Entrevistamos a Eduardo Hertfelder: la familia en la encrucijada.
Una entrevista a Eduardo Hertfelder de Aldecoa, Presidente del Instituto de Política Familiar, una entidad española cuyos objetivos son la defensa y promoción de la familia especialmente ante los poderes públicos | |
Hemos entrevistado a Eduardo Hertfelder de Aldecoa, Presidente del Instituto de Política Familiar. Con una importante experiencia personal en el movimiento asociativo familiar, su entidad se caracteriza por la defensa y promoción de la familia, especialmente ante los poderes públicos, mediante la elaboración y divulgación de informes, estudios y propuestas de carácter técnico. En la actualidad, es uno de los rostros más conocidos del movimiento familiar español y uno de los mejores conocedores de la problemática de esta castigada, desprotegida e imprescindible realidad social. Pregunta: ¿Podría, en unos breves trazos, hablarnos del origen, la naturaleza y las actividades del Instituto de Política Familiar que preside? Respuesta: El Instituto de Política Familiar (IPF) nace de la iniciativa de un grupo de especialistas familiares que toman conciencia de que en España existe una insostenible inhibición de las administraciones y de la opinión pública ante una institución tan decisiva como es la familia. Por eso nuestra misión, como entidad civil independiente, es la promoción y defensa de la institución familiar y de sus componentes, mediante la sensibilización de la sociedad y los poderes públicos, la generación y promoción de propuestas y proyectos y el fomento de la coordinación para estos fines entre instituciones, entidades y asociaciones familiares de ámbito nacional e internacional. El Instituto busca ser un catalizador para el desarrollo de una auténtica política familiar en todos los ámbitos políticos (local, autonómico, nacional y supranacional). Para ello ejerce una labor de análisis de la situación de la familia, en sus distintas dimensiones, buscando poner de manifiesto sus principales problemas actuales o futuros. Igualmente, presenta alternativas o soluciones viables y prácticos a estos problemas. Desarrollamos esta misión a través de muy diferentes actividades: elaboración de estudios y análisis (Informe de Evolución de la Familia en España, Informe sobre las ayudas a la familia por parte de las CCAA - ambos de carácter nacional-), desarrollo de proyectos y programas (sobre perspectiva de familia, sobre crisis y rupturas familiares, etc.), prestación de servicios de asesoría, organización y presencia en seminarios y foros, intercambio de experiencias, etc. P.: Algunas de sus iniciativas, en defensa de la familia, han sido difundidas y apoyadas por diversas entidades (e-Cristians y Hazteoír.org, principalmente). ¿Qué valoración le merecen estas plataformas transversales, especialmente sensibilizadas con la situación de la familia, como nuevas vías de participación social y política? R.: Nuestra valoración de estas plataformas es muy positiva. En primer lugar, por tratarse de un fenómeno indicativo del resurgimiento de la persona como sujeto activo, protagonista y constructor de la sociedad en la que vive, que se siente sensibilizado por los problemas que le conciernen y que no quiere seguir permaneciendo pasivo haciendo dejación de su responsabilidad. Son el fruto, pues, de una nueva madurez personal y colectiva frente al irresponsable estatismo en el que estamos acostumbrados a vivir. Esto es muy importante en la medida en que implica asumir libremente compromisos para, solidariamente, hacer frente a las necesidades (materiales y morales) de nuestra comunidad. Esta atención a las necesidades de todos se traduce en obras (culturales, asistenciales, reivindicativas, profesionales, económicas y empresariales, etc.), esto es, en una real reconstrucción del tejido social que es expresión de libertad y responsabilidad frente a cualquier totalitarismo. En segundo lugar y en un sentido más instrumental, gracias a plataformas como HazteOir y E-cristians, los ciudadanos y los movimientos sociales estamos encontrando una eficaz herramienta para la participación social y política. Su carácter transversal, su metodología basada en el uso de nuevas tecnologías y su claro sentido estratégico y a la vez de impacto político concreto, están logrando importantes victorias que las ha hecho convertirse -al día de hoy- no sólo en referentes sociales y políticos, sino también -y en línea con lo anterior- en vertebradores de acciones de muchas instituciones y personas, superando así una de las grandes carencias del movimiento asociativo nacido de la experiencia cristiana. Son, en definitiva, ese tipo de iniciativas que surgen en determinados momentos de la historia y que, de manera complementaria y sin “romper” con el tipo de funcionamiento tradicional encuentran nuevos espacios de participación creando una nueva cultura de actuación ciudadana. P.: Frente a las llamadas “uniones de hecho” y los “modelos alternativos” de familia, ¿por qué el Instituto de Política Familiar defiende que la familia, que podríamos llamar “tradicional” para entendernos, debe disfrutar de un trato específico? R.: Empezaré por detenerme un instante en esa terminología, aparentemente inocua, de “familia tradicional”. Uno de los grandes problemas actuales es la prostitución, manipulación, confusión y tergiversación - generalmente de manera interesada- del lenguaje y, a partir de ahí, de los conceptos. Y en el caso de la familia también está ocurriendo. Este es el caso de palabras como familia y matrimonio, que se han cambiado por “familias” y “pareja”. Y dentro de esta calculada ambigüedad - pluralidad le llaman- se mete de todo. Decía Goebbels que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Y están aplicando esta máxima. A base de transmitirnos hábilmente a través del lenguaje una serie de conceptos contrarios a la verdad de la persona y la familia, los hemos ido asumiendo inconscientemente -es lo políticamente correcto- para terminar, de alguna manera, usándolos y creyendo en ellos. Debido a esa intencionada confusión terminológica con el término “familia”, se hace necesario recordar qué se entiende por familia, sin calificativos de ninguna clase. Esto, que hubiera sido innecesario y obvio hace unos años, hoy resulta no solamente necesario sino imprescindible: “La familia, fundada en el matrimonio, entre un hombre y una mujer, unión íntima de vida, complemento entre un hombre y una mujer, constituido por un vínculo formal y estable, libremente contraído, abierto a la transmisión de la vida”. Esto es familia mientras que otro tipo de uniones, que pueden ser más o menos respetables, lo otro no se pueden considerar familia. Son, sencillamente, otras cosas. La equiparación, por ejemplo, de las uniones homosexuales con la familia supone un acto de injusticia y discriminación para la familia y el matrimonio. En este contexto, desde el Instituto de de Política familiar entendemos, una vez realizada la oportuna diferenciación, que cada institución debe ser tratada según su naturaleza y fines así como en función de lo que aporta a la sociedad. Y en el caso de la familia su aportación es de incalculable valor. P.: A su juicio, y desde su rica experiencia personal, ¿goza de buena salud, en España, el movimiento asociativo familiar? R.: Las anteriores consideraciones sobre las nuevas plataformas de participación ciudadana puede perfectamente extenderse al movimiento asociativo familiar. Como consecuencia de esa mayor madurez individual y colectiva a la hora de apreciar la nueva realidad, se ha cambiado el “chip” en muchos planteamientos anteriores y en los últimos tiempos se están produciendo grandes avances en este movimiento. De su nuevo enfoque destacaría la pérdida del miedo y la vergüenza a la participación en la vida pública a todos los niveles, la conciencia de lo mucho que la perspectiva familiar puede aportar al bien común, la valoración del impacto de su presencia medios de comunicación social y, cómo no, el reconocimiento de la importancia política de la representación de miles de familias cuyos derechos está siendo sistemáticamente conculcados. A estas nuevas tendencias responden sin duda la nueva dinámica de la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas o las plataformas familiares que se están creando a nivel autonómico -PROFAM en la Comunidad de Madrid- y nacional, como es el caso del importantísimo Foro Español de la Familia, red de asociaciones familiares, de padres y educativas. Más de 5.000 asociaciones representando a más de 4.000.000 de familias han convertido al Foro Español de la Familia en la mayor plataforma asociativa jamás creada en España. Creo que los datos avalan nuestro optimismo. P.: El actual predominio desde el 14 M, en el Congreso de los Diputados, de una mayoría autodenominada progresista, generalmente opuesta a la familia, ¿augura nuevas agresiones a la misma? En cualquier caso, su Instituto de Política Familiar, ¿buscará interlocutores, en el gobierno del PSOE, para exponerles sus puntos de vista orientados, en definitiva, al reconocimiento, con medidas legislativas y económicas concretas, de su función social?, ¿qué precisas actuaciones demandaría al nuevo partido de gobierno? R.: Es evidente que el 14M ha traído un transcendental cambio en el escenario político español y que ello va a traer consecuencias en los campos sociales, y más concretamente en las áreas de familia, vida y educación, que son las de mayor impacto en nuestro destino personal y comunitario. Este cambio ha cogido por sorpresa a un Partido Socialista que ni mucho menos esperaba el triunfo y que había utilizado como táctica electoral el recurso a sus posiciones culturales más extremistas y sectarias, tratando de reactivar una izquierda que ya sólo se reconoce en esas banderas.. El nuevo Gobierno se ha visto así convulsivamente arrastrado a realizar unas promesas electorales que representan auténticas agresiones de fobia hacia la familia y la vida.. En grandes líneas lo que va a traer este nuevo Gobierno -si sigue adelante con lo que ya ha anunciado- va a ser la potenciación de la ruptura familiar, la eliminación de más vidas humanas a través del aborto y una mayor caída de la natalidad, la discriminación e injusticia para con el matrimonio y la familia y la negación del elemental derecho de los niños a tener un padre y una madre. Independientemente de estas amenazas reales, el Instituto de Política Familiar quiere proporcionar soluciones alternativas a los legisladores y a las distintas administraciones para ayudar a resolver la problemática familiar. Es por ello que, en efecto, hemos pedido desde el principio-s establecer canales de interlocución con los nuevos responsables de la administración para continuar, desde nuestra posición de independencia, el camino posibilista iniciado con el anterior Gobierno. El diálogo podrá ser mas o menos fluido -eso dependerá, en buena medida, de la sensibilidad familiar de nuestro interlocutor-, pero lo que es evidente es que tenemos mucho que aportar y que nuestros gobernantes necesitan y deben contar con la participación directa del asociacionismo familiar para conocer, de primera mano, las verdaderas necesidades de la familia española. Sólo pedimos que el nuevo talante y el diálogo alcancen también a la familia. P.: La socialdemocracia europea, en general, valora positivamente a la familia, aunque podríamos matizar mucho esta afirmación, apoyándola con importantes incentivos económicos y sociales. Sus correligionarios españoles, al contrario, persisten en la promoción de otras “modalidades alternativas” de convivencia e ignorando la situación de desamparo que sufre la familia, sin comprender que el futuro de toda sociedad pasa por la salud de una familia respetada, promocionada y apoyada. ¿Considera que este retraso, de las políticas sociales del PSOE, obedece a sus viejos prejuicios anticatólicos?, ¿han observado, desde su Instituto, indicios de cambio en esa temeraria tendencia? R.: La socialdemocracia europea llega a constatar la importancia de la familia no a través de una convicción de fondo, de raíz antropológica, sino por una pragmática verificación empírica de las grandes funciones sociales que cumple la familia y por “sus ventajas económicas”. En efecto, se da cuenta que la familia aporta estabilidad, solidaridad intergeneracional, un colchón de amortiguamiento ante crisis personales o económicas de sus miembros y sobre todo que cuanto más estable es la familia menos dinero tiene gastarse el Estado en paliar otras necesidades sociales (desempleo, marginalidad social, ancianos, efectos de las drogas...). Como consecuencia de ello se dan cuenta que apostar por la familia no supone un gasto sino una inversión muy rentable. No es el camino ideal, pero al menos la familia sale beneficiada. En la socialdemocracia española, sin embargo, se ha impuesto el prejuicio ideológico de base marxista, capaz de negar incluso la realidad. Alguna experiencia tenemos ya con lo ocurrido con el Gobierno felipista de los años 80 que no sólo no creía en la familia, sino que, además, la consideraba de facto como escuela de desigualdades sociales y origen de la opresión de sus componentes, en especial de la mujer. Actuando "coherentemente" con estas tesis, el objeto de las políticas públicas del PSOE se desplazó hacia los individuos, de manera que no sólo no protegió la institución familiar sino que aplicó una política que ignoraba la familia o era claramente antifamiliar, eliminando paulatinamente, por ejemplo, las pocas y exiguas ayudas y prestaciones que existían hasta entonces. Todo ello provocó que la política familiar se "desinstitucionalizara" hasta evaporarse. El esperanzador cambio iniciado en el PSOE hace unos tres años, cuando entre todos conseguimos recuperar el tema de la familia para la agenda política española y el propio Rodríguez Zapatero demostraba una nueva sensibilidad para sus problemas muy en línea con la corriente europea, se ha visto bruscamente truncado con el afán, demostrado durante las elecciones del 14M, de arañar un voto útil de la izquierda radical. El caso es que, bien por convencimiento ideológico, bien por pragmatismo político, o por ambas causas a la vez, el socialismo español ha retomado, con precipitada fogosidad, su lado más oscuro, volviendo, como es público y notorio, a posturas antifamiliares, trasnochadas y regresivas. P.: El Partido Popular efectuó, en su día, magníficas declaraciones de intenciones orientadas hacia una política activa de protección de la familia. Sin embargo, desde el gobierno, no fue capaz de romper, en líneas generales, con la tendencia de décadas anteriores, caracterizada en la inhibición de los poderes públicos ante las necesidades y nuevos retos de la familia. A su juicio, ¿a qué se debió esa actitud?, ¿pudo influir, en ello, la escasa presión efectuada por las organizaciones familiares, al contrario que la desplegada desde los grupos de presión de homosexuales y feministas radicales? R.: Una de las grandes diferencias entre el Partido Socialista y el Partido Popular es que el primero tiene un proyecto de sociedad y el segundo sólo tiene un proyecto de gestión, consistente en la eficaz mediación de los intereses públicos. Desde esta verificación y a falta de un discurso cultural propio, sólo el compromiso y sensibilidad personal de algunos de los dirigentes populares han hecho posible esas iniciativas de protección de la familia. El Partido como tal padece una endémica debilidad en lo que a propuesta cultural de refiere. Con semejante contexto, unido al afán electoralista de nuestros partidos políticos, cualquier impacto de cierta relevancia en los medios de comunicación, aunque proceda de sectores marginales y minoritarios, puede incidir negativamente en el discurso público del Partido Popular. Y hay que tener en cuenta que durante el periodo de su Gobierno, las organizaciones radicales de izquierdas y el lobby homosexual, de escasísima representatividad, pero con una gran audacia y fuertes subvenciones tanto públicas como privadas, han ejercido mayor presión que los movimientos familiares. El resultado es que en estos años de Gobierno popular no se han cubierto mínimamente las expectativas de las familias. P.: Algunos ciudadanos, muchos de ellos católicos, decepcionados por la práctica de los grandes partidos que han actuado en contra de la familia tradicional (especialmente el PP y CiU), se empiezan a decantar por nuevas formaciones minoritarias que han hecho de la defensa de la familia su principal razón de ser. Es el caso del partido Familia y Vida. ¿Táctica y estratégicamente, le parece pertinente, sin entrar en consideraciones ideológicas, la acción de una formación de esas características? R.: En primer lugar es importante reseñar que cualquier iniciativa que vaya encaminada a promocionar y a defender a la institución familiar y la vida son bienvenidas desde nuestro Instituto. Otra cosa distinta sería un análisis, de índole politológico, sobre el impacto y las condiciones de éxito de los partidos sectoriales en un sistema partitocrático como el español, pero esto escapa en este momento a nuestra consideración. P.: La sociedad española ha hecho propio, en general, un estilo de vida relativista-consumista, animada por buena parte de medios de comunicación, los poderes públicos e, incluso, desde los mismos recursos educativos. La familia española, ¿constituye una alternativa real a esta mentalidad planetaria?, ¿tiene capacidad, para afrontar esta transmutación cultural, social y de valores, ofreciendo un estilo de vida alternativo? R.: Hace ya varios años que la economía de España avanza de manera muy positiva. Es patente el progreso en los servicios y en las infraestructuras del país. El desempleo ha descendido notablemente, los salarios han mejorado y es notorio el bienestar que ahora disfrutamos dentro del concierto de los países más desarrollados. Sin embargo, tendríamos que preguntarnos si no hemos descuidado el aspectos muy fundamentales del verdadero desarrollo de nuestra sociedad. Mientras aumenten el alcoholismo, la drogadicción o los suicidios; mientras los matrimonios sean cada vez más endebles; mientras el índice de abortos siga subiendo, tendremos que preguntarnos si las cosas van bien. Tendremos que preguntarnos si estamos construyendo la España y la Europa que queremos. Tendremos que reflexionar si estamos pensando verdaderamente en términos de desarrollo humano, de solidaridad y comunidad. Tendremos tal vez que concluir, al igual que lo hacía el ex_presidente Aznar ante la Conferencia de Envejecimiento que “cuando en las sociedades no se respeta la vida, no se valora a la familia, no se desean hijos o no se cuida a los ancianos, "algo no marcha bien" …"el problema no sería que la sociedad estuviera envejecida, sino, más bien, débil o enferma" Y esto es fruto del abandono y la desprotección al que durante muchos años se han visto sometidos el matrimonio y la familia y a la dejación de la sociedad en general y de las propias familias, que hemos asistido pasivamente al agravamiento de los problemas de la institución Pero a pesar de todo ello, la familia sigue siendo en la actualidad la institución más valorada en España. De hecho el 99% de los españoles, en una encuesta del CIS, conceden mucha o bastante importancia a su familia, por encima del trabajo, el dinero y los amigos. Pero si este dato es muy significativo, hay otros dos datos que indican la fortaleza de la familia: la importancia del amor como elemento fundamental de la familia y la solidaridad intergeneracional. Así el 98% de los encuestados subrayan la importancia del amor en el seno familiar manifestando un alto grado de compromiso de unión, respeto y amor con los restantes miembros de su familia. Por otra parte el 95% de los encuestados manifiestan un fuerte compromiso de ayuda a los ancianos de su familia. La familia española sigue siendo el lugar de encuentro entre las distintas generaciones –los padres, los hijos -jóvenes solteros que rondan la treintena y que siguen viviendo con sus padres- y progenitores que se mudan al domicilio de los hijos-- y que se dé un intercambio continuo de ayudas entre unos y otros, además de servir de colchón de amortiguamiento, antes las crisis o adversidades- no solo económicas. Y ello me hace ser muy optimista sobre el futuro de la familia. En el momento que superemos el letargo - y ya lo estamos haciendo- la familia cumplirá la misión para la que ha nacido y será el germen que transformará la sociedad. P.: En Foro Arbil consideramos necesario, en las actuales circunstancias, que la familia española se asocie y movilice persiguiendo el apoyo mutuo y la legítima defensa de sus intereses; intentado hacer creíble su propuesta, al hombre atomizado de hoy, de una realidad humana atractiva que corresponde a las exigencias de su naturaleza, por encima de modas e imperativos culturales dominantes. ¿Considera, con nosotros, que esta deseable movilización sea decisiva para su fortalecimiento y, con ello, de la regeneración de la sociedad? R.: Estoy totalmente de acuerdo con el planteamiento del Foro Arbil. Hoy, más que nunca, es urgente trabajar por una sociedad así. Eso sólo es posible si hay personas que tengan pasión por el hombre. Amar el destino de cada hombre, y colaborar en hacerlo posible, es la expresión más noble de la política, que vivida así es una verdadera vocación y no una mera voluntad de poder. Pero una sociedad no puede evolucionar positivamente sin su célula principal: la familia. |
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 82, junio de 2004.
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