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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Miguel Vaquero: In Memoriam

¿Pueden votar los divorciados?

¿Pueden votar los divorciados?

Con toda seguridad, a no pocos lectores se les antojará, el interrogante anterior, como un planteamiento retórico:

-          «Naturalmente que pueden votar. Lo reconoce el artículo 23.1 y 2 de la Constitución Española; salvo incurrir personalmente en los supuestos excluyentes legales».

De modo que la respuesta sería positiva: sin más disquisiciones que resolver.

A otros lectores, desde otra perspectiva, les resultará una cuestión lejana, incluso absurda; análoga a ese dilema tan católico, que reverdece periódicamente, acerca de si pueden comulgar los divorciados:

-          «Allá ellos y su conciencia. La cuestión es personal y forma parte de su fuero interno. Estamos en un Estado laico y se trata de una cuestión absolutamente privada que no debe afectar al ámbito público de ninguna manera».

Un tema privado, en suma, sin reflejo público alguno; en cierto modo, una cuestión irrelevante.

Hasta aquí, el discurso políticamente correcto. Cuestión resuelta, entonces: los divorciados pueden votar. Pero, ¿la cuestión es tan sencilla? En realidad ¿votar sirve para algo?

Efectivamente, el artículo 14 de la Constitución España, todavía vigente, al menos en su letra, afirma que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Perdón, ¿seguro que dice “sexo”? Y, por «condición», ¿se refiere también a la de divorciado?

¡Qué les voy a contar que no sepan! En la práctica, y en muchos aspectos, la Constitución es letra muerta por incumplida; ampuloso mascarón de proa de este régimen corrupto al servicio de una “casta” que acumula el poder político, financiero, mediático y cultural.

Si continuáramos reflexionando acerca de los derechos proclamados por la Constitución, entraríamos de lleno en aquella distinción crítica, originariamente marxista, de derechos formales y derechos materiales. No es cuestión baladí: por ejemplo, para quienes carecen de una vivienda en la que cobijarse… a pesar del ceremonial y grandioso derecho a la misma constitucionalmente proclamado; pero no por ello menos vulnerado.

Volvamos al artículo 14. ¿No dice que los españoles son iguales ante la ley? Entonces, ¿cómo es que se viene desarrollando, desde hace décadas, e in crescendo, ya gobierne PSOE o PP, una legislación punitiva y civil “de género”, con una enorme batería de medidas complementarias de todo tipo y alcance? Recordemos que semejante legislación “de género” parte de la presunción de culpabilidad penal y maldad natural del varón; tratándose como menores de edad a las mujeres, tuteladas ad infinitum, siempre que se muestren agradecidas al poder, mediante técnicas de discriminación positiva. No en vano, discriminación positiva para las mujeres implica, necesariamente, discriminación negativa para los varones. ¿Igualdad? Va a ser que no. Tamaña realidad contradice un principio fundamental de la lógica: una cosa no puede ser ella misma y la contraria simultáneamente. O iguales, o desiguales. Si se discrimina, no hay igualdad. Pero si se pretende revolucionar la sociedad desde sus raíces, o consumarse una revancha histórica “de género”, cualquier licencia dialéctica será presentada como admisible... aunque nos chirríe la lógica y el sentido común.

Partíamos del derecho al voto. El votar o no (también reconocido en el art. 23 1. y 2., faltaría más) se suele presentar como un derecho individual, intransferible, que debe madurarse en el fuero interno (hasta nos acotan una jornada para reflexionar, generosos y previsores que son los Padres de la patria), una decisión ajena a intereses colectivos, o externa a grupos de presión. Pero la realidad lo desmiente: se vota por simpatía personal, por rutina, por agradecimiento; pero también por creencias ideológicas, imperativos éticos o por intereses materiales concretos… incluso de secta. Es decir: desde una perspectiva de grupo o colectiva.

¿Y los divorciados? ¿Tienen algo en común los divorciados españoles? ¿Les une alguna circunstancia similar al Paquirrín del famoseo y al divorciado, vecino mío, que vive un piso junto a otros tres similares, compartiendo baño, cocina y soledad?

Como la agregación social informal que es, la de los divorciados puede caracterizarse por algunas notas comunes que, acaso, pudieran proporcionar luz a la orientación de ese voto. Para tal ejercicio, proponemos las siguientes características:

. Invisibilidad pública sustancial. En general prevalece, popular y mediáticamente, una imagen peyorativa y chusca. Así, divorciado sería sinónimo de apestado, semi-marginado, fracasado. Picaflor a la desesperada. Pícaro especializado en sobrevivir trampeando. Varón al acecho de ingenuas féminas. Estatus transitorio, en peculiar mixtura de tristeza, estructura mental adolescente y desorden vital.

. La inexistencia de políticas específicas de apoyo. «¿Para qué? ¿No terminan, casi siempre, arrimados a alguna otra tonta?» No busque, ni encontrará, en consecuencia de tan mayoritario tópico, programas de apoyo para los supuestos de expulsión del hogar, maltrato psicológico, problemas mentales específicos, suicidios de hijos adolescentes, a los que puedan acogerse los varones necesitados.

. Una mayor incidencia de la pobreza, muerte prematura y marginación. Por el contrario, una sorprendente inexistencia de políticas preventivas de salud masculina; ausencia de estudios de la incidencia del suicidio, de los auto-accidentes y del impacto de las dependencias asociadas –especialmente- a divorcios y separaciones contenciosas.

. Un conocimiento común de los rigores del sistema, especialmente en sus ámbitos policial, judicial y de servicios sociales. Unas experiencias comunes, en general, humillantes, traumáticas y degradantes. Y nada visibilizadas, por cierto.

. Elevados índices de carencia de vivienda propia; de modo que, por ejemplo, obligados por sentencias draconianas a vivir en pisos compartidos, los jueces, por el riesgo supuesto de ese entorno, niegan sistemáticamente las pernoctas de los hijos menores. Un motivo más de alejamiento, pérdidas afectivas, sentimientos de vergüenza y fracaso. Ya se sabe: «los hijos nacen con un pan, perdón, con un piso…» que disfrutará siempre e indefinidamente la madre y sus sucesivas parejas; no el padre. ¡¿Y se extrañan muchas mujeres de que los hombres no quieran comprometerse, o que no quieran tener hijos…?! Por supuesto: cada uno cuenta la película según le ha ido. Cada caso es un mundo y no se parece a otro necesariamente. Y la casuística es inmensa, como la picaresca hispánica, la maldad humana, etc.

. Y, respecto al Síndrome de Alienación Parental y a las denuncias falsas, no diremos nada; no terminemos enjuiciados, o linchados en redes sociales, o en la plaza que hay junto a mi casa, por atreverme siquiera a insinuarlo.

Sintéticamente: para el sistema, el padre es prescindible, por ser un obstáculo a la «liberación».

No es aventurado, ni victimista, según vemos, afirmar que concurren unas características comunes entre los varones que han transitado por un divorcio, especialmente si ha sido contencioso y/o con hijos, que podrían inducir a una reflexión conjunta sobre la pertinencia, además de otras múltiples dimensiones, del voto.

Primera tesis: PPSOE comparte un programa radical progresista que -enfocado a la captación de las mujeres, sujetos de la revolución radical/progre/marxista/ultrafeminista- actual, perjudica y arrincona a un número elevado de varones. Una discriminación que alcanza, incluso, a selectos sujetos de las clases sociales “poderosas”: recuérdense casos como los de Alberto Martín, ex marido de Lidia Bosch, Francisco Rivera Ordóñez, ex de Eugenia Martínez de Irujo… ¡incluso Paquirrín ha sufrido en carne propia los rigores de la legislación vigente!

Por ello, votar al PPSOE es actuar en contra de los intereses personales y de grupo. Ciertamente, una de las grandes carencias de este sector social, el de los divorciados y su entorno inmediato, es su falta de identidad corporativa, la inexistencia de cauces propios de participación o de lobby, el individualismo, las lógicas “salidas” personales… Pero, tras perder casa, medios de vida, hijos, tras ser detenido, enjuiciado, arrastrado por “puntos de encuentro”, sufrir los malos modos y los prejuicios de policías, funcionarios de juzgados, trabajadores sociales, psicólogos y demás mercenarios del sistema, durante años y años, ¿de dónde sacar fuerzas para seguir luchando? ¿Y cómo? ¿Y por qué? ¿Y por quién? ¿Con quién? Demos un paso más: ¿contra quién?

Segunda tesis: los varones divorciados son a la ingeniería social actual, lo que las clases medias a la crisis económica; instrumentos operativos y víctimas necesarias de un programa desarrollado por las minorías despóticas de vocación totalitaria que nos gobiernan. Si PPSOE votan, también en instancias europeas, las mismas políticas sociales y mantienen similar programa ultrafeminista, ¿es inteligente y racional votar a quienes te golpean, ningunean y expolian?

Tercera tesis: votar para hacerles daño. ¿Hay alternativa al voto a PPSOE?

Dejemos de lado las treinta y tantas listas electorales “ideológicas”, testimoniales y “frikis”. Y la abstención favorece a los grandes partidos. Uno puede abstenerse, pero ello no cuenta, no repercute en los resultados en modo alguno: al contrario, alcanzar el éxito resulta más barato a los grandes. Respecto a votar nulo, sirve el mismo razonamiento. Y votar en blanco favorece a los grandes partidos, desde una perspectiva matemática-electoral, pues los pequeños requieren un porcentaje mínimo que tienen más difícil alcanzar; y al contabilizarse los votos en blanco, se elevan los porcentajes.

¿Se puede o se debe votar? Allá cada uno: según creencias, experiencias, imperativos éticos e ideológicos, pero también puede plantearse, en este ámbito, una reflexión de grupo, insistimos. Y, una opción legítima, es votar donde más duele a PPSOE: a los partidos emergentes.

Veamos. «Podemos» es más de lo mismo y más duro: es la Guardia Roja del sistema; sus hijos radicales. Quedan UPyD, de la leninista y soberbia Rosa Díez; «Ciudadanos», del guaperas y ahora modosito Albert Rivera;  y las chicas y chicos de VOX, empeñados, por obra y gracia de Alejo Vidal-Quadras en volver al redil «popular»; al menos en Estrasburgo. No es mucho, pero algo es algo. Es más, ciertas figuras de estas “nuevas” formaciones, en alguna ocasión, incluso han tenido la osadía de cuestionar el programa radical progresista de la casta político/financiera/mediática de PPSOE y sus ingenierías e imposturas. Si obtuvieran los pequeños, representación parlamentaría,  serían más los partidos políticos en la necesidad de ganarse los votos y escuchar a los ciudadanos. Y si unas decenas, o cientos, o miles de enchufados de la casta, de paso, se quedan en la calle o no salen elegidos; mejor que mejor. Se les puede hacer daño. El 25 de mayo, un poco; en las elecciones municipales, bastante más.

¿Pueden votar, entonces, los divorciados, con conciencia de grupo? Nos atrevemos a afirmar que ello es posible. Pero, ¿deben? Desde una perspectiva del interés personal, acaso, también. ¿Y a quién?: nunca a los verdugos, ni a los mercenarios del sistema. Jamás a PPSOE. Que sepan que se les puede acabar el chollo.

No existiendo un sujeto revolucionario capaz volcar el régimen, ni un populismo que obligue a la casta a rectificar sus políticas, sólo nos queda el mal menor: votar a los emergentes con alguna posibilidad de éxito. Lo demás es perder el tiempo.

Lo que queda, veíamos, son los “minoritarios”; y a éstos, conforme el talante personal de cada cual: si eres progre genéticamente, pues tienes a UPyD. ¿Eres liberal y de buen rollito?: Ciudadanos. Un poco tradicional y cascarrabias: VOX. ¿E Impulso Social? No tienen posibilidad alguna, al menos en esta ocasión. No sirve, lamentablemente.

Pero que nadie se cree expectativas: de las elecciones europeas no vendrá la salvación; de nada, ni de nadie.

Cuarta tesis (en realidad, la primera de todas las anteriores): todo cambio político ha sido procedido por un cambio cultural y social.

Seguramente nos encontremos en una fase histórica de decadencia y crisis. De alguna manera, la denominada sociedad civil se reorganizará, en un futuro, configurándose un movimiento masculinista, del que existen brotes un poco por todas partes; que reflexione y actúe sobre la identidad masculina, su autoconciencia, su naturaleza, su desarrollo personal y el espacio social y familiar que le corresponde. Un espacio en el que especímenes como Miguel Arias Cañete –torpe, misógino, prepotente- no cuenten.

Pero, hasta entonces, no tenemos por qué inhibirnos el 25 de mayo. Y en las siguientes elecciones, si no gusta cómo se han portado, se puede –¡se debe!- cambiar de voto.

En todo caso, libertad, libertad, libertad.

 


http://latribunadelpaisvasco.com/not/1321/-pueden-votar-los-divorciados-/#

Tsunamis de vida

Tsunamis de vida

En esta ocasión, me he decidido a incorporar en "Disidente por obligación", sin comentarlos siquiera, dos breves vídeos que, desde experiencias muy concretas y reales, reivindican la dignidad de todas las personas.

https://www.youtube.com/watch?v=BlnhSzDnC-I

https://www.youtube.com/watch?v=VcSFdhMJVcQ

Forman parte de una pequeña iniciativa que, en el contexto del debate reabierto por el anteproyecto de ley de protección del no nacido en España, un grupo de amigos ha lanzado en las redes sociales. Denominado “Tsunamis de vida”, se enmarcan en la estela del manifiesto “Es bueno que tú existas” (http://www.paginasdigital.es/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=5337&te=&idage=&vap=0&codrel=2993&usm=$%7C$idusuencrip$%7C$).

Semanalmente se incorporará otro vídeo, hasta sumar siete. Les une la siguiente afirmación: la vida es un regalo, incluso no pareciéndolo de manera inmediata.

Twitter: @tsunamisdevida  / YouTube: Tsunamis de vida

De lucha de clases a lucha de sexos, y no es sólo cine porno (Pascual Tamburri, Ruta Norte,El Semanal Digital)

De lucha de clases a lucha de sexos, y no es sólo cine porno (Pascual Tamburri, Ruta Norte,El Semanal Digital)

DE MUJER A PROGENITOR B

La ideología de género dio contenido a una izquierda derrotada y humillada por los fracasos socialistas y comunistas. La tragedia de Europa es su aceptación sumisa por el centroderecha.

Hace muy pocas semanas, en sus Crónicas Navarras, Fernando Vaquero Oroquieta recordaba una opinión digna de George Orwell del ex juez Francisco Serrano diciendo a los varones que "Si usted, yo o cualquier otro hombre no estamos en la cárcel es porque nuestras mujeres no quieren. Porque como quieran…". Y las cosas son dignas del Gran Hermano: ´cada año son detenidos en España más de 100.000 varones por supuestos delitos de maltrato en el ámbito familiar. Para ello es suficiente la denuncia de una mujer -con su único testimonio- que asegure en una comisaría o juzgado haber sido «maltratada verbalmente». Existe una subvencionada «industria del maltrato», dirigida por el lobby feminista, encargada de controlar y dificultar la relación de los padres varones con sus hijos. Ha aumentado exponencialmente el número de familias monoparentales en las que los hijos desconocen la figura y los efectos de la relación con un padre´.

Es toda una obra de ingeniería social, que tiene más ramas y que implica toda una dimensión ideológica, de matriz materialista y marxista a cuyo análisis actualizado ha dedicado el mismo Fernando Vaquero interesantes páginas en el número 181 de la revista de pensamiento Razón Española.

No es una casualidad, ni una excepción. El "hembrismo" es una vanguardia ideológica radical de la modernidad actual, en la que su aún borroso contenido programático ha adelantado a Marx, a Engels y a Lenin, dando empleo a Gramsci, a Freud, a Marcuse, a Sartre y a De Beauvoir. Adelantado y hasta reemplazado, porque mientras que la izquierda materialista tradicional ha quedado puesta en evidencia y derrotada por el siglo XX, este materialismo hormonal ha encontrado su espacio de acción en la sociedad diseñada por y para los valores liberal-capitalistas. Modernidad materialista también, al fin.

Para el neomarxismo, y más después de 1989, las distinciones clásicas entre estructura y superestructura desaparecen, sea siguiendo a Gramsci, sea siguiendo a la Escuela de Frankfurt. Ante el evidente fracaso de la lucha de clases, ahora luchan los sexos, o mejor los géneros, y se abren otros nuevos frentes culturales contra la "opresión del enemigo fascista"… con la comodidad añadida de que no hace falta derribar el capitalismo. Para la nueva izquierda, la ideología de género es un mecanismo adecuado de interpretación del mundo. Los humanos ya no pertenecemos a dos sexos genéticos, sino a múltiples, variopintos y variables géneros, y de ahí nace la idea de poderlos cambiar, combinar y vaciar de contenido social, cultural y espiritual, y el concepto represivo y discriminador de "violencia de género" .

´La ideología de género reinterpreta, desde tales premisas, la naturaleza, el individuo, la historia, la economía... Con su pretensión de liberar al hombre del hecho objetivo, «dado» por la naturaleza, de su propio cuerpo, promueve inevitablemente la revolución de un nuevo hombre, una nueva cultura y, en consecuencia, una nueva sociedad. El término «género» deviene, en esta cosmovisión, en concepto clave y revolucionario de su correspondiente neolenguaje, otra característica de los totalitarismos´. Por la lucha de sexos han encontrado otro camino a la revolución social y cultural.

Para las feministas radicales o hembristas, tanto los sexos como los roles sociales son variables y no permanentes. Se trata de acabar con la familia con padre y madre, por todos los medios, y de separar todas las relaciones sexuales de la procreación, mientras se atribuyen a ésta otras y más placenteras funciones. Vaquero explica cómo mucho antes de José Luis Rodríguez Zapatero el lenguaje ya estaba en manos de partidarios de la subversión de todas las "estructuras" tradicionales, convirtiendo tendencias en su origen tan extremadamente poco de izquierdas como homosexuales y feministas en vanguardias de ese "hembrismo" que ahora domina. Lo singular del caso es que  ese Derecho a la carta de estos radicales, instaurado por unos, no está siendo corregido por los otros. En parte convencidos de la nueva corrección política, y en parte, sin más, acomplejados y amedrentados.

Sigue adelante pues la agenda de ingeniería social impulsada por esta ideología, que pretenden redefinir los roles de hombres y mujeres; el mal llamado "derecho a la salud sexual y reproductiva" es radicalmente revolucionario y estamos viviendo las consecuencias en la vida de nuestras familias. Por esta vía, esta nueva izquierda convierte la familia y la sociedad en campo de batalla, la identidad masculina pasa a ser percibida como enemiga de la convivencia, el Estado interviene, dirime y decide. Estamos ante una revolución cultural sin precedentes en un terreno que afecta como ningún otro a nuestro futuro.

La ideología de género desborda la naturaleza, el instinto de supervivencia de la especie y la razón humana. Como señala José Javier Esparza, tiene su centro en la destrucción de la figura del padre, visto como enemigo de esa modernidad disruptiva que "nos estamos dando". Curiosamente el feminismo actual, "hembrista", es por radical contrario a la igualdad: busca imponer la desigualdad. Y con ella el triunfo de un materialismo mucho más viejo y menos original, que empapa en este 2013 a unos y a otros, y a nuestro mismo Código Penal. ¿Es de aceptación obligatoria?

EL «HEMBRISMO» COMO ESTADIO FINAL DEL MARXISMO (texto publicado en el Nº 181 de la revista de pensamiento Razón Española).

EL «HEMBRISMO» COMO ESTADIO FINAL DEL MARXISMO (texto publicado en el Nº 181 de la revista de pensamiento Razón Española).

I. INTRODUCCIÓN: DESBORDANDO 1984

 

Unos hechos significativos de nuestro entorno inmediato; veámoslos. Cada año son detenidos en España más de 100.000 varones por supuestos delitos de maltrato en el ámbito familiar: para ello es suficiente la denuncia de una mujer -con su único testimonio- que asegure en una comisaría o juzgado haber sido «maltratada verbalmente». Existe una subvencionada «industria del maltrato», dirigida por el lobby feminista, encargada de controlar y dificultar la relación de los padres varones con sus hijos. Ha aumentado exponencialmente el número de familias monoparentales en las que los hijos desconocen la figura y los efectos de la relación con un padre; pero, paradójicamente, en un asombrosos y revolucionario cambio de los roles familiares, los hijos se han convertido en «propiedad» del Estado a través de sus controladas y mantenidas -por diversas vías legales e institucionales- «madres cuidadoras». España ha sido pionera en la aprobación del mal llamado «matrimonio homosexual». España, igualmente, es  destino turístico por la laxitud con la que practica el aborto sin apenas restricciones. Se está desarrollando, desde algunos medios de comunicación, toda una preparación pedagógica dirigida a una futura legalización de la eutanasia. Persiste el control totalitario de la educación. La vida social española se viene caracterizando por una intensa sexualización pública. Se persiste en campañas dirigidas a la eliminación progresiva de la tradición religiosa (en sus expresiones simbólicas y públicas). Se demoniza a los disidentes del «pensamiento políticamente correcto»; sean ciudadanos comunes o relevantes figuras de la vida pública. Se excluye a los jueces independientes que denuncian las prácticas de la «ideología de género»...

Una situación, que desbordando a 1984, de George Orwell, ha llevado a afirmar al jurista, escritor y ex juez Francisco Serrano que «Si usted, yo o cualquier otro hombre no estamos en la cárcel es porque nuestras mujeres no quieren. Porque como quieran…»[1].

El panorama descrito, ¿cómo calificarlo? ¿Ciencia-ficción o realidad? ¿Acaso responde a una mirada distorsionada por prejuicios machistas trasnochados o se basa en datos objetivos? ¿Son fenómenos aislados o en perfecta sincronización? En cualquier caso, sufrimos las quiebras humanas de una sociedad convulsa y en revolución permanente; dirigida e impulsada desde el «poder» político, cultural y mediática. Una revolución postmoderna que tiene un origen, la ideología de género; y un instrumento, la ingeniería social. El texto que sigue pretende profundizar en los aspectos ideológicos explicativos de las prácticas y raíces del fenómeno.

 

 

II. LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

 

La izquierda, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, ha sufrido una profunda evolución ideológica y estratégica con el tránsito de diversas etapas y tácticas.

Intelectuales izquierdistas, como Jean Paul Sartre y Simonne de Beauvoir, se incorporaron al entorno comunista motivados, fundamentalmente, por su odio a la Iglesia Católica e impulsados por su voluntad de eliminación de toda forma de superstición religiosa. Inspirándose en un supuesto «Marx humanista» de sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, trataron de elaborar una nueva interpretación de base marxista combativa de toda forma de «alienación», incluidas las de naturaleza familiar y sexual que encubrirían la capitalista.

En el itinerario de esta evolución, seguiremos como hilo conductor el magnífico trabajo elaborado por el abogado José Luis Sáiz Calabria titulado «Una aproximación a la mentalidad dominante. La izquierda como nuevo moralismo».

Así, el «neomarxismo» de los años 60 del siglo XX invertiría los esquemas ortodoxos marxistas, al poner el acento en la superestructura (pensamiento, valores, religión, estética) por encima de las condiciones materiales y de producción; sirviéndose para ello no poco de la reelaboración marxista de Antonio Gramsci. Para este autor italiano de los anteriores años 30, el cambio de mentalidad, liderado por los que denomina «intelectuales orgánicos», debía preceder al cambio social revolucionario; enfrentándose así con un todavía opositor «sentido común» fruto de la tradición católica.

Otra vía de renovación del marxismo procede de la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, Benjamín). Desde diversas perspectivas, pretendían extender la crítica de la alienación a todas las formas de institución social. Para ello investigarán especialmente las raíces familiares y cualquier otra forma de autoridad prefiguradoras de todo pensamiento y estructura represora y, por definición, calificada como «fascista». En este neomarxismo, Herbert Marcuse elabora una síntesis de Marx y Freud, quien propone que la verdadera liberación de toda alienación pasa necesariamente por la liberación sexual, transformando el cuerpo humano en un instrumento de placer y no de explotación. Erich Fromm, por su parte, denunciará toda forma de autoridad: la familia, la religión, el patriarcado, el machismo… Caído el Muro de Berlín, descompuesta la Unión Soviética, desbaratado el modelo chino, con una socialdemocracia en convergencia con los dictados de las oligarquías económicas del mundialismo y diezmada por los nuevos partidos antisistema (Frente Nacional francés, Partido Liberal austriaco, Partidos del Progreso danés y noruego, UKIP británico…), estos intelectuales proporcionarán los instrumentos interpretativos y de acción de la izquierda postmarxista de los años 80 y siguientes.

Sáiz Calabria caracteriza esta perspectiva, magistralmente, en el siguiente párrafo: «Esta “nueva” izquierda se modula en una lucha constante contra el “fascismo” y en la promoción permanente de la agitación cultural desde las grandes plataformas mediáticas y culturales de lo políticamente correcto, en las que se elaboran las agendas culturales y se ensalzan o se proscriben los libros, los autores y los temas de interés, y que finalmente van introduciéndose, en un proceso incontenible y devastador, en los grandes medios y en las expresiones de la cultura popular, la televisión, la música, la literatura o el cine»[2].

La última mutación de esta evolución la constituiría la denominada «ideología de género». Ya Simonne de Beauvoir enunció en 1949 su conocido aforismo: «¡No naces mujer, te hacen mujer!». Sigamos con Sáiz Calabria: «La ideología de género es un feminismo radical surgido hacia fines de los 60, que rompe con el anterior movimiento feminista de paridad (que creía en la igualdad legal y moral de los sexos), para exigir el derecho a determinar la propia identidad sexual, y así llegar a una sociedad sin clases de sexo. Tuvo una fuerte presencia en la polémica Cumbre de Pekín, la IV Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, realizada en septiembre de 1995» y en la que se propondrían, entre otras tácticas y estrategias, el tan extendido, como apenas cuestionado concepto «violencia de género».

Se trata, en suma, de una nueva utopía, de un proyecto humano sustentado en contravalores que «Mantiene un vínculo con las utopías liberadoras de antaño y adquiere las formas de una nueva religión política, sin coerción física ni liderazgos heroicos, pero que va decantándose en un totalitarismo blando aunque, por ello mismo, extraordinariamente eficaz por cuanto oculta los verdaderos mecanismos de su asimilación»; asevera Sáiz. Debemos precisarle, no obstante, que ya en el poder- es el caso de España- esta ideología no vacilará en servirse de los medios «represores» clásicos: desde los recursos policiales a la exclusión de los disidentes.

            Tales propuestas revolucionarias constituyen el núcleo de la llamada «perspectiva de género», cuyo origen lo encontramos en el marxismo, según hemos visto, si bien con la aparente contradicción que presenta su dialéctica interna. No en vano, el marxismo se pretende «científico» y esta perspectiva neomarxista/feminista violenta la naturaleza misma, objeto del estudio de la ciencia; por lo que deviene en una ideología profundamente irracional, tanto o más que las otras modalidades marxistas. Su pretensión de reelaborar la historia, metodología y objetivos, la caracterizan, además, como una ideología totalitaria que se servirá, si es preciso, de los instrumentos de esta índole propios de un Estado de control hegemónico.

La ideología de género reinterpreta, desde tales premisas, la naturaleza, el individuo, la historia, la economía... Con su pretensión de liberar al hombre del hecho objetivo, «dado» por la naturaleza, de su propio cuerpo, promueve inevitablemente la revolución de un nuevo hombre, una nueva cultura y, en consecuencia, una nueva sociedad. El término «género» deviene, en esta cosmovisión, en concepto clave y revolucionario de su correspondiente neolenguaje, otra característica de los totalitarismos; cuestión que merece un estudio particular dada su extrema incidencia en el cambio social.

 

 

III. INGENIERÍA SOCIAL

 

Para alcanzar ese programa es prioritario «deconstruir» los roles asignados al hombre y a la mujer, por considerarlos injustos y contrarios a la verdadera liberación personal; de modo que el sexo biológico también sería una barrera a superar en aras del «género» liberador. En consecuencia, la procreación su subordina al proyecto de «construcción» personal, a la elaboración individual y libérrima del propio género, vinculándose a nuevas formas de agregación pseudofamiliar y facilitándose lo anterior mediante novedosas técnicas artificiales. Igualmente, la filiación se independiza de los roles naturales de maternidad/paternidad. Lógicamente, el Estado, con todos sus medios, debe ponerse al servicio de esta agenda de liberación personal y colectiva: educación, medios de comunicación, legislación positiva, servicios sociales, policía, magistratura. Tal despliegue de medidas constituye la que podemos denominar «agenda de la perspectiva de género» que ejecuta con precisión de cirujano la «ingeniería social».

El ilustre jurista y magistrado José Luís Requero Ibáñez afirma que «Para tal ideología el género tiene una dimensión ante todo cultural independiente del sexo, ajena a la naturaleza de la persona. La sexualidad no es constitutiva sino optativa: no se es ni hombre ni mujer, se opta por ser hombre o mujer porque ser hombre o mujer forma parte de “roles socialmente construidos”»[3]. Más adelante, recuerda que Rebecca Cook declaró en la antes mencionada Cumbre de Pekín que «los sexos ya no son dos sino cinco y por tanto no debería hablarse de hombre y mujer, sino de mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales». Todas las medidas propuestas y adoptadas en aplicación de dichos presupuestos serían, según su criterio, «fiel exponente de la guerra ideológica en la que estamos sumidos; es una guerra cultural, de conquista del sentido común, de conquista de la percepción y comprensión de la realidad y de la verdad sobre la persona. En lo jurídico, esta guerra llama a la acuciante necesidad de reinstaurar nuestros ordenamientos sobre postulados de Derecho natural frente a postulados de Derecho antinatural». Y se pregunta si, en coherencia con semejantes axiomas, puede legislarse desde la mentira. El jurista Jesús Trillo-Figueroa responde afirmativamente: «uno nace biológicamente hombre o mujer, y por tanto la naturaleza humana da lugar a personas con condición sexuada. Pero esto no les importa a las ideologías. Y se puede legislar sobre una falsedad, como se ha hecho en España desde 2004. No sólo fue el programa máximo del presidente Zapatero, sino que sigue ahí»[4]. Y el propio Requero suscribe dicho juicio, ya al término de su trabajo, afirmando que «Las consecuencias de hacerlo están ahí: el ordenamiento jurídico es un ecosistema por partida doble; en sí mismo, porque de alterarse la lógica de una institución jurídica –por ejemplo, el matrimonio– produce consecuencias en todo lo que rodea a ese instituto jurídico y, en segundo lugar, porque el destinatario de la norma es la persona y hay una ecología humana. Cuando el ecosistema humano se contamina, los daños saltan a la vista en términos de dolor, muerte, pérdida de derechos, etc.».

Para conseguir sus objetivos, la ideología de género ataca conscientemente -y desde todos los frentes posibles- a la familia, pues es en tal espacio donde la persona aprende a relacionarse, a interiorizar los roles familiares y sociales, a experimentar la religión; en definitiva, se integra en el orden natural de las cosas. La familia, que despectivamente califican como «tradicional», según su criterio, no sólo esclaviza a la mujer, sino que condiciona a los hijos, quienes «viven» que familia, matrimonio y descendencia son factores naturales y decisivos en su manera de afrontar el mundo; una experiencia «alienadora» a erradicar.

Vemos, por tanto, que esta ideología parte de unos iniciales postulados marxistas, de modo que inevitablemente pretende el poder como instrumento de la revolución antropológica que -en última instancia- persigue. No obstante, dado que el control del poder cultural debe preceder, desde su perspectiva, al control del poder político, esta ideología venía trabajando, con anterioridad a los gobiernos José Luis Rodríguez Zapatero, desde la acción de sus lobbys feminista radical y gay. De ahí la progresiva elaboración e imposición de un neolenguaje, su decidida penetración en todos los niveles del mundo educativo y, acorde a los tiempos actuales, su voluntad de manipulación de los medios de comunicación, particularmente la televisión. Las diversas normativas discriminatorias «en positivo» de la mujer, elaboradas en las últimas décadas, se basarían en estadísticas manipuladas, cuando no falsificadas; que para ello ignoran, por ejemplo, la particular incidencia masculina en el suicidio, el mayor fracaso masculino en los estudios en general, etc. Todo ello se ha plasmado en un cuidadoso recorrido legislativo, estudiado particularmente, según veíamos, por José Luis Requero Ibáñez, del que destacaremos, ahora, la perversa inversión de la carga de la prueba, y la práctica de un Derecho penal de autor, por definición, de deriva totalitaria. Esta revolución se ha servido de prácticas nocivas muy extendidas socialmente, como es el preocupante fenómeno de las denuncias falsas en el ámbito penal intrafamiliar (sobremanera, la denominada, desde una nomenclatura anglosajona, como «bala de plata»), y la implantación de una red parajudicial de supuestos servicios sociales, que sus detractores han calificado gráficamente como «industria del maltrato»; no en vano son muchas las colectividades feministas que se benefician de la misma. Cuestiones todas ellas que requieren un trabajo específico.

 

IV. UNA REVOLUCIÓN ANTROPOLÓGICA EN MARCHA

 

Una de las más significativas teóricas de esta ideología, Alison Jagger[5], afirma que la «humanidad podrá revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural». Y avanza que «La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley ni tan solo igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -igual que los hombres- no tengan que dar a luz». En consecuencia, «la destrucción de la familia biológica que Freud nunca visualizó, permitirá la emergencia de nuevos mujeres y hombres distintos de cuantos han existido anteriormente».

 

Tales premisas prefiguran, pues, la revolución antropológica que particularmente se está experimentando en la sociedad española, con la dimensión de un auténtico y pluridisciplinar laboratorio de ingeniería social, cuyo objetivo último es «superar» la condición biológica con la que uno nace, introduciendo los medios materiales y culturales que desborden esa barrera –según esta ideología- al proyecto personal.

 

Esta revolución de naturaleza antropológica -pues transgrede la realidad biológica del ser humano desde una perspectiva puramente ideológica e irracional- quiere imponer como máxima aspiración individual la construcción de una identidad, independientemente del sexo con el que se nace. Por tanto, la identidad sería el «género», y éste implica que cada ser humano emancipado y liberado «se haga» mujer, hombre, bisexual, transexual, homosexual, a capricho o supuesta necesidad; incluso en varias ocasiones a lo largo de la vida, si las técnicas médicas lo facilitan.

 

En palabras de la portavoz del Foro de la Familia y orientadora familiar Amaya Azcona, «la cultura posmoderna niega que la familia sea una realidad natural y la explica como una convención social para cumplir las funciones que la sociedad le asigna y que, por tanto, no está sometida a una juridicidad propia y que es posible considerar familia lo que en cada momento sea más práctico para la sociedad en la que se encuentra.» (…) Deconstruir es resignificar los conceptos, vaciarlos de significado y darle uso nuevo. El feminismo primero y posteriormente la ideología de género han tenido un papel muy activo en la resignificación de los conceptos: hombre, mujer, sexualidad, matrimonio, familia, paternidad, maternidad, fraternidad. Conceptos que afectan a las relaciones familiares y al núcleo de las identidades personales». Así, se han  redefinido en particular legalmente, «la relación esponsal, la conyugalidad, las relaciones sexuales, la filiación, la paternidad, la maternidad»[6].

            La agenda de ingeniería social impulsada por esta ideología pretende, en fases sucesivas, acabar con el dominio del hombre –denominados despectivamente como «patriarcado» y «machismo»- sobre la mujer. El primer paso ha sido el control por las mujeres, sin dar cuenta a los hombres, de la reproducción, incluyendo el aborto. La mujer, dueña de su cuerpo, es así propietaria del nuevo ser que, naturalmente o por técnicas de fertilidad artificial, llegue a engendrar libre y voluntariamente. Y, caso de que una mujer quiera interrumpir el embarazo, no tiene por qué informar al padre de ello, pues no es quién para impedirlo; decidiendo la mujer sobre el futuro del niño y del propio padre. De ahí ese sentimiento de «propietaria y hacedora» de la vida de tantas mujeres. El padre, en consecuencia, no puede decidir ni en un sentido ni en otro. Si un hombre golpea, aún accidentalmente, a una mujer embarazada, se enfrenta a responsabilidad penal y civil por daños a madre y niño. En este caso, pues, no se trata al niño por nacer como mero «agregado de células», susceptible de ser abortado unilateralmente por la madre. Contradicciones, en suma, de los defensores del aborto, pero, curiosamente, siempre en detrimento del padre... y del ser humano en ciernes. Toda esta situación de absoluto y exclusivo control por parte de la futura madre, de llegar a serlo, se prolonga a lo largo de toda la vida del agregado de células, feto o niño, según decisión de la madre. Por el contrario, el padre, únicamente tendrá el papel y afecto que la madre le conceda; aparte del económico. Y, llegados a este punto, mencionemos los contundentes casos de estafa que supone la paternidad legal de padres engañados, ignorantes de que otro varón es el biológico. Así, se han emitido sentencias en España en las que se ha obligado al supuesto padre engañado al abono de todas las responsabilidades económicas devengadas hasta ese momento; acreditado ya por pruebas y admitido judicialmente. De este modo, se elimina por la fuerza la supuesta relación de injusticia estructural de naturaleza «machista», volcándola en otra de carácter simétrico y «hembrista».

            En esta evolución que estamos describiendo, es decisiva la implantación intelectual, positiva y en el plano de las costumbres, del denominado «derecho a la salud sexual y reproductiva», entendido como la más efectiva modalidad de liberación de la mujer; separando la maternidad del cuerpo femenino, mediante métodos contraceptivos, la esterilización y el aborto. Pero también, mediante las técnicas de inseminación artificial, eliminando la paternidad conocida.

Por último, desde esta práctica de género, se eliminan las ataduras y desigualdades sexuales, nivelándose la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad. De ahí su confluencia con los intereses del lobby gay.

Estos lobbys –radical/feminista y gay- han recorrido un largo camino. De entrada, desde medios intelectuales, descalificando las relaciones entendidas como normales, desvelándolas fruto del conflicto familiar y la lucha de clases. Después, racionalizando y propagando las motivaciones ocultas de esa injusticia y las circunstancias que lo han permitido. Por último, imponiendo una alternativa a esas situaciones injustas, mediante campañas de adoctrinamiento, cambios legales… y persecución de los disidentes.

Esta agenda ha provocado algunas resistencias sociales en España y otros países, generando muy concretos espacios de confrontación. Es el caso de la conflictividad en torno al denominado Síndrome de Alienación Parental (SAP), la lucha por la custodia compartida y la polémica dialéctica «violencia de género/violencia doméstica». Y por lo que se refiere a casos personales concretos, mencionaremos el «caso Diego Pastrana», el reciente proceso estaliniano al diputado de UPyD Toni Cantó, las sanciones a diversos «disidentes» de la judicatura (Fernando Ferrín Calamita, María Jesús García Pérez, Francisco Serrano y María Sanahuja) y, por último, el del célebre investigador anglosajón feminista, Murray A. Strauss. Asuntos, todos ellos, acreedores de un estudio específico, acreditativo de la aparentemente irreversible implantación de la agenda de género.

En suma, es un cambio revolucionario, pues implica un cambio artificioso en la autocomprensión del sujeto individual en su propia naturaleza y en sus relaciones con los demás: padres, de tenerlos y en la modalidad que sea, sus iguales, las autoridades, los colectivos sociales, valores, expectativas vitales… Y esta revolución puede llegar a extremos realmente grotescos. Así, la radicalización ideológica ha llevado a grupos de feministas a propugnar, practicar y limitar su sexualidad, a unas relaciones íntimas exclusivamente con otras mujeres, de ahí que se le denomine «feminismo lesbiano» o «lésbico»; determinando, como auténtico dogma de fe, que en el plano físico éstas relaciones sexuales deben desarrollarse posicionadas ambas mujeres en paralelo, para evitar cualquier posición de superioridad física que pudiera reproducir roles machistas… No en vano, la intelectual feminista Kate Millet afirmaba que «la mujer que se acuesta con un hombre lo está haciendo con su enemigo».

De esta revolución antropológica se derivan múltiples consecuencias prácticas, además de las resistencias reseñadas:

1.- Institucionalización de un enfrentamiento permanente entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, especialmente en el seno familiar; con la inevitable manipulación de los hijos en aras de conseguir su posicionamiento frente al otro.

2.- Destrucción de la personalidad masculina, mediante los mecanismos psicológicos y sociales del sentimiento de culpa y de inferioridad, al objeto de invalidarlo para el ejercicio de la autoridad familiar, causa de todos los males para el feminismo radical; violentando igualmente la afectividad y expresiones masculinas en aras de un hipotético y aceptable «componente femenino del varón».

3.- Sometimiento de la mujer a un nuevo régimen patriarcal -el de la protección de un Estado en deriva totalitaria- ante las potenciales agresiones físicas y emocionales de los hombres.

4.- Eliminación de los sentimientos naturales de intimidad y pudor, banalizando la sexualidad; al ser entendidos por la ideología de género como subproductos culturales de base religiosa al servicio de la dominación machista.

5.- Extensión, como alternativa patológica a los fracasos afectivos, de las dependencias: juego, pornografía, drogas, sexo compulsivo (especialmente entre los varones), consumismo desenfrenado (entre las mujeres, pero de manera creciente, también entre los varones), etc. A destacar en esta área, la medicalización extensiva de buena parte de la población, especialmente la femenina, mediante psicofármacos; sustitutivos del desamor y los crecientes índices de infelicidad femenina hechos públicos en recientes estudios demoscópicos especialmente en el Primer Mundo.

6.- Extensión del daño moral y la confusión personal especialmente entre los jóvenes; carentes de referentes masculinos netos. A los que, por otra parte, se propone la experimentación sexual con parejas del mismo sexo, así como la anticipación temprana y la acumulación de contactos sexuales, como métodos de autoconocimiento personal.

7.- Transformación de la mujer, desvinculada de la maternidad, en mano de obra al servicio de los grandes intereses económicos transnacionales, al potenciar el trabajo fuera del hogar como referencialmente adecuado a su potencial crecimiento e instrumento de su liberación.

8.- Desprecio de la natalidad, acorde con los proyectos neomalthusianos de poderosos lobbys internacionales, como la Fundación Rockefeller y los nuevos filántropos antinatalistas como Bill Gates; con la consiguiente indiferencia ante el evidente envejecimiento de la población mundial –especialmente en Occidente, pero también en Argentina, Japón, Corea del Sur y China- derivado de la suma de los planteamientos anteriores[7].

La ideología de género, por tanto, es un «diseño» que desborda la naturaleza, el instinto de supervivencia de la especie y la razón humana.

 

 

V. EL «HEMBRISMO»: ¿PRÁXIS O VULGATA DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO?

 

Destacábamos, en el apartado anterior, cómo se pretende eliminar la dialéctica relación de injusticia estructural «machista», volcándola en otra de carácter simétrico y «hembrista». Pero, esta afirmación que aparenta ser un mero enunciado teórico, se ha implantado, por medio de diversas técnicas en la sociedad, alcanzando rango de costumbre. Describamos algunos rasgos de este ambiente cultural y costumbrista que ya anticipábamos al describir la postergación de la figura del padre y las quiebras sociales provocadas desde la agenda de género.

Desde unos pocos años atrás, algunas conocidas periodistas, junto a otras mujeres relevantes en la vida pública española, desplegaron una análoga actitud vital que devino en auténtica «moda»: la extensión, por no calificar de auténtica «plaga», presentada como modélica, de familias monoparentales. Por medio de la adopción internacional, la inseminación artificial, o la concepción natural (aportada por un desconocido, al menos para el hijo concebido), reivindicaron un supuesto «derecho a los hijos» como vía de desarrollo personal y afirmación social; negando que sean los hijos quienes tienen derecho a unos padres: es decir, a un padre y a una madre. La lista de tales protagonistas es pública y ya muy extensa; y de ser «privilegio» de unas pocas mujeres de las elites, se ha convertido en una práctica muy extendida, percibiéndose ya, a nivel popular, como un verdadero «derecho subjetivo».

Lejos estábamos, ya, de la estigmatización social a la que se sometía a las llamadas madres solteras y sus hijos. Por el contrario, estas mujeres se presentaban -y se promocionaba unánimemente desde los medios de comunicación- como paradigmas de la independencia, determinación, valentía, lucidez… Unas mujeres admirables «peleando por sobrevivir en un mundo hostil dominado por los machos».

No importaba, después, que fueran jóvenes au pair extranjeras las que educaran a esas criaturas; no en vano, los horarios de una comprometida y pletórica vida profesional y social no permitían a estas aventureras otras fórmulas alternativas de conciliación de la vida familiar y laboral. Y, por supuesto, en toda celebración familiar y social lucirían a sus criaturas engalanadas para la ocasión, con ropas de capricho y marca, colores y lazos de moda, dedicándoles mimos y zalamerías múltiples. Después, ¡cómo poder jugar con su hijo!, no en vano el tiempo es escaso y hay que administrarlo sabiamente. Lo primero es lo primero: «yo misma».

La que antaño era una situación dramática, se había convertido en modelo de virtudes y vanguardia del cambio social en ciernes.

Otra curiosa circunstancia concurría en este tipo de situaciones. Los hijos de estas mujeres «todo-terreno», casi siempre eran… niñas. ¿Una simple casualidad? Efectivamente, rescatar niñas de sus respectivos países de origen (China, India…), evitándoles una vida de miserias y, seguramente también, de abusos de todo tipo, es muy loable. Pero nunca hemos encontrado a estas mujeres en las denuncias contra el genocidio de niñas por la vía del aborto selectivo que se viene perpetrando en esos mismos países. Lo olvidábamos: «nosotras parimos, nosotros decidimos».

Pero, ¿por qué ese aparente empeño en edificar sus familias excluyendo conscientemente a los varones? Indudablemente, cada caso es único. Pero no impide el que se intente extraer algunas posibles conclusiones desde un contexto más amplio.

Este modelo de familia monoparental encaja perfectamente, al igual que otros fenómenos, en la agenda de género. Así lo contextualiza el escritor José Javier Esparza: «La destrucción de la figura del padre es un viejo propósito de todas las ideologías que desde el último siglo están intentando derribar los últimos vestigios de la sociedad tradicional, natural, para edificar una sociedad nueva, esa sociedad de tipo nihilista que hoy se extiende por todas partes. La destrucción de la figura del padre es uno de los pasos fundamentales de la ingeniería social autodenominada “progresista” y de la ideología “de género”»[8].

Para muchas feministas radicales –que desde algunos medios nutridos de varones «postergados» se les denomina «feminazis»-, el hombre -todo hombre- es sospechoso de posibles y casi seguras actitudes brutales y violentas. Desde su mirada, la mujer debe rectificar la evolución social e histórica mediante un hito que establezca un antes y un después. La sociedad patriarcal y machista es el pasado y a la mujer le corresponder diseñar el futuro. Por ello, el hombre -los hombres- es el inmerecido y brutal beneficiario de un pasado a arrasar por la vanguardia de la «nueva mujer»; cumbre y autoconciencia del desarrollo humano.

De este modo, la eclosión de esos nuevos modelos de agregación parafamiliar (homosexuales con hijos biológicos o adoptados, monoparentales encabezadas por mujeres, etc.), apuntalaría al ultrafeminismo en marcha y, por el contrario, debilitaría al machismo encarnado en la «familia tradicional». Ahí se enmarca ese fenómeno con el que iniciábamos este apartado y que asimila a ese presunto machismo con las figuras «tradicionales» del padre y de la madre en su roles naturales; tal y como sintetiza Esparza en el mencionado texto: «Donde la figura de la madre encarna el amor y la ternura, la del padre debe encarnar el deber, el orden, lo que hay que hacer para que la sociedad funcione. Por decirlo en términos muy simples: la madre cría al hijo y el padre lo orienta a la vida adulta. Eso no quiere decir que el padre no ame, al revés: nada de eso funciona sin amor. Pero sí quiere decir que la madre tiene una función y el padre tiene otra. Que el papá no puede ser una mamá suplementaria ni un colega del hijo». Una estructura natural, y de una experiencia humana varias veces milenaria, preciada herencia de los ancestros, a destruir por unas ultrafeministas en acción movidas por el desamor, el odio… y la ideología.

El aborto y la anticoncepción, entendidos como herramientas que desplazan el poder en el seno de la pareja a la mujer, son otros de esos instrumentos que han contribuido al cambio de roles; junto a la incorporación de la mujer al mundo laboral, empresarial, político… El divorcio «exprés», la «discriminación positiva», siempre en beneficio de mujeres, la legislación contra la violencia de género, etc., también se diseñaron con análogas finalidades: la destrucción de la familia y la segregación del varón-padre.

No obstante, este feminismo que se ha movilizado activamente para transformar la sociedad, desde todos los frentes, se presenta a sí mismo como «de la igualdad». Pero, ¿realmente persigue la igualdad o una nueva supremacía sexual? ¿No incurre en los mismos defectos que denuncia del «machismo» con el agravante de violentar a la naturaleza misma?

Es cada vez más evidente que las feministas radicales y sus aliados, han propiciado ciertos fenómenos cuanto menos paradójicos en una sociedad pretendidamente democrática y avanzada. El primero de ellos: la desigualdad jurídica. Hombres y mujeres ya no son iguales…, ni en sus derechos, ni en sus deberes. Así, en España y desde la práctica penal, la presunción de inocencia en el varón ha sido destruida. Y, cuando nos referimos a la educación y custodia de los hijos, es pública y notoria la presunción en favor de la mujer: la madre, por definición, es «buena madre». De tener alguna pretensión, el padre, tendrá que demostrar que está hipercapacitado y que la madre no lo está en absoluto. Esas mujeres a las que nos referíamos al principio, han construido su mundo inmediato a su imagen y semejanza. Un mundo de mujeres en el que, a modo de colmena, los hombres que se adapten, cumplirían el papel de zánganos y ellas… el de reinas. Una sociedad machista pero a la inversa: hembrista, pues; pero contraria al sentido común y a la misma naturaleza.

El cambio ha sido tan profundo que ha transformado expresiones tan espontáneas y costumbristas como el mismísimo sentido del humor. Si antaño, los chistes machistas ridiculizaban tradicionales roles y comportamientos femeninos, hoy tales manifestaciones suponen la reprobación general. Por el contrario, el acompañamiento corográfico al creciente repertorio humorístico feminista –con las inevitables enseñanzas de que las mujeres están capacitadas para hacer perfectamente dos o más funciones, ante la incapacidad varonil para ello, por ejemplo- implica modernidad, progresismo, apertura intelectual…

Este hembrismo cotidiano, práctica común de una ideología muy elaborada, ha dividido el mundo en buenos y malos. Las mujeres sumarían todas las virtudes: intuitivas, transmisoras y controladoras de la vida, pragmáticas, sensitivas,  pacíficas. Los hombres, ya se sabe, brutales, inconscientes cazadores y guerreros, indolentes, insensibles, violentos, imprevisibles, infieles: en consecuencia, hay que anticiparse… y controlarlos desde el Estado y el control social informal.

Los hombres, por ello, a no pocas de esas feministas, les sobran. A ellas y a sus hijas. Incluso de su entorno familiar más inmediato. Y para ello disponen de herramientas cuya eficacia ya ha sido probada: las denuncias falsas, el recurso a la fuerza estatal, la discriminación positiva… Y no faltan asociaciones bien subvencionadas que, si bien en muchos casos cumplen un excepcional papel social de apoyo a mujeres maltratadas y en otras situaciones de riesgo, impulsan esa progresiva exclusión de lo masculino en diversos ámbitos; empezando por el familiar.

No. Ese feminismo, por mucho que digan, no es un feminismo de la igualdad, supuesto remedio de machismos trasnochados y violentos. Es más: violenta la experiencia de toda la humanidad que nos ha precedido. Retomemos, el argumentario del citado texto de Esparza: «Esto no tiene nada que ver con las estructuras de producción ni con las peculiaridades étnicas, porque ocurre en todas las sociedades y en todos los tiempos, sino que es, insisto, un hecho de naturaleza, es decir, pura antropología. Sencillamente, los humanos somos así».

Es un feminismo de la supremacía, de la revancha, de la violencia. Un feminismo segregador, sexista y de la venganza: verdadero hembrismo que trata de superar, en lo peor, a su pretendido rival machismo.

 

Fernando José VAQUERO OROQUIETA

Razón Española, Nº 181, septiembre-octubre de 2012, págs. 133 a 151



[1] ALTOZANO, Gonzalo: «Más que de caza de brujas, hablaría de brujas que salen de caza. Francisco Serrano, abogado, ex juez y bestia negra de las radicales de género», La Gaceta, Madrid, 23 de febrero de 2013. Suplemento DOCS, págs. 4 y 5.

[2] SÁIZ CALABRIA, José Luis, «Una aproximación a la mentalidad dominante. La izquierda como nuevo moralismo», Cuadernos de Encuentro, Club de Opinión Encuentros, Madrid, Nº 97, verano 2009, págs. 5 a 18.

[3] REQUERO IBÁÑEZ, José Luis, «La ideología de género en el derecho español», Temes d`Avui, nº 41, Associació Cultural temes d'Avui, Barcelona, 2012.

[4] TRILLO-FIGUEROA, Jesús, «Revolución jurídica en España: política sexual e ideología de género», XX Semana de la Familia, Diócesis de Zamora, 9 de abril de 2013.

 

[5] JAGGER, Alison, «Political Philosophies of Women's Liberation», Feminism and Philosophy, VETTERLING BRAGGIN, Mary, ELLISTON, Frederick y ENGLISH, eds, Totowa, NJ: Littlefield, Adams and Co., 1977.

[6] AZCONA, Amaya, «Los guisantes deconstruídos», El Pensador, Barcelona, Nº 3, mayo-junio 2013, edición PDF: https://s3-sa-east-1.amazonaws.com/elpensador/revista/el-pensador-numero-3.pdf.

[7] En los países europeos donde la ideología de género no se ha asentado, como Rusia, Hungría, Polonia y Lituania, sus Gobiernos han decidido promover activamente la natalidad, con subvenciones a las familias, restringir el aborto y oponerse a la difusión de la homosexualidad. Rusia lo lleva haciendo desde 2006.

[8] ESPARZA, José Javier: «¿Por qué está en crisis la figura del padre?», VI Congreso Mundial de las Familias, «Promover la paternidad: la crisis del hombre». Texto presentado en la sesión plenaria de clausura. WCF, Madrid, 27 de mayo de 2012.

La ideología de género en Europa: España como laboratorio

La ideología de género en Europa: España como laboratorio

La ideología de género en España

Partamos de lo qué se entiende por ideología de género. El escritor y abogado Jesús Trillo-Figueroa, especialista en la cuestión y autor de varios libros al respecto, afirma: «En España hoy vivimos la hegemonía de la ideología de género, que se ha impuesto en el discurso social, político y legal de nuestro país». Así, el género «se concibe como una realidad independiente del sexo biológico, y se asimila al sexo». No obstante, «Uno nace biológicamente hombre o mujer, y por tanto la naturaleza humana da lugar a personas con condición sexuada. Pero esto no les importa a las ideologías. Y se puede legislar sobre una falsedad, como se ha hecho en España desde 2004. No sólo fue el programa máximo del presidente Zapatero, sino que sigue ahí» (de Revolución jurídica en España: política sexual e ideología de género, XX Semana de la Familia, Diócesis de Zamora, 9 de abril de 2013).

Esta ideología, inicialmente desde su elaboración teórica y, actualmente, desde la praxis, configura una verdadera revolución política, cultural, social y antropológica; ulterior fase del marxismo revolucionario del que en buena medida se nutre, pues persiguiendo el control del poder, pretende transformar la sociedad y dominar a los individuos. Pero, ya antes de alcanzar el poder en España de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, la ideología de género venía ejerciendo una creciente influencia desde poderosos lobbys, como el gay y el feminista radical. Así, han desplegado diversas tácticas: la manipulación del lenguaje; el control de la educación; la penetración en los medios de comunicación. Y desde una perspectiva pseudocientífica vienen manipulando y falsificando diversas estadísticas que “acreditarían” la necesidad de sus políticas; particularmente mediante la denominada discriminación positiva de la mujer, que ignora la prevalencia masculina en el suicidio, la supremacía femenina en la Universidad, y la atención exclusiva a la mujer en diversos programas preventivos de salud, ignorando dolencias típicamente masculinas. Pero para ello se han apoyado en la aprobación de una legislación positiva acorde a esa ideología de género, con sus prácticas perversas de la inversión de la carga penal de la prueba, el fenómeno de las denuncias falsas (particularmente la conocida como «bala de plata»), las prácticas de un auténtico Derecho penal de autor, y la extensión de una subvencionada «industria del maltrato» de la que se benefician económicamente numerosos colectivos feministas y algunas de sus usuarias.

La situación existente, respecto a los avances legislativos y políticos de esta ideología de género en el resto de Europa varía mucho según el país. No obstante, la tendencia es evidente: España marca la tendencia, si bien con antecedentes ya avanzados en otros países.

            El caso francés, en relación a la reciente aprobación del «matrimonio homosexual» es significativo. Hollande, pese a haber perdido aceleradamente crédito en los índices de popularidad, fundamentalmente por su política económica, no ha dudado en implantar un programa de ingeniería social, en la estela de Rodríguez Zapatero. No obstante, debemos destacar algunas cuestiones. En primer lugar, la unanimidad en los partidos del centro derecha al oponerse a su aprobación, en consonancia con los valores de su electorado. En segundo lugar, la movilización popular: masiva, sin complejos y a las claras. No han empleado eufemismos para defender al matrimonio. Por último, 10 parlamentarios de la izquierda votaron en contra, lo que indica la existencia de un debate abierto, transversal y plural. Circunstancias que, ciertamente, no concurren en España. No obstante, la situación no tiene por qué, globalmente considerada con otras circunstancias sociales, entenderse como mejor. Y nos referimos a la potentísima presencia de una minoría musulmana que ya ha empezado a movilizarse reclamando la legalización de la poligamia. La sharia, pues, en el corazón de Europa…

La ideología de género en la Unión Europea

Decíamos que la tendencia avanza en la dirección del experimento español. Nos referiremos, a título de ejemplo muy significativo, a la resolución A7-0383/2012 de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior, «sobre la situación de los derechos fundamentales en la Unión Europea (2010-2011)» aprobada por el Parlamento Europeo el pasado 12 de diciembre de 2012.

Con la referencia introductoria a 23 normas y articulados fundamentales, y 13 considerandos, recomendaba 197 actuaciones concretas. Además de las orientadas a modo general, recogía otras centradas en el ámbito de discriminación, protección de minorías, igualdad de oportunidades, jóvenes, ancianos y discapacitados, protección de datos, migrantes y refugiados, derechos del niño, víctimas y acceso a la justicia y ciudadanía. Además, las recomendaciones 86 a 99 respondían a «Orientación sexual e identidad de género». Así, la 89 afirma que «Acoge con satisfacción las propuestas de la Comisión relativas a la competencia y la ley aplicable a los efectos patrimoniales de los matrimonios y las uniones registradas; considera, no obstante, que la elección de dos instrumentos diferentes y de un enfoque separado para las uniones registradas y los matrimonios es injustificada; considera que debería imponerse la misma competencia y la misma ley aplicable en ambos casos». Y la 99: «Considera que hay más probabilidades de que se protejan los derechos fundamentales de las personas LGTB [Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales] si estas tienen acceso a instituciones jurídicas como la convivencia, la unión registrada o el matrimonio; acoge con satisfacción que en la actualidad 16 Estados miembros ofrecen estas posibilidades, y pide a los demás Estados miembros que consideren la posibilidad de ofrecerlas igualmente».

Pero, aunque la legislación sobre el aborto no sea una competencia europea, la resolución expresaba en su apartado 79 « (…) su preocupación ante las recientes restricciones del acceso a servicios de salud sexual y reproductiva en algunos Estados miembros, en particular al aborto seguro y legal, la educación sexual y los recortes financieros en el ámbito de la planificación familiar».

Y para asegurarse el cumplimiento de sus políticas «igualitarias», paso a paso, desde la recomendación 86 se «Insta a la Comisión a que proponga una refundición de la Decisión marco del Consejo relativa a la lucha contra determinadas formas y manifestaciones de racismo y xenofobia mediante el Derecho penal, de forma que se incluyan otras formas de delitos motivados por prejuicios, entre otros, por motivos de orientación sexual, identidad de género y expresión de género». Por su parte, la número 49 incluye expresamente « (…) otras formas de violencia y odio contra todo grupo minoritario, incluido el odio verbal; insta a los Estados miembros a que garanticen que los delitos motivados por prejuicios, como los que tienen carácter racista, xenófobo, antisemita, islamófobo, homófobo o tránsfobo, se sancionan en el marco del sistema de Derecho penal (…)».

Mezclando conceptos, tipologías penales diversas, en un tendencioso tótum revolútum, preconfigura una verdadera «policía del pensamiento».

De esta manera, esta resolución A7-0383/2012 escenifica por donde se quiere orientar a Europa desde sus élites políticas: limitando el derecho a la vida, disolviendo la fortaleza del matrimonio y de la familia, imponiendo la ideología de género, y comportándose como policía del pensamiento. Pero todo ello ya venía de tiempo atrás. Es el caso del documento «OPINIÓN de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Género (20-09-2011) para la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior sobre la situación de los derechos fundamentales en la Unión Europea. Destaquemos del mismo: «6. Subraya que las mujeres son las principales víctimas de la violencia de género»; «7. Toma nota del conjunto de medidas de la Comisión relativas a las víctimas; lamenta que la violencia contra las mujeres no se tenga en cuenta adecuadamente; pide a la Comisión que ponga en marcha un enfoque político completo contra la violencia de género, así como una directiva que aborde la lucha y eliminación de todo tipo de discriminación y violencia contra las mujeres y las niñas en todos los Estados miembros de la UE»; «9. Acoge con satisfacción la inclusión de los derechos de los transexuales por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales en su informe sobre homofobia, transfobia y discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género (…) »; «12. Subraya la necesidad de respaldar la reducción de estereotipos y comportamientos discriminatorios mediante programas, medidas y campañas especiales en las que participen Estados miembros, interlocutores sociales, ONG, instituciones y parlamentarios»; «13. Manifiesta su preocupación por los derechos y la salud sexuales y reproductivos de las mujeres en algunos Estados miembros (…) »; «15. Lamenta la calidad relativamente baja de los datos recogidos por los órganos de igualdad en algunos Estados miembros, 16. Destaca la importancia de recoger datos precisos sobre la situación específica de las mujeres en relación con los derechos humanos en la Unión Europea».

Maurizio Mosca, uno de los técnicos del European Institute for Gender Equality, con motivo de la cumbre de Madrid de abril de 2013 expresó la urgente necesidad de «unificar las definiciones de violencia de género en Europa» para integrar de forma igualitaria todos los datos. Debido a estas diferencias en la manera de contabilizar las víctimas y de catalogar la violencia, el EIGE sólo puede afirmar que, en los Estados miembro, entre el 12% y el 35% de las mujeres sufren violencia doméstica física. Un ejemplo, entendemos, de manipulación estadísticas y criminalización a priori de los varones europeos. Por otra parte, únicamente cuatros países de la UE (España, Francia, Portugal y Suecia) habían introducido en sus respectivos códigos penales, la definición de violencia de género. Mosca, por último, aseguró que la Ley Integral contra la Violencia de Género en España «es un ejemplo efectivo que debe servir como inspiración política y cultural para toda la Unión Europea».

Es evidente, pues: España experimenta, Europa impone, los demás países se adaptan…

Pero si hemos visto las «sombras» de Europa, veamos sus «luces», que también cuestionan al actual Gobierno del Partido Popular desde otra perspectiva muy distinta: la de la familia.

Familia y Partido Popular

Podemos asegurar que el Partido Popular, mientras mantiene la perspectiva de género, sigue sin apoyar efectivamente a la familia. Así, el Instituto de Política Familiar (IPF) elaboró un informe demoledor, sobre la falta de ayuda a la institución familiar en España, hecho público el pasado 13 de abril de 2013. Titulado «Documentos de la UE sobre la familia. Selección de textos», el estudio revela que España es el país de Europa que menos ayuda a las familias. Y ello a pesar de que «la Unión Europea ha instado a los distintos Estados miembros a que desarrollen políticas de cara a lograr un mayor apoyo a la maternidad, la demografía, la perspectiva de familia, etc.». Tal política sería decisiva tanto para salir de la crisis, como para encarar el rápido envejecimiento de la población europea. Así, nuestro país no destina ni siquiera el 1% de su PIB a las ayudas familiares, que en España, al contrario que en el resto de la Unión Europea, no son universales. Están limitadas a unas rentas tan bajas que, según concluye el IPF,  nueve de cada diez familias no pueden beneficiarse de ellas.

Otra cuestión que manifestó el IPF se refiere a la conciliación de la vida laboral y familiar. De este modo, la baja por maternidad en España -de 16 semanas- está por debajo de las 18 recomendadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), mientras que la de paternidad es de tan solo dos semanas; al tiempo que muchas mujeres siguen siendo discriminadas en sus empresas por el mero hecho de ejercer su derecho a ser madres.

También, desde Bruselas, se recomienda la adopción de políticas fiscales que no discriminen ni perjudiquen a las familias en función de su dimensión, destacando la necesidad de crear subsidios específicos en todos los Estados miembros y los Estados adherentes, en particular para los casos de hijos con discapacidad, familias numerosas o nacimientos múltiples. No obstante, según la denuncia el Instituto de Política Familiar, las ayudas a las familias con necesidades especiales son tan bajas que apenas se las puede considerar una verdadera ayuda.

            El informa enumera otros incumplimientos de las recomendaciones comunitarias, destacando que «no se desarrolla una política integral de familia ni se aplica la perspectiva de familia, además de que no se dispone ni de un plan integral de apoyo de familia ni de ley de familia».

Denuncia, igualmente, que España «no está preservando ni garantizando el derecho de los padres a la estabilidad conyugal y el de los hijos a vivir en un hogar estable», pues, a juicio del IPF, la vigente Ley de divorcio exprés incentivó «la cultura de la ruptura en lugar de la reconciliación, disparando las rupturas definitivas y la conflictividad y convirtiéndola en el principal problema de las familias españolas».

Se ha acusado al Partido Popular de carecer de una política cultural, de descuidar la “batalla de las ideas”; de gestionar más que nada la crisis económica heredada del anterior gobierno socialista. Discutible o no el anterior juicio, lo que es incuestionable es su indiferencia ante la situación de las familias españolas; única base sobre la que construir el futuro de la nación.

 

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=29561&men_grabar=Se%20ha%20grabado%20su%20comentario%20para%20este%20artículo.%20Muchas%20gracias.&grabar=no&ident_vec=0#comentarios

 

Implantación y expectativas de la «ideología de género» en España

Implantación y expectativas de la «ideología de género» en España

Se vienen sucediendo en España, en los últimos meses, diversos debates en torno a la implantación nacional de la custodia compartida en el ámbito paterno-filial, la legislación abortista, diversas normas elaboradas por el Partido Popular en torno a la denominada «violencia de género», etc. Tales cuestiones derivan, en mayor o menor medida, del hecho incuestionable de la imposición, desde hace ya varios quinquenios, de una agenda de ingeniería social derivada de la tan mencionada -como desconocida- «ideología de género». Enunciaremos a continuación, brevemente y a modo de tesis, su naturaleza y alcance en la España de hoy.

+ La ideología de género es la construcción filosófica y de acción impulsada por el progresismo en España, y en todo el mundo, transformando nuestra nación aceleradamente en un extenso y multidisciplinar laboratorio social.

+ Esta ideología puede considerarse como la última metamorfosis del marxismo, trasladando la lucha de clases a la denominada «guerra de sexos» y al seno de la institución familiar; en el horizonte utópico de una sociedad emancipada de toda atadura «autoritaria» individual o social.

+ El conjunto de medidas legales, sociales, culturas y mediáticas, empleadas a tal fin, persigue una sociedad individualista, atomizada, materialista por antonomasia, en la que los valores propios de la civilización occidental –patriotismo, jerarquía, familia, autoridad, religión, responsabilidad- sean sustituidos por los «contravalores» relativistas del ejercicio libérrimo de la voluntad individual, la autodeterminación sexual al margen de la naturaleza, la emancipación de toda forma de autoridad «tradicional», el hedonismo y el consumismo. Tal conjunto de medidas configura la denominada agenda de la «ingeniería social» del progresismo.

+ La transformación antropológica derivada de tal proceso –no en vano implica un cambio total de mentalidad y del autoconcepto de la persona- es la culminación de una larga historia revolucionaria que, desde hace siglos, pretende eliminar a la familia y a la Iglesia, así como toda otra forma de comunidad orgánica que pueda sustentar valores ajenos e incompatibles con los que los poderes económicos y la élites intelectuales determinan hoy día desde lo «políticamente correcto»; implantándola mediante la seducción de modas pasajeras y la acción coactiva de los medios del Estado.

+ Existe todo un lobby ultrafeminista que, en conjunción con el lobby gay y en concordancia con los proyectos neomalthusianos de diversos centros de poder internacional, caso de la Fundación Rockefeller y los nuevos filántropos antinatalistas como Bill Gates, han diseñado una agenda táctica de ingenierías social en la que España es laboratorio pionero.

+ El «hembrismo» imperante hoy día en España es la expresión «popular», cotidiana y en el plano de las costumbres de la agenda desarrollada por la ideología de género.

+ Esta ingeniería social está segregando «bolsas» de sufrimiento colectivo (hijos sin padres, varones marginados de la vida de sus hijos, menores dañados psíquicamente, niños abortados y sus efectos colaterales, hombres denunciados falsamente, etc.) que incipientemente configura un frente de resistencia a la ideología de género hegemónica; que puede confluir tácticamente en sus reivindicaciones con entidades más veteranas, como los grupos de defensa de la vida en toda su extensión, las asociaciones familiares, determinados movimientos religiosos…

+ Los grandes espacios de confrontación social, fruto de la agenda radical-progresista, son: la custodia compartida; la lucha en torno a los límites legales y en la práctica del aborto; los efectos y reconocimiento del Síndrome de Alienación Personal; la defensa de la familia entendida como la unión de hombre y mujer con la pretensión de permanencia en el tiempo y con una finalidad también reproductiva; la eliminación de las discriminaciones positivas y penales establecidas en favor únicamente de algunas mujeres; cambios legales y en los protocolos policiales que eliminen el maltrato arbitrario y sistemático al que son sometidos los varones denunciados sin apenas base fáctica en el ámbito familiar; la reinterpretación de la mal llamada violencia de género en el más omnicompresivo y desideologizado concepto de violencia doméstica.

+ Toda la izquierda hace frente común impulsando la ideología de género en sus distintas campañas y fases de implantación. Las fuerzas políticas nacionalistas radicales o moderadas (salvo Unión Democrática de Cataluña), secundan esta agenda social.

+ El Partido Popular, que venía realizando aisladas y poco decididas declaraciones de intenciones en oposición a algunas campañas de la agenda de ingeniería social (aborto, custodia compartida), ha renunciado a la «batallas de las ideas» y a los valores propios de su electorado; éste en buena medida alineado con el «frente de resistencia» antes mencionado. Es más, ha asumido, incluso, como propio, el lenguaje característico de la ideología de género, moviéndose a rebufo de esa agenda. Debe señalarse que algunas militantes del Partido Popular se caracterizan por su activismo radical-feminista a nivel de servicios sociales de base, gabinetes judiciales psicosociales, puntos de encuentro, ponencias parlamentarias y vocalías municipales «de igualdad». Por otra parte, el Partido Popular no ha adoptado medida alguna que pudiera favorecer el fortalecimiento o mantenimiento de la institución familiar; garantía del imprescindible relevo generacional que precisa toda sociedad que contemple como bien deseable su propia supervivencia.

+ Sorprendentemente, el único partido con cierta presencia institucional y mediática que ha desarrollado algunas iniciativas de cierto calado, cuestionando precisas actuaciones y a la misma base de la filosofía de la ideología de género, es Unión, Progreso y Democracia; agrupación de raíz izquierdista, laicista y conciertos tics anticatólicos. Esta aparente contradicción expresa la quiebra del sistema político español que ha dejado huérfano de líderes y partido a uno de sus sectores más vitales y creativos: la «derecha social».

 + La agenda de la ideología de género no se ha planteado –ni técnica ni doctrinalmente- modificar los roles sociales y familiares de algunas agresivas colectividades de base religiosa instaladas recientemente en España; caso de la musulmana. Su inhibición, cuando no explícito apoyo, ante determinadas prácticas de la «sharia» entre sus adeptos, es fruto de los complejos de inferioridad y sentimientos de culpabilidad de la izquierda -que han generado la inciertamente denominada «multiculturalidad»- en conjunción con su odio a la tradición judeocristiana de Occidente.

+ El papel que puede y debe jugar la derecha cultural española, en este contexto, es el de proporcionar, junto a otros actores sociales, instrumentos intelectuales de análisis que desenmascaren las maniobras orquestadas desde el poder, al servicio de la ideología totalitaria, irracional y destructiva de género. Pero ello únicamente podrá realizarse reivindicando y proponiendo formas comunitarias de vida orientadas al bien común, la armonía, el desarrollo social, y la felicidad personal y colectiva, en el marco de unos valores sólidos y operativos.

 

http://www.diarioya.es/content/implantación-y-expectativas-de-la-«ideología-de-género»-en-españa

Los errores de Toni Cantó y la prepotencia del régimen

Los errores de Toni Cantó y la prepotencia del régimen

El parlamentario de UPyD Toni Cantó ha protagonizado en los últimos días de febrero, seguramente sin proponérselo, un suceso tan tormentoso como escandaloso. Recordémoslo.

Afirmó el lunes 25 en Twitter que “la mayoría de las denuncias de violencia de género son falsas”. Ante la avalancha de críticas desatada, casi inmediatamente pidió perdón por el mismo medio. El martes volvió a hacerlo en los pasillos del Congreso. Y el miércoles, en la propia Comisión de Igualdad, donde ofreció sus “disculpas” admitiendo un “grave error” al difundir “datos no contrastados”. Pues no, no estamos hablando de un episodio de la Revolución cultural china; esa que tanto admiraron en su juventud no pocos políticos hoy día en el PSOE -incluso en el PP- en la que confesión de culpas, “autocrítica”, y denuncia multitudinaria de los enemigos internos y externos, escenificaban tan peculiar gimnasia revolucionaria. Este reciente evento, de resonancias totalitarias, se ha sufrido… ¡en la democrática España de hoy día! ¿O acaso no lo será tanto?

En cualquier caso, antes que nada, Toni Cantó, con todos los respetos, cometió varios errores.

En primer lugar: plantear tan compleja como estigmatizada cuestión vía Twitter; un medio que limita, por no decir que impide enormemente, la profundidad de cualquier debate. El medio condiciona el mensaje, McLuhan dixit. En éste, dada su mecánica, apenas se facilita la transmisión de mínimas ideas reducidas a pobres anuncios publicitarios: tópicos comunes, imágenes sencillitas, enunciados efectistas, procacidades y provocaciones varias, juicios superficiales… Manifestaciones, en todo caso, distantes de cualquier debate que se pretenda riguroso, con sus elementales exigencias de sosiego, espacio… y respeto.

Esta red social le venía generando, a nuestro protagonista, algo de notoriedad y cierto aire trasgresor en el viciado contexto de la opaca oligarquía política española. Así sucedió, por ejemplo, cuando publicó, también en Twitter, su nómina de parlamentario; allá, a mediados de noviembre pasado. ¡Aires nuevos! ¡Un político original! Pensaban muchos... ¿Seguro?

Erró, en segundo lugar, al entender que saldría indemne tras un paseo por semejante terreno minado: o muy audaz, o un poquito ingenuo. Desatados los demonios, por mucho Twitter con el que intentara recular, ya no era posible ponerse de lado: un simple tuiteo no podía ser medicina suficiente. ¡Debía ser castigado! Focalizado en el punto de mira de las feministas radicales, a Toni Cantó, como a cualquier otro imprudente, sólo le restaba tratar de sobrevivir; pues pelear limpiamente no es posible en desigualdad de condiciones. No en vano, discriminación positiva para las mujeres implica discriminación negativa para los hombres. Y discriminación es sinónimo de desigualdad; salvo en la vulgata del neolenguaje radical-progresista heredero de la dialéctica marxista.

En tercer lugar erró, Toni Cantó, al pedir perdón, rindiéndose casi sin pelear, acaso por consideraciones tácticas; no juzgaremos su intención. Pero hemos visto sus consecuencias. Con tal proceder se desacreditó personal y políticamente. Sumisamente, reconoció su culpas, falta de rigor, desconocimiento de las estadísticas “reales”; dando por buena la propaganda de sus detractores. Y con ello, lo que es más grave: desacreditó la causa alegada, plegándose a lo políticamente correcto.

Este episodio permite, además, extraer algunas conclusiones más generales.

De entrada, no es ninguna temeridad afirmar que se ha escenificado un verdadero linchamiento, hasta el punto de que un líder comunista, el concejal Jorge García Castaño, reclamó ¡el empalamiento del actor! Tampoco es de extrañar: el que tuvo, retuvo. Y ya se sabe lo proclives que han sido siempre los comunistas al exterminio del disidente. En cualquier caso, y dejando a un lado la anécdota comunista, de los tópicos se pasó a los eslóganes propagandísticos. Y a la agresión personal… al menos verbal, de momento.

Segunda constatación. Pese a todo lo dicho, si despejamos el horizonte de tópicos y propaganda ideológica, observamos que ¡no ha habido ningún debate! Se ha desarrollado, por contra, un juicio político en el que el acusado apenas se ha manifestado: eso sí, muy moderno y virtual; al uso de los tiempos. Tal ha sido la secuencia de hechos: unas ideas torpemente desarrolladas en un medio inadecuado han desatado un alud de pseudoargumentos, escenificándose un verdadero juicio mediático y –cómo no- en sede parlamentaria.

Veamos un ejemplo de esas ideas torpemente enunciadas por Toni Cantó. Pese a su inicial afirmación, de que la mayoría de las denuncias por malos tratos serían falsas, con su retirada ha dado por buena la afirmación de que únicamente un 0’01 % de las mismas lo serían. Así, según la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 2012, en base a los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, el número de denuncias falsas por violencia de género apenas habría ascendido a 19 en 2011; un 0’0141% de un total de 134.002. Sigamos con más estadísticas “oficiales”. En todos los órganos competentes en España en el ámbito de la violencia de género (Juzgados de Violencia sobre la Mujer, Juzgados de lo Penal y Audiencias Provinciales) se dictaron 52.294 sentencias penales. De ellas, el 60% fueron condenatorias (31.403) y el 40% absolutorias (20.891). Ello quiere decir que 81.708 denuncias no llegaron a juicio. Sumadas a las anteriores esas 20.891 que resultaron absolutorias, un total de 102.599 denuncias o bien eran falsas, o no pudo acreditarse la culpabilidad del supuesto agresor. Pero, dada la totalitaria inversión de la carga de la prueba contemplada legalmente en este tipo de procesos, o bien fiscales y policía son una pandilla de inútiles en sus labores de esclarecimiento del delito… o habrá que considerar que al menos en un porcentaje significativo, difícilmente cuantificable, concurre falsedad; sea cual sea su motivación (patología mental de la mujer, táctica procesal, ánimo de venganza, etc.).

Frente al efectismo argumental –aparentemente contundente- de ese apenas 0’0141% acreditado como falsedad, y ante el silencio del propio Toni Cantó, hay que explicar también que las cosas no son como parecen: no es una simple cuestión estadística. Si un varón es objeto de una denuncia “de género”, ni el Juez ni la Fiscalía  actuarán de oficio contra la denunciante de verificarse la inconsistencia o falsedad de la acusación en cualquiera de las fases del proceso. El varón, por su parte, sufrirá ineludiblemente diversas vicisitudes: detención policial, expulsión del domicilio, estigmatización social, acaso la pérdida de trabajo, búsqueda de nueva residencia, una previsible ruptura –o gravísimo deterioro-de los vínculos paterno-filiales, desfile por “puntos de encuentro” y ante inquisitivos “profesionales”... Así, ante la tortura mental y física que tal calvario comporta, el denunciado se verá tentado -¡heroico sería exigir lo contrario!- a renunciar, a rendirse. El “cuerpo” reclama un espacio: rehacerse, sobrevivir. Que son dos días. Pero no sólo es la dinámica propia de la naturaleza humana la que le llevará a esa renuncia. Serán los mecanismos sociales y judiciales, a diario tensados por abogados, policías, familiares, incluso militantes de las asociaciones de padres separados, quienes le empujarán en esa dirección: cuídate, vive, disfruta lo que te queda, rehaz tu vida... Además, ¿cómo mantener esa travesía del desierto procesal sin apenas dinero ni apoyos?

En suma: dada la modalidad mediática empleada por Cantó, su inmediata rendición, y la explosión mediática reconvertida en proceso inquisitorial, ni Toni Cantó, ni nadie más en el ámbito del Parlamento y los mayoritarios medios de comunicación, nadie, repetimos, nadie ha desarrollado un mínimo intercambio de argumentos. ¡No ha habido debate! ¡No se ha permitido! Pero sí se han desbordado ríos de demagogia de tintes totalitarios; autodefensa oligárquica, excluyente y anticientífica, que en nombre de la justicia, la libertad y la igualdad, las asesinan una y otra vez con su prepotencia. Así es el régimen: fuerte con los débiles; débil con los fuertes.

Se ha evidenciado, con tales mañas, una sorprendente unanimidad táctica e ideológica. Ante las afirmaciones de Toni Cantó, los valedores del sistema han saltado cuales muelles sometidos a extrema presión: ¡no se puede permitir tamaña disidencia!, ¡no es admisible discrepancia alguna! De tal modo se han comportado los políticos de TODOS los partidos, periodistas, los portavoces diversos del mundo judicial y, cómo no, la punta de lanza del movimiento ultrafeminista. Nos referimos, con este último, a esas 50 asociaciones –reales o ficticias- que monopolizan la “verdad sobre las mujeres” y que han logrado imponer, con sus acomplejados compañeros de viaje, una agenda de discriminación positiva; tan antidemocrática como segregadora. Entidades, recordemos, que viven casi exclusivamente de las subvenciones públicas y el sufrimiento de decenas de miles de “usuarios” forzosos de sus “servicios”; en su mayoría, menores de edad.

Y, de nuevo, el Partido Popular -sumado mansamente a lo políticamente correcto y su ideología de género radical-progresista- ha traicionado promesas y electorado. La custodia compartida, la efectiva igualdad entre hombres y mujeres, la purificación de los viciados mecanismos que favorecen las denuncias falsas, la eliminación del antidemocrático tráfico de subvenciones clientelares… pueden seguir esperando.

El “incidente Toni Cantó” ha acreditado la mala, malísima, salud del pomposamente denominado sistema democrático. Un sistema ajeno al pueblo, oligárquico, unánime en sus intereses reales, corrupto en sus medios, hipócrita y moralista, carente de cualquier ética o atisbo moral. ¿Qué une, entonces, a tan variopintos personajes de la escena política, judicial y mediática española? Pues su ánimo de beneficio crematístico –particular y de secta-, aferrándose a cualquier precio al poder. Y una mínima ideología común: la de “género” y demás dogmas de lo políticamente correcto.

Una socialdemocracia de derecha (el Partido Popular) y una socialdemocracia de izquierdas (PSOE y similares), atendiendo no pocas órdenes procedentes del exterior, controlan, por medio de una corrupción generalizada, los mecanismos de poder políticos, culturales, mediáticos, judiciales y económicos de este país. En suma, el régimen permanece cohesionado y tiránico.

Desengañémonos. Aunque hubiera querido, aunque tuviera cualidades para ello, Toni Cantó difícilmente podría haber actuado de modo distinto: habría sido expulsado definitivamente del sistema. Pero, pese a todo y a casi todos, el todavía diputado de UPyD ha logrado aflorar una situación maldita, soterrada y prohibida. Lo que no es poca cosa.

Fernando José Vaquero Oroquieta

http://www.diarioya.es/content/los-errores-de-toni-cantó-y-la-prepotencia-del-régimen

http://tradiciondigital.es/2013/03/03/los-errores-de-toni-canto-y-la-prepotencia-del-regimen/

http://www.hispaniainfo.es/web/2013/03/04/los-errores-de-toni-canto-y-la-prepotencia-del-regimen/

Los padres separados no queremos seguir siendo parias

Los padres separados no queremos seguir siendo parias

A lo largo de la mayor parte del curso académico, he podido disfrutar de las alegrías y responsabilidades propias de la tenencia de la tutela y custodia de mi hija; tras 6 años de lucha –no sólo- judicial.

En este contexto, me han llegado múltiples comentarios, de intencionalidad dispar: “Lo tuyo es excepcional, los hombres no se preocupan”; “Es mucho lo que has conseguido, para ser un hombre”; “Te hundirán, antes o después”; “Ya encontrará, tu ex, una jueza que te la quite”. Alguno de ellos, ciertamente, profético.

Pero el más sorprendente, por no calificar de enervante, ha sido: “Dejar a una madre sin su hija, ¡es lo último!” ¿Y dejar a un padre sin sus hijos?, ¿qué pasa?, ¿es aceptable? Sí, parece ser, ¡incluso aunque ello tenga lugar con intervención policial y noche/s en los calabozos!, merced acaso a una denuncia falsa que ningún estamento querrá remover después. Y sin poder despedirte de tus hijos siquiera. Es lo normal. ¿De qué te extrañas? Aspira, como mucho, a ser visitante ocasional de tus hijos y a financiar el estilo de vida de tu ex. No seas Quijote. Qué le vamos a hacer…

Sufrimos una legislación acorde lo políticamente correcto, que han dibujado una nueva realidad social en la que la figura del padre –cultural y físicamente- está en demolición. Ser un padre separado que pretenda atender a sus hijos es heroico e inconcebible. La excusa: la monserga acríticamente salmodiada de que el “patriarcado” es el responsable de todos los males del mundo a lo largo de la Historia. Pero, ¿cómo se está implantando este ulterior modelo de ingeniería social postmoderna?: con carácter “preventivo”, sin importar los “daños colaterales”. Y nos bombardean con supuestas políticas de igualdad; de supremacía hembrista, diría yo, con las que algunos/as se lucran con avidez y descaro (particularmente todos esos profesionales de la “industria del maltrato”). Y ya no existe el principio de inocencia para el hombre en determinados procesos penales y, por extensión, en contiguos ámbitos civiles y de los servicios sociales. La igualdad efectiva ante la Ley, señores, ha sido asesinada en este país. Toda una revolución silenciosa… Han dado “la vuelta a la totilla”: discriminación positiva, para unas; discriminación negativa, para otros. Y, salvo que todo ello alcance a alguien en particular, con todas sus secuelas, nadie se preocupa por ello. Para los padres “anulados” no existen ONG´s subvencionadas…

El hombre, el padre: presunto delincuente; una bestia al acecho. Y muchas están encantadas con semejante revancha histórica, personal o ideológicamente; aunque no sean conscientes de que también serán aplastados –antes o después- sus propios/as hijos/as. Fracaso escolar, trastornos del comportamiento, inadaptación social, violencia contra progenitores y otras figuras de autoridad, suicidios… ¡sí, suicidios! ¿Nadie tiene valor para denunciarlo? ¿Y para hacer algo? ¿Dónde se esconden, y de qué, psiquiatras, trabajadores sociales, docentes, psicólogos, jueces, fiscales, policías, mediadores, que bien saben de todo ello? El muerto –adolescente- al hoyo, pastillitas para que los padres en unos años “olviden”, y que nadie remueva nada; aunque las negligencias en diversas fases de la tragedia fueran criminales. Total, “ellos” seguirán cobrando todos los meses…

En estos tiempos de “recortes”, cortinas de humo, y emergencia nacional, los generalmente acomplejados políticos del Partido Popular, ¿empezarán a hacer algo para remediar esas circunstancias que también están destrozando a nuestro país? Mucho temo que el de los padres “anulados” por el poder, sea otro de los sectores sociales traicionados por este partido. Abandonad toda esperanza. Y el que pueda, que se marche de este acobardado/cobarde país.

http://www.diarioelaguijon.com/noticia/4177/Cartas-al-Director/Los-padres-separados-no-queremos-seguir-siendo-parias.html