimiento?
Respuesta: En nuestro nombre lo que resaltamos es el adjetivo “de Santa María” y Milicia hace referencia a la Virgen, siempre en actitud de escucha a la voluntad de Dios y de servicio a los demás.
El carisma propio de nuestro movimiento es la evangelización de los jóvenes. Una evangelización diferenciada, la Milicia de Santa María femenina y hay otra rama que trabaja con varones. Nos servimos sobre todo de la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y tiene también nuestro carisma un fuerte componente teresiano.
P.: ¿Conoció al fundador de su movimiento, el padre Tomás Morales?, ¿qué recuerdos guarda de él, especialmente, que nos quiera transmitir?
R.: Sí, conocí al P. Tomás Morales en el año 1965, cuando llegué a estudiar a la Universidad Complutense de Madrid. Desde entonces, hasta el año 1994, su tránsito a la eternidad, siempre estuve a su lado. Guardo de él recuerdos inefables y considero una gracia especial haber vivido al lado de una persona excepcional en todos los órdenes.
Destacaba su permanente ocupación en impulsar la santidad entre los laicos, haciéndonos vivir a todos las consecuencias de nuestro Bautismo.
Recuerdo también el interés que ponía en no predicarse a sí mismo sino en referir todo a la voluntad de Dios y a la intercesión poderosa de la Virgen, de la que era devotísimo.
P.: ¿Podría explicarnos, en líneas generales, la estructura de las diversas realidades de la Familia de Santa María?
R.: Las distintas realidades que han surgido de las obras fundadas por el P. Morales configuran la Familia de Santa María, integrada por dos Institutos Seculares Cruzados y Cruzadas de Santa María. Existe también una rama sacerdotal con sacerdotes Cruzados de Santa María, la Sociedad sacerdotal Santa María de los Apóstoles y más recientemente la Fraternidad Sacerdotal Tomás Morales, vinculada a las Cruzadas de Santa María; una Asociación Pública de Fieles Hogares de Santa María y un Movimiento apostólico, también Asociación Pública de Fieles Milicia de Santa María.
P.: Su movimiento nace y se desarrolla en España. Actualmente, ¿se encuentra presente en otros países?
R.: Estamos presentes en Alemania: Munich y Bonn; en Dublín, en Roma, en América: Méjico (Guadalajara y Monterrey): Perú (Lima y Chiclayo); Colombia (Bogotá y Medellín) y en Santiago de Chile y recientemente estamos comenzando en París y en África en Camerún, Angola y Mozambique.
P.: Su movimiento se ha mostrado, desde sus inicios, particularmente preocupado y motivado por la educación de los jóvenes y de las familias. ¿Cuál es el estado de salud espiritual de la juventud actual?, ¿encuentra muchas diferencias con el de su generación?
R.: No encuentro especiales diferencias entre la juventud actual y la de mi generación. Quizás una diferencia sea la indiferencia y el pasotismo de muchos jóvenes actuales, la falta de motivación, pero siempre he dicho que el problema es la falta de educadores y de líderes que sepan despertar de forma creativa los ideales más nobles que duermen en el corazón de los jóvenes. Ha sido el gran carisma del Papa Juan Pablo II y debería servirnos de referencia permanente a los educadores que tenemos siempre la tentación de acomodarnos sin tener el valor de transmitir certezas.
P.: Además de las residencias de estudiantes, su movimiento, ¿ha impulsado otras obras propias o prefiere integrarse en otros proyectos más amplios?
R.: Los miembros consagrados de nuestro movimiento somos laicos que ejercemos todo tipo de profesiones civiles en centros estatales o privados. Dirigimos algunos Colegios de los cuales no somos titulares. Como obra propia hemos impulsado la creación del Instituto Berit de la Familia que ha ido implantándose en los distintos lugares donde tenemos presencia.
P.: En Foro Arbil ya conocemos algo de sus anuales Encuentros de Universitarios Católicos. Y lo hemos difundido en diversas ocasiones. También tenemos noticias de su implicación como docentes en algunas universidades. ¿Es la universidad, actualmente, el ámbito de actuación preferente de su movimiento?
R.: Sí, la Universidad nos parece un lugar muy adecuado de evangelización y la forma más eficaz de remediar todo tipo de problemas. Estamos convencidos que muchas lacras sociales derivan de ideologías que no tienen un concepto adecuado de la persona humana y muchas pobreza, sobre todo en países del llamado Tercer Mundo, son consecuencia de las carencias éticas y morales de sus dirigentes y líderes sociales. Por eso procuramos trabajar en la Universidad y sensibilizar a docentes y estudiantes en la renovación social de cada una de las estructuras.
P.: La participación de algunos destacados miembros de su entidad en los Congresos Católicos y Vida Pública y en otras actividades vinculadas a la Asociación Católica de Propagandistas, ¿es exclusiva responsabilidad de esas personas o responde a la voluntad de integración de su movimiento en plataformas más amplias de formación y presencia pública social católica?
R.: Tenemos una particular identificación con la Asociación Católica de Propagandistas, dado que nuestro Fundador, en su tiempo de estudiante de Derecho en la Universidad de Madrid, fue militante muy comprometido en esta Asociación y actualmente mantenemos una relación de profunda amistad con los dirigentes de la Asociación. Este es el motivo por el que colaboramos asiduamente en actividades vinculadas a la A.C.de P.
P.: A las mujeres y los hombres de la Familia de Santa María, ¿les da miedo la palabra “política”?
R.: Nosotras no tenemos miedo a nada ni a nadie: nuestro único miedo es no responder a los grandes desafíos que tiene planteado el mundo hoy día, desde nuestro propio carisma y desde nuestra vocación comprometida en la evangelización de todas las realidades terrenas. Nuestros miembros no tienen vetado ningún campo de actuación en el que puedan insertarse según sus condiciones personales.
P.: La ola laicista excluyente que sufre España, especialmente dirigida contra la presencia e identidad católicas, según la perspectiva de su movimiento, ¿es una dificultad añadida a la evangelización o un estímulo para la misma?
R.: Las dos cosas, es una dificultad pero es a la vez un reto que exige una gran responsabilidad por nuestra parte.
P.: ¿Qué ha supuesto para su movimiento el pontificado de Juan Pablo II?
R.: Hemos procurado seguir con toda fidelidad y entusiasmo sus orientaciones. Nos hemos visto confirmadas en todo lo que nuestro fundador nos ha legado y hemos vivido con gozo el regalo que ha supuesto para la Iglesia y para el mundo el pontificado de Juan Pablo II El Grande.
P.: ¿Qué espera de Benedicto XVI?
R.: Que siga confirmándonos en la fe y manteniendo viva la Iglesia con sus grandes dotes de sabiduría y santidad y con esa actitud de humildad que a todos nos ha conmovido.
Muchas gracias.
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, número 93, mayo de 2005
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