¡Bravo por el Ministerio de Igualdad!
Estoy entusiasmado. Debo reconocerlo: me encanta la idea. ¡Nada menos que un Ministerio para avanzar decididamente en la igualdad real entre hombres y mujeres! Que se anticipe en el futuro e impulse nuevos movimientos sociales igualitarios. Que supere viejos y nuevos prejuicios. Más allá de los dogmas imperantes. Formidable.
Por ello espero que –sin miedo y bajo su sabio impulso- se empiece a valorar por igual, en juzgados y comisarías, la palabra de hombres y mujeres. Y que el principio de presunción de inocencia tenga efectos reales…. ¡también con los hombres! Y que la Justicia persiga con el mismo entusiasmo las denuncias falsas, los maltratos psicológicos, los asesinatos, etc., sean sus víctimas mujeres… u hombres.
Seguro que este Ministerio abordará sin prejuicios el Síndrome de Alienación Parental, partiendo del hecho de que sus víctimas pueden ser niñas… y niños; y que el agresor puede ser hombre, pero también mujer.
También deposito mi esperanza en este Ministerio por lo que respecta a ese slogan casi clandestino, silenciado por los mass-media, y al que se apuntan cada vez más hombres y mujeres de todas las ideologías; que dice algo así como “custodia compartida ya”. Vamos, que los hombres –incluso- podrían ver y atender a sus hijos, una vez expulsados del hogar merced al correspondiente repudio judicial, algo más del actual 8% del tiempo actual que de media “disfrutamos”. Por cierto, ¿la presunción jurídica y sociológica de “buena madre” podrá coexistir, o al menos dejar paso, a la de “buen padre”? ¿O seguirá siendo, el hombre, un sujeto jurídico de segunda, sospechoso de cualquier brutalidad, siempre movido por impulsos criminales, y, en consecuencia, difícilmente un “buen padre”?
¿Sería mucho pedir que este Ministerio de Igualdad, preocupado por la salud integral de mujeres (y hombres, suponemos…), impulse estudios y medidas tendentes a reducir el impacto de los autoaccidentes automovilísticos que encubren el suicidio de numerosos varones en proceso de crisis familiar o separación contenciosa. Y también podrían impulsar -los Ministerios de Igualdad y Sanidad- campañas contra la mutilación genital MASCULINA, que, al igual que Teruel, también existe. Y si no se lo creen, pregúnteles a los no pocos musulmanes y hebreos aquí residentes.
Y, cómo no, bienvenidas las cuotas. Dadas las tendencias actuales, algo hará este Ministerio para que la sanidad, la Justicia, la Docencia, la Función Pública… no terminen convirtiéndose en cotos exclusivos de mujeres. ¡Una oportunidad a los menos evolucionados de la humanidad, por favor!
¿Y una política de vivienda para los más desfavorecidos? Jóvenes, mujeres maltratadas, inmigrantes, excarcelados… ¿y viviendas también para divorciados expoliados econonómicamente? Oiga; que muchos se conformarían con unas económicas soluciones habitacionales. Tampoco es pedir mucho, ¿o sí?
La lista de sugerencias, de buenos deseos, de programas “rompedores”, sería interminable. Y seguro que a usted, paciente lector, se le ocurren más y mejores. Muchos más.
Pero… ¡se me olvidada! ¡Estamos en España! Y, aquí, la igualdad, en realidad, quiere decir supremacía; y el feminismo encubre hembrismo; y la supuesta protección de la mujer alimenta toda una industria de la desigualdad que se traduce en dolor, sufrimiento y agravios irracionales. Pero, no se alarmen… que no es para tanto. ¡Cuánto se quejan los hombres! Pobrecillos. No se enteran. Ni falta que hace.
¿Ministerio de Igualdad o Ministerios de la Verdad y del Amor en uno, versión siglo veintiuno, del Gran Hermano? Mejor dicho: Gran Hermana. Que estamos en la España del talante zapateril. Y no en el 1984 de Orwel.
Diario Liberal, 14 de abril de 2008
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