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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX.

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX.

El Kataeb, o Falange Libanesa, ha desempeñado durante dos tercios del siglo XX un papel central en las políticas maronita y libanesa; de modo que bien puede afirmarse que la moderna historia de Líbano habría sido muy distinta de no haber existido esta formación política. Pese a su pasada relevancia, en la actualidad se encuentra muy disminuido y dividido en tres facciones. ¿Qué ha pasado en Líbano y en el Kataeb para llegar a esta situación?

 
Kataeb o Falange Libanesa

 

La Falange Libanesa (Kataeb) nace estrechamente vinculada a la familia Gemayel, una de las más influyentes en la comunidad maronita todavía hoy, en los años 30 del pasado siglo. Esa relación familiar con un partido político no es, en Líbano, una circunstancia excepcional: los principales clanes familiares (maronitas o no) se dotarían de sus correspondientes partidos políticos a lo largo del siglo XX. El patriarca de la familia, Pièrre, la funda en 1936 inspirándose -en alguna medida- en el pensamiento del español José Antonio Primo de Rivera. Le acompañaron en la aventura el periodista George Naccache y Charles Hélou, quienes abandonarían pronto el partido. Ya desde sus inicios propone la independencia del Líbano, oponiéndose a la presencia francesa, y colaborando en esta tarea con los sunitas de al-Najjadah.

 

El Kataeb arraiga especialmente entre los cristianos maronitas, si bien también se incorporarán, al mismo, cristianos de otras confesiones y musulmanes partidarios de un nacionalismo libanés moderno, no arabista, de tintes corporativistas. Así se vinculan, de manera mítica, con el pasado fenicio de aquellas tierras en un esfuerzo de definición de la pluralísima identidad libanesa, auténtico microcosmos del apasionante mundo árabe. Su lema inicial fue Dios, Patria, Familia. Pero, no obstante esas otras militancias cristianas y musulmana, siempre se le ha identificado como un partido esencialmente maronita.

 

Líbano, Nación Árabe y Umma

 

 Aquí debemos destacar una primera división ideológica de los políticos libaneses, derivada de la perspectiva nacional de sus respectivos partidos: los que defienden la identidad e independencia libanesas, por encima de su pertenencia a la cultura árabe (caso del Kataeb, el Partido Nacional Liberal, el Movimiento Patriótico Libre, el Partido Socialista Progresista…); los partidarios de su integración en Siria (Partido Sirio Social Nacionalista, principalmente); quienes siguen propugnando una gran “Nación Árabe” (caso del Movimiento Popular Nasserista, especialmente arraigado entre los sunitas de Sidón, y el Partido Baas); y, por último, quienes aspiran a la recreación de la Umma (comunidad de los creyentes musulmanes), caso de Hizbulá, Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes de Líbano), Amal…

 

Debe señalarse que la confesión cristiana de tantos políticos libaneses no determina necesariamente uno u otro posicionamiento. En principio, una buena parte de los cristianos libaneses, especialmente los maronitas, son partidarios de la independencia libanesa. No obstante, algunos libaneses cristianos figuran entre los primeros miembros del partido Baas (en el poder en todavía en Siria y, durante décadas, también en Irak) del que existe todavía hoy una rama en el Líbano, si bien en su mayor parte son sunitas. Por otra parte un partido promueve expresamente la unión con Siria: el Partido Sirio Social Nacionalista, fundado por el cristiano libanés Anton Saade en 1932, cuya mayor influencia irradia entre los cristianos libaneses greco-ortodoxos y greco-católicos, y que se encuentra alineado con Hizbulá y los partidos más izquierdistas de Líbano.

 

Una última precisión. Pretender la integración en Siria no agota las posibilidades de relación con su interesado vecino. Así, todos los partidos son bien anti o pro-sirios. Y en ocasiones cambiarán de orientación según diversas circunstancias, intereses familiares, etc. Por ejemplo, en su día el Kataeb, fervoroso partidario de la independencia, reclamó a Siria el envío de una fuerza militar que facilitara la pacificación del país y el control de los palestinos instalados en Líbano. Posteriormente Siria se volvió en contra de sus antiguos aliados, apoyando indistintamente a las diversas facciones en pugna, debilitando así las fuerzas del Líbano e imponiendo a sangre y fuego –y por agotamiento nacional- la “paz siria”, antesala de la frustrada Gran Siria.

 

Bashir Gemayel

 

 Pero volvamos a la historia del Kataeb. El partido se opuso enérgicamente a la presencia palestina, que llegó a constituir un verdadero “Estado dentro del Estado” de la mano de la OLP gracias a la endémica debilidad y ambigüedad del Estado libanés. De hecho, ya desde 1975 se desarrolló una verdadera guerra no declarada entre la OLP y el Kataeb, alineándose, con uno u otro bando, todos los partidos libaneses, salvo el Partido Democrático, que pretendía un Estado aconfesional, moderno y sin cuotas parlamentarias de adscripción religiosa como todavía se practica. En ese sentido, ante un “enemigo común” -la OLP y sus aliados- el Kataeb confluyó tácticamente con Israel en los años 80 del pasado siglo; si bien esa política de alineamiento apenas sobrevivió a su joven y carismático líder Bashir Gemayel.

 

Hijo de Pièrre, Bashir alcanzó el mando supremo del Consejo Militar del Kataeb, logrando unificar a buena parte de las milicias armadas cristianas en las Fuerzas Libanesas (también conocidas mediáticamente como Milicias Cristianas Unificadas), creadas en 1977. Además de las milicias armadas del Kataeb, integró a los denominados Guardianes de los Cedros (dirigidas Etienne Saqr), y la milicia Ahrar (Partido Nacional Liberal, liderado por la familia Chamoun, otro de los clanes maronitas). En 1978 lanza un ataque contra Zghorta, localidad feudo del clan maronita de los Franjieh (otra saga maronita al igual que las dos ya citadas), derrotando a la llamada “Brigada Marada”, su milicia privada, y asesinando al hijo del anciano expresidente de Líbano, Tony. Y el 7 de julio, mediante un golpe de mano, terminan por eliminar la relativa autonomía de sus antiguos aliados de Ahrar.

 

El 23 de agosto de 1982, a la vez que Líbano es invadido por Israel con el objetivo de expulsar a Arafat y su OLP, Bashir Gemayel es nombrado presidente de Líbano, siendo asesinado a los 7 días de su proclamación; hecho acaecido un 14 de septiembre de 1982 a resultas de un atentado con coche bomba contra la sede central del Kataeb en Beirut, que también costó la vida a más de 60 personas. Todavía no se sabe quien ejecutó y ordenó el atentado. Han circulado varias versiones. Así, inicialmente fue detenido un miembro del Partido Sirio Social Nacionalista, Tanios Habib Chartouni, como presunto autor del magnicidio. Posteriormente predominó otra versión sobre los orígenes del atentado: un comando, dirigido por el capitán Naysif, habría colocado 50 kilogramos de TNT, suficientes para destruir todo el edificio ocupado por el estado mayor del Kataeb en Achafrieh. La orden habría partido del teniente coronel Mohamed Ganen, jefe de operaciones del servicio de información sirio en Líbano…

 

La noche del 16 al 17 del mismo año se producen las matanzas de Sabra y Chatilla, como represalia al magnicidio, y cuyas responsabilidades últimas todavía no se han aclarado por completo, ahora que Ariel Sharon agoniza inconsciente desde hace meses. Esas incalificables matanzas, indudablemente ejecutadas por algunas unidades de las Fuerzas Libanesas, oscurecieron los asesinatos masivos de civiles cristianos en Damour, el Chouf y otras localidades y territorios de Líbano, a manos de milicianos palestinos, sunitas, chiítas y drusos.

 

Amin Gemayel y Samir Geagea

 

Su hermano Amin releva a Bashir en la presidencia libanesa y su primo Fadi Frem en la jefatura de las Fuerzas Libanesas, quien será relevado a su vez por Fuad Abi Nader y, finalmente, por los aguerridos y controvertidos Samir Geagea y Eli Hobeika. El segundo iniciará negociaciones secretas con los sirios, al objeto de terminar con los enfrentamientos armados, lo que provocó el ataque de Samir Geagea contra su cuartel general situado en Karantina el 15 de junio de 1986, donde es sitiado hasta la intervención del ejército libanés, partiendo para el exilio. De esta manera Samir Geagea se erige en líder indiscutible de las Fuerzas Libanesas, emancipándose de la tutela del Kataeb, que carece de un liderazgo fuerte y efectivo; no en vano Amin, una vez finalizada su presidencia, se exiliará fuera de Líbano.

 

Amin Gemayel cesa como presidente en septiembre de 1988 y nombra primer ministro de un gobierno militar interino al general cristiano maronita Michel Aun (jefe del Estado Mayor), cargo que correspondía a un musulmán sunita. Michel Aun contará con un 40% del ejército libanés, especialmente de su artillería, las milicias de las Fuerzas Libanesas, al menos inicialmente, el apoyo político del Partido Nacional Liberal de Dany Chamoun (años después asesinado por una explosión accionada seguramente por agentes sirios) y el internacional del presidente irakí, el baasista Saddam Hussein.

 

La Asamblea Nacional se reúne en Tarif (Arabia Saudita) con el objetivo de llegar a un nuevo pacto de reconciliación nacional, alcanzándose tal el 5 de noviembre de 1989, bajo la tutela y presión sirias. Además de un nuevo equilibrio político entre las diversas comunidades (paridad entre musulmanes y cristianos y reducción del número de parlamentarios electos), se acordó el desarme de las diversas milicias, lo que incumplieron los chiítas de Amal y de Hiuzbulá, así como los drusos del PSP. René Moawad será elegido presidente de Líbano, siendo asesinado 17 días después. Es relevado inmediatamente por Elías Haraui.

 

Con los apoyos antes mencionados, habiéndose creado otro gobierno rival en Beirut oeste, Michel Aun imprudentemente lanzará su denominada “Guerra de liberación nacional” contra Siria, exigiendo a las Fuerzas Libaneses que se integraran en el esfuerzo disolviéndose, a lo que se opone Samir Geagea acaso impulsado por la trama económica en la que se apoyaba dicha milicia. Ello provoca feroces enfrentamientos entre el ejército regular libanés fiel a Aun y las milicias de las Fuerzas Libanesas, siendo derrotadas y desarmadas a finales de 1990 a un alto precio de sangre cristiana.

 

Poco después, el ejército sirio derrota a Michel Aun, después de sitiar y bombardear el llamado “reducto cristiano” de Beirut este, el 13 de octubre de 1990, refugiándose Aun en la embajada francesa. Al objeto de ahogar la resistencia, el ejército sirio asesinará a más de 700 militares cristianos fieles a Aun en los días siguientes, consolidándose una ocupación que se prolongará durante 15 años.

 

Los políticos cristianos supervivientes y no exiliados, en su mayor parte aceptarán los Acuerdos de Tarif como única vía para la pervivencia de las comunidades cristianas tras su derrota. También Geagea aceptará el pacto, desarmando a los restos de su milicia. Pero todo ello bajo el “modus vivendi” impuesto por Siria,

 

En 1994 Samir Geagea es encarcelado, siendo acusado de diversos atentados terroristas, todavía sin resolver, entre ellos los asesinatos de Rachid Karamé (1987) y Dany Chamoun (1990). En este contexto, el gobierno libanés emite un decreto de disolución de las Fuerzas Libanesas, que pervivirán como una fuerza política semiclandestina, sufriendo la represión siria, así como el asesinato, el encarcelamiento de destacados militantes, y la desaparición de otros muchos.

 

Heli Hobeika, el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas derrotado por Geagea, habiendo regresado a Líbano, se convertirá en un político cristiano pro-sirio, referencia de amplios sectores de las comunidades maronitas. Morirá asesinado el 24 de enero de 2002. Nunca se supo quien accionó la bomba que lo destrozó. Se sospechó que pudiera haberlo ordenado alguno de sus antiguos amigos sirios, quienes lograron así “callarle la boca” ante el riesgo de que confesara, algo de lo mucho que sabía, a los investigadores internacionales de las matanzas de Sabra y Chatila de 1982 y de otros sucesos violentos de la reciente y agitada historia libanesa.

 

La decadencia del Kataeb

 

Pierre Gemayel, jefe nominal del Kataeb, muere en 1984. Es sucedido en la dirección del partido por Elie Karameh (1984-1986) y después por George Saade (1986-1988). Munir al-Hajj sucede a Saade, ya en 1999, iniciando una política de aproximación a Siria, de modo que en las elecciones legislativas de 2000 se presenta en una candidatura pro-siria junto al ministro del interior, Michel Murr, y otros destacados dirigentes del Partido Sirio Social Nacionalista. Para suceder a Munir al-Hajj compiten poco después dos candidatos: Amin Gemayel, en Líbano desde julio de 2000, y el pro-sirio Karim Pakradumi, quien triunfó el 4 de octubre de 2001; lo que provocó la escisión del partido.

 

El boicot preconizado por las formaciones políticas libanesas mayoritariamente cristianas en las diversas elecciones celebradas en los 10 años que siguieron a la derrota de Aun, por considerarlas ilegítimas y controladas por el ocupante sirio, les marginó de los centros de decisión del Líbano actual, salvo a los sectores maronitas seguidores del fallecido Suleiman Franjieh, que sí colaboraron, y del mencionado Heli Hobeika.

 

El asesinato, tampoco esclarecido, del antiguo primer ministro Rafia Hariri, el 14 de febrero de 2005, además del de otros políticos y periodistas anti- sirios, impulsó la llamada “revolución del cedro”, dirigida contra los ocupantes sirios, y en la que desarrollarán particular activismo los militantes de las Fuerzas Libanesas. En abril de 2005 las tropas sirias terminan de abandonar Líbano. El día 7 de mayo de 2005, Michel Aun retorna a su patria. Su partido político, el Movimiento Patriótico Libre, en coalición con dos pequeños bloques, conseguirá en total 21 diputados en las elecciones legislativas de mayo y junio de 2005, constituyéndose en el grupo más numeroso de las fuerzas cristianas y una de las más potentes de todo Líbano. Fuerzas Libanesas, por su parte, integrante de la coalición anti-siria liderada por el sunita Movimiento Futuro, conseguirá 5 diputados. Su líder, Samir Geagea, fue amnistiado el 18 de julio de 2005.

 

Partidos políticos mayoritariamente cristianos hoy

 

Si bien durante décadas el Kataeb aglutinó al sector más numeroso y políticamente decisivo de la comunidad maronita (llegó a alcanzar 80.000 afiliados a finales de los años 70, según fuentes propias), pagó un alto precio que le arrastró a una progresiva decadencia. Su capitidisminuido estado actual está determinado por varios factores: el predominio durante toda confrontación civil de la organización paramilitar y sus exigencias materiales e imperativos tácticos, lo que desembocó en la independencia de las Fuerzas Libanesas del “partido-madre”; los avatares políticos nacionales e internacionales; la permanente distorsión provocada por las intervenciones militares israelíes; el tutelaje del “gran hermano sirio”; la irrupción de nuevas fuerzas políticas lideradas por políticos oportunistas (caso de Michel Aun); la desaparición por diversos motivos de sus líderes carismáticos, antaño aglutinadores de mayores empeños y voluntades.

 

Todo ello se concretó en la escisión de la organización en dos partidos políticos: el Kataeb libanés liderado por Amin Gemayel (anti-sirio, integrante de la coalición liderada por el Movimiento Futuro, con dos parlamentarios electos en las legislativas de 2005, entre ellos un hijo de Amin llamado como el abuelo), y el dirigido por Karim Pakradouni (con un parlamentario electo en 2005, Nader Surcar, en la coalición pro-siria integrada por Amal, Hizbulá y el PSSN). Puede sumárseles una tercera formación que a “Kataeb” añade la denominación Partido Demócrata Social (liderada por el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas, Fuad Abi Nader).

 

En esta evolución y decadencia del Kataeb puede observarse que su electorado natural más combativo ha optado por Fuerzas Libanesas. Y, acaso, otros sectores más posibilistas se decidieron por una estrella en alza: el ecléctico, neoliberal y más oportunista Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun, que alcanzó un total de 15 parlamentarios encabezando una coalición alternativa a la anti-siria y a la pro-siria, sumándoseles otros 6 parlamentarios.

 

Encontramos a más cristianos en otras formaciones, conforme los resultados legislativos del 2005: los 2 parlamentarios del Partido Sirio Social Nacional (de las dos iglesias griegas); en las listas del mayoritariamente sunita Movimiento Futuro de Saad Hariri, ganador de las elecciones (con fuerte presencia de las confesiones cristianas no maronitas, con un total de 10 parlamentarios cristianos por 18 musulmanes); en el Partido Socialista Progresista de Walid Jumblat (6 maronitas y 1 greco-ortodoxo, junto a otros 7 drusos); la lista Qornet Shehwan integrada en la mencionada coalición anti-siria (que suma a los 3 parlamentarios maronitas del Partido Nacional Liberal y a los 2 del Kataeb-Gemayel); entre los chiítas de Amal (2 maronitas y 1 griego católico de un total de 15 parlamentarios); y en Hizbulá (1 maronita de un total de 14 parlamentarios). Cristianos son, en su mayoría, los parlamentarios de los otros dos grupos vinculados a Michel Aun, 4 de los 6 del Bloque Elias Skaff, y los dos del Bloque Murr. Señalemos, también, que buena parte de los parlamentarios independientes, presentes en las tres corrientes, son cristianos de las diversas confesiones.

 

Y, por último, mencionemos que es notable la presencia de cristianos de ideología izquierdista entre los paramilitares de la Brigada Saraya, de Hizbolá, y, especialmente, en el pequeño pero influyente Partido Comunista Libanés. 

 

El puzzle libanés

 

¿Cómo se explica esa aparente confusión? ¿No se presentan, acaso, como partidos estrictamente confesionales?

 

Los 128 parlamentarios actuales se eligen por circunscripciones territoriales, asignándose a las diversas confesiones religiosas un número cerrado de representantes en cada una de ellas con criterios de proporcionalidad según el censo de los años 40 del pasado siglo. De esta manera, los diversos partidos deben incluir a miembros de otras confesiones si quieren ganar escaños en territorios ajenos. Pero a pesar de todo ello, si bien añade complejidad al mapa electoral y a las relaciones sociales libanesas, está todavía muy lejos de un Estado aconfesional y plenamente democrático, tal y como reivindican un número creciente de pequeños partidos y sectores sociales (tanto pro-sirios como anti-sirios, cristianos y musulmanes). Lo anterior también debe cruzarse con la poco permeable pirámide económico-social: predominio sunita entre las clases más acaudaladas (existiendo una importante presencia greco-ortodoxa); una comunidad maronita mayoritariamente de clase media; y un predominio chiíta entre los sectores más desfavorecidos.

 

No es posible –en definitiva- describir fielmente la compleja situación libanesas desde las facilonas dicotomías al uso: la confesional religiosa, la división entre pro y anti-sirios, pro y anti-norteamericanos, pro y anti-israelíes; que no se superponen ni se corresponden en absoluto. Además, la orientación y los juegos de alianzas de las diversas formaciones pueden llegar a ser desconcertadamente cambiantes, dando lugar a sorprendentes compañeros de viaje. Así, los mayoritariamente cristianos del Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun y sus aliados (18 parlamentaros cristianos por 3 musulmanes) se coaligaron post-electoralmente con los pro-sirios (28 musulmanes por 7 cristianos); sumando 31 musulmanes por 25 cristianos. Por el contrario, el Bloque Opositor suma 33 musulmanes por 39 cristianos. Ciertamente, la tendencia anti-siria entre los cristianos es evidente, pero no es nada desdeñable la aportación cristiana (especialmente entre los no maronitas) al bloque pro-sirio.

 

Un difícil e inestable futuro

 

En cualquier caso, esta sorprendente complejidad social y política de Líbano no debe inducirnos a confusión. Un dato es evidente: la numerosa emigración libanesa es mayoritariamente cristiana, en buena medida impulsada por la consolidación de un clima socio-político progresivamente ajeno a la mentalidad occidental y estilo de vida de los cristianos libaneses. El creciente fundamentalismo islámico, especialmente visible en numerosos barrios y pueblos de todo Líbano, abrumador en muchos supuestos, “ahoga” poco a poco a los cristianos libaneses, quienes temen pagar los “platos rotos” de la actual confrontación Hizbulá-Israel; sabiéndose minoría “tolerada” en un océano musulmán en tempestad.

 

Sin duda, la actual crisis regional, focalizada en la lucha Israel-Hizbulá, traerá serias repercusiones al Líbano. Aunque Hizbulá sea desarmada, saldrá reforzada políticamente, al haber pulverizado el mito de la supremacía armada israelí; lo que redundará en un previsible avance de los sectores pro-sirios libaneses. Por otra parte, el desarme de Hizbolá podría facilitar la total extensión y consolidación del Estado libanés, que de ser efectivo alejaría de Hizbolá a los sectores sociales que asiste en lugar del Estado y cuya repercusión electoral pudiera neutralizar el reforzamiento moral de los radicales chiítas. En todo caso, nada se ha resuelto de manera definitiva, de modo que los más serios problemas permanecerán; tal vez incluso aumentando la división de los sectores confesionales entre sí, y la de ellos con los incipientes movimientos sociales que reclaman una democracia no confesional, igualitaria y moderna.

 

Los cristianos forman parte indisoluble del Líbano. Pese a las enormes dificultades sufridas, vienen acreditando desde hace siglos su voluntad de permanencia y supervivencia, que en alguna medida parece estar asegurada por la compleja trama de relaciones sociales que mantienen con las demás comunidades allí presentes (sunitas, chiítas, alawitas, drusos, armenios, kurdos), y con el siempre influyente vecino sirio.

 

Son previsibles, por último, algunos cambios en el mapa político libanés, especialmente en el campo cristiano. Los vaivenes de Michel Aun, especialmente su pacto con Hasan Nasralá, el héroe de Hizbulá, seguramente le pasarán factura electoral, reforzándose el Bloque Opositor y, dentro del mismo, las fuerzas cristianas más firmes y fieles a sus principios; es decir, el Kataeb de los Gemayel, las Fuerzas Libanesas y el Partido Nacional Liberal. No obstante su débil presencia actual puede ser un importante obstáculo en su lógica recuperación.

 

 

 

Direcciones electrónicas de interés

Opus Libani, portal de internet de la Iglesia católica:

http://www.opuslibani.org.lb/

Lebanese Kataeb, sector Gemayel:

http://www.al-kataeb.org/

Party Kataeb, sector Karim Pakradouni:

http://www.alkataeb.com/

 

Partido Kataeb Demócrata Social:

http://www.socialdemocratic.org/kataeb/

 

Fuerzas Libanesas:

http://www.forze-libanesi.com/

 

Guardianes de los Cedros:

http://www.cedarguards.org/

 

Movimiento Patriótico Libre:

http://www.tayyar.org/

 

Partido Nacional Liberal:

http://www.ahrar.org.lb/

 

Partido Sirio Social Nacionalista:

http://www.ssnp.com/

 

Hizbulá:

http://www.hizbollah.org/

 

Partido Socialista Progresista:

http://www.psp.org.lb/

 

Amal:

http://www.amal-movement.com/

 

Movimiento de la Renovación Democrática:

http://www.tajaddod.org/

 

Izquierda Democrática:

http://www.democratic-left.org/

 

Partido Comunista Libanés:

http://www.lcparty.org/

 

Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes):

http://www.aicp.org/

 

Federación Revolucionaria Armenia:

http://www.arf.am/

 

Partido Social Demócrata Hunchakian (armenio):

http://www.hunchak.org.au/

Cristianos Libaneses:

http://www.cristianoslibaneses.blogspot.com/

 


Revista digital Arbil, Nº 106, agosto de 2006

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