Conferencia: Consideraciones en torno a la naturaleza, ideología y estructura del autodenominado MLNV.
Organiza:
Fundación Socio Cultural Leyre.
Pamplona, 6 de agosto de 2003.
Programa:
1. Introducción.
2. El marco político vasco.
3. El PNV y ETA.
3.1. El criterio de Ardanza en 1996.
3.2. El cambio estratégico del PNV.
4. El huevo y la serpiente: Euskadi Ta Askatasuna y el MLNV.
5. Cuatro teorías en torno a la naturaleza de ETA.
5.1. La teoría de la inercia de la violencia.
5.2.La teoría de la naturaleza mafiosa del MLNV.
5.3. La teoría del sustrato antropológico de la violencia.
5.4. Una racionalidad más amplia.
6. Las relaciones de ETA con el resto de organizaciones del MLNV.
7. Una comparación: ETA - GRAPO.
8. El peso de la ideología: su relación con el cristianismo.
9. Los presos de ETA y el apoyo social.
10. ¿Cómo combatir a ETA?
11. ¿Qué pueden hacer los jóvenes navarristas hoy?
1. Introducción.
Un objetivo estratégico: una Euskadi socialista, reunificada y euskaldún.
Una ideología: el nacionalismo revolucionario entendido como la concreta praxis del marxismo-leninismo en una nación y un espacio temporal histórico.
Una técnica: la guerra prolongada y de desgaste.
Una táctica actual: el frente nacionalista (sui generis).
Un movimiento social y de masas: el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV).
Un instrumento político: Batasuna.
Una organización líder y de vanguardia: ETA.
Una dirección oculta, cohesionada y transversal.
Esta es, en resumen, la realidad de ETA y el mundo que le circunda y que ha nacido de su impulso.
Con estos factores en juego, ¿facilita o implica la ilegalización de Batasuna el final de ETA? No parece fácil, desde mi punto de vista, pues el brazo político sólo es uno de los instrumentos puestos en marcha por ETA en su dinámica. Batasuna no equivale exactamente al MLNV, pues éste es mucho más amplio; y el MLNV no equivale exactamente a ETA, que constituiría su organismo líder; todo lo cual presupone que Batasuna, MLNV y ETA forman una superestructura compleja e interrelacionada.
Mas allá de teorías, veamos un ejemplo concreto. En el barrio de Pamplona donde vivo, de 20.000 habitantes, electoralmente gana las elecciones UPN con 5.000 votos, le sigue PSOE con 2.500 y después Batasuna con casi 1.500; los militantes abertzales se siguen reuniendo en la asociación de vecinos, en una peña sanferminera, en una asociación gastronómica y en varios bares y tabernas. Y los locales de LAB, diversas sociedad culturales o gastronómicas, etc., del resto de Pamplona y comarca, siguen desarrollando su actividad normal, incluyendo en este juicio a las llamadas “Herriko Tabernas”. Aunque se hayan cerrado una docena de locales de Batasuna en Navarra y se hayan registrado otros tantos, ello no ha afectado nada en la dinámica desarrollada por los abertzales de mi barrio. Lo único que ha cambiado es que las habituales convocatorias de los carteles son anónimas; pero todos saben quiénes son los convocantes y de que se trata.
2. El marco político vasco.
En esta sesión vamos a intentar proporcionar una visión panorámica de la realidad vasca desde la perspectiva proporcionada por la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad), ETA: sus orígenes, naturaleza, estrategia, ideología, así como de la situación y papel de sus “presos”. También reflexionaremos en torno a algunas organizaciones generadas desde ETA y que conforman los sectores más decisivos de lo que denominan el “Movimiento de Liberación Nacional Vasco” (MLNV en lo sucesivo). Lo haremos así al tratarse de la organización que viene marcando, en las últimas décadas, el ritmo de la presente confrontación, aunque el PNV ha retomado recientemente el liderazgo con el Plan Ibarretxe.
Para conseguir una visión de conjunto, que sitúe su impacto real en la dramática coyuntura que atraviesa el País Vasco, realizaremos una aproximación, desde una perspectiva analítica y descriptiva, a la misma.
La ruptura en septiembre de 1999 de la llamada “tregua indefinida”, por parte de la banda terrorista ETA, frustró las esperanzas de paz abiertas en toda la sociedad española.
Con ella, también se frustró, por el momento, la expectativa en un proceso acelerado hacia la “autodeterminación” y el “soberanismo”, objetivos de la citada “tregua”. La actual táctica de los herederos de Batasuna y, sobre todo, el Plan Ibarretxe, son el intento de superar esa crisis a través de una vía acelerada a la secesión..
Veamos algunas claves.
El País Vasco se encuentra fraccionado entre nacionalistas y no nacionalistas, con un claro predominio y capacidad de iniciativa de los primeros hasta las elecciones del 12 de marzo de 2000. Los “españolistas” han actuado a la defensiva, tras varias décadas de ofensiva nacionalista en diferentes frentes: cultural, político, educativo, sindical, institucional y, aunque a muchos nacionalistas se nieguen a reconocerlo, también con la práctica del terrorismo. Pese al cerco al que han sido sometidos, algunos indicios de recuperación se habían dado con anterioridad a dichas elecciones: Gesto por la Paz, Foro de Ermua, Foro El Salvador, ¡Basta ya!, la progresiva recuperación del voto no nacionalista en Alava de la mano de UA, ascenso electoral del PP.
Alava se ha decantado, como en los inicios de la transición, por los partidos no nacionalistas, pese a la recuperación electoral de la coalición PNV/EA. Ello ha ocasionado, desde una perspectiva temporal, un serio fracaso en las aspiraciones del nacionalismo vasco, al proporcionar Alava una baza de “intercambio” y presión al PP en sus relaciones con el PNV, que se suma a la de “los presos” encarcelados en las prisiones españolas, la actuación policial y la cooperación internacional. En Vizcaya existía un cierto equilibrio entre nacionalistas y “españolistas”; pero se ha roto en las últimas elecciones por el trasvase de votos de Batasuna al PNV/EA. En Guipúzcoa, por último, el predominio numérico nacionalista es claro.
Navarra, comunidad histórica y política diferenciada, sobre la que las aspiraciones nacionalistas son irrenunciables, viene decantándose, con una rotundidad evidente, por una vía propia en continuidad con la tradición foralista que la caracteriza. Los partidos nacionalistas vascos, pese a su tremendo inversión en todos los ámbitos, no consiguen superar su “techo electoral”, cifrado en un 18%. No es previsible que esta situación pueda modificarse a corto plazo, pero, sin duda, los esfuerzos realizados por el nacionalismo vasco en diversos ámbitos (cultural, lingüístico, lúdico, mediático, etc.) producirán, aunque sea a largo plazo, resultados que se traducirán en votos.
Aunque con unas expectativas todavía más a largo plazo que las depositadas en Navarra, también Iparralde, el territorio francés de cultura vasca, entra en la estrategia del nacionalismo vasco. Allí, los partidos abertzales se encuentran muy divididos, rozando la marginalidad, siendo su representatividad institucional casi simbólica, si bien en las últimas elecciones municipales (marzo de 2001), ha aumentado tímidamente su representación. No olvidemos, por otra parte, la orientación centralista y jacobina del Estado francés, en absoluto sensible a la descentralización administrativa.
El nacionalismo vasco se encuentra fraccionado, a su vez, entre moderados y radicales. El PNV y su escisión EA por un lado, y el autodenominado MLNV con su expresión política Euskal Herritarrok (antes Herri Batasuna) por otro, cuyo liderazgo lo ejerce ETA. Pese a sus diferencias, el soberanismo les une.
El Acuerdo de Lizarra supuso, ante todo, la toma del liderazgo del conjunto del nacionalismo por parte de los más radicales, fruto tal vez de un relevo generacional dentro del mismo. En cualquier debate político referido al País Vasco están presentes, hoy día, dos términos: soberanismo y territorialidad. Ambos, impuestos desde el MLNV a modo de simbólica victoria semántica, han sido hechos propios por el PNV, lo que representa el mayor cambio estratégico que ha experimentado este histórico partido en los últimos 50 años. Para el PNV han sido muchos años de apuesta “autonomista”, entendida como mal menor, desde una estrategia posibilista, con la esperanza puesta en una “Europa de las regiones” que permitiera un día la unificación de los territorios vascos, a su juicio: Comunidad Autónoma Vasca, Comunidad Foral de Navarra e Iparralde. Es en 1998 cuando se concreta, con el “Acuerdo de Lizarra” en el que participa con decisión el PNV, ese cambio histórico: de la mano del MLNV: el PNV se decanta por una nueva estrategia encaminada a la independencia a corto plazo. En definitiva, en eso consisten soberanismo y territorialidad: la transición desde el actual estado de cosas, merced a nuevas estructuras creadas –algunas de ellas- al margen del presente marco legal, hacia la independencia de la “nación vasca”.
La ruptura de la tregua supuso un doble fracaso para los nacionalistas. Para el PNV, que no ha podido atraer definitivamente y de forma exclusiva a la vía política a EH. Para el nacionalismo vasco en su conjunto, que no ha sido capaz de imponer un proceso político de “paz a cambio de autodeterminación”. Pese a la crisis desatada por la “ruptura”, el PNV ha sido capaz de rentabilizar los movimientos internos producidos en el seno del nacionalismo vasco, espoleado por el temor producido ante la posibilidad de acceso de los “españolistas” al Gobierno de Vitoria.
Euskal Herritarrok, desde la ruptura, ha intentado continuar como si nada hubiera pasado; como si la “tregua” no se hubiera roto y en una actitud de chantaje permanente hacia el PNV.
La refundación de la izquierda abertzale, iniciada con la coalición electoral Euskal Herritarrok y la posterior organización del partido - vanguardia Ekin dentro de la misma, implica una reordenación interna de las fuerzas en pugna dentro del autodenominado MLNV, habiendo sido inicialmente desplazados los partidarios de la “opción política”, entre ellos, los moderados liderados por Aldekoa, Zabaleta y otros de la entonces tendencia interna “Aralar”. En cualquier caso, esa tendencia se refuerza con la ilegalización de la organización, fruto de la política de firmeza del gobierno popular. A raíz de este hecho determinante, el entorno político de ETA pierde todo peso, quedando a remolque de la estrategia del PNV/EA. Y ello, en el futuro, de no prosperar la estrategia de Ibarretxe, supondrá un ulterior refuerzo a las posturas radicales y violentas.
El nacionalismo vasco siempre juega mirando al futuro. Su estrategia de lucha cultural produce efectos a largo plazo. El PNV, en el horizonte de la integración europea, nunca ha descartado conseguir sus objetivos en el marco de una Europa con fuertes órganos comunes y una progresiva descentralización territorial, en la que los territorios vascos pudieran buscar fórmulas cuasi – federales de articulación. La mayoría nacionalista en el nuevo Parlamento de Vitoria puede facilitar la consecución de esos objetivos. El nacionalismo “moderado” del PNV se reforzará, en el futuro, con una probable reintegración de EA en el “alderdi”, la “casa común”, y, tal vez, de los sectores desengañados del entorno del MLNV si no logran imponer éstos sus tesis “hacer política”. Para ello, está desarrollando una estrategia de captación de voluntades a través de la Fundación Sabino Alava, el apoyo condicionado a “Gara”, sus relaciones con “Elkarri” y otros organismos. En contra del deseo de muchos, nunca ha habido riesgo de escisión en el PNV.
La estrategia de firmeza, con su expresión concreta en el transcurso de la “tregua” de la fórmula de “paz por presos” de Jaime Mayor Oreja, con todas las cautelas mostradas para quitar velocidad al proceso y asegurarse la sinceridad de la banda, ha sido la única estrategia realista desarrollada en los últimos años desde los partidos constitucionalistas. El PSE-PSOE ha carecido de iniciativa de calado real. Desde hace varias décadas, este partido actúa a remolque de otros, bien del PNV anteriormente, bien del PP hoy día. Por otra parte, existe un sector, el del PSE en Guipúzcoa, de tendencia más nacionalista y proclive a pactos con el PNV y EA, lo que genera en su seno periódicas crisis internas. La búsqueda de pactos con el PNV cuenta con el apoyo, ya se ha visto, de notables dirigentes nacionales del PSOE y de importantes grupos de medios de comunicación. El impacto producido por el asesinato de Fernando Buesa en Vitoria, en ese sentido, está ya muy amortiguado. Esa estrategia de firmeza, junto al trabajo del movimiento cívico de resistencia organizado en el País Vasco, han sido los principales factores que han producido el espejismo de un Lehendakari no nacionalista; posibilidad, finalmente, frustrada. En esa esperanza no se tuvo en cuenta que la “revolución cultural” desarrollada a todos los niveles, por el conjunto del nacionalismo vasco a lo largo de varias décadas, difícilmente podía contrarrestarse en unos pocos años de oposición política y campañas mediáticas.
Se ha pretendido establecer un paralelismo entre el conflicto irlandés y la realidad del País Vasco. Aclaremos algunos aspectos. Irlanda, cuando fué invadida por los ingleses (en el siglo XI, aunque hasta el siglo XVI no se consolidó la dominación británica) ya reunía una serie de características que la diferenciaban de Inglaterra: unidad geográfica, conciencia nacional, unidad religiosa, cierta estructura de poder territorial. Por el contrario Euskadi, como tal, nunca ha existido hasta nuestros días, siendo un ente teórico imaginado por los hermanos Arana a finales del siglo XIX. Nunca ha existido en el País Vasco y Navarra, al contrario que en Irlanda, un conflicto religioso: su población ha sido mayoritariamente católica, incluso con mayor intensidad que el resto de la nación española. Jamás se ha desarrollado en el País Vasco y Navarra una política que buscara el sometimiento de las poblaciones autóctonas de la mano de unos pretendidos “ocupantes” españoles. Tampoco se ha pretendido un expolio material: nunca ha existido un régimen colonial. Los ingleses, al aplicar inicialmente el estatuto de colonia a Irlanda, establecieron el sistema de las “plantaciones”, consistente en la expropiación de las tierras de los originarios terratenientes, para que el Rey inglés distribuyera esas tierras según su criterio, en beneficio de los ocupantes y en detrimento de los propietarios católicos, que terminaron siéndolo sólo a nivel minifundista. Un episodio histórico como el de la “hambruna de la patata”, de mediados del siglo XIX, que supuso la muerte de la cuarta parte de la población de la isla, no se ha producido en España. Esa dramática circunstancia histórica, en buena parte consecuencia de la injusta distribución de la propiedad de la tierra y de viciadas prácticas comerciales, era inimaginable en el País Vasco. Nunca se aplicó práctica análoga a la de las plantaciones. Al contrario, la propiedad de la tierra continuó en manos de los autóctonos, conservándose todo el derecho privado y un régimen de transmisiones patrimoniales específico, que permitió que todo el País Vasco estuviera jalonado de medianas propiedades, sin apenas minifundio y escaso latifundio. Tampoco se ha llegado a “exportar” población foránea con el objetivo de controlar y expoliar a los autóctonos. Al contrario, muchos hijos de emigrantes, en las últimas décadas, se han entregado en “cuerpo y alma” a la causa de la “liberación nacional de Euskadi” desde la trinchera terrorista y la del nacionalismo más radical; lo que desmiente la existencia de un conflicto “étnico” y confirma una problemática en cuyo origen figura la ideología nacionalista y un indudable voluntarismo político como motores últimos.
El Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), primero en la historia y principal representante del espectro político nacionalista todavía hoy, era una fuerza confesional católica sin lugar a dudas. Su primer lema era “Jaungoikoa et Legizarra” (Dios y Leyes viejas, fueros) y en los comicios republicanos de 1936 su estrategia electoral se basó, en gran parte, en la defensa de la religión católica. El 30 de noviembre de 1930 se fundó una pequeña agrupación política cuyo programa era nacionalista aconfesional, liberal, republicano, democrático, e interesado en profundas reformas sociales: Acción Nacionalista Vasca (ANV), cuyos continuadores –de número casi testimonial- forman parte actualmente de EH. El PNV, en la actualidad, ha desdibujado sus originarias señas de identidad, basadas en el cristianismo, al igual que tantos otros partidos del área demócrata cristiana. Pese a su condición de “socio fundador”, ha sido expulsado el día 10 de octubre de 2000 de la Internacional Demócrata Cristiana, por sus ambiguas relaciones con el terrorismo, a iniciativa del Partido Popular español.
A partir del 25 de mayo de 2003 se abre una nueva fase en la historia del País Vasco y, por lo tanto, de España. El camino emprendido por el nacionalismo vasco parece allanarse. El soberanismo, concretado en el Plan Ibarretxe, es la respuesta a las expectativas de su electorado. No olvidemos, en ese sentido, que los votos trasvasados desde Euskal Herritarrok a PNV/EA no son incondicionales. Los partidos “constitucionalistas”, por su parte, deberán reelaborar su estrategia ante el envite nacionalista, a la vez que su esfuerzo tendrá concentrarse, al menos en su inicio, en evitar la pérdida de los espacios ganados, con tanto dolor y esfuerzo, en los últimos años.
El Gobierno español tiene ante sí un reto de alcance inédito y hondo calado político. Deberá tomar decisiones enérgicas y no se podrá escurrir el bulto.
3. El PNV y ETA.
3.1. El criterio de Ardanza en 1996.
El lehendakari Ardanza reclamaba a la Asamblea Nacional de su partido en febrero de 1996: "nuestro primer objetivo deberá consistir en desenmascarar, ante las propias bases del MLNV y ante toda la sociedad, el auténtico proyecto estratégico de la actual dirección de la Izquierda Abertzale. Su carácter esencialmente revolucionario y anti-sistema, así como su intención manipuladora de la ‘cuestión nacional’, deberán quedar al descubierto. Sería el modo más eficaz de provocar en el MLNV las contradicciones internas necesarias para que el soporte social abertzale del Movimiento comience a cuestionar el proyecto político de la actual dirección y, con él, el sentido y la utilidad de la ‘lucha armada’".
De este texto podemos deducir varias conclusiones:
Se hace un perfecto diagnóstico de la naturaleza de ETA, a la que califica de organización esencialmente revolucionario y antisistema.
Se advierte el peligro o perversidad del MLNV; de lo que se deriva la necesidad de combatirlo.
En consecuencia, propone una estrategia concreta frente al MLNV: desenmascarar el proyecto revolucionario de su dirección ante sus propias bases y así cuestionar la utilidad de la lucha armada.
El análisis se realiza desde el nacionalismo: manipulan la cuestión nacional. Es el proyecto de nación lo que juzga la conveniencia y adecuación de un movimiento determinado al mismo.
Vemos que, desde entonces, el nacionalismo vasco moderado ha prescindido en la práctica de su evolución táctica, de tales presupuestos citados. Ha ignorado la peligrosidad derivada de la intrínseca naturaleza del MLNV, por una parte y, por otra, al no cuestionar sustancialmente su proyecto y darle cobertura con su propia estrategia soberanista, le ha proporcionado legitimidad, otorgándole carta de naturaleza.
3.2. El cambio estratégico del PNV.
Desde entonces han sucedido muchas cosas: Ardanza dejó de ser lehendakari y ante la parálisis del pacto de Ajuria Enea propuso el llamado Plan Ardanza poco antes de finalizar su mandato, se negocia y lanza el pacto de Lizarra, consecuencia de lo anterior se decreta la llamada tregua unilateral de ETA, su ruptura, el éxito electoral del PNV del 13/05/01, el Plan Ibarretxe. En cualquier caso, todo ello indica que se ha producido un cambio histórico en la opción estratégica del PNV y sus aliados de EA, optando por la independencia y la secesión a medio plazo, cuando años atrás, se trataba más de un objetivo ideal, que una aspiración realista, subordinado al final de la lucha terrorista.
Ahora, por lo tanto, el PNV opta por alcanzar la independencia pero sin condicionarlo a la desaparición de ETA. Es más. Trata de incorporar a Batasuna a su propia estrategia. Siendo justos, esto no quiere decir que el PNV no siga considerando la necesidad de reducir el espacio político del MNLV y de reducir o eliminar en su día la violencia de ETA. A tal efecto ha optado por la vía del “vaciamiento electoral” de Batasuna. Y para ello se está sirviendo de los beneficios derivados de su deslegalización, intentando aglutinar la mayor parte del voto abertzale radical, por una parte y, por otra, tratando de proporcionar una alternativa política secesionista que satisfaga a esos miles de votos abertzales y les impida volver a Batasuna o entidad que le sustituya, asegurándolos para el futuro. En este sentido, el Plan Ardanza es la respuesta a esa captación de voto abertzale.
Sin duda existe un “tira y afloja” entre el PNV y Batasuna: ambos intentan liderar la estrategia nacionalista. No parece que haya un acuerdo previo, por lo que cada una de esas fuerzas intenta incorporar, por las buenas o por la fuerza de los hechos a la otra, a su propia estrategia. El objetivo sería el mismo: la independencia. Pero en el ritmo y los medios no hay acuerdo. Batasuna emplea todo tipo de medios y su opción es una ruptura unilateral e inmediata. El PNV opta por una estrategia gradualista en la que el agotamiento del techo autonómico (táctica ya descartada) y la “soberanía compartida” (borrador del Plan Ibarretxe) serían fases intermedias tendentes a ese fin último.
4. El huevo y la serpiente: Euskadi Ta Askatasuna y el MLNV.
Para profundizar en la situación de ETA, debemos partir de una premisa: ETA es la cabeza y motor del conjunto del llamado MLNV, al que dirige y controla.
ETA nace y se desarrolla, inicialmente, en el seno del nacionalismo vasco liderado, históricamente, por el PNV. Esta es su marca fundamental, que unifica y da consistencia a la actual “cosmovisión” abertzale radical: la ideología nacionalista. Por ello, pese a las enormes discrepancias programáticas existentes, los dirigentes del PNV y EA han podido afirmar que respecto a ETA y su entorno: “compartimos los fines, no los medios”.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, troskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. El marxismo se impone, a lo largo de esta evolución, como herramienta de trabajo y de interpretación de la realidad, con sus consecuencias dialécticas y estratégicas. De forma paralela, la discusión sobre la “cuestión nacional” se solapa con el alcance y objetivos de la “lucha armada” (la práctica terrorista). Así, vasca ya no es “aquella persona de raza vasca y que habla euskera”, tal como la concibieron Sabino Arana y los primeros ideólogos del nacionalismo vasco. Ahora lo será “el que trabaja y es explotado en Euskadi”. Esa confluencia marxismo – nacionalismo generó en ETA diversas “asambleas” que originaron, a su vez, varias escisiones, sobreviviendo en la actualidad de todas ellas la actual ETA Militar y los residuos anecdóticos de las antiguas LCR y MCE (Zutik en el País Vasco, Batzarre en Navarra). Su capacidad de adaptación a las nuevas modas culturales de raíz progresista no sólo no le ha aislado, sino que le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos; al contrario que un GRAPO, cuyas bases sociales eran mínimas. Con todo ello, vasco, hoy día, es “quien lucha por el proyecto de construcción nacional de Euskalherria”.
La historia de ETA es la historia del triunfo, en toda confrontación interna, de los radicales sobre los moderados, de los nacionalistas sobre los “internacionalistas”, de los partidarios de la “lucha armada” sobre los partidarios de la “vía política”. Los últimos cambios nominales sufridos por HB (reconvertida en Euskal Herritarrok) y otras organizaciones del entorno (Jarrai en Haika, KAS en Ekin) son el resultado de esa dialéctica interna del conjunto del MLNV, imponiéndose de nuevo los más extremistas. Ello supone la postergación de los moderados partidarios de una salida política al conflicto (Aralar ya está fuera), en beneficio de los radicales. ETA continuará su lucha armada, alimentada por una nueva generación de militantes. En definitiva, ETA propone “más de lo mismo”, una “larga marcha”, que combinará con la estrategia que debe rediseñar EH en su ámbito de trabajo “político”. La ilegalización de Batasuna no introduce cambios en esta tendencia. De nuevo, los radicales verán afianzadas sus posturas en el liderazgo del entramado.
ETA, ya en sus inicios, constituyó varios frentes de acción: obrero, cultural, político y militar. En sus orígenes, pues, despliega una voluntad y estrategia totalizadora que pretende abrazar la “lucha por la liberación nacional” (la independencia) desde todas las ópticas vitales posibles. Por ello, el actual MLNV, complejo de asociaciones de todo tipo, legales o ilegales, de carácter administrativo diverso, ya estaba diseñado en sus orígenes, siendo el actual entramado el resultado de su progresiva adaptación a las nuevas circunstancias sociales e históricas.
Los liderazgos caen, las tácticas se modifican, la organización se reestructura, pero la ideología nacionalista y revolucionaria se mantiene como elemento unificador y referente último. El liderazgo en ETA está configurado, desde hace ya muchos años, de forma colegiada. Ello permite que la “caída” de un dirigente no afecte a toda la organización, lo que, además, implica un autocontrol en los comportamientos y toma de decisiones, que previene “desviaciones”. Tales características definen toda la organización: compartimentos estancos estructurados de forma piramidal. Ello facilita la rígida transmisión de instrucciones y consignas, pero dificulta por completo el debate interno. La eliminación actual de la antigua división entre “comandos legales” e “ilegales”, es fruto de la “regeneración” humana de la banda, que precisa que los nuevos “militantes” sean dirigidos y adiestrados por veteranos.
ETA planificó la llamada “tregua” como el medio para obtener la autodeterminación a cambio de paz. Encontró, enfrentada, una voluntad política decidida en el PP, con la que no contaba, que contrapuso paz a cambio de presos, con movimientos muy prudentes en lo que se refiere al “acercamiento de presos” y a la celebración de conversaciones con ETA. Por ello, evidente ya el fracaso táctico, ETA reanudó su actividad terrorista, habiendo aprovechado esa tregua para recomponer la organización. Con la actual ofensiva pretende, ante todo, ahondar en la fractura existente entre nacionalistas y no nacionalistas, rompiendo con ello el mito de la “unidad de los demócratas”. Ello ha supuesto, a corto plazo, que buena parte de los “avances” políticos alcanzados por su “brazo electoral” (“acuerdo” nacionalista de Lizarra, Udalbiltza, recuperación electoral de HB reconvertida en EH) se hayan perdido. La sangría de un 40% de los votos de Euskal Herritarok les impone diseñar una nueva estrategia.
ETA nunca se ha sentado en el Gobierno de Vitoria pero, sin embargo, ha sido capaz de liderar al conjunto del nacionalismo vasco en algunos momentos, tras seguir audaces tácticas en las que han combinado todos los instrumentos a su alcance: terrorismo, apoyos institucionales concretos al PNV, aprovechamiento de la “legalidad española” en la medida de sus intereses, etc. La autodenominada “Asamblea de Municipios Vascos”, Udalbiltza, fraccionada en dos hoy día, era el resultado más visible de ese liderazgo, al imponer una estrategia rupturista (boicot al censo, carnet de identidad “vasco”, etc.) al conjunto del nacionalismo vasco. De forma sorprendente, ha sido PNV/EA la fuerza que ha rentabilizado, electoralmente, esas tácticas soberanistas; un motivo más de debate pata Euskal Herritarrok.
El MLNV siempre ha sido, pese a su apariencia asamblearia, un partido “leninista”, de “centralismo democrático”. HASI en los años de la transición política española, posteriormente KAS, Ekin en la actualidad, han constituido el comisariado político de ETA para controlar el conjunto del movimiento. Ello no quiere decir que, en algunos casos, no se hayan producido disidencias, incluso pérdida de control sobre sectores concretos (Elkarri, por ejemplo). La primacía de la “dirección” terrorista (militar, en su jerga) sobre el conjunto del movimiento es un dogma fundamental en la estrategia y cosmovisión actual del MLNV.
ETA, y el MLNV en su conjunto, ya no puede reconocerse en su padre: el PNV. Por el contrario, el PNV no parece haber asumido todavía esta evidente circunstancia histórica que implica, además, en la práctica, su progresiva pérdida de protagonismo. La actual coyuntura política pudiera facilitar esa toma de conciencia por parte del PNV, pero salvo algunas voces aisladas en su interior, no parece se rectifique el compromiso adquirido con la “vía soberanista”. Es más, la ambigüedad de la que ha hecho gala la dirección “jeltzale” ha facilitado, en buena medida, que el relevo en el liderazgo del conjunto del nacionalismo se esté produciendo en beneficio del MLNV, si bien la tendencia parece haberse roto, al menos de momento, según indica el trasvase de votos manifestado el 13 de mayo.
5. Cuatro teorías en torno a la naturaleza de ETA.
Existen numerosos libros al respecto, muchos de ellos editados en los últimos años y que, de alguna manera, pueden remitirse a alguna de las siguientes teorías interpretativas:
5. 1. La teoría de la inercia de la violencia.
Esta teoría la defienden algunos ex miembros de ETA así como otros investigadores. Afirma, por ejemplo, Mario Onaindia: "No estamos, pues, ante una organización con una ideología más o menos clara que le lleve a perseguir unos objetivos con unos medios adecuados". Y en consecuencia Kepa Aulestia plantea que "aun si aceptásemos que la actividad de ETA respondió en algún momento de su historia a la búsqueda de objetivos políticos, y a determinados planteamientos estratégicos, habría que reconocer que desde hace mucho tiempo dejó de funcionar así, y hoy ETA está cautiva de su propia existencia".
5. 2. La teoría de la naturaleza mafiosa del MLNV.
Según esta teoría, "los etarras matan para ganar dinero. La actividad terrorista, desde este punto de vista, no sería diferente de la actividad mafiosa. Se extorsiona y se mata para garantizar el mantenimiento de ingresos económicos. ETA se disfrazaría con ropajes políticos para que su peculiar "negocio" no decaiga". Todo esto es rebatido dando un mero repaso a los testimonios que tenemos acerca de la vida interna de la organización –y la propia vida del militante que se introduce a la clandestinidad dentro de los comandos de Kale Borroka. Para ello trae a colación lo que aparece claramente en los trabajos de Florencio Domínguez: "el propio Domínguez Iribarren ha constatado en sus investigaciones que los etarras no viven precisamente con demasiados lujos.., algo que confirma también un buen conocedor del mundo etarra como es el juez Baltasar Garzón. Si se trata de vivir desahogadamente ingresar en ETA no es la decisión más razonable".
5. 3. La teoría del sustrato antropológico de la violencia.
Esta es la teoría por la que diversos investigadores explican la violencia de ETA mediante la alusión a algún tipo de condición esencial inserta en la naturaleza del pueblo vasco o del nacionalismo vasco. Es la teoría del antropólogo Joseba Zulaika de entender "el terrorismo como una forma más de folclor vasco"; "Las ekintzak de ETA son los equivalentes rituales del órdago en el mus" –según este antropólogo. O la teoría de otro antropólogo, Juan Aranzadi, que afirma: "la violencia etarra surge y se desarrolla como un auténtico ritual autoafirmativo de la comunidad vasco-nacionalista".
5. 4. Una racionalidad más amplia.
Esta teoría se recoge en el texto ETA contra el Estado, las estrategias del terrorismo (Ignacio Sánchez-Cuenca, Tusquets, Barcelona, 2001).
Algunos autores han constatado el mecanismo de Guerra Prolongada y de Desgaste como técnica estratégica. Esta técnica de la lucha armada se encuentra abundantemente documentada en los textos de la organización armada. La paternidad ideológica de tal concepción corresponde a Mao Zedong, en su estudio "Sobre la Guerra Popular y Prolongada" (1942). A partir de este teórico revolucionario, a lo largo y ancho de la década de los 60, multitud de grupos armados y de liberación nacional asumen la teoría del "nacionalismo revolucionario" como aplicación de la línea marxista-leninista en un determinado marco nacional y la "guerra popular y prolongada" como técnica de lucha.
Frente a los recursos inmensamente superiores de los estados coloniales o los estados-nación europeos contra los que tienen que bregar las organizaciones armadas y los movimientos de liberación; la guerra popular prolongada propone la implicación, por activa o pasiva, de la población en esa lucha (¿recordamos la llamada “socialización del sufrimiento”?) y la prolongación de la acción armada como medio de hartar al enemigo, en este caso el estado español.
Lo había aplicado también el IRA mediante su estrategia de "sickening the british" (hartando a los británicos) y lo había tratado de aplicar la organización catalana Terra Lliure. Frente a las ideas formalistas e irreales de una "victoria total" sobre el enemigo, esta concepción remarca la lucha como algo ininterrumpido, cuya prolongación marca diversos estadios de avance; con lo cual la "revolución permanente" maoísta puede llevarse a cabo en tanto que los conflictos tengan repuntes de mayor o menor intensidad, pero donde la organización armada y su brazo político, como expresiones del emergente modo de sociedad revolucionario, tengan una capacidad de regeneración y de maniobra permanentes.
La concepción revolucionaria, basada en la igualación entre revolución, política y guerra, derivada de Lenin y de Mao Zedong, con todo un organigrama de estructuración y con toda una serie de pautas estratégicas que han mostrado su efectividad en múltiples ocasiones, es la base de la naturaleza política del MLNV.
Parece que hablamos de cosas anticuadas, ya “superadas”. Se suele, incluso, decir que son los últimos terroristas del mundo, pero el resurgimiento del terrorismo internacional de manos de Al Qaeda y de las Brigadas Rojas, así como la nueva potencia del movimiento anti-globalización son factores muy positivos de cara a la moral de combate del MLNV, que ve que no está sólo, que hay otras fuerzas que se empeñan en la misma lucha en contra del capitalismo mundial y en contra de los capitalismos estatales
Por ello hay que prestar atención a un hecho concreto que confirma nuestra diagnóstico. La jugada del MLNV en Lizarra consistió en dejar al Gobierno Vasco en precario y con la carga de que las expectativas de paz que habían repartido los nacionalistas se habían quedado en agua de borrajas; es decir, plantear un escenario de tensionamiento máximo, con la posibilidad de que Mayor Oreja llegara a la lehendakaritza y, por tanto, con el escenario real del máximo enfrentamiento anti-institucional. Mientras, la organización armada se había aprovisionado de nuevas armas y de nuevos militantes. La guerra prolongada y de desgaste, simplemente, había cambiado de forma y había emergido de nuevo con todo su vigor.
6. Las relaciones de ETA con el resto de organizaciones del MLNV.
En 1992 ETA pierde no sólo su cúpula sino sus mandos de recambio. Fue KAS (la dirección política del MLNV) la que reconstruyó la maltrecha organización armada. Ahí está la voluntad del MLNV en crear, desde la sociedad civil, ámbitos sociales para la inserción gradual de militantes juveniles en una organización armada que a principios de los 90 tenía problemas evidentes de reclutamiento. Este intento, además, tiene éxito y presupone el acceso de toda una nueva generación de jóvenes dentro del entramado de los organismos violentos del MLNV, constituyéndose en realidad social inequívoca. La conexión política entre ETA y el conjunto del MLNV mediante una dirección oculta pero monolítica es la clave de la fuerza de ETA y de su capacidad de regeneración frente a los golpes policiales y frente a sus propios fallos.
No puede entenderse al MLNV sin referirnos al tipo humano que está generando y que se inserta en alguna de sus estructuras, entendidas según su nivel de implicación y entrega, como los aros concéntricos de una “cebolla”. El núcleo lo formarían la dirección de todo el MLNV, generalmente la cúpula de ETA, correspondiendo el aro más exterior a la capa de votantes que se moviliza esporádicamente con motivo de las diversas convocatorias electorales. Todo ello confirma que la base social del MLNV no corresponde con la base electoral.
Este nuevo tipo humano es el resultado de una dinámica vital y educativa desarrollada en las múltiples instancias asociativas y movilizadoras del MLNV. Los jóvenes de Segi (antes Jarrai y después Haika) y su entorno de influencia, han nacido, en buen número, en el seno de familias ya nacionalistas bastante radicales. Sin convicciones religiosas, se les ha inculcado -desde la cuna- una visión nacionalista omnicomprensiva y con múltiples expresiones: recreativas, lúdicas, políticas, educativas, sindicales…
Una mentalidad libertaria, lindante con el nihilismo, ha ido modelando, poco a poco, a estos jóvenes, absorbiendo los nuevos dogmas antiautoritarios destilados desde las factorías “sesentayochistas”: feministas, ecologistas radicales, etc. También les caracteriza una instintividad muy primaria y “libre”, especialmente en lo que a la faceta afectiva y de desarrollo de la sexualidad se refiere.
Del medio familiar, pasaron a escuelas y colegios donde contactaron con Jarrai (ahora, Haika) o Ikasle Abertzaleak. De ser jóvenes trabajadores, se encuadraron en Gazte LAB (las juventudes del sindicato abertzale próximo a ETA). Si estaban interesados por la militancia ecologista, ahí estaba Eguzki para encauzar sus entusiasmos. Para las feministas: Egizan. Si se decantaban por la militancia internacionalista, Askapena les orientaría. De estar interesados en las múltiples manifestaciones problemáticas de la elaboración, consumo y tráfico de drogas, Askagintza les encuadraría. Incluso se fundó una organización dirigida a los niños: Kimuak (brotes), cuyo modelo eran los “pioneros”. Y no hemos hablado, todavía, del movimiento de las “Gazte Asamblada” (asambleas de jóvenes, organizadas desde Haika) presentes en pueblos y barrios, así como de otras agrupaciones en las que participan con especial incidencia: asociaciones de vecinos, grupos deportivos y montañeros, asociaciones de danzas y centros folklóricos, ikastolas para adultos, Herriko Tabernas, etc.
Todo ello, además, acompañado con los viajes de apoyo a los presos de ETA por España y Francia, las movilizaciones semanales, las manifestaciones “nacionales” que periódicamente se convocan, la participación en piquetes huelguísticos, la formación recibida en las “Mendi-martxa” que anualmente convoca Jarrai-Haika en las fechas correspondientes a la cristiana Semana Santa, las celebraciones festivas de todo tipo, los conciertos de “rock radical” vasco, los “viajes solidarios” a Iparralde y América Latina, la participación en “peñas” y cuadrillas”, etc.
Este estilo de vida también tiene elementos externos fácilmente reconocibles. Es el caso de la estética “neo-hippy” y “grunge” que les caracteriza: ropas amplias de algodón y vivos colores con símbolos étnicos, peinados africanos, pulseras de cuero, pañuelos palestinos, tatuajes, etc.
Otro aspecto a tener en cuenta es el consumo masivo, entre estos jóvenes, de derivados de la marihuana y alucinógenos de diverso tipo. La heroína y cocaína se consideran en esta subcultura como “drogas españolas”, cuyo objetivo es adormecer a la juventud combativa de Euskadi. Por el contrario, los alucinógenos encajarían con la primitiva sociedad rural vasca pre-cristiana, una cultura agraria familiarizada -supuestamente- con las plantas medicinales, los hongos alucinógenos, etc.
Pero buena parte de tales ingredientes ideológicos y culturales los encontramos en otras latitudes y circunstancias. Es el caso de la izquierda anarcoide y antiglobalizadora que, ya carente de modelos a los que imitar, se manifiesta con inusitada violencia con ocasión de la celebración de diversos acontecimientos, caso de foros como el celebrado en Seattle y Praga. Con actitudes próximas al nihilismo vital, conjugan la estética mencionada con convicciones libertarias, el empleo de nuevas tecnologías (de forma subversiva, bloqueando, por ejemplo, el portal de Yahoo o accediendo a ordenadores centrales de diversas instancias representativas del poder bancario o estatal), la coordinación internacional para movilizaciones puntuales y la solidaridad con causas tan dispares como la lucha de los independentistas kurdos o la guerrilla zapatista.
7. Una comparación: ETA - GRAPO.
ETA ostenta el dudoso mérito de mantenerse como una de las escasas organizaciones terroristas activas en Europa occidental. Otro grupo, el PCE(r)-GRAPO, también le acompañó durante bastantes años en ese camino, compartiendo con ETA un conjunto de presupuestos ideológicos y estratégicos derivados de la teoría y práctica marxista-leninista en su versión maoísta. Sin embargo, pese a sus mortíferos efectos, nunca alcanzó un apoyo social significativo. Una comparación de la naturaleza de ambas organizaciones, ¿podría proporcionar, acaso, claves para entender la acción política del nacionalismo vasco?
ETA, por encima de todo, ¿es una organización nacionalista o, por el contrario, es netamente marxista-leninista? Una u otra respuesta puede determinar la política de alianzas entre las diversas fuerzas que se denominan nacionalistas vascas. De tratarse de una organización nacionalista ante todo, nada impide una alianza formal y material con el llamado nacionalismo moderado. De prevalecer unos componentes ideológicos y estratégicos marxista-leninistas, no sería comprensible tal alianza. En definitiva: la parcial coincidencia táctica entre PNV/EA y el brazo político de ETA, en este segundo supuesto, sería contra natura, escapando de toda lógica política.
Sin embargo, su entidad y arraigo social respectivos apenas son comparables. Los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), brazo armado de una organización “política”, el Partido Comunista de España (reconstituido), resultaron especialmente graves y mortíferos en los primeros años de la transición española a la democracia. Así, sus acciones de mayor impacto, social y político, fueron los secuestros simultáneos de Oriol y del general Villaescusa en el año 1977.
Aunque primó la “lucha armada”, el PCE(r) también trató de desarrollar en su entorno unas “organizaciones de masas”, como parte de una estrategia que pretendía englobar a diversos sectores sociales en una dinámica revolucionaria, encuadrados en diversos “frentes”: armado, estudiantil, etc. Recordemos, así, a la ODEA (Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas), que apenas logró captaciones y que, en realidad, agrupó, bajo ese manto, a los militantes del PCE(r)-GRAPO de la Universidad.
De hecho, la única organización “de masas” que gozó de cierta continuidad fue la -todavía existente- Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (AFAPP), una entidad constituida a semejanza de Gestoras Pro-Aministía, estructurada en torno a los presos de la organización y que, por propia definición, nunca podría extenderse más allá de su medio humano natural. Otra sección del partido, que gozó de notable relevancia, fue la del “aparato de prensa y propaganda”, capaz de editar durante años, peses a las reiteradas y sucesivas “caídas”, unos medios impresos de notable calidad tipográfica, lo que contribuyó alimentar al “mito GRAPO”. Fue la “lucha armada”, no obstante, la que absorbió la mayor parte de las fuerzas generadas por esa organización, subordinándose todos los demás “brazos” –apenas desarrollados- a las necesidades de la estrategia “acción-represión-acción”.
La ideología del PCE(r)-GRAPO se basaba en una particular interpretación del marxismo-leninismo-maoísmo, adaptada –supuestamente- a la realidad española, si bien llegó a experimentar, en un momento posterior, un efímero “giro pro-soviético”. A su juicio, España era un Estado fascista dominado por una estrecha oligarquía, pese a sus apariencias democráticas, que sólo podía combatirse con la “lucha armada”. Las masas obreras y campesinas, completamente alienadas, anhelarían un partido-vanguardia que liderara la ineludible revolución proletaria. La organización histórica y mayoritaria del tradicional entorno marxista revolucionario, el Partido Comunista de España (PCE), así como los demás grupos comunistas (existían, por entonces, una veintena de ellos así denominados, trotkistas, maoístas, pro-albaneses, marxistas-leninistas); todos errarían en sus diagnósticos y estrategias, siendo rehenes de sus equivocadas interpretaciones del marxismo científico. El PCE(r)–GRAPO consideraba que acatar la legalidad no sólo no facilitaba avanzar hacia el socialismo, sino que lo retardaba, integrando a los comunistas “posibilistas” en el sistema burgués, neutralizándose así su empuje revolucionario. Por ello, esta pequeña organización comunista puso el acento en la lucha armada casi exclusivamente. Transcurridas casi tres décadas desde entonces, el histórico PCE apenas sobrevive, no habiendo alcanzado sus objetivos, diluyéndose en una etérea Izquierda Unida. La inmensa mayoría de grupúsculos marxistas, por su parte, han desaparecido y el PCE(r)–GRAPO, que todavía hoy sobrevive a duras penas, no es comparable al de entonces.
¿Cuál era la base teórica que impulsaba la ciega lucha terrorista de ese puñado de fanáticos?
Encontramos claves explicativas en diversos libros, de orientación y elaboración muy distintas: Historia del PCE(r) y de los GRAPO (Juan García Martín, Madrid, Contra Canto, 1984), GRAPO: Los hijos de Mao (Rafael Gómez Parra, Madrid, Fundamentos, 1991) y De un tiempo y de un país (Pío Moa, Madrid, Ediciones Encuentro, 2002). Pero, para la labor que nos hemos propuesto, nos remitiremos especialmente a los criterios desarrollados en diversos artículos de la revista digital Goiz Argi, de orientación nacionalista vasca moderada, en la que se han publicado, entre otros, agudos y profundos análisis acerca de la naturaleza de ETA y el MLNV. Es el caso de los de Imanol Lizarralde Divídete y vencerás (Nº 19, noviembre de 2001), Tres libros sobre el MLNV (Nº 23, junio de 2002) ¿Qué es el MLNV? – I (Nº 26, marzo de 2003), y ¿Cómo se reorganiza la estrategia del “soberanismo revolucionario” tras el 13 M? (de Joxan Beloqui, Nº 23, junio de 2002).
Estos autores consideran que la base teórica empleada por ETA, durante todos estos años, es la denominada Guerra Prolongada y de Desgaste; una técnica estratégica ideada hace seis décadas por Mao, empleada por decenas de organizaciones de todo el mundo, y reflejada en su texto “Sobre la Guerra Popular y Prolongada” (1942).
A partir de este volumen, especialmente en la década de los 60, numerosos grupos armados hicieron propia la teoría del nacionalismo revolucionario como aplicación del marxismo-leninismo en su respectivo espacio nacional, y la guerra popular y prolongada como técnica de insurrección y combate.
La mayoría de teóricos e impulsores de esos movimientos se encontraron con un dilema estratégico semejante: ¿cómo enfrentarse con posibilidades de éxito a todos los recursos humanos y materiales de los aparatos colonial o estatal? Conforme las reflexiones de Mao, se pretendía implicar a toda la población –quisiera o no- en la lucha (recordemos la llamada “socialización del sufrimiento”), con la pretensión de agotar al enemigo, humana, material y anímicamente, a través de la prolongación de una violencia extrema.
Esta estrategia fue empleada con éxito en China por los comunistas, por el FLN en Argelia, etc. El éxito más espectacular, con todo, fue el alcanzado en Indochina, donde los aliados locales de los norteamericanos fueron derrotados, finalmente, al igual que los propios yanquis.
Esta estrategia no concibe un combate militar clásico. No se trata de derrotar al enemigo en el menor tiempo posible y en un escenario convencional de frentes concretos y posiciones fijas. Aquí el tiempo y el espacio ya no importan, al menos de la misma manera que en las concepciones clásicas. Tampoco sirve la tradicional división entre combatientes y población civil: para el maoísmo, todos están implicados directamente en la lucha. Había que mantener el conflicto durante un largo periodo de tiempo, con el objetivo de desmoralizar al enemigo. Ello implicaba avances y retrocesos que permitieran al movimiento revolucionario consolidarse progresivamente generando, a su vez, una incipiente nueva sociedad en la que política, guerra y revolución fueran conceptos inseparables. Teoría y práctica caminarían juntas de la mano del fusil y su fruto sería una nueva organización social y un nuevo tipo humano.
En definitiva, la acción de ETA respondería a unas concretas pautas teóricas, que habían mostrado su “eficacia” en diversos lugares del mundo, y que también son compartidas, en buena medida, por un PCE(r)–GRAPO que en su origen se caracterizó como una fracción maoísta ortodoxa, dentro de la escisión comunista entre pro-soviéticos y pro-chinos.
La capacidad terrorista del PCE(r)-GRAPO, que se arrastra penosamente hasta hoy mismo, desconcertó a los analistas. No podían comprender su capacidad de regeneración después de las numerosas caídas que afectaron a la mayor parte de sus órganos centrales y comandos operativos. Por ello se acuñó la teoría de la infiltración, ya de la extrema derecha, ya de servicios de información extranjeros. Pero, realmente, tales teorías ¿eran verosímiles? En definitiva, ¿en qué factores radicaba esa sorprendente capacidad de movilización y de regeneración?
La explicación es mucho más sencilla, que la antes propuesta, y la proporciona el historiador Pío Moa en su libro antes mencionado, donde narra sus peripecias en la extrema izquierda política española y en esa organización concreta. El factor explicativo de este fenómeno es el impacto, en un concreto colectivo humano, de la ideología, entendida como un conjunto explicativo, aparentemente racional, mediante una serie limitada de leyes sociales, económicas e históricas, de toda la realidad y actividad humanas. Ahí radica la diferencia de cualquier ideología con el cristianismo: la ideología interpreta la realidad; el cristianismo la afronta con todos sus factores en juego.
En la presentación del citado libro en el Ateneo de Gijón, realizada hace unos meses, Pío Moa resumía, en tres, las causas del atractivo del marxismo, “además de la avidez de poder y el rencor social por él fomentados”:
Una explicación aparentemente científica de toda la realidad humana. En la nueva sociedad el hombre se desarrollaría plenamente, superando las alienaciones que lo limitaban. El mal radicaría en el exterior del hombre. Eliminado ese mal estructural, se implantaría una nueva sociedad. No obstante, en muchos casos, según el autor, “se creía en la supuesta ciencia porque prometía la utópica sociedad anhelada”.
El carácter épico de una lucha universal contra las fuerzas enemigas del inevitable avance de la humanidad, “una reedición de la lucha de los titanes contra los dioses, el asalto a los cielos, como expresaba agudamente Marx utilizando la mitología griega”. De ese impulso brotaría un “prodigioso empuje de agresión, así como una capacidad asombrosa para mentir, calumniar, desfigurar la realidad, tácticas siempre justificadas en pro del fin grandioso”.
Su éxito práctico: la implantación del comunismo en un tercio del mundo, la derrota de Estados Unidos en Vietnam, la extensión de los movimientos comunistas en todo el mundo...
Desvanecido parte del sueño comunista en los últimos años, sobrevive en Occidente en algunas formas degradadas, influyendo en movimientos tercermundistas, ecologistas, feministas, radicales, antiglobalización…
La violencia del PCE(r)–GRAPO tuvo, por otra parte, algún efecto inesperado: moderó al histórico PCE y a las otras fuerzas marxistas, que buscaron diferenciarse del terrorismo ciego desatado por esa organización que no sólo no logró la ansiada insurrección, sino que generó un profundo rechazo en todos los medios sociales y la opinión pública española.
Algunos medios de comunicación, adoctrinados en muchos casos en esa misma extrema izquierda, en los aledaños del PCE o en un socialismo marxista que ahora nos suena a vetusto, no podían explicarse -no podían aceptar- que esos sanguinarios terroristas procedieran de sus mismas factorías intelectuales, del mismo humus humano e ideológico. Por ello, para justificarse, inventaron esas exóticas teorías acerca del origen e impulso del PCE(r)-GRAPO. Pese a tales intentos, la explicación era bastante sencilla, existiendo otros muchos casos similares en la historia: un grupo humano se movilizó impulsado por una lectura muy particular del marxismo, persiguiendo una sociedad utópica al igual que los demás marxistas y comunistas a lo largo de la historia, sin reparar en medios, costes y sacrificios. De hecho, hoy día, los supervivientes en activo del PCE(r) - GRAPO siguen justificando su existencia con un análisis ideológico puro y duro, alejado de la realidad, en el que repiten los tópicos manejados hace treinta años. Así afirman, todavía hoy y de manera nada realista, que “Claro que no les interesa explicar por qué los GRAPO han permanecido en la brecha durante tanto tiempo y hayan logrado más de una vez poner al Estado contra las cuerdas, pues de lo contrario tendrían que reconocer también, entre otras cosas, primero, la permanencia del régimen fascista y, segundo, la existencia en nuestro país de un partido comunista verdaderamente revolucionario, firme y bien cohesionado, que aplica una línea política justa de resistencia y no escatima ningún apoyo a la organización guerrillera” (“Esos extraños y oscuros GRAPO", artículo de Antorcha nº 3, junio de 1998, publicación digital próxima a la organización).
Hemos constatado, con todo lo anterior, la capacidad de seducción de muchas voluntades por parte de las ideologías, por el marxismo en concreto, hasta el sacrificio personal. Pero, creemos, la mera ideología marxista no es explicación suficiente para el arraigo del MLNV en su caso. El PCE(r)-GRAPO nunca alcanzó el éxito del MLNV; no supo desarrollar una “política de masas” que le proporcionara un amplio colchón humano. Por ello, se fue extinguiendo hasta convertirse en un residuo sectario alejado por completo de la realidad, con derivaciones y comportamientos netamente mafiosos.
Pero, la pregunta que podemos y debemos hacernos, es: si PCE(r)–GRAPO y ETA comparten una parte sustancial de sus presupuestos ideológicos y estratégicos, ¿por qué el primero fracasó estrepitosamente y el segundo se consolidó?
ETA, evidentemente, también infectada por el virus de la ideología, es otra cosa. Recordemos sus orígenes. ETA nace en el seno del nacionalismo vasco, se desarrolla en ese común “humus” e incorpora en las décadas siguientes –esa es la razón de su éxito- numerosos ingredientes marxistas y cuantas novedades antisistema le permiten crecer y ensanchar su primitiva base social. ETA, por tanto, no sólo es marxismo. Es, ante todo, nacionalismo vasco, si bien, muy distinto al de sus mayores del PNV. Sin duda, esta tesis no la comparten los autores de Goiz Argi que mencionamos en el artículo anterior. Para ellos, y no sólo en los artículos citados, el MLNV instrumentaliza la cuestión nacional en aras de una estrategia revolucionaria antisistema, similar a la practicada en otros lugares de todo el mundo. Una opinión también asumida entre otros, ya lo hemos visto, por el anterior lehendakari Ardanza.
En el País Vasco, la manifestación específica de la subversión marxista universal, en su vertiente marxista-leninista, sería para Goiz Argi y Ardanza, en definitiva, ETA y su MLNV. Tal organización no sería nacionalista vasca en absoluto, sirviéndose de un barniz nacionalista a efectos puramente tácticos.
Por nuestra parte, y en contra del criterio anterior, creemos que, en ETA y el MLNV, marxismo y nacionalismo se funden en una nueva teoría y práctica, en una organización social completa de nuevo cuño, generadora de un modelo totalitario de vida; una nueva sociedad en germen que avanza consolidando espacios de poder abertzale. Pero, por si hay dudas acerca de su naturaleza íntima, tendremos que remitirnos, además de lo que dicen de sí mismos, lo que dicen de ellos los demás, particularmente, los que se proclaman, por encima de todo, nacionalistas vascos. Y aquí no hay dudas.
Para la mayor parte de los actuales dirigentes del PNV y de EA, el conjunto del MLNV es, ante todo, una expresión más del nacionalismo, otra columna vertebral sobre la que construir la futura nación vasca, aunque mediante técnicas y tácticas dispares. Ese es el criterio de Xavier Arzalluz y la actual dirección jelkide. Y la prueba material de ello es el plan Ibarretxe, concebido como un acuerdo entre nacionalistas, propio de una comunidad nacionalista que intenta configurar una nación. En el libro ETA. El saqueo de Euskadi (José Díaz Herrera e Isabel Durán, Editorial Planeta, Barcelona, noviembre de 2002) en su página 669 se reproduce la transcripción de una esclarecedora conversación entre responsables del PNV y Herri Batasuna, celebrada el 26 de marzo de 1991. Xavier Arzalluz afirmó ante sus interlocutores radicales: “Nosotros somos los de siempre, nacionalistas. Sin revolución, sin marxismos ni tiros, pero con los mismos objetivos que vosotros. En el futuro, en el País Vasco sólo van a quedar dos fuerzas nacionalistas, el PNV y HB, por lo que habrá que pensar en algún tipo de colaboración”. Es decir. El PNV encarnaría el nacionalismo de siempre; mientras que el MLNV constituiría una suerte de neonacionalismo a causa de sus novedosas incrustaciones ideológicas.
Por otra parte, las organizaciones políticas y entidades de carácter cultural que no renuncian a su identidad marxista, no se reconocen en absoluto, salvo marginales excepciones, con el mundo abertzale; considerándolo, es más, una peligrosa perversión nacionalista, incluso pequeño-burguesa.
En conclusión: el MLNV es, ante todo, una organización nacionalista vasca.
Pero, en este caso, concurre otro factor que también explica, al menos en parte, el relativo éxito social y político del MLNV. Partamos de una premisa previa. No olvidemos que el nacionalismo vasco llamado moderado ha disfrutado –y disfruta- de los recursos derivados del ejercicio de una gran cantidad de competencias políticas de enorme repercusión cultural y económica (Gobierno Vasco, Juntas Forales, entes locales…) Y para ilustrar tales afirmaciones nos limitaremos a remitirnos a las muy conocidas denuncias efectuadas en este sentido, a través de decenas de casos concretos, por el citado matrimonio de periodistas en su libro. Mencionemos un aspecto muy concreto. El PNV ha empleado la euskaldunización de la sociedad como instrumento para la construcción nacional, para configurar una conciencia nacional que buena parte de la población vasca carecía. En el citado libro todo indica que la euskaldunización de la población adulta la ha dejado el PNV en manos de AEK, cuya vinculación con el MLNV es innegable. Y no es el único caso. En consecuencia, el MLNV también se ha servido de espacios legales, beneficiándose de la periferia del poder de algunas instituciones públicas. Por el contrario, el PCE(r)-GRAPO nunca se aproximó en modo alguno a posiciones análogas.
Son dos, por tanto, las causas que han facilitado que la violencia de ETA no quedara ahogada: un movimiento social vivo y potente que se alimenta de una realidad preexistente (el nacionalismo), que no parte de cero; y unas estructuras estatales inhibidas ante su violencia o que, incluso, le ofrecen un espacio propio en la vida pública, posibilitando experimenten nuevas fórmulas de liberación nacional y de construcción social alternativa con cierto amparo normativo.
El PCE(r)–GRAPO, como prototipo de organización marxista–leninista ortodoxa, extremadamente rígida, fue –sigue siéndolo- irrealmente dogmática. No gozó, en ningún momento, de las ventajas de las que se ha beneficiado el MLNV y que le han permitido extenderse y consolidarse: pertenencia a una superior comunidad más amplia, y cierta simbiosis con algunas expresiones del poder público detentado por los afines. No estaba anclado en la periferia de un poderoso partido comunista oficial del que poder alimentarse, sino en la marginación más absoluta, despreciado por un PCE más preocupado en su propia continuidad que por desarrollar un programa revolucionario. Y tampoco encontró tregua alguna por parte de los aparatos del Estado y de los medios de comunicación.
Ambos factores explican las notables diferencias existentes entre las dos organizaciones terroristas, pero que se remiten, en ambos casos, al poder seductor y manipulador de una ideología totalitaria enemiga de la persona; que, en el caso de ETA, cuenta con la sorprendente complicidad de un partido burgués, antaño católico, cuya razón exclusiva de ser es el nacionalismo.
8. El peso de la ideología: su relación con el cristianismo.
Según fuentes periodísticas del mes de mayo de 2000, en ZUTABE, publicación interna de la organización terrorista ETA, se recogió un análisis acerca del papel jugado por la Iglesia católica vasca en el “conflicto” existente en el País Vasco. Dicha reflexión concluía afirmando que la equidistancia, a su juicio, característica de la Iglesia católica en esta compleja situación, se estaba modificando, al deslizarse en un sentido determinado, lo que le incapacitaría, en el futuro, para el papel de intermediación que podría jugar; tal como ya lo ha hecho, parece ser, en alguna ocasión.
En la ya larga historia de ETA, han sido muy escasas las referencias efectuadas, de forma directa, a la Iglesia católica en su conjunto. Por ello, intentaremos reflexionar en torno a la evolución experimentada por el entorno de ETA con el cristianismo.
El Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), primero en la historia y principal representante del espectro político nacionalista todavía hoy, era una fuerza confesional católica sin lugar a dudas. Su primer lema era “Jaungoikoa et Legizarra” (Dios y Leyes viejas, fueros) y en los comicios republicanos de 1936 su estrategia electoral se basó, en gran parte, en la defensa de la religión católica.
El 30 de noviembre de 1930 se fundó una pequeña agrupación política que aspiraba a un nacionalismo aconfesional, liberal, republicano y democrático, interesado en profundas reformas sociales: Acción Nacionalista Vasca (ANV), cuyos continuadores forman parte actualmente de Herri Batasuna.
Desde sus inicios, en el conjunto del autodenominado MLNV, se ha producido un progresivo distanciamiento respecto de todo lo que significa la Iglesia católica. Apenas hay católicos en el MLNV y, los que lo son, están en bastantes casos vinculados a las llamadas “Comunidades Cristianas Populares” y a la “Iglesia popular”. La mayoría “pagana”, por definirla de alguna manera, no sólo no se reconoce en las creencias de sus padres y abuelos sino que, de forma explícita, ha desarrollado una fuerte crítica a la Iglesia católica. Al catolicismo, incluso, algunos llegan a calificarlo como “religión extranjera”, llevándoles, en la búsqueda de una supuesta identidad propia precristiana, a la reinvención del presunto paganismo originario de sus ancestros, concibiendo discutibles prácticas medievales como residuos del mismo anegados por la Inquisición y los agentes de la Iglesia “romana”.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, trotskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. Ha absorbido cuantas “modas culturales” han surgido en las últimas décadas: contestación, ecologismo, liberación sexual y “antipatriarcal”, liberación de la mujer, crítica simbólica y antropológica de la religión, movimiento “okupa”, rock radical. Esa capacidad de adaptación le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos. Le ha permitido “navegar al ritmo de la historia”. Esa militancia, tanto la de los fundadores como la de sus sucesores, educada en colegios católicos buena parte de ella, cambió unos dogmas por otros progresivamente, resultando de esta evolución un tipo humano que no estaba en total ruptura con el modelo vital y cultural previo. Cambiaron catolicismo por marxismo-leninismo, caridad por activismo, celibato por clandestinidad.
Por el contrario, la nueva generación de activistas, a la que proporciona un rostro la organización juvenil Segi carece de tales referencias vitales, lo que ha llevado a Arnaldo Otegui a reconocer al lehendakari Ibarretxe que están “totalmente desideologizados y sin un horizonte claro”. Sin embargo, esa reflexión de Otegui, perteneciente a una generación anterior de militantes que no se reconoce en sus retoños, no corresponde del todo a la realidad, siendo producto de sus condicionamientos ideológicos.
El nuevo activista de ETA y su entorno ya no es un convencido, y muy formado, marxista-leninista, como lo fueron sus “mayores”; pero evidentemente sí que es un abertzale radical.
Hasta aquí hemos visto, en rápidos trazos, el “humus” del que se alimenta un sector importante de la juventud vasca y navarra.
Si algunos representantes cualificados de la Iglesia católica, todavía, han sido interlocutores en recientes intentos de mediación y negociación entre “las dos partes”, ha sido así, no tanto por el peso real de la Iglesia en el conjunto de la sociedad vasca, mermado y claramente decreciente, sino por su parentesco personal concreto con miembros destacados del autodenominado MLNV. La Iglesia católica no es el “cemento” de la sociedad vasca desde hace ya varias décadas. También la mentalidad relativista – consumista ha calado en grandes sectores de la misma. Por otra parte, la confrontación entre nacionalistas y no nacionalistas, que también se ha dado en el seno de la Iglesia, poco a poco y en buena medida, de la mano de los nuevos obispos, está dando lugar al intento de creación de un nuevo sujeto cristiano, cuya preocupación primaria sea la “nueva evangelización” y la misión en esta sociedad.
Y no olvidemos que, pese a ese pesimista diagnóstico, la Iglesia católica es, casi, la única realidad social vasca capaz de movilizar y reunir tanto a nacionalistas como a no nacionalistas, lo que le proporciona una potencialidad que no debe ignorarse.
ETA ha creído percibir un cambio en el seno de la Iglesia, lo que le ha llevado a las reflexiones con las que iniciábamos este artículo. Un análisis de consecuencias imprevisibles.
Esta es, en apretado resumen, la situación actual de las relaciones del entorno de ETA con la Iglesia católica. Tengamos en cuenta, en cualquier caso, que es constante la práctica y justificación, por parte de ese “mundo”, de acciones terroristas con resultado de numerosos muertos y víctimas de todo tipo, siendo tal tipo de “lucha” un elemento fundamental en la estrategia desarrollada por ETA y su entramado. Sin duda, este último factor ha sido determinante para que el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, afirmara el día 23 de abril de 2001, que no pueden denominarse cristianos quiénes apoyan a ETA y a su entorno.
Y el documento que cierra la polémica es la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española sobre la violencia terrorista. De la misma, sólo destacaré algunos aspectos que más me han llamado la atención.
Se parte de una percepción positiva de la nación española.
Se diferencia entre un nacionalismo totalitario y excluyente de otros constructivos que actúan a la defensiva.
Se emite un juicio absolutamente claro acerca de la inmoralidad de cualquier forma de terrorismo.
Se condena, igualmente, cualquier forma de colaboración con el terrorismo.
9. Los presos de ETA y el apoyo social.
El intento de fuga protagonizado, recientemente, por el miembro de ETA Igor Solana en la prisión alavesa de Nanclares de Oca, ha situado en primera plana de la actualidad informativa algunas circunstancias de la situación de los presos de esa banda terrorista en las prisiones españolas.
Por otra parte, también se sacó a relucir el tema con ocasión de una declaraciones realizadas, el día 27 de enero de 2001, por el ex magistrado del Tribunal Supremo y consejero de Estado José Luis Manzanares quien manifestó en el programa “el primer café” de Antena 3 que: “la represión judicial contra el terrorismo no es seria en España”. Cuestionó, igualmente, la aplicación real de la libertad condicional y la concesión del tercer grado penitenciario a los presos de ETA, realidad que afecta tanto a los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria como a la propia Administración.
No es un tema desconocido o poco tratado por los medios de comunicación españoles. Ya el pasado 27 de noviembre de 2000, el diario madrileño “La Razón” dedicó al tema dos páginas exclusivas, con motivo de que los fiscales de Madrid denunciaron que los presos de ETA gozaban, a su juicio, de privilegios e impunidad en las cárceles. Refiriéndose a la situación de las prisiones madrileñas, los fiscales consideraban adecuada la propuesta de creación de un Juzgado de Vigilancia Penitenciaria en la Audiencia Nacional, propuesta hecha propia de por actual Ministro de Justicia, especializado en los asuntos concernientes a los presos pertenecientes a bandas armadas. Ello podría conseguir una unificación del criterio judicial aplicable en asuntos como la obtención de redenciones extraordinarias pese haber incurrido en múltiples procedimientos disciplinarios (que por no haberles notificado se admite, lo que implica un sustancial acortamiento de su tiempo real de condena), los aspectos relacionados con la celebración de comunicaciones (“vis a vis” y llamadas telefónicas), etc. En dicho artículo se afirmaba, por último, que el colectivo de funcionarios de prisiones se encontraba desmoralizado.
Ahondando en estos temas, el número 86, correspondiente a enero de 2001, de la revista del sindicato mayoritario de los funcionarios de prisiones españolas, ACAIP (Agrupación Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias), ha puesto sobre la mesa su propia versión acerca de esta problemática.
En un artículo publicado en sus páginas 27 a 29 se denuncia la situación de inoperancia de los directivos de muchos Centros Penitenciarios, lo que ha permitido que los presos de ETA disfruten de un régimen de vida que se sale en muchos aspectos de lo reglamentario.
El artículo concreta varios de esos presuntos desajustes: un etarra por celda en contraste con la mayoría de los internos que generalmente la comparten con otro recluso, internos clasificados en artículo 10 o primer grado (régimen de aislamiento) cumpliéndolo en módulos de vida ordinaria sin apenas limitaciones horarias ni otro tipo de restricciones, línea directa con los directores o subdirectores en la resolución de “sus cosas”, la falta de apoyo que sufren estos funcionarios por parte de su Dirección General de Prisiones ante las denuncias de torturas y, por último, la poca participación de personal penitenciario especializado en la elaboración de los informes que ilustran –previamente- muchas de las comprensivas decisiones de los Jueces ante las pretensiones de los presos de ETA.
Podemos, por ello, preguntarnos si existe un trato privilegiado a este tipo de presos o, por el contrario, esta situación, extraña y ajena para la mayoría de los ciudadanos, es fruto de un contexto en el que confluyen circunstancias excepcionales.
De entrada, podemos afirmar que se trata, sin duda, de una situación compleja desbordada por varios factores: la concreta práctica judicial (no existe unanimidad en muchas de las decisiones adoptadas por las diversas instancias judiciales), la multiforme realidad penitenciaria en la que “cada prisión es un mundo” y, por último, la acción y presión del entorno de apoyo a los presos de ETA.
Los reclusos pertenecientes a la banda ETA (cuyo número, en las prisiones españolas, alcanza aproximadamente el de 500) son objeto de una atención extraordinaria desde el conjunto de organizaciones del llamado MLNV.
Siempre ha sido así, pero esa atención prioritaria, especialmente, se evidenció a partir de la puesta en marcha de la política de “dispersión” de estos presos por parte del Gobierno socialista, cuya finalidad era intentar controlar el llamado “frente carcelario” de ETA, romper la unidad de sus integrantes y favorecer la “reinserción” individual de algunos de sus antiguos integrantes. Un ataque tan directo contra la línea de flotación de ETA no podía quedar sin respuesta. Por ello, poco a poco, de forma muy trabajosa y con una constancia admirable, las organizaciones del autodenominado MLNV diseñaron una estrategia de respuesta a largo plazo, que podría resumirse en varias consignas: apoyo incondicional a los presos, empleo de TODOS los medios al alcance, movilización permanente, presión.
Sin entrar de lleno en un análisis de esta política antiterrorista, se puede concluir que la misma, en buena medida, se encuentra hoy día agotada: la unidad de los integrantes del autodenominado “colectivo de presos políticos vascos” es evidente y apenas se han producido abandonos de la organización en los últimos años. Y para que se pueda hacer esta valoración, es preciso conocer la situación real de los presos de ETA y las labores de apoyo (también puede entenderse que se trata de una evidente “presión” cuyo objetivo último es mantener la disciplina de los “militantes” encarcelados e impedir deserciones) que se viene realizando a lo largo de todos estos años.
Los presos de ETA disfrutan, en primer lugar, de un importante apoyo por parte de sus abogados, que les permite “exprimir” la normativa penitenciaria. Varios despachos de abogados están entregados, en cuerpo y alma, con empleo de abundantes medios, a la causa de sus presos: Ione Gorizelaia en Bilbao, Iñigo Iruin en San Sebastián, Txemi Gorostiza en Pamplona, etc. Otros abogados, ya en un segundo plano, pertenecientes a turnos de oficio penitenciarios así como a algunas asociaciones de apoyos a presos (Salhaketa), también hacen sentir los efectos de su persistente labor jurídica, entre los muros de las prisiones y los despachos de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria y Audiencias Provinciales, con notable eficacia. Así, realizan un seguimiento exhaustivo de la génesis, elaboración, y contenidos de cada una de las resoluciones judiciales que, en las distintas instancias, se emiten, mediante una presencia personal y una sutil presión sobre los funcionarios judiciales y los propios jueces (en ocasiones, no tan sutil). Ese constante trabajo les permite extraer todas las consecuencias beneficiosas de la normativa penitenciaria, sirviéndose de las contradicciones materiales y de las lagunas reglamentarias; lo que no siempre es posible para el resto de los internos, al carecer éstos de unos apoyos humanos tan entregados como especializados.
Por otra parte, existen, en muchas prisiones, cauces “informales” de comunicación entre representantes del “colectivo de presos políticos vascos”, tal como ellos mismos se denominan, y la dirección de algunos centros penitenciarios. El director, un subdirector, un educador que goce de crédito; será la persona, que por parte del equipo directivo de una prisión, periódicamente hablarán con representantes del “colectivo” sobre asuntos de interés común, para buscar un “status quo” que haga más llevadera la vida cotidiana. Esa es una realidad que genera frutos: un preso de ETA por celda, llamadas telefónicas extraordinarias, comunicaciones extraordinarias adicionales, coladas con jabón y suavizantes para los miembros de la banda en la propia lavandería del centro, adquisiciones de comida del exterior, espacios propios de convivencia bajo fórmula de talleres ocupacionales, etc. Y en la configuración de ese régimen de vida real también influyen, de forma notable, las resoluciones emitidas, vía queja, por los Jueces de Vigilancia Penitenciaria y las Audiencias Provinciales, autorizándoles, por ejemplo, la tenencia de ordenador personal en su celda, comunicaciones de convivencia (en sala sin rejas ni cristales) con la pareja habitual aunque no tengan hijos en común, traslados a otros centros para que mantengan relaciones con sus parejas también encarceladas, comunicaciones orales con expresos de ETA, permisos extraordinarios por diversas causas, etc.
Así, con la intervención de esos “actores”, la realidad desborda las previsiones reglamentarias, lo que en ocasiones lleva a desnaturalizar, en alguna medida, el régimen restrictivo de vida en el que muchos de estos presos debiera desenvolverse.
Otro aspecto a considerar, que proporciona otra perspectiva importante sobre la situación real de estos presos, es el de las movilizaciones que realizan los mismos en el interior de los diversos centros penitenciarios. La casuística es muy variada. En cada centro se mantiene una estrategia distinta, en función de su realidad material, del cansancio de los miembros de ETA, del espacio “ganado” y del seguimiento real de las consignas recibidas: huelgas de hambre, ayunos, colocación de carteles y banderas, denuncias, resistencia pasiva a determinadas órdenes, negativas a entrar en celda o a abandonar un local concreto, etc. Con la práctica de ese “tira y afloja”, en cada centro penitenciario cuaja un modelo particular de convivencia en el que confluye el estilo directivo de sus mandos, el voluntarismo de los presos de ETA, el apoyo exterior a los mismos, la acción de los abogados y las resoluciones judiciales, y los traslados de los propios presos a otros centros penitenciarios.
Cada fin de semana, varios miles de personas se ponen en marcha desde el País Vasco en dirección a muchas prisiones españolas, en autobuses y furgonetas, con el objetivo de visitar a sus familiares y amigos encarcelados. Esos viajes constituyen, sin duda, ocasión de adoctrinamiento, cohesión y movilización de esos miles de familiares afectados por la separación física de sus hijos, padres, hermanos, tíos, etc.
No en vano, desde hace muchos años, Gestoras Pro-Amnistía y posteriormente Senideak, Askatasuna en la actualidad, han buscado la cohesión y agrupación de los parientes y amigos del medio millar de presos de la banda (si sumamos a los encarcelados en España los que permanecen en prisiones francesas). El balance que debe hacerse respecto al seguimiento que realizan de las consignas a ellos destinadas, es el de muy alto. Por ello, la labor de estos familiares y amigos de los presos de ETA es un factor fundamental para el mantenimiento de su moral y la fijeza de sus posturas. Expresión simbólica de su importancia es el lugar preferente que ocupan en las numerosas manifestaciones organizadas en apoyo a los presos: en la cabecera de las mismas portando la pancarta de la convocatoria junto a destacados líderes de Herri Batasuna y desfilando, a continuación, varias hileras de familiares con fotografías (tamaño cartel) de los presos.
Otro aspecto muy concreto, que ilustra su situación real, es el apoyo económico que les presta el entorno de ETA; lo que se traduce en la subvención de esos numerosos viajes de los familiares y el dinero que a través de ellos hacen llegar a los mismos presos (entre 120 y 240 euros, 20.000 y 40.000 pesetas, según el estado de las finanzas de la banda). Ello permite a los presos de ETA una mejora en sus condiciones materiales de vida que se concreta en la adquisición de libros, aparatos musicales, ordenadores, comidas extraordinarias (langostinos para cumpleaños y otras celebraciones festivas, comida macrobiótica, complementos alimenticios), ropa, incienso, material deportivo, etc.
Las mujeres también han retomado la tradicional lucha e implicación femenina en el mundo nacionalista, adaptada, eso sí a los tiempos modernos. La “amatxo” (mamá) ha sido figura fundamental en la transmisión de la mentalidad nacionalista en el hogar vasco. Herederas de un discutible matriarcado vasco que gestionaba el caserío y el ámbito doméstico y familiar, han tomado el relevo las jóvenes radicales. Todos los fines de semana cientos de mujeres, esposas, hermanas o simplemente amigas, recorren las carreteras y autopistas para dar apoyo afectivo y político a sus presos. No han sido pocas las parejas que se han establecido en las cárceles: primero a través de los barrotes de los locutorios, después a través de los encuentros “vis-vis”. Finalmente, estabilizando su relación. Todo ello, generalmente, en el marco del modelo de pareja que se extiende en la sociedad actual: uniones de hecho, con o sin hijos, emancipadas de los valores opresivos de la Iglesia, liberados del modelo patriarcal y machista. El papel de estas mujeres, para el mantenimiento de la moral de combate de los presos, ha sido determinante.
A nivel local, periódicamente, se organizan plataformas de apoyo a presos concretos, cuyas bases de partida son las organizaciones abertzales radicales de la localidad o barrio donde residía hasta su detención. Procuran arrastrar a otros colectivos: parroquias, asociaciones de vecinos, grupos de danzas y deportivos, partidos políticos nacionalistas con presencia en ese municipio o barrio, sindicatos nacionalistas, grupos ecologistas, etc. Realizan, entonces, movilizaciones de todo tipo: visitas a los presos, manifestaciones, recogidas de fondos, presentación de mociones en los ayuntamientos, etc. Y con esas movilizaciones locales extienden su influencia, a la vez que ejercitan una fiscalización de la vida social en el ámbito territorial de que se trate.
El numeroso correo remitido por personas y colectivos del entorno, las publicaciones y libros de todo tipo que reciben constantemente, las visitas de profesores de la Universidad del País Vasco, la asistencia de abogados, incluso de médicos y ópticos afines; todo ello conforma un tejido social extraordinario de apoyo incondicional a los presos de ETA, que bien pueden sentirse ”sacrificados protagonistas de la lucha por la liberación nacional” y “lo mejor de Euskadi”.
Los presos han jugado, tradicionalmente, un papel fundamental en la organización: tanto en la toma de muchas decisiones, como en la determinación de las tácticas concretas de atención a los mismos.
Es significativo que su situación siempre haya sido objeto de una atención preferente en la determinación de los objetivos y prioridades de la organización terrorista, lo que se refleja en sus documentos de debate y difusión interna, comunicados públicos, etc.
También tiene su importancia simbólica y organizativa, lo que se concreta, por ejemplo, en la inclusión en puestos de salida de presos de ETA en espera de juicio en las listas de candidatos de Herri Batasuna en las diferentes convocatorias electorales.
No en vano, durante la llamada “tregua”, los interlocutores que hizo públicos ETA eran tres miembros encarcelados muy significativos de la banda, lo que proporcionó algunas pistas acerca de la voluntad real de diálogo de la organización en esa coyuntura.
Sin embargo, se viene observando, por parte de expertos analistas del mundo de ETA, que a partir del recrudecimiento de la actual ofensiva terrorista, los presos han perdido espacio en la toma de decisiones del conjunto de la organización, lo que se ha reflejado en una menor atención en los escasos comunicados emitidos por la banda en estos meses.
Seguramente, ello sea consecuencia del movimiento interno del entorno de ETA, que parece indicar una redistribución de fuerzas, consecuencia de la nueva fase táctica que vive el autodenominado MLNV y que parece concretarse en la progresiva asunción de responsabilidades por parte de los “cachorros” del movimiento: los jóvenes de Haika (levantarse). Ello manifiesta una clara radicalización del conjunto del MLNV, acreditada con la abultada victoria de la ponencia “bateginez” en el proceso de debate interno “batasuna”. Por el contrario, la corriente minoritaria Aralar, que dio origen al partido político del mismo nombre, crítica con la “lucha armada”, no llegó al 10% de apoyos. En ese sentido, las actuaciones policiales desarrolladas contra ETA, en este último año, han permitido confirmar, sin lugar a dudas, la integración en la banda de numerosos miembros de Haika, su incorporación al aparato leninista de control del movimiento en que ha devenido el partido político ilegal EKIN y, por último, el desplazamiento por estos jóvenes cachorros de algunos militantes históricos (moderados o quemados). Todo ello ratifica la radicalización de la que hablábamos.
En todo ámbito social, ante todo, es necesaria una coherencia de las normas escritas con las no escritas. En el medio penitenciario la reglamentación es muy detallista; pero las normas no escritas también son fundamentales. Esas aparentes contradicciones, materiales y fácticas, son campo abonado para las reivindicaciones judiciales de los abogados de los presos de ETA, ganadas muchas de ellas por falta de apoyo de los servicios centrales de Prisiones a sus equipos directivos. Se precisa, por tanto, una asignación de los medios personales y materiales precisos para cubrir las necesidades judiciales abiertas en los concretos centros penitenciarios.
Para ETA, la actual situación se define por una expresión terrible: ¡estamos en guerra!. Y en una guerra, aseguran ellos mismos, el empleo de cualquier tipo de medios está justificado. No se trata, evidentemente, de responder con los mismos medios desde el Estado de Derecho, pero en lo que respecta a las “confrontaciones judiciales” y otros frentes abiertos por el terrorismo, hay que implicarse con todos los medios posibles y lícitos, si realmente se tiene voluntad de lucha y de victoria por parte del Estado democrático.
Otro aspecto que puede estudiarse es el de algunas reformas legales, en lo que respecta al acceso de estos presos al tercer grado, la libertad condicional y a las redenciones de penas por el trabajo, en su caso. Además, esa deseable reforma legal podría extenderse a otros ámbitos, al objeto de evitar que muchas prisiones españolas sean un “coladero” que permite la fácil y rápida comunicación de los presos de ETA con los “correos” de su organización que, sin duda, figuran entre las numerosas personas que, con uno u otro, motivo les visitan.
Podemos concluir que el actual sistema judicial y penitenciario tiene, por los motivos analizados en este artículo, importantes quiebras que restan eficacia a los objetivos marcados por la política antiterrorista de los gobiernos democráticos. Tales deficiencias deberán subsanarse, en un elemental ejercicio de coherencia, si existe voluntad de victoria.
10. ¿Cómo combatir a ETA?
Nos hemos aproximado a la realidad orgánica y mental de ETA y su entramado de organizaciones. Realizado un diagnóstico, procede reflexionar, al menor un poco, para ver las posibilidades de respuesta ante este fenómeno: en definitiva, cómo combatir a esta realidad.
Para combatir a ETA existen varias posibilidades:
La lucha policial, que ha sido empleada con mayor o menor fortuna durante todos estos años de democracia. Es imprescindible la cooperación jurídica y política internacional. Se han dado pasos importantísimos en los últimos años.
La lucha política, a través de las instituciones representativas democráticas locales, autonómicas, nacionales e internacionales.
La lucha social y cultural
El PP y el PSOE optaron por la vía policial, fundamentalmente. Pero con la grave carencia de no haberse producido la imprescindible colaboración internacional, en particular, desde el vecino país. También optaron por la plena confrontación política, al intentar desbancar a los nacionalistas en las elecciones del 13 de mayo de 2001. Y también optaron por la lucha social y cultural, especialmente por la primera, a través del Foro de Ermua y el nuevo movimiento ciudadano de resistencia y pacifista vasco. Aunque hay que especificar que no se trata de un movimiento homogéneo.
El PNV ha mantenido una postura cambiante, dependiendo de las concretas circunstancias políticas y de sus propios intereses de partido y de proyecto; lo que ha desesperado y exasperado a buena parte de la opinión política española.
Nos situábamos en 1996, con una perspectiva muy clara y una estrategia determinada; en parte retomada por el Plan Ibarretxe que lo que pretende, además de avanzar sustancialmente hacia el soberanismo, es también vaciar de electores a la izquierda abertzale, privándole con ello del colchón humano que justifica y alimenta a ETA. Pero podríamos preguntarnos, el PNV ¿actúa libremente o es rehén de ETA?
Si la ruptura de la llamada tregua acentuó la radicalización del PNV, y éste era un objetivo buscado por ETA desde su perspectiva del desarrollo de la “guerra prolongada y de desgaste”, ¿no es Eta la organización que lidera realmente el actual proceso? Probablemente lo que ocurre es que el MLNV ha logrado radicalizar al PNV y sus socios, pero no ha logrado liderar el proceso; lo que también pretende realizar el PNV con la mirada a largo plazo, pues considera que Batasuna es un formidable rival que deberá frenar antes o después.
Por ello, el PNV intenta vaciar electoralmente al MLNV y reducir su incidencia social; lo que debiera limitar la actividad terrorista. Pero esto no es tan fácil, entre otros motivos, por haber olvidado el presupuesto desde el que partía Ardanza: ETA es una entidad revolucionaria cuyo proyecto no se agota con la independencia. Su naturaleza es muy compleja. También olvida que su base social no coincide con su electorado. Prueba de ello es una de las conclusiones a las que llegó ETA con motivo del desastre electoral de Batasuna: en el ZUTABE en el que valora el 13-M, conmine al MLNV a distinguir entre ‘recuperar votos’ y ‘dar un nuevo impulso a la base social’ en la que se organizan estas ‘formas de lucha’. La línea de intervención que se propone es ‘cotidiana’ y "esto no se conseguirá mediante movimientos o iniciativas políticas de alto nivel. Para lograr este objetivo, será fundamental el trabajo en los pueblos y barrios. Comunicación directa y trabajo de relaciones e interpelación, adecuación de estructuras organizativas de los barrios... esos son los cambios que hay que analizar y poner en marcha tanto para un futuro inmediato como a largo plazo". De ahí también que para vencer a ETA haya que hacer algo que vaya más allá de ‘vaciar de votos’ o ilegalizar a Batasuna. Lo que, en definitiva, proponía Ardanza en aquella memorable frase de 1966 desde una perspectiva puramente nacionalista.
Para acabar con ETA no es suficiente ilegalizar –o deslegalizar- a Batasuna. La prueba es que en las encuestas apenas se detectan una merma de apoyo a los postulados de la izquierda abertzale. Otra cosa es que ésta se encuentre en una fase compleja en la que tenga que determinar si excluye casi por completo la confrontación política clásica y se vuelca únicamente por las otras formas de lucha que tan bien maneja: las movilizaciones callejeras, el control de los llamados organismos populares, etc. Otro dato. Las consignas abstencionistas propugnadas por Batasuna en las elecciones del 25 de mayo han sido secundadas por casi la mitad de su electorado. Ello indica una fidelidad importante que es un indicador del nivel de cohesión del movimiento.
Retomemos la primera cuestión de este apartado. ¿Qué se puede hacer frente a ETA y el MLNV? Se le puede combatir, ya lo hemos visto, desde múltiples frentes: policial, judicial, institucional, político, social, cultural…
Y si se contara con el concurso de personalidades procedentes del nacionalismo vasco moderado, mejor: se podría desmantelar su proyecto revolucionario también partiendo desde algunos de sus mismos presupuestos, lo que cerraría el paso a la mal llamada lucha armada. Con ello se reduciría el entorno social antisistema y se ensancharía el espacio ciudadano. Por ello, no puede descartarse nunca volver a dialogar con personas procedentes del PNV y con todas las voces que muestren su discrepancia con la actual dirección jelkide desde una pertenencia y nacionalista que no asuman la opción táctica soberanista y que acepten el marco legal de la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
12. ¿Qué pueden hacer los jóvenes navarristas hoy?
Los jóvenes navarristas, hoy, pueden trabajar en varios niveles. Internamente, a través de la formación y el perfeccionamiento de la organización. Externamente, a través del ejercicio de la opinión pública, campañas de concienciación ciudadana, movilizaciones callejeras, especialmente en el entorno más próximo.
En definitiva: a nivel político, social y cultural. Pero con una importante precisión: desde la sociedad, en la calle, en los ámbitos normales de relación social. También en y desde entidades y asociaciones nacidas de la sociedad con voluntad de trabajo metapolítico y cultural: en el folklore, los movimientos sociales de la juventud, el ocio y el tiempo libre, la información alternativa, la diversión…
Se trata, por tanto, de trabajar en la sociedad, no desde las instituciones públicas. Se puede contar y buscar el apoyo institucional. Pero se debe trabajar en los ámbitos en los que NADIE trabaja y en los que se genera un estado de opinión de efectos políticos.
Fundación Socio Cultural Leyre.
Pamplona, 6 de agosto de 2003.
Programa:
1. Introducción.
2. El marco político vasco.
3. El PNV y ETA.
3.1. El criterio de Ardanza en 1996.
3.2. El cambio estratégico del PNV.
4. El huevo y la serpiente: Euskadi Ta Askatasuna y el MLNV.
5. Cuatro teorías en torno a la naturaleza de ETA.
5.1. La teoría de la inercia de la violencia.
5.2.La teoría de la naturaleza mafiosa del MLNV.
5.3. La teoría del sustrato antropológico de la violencia.
5.4. Una racionalidad más amplia.
6. Las relaciones de ETA con el resto de organizaciones del MLNV.
7. Una comparación: ETA - GRAPO.
8. El peso de la ideología: su relación con el cristianismo.
9. Los presos de ETA y el apoyo social.
10. ¿Cómo combatir a ETA?
11. ¿Qué pueden hacer los jóvenes navarristas hoy?
1. Introducción.
Un objetivo estratégico: una Euskadi socialista, reunificada y euskaldún.
Una ideología: el nacionalismo revolucionario entendido como la concreta praxis del marxismo-leninismo en una nación y un espacio temporal histórico.
Una técnica: la guerra prolongada y de desgaste.
Una táctica actual: el frente nacionalista (sui generis).
Un movimiento social y de masas: el Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV).
Un instrumento político: Batasuna.
Una organización líder y de vanguardia: ETA.
Una dirección oculta, cohesionada y transversal.
Esta es, en resumen, la realidad de ETA y el mundo que le circunda y que ha nacido de su impulso.
Con estos factores en juego, ¿facilita o implica la ilegalización de Batasuna el final de ETA? No parece fácil, desde mi punto de vista, pues el brazo político sólo es uno de los instrumentos puestos en marcha por ETA en su dinámica. Batasuna no equivale exactamente al MLNV, pues éste es mucho más amplio; y el MLNV no equivale exactamente a ETA, que constituiría su organismo líder; todo lo cual presupone que Batasuna, MLNV y ETA forman una superestructura compleja e interrelacionada.
Mas allá de teorías, veamos un ejemplo concreto. En el barrio de Pamplona donde vivo, de 20.000 habitantes, electoralmente gana las elecciones UPN con 5.000 votos, le sigue PSOE con 2.500 y después Batasuna con casi 1.500; los militantes abertzales se siguen reuniendo en la asociación de vecinos, en una peña sanferminera, en una asociación gastronómica y en varios bares y tabernas. Y los locales de LAB, diversas sociedad culturales o gastronómicas, etc., del resto de Pamplona y comarca, siguen desarrollando su actividad normal, incluyendo en este juicio a las llamadas “Herriko Tabernas”. Aunque se hayan cerrado una docena de locales de Batasuna en Navarra y se hayan registrado otros tantos, ello no ha afectado nada en la dinámica desarrollada por los abertzales de mi barrio. Lo único que ha cambiado es que las habituales convocatorias de los carteles son anónimas; pero todos saben quiénes son los convocantes y de que se trata.
2. El marco político vasco.
En esta sesión vamos a intentar proporcionar una visión panorámica de la realidad vasca desde la perspectiva proporcionada por la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad), ETA: sus orígenes, naturaleza, estrategia, ideología, así como de la situación y papel de sus “presos”. También reflexionaremos en torno a algunas organizaciones generadas desde ETA y que conforman los sectores más decisivos de lo que denominan el “Movimiento de Liberación Nacional Vasco” (MLNV en lo sucesivo). Lo haremos así al tratarse de la organización que viene marcando, en las últimas décadas, el ritmo de la presente confrontación, aunque el PNV ha retomado recientemente el liderazgo con el Plan Ibarretxe.
Para conseguir una visión de conjunto, que sitúe su impacto real en la dramática coyuntura que atraviesa el País Vasco, realizaremos una aproximación, desde una perspectiva analítica y descriptiva, a la misma.
La ruptura en septiembre de 1999 de la llamada “tregua indefinida”, por parte de la banda terrorista ETA, frustró las esperanzas de paz abiertas en toda la sociedad española.
Con ella, también se frustró, por el momento, la expectativa en un proceso acelerado hacia la “autodeterminación” y el “soberanismo”, objetivos de la citada “tregua”. La actual táctica de los herederos de Batasuna y, sobre todo, el Plan Ibarretxe, son el intento de superar esa crisis a través de una vía acelerada a la secesión..
Veamos algunas claves.
El País Vasco se encuentra fraccionado entre nacionalistas y no nacionalistas, con un claro predominio y capacidad de iniciativa de los primeros hasta las elecciones del 12 de marzo de 2000. Los “españolistas” han actuado a la defensiva, tras varias décadas de ofensiva nacionalista en diferentes frentes: cultural, político, educativo, sindical, institucional y, aunque a muchos nacionalistas se nieguen a reconocerlo, también con la práctica del terrorismo. Pese al cerco al que han sido sometidos, algunos indicios de recuperación se habían dado con anterioridad a dichas elecciones: Gesto por la Paz, Foro de Ermua, Foro El Salvador, ¡Basta ya!, la progresiva recuperación del voto no nacionalista en Alava de la mano de UA, ascenso electoral del PP.
Alava se ha decantado, como en los inicios de la transición, por los partidos no nacionalistas, pese a la recuperación electoral de la coalición PNV/EA. Ello ha ocasionado, desde una perspectiva temporal, un serio fracaso en las aspiraciones del nacionalismo vasco, al proporcionar Alava una baza de “intercambio” y presión al PP en sus relaciones con el PNV, que se suma a la de “los presos” encarcelados en las prisiones españolas, la actuación policial y la cooperación internacional. En Vizcaya existía un cierto equilibrio entre nacionalistas y “españolistas”; pero se ha roto en las últimas elecciones por el trasvase de votos de Batasuna al PNV/EA. En Guipúzcoa, por último, el predominio numérico nacionalista es claro.
Navarra, comunidad histórica y política diferenciada, sobre la que las aspiraciones nacionalistas son irrenunciables, viene decantándose, con una rotundidad evidente, por una vía propia en continuidad con la tradición foralista que la caracteriza. Los partidos nacionalistas vascos, pese a su tremendo inversión en todos los ámbitos, no consiguen superar su “techo electoral”, cifrado en un 18%. No es previsible que esta situación pueda modificarse a corto plazo, pero, sin duda, los esfuerzos realizados por el nacionalismo vasco en diversos ámbitos (cultural, lingüístico, lúdico, mediático, etc.) producirán, aunque sea a largo plazo, resultados que se traducirán en votos.
Aunque con unas expectativas todavía más a largo plazo que las depositadas en Navarra, también Iparralde, el territorio francés de cultura vasca, entra en la estrategia del nacionalismo vasco. Allí, los partidos abertzales se encuentran muy divididos, rozando la marginalidad, siendo su representatividad institucional casi simbólica, si bien en las últimas elecciones municipales (marzo de 2001), ha aumentado tímidamente su representación. No olvidemos, por otra parte, la orientación centralista y jacobina del Estado francés, en absoluto sensible a la descentralización administrativa.
El nacionalismo vasco se encuentra fraccionado, a su vez, entre moderados y radicales. El PNV y su escisión EA por un lado, y el autodenominado MLNV con su expresión política Euskal Herritarrok (antes Herri Batasuna) por otro, cuyo liderazgo lo ejerce ETA. Pese a sus diferencias, el soberanismo les une.
El Acuerdo de Lizarra supuso, ante todo, la toma del liderazgo del conjunto del nacionalismo por parte de los más radicales, fruto tal vez de un relevo generacional dentro del mismo. En cualquier debate político referido al País Vasco están presentes, hoy día, dos términos: soberanismo y territorialidad. Ambos, impuestos desde el MLNV a modo de simbólica victoria semántica, han sido hechos propios por el PNV, lo que representa el mayor cambio estratégico que ha experimentado este histórico partido en los últimos 50 años. Para el PNV han sido muchos años de apuesta “autonomista”, entendida como mal menor, desde una estrategia posibilista, con la esperanza puesta en una “Europa de las regiones” que permitiera un día la unificación de los territorios vascos, a su juicio: Comunidad Autónoma Vasca, Comunidad Foral de Navarra e Iparralde. Es en 1998 cuando se concreta, con el “Acuerdo de Lizarra” en el que participa con decisión el PNV, ese cambio histórico: de la mano del MLNV: el PNV se decanta por una nueva estrategia encaminada a la independencia a corto plazo. En definitiva, en eso consisten soberanismo y territorialidad: la transición desde el actual estado de cosas, merced a nuevas estructuras creadas –algunas de ellas- al margen del presente marco legal, hacia la independencia de la “nación vasca”.
La ruptura de la tregua supuso un doble fracaso para los nacionalistas. Para el PNV, que no ha podido atraer definitivamente y de forma exclusiva a la vía política a EH. Para el nacionalismo vasco en su conjunto, que no ha sido capaz de imponer un proceso político de “paz a cambio de autodeterminación”. Pese a la crisis desatada por la “ruptura”, el PNV ha sido capaz de rentabilizar los movimientos internos producidos en el seno del nacionalismo vasco, espoleado por el temor producido ante la posibilidad de acceso de los “españolistas” al Gobierno de Vitoria.
Euskal Herritarrok, desde la ruptura, ha intentado continuar como si nada hubiera pasado; como si la “tregua” no se hubiera roto y en una actitud de chantaje permanente hacia el PNV.
La refundación de la izquierda abertzale, iniciada con la coalición electoral Euskal Herritarrok y la posterior organización del partido - vanguardia Ekin dentro de la misma, implica una reordenación interna de las fuerzas en pugna dentro del autodenominado MLNV, habiendo sido inicialmente desplazados los partidarios de la “opción política”, entre ellos, los moderados liderados por Aldekoa, Zabaleta y otros de la entonces tendencia interna “Aralar”. En cualquier caso, esa tendencia se refuerza con la ilegalización de la organización, fruto de la política de firmeza del gobierno popular. A raíz de este hecho determinante, el entorno político de ETA pierde todo peso, quedando a remolque de la estrategia del PNV/EA. Y ello, en el futuro, de no prosperar la estrategia de Ibarretxe, supondrá un ulterior refuerzo a las posturas radicales y violentas.
El nacionalismo vasco siempre juega mirando al futuro. Su estrategia de lucha cultural produce efectos a largo plazo. El PNV, en el horizonte de la integración europea, nunca ha descartado conseguir sus objetivos en el marco de una Europa con fuertes órganos comunes y una progresiva descentralización territorial, en la que los territorios vascos pudieran buscar fórmulas cuasi – federales de articulación. La mayoría nacionalista en el nuevo Parlamento de Vitoria puede facilitar la consecución de esos objetivos. El nacionalismo “moderado” del PNV se reforzará, en el futuro, con una probable reintegración de EA en el “alderdi”, la “casa común”, y, tal vez, de los sectores desengañados del entorno del MLNV si no logran imponer éstos sus tesis “hacer política”. Para ello, está desarrollando una estrategia de captación de voluntades a través de la Fundación Sabino Alava, el apoyo condicionado a “Gara”, sus relaciones con “Elkarri” y otros organismos. En contra del deseo de muchos, nunca ha habido riesgo de escisión en el PNV.
La estrategia de firmeza, con su expresión concreta en el transcurso de la “tregua” de la fórmula de “paz por presos” de Jaime Mayor Oreja, con todas las cautelas mostradas para quitar velocidad al proceso y asegurarse la sinceridad de la banda, ha sido la única estrategia realista desarrollada en los últimos años desde los partidos constitucionalistas. El PSE-PSOE ha carecido de iniciativa de calado real. Desde hace varias décadas, este partido actúa a remolque de otros, bien del PNV anteriormente, bien del PP hoy día. Por otra parte, existe un sector, el del PSE en Guipúzcoa, de tendencia más nacionalista y proclive a pactos con el PNV y EA, lo que genera en su seno periódicas crisis internas. La búsqueda de pactos con el PNV cuenta con el apoyo, ya se ha visto, de notables dirigentes nacionales del PSOE y de importantes grupos de medios de comunicación. El impacto producido por el asesinato de Fernando Buesa en Vitoria, en ese sentido, está ya muy amortiguado. Esa estrategia de firmeza, junto al trabajo del movimiento cívico de resistencia organizado en el País Vasco, han sido los principales factores que han producido el espejismo de un Lehendakari no nacionalista; posibilidad, finalmente, frustrada. En esa esperanza no se tuvo en cuenta que la “revolución cultural” desarrollada a todos los niveles, por el conjunto del nacionalismo vasco a lo largo de varias décadas, difícilmente podía contrarrestarse en unos pocos años de oposición política y campañas mediáticas.
Se ha pretendido establecer un paralelismo entre el conflicto irlandés y la realidad del País Vasco. Aclaremos algunos aspectos. Irlanda, cuando fué invadida por los ingleses (en el siglo XI, aunque hasta el siglo XVI no se consolidó la dominación británica) ya reunía una serie de características que la diferenciaban de Inglaterra: unidad geográfica, conciencia nacional, unidad religiosa, cierta estructura de poder territorial. Por el contrario Euskadi, como tal, nunca ha existido hasta nuestros días, siendo un ente teórico imaginado por los hermanos Arana a finales del siglo XIX. Nunca ha existido en el País Vasco y Navarra, al contrario que en Irlanda, un conflicto religioso: su población ha sido mayoritariamente católica, incluso con mayor intensidad que el resto de la nación española. Jamás se ha desarrollado en el País Vasco y Navarra una política que buscara el sometimiento de las poblaciones autóctonas de la mano de unos pretendidos “ocupantes” españoles. Tampoco se ha pretendido un expolio material: nunca ha existido un régimen colonial. Los ingleses, al aplicar inicialmente el estatuto de colonia a Irlanda, establecieron el sistema de las “plantaciones”, consistente en la expropiación de las tierras de los originarios terratenientes, para que el Rey inglés distribuyera esas tierras según su criterio, en beneficio de los ocupantes y en detrimento de los propietarios católicos, que terminaron siéndolo sólo a nivel minifundista. Un episodio histórico como el de la “hambruna de la patata”, de mediados del siglo XIX, que supuso la muerte de la cuarta parte de la población de la isla, no se ha producido en España. Esa dramática circunstancia histórica, en buena parte consecuencia de la injusta distribución de la propiedad de la tierra y de viciadas prácticas comerciales, era inimaginable en el País Vasco. Nunca se aplicó práctica análoga a la de las plantaciones. Al contrario, la propiedad de la tierra continuó en manos de los autóctonos, conservándose todo el derecho privado y un régimen de transmisiones patrimoniales específico, que permitió que todo el País Vasco estuviera jalonado de medianas propiedades, sin apenas minifundio y escaso latifundio. Tampoco se ha llegado a “exportar” población foránea con el objetivo de controlar y expoliar a los autóctonos. Al contrario, muchos hijos de emigrantes, en las últimas décadas, se han entregado en “cuerpo y alma” a la causa de la “liberación nacional de Euskadi” desde la trinchera terrorista y la del nacionalismo más radical; lo que desmiente la existencia de un conflicto “étnico” y confirma una problemática en cuyo origen figura la ideología nacionalista y un indudable voluntarismo político como motores últimos.
El Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), primero en la historia y principal representante del espectro político nacionalista todavía hoy, era una fuerza confesional católica sin lugar a dudas. Su primer lema era “Jaungoikoa et Legizarra” (Dios y Leyes viejas, fueros) y en los comicios republicanos de 1936 su estrategia electoral se basó, en gran parte, en la defensa de la religión católica. El 30 de noviembre de 1930 se fundó una pequeña agrupación política cuyo programa era nacionalista aconfesional, liberal, republicano, democrático, e interesado en profundas reformas sociales: Acción Nacionalista Vasca (ANV), cuyos continuadores –de número casi testimonial- forman parte actualmente de EH. El PNV, en la actualidad, ha desdibujado sus originarias señas de identidad, basadas en el cristianismo, al igual que tantos otros partidos del área demócrata cristiana. Pese a su condición de “socio fundador”, ha sido expulsado el día 10 de octubre de 2000 de la Internacional Demócrata Cristiana, por sus ambiguas relaciones con el terrorismo, a iniciativa del Partido Popular español.
A partir del 25 de mayo de 2003 se abre una nueva fase en la historia del País Vasco y, por lo tanto, de España. El camino emprendido por el nacionalismo vasco parece allanarse. El soberanismo, concretado en el Plan Ibarretxe, es la respuesta a las expectativas de su electorado. No olvidemos, en ese sentido, que los votos trasvasados desde Euskal Herritarrok a PNV/EA no son incondicionales. Los partidos “constitucionalistas”, por su parte, deberán reelaborar su estrategia ante el envite nacionalista, a la vez que su esfuerzo tendrá concentrarse, al menos en su inicio, en evitar la pérdida de los espacios ganados, con tanto dolor y esfuerzo, en los últimos años.
El Gobierno español tiene ante sí un reto de alcance inédito y hondo calado político. Deberá tomar decisiones enérgicas y no se podrá escurrir el bulto.
3. El PNV y ETA.
3.1. El criterio de Ardanza en 1996.
El lehendakari Ardanza reclamaba a la Asamblea Nacional de su partido en febrero de 1996: "nuestro primer objetivo deberá consistir en desenmascarar, ante las propias bases del MLNV y ante toda la sociedad, el auténtico proyecto estratégico de la actual dirección de la Izquierda Abertzale. Su carácter esencialmente revolucionario y anti-sistema, así como su intención manipuladora de la ‘cuestión nacional’, deberán quedar al descubierto. Sería el modo más eficaz de provocar en el MLNV las contradicciones internas necesarias para que el soporte social abertzale del Movimiento comience a cuestionar el proyecto político de la actual dirección y, con él, el sentido y la utilidad de la ‘lucha armada’".
De este texto podemos deducir varias conclusiones:
Se hace un perfecto diagnóstico de la naturaleza de ETA, a la que califica de organización esencialmente revolucionario y antisistema.
Se advierte el peligro o perversidad del MLNV; de lo que se deriva la necesidad de combatirlo.
En consecuencia, propone una estrategia concreta frente al MLNV: desenmascarar el proyecto revolucionario de su dirección ante sus propias bases y así cuestionar la utilidad de la lucha armada.
El análisis se realiza desde el nacionalismo: manipulan la cuestión nacional. Es el proyecto de nación lo que juzga la conveniencia y adecuación de un movimiento determinado al mismo.
Vemos que, desde entonces, el nacionalismo vasco moderado ha prescindido en la práctica de su evolución táctica, de tales presupuestos citados. Ha ignorado la peligrosidad derivada de la intrínseca naturaleza del MLNV, por una parte y, por otra, al no cuestionar sustancialmente su proyecto y darle cobertura con su propia estrategia soberanista, le ha proporcionado legitimidad, otorgándole carta de naturaleza.
3.2. El cambio estratégico del PNV.
Desde entonces han sucedido muchas cosas: Ardanza dejó de ser lehendakari y ante la parálisis del pacto de Ajuria Enea propuso el llamado Plan Ardanza poco antes de finalizar su mandato, se negocia y lanza el pacto de Lizarra, consecuencia de lo anterior se decreta la llamada tregua unilateral de ETA, su ruptura, el éxito electoral del PNV del 13/05/01, el Plan Ibarretxe. En cualquier caso, todo ello indica que se ha producido un cambio histórico en la opción estratégica del PNV y sus aliados de EA, optando por la independencia y la secesión a medio plazo, cuando años atrás, se trataba más de un objetivo ideal, que una aspiración realista, subordinado al final de la lucha terrorista.
Ahora, por lo tanto, el PNV opta por alcanzar la independencia pero sin condicionarlo a la desaparición de ETA. Es más. Trata de incorporar a Batasuna a su propia estrategia. Siendo justos, esto no quiere decir que el PNV no siga considerando la necesidad de reducir el espacio político del MNLV y de reducir o eliminar en su día la violencia de ETA. A tal efecto ha optado por la vía del “vaciamiento electoral” de Batasuna. Y para ello se está sirviendo de los beneficios derivados de su deslegalización, intentando aglutinar la mayor parte del voto abertzale radical, por una parte y, por otra, tratando de proporcionar una alternativa política secesionista que satisfaga a esos miles de votos abertzales y les impida volver a Batasuna o entidad que le sustituya, asegurándolos para el futuro. En este sentido, el Plan Ardanza es la respuesta a esa captación de voto abertzale.
Sin duda existe un “tira y afloja” entre el PNV y Batasuna: ambos intentan liderar la estrategia nacionalista. No parece que haya un acuerdo previo, por lo que cada una de esas fuerzas intenta incorporar, por las buenas o por la fuerza de los hechos a la otra, a su propia estrategia. El objetivo sería el mismo: la independencia. Pero en el ritmo y los medios no hay acuerdo. Batasuna emplea todo tipo de medios y su opción es una ruptura unilateral e inmediata. El PNV opta por una estrategia gradualista en la que el agotamiento del techo autonómico (táctica ya descartada) y la “soberanía compartida” (borrador del Plan Ibarretxe) serían fases intermedias tendentes a ese fin último.
4. El huevo y la serpiente: Euskadi Ta Askatasuna y el MLNV.
Para profundizar en la situación de ETA, debemos partir de una premisa: ETA es la cabeza y motor del conjunto del llamado MLNV, al que dirige y controla.
ETA nace y se desarrolla, inicialmente, en el seno del nacionalismo vasco liderado, históricamente, por el PNV. Esta es su marca fundamental, que unifica y da consistencia a la actual “cosmovisión” abertzale radical: la ideología nacionalista. Por ello, pese a las enormes discrepancias programáticas existentes, los dirigentes del PNV y EA han podido afirmar que respecto a ETA y su entorno: “compartimos los fines, no los medios”.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, troskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. El marxismo se impone, a lo largo de esta evolución, como herramienta de trabajo y de interpretación de la realidad, con sus consecuencias dialécticas y estratégicas. De forma paralela, la discusión sobre la “cuestión nacional” se solapa con el alcance y objetivos de la “lucha armada” (la práctica terrorista). Así, vasca ya no es “aquella persona de raza vasca y que habla euskera”, tal como la concibieron Sabino Arana y los primeros ideólogos del nacionalismo vasco. Ahora lo será “el que trabaja y es explotado en Euskadi”. Esa confluencia marxismo – nacionalismo generó en ETA diversas “asambleas” que originaron, a su vez, varias escisiones, sobreviviendo en la actualidad de todas ellas la actual ETA Militar y los residuos anecdóticos de las antiguas LCR y MCE (Zutik en el País Vasco, Batzarre en Navarra). Su capacidad de adaptación a las nuevas modas culturales de raíz progresista no sólo no le ha aislado, sino que le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos; al contrario que un GRAPO, cuyas bases sociales eran mínimas. Con todo ello, vasco, hoy día, es “quien lucha por el proyecto de construcción nacional de Euskalherria”.
La historia de ETA es la historia del triunfo, en toda confrontación interna, de los radicales sobre los moderados, de los nacionalistas sobre los “internacionalistas”, de los partidarios de la “lucha armada” sobre los partidarios de la “vía política”. Los últimos cambios nominales sufridos por HB (reconvertida en Euskal Herritarrok) y otras organizaciones del entorno (Jarrai en Haika, KAS en Ekin) son el resultado de esa dialéctica interna del conjunto del MLNV, imponiéndose de nuevo los más extremistas. Ello supone la postergación de los moderados partidarios de una salida política al conflicto (Aralar ya está fuera), en beneficio de los radicales. ETA continuará su lucha armada, alimentada por una nueva generación de militantes. En definitiva, ETA propone “más de lo mismo”, una “larga marcha”, que combinará con la estrategia que debe rediseñar EH en su ámbito de trabajo “político”. La ilegalización de Batasuna no introduce cambios en esta tendencia. De nuevo, los radicales verán afianzadas sus posturas en el liderazgo del entramado.
ETA, ya en sus inicios, constituyó varios frentes de acción: obrero, cultural, político y militar. En sus orígenes, pues, despliega una voluntad y estrategia totalizadora que pretende abrazar la “lucha por la liberación nacional” (la independencia) desde todas las ópticas vitales posibles. Por ello, el actual MLNV, complejo de asociaciones de todo tipo, legales o ilegales, de carácter administrativo diverso, ya estaba diseñado en sus orígenes, siendo el actual entramado el resultado de su progresiva adaptación a las nuevas circunstancias sociales e históricas.
Los liderazgos caen, las tácticas se modifican, la organización se reestructura, pero la ideología nacionalista y revolucionaria se mantiene como elemento unificador y referente último. El liderazgo en ETA está configurado, desde hace ya muchos años, de forma colegiada. Ello permite que la “caída” de un dirigente no afecte a toda la organización, lo que, además, implica un autocontrol en los comportamientos y toma de decisiones, que previene “desviaciones”. Tales características definen toda la organización: compartimentos estancos estructurados de forma piramidal. Ello facilita la rígida transmisión de instrucciones y consignas, pero dificulta por completo el debate interno. La eliminación actual de la antigua división entre “comandos legales” e “ilegales”, es fruto de la “regeneración” humana de la banda, que precisa que los nuevos “militantes” sean dirigidos y adiestrados por veteranos.
ETA planificó la llamada “tregua” como el medio para obtener la autodeterminación a cambio de paz. Encontró, enfrentada, una voluntad política decidida en el PP, con la que no contaba, que contrapuso paz a cambio de presos, con movimientos muy prudentes en lo que se refiere al “acercamiento de presos” y a la celebración de conversaciones con ETA. Por ello, evidente ya el fracaso táctico, ETA reanudó su actividad terrorista, habiendo aprovechado esa tregua para recomponer la organización. Con la actual ofensiva pretende, ante todo, ahondar en la fractura existente entre nacionalistas y no nacionalistas, rompiendo con ello el mito de la “unidad de los demócratas”. Ello ha supuesto, a corto plazo, que buena parte de los “avances” políticos alcanzados por su “brazo electoral” (“acuerdo” nacionalista de Lizarra, Udalbiltza, recuperación electoral de HB reconvertida en EH) se hayan perdido. La sangría de un 40% de los votos de Euskal Herritarok les impone diseñar una nueva estrategia.
ETA nunca se ha sentado en el Gobierno de Vitoria pero, sin embargo, ha sido capaz de liderar al conjunto del nacionalismo vasco en algunos momentos, tras seguir audaces tácticas en las que han combinado todos los instrumentos a su alcance: terrorismo, apoyos institucionales concretos al PNV, aprovechamiento de la “legalidad española” en la medida de sus intereses, etc. La autodenominada “Asamblea de Municipios Vascos”, Udalbiltza, fraccionada en dos hoy día, era el resultado más visible de ese liderazgo, al imponer una estrategia rupturista (boicot al censo, carnet de identidad “vasco”, etc.) al conjunto del nacionalismo vasco. De forma sorprendente, ha sido PNV/EA la fuerza que ha rentabilizado, electoralmente, esas tácticas soberanistas; un motivo más de debate pata Euskal Herritarrok.
El MLNV siempre ha sido, pese a su apariencia asamblearia, un partido “leninista”, de “centralismo democrático”. HASI en los años de la transición política española, posteriormente KAS, Ekin en la actualidad, han constituido el comisariado político de ETA para controlar el conjunto del movimiento. Ello no quiere decir que, en algunos casos, no se hayan producido disidencias, incluso pérdida de control sobre sectores concretos (Elkarri, por ejemplo). La primacía de la “dirección” terrorista (militar, en su jerga) sobre el conjunto del movimiento es un dogma fundamental en la estrategia y cosmovisión actual del MLNV.
ETA, y el MLNV en su conjunto, ya no puede reconocerse en su padre: el PNV. Por el contrario, el PNV no parece haber asumido todavía esta evidente circunstancia histórica que implica, además, en la práctica, su progresiva pérdida de protagonismo. La actual coyuntura política pudiera facilitar esa toma de conciencia por parte del PNV, pero salvo algunas voces aisladas en su interior, no parece se rectifique el compromiso adquirido con la “vía soberanista”. Es más, la ambigüedad de la que ha hecho gala la dirección “jeltzale” ha facilitado, en buena medida, que el relevo en el liderazgo del conjunto del nacionalismo se esté produciendo en beneficio del MLNV, si bien la tendencia parece haberse roto, al menos de momento, según indica el trasvase de votos manifestado el 13 de mayo.
5. Cuatro teorías en torno a la naturaleza de ETA.
Existen numerosos libros al respecto, muchos de ellos editados en los últimos años y que, de alguna manera, pueden remitirse a alguna de las siguientes teorías interpretativas:
5. 1. La teoría de la inercia de la violencia.
Esta teoría la defienden algunos ex miembros de ETA así como otros investigadores. Afirma, por ejemplo, Mario Onaindia: "No estamos, pues, ante una organización con una ideología más o menos clara que le lleve a perseguir unos objetivos con unos medios adecuados". Y en consecuencia Kepa Aulestia plantea que "aun si aceptásemos que la actividad de ETA respondió en algún momento de su historia a la búsqueda de objetivos políticos, y a determinados planteamientos estratégicos, habría que reconocer que desde hace mucho tiempo dejó de funcionar así, y hoy ETA está cautiva de su propia existencia".
5. 2. La teoría de la naturaleza mafiosa del MLNV.
Según esta teoría, "los etarras matan para ganar dinero. La actividad terrorista, desde este punto de vista, no sería diferente de la actividad mafiosa. Se extorsiona y se mata para garantizar el mantenimiento de ingresos económicos. ETA se disfrazaría con ropajes políticos para que su peculiar "negocio" no decaiga". Todo esto es rebatido dando un mero repaso a los testimonios que tenemos acerca de la vida interna de la organización –y la propia vida del militante que se introduce a la clandestinidad dentro de los comandos de Kale Borroka. Para ello trae a colación lo que aparece claramente en los trabajos de Florencio Domínguez: "el propio Domínguez Iribarren ha constatado en sus investigaciones que los etarras no viven precisamente con demasiados lujos.., algo que confirma también un buen conocedor del mundo etarra como es el juez Baltasar Garzón. Si se trata de vivir desahogadamente ingresar en ETA no es la decisión más razonable".
5. 3. La teoría del sustrato antropológico de la violencia.
Esta es la teoría por la que diversos investigadores explican la violencia de ETA mediante la alusión a algún tipo de condición esencial inserta en la naturaleza del pueblo vasco o del nacionalismo vasco. Es la teoría del antropólogo Joseba Zulaika de entender "el terrorismo como una forma más de folclor vasco"; "Las ekintzak de ETA son los equivalentes rituales del órdago en el mus" –según este antropólogo. O la teoría de otro antropólogo, Juan Aranzadi, que afirma: "la violencia etarra surge y se desarrolla como un auténtico ritual autoafirmativo de la comunidad vasco-nacionalista".
5. 4. Una racionalidad más amplia.
Esta teoría se recoge en el texto ETA contra el Estado, las estrategias del terrorismo (Ignacio Sánchez-Cuenca, Tusquets, Barcelona, 2001).
Algunos autores han constatado el mecanismo de Guerra Prolongada y de Desgaste como técnica estratégica. Esta técnica de la lucha armada se encuentra abundantemente documentada en los textos de la organización armada. La paternidad ideológica de tal concepción corresponde a Mao Zedong, en su estudio "Sobre la Guerra Popular y Prolongada" (1942). A partir de este teórico revolucionario, a lo largo y ancho de la década de los 60, multitud de grupos armados y de liberación nacional asumen la teoría del "nacionalismo revolucionario" como aplicación de la línea marxista-leninista en un determinado marco nacional y la "guerra popular y prolongada" como técnica de lucha.
Frente a los recursos inmensamente superiores de los estados coloniales o los estados-nación europeos contra los que tienen que bregar las organizaciones armadas y los movimientos de liberación; la guerra popular prolongada propone la implicación, por activa o pasiva, de la población en esa lucha (¿recordamos la llamada “socialización del sufrimiento”?) y la prolongación de la acción armada como medio de hartar al enemigo, en este caso el estado español.
Lo había aplicado también el IRA mediante su estrategia de "sickening the british" (hartando a los británicos) y lo había tratado de aplicar la organización catalana Terra Lliure. Frente a las ideas formalistas e irreales de una "victoria total" sobre el enemigo, esta concepción remarca la lucha como algo ininterrumpido, cuya prolongación marca diversos estadios de avance; con lo cual la "revolución permanente" maoísta puede llevarse a cabo en tanto que los conflictos tengan repuntes de mayor o menor intensidad, pero donde la organización armada y su brazo político, como expresiones del emergente modo de sociedad revolucionario, tengan una capacidad de regeneración y de maniobra permanentes.
La concepción revolucionaria, basada en la igualación entre revolución, política y guerra, derivada de Lenin y de Mao Zedong, con todo un organigrama de estructuración y con toda una serie de pautas estratégicas que han mostrado su efectividad en múltiples ocasiones, es la base de la naturaleza política del MLNV.
Parece que hablamos de cosas anticuadas, ya “superadas”. Se suele, incluso, decir que son los últimos terroristas del mundo, pero el resurgimiento del terrorismo internacional de manos de Al Qaeda y de las Brigadas Rojas, así como la nueva potencia del movimiento anti-globalización son factores muy positivos de cara a la moral de combate del MLNV, que ve que no está sólo, que hay otras fuerzas que se empeñan en la misma lucha en contra del capitalismo mundial y en contra de los capitalismos estatales
Por ello hay que prestar atención a un hecho concreto que confirma nuestra diagnóstico. La jugada del MLNV en Lizarra consistió en dejar al Gobierno Vasco en precario y con la carga de que las expectativas de paz que habían repartido los nacionalistas se habían quedado en agua de borrajas; es decir, plantear un escenario de tensionamiento máximo, con la posibilidad de que Mayor Oreja llegara a la lehendakaritza y, por tanto, con el escenario real del máximo enfrentamiento anti-institucional. Mientras, la organización armada se había aprovisionado de nuevas armas y de nuevos militantes. La guerra prolongada y de desgaste, simplemente, había cambiado de forma y había emergido de nuevo con todo su vigor.
6. Las relaciones de ETA con el resto de organizaciones del MLNV.
En 1992 ETA pierde no sólo su cúpula sino sus mandos de recambio. Fue KAS (la dirección política del MLNV) la que reconstruyó la maltrecha organización armada. Ahí está la voluntad del MLNV en crear, desde la sociedad civil, ámbitos sociales para la inserción gradual de militantes juveniles en una organización armada que a principios de los 90 tenía problemas evidentes de reclutamiento. Este intento, además, tiene éxito y presupone el acceso de toda una nueva generación de jóvenes dentro del entramado de los organismos violentos del MLNV, constituyéndose en realidad social inequívoca. La conexión política entre ETA y el conjunto del MLNV mediante una dirección oculta pero monolítica es la clave de la fuerza de ETA y de su capacidad de regeneración frente a los golpes policiales y frente a sus propios fallos.
No puede entenderse al MLNV sin referirnos al tipo humano que está generando y que se inserta en alguna de sus estructuras, entendidas según su nivel de implicación y entrega, como los aros concéntricos de una “cebolla”. El núcleo lo formarían la dirección de todo el MLNV, generalmente la cúpula de ETA, correspondiendo el aro más exterior a la capa de votantes que se moviliza esporádicamente con motivo de las diversas convocatorias electorales. Todo ello confirma que la base social del MLNV no corresponde con la base electoral.
Este nuevo tipo humano es el resultado de una dinámica vital y educativa desarrollada en las múltiples instancias asociativas y movilizadoras del MLNV. Los jóvenes de Segi (antes Jarrai y después Haika) y su entorno de influencia, han nacido, en buen número, en el seno de familias ya nacionalistas bastante radicales. Sin convicciones religiosas, se les ha inculcado -desde la cuna- una visión nacionalista omnicomprensiva y con múltiples expresiones: recreativas, lúdicas, políticas, educativas, sindicales…
Una mentalidad libertaria, lindante con el nihilismo, ha ido modelando, poco a poco, a estos jóvenes, absorbiendo los nuevos dogmas antiautoritarios destilados desde las factorías “sesentayochistas”: feministas, ecologistas radicales, etc. También les caracteriza una instintividad muy primaria y “libre”, especialmente en lo que a la faceta afectiva y de desarrollo de la sexualidad se refiere.
Del medio familiar, pasaron a escuelas y colegios donde contactaron con Jarrai (ahora, Haika) o Ikasle Abertzaleak. De ser jóvenes trabajadores, se encuadraron en Gazte LAB (las juventudes del sindicato abertzale próximo a ETA). Si estaban interesados por la militancia ecologista, ahí estaba Eguzki para encauzar sus entusiasmos. Para las feministas: Egizan. Si se decantaban por la militancia internacionalista, Askapena les orientaría. De estar interesados en las múltiples manifestaciones problemáticas de la elaboración, consumo y tráfico de drogas, Askagintza les encuadraría. Incluso se fundó una organización dirigida a los niños: Kimuak (brotes), cuyo modelo eran los “pioneros”. Y no hemos hablado, todavía, del movimiento de las “Gazte Asamblada” (asambleas de jóvenes, organizadas desde Haika) presentes en pueblos y barrios, así como de otras agrupaciones en las que participan con especial incidencia: asociaciones de vecinos, grupos deportivos y montañeros, asociaciones de danzas y centros folklóricos, ikastolas para adultos, Herriko Tabernas, etc.
Todo ello, además, acompañado con los viajes de apoyo a los presos de ETA por España y Francia, las movilizaciones semanales, las manifestaciones “nacionales” que periódicamente se convocan, la participación en piquetes huelguísticos, la formación recibida en las “Mendi-martxa” que anualmente convoca Jarrai-Haika en las fechas correspondientes a la cristiana Semana Santa, las celebraciones festivas de todo tipo, los conciertos de “rock radical” vasco, los “viajes solidarios” a Iparralde y América Latina, la participación en “peñas” y cuadrillas”, etc.
Este estilo de vida también tiene elementos externos fácilmente reconocibles. Es el caso de la estética “neo-hippy” y “grunge” que les caracteriza: ropas amplias de algodón y vivos colores con símbolos étnicos, peinados africanos, pulseras de cuero, pañuelos palestinos, tatuajes, etc.
Otro aspecto a tener en cuenta es el consumo masivo, entre estos jóvenes, de derivados de la marihuana y alucinógenos de diverso tipo. La heroína y cocaína se consideran en esta subcultura como “drogas españolas”, cuyo objetivo es adormecer a la juventud combativa de Euskadi. Por el contrario, los alucinógenos encajarían con la primitiva sociedad rural vasca pre-cristiana, una cultura agraria familiarizada -supuestamente- con las plantas medicinales, los hongos alucinógenos, etc.
Pero buena parte de tales ingredientes ideológicos y culturales los encontramos en otras latitudes y circunstancias. Es el caso de la izquierda anarcoide y antiglobalizadora que, ya carente de modelos a los que imitar, se manifiesta con inusitada violencia con ocasión de la celebración de diversos acontecimientos, caso de foros como el celebrado en Seattle y Praga. Con actitudes próximas al nihilismo vital, conjugan la estética mencionada con convicciones libertarias, el empleo de nuevas tecnologías (de forma subversiva, bloqueando, por ejemplo, el portal de Yahoo o accediendo a ordenadores centrales de diversas instancias representativas del poder bancario o estatal), la coordinación internacional para movilizaciones puntuales y la solidaridad con causas tan dispares como la lucha de los independentistas kurdos o la guerrilla zapatista.
7. Una comparación: ETA - GRAPO.
ETA ostenta el dudoso mérito de mantenerse como una de las escasas organizaciones terroristas activas en Europa occidental. Otro grupo, el PCE(r)-GRAPO, también le acompañó durante bastantes años en ese camino, compartiendo con ETA un conjunto de presupuestos ideológicos y estratégicos derivados de la teoría y práctica marxista-leninista en su versión maoísta. Sin embargo, pese a sus mortíferos efectos, nunca alcanzó un apoyo social significativo. Una comparación de la naturaleza de ambas organizaciones, ¿podría proporcionar, acaso, claves para entender la acción política del nacionalismo vasco?
ETA, por encima de todo, ¿es una organización nacionalista o, por el contrario, es netamente marxista-leninista? Una u otra respuesta puede determinar la política de alianzas entre las diversas fuerzas que se denominan nacionalistas vascas. De tratarse de una organización nacionalista ante todo, nada impide una alianza formal y material con el llamado nacionalismo moderado. De prevalecer unos componentes ideológicos y estratégicos marxista-leninistas, no sería comprensible tal alianza. En definitiva: la parcial coincidencia táctica entre PNV/EA y el brazo político de ETA, en este segundo supuesto, sería contra natura, escapando de toda lógica política.
Sin embargo, su entidad y arraigo social respectivos apenas son comparables. Los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), brazo armado de una organización “política”, el Partido Comunista de España (reconstituido), resultaron especialmente graves y mortíferos en los primeros años de la transición española a la democracia. Así, sus acciones de mayor impacto, social y político, fueron los secuestros simultáneos de Oriol y del general Villaescusa en el año 1977.
Aunque primó la “lucha armada”, el PCE(r) también trató de desarrollar en su entorno unas “organizaciones de masas”, como parte de una estrategia que pretendía englobar a diversos sectores sociales en una dinámica revolucionaria, encuadrados en diversos “frentes”: armado, estudiantil, etc. Recordemos, así, a la ODEA (Organización Democrática de Estudiantes Antifascistas), que apenas logró captaciones y que, en realidad, agrupó, bajo ese manto, a los militantes del PCE(r)-GRAPO de la Universidad.
De hecho, la única organización “de masas” que gozó de cierta continuidad fue la -todavía existente- Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos (AFAPP), una entidad constituida a semejanza de Gestoras Pro-Aministía, estructurada en torno a los presos de la organización y que, por propia definición, nunca podría extenderse más allá de su medio humano natural. Otra sección del partido, que gozó de notable relevancia, fue la del “aparato de prensa y propaganda”, capaz de editar durante años, peses a las reiteradas y sucesivas “caídas”, unos medios impresos de notable calidad tipográfica, lo que contribuyó alimentar al “mito GRAPO”. Fue la “lucha armada”, no obstante, la que absorbió la mayor parte de las fuerzas generadas por esa organización, subordinándose todos los demás “brazos” –apenas desarrollados- a las necesidades de la estrategia “acción-represión-acción”.
La ideología del PCE(r)-GRAPO se basaba en una particular interpretación del marxismo-leninismo-maoísmo, adaptada –supuestamente- a la realidad española, si bien llegó a experimentar, en un momento posterior, un efímero “giro pro-soviético”. A su juicio, España era un Estado fascista dominado por una estrecha oligarquía, pese a sus apariencias democráticas, que sólo podía combatirse con la “lucha armada”. Las masas obreras y campesinas, completamente alienadas, anhelarían un partido-vanguardia que liderara la ineludible revolución proletaria. La organización histórica y mayoritaria del tradicional entorno marxista revolucionario, el Partido Comunista de España (PCE), así como los demás grupos comunistas (existían, por entonces, una veintena de ellos así denominados, trotkistas, maoístas, pro-albaneses, marxistas-leninistas); todos errarían en sus diagnósticos y estrategias, siendo rehenes de sus equivocadas interpretaciones del marxismo científico. El PCE(r)–GRAPO consideraba que acatar la legalidad no sólo no facilitaba avanzar hacia el socialismo, sino que lo retardaba, integrando a los comunistas “posibilistas” en el sistema burgués, neutralizándose así su empuje revolucionario. Por ello, esta pequeña organización comunista puso el acento en la lucha armada casi exclusivamente. Transcurridas casi tres décadas desde entonces, el histórico PCE apenas sobrevive, no habiendo alcanzado sus objetivos, diluyéndose en una etérea Izquierda Unida. La inmensa mayoría de grupúsculos marxistas, por su parte, han desaparecido y el PCE(r)–GRAPO, que todavía hoy sobrevive a duras penas, no es comparable al de entonces.
¿Cuál era la base teórica que impulsaba la ciega lucha terrorista de ese puñado de fanáticos?
Encontramos claves explicativas en diversos libros, de orientación y elaboración muy distintas: Historia del PCE(r) y de los GRAPO (Juan García Martín, Madrid, Contra Canto, 1984), GRAPO: Los hijos de Mao (Rafael Gómez Parra, Madrid, Fundamentos, 1991) y De un tiempo y de un país (Pío Moa, Madrid, Ediciones Encuentro, 2002). Pero, para la labor que nos hemos propuesto, nos remitiremos especialmente a los criterios desarrollados en diversos artículos de la revista digital Goiz Argi, de orientación nacionalista vasca moderada, en la que se han publicado, entre otros, agudos y profundos análisis acerca de la naturaleza de ETA y el MLNV. Es el caso de los de Imanol Lizarralde Divídete y vencerás (Nº 19, noviembre de 2001), Tres libros sobre el MLNV (Nº 23, junio de 2002) ¿Qué es el MLNV? – I (Nº 26, marzo de 2003), y ¿Cómo se reorganiza la estrategia del “soberanismo revolucionario” tras el 13 M? (de Joxan Beloqui, Nº 23, junio de 2002).
Estos autores consideran que la base teórica empleada por ETA, durante todos estos años, es la denominada Guerra Prolongada y de Desgaste; una técnica estratégica ideada hace seis décadas por Mao, empleada por decenas de organizaciones de todo el mundo, y reflejada en su texto “Sobre la Guerra Popular y Prolongada” (1942).
A partir de este volumen, especialmente en la década de los 60, numerosos grupos armados hicieron propia la teoría del nacionalismo revolucionario como aplicación del marxismo-leninismo en su respectivo espacio nacional, y la guerra popular y prolongada como técnica de insurrección y combate.
La mayoría de teóricos e impulsores de esos movimientos se encontraron con un dilema estratégico semejante: ¿cómo enfrentarse con posibilidades de éxito a todos los recursos humanos y materiales de los aparatos colonial o estatal? Conforme las reflexiones de Mao, se pretendía implicar a toda la población –quisiera o no- en la lucha (recordemos la llamada “socialización del sufrimiento”), con la pretensión de agotar al enemigo, humana, material y anímicamente, a través de la prolongación de una violencia extrema.
Esta estrategia fue empleada con éxito en China por los comunistas, por el FLN en Argelia, etc. El éxito más espectacular, con todo, fue el alcanzado en Indochina, donde los aliados locales de los norteamericanos fueron derrotados, finalmente, al igual que los propios yanquis.
Esta estrategia no concibe un combate militar clásico. No se trata de derrotar al enemigo en el menor tiempo posible y en un escenario convencional de frentes concretos y posiciones fijas. Aquí el tiempo y el espacio ya no importan, al menos de la misma manera que en las concepciones clásicas. Tampoco sirve la tradicional división entre combatientes y población civil: para el maoísmo, todos están implicados directamente en la lucha. Había que mantener el conflicto durante un largo periodo de tiempo, con el objetivo de desmoralizar al enemigo. Ello implicaba avances y retrocesos que permitieran al movimiento revolucionario consolidarse progresivamente generando, a su vez, una incipiente nueva sociedad en la que política, guerra y revolución fueran conceptos inseparables. Teoría y práctica caminarían juntas de la mano del fusil y su fruto sería una nueva organización social y un nuevo tipo humano.
En definitiva, la acción de ETA respondería a unas concretas pautas teóricas, que habían mostrado su “eficacia” en diversos lugares del mundo, y que también son compartidas, en buena medida, por un PCE(r)–GRAPO que en su origen se caracterizó como una fracción maoísta ortodoxa, dentro de la escisión comunista entre pro-soviéticos y pro-chinos.
La capacidad terrorista del PCE(r)-GRAPO, que se arrastra penosamente hasta hoy mismo, desconcertó a los analistas. No podían comprender su capacidad de regeneración después de las numerosas caídas que afectaron a la mayor parte de sus órganos centrales y comandos operativos. Por ello se acuñó la teoría de la infiltración, ya de la extrema derecha, ya de servicios de información extranjeros. Pero, realmente, tales teorías ¿eran verosímiles? En definitiva, ¿en qué factores radicaba esa sorprendente capacidad de movilización y de regeneración?
La explicación es mucho más sencilla, que la antes propuesta, y la proporciona el historiador Pío Moa en su libro antes mencionado, donde narra sus peripecias en la extrema izquierda política española y en esa organización concreta. El factor explicativo de este fenómeno es el impacto, en un concreto colectivo humano, de la ideología, entendida como un conjunto explicativo, aparentemente racional, mediante una serie limitada de leyes sociales, económicas e históricas, de toda la realidad y actividad humanas. Ahí radica la diferencia de cualquier ideología con el cristianismo: la ideología interpreta la realidad; el cristianismo la afronta con todos sus factores en juego.
En la presentación del citado libro en el Ateneo de Gijón, realizada hace unos meses, Pío Moa resumía, en tres, las causas del atractivo del marxismo, “además de la avidez de poder y el rencor social por él fomentados”:
Una explicación aparentemente científica de toda la realidad humana. En la nueva sociedad el hombre se desarrollaría plenamente, superando las alienaciones que lo limitaban. El mal radicaría en el exterior del hombre. Eliminado ese mal estructural, se implantaría una nueva sociedad. No obstante, en muchos casos, según el autor, “se creía en la supuesta ciencia porque prometía la utópica sociedad anhelada”.
El carácter épico de una lucha universal contra las fuerzas enemigas del inevitable avance de la humanidad, “una reedición de la lucha de los titanes contra los dioses, el asalto a los cielos, como expresaba agudamente Marx utilizando la mitología griega”. De ese impulso brotaría un “prodigioso empuje de agresión, así como una capacidad asombrosa para mentir, calumniar, desfigurar la realidad, tácticas siempre justificadas en pro del fin grandioso”.
Su éxito práctico: la implantación del comunismo en un tercio del mundo, la derrota de Estados Unidos en Vietnam, la extensión de los movimientos comunistas en todo el mundo...
Desvanecido parte del sueño comunista en los últimos años, sobrevive en Occidente en algunas formas degradadas, influyendo en movimientos tercermundistas, ecologistas, feministas, radicales, antiglobalización…
La violencia del PCE(r)–GRAPO tuvo, por otra parte, algún efecto inesperado: moderó al histórico PCE y a las otras fuerzas marxistas, que buscaron diferenciarse del terrorismo ciego desatado por esa organización que no sólo no logró la ansiada insurrección, sino que generó un profundo rechazo en todos los medios sociales y la opinión pública española.
Algunos medios de comunicación, adoctrinados en muchos casos en esa misma extrema izquierda, en los aledaños del PCE o en un socialismo marxista que ahora nos suena a vetusto, no podían explicarse -no podían aceptar- que esos sanguinarios terroristas procedieran de sus mismas factorías intelectuales, del mismo humus humano e ideológico. Por ello, para justificarse, inventaron esas exóticas teorías acerca del origen e impulso del PCE(r)-GRAPO. Pese a tales intentos, la explicación era bastante sencilla, existiendo otros muchos casos similares en la historia: un grupo humano se movilizó impulsado por una lectura muy particular del marxismo, persiguiendo una sociedad utópica al igual que los demás marxistas y comunistas a lo largo de la historia, sin reparar en medios, costes y sacrificios. De hecho, hoy día, los supervivientes en activo del PCE(r) - GRAPO siguen justificando su existencia con un análisis ideológico puro y duro, alejado de la realidad, en el que repiten los tópicos manejados hace treinta años. Así afirman, todavía hoy y de manera nada realista, que “Claro que no les interesa explicar por qué los GRAPO han permanecido en la brecha durante tanto tiempo y hayan logrado más de una vez poner al Estado contra las cuerdas, pues de lo contrario tendrían que reconocer también, entre otras cosas, primero, la permanencia del régimen fascista y, segundo, la existencia en nuestro país de un partido comunista verdaderamente revolucionario, firme y bien cohesionado, que aplica una línea política justa de resistencia y no escatima ningún apoyo a la organización guerrillera” (“Esos extraños y oscuros GRAPO", artículo de Antorcha nº 3, junio de 1998, publicación digital próxima a la organización).
Hemos constatado, con todo lo anterior, la capacidad de seducción de muchas voluntades por parte de las ideologías, por el marxismo en concreto, hasta el sacrificio personal. Pero, creemos, la mera ideología marxista no es explicación suficiente para el arraigo del MLNV en su caso. El PCE(r)-GRAPO nunca alcanzó el éxito del MLNV; no supo desarrollar una “política de masas” que le proporcionara un amplio colchón humano. Por ello, se fue extinguiendo hasta convertirse en un residuo sectario alejado por completo de la realidad, con derivaciones y comportamientos netamente mafiosos.
Pero, la pregunta que podemos y debemos hacernos, es: si PCE(r)–GRAPO y ETA comparten una parte sustancial de sus presupuestos ideológicos y estratégicos, ¿por qué el primero fracasó estrepitosamente y el segundo se consolidó?
ETA, evidentemente, también infectada por el virus de la ideología, es otra cosa. Recordemos sus orígenes. ETA nace en el seno del nacionalismo vasco, se desarrolla en ese común “humus” e incorpora en las décadas siguientes –esa es la razón de su éxito- numerosos ingredientes marxistas y cuantas novedades antisistema le permiten crecer y ensanchar su primitiva base social. ETA, por tanto, no sólo es marxismo. Es, ante todo, nacionalismo vasco, si bien, muy distinto al de sus mayores del PNV. Sin duda, esta tesis no la comparten los autores de Goiz Argi que mencionamos en el artículo anterior. Para ellos, y no sólo en los artículos citados, el MLNV instrumentaliza la cuestión nacional en aras de una estrategia revolucionaria antisistema, similar a la practicada en otros lugares de todo el mundo. Una opinión también asumida entre otros, ya lo hemos visto, por el anterior lehendakari Ardanza.
En el País Vasco, la manifestación específica de la subversión marxista universal, en su vertiente marxista-leninista, sería para Goiz Argi y Ardanza, en definitiva, ETA y su MLNV. Tal organización no sería nacionalista vasca en absoluto, sirviéndose de un barniz nacionalista a efectos puramente tácticos.
Por nuestra parte, y en contra del criterio anterior, creemos que, en ETA y el MLNV, marxismo y nacionalismo se funden en una nueva teoría y práctica, en una organización social completa de nuevo cuño, generadora de un modelo totalitario de vida; una nueva sociedad en germen que avanza consolidando espacios de poder abertzale. Pero, por si hay dudas acerca de su naturaleza íntima, tendremos que remitirnos, además de lo que dicen de sí mismos, lo que dicen de ellos los demás, particularmente, los que se proclaman, por encima de todo, nacionalistas vascos. Y aquí no hay dudas.
Para la mayor parte de los actuales dirigentes del PNV y de EA, el conjunto del MLNV es, ante todo, una expresión más del nacionalismo, otra columna vertebral sobre la que construir la futura nación vasca, aunque mediante técnicas y tácticas dispares. Ese es el criterio de Xavier Arzalluz y la actual dirección jelkide. Y la prueba material de ello es el plan Ibarretxe, concebido como un acuerdo entre nacionalistas, propio de una comunidad nacionalista que intenta configurar una nación. En el libro ETA. El saqueo de Euskadi (José Díaz Herrera e Isabel Durán, Editorial Planeta, Barcelona, noviembre de 2002) en su página 669 se reproduce la transcripción de una esclarecedora conversación entre responsables del PNV y Herri Batasuna, celebrada el 26 de marzo de 1991. Xavier Arzalluz afirmó ante sus interlocutores radicales: “Nosotros somos los de siempre, nacionalistas. Sin revolución, sin marxismos ni tiros, pero con los mismos objetivos que vosotros. En el futuro, en el País Vasco sólo van a quedar dos fuerzas nacionalistas, el PNV y HB, por lo que habrá que pensar en algún tipo de colaboración”. Es decir. El PNV encarnaría el nacionalismo de siempre; mientras que el MLNV constituiría una suerte de neonacionalismo a causa de sus novedosas incrustaciones ideológicas.
Por otra parte, las organizaciones políticas y entidades de carácter cultural que no renuncian a su identidad marxista, no se reconocen en absoluto, salvo marginales excepciones, con el mundo abertzale; considerándolo, es más, una peligrosa perversión nacionalista, incluso pequeño-burguesa.
En conclusión: el MLNV es, ante todo, una organización nacionalista vasca.
Pero, en este caso, concurre otro factor que también explica, al menos en parte, el relativo éxito social y político del MLNV. Partamos de una premisa previa. No olvidemos que el nacionalismo vasco llamado moderado ha disfrutado –y disfruta- de los recursos derivados del ejercicio de una gran cantidad de competencias políticas de enorme repercusión cultural y económica (Gobierno Vasco, Juntas Forales, entes locales…) Y para ilustrar tales afirmaciones nos limitaremos a remitirnos a las muy conocidas denuncias efectuadas en este sentido, a través de decenas de casos concretos, por el citado matrimonio de periodistas en su libro. Mencionemos un aspecto muy concreto. El PNV ha empleado la euskaldunización de la sociedad como instrumento para la construcción nacional, para configurar una conciencia nacional que buena parte de la población vasca carecía. En el citado libro todo indica que la euskaldunización de la población adulta la ha dejado el PNV en manos de AEK, cuya vinculación con el MLNV es innegable. Y no es el único caso. En consecuencia, el MLNV también se ha servido de espacios legales, beneficiándose de la periferia del poder de algunas instituciones públicas. Por el contrario, el PCE(r)-GRAPO nunca se aproximó en modo alguno a posiciones análogas.
Son dos, por tanto, las causas que han facilitado que la violencia de ETA no quedara ahogada: un movimiento social vivo y potente que se alimenta de una realidad preexistente (el nacionalismo), que no parte de cero; y unas estructuras estatales inhibidas ante su violencia o que, incluso, le ofrecen un espacio propio en la vida pública, posibilitando experimenten nuevas fórmulas de liberación nacional y de construcción social alternativa con cierto amparo normativo.
El PCE(r)–GRAPO, como prototipo de organización marxista–leninista ortodoxa, extremadamente rígida, fue –sigue siéndolo- irrealmente dogmática. No gozó, en ningún momento, de las ventajas de las que se ha beneficiado el MLNV y que le han permitido extenderse y consolidarse: pertenencia a una superior comunidad más amplia, y cierta simbiosis con algunas expresiones del poder público detentado por los afines. No estaba anclado en la periferia de un poderoso partido comunista oficial del que poder alimentarse, sino en la marginación más absoluta, despreciado por un PCE más preocupado en su propia continuidad que por desarrollar un programa revolucionario. Y tampoco encontró tregua alguna por parte de los aparatos del Estado y de los medios de comunicación.
Ambos factores explican las notables diferencias existentes entre las dos organizaciones terroristas, pero que se remiten, en ambos casos, al poder seductor y manipulador de una ideología totalitaria enemiga de la persona; que, en el caso de ETA, cuenta con la sorprendente complicidad de un partido burgués, antaño católico, cuya razón exclusiva de ser es el nacionalismo.
8. El peso de la ideología: su relación con el cristianismo.
Según fuentes periodísticas del mes de mayo de 2000, en ZUTABE, publicación interna de la organización terrorista ETA, se recogió un análisis acerca del papel jugado por la Iglesia católica vasca en el “conflicto” existente en el País Vasco. Dicha reflexión concluía afirmando que la equidistancia, a su juicio, característica de la Iglesia católica en esta compleja situación, se estaba modificando, al deslizarse en un sentido determinado, lo que le incapacitaría, en el futuro, para el papel de intermediación que podría jugar; tal como ya lo ha hecho, parece ser, en alguna ocasión.
En la ya larga historia de ETA, han sido muy escasas las referencias efectuadas, de forma directa, a la Iglesia católica en su conjunto. Por ello, intentaremos reflexionar en torno a la evolución experimentada por el entorno de ETA con el cristianismo.
El Partido Nacionalista Vasco (EAJ-PNV), primero en la historia y principal representante del espectro político nacionalista todavía hoy, era una fuerza confesional católica sin lugar a dudas. Su primer lema era “Jaungoikoa et Legizarra” (Dios y Leyes viejas, fueros) y en los comicios republicanos de 1936 su estrategia electoral se basó, en gran parte, en la defensa de la religión católica.
El 30 de noviembre de 1930 se fundó una pequeña agrupación política que aspiraba a un nacionalismo aconfesional, liberal, republicano y democrático, interesado en profundas reformas sociales: Acción Nacionalista Vasca (ANV), cuyos continuadores forman parte actualmente de Herri Batasuna.
Desde sus inicios, en el conjunto del autodenominado MLNV, se ha producido un progresivo distanciamiento respecto de todo lo que significa la Iglesia católica. Apenas hay católicos en el MLNV y, los que lo son, están en bastantes casos vinculados a las llamadas “Comunidades Cristianas Populares” y a la “Iglesia popular”. La mayoría “pagana”, por definirla de alguna manera, no sólo no se reconoce en las creencias de sus padres y abuelos sino que, de forma explícita, ha desarrollado una fuerte crítica a la Iglesia católica. Al catolicismo, incluso, algunos llegan a calificarlo como “religión extranjera”, llevándoles, en la búsqueda de una supuesta identidad propia precristiana, a la reinvención del presunto paganismo originario de sus ancestros, concibiendo discutibles prácticas medievales como residuos del mismo anegados por la Inquisición y los agentes de la Iglesia “romana”.
Conforme evoluciona y se separa del partido-madre, ETA absorbe nuevas tendencias ideológicas y sociales presentes en el panorama del momento: progresismo pseudo-católico, marxismo en sus diversas interpretaciones (leninismo, maoísmo, trotskismo), internacionalismo, anticolonialismo, etc. Ha absorbido cuantas “modas culturales” han surgido en las últimas décadas: contestación, ecologismo, liberación sexual y “antipatriarcal”, liberación de la mujer, crítica simbólica y antropológica de la religión, movimiento “okupa”, rock radical. Esa capacidad de adaptación le ha permitido una constante renovación y recomposición de cuadros y la ampliación de su base de apoyo, especialmente, en los medios juveniles, pese a los “golpes” policiales sufridos. Le ha permitido “navegar al ritmo de la historia”. Esa militancia, tanto la de los fundadores como la de sus sucesores, educada en colegios católicos buena parte de ella, cambió unos dogmas por otros progresivamente, resultando de esta evolución un tipo humano que no estaba en total ruptura con el modelo vital y cultural previo. Cambiaron catolicismo por marxismo-leninismo, caridad por activismo, celibato por clandestinidad.
Por el contrario, la nueva generación de activistas, a la que proporciona un rostro la organización juvenil Segi carece de tales referencias vitales, lo que ha llevado a Arnaldo Otegui a reconocer al lehendakari Ibarretxe que están “totalmente desideologizados y sin un horizonte claro”. Sin embargo, esa reflexión de Otegui, perteneciente a una generación anterior de militantes que no se reconoce en sus retoños, no corresponde del todo a la realidad, siendo producto de sus condicionamientos ideológicos.
El nuevo activista de ETA y su entorno ya no es un convencido, y muy formado, marxista-leninista, como lo fueron sus “mayores”; pero evidentemente sí que es un abertzale radical.
Hasta aquí hemos visto, en rápidos trazos, el “humus” del que se alimenta un sector importante de la juventud vasca y navarra.
Si algunos representantes cualificados de la Iglesia católica, todavía, han sido interlocutores en recientes intentos de mediación y negociación entre “las dos partes”, ha sido así, no tanto por el peso real de la Iglesia en el conjunto de la sociedad vasca, mermado y claramente decreciente, sino por su parentesco personal concreto con miembros destacados del autodenominado MLNV. La Iglesia católica no es el “cemento” de la sociedad vasca desde hace ya varias décadas. También la mentalidad relativista – consumista ha calado en grandes sectores de la misma. Por otra parte, la confrontación entre nacionalistas y no nacionalistas, que también se ha dado en el seno de la Iglesia, poco a poco y en buena medida, de la mano de los nuevos obispos, está dando lugar al intento de creación de un nuevo sujeto cristiano, cuya preocupación primaria sea la “nueva evangelización” y la misión en esta sociedad.
Y no olvidemos que, pese a ese pesimista diagnóstico, la Iglesia católica es, casi, la única realidad social vasca capaz de movilizar y reunir tanto a nacionalistas como a no nacionalistas, lo que le proporciona una potencialidad que no debe ignorarse.
ETA ha creído percibir un cambio en el seno de la Iglesia, lo que le ha llevado a las reflexiones con las que iniciábamos este artículo. Un análisis de consecuencias imprevisibles.
Esta es, en apretado resumen, la situación actual de las relaciones del entorno de ETA con la Iglesia católica. Tengamos en cuenta, en cualquier caso, que es constante la práctica y justificación, por parte de ese “mundo”, de acciones terroristas con resultado de numerosos muertos y víctimas de todo tipo, siendo tal tipo de “lucha” un elemento fundamental en la estrategia desarrollada por ETA y su entramado. Sin duda, este último factor ha sido determinante para que el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, afirmara el día 23 de abril de 2001, que no pueden denominarse cristianos quiénes apoyan a ETA y a su entorno.
Y el documento que cierra la polémica es la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española sobre la violencia terrorista. De la misma, sólo destacaré algunos aspectos que más me han llamado la atención.
Se parte de una percepción positiva de la nación española.
Se diferencia entre un nacionalismo totalitario y excluyente de otros constructivos que actúan a la defensiva.
Se emite un juicio absolutamente claro acerca de la inmoralidad de cualquier forma de terrorismo.
Se condena, igualmente, cualquier forma de colaboración con el terrorismo.
9. Los presos de ETA y el apoyo social.
El intento de fuga protagonizado, recientemente, por el miembro de ETA Igor Solana en la prisión alavesa de Nanclares de Oca, ha situado en primera plana de la actualidad informativa algunas circunstancias de la situación de los presos de esa banda terrorista en las prisiones españolas.
Por otra parte, también se sacó a relucir el tema con ocasión de una declaraciones realizadas, el día 27 de enero de 2001, por el ex magistrado del Tribunal Supremo y consejero de Estado José Luis Manzanares quien manifestó en el programa “el primer café” de Antena 3 que: “la represión judicial contra el terrorismo no es seria en España”. Cuestionó, igualmente, la aplicación real de la libertad condicional y la concesión del tercer grado penitenciario a los presos de ETA, realidad que afecta tanto a los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria como a la propia Administración.
No es un tema desconocido o poco tratado por los medios de comunicación españoles. Ya el pasado 27 de noviembre de 2000, el diario madrileño “La Razón” dedicó al tema dos páginas exclusivas, con motivo de que los fiscales de Madrid denunciaron que los presos de ETA gozaban, a su juicio, de privilegios e impunidad en las cárceles. Refiriéndose a la situación de las prisiones madrileñas, los fiscales consideraban adecuada la propuesta de creación de un Juzgado de Vigilancia Penitenciaria en la Audiencia Nacional, propuesta hecha propia de por actual Ministro de Justicia, especializado en los asuntos concernientes a los presos pertenecientes a bandas armadas. Ello podría conseguir una unificación del criterio judicial aplicable en asuntos como la obtención de redenciones extraordinarias pese haber incurrido en múltiples procedimientos disciplinarios (que por no haberles notificado se admite, lo que implica un sustancial acortamiento de su tiempo real de condena), los aspectos relacionados con la celebración de comunicaciones (“vis a vis” y llamadas telefónicas), etc. En dicho artículo se afirmaba, por último, que el colectivo de funcionarios de prisiones se encontraba desmoralizado.
Ahondando en estos temas, el número 86, correspondiente a enero de 2001, de la revista del sindicato mayoritario de los funcionarios de prisiones españolas, ACAIP (Agrupación Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias), ha puesto sobre la mesa su propia versión acerca de esta problemática.
En un artículo publicado en sus páginas 27 a 29 se denuncia la situación de inoperancia de los directivos de muchos Centros Penitenciarios, lo que ha permitido que los presos de ETA disfruten de un régimen de vida que se sale en muchos aspectos de lo reglamentario.
El artículo concreta varios de esos presuntos desajustes: un etarra por celda en contraste con la mayoría de los internos que generalmente la comparten con otro recluso, internos clasificados en artículo 10 o primer grado (régimen de aislamiento) cumpliéndolo en módulos de vida ordinaria sin apenas limitaciones horarias ni otro tipo de restricciones, línea directa con los directores o subdirectores en la resolución de “sus cosas”, la falta de apoyo que sufren estos funcionarios por parte de su Dirección General de Prisiones ante las denuncias de torturas y, por último, la poca participación de personal penitenciario especializado en la elaboración de los informes que ilustran –previamente- muchas de las comprensivas decisiones de los Jueces ante las pretensiones de los presos de ETA.
Podemos, por ello, preguntarnos si existe un trato privilegiado a este tipo de presos o, por el contrario, esta situación, extraña y ajena para la mayoría de los ciudadanos, es fruto de un contexto en el que confluyen circunstancias excepcionales.
De entrada, podemos afirmar que se trata, sin duda, de una situación compleja desbordada por varios factores: la concreta práctica judicial (no existe unanimidad en muchas de las decisiones adoptadas por las diversas instancias judiciales), la multiforme realidad penitenciaria en la que “cada prisión es un mundo” y, por último, la acción y presión del entorno de apoyo a los presos de ETA.
Los reclusos pertenecientes a la banda ETA (cuyo número, en las prisiones españolas, alcanza aproximadamente el de 500) son objeto de una atención extraordinaria desde el conjunto de organizaciones del llamado MLNV.
Siempre ha sido así, pero esa atención prioritaria, especialmente, se evidenció a partir de la puesta en marcha de la política de “dispersión” de estos presos por parte del Gobierno socialista, cuya finalidad era intentar controlar el llamado “frente carcelario” de ETA, romper la unidad de sus integrantes y favorecer la “reinserción” individual de algunos de sus antiguos integrantes. Un ataque tan directo contra la línea de flotación de ETA no podía quedar sin respuesta. Por ello, poco a poco, de forma muy trabajosa y con una constancia admirable, las organizaciones del autodenominado MLNV diseñaron una estrategia de respuesta a largo plazo, que podría resumirse en varias consignas: apoyo incondicional a los presos, empleo de TODOS los medios al alcance, movilización permanente, presión.
Sin entrar de lleno en un análisis de esta política antiterrorista, se puede concluir que la misma, en buena medida, se encuentra hoy día agotada: la unidad de los integrantes del autodenominado “colectivo de presos políticos vascos” es evidente y apenas se han producido abandonos de la organización en los últimos años. Y para que se pueda hacer esta valoración, es preciso conocer la situación real de los presos de ETA y las labores de apoyo (también puede entenderse que se trata de una evidente “presión” cuyo objetivo último es mantener la disciplina de los “militantes” encarcelados e impedir deserciones) que se viene realizando a lo largo de todos estos años.
Los presos de ETA disfrutan, en primer lugar, de un importante apoyo por parte de sus abogados, que les permite “exprimir” la normativa penitenciaria. Varios despachos de abogados están entregados, en cuerpo y alma, con empleo de abundantes medios, a la causa de sus presos: Ione Gorizelaia en Bilbao, Iñigo Iruin en San Sebastián, Txemi Gorostiza en Pamplona, etc. Otros abogados, ya en un segundo plano, pertenecientes a turnos de oficio penitenciarios así como a algunas asociaciones de apoyos a presos (Salhaketa), también hacen sentir los efectos de su persistente labor jurídica, entre los muros de las prisiones y los despachos de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria y Audiencias Provinciales, con notable eficacia. Así, realizan un seguimiento exhaustivo de la génesis, elaboración, y contenidos de cada una de las resoluciones judiciales que, en las distintas instancias, se emiten, mediante una presencia personal y una sutil presión sobre los funcionarios judiciales y los propios jueces (en ocasiones, no tan sutil). Ese constante trabajo les permite extraer todas las consecuencias beneficiosas de la normativa penitenciaria, sirviéndose de las contradicciones materiales y de las lagunas reglamentarias; lo que no siempre es posible para el resto de los internos, al carecer éstos de unos apoyos humanos tan entregados como especializados.
Por otra parte, existen, en muchas prisiones, cauces “informales” de comunicación entre representantes del “colectivo de presos políticos vascos”, tal como ellos mismos se denominan, y la dirección de algunos centros penitenciarios. El director, un subdirector, un educador que goce de crédito; será la persona, que por parte del equipo directivo de una prisión, periódicamente hablarán con representantes del “colectivo” sobre asuntos de interés común, para buscar un “status quo” que haga más llevadera la vida cotidiana. Esa es una realidad que genera frutos: un preso de ETA por celda, llamadas telefónicas extraordinarias, comunicaciones extraordinarias adicionales, coladas con jabón y suavizantes para los miembros de la banda en la propia lavandería del centro, adquisiciones de comida del exterior, espacios propios de convivencia bajo fórmula de talleres ocupacionales, etc. Y en la configuración de ese régimen de vida real también influyen, de forma notable, las resoluciones emitidas, vía queja, por los Jueces de Vigilancia Penitenciaria y las Audiencias Provinciales, autorizándoles, por ejemplo, la tenencia de ordenador personal en su celda, comunicaciones de convivencia (en sala sin rejas ni cristales) con la pareja habitual aunque no tengan hijos en común, traslados a otros centros para que mantengan relaciones con sus parejas también encarceladas, comunicaciones orales con expresos de ETA, permisos extraordinarios por diversas causas, etc.
Así, con la intervención de esos “actores”, la realidad desborda las previsiones reglamentarias, lo que en ocasiones lleva a desnaturalizar, en alguna medida, el régimen restrictivo de vida en el que muchos de estos presos debiera desenvolverse.
Otro aspecto a considerar, que proporciona otra perspectiva importante sobre la situación real de estos presos, es el de las movilizaciones que realizan los mismos en el interior de los diversos centros penitenciarios. La casuística es muy variada. En cada centro se mantiene una estrategia distinta, en función de su realidad material, del cansancio de los miembros de ETA, del espacio “ganado” y del seguimiento real de las consignas recibidas: huelgas de hambre, ayunos, colocación de carteles y banderas, denuncias, resistencia pasiva a determinadas órdenes, negativas a entrar en celda o a abandonar un local concreto, etc. Con la práctica de ese “tira y afloja”, en cada centro penitenciario cuaja un modelo particular de convivencia en el que confluye el estilo directivo de sus mandos, el voluntarismo de los presos de ETA, el apoyo exterior a los mismos, la acción de los abogados y las resoluciones judiciales, y los traslados de los propios presos a otros centros penitenciarios.
Cada fin de semana, varios miles de personas se ponen en marcha desde el País Vasco en dirección a muchas prisiones españolas, en autobuses y furgonetas, con el objetivo de visitar a sus familiares y amigos encarcelados. Esos viajes constituyen, sin duda, ocasión de adoctrinamiento, cohesión y movilización de esos miles de familiares afectados por la separación física de sus hijos, padres, hermanos, tíos, etc.
No en vano, desde hace muchos años, Gestoras Pro-Amnistía y posteriormente Senideak, Askatasuna en la actualidad, han buscado la cohesión y agrupación de los parientes y amigos del medio millar de presos de la banda (si sumamos a los encarcelados en España los que permanecen en prisiones francesas). El balance que debe hacerse respecto al seguimiento que realizan de las consignas a ellos destinadas, es el de muy alto. Por ello, la labor de estos familiares y amigos de los presos de ETA es un factor fundamental para el mantenimiento de su moral y la fijeza de sus posturas. Expresión simbólica de su importancia es el lugar preferente que ocupan en las numerosas manifestaciones organizadas en apoyo a los presos: en la cabecera de las mismas portando la pancarta de la convocatoria junto a destacados líderes de Herri Batasuna y desfilando, a continuación, varias hileras de familiares con fotografías (tamaño cartel) de los presos.
Otro aspecto muy concreto, que ilustra su situación real, es el apoyo económico que les presta el entorno de ETA; lo que se traduce en la subvención de esos numerosos viajes de los familiares y el dinero que a través de ellos hacen llegar a los mismos presos (entre 120 y 240 euros, 20.000 y 40.000 pesetas, según el estado de las finanzas de la banda). Ello permite a los presos de ETA una mejora en sus condiciones materiales de vida que se concreta en la adquisición de libros, aparatos musicales, ordenadores, comidas extraordinarias (langostinos para cumpleaños y otras celebraciones festivas, comida macrobiótica, complementos alimenticios), ropa, incienso, material deportivo, etc.
Las mujeres también han retomado la tradicional lucha e implicación femenina en el mundo nacionalista, adaptada, eso sí a los tiempos modernos. La “amatxo” (mamá) ha sido figura fundamental en la transmisión de la mentalidad nacionalista en el hogar vasco. Herederas de un discutible matriarcado vasco que gestionaba el caserío y el ámbito doméstico y familiar, han tomado el relevo las jóvenes radicales. Todos los fines de semana cientos de mujeres, esposas, hermanas o simplemente amigas, recorren las carreteras y autopistas para dar apoyo afectivo y político a sus presos. No han sido pocas las parejas que se han establecido en las cárceles: primero a través de los barrotes de los locutorios, después a través de los encuentros “vis-vis”. Finalmente, estabilizando su relación. Todo ello, generalmente, en el marco del modelo de pareja que se extiende en la sociedad actual: uniones de hecho, con o sin hijos, emancipadas de los valores opresivos de la Iglesia, liberados del modelo patriarcal y machista. El papel de estas mujeres, para el mantenimiento de la moral de combate de los presos, ha sido determinante.
A nivel local, periódicamente, se organizan plataformas de apoyo a presos concretos, cuyas bases de partida son las organizaciones abertzales radicales de la localidad o barrio donde residía hasta su detención. Procuran arrastrar a otros colectivos: parroquias, asociaciones de vecinos, grupos de danzas y deportivos, partidos políticos nacionalistas con presencia en ese municipio o barrio, sindicatos nacionalistas, grupos ecologistas, etc. Realizan, entonces, movilizaciones de todo tipo: visitas a los presos, manifestaciones, recogidas de fondos, presentación de mociones en los ayuntamientos, etc. Y con esas movilizaciones locales extienden su influencia, a la vez que ejercitan una fiscalización de la vida social en el ámbito territorial de que se trate.
El numeroso correo remitido por personas y colectivos del entorno, las publicaciones y libros de todo tipo que reciben constantemente, las visitas de profesores de la Universidad del País Vasco, la asistencia de abogados, incluso de médicos y ópticos afines; todo ello conforma un tejido social extraordinario de apoyo incondicional a los presos de ETA, que bien pueden sentirse ”sacrificados protagonistas de la lucha por la liberación nacional” y “lo mejor de Euskadi”.
Los presos han jugado, tradicionalmente, un papel fundamental en la organización: tanto en la toma de muchas decisiones, como en la determinación de las tácticas concretas de atención a los mismos.
Es significativo que su situación siempre haya sido objeto de una atención preferente en la determinación de los objetivos y prioridades de la organización terrorista, lo que se refleja en sus documentos de debate y difusión interna, comunicados públicos, etc.
También tiene su importancia simbólica y organizativa, lo que se concreta, por ejemplo, en la inclusión en puestos de salida de presos de ETA en espera de juicio en las listas de candidatos de Herri Batasuna en las diferentes convocatorias electorales.
No en vano, durante la llamada “tregua”, los interlocutores que hizo públicos ETA eran tres miembros encarcelados muy significativos de la banda, lo que proporcionó algunas pistas acerca de la voluntad real de diálogo de la organización en esa coyuntura.
Sin embargo, se viene observando, por parte de expertos analistas del mundo de ETA, que a partir del recrudecimiento de la actual ofensiva terrorista, los presos han perdido espacio en la toma de decisiones del conjunto de la organización, lo que se ha reflejado en una menor atención en los escasos comunicados emitidos por la banda en estos meses.
Seguramente, ello sea consecuencia del movimiento interno del entorno de ETA, que parece indicar una redistribución de fuerzas, consecuencia de la nueva fase táctica que vive el autodenominado MLNV y que parece concretarse en la progresiva asunción de responsabilidades por parte de los “cachorros” del movimiento: los jóvenes de Haika (levantarse). Ello manifiesta una clara radicalización del conjunto del MLNV, acreditada con la abultada victoria de la ponencia “bateginez” en el proceso de debate interno “batasuna”. Por el contrario, la corriente minoritaria Aralar, que dio origen al partido político del mismo nombre, crítica con la “lucha armada”, no llegó al 10% de apoyos. En ese sentido, las actuaciones policiales desarrolladas contra ETA, en este último año, han permitido confirmar, sin lugar a dudas, la integración en la banda de numerosos miembros de Haika, su incorporación al aparato leninista de control del movimiento en que ha devenido el partido político ilegal EKIN y, por último, el desplazamiento por estos jóvenes cachorros de algunos militantes históricos (moderados o quemados). Todo ello ratifica la radicalización de la que hablábamos.
En todo ámbito social, ante todo, es necesaria una coherencia de las normas escritas con las no escritas. En el medio penitenciario la reglamentación es muy detallista; pero las normas no escritas también son fundamentales. Esas aparentes contradicciones, materiales y fácticas, son campo abonado para las reivindicaciones judiciales de los abogados de los presos de ETA, ganadas muchas de ellas por falta de apoyo de los servicios centrales de Prisiones a sus equipos directivos. Se precisa, por tanto, una asignación de los medios personales y materiales precisos para cubrir las necesidades judiciales abiertas en los concretos centros penitenciarios.
Para ETA, la actual situación se define por una expresión terrible: ¡estamos en guerra!. Y en una guerra, aseguran ellos mismos, el empleo de cualquier tipo de medios está justificado. No se trata, evidentemente, de responder con los mismos medios desde el Estado de Derecho, pero en lo que respecta a las “confrontaciones judiciales” y otros frentes abiertos por el terrorismo, hay que implicarse con todos los medios posibles y lícitos, si realmente se tiene voluntad de lucha y de victoria por parte del Estado democrático.
Otro aspecto que puede estudiarse es el de algunas reformas legales, en lo que respecta al acceso de estos presos al tercer grado, la libertad condicional y a las redenciones de penas por el trabajo, en su caso. Además, esa deseable reforma legal podría extenderse a otros ámbitos, al objeto de evitar que muchas prisiones españolas sean un “coladero” que permite la fácil y rápida comunicación de los presos de ETA con los “correos” de su organización que, sin duda, figuran entre las numerosas personas que, con uno u otro, motivo les visitan.
Podemos concluir que el actual sistema judicial y penitenciario tiene, por los motivos analizados en este artículo, importantes quiebras que restan eficacia a los objetivos marcados por la política antiterrorista de los gobiernos democráticos. Tales deficiencias deberán subsanarse, en un elemental ejercicio de coherencia, si existe voluntad de victoria.
10. ¿Cómo combatir a ETA?
Nos hemos aproximado a la realidad orgánica y mental de ETA y su entramado de organizaciones. Realizado un diagnóstico, procede reflexionar, al menor un poco, para ver las posibilidades de respuesta ante este fenómeno: en definitiva, cómo combatir a esta realidad.
Para combatir a ETA existen varias posibilidades:
La lucha policial, que ha sido empleada con mayor o menor fortuna durante todos estos años de democracia. Es imprescindible la cooperación jurídica y política internacional. Se han dado pasos importantísimos en los últimos años.
La lucha política, a través de las instituciones representativas democráticas locales, autonómicas, nacionales e internacionales.
La lucha social y cultural
El PP y el PSOE optaron por la vía policial, fundamentalmente. Pero con la grave carencia de no haberse producido la imprescindible colaboración internacional, en particular, desde el vecino país. También optaron por la plena confrontación política, al intentar desbancar a los nacionalistas en las elecciones del 13 de mayo de 2001. Y también optaron por la lucha social y cultural, especialmente por la primera, a través del Foro de Ermua y el nuevo movimiento ciudadano de resistencia y pacifista vasco. Aunque hay que especificar que no se trata de un movimiento homogéneo.
El PNV ha mantenido una postura cambiante, dependiendo de las concretas circunstancias políticas y de sus propios intereses de partido y de proyecto; lo que ha desesperado y exasperado a buena parte de la opinión política española.
Nos situábamos en 1996, con una perspectiva muy clara y una estrategia determinada; en parte retomada por el Plan Ibarretxe que lo que pretende, además de avanzar sustancialmente hacia el soberanismo, es también vaciar de electores a la izquierda abertzale, privándole con ello del colchón humano que justifica y alimenta a ETA. Pero podríamos preguntarnos, el PNV ¿actúa libremente o es rehén de ETA?
Si la ruptura de la llamada tregua acentuó la radicalización del PNV, y éste era un objetivo buscado por ETA desde su perspectiva del desarrollo de la “guerra prolongada y de desgaste”, ¿no es Eta la organización que lidera realmente el actual proceso? Probablemente lo que ocurre es que el MLNV ha logrado radicalizar al PNV y sus socios, pero no ha logrado liderar el proceso; lo que también pretende realizar el PNV con la mirada a largo plazo, pues considera que Batasuna es un formidable rival que deberá frenar antes o después.
Por ello, el PNV intenta vaciar electoralmente al MLNV y reducir su incidencia social; lo que debiera limitar la actividad terrorista. Pero esto no es tan fácil, entre otros motivos, por haber olvidado el presupuesto desde el que partía Ardanza: ETA es una entidad revolucionaria cuyo proyecto no se agota con la independencia. Su naturaleza es muy compleja. También olvida que su base social no coincide con su electorado. Prueba de ello es una de las conclusiones a las que llegó ETA con motivo del desastre electoral de Batasuna: en el ZUTABE en el que valora el 13-M, conmine al MLNV a distinguir entre ‘recuperar votos’ y ‘dar un nuevo impulso a la base social’ en la que se organizan estas ‘formas de lucha’. La línea de intervención que se propone es ‘cotidiana’ y "esto no se conseguirá mediante movimientos o iniciativas políticas de alto nivel. Para lograr este objetivo, será fundamental el trabajo en los pueblos y barrios. Comunicación directa y trabajo de relaciones e interpelación, adecuación de estructuras organizativas de los barrios... esos son los cambios que hay que analizar y poner en marcha tanto para un futuro inmediato como a largo plazo". De ahí también que para vencer a ETA haya que hacer algo que vaya más allá de ‘vaciar de votos’ o ilegalizar a Batasuna. Lo que, en definitiva, proponía Ardanza en aquella memorable frase de 1966 desde una perspectiva puramente nacionalista.
Para acabar con ETA no es suficiente ilegalizar –o deslegalizar- a Batasuna. La prueba es que en las encuestas apenas se detectan una merma de apoyo a los postulados de la izquierda abertzale. Otra cosa es que ésta se encuentre en una fase compleja en la que tenga que determinar si excluye casi por completo la confrontación política clásica y se vuelca únicamente por las otras formas de lucha que tan bien maneja: las movilizaciones callejeras, el control de los llamados organismos populares, etc. Otro dato. Las consignas abstencionistas propugnadas por Batasuna en las elecciones del 25 de mayo han sido secundadas por casi la mitad de su electorado. Ello indica una fidelidad importante que es un indicador del nivel de cohesión del movimiento.
Retomemos la primera cuestión de este apartado. ¿Qué se puede hacer frente a ETA y el MLNV? Se le puede combatir, ya lo hemos visto, desde múltiples frentes: policial, judicial, institucional, político, social, cultural…
Y si se contara con el concurso de personalidades procedentes del nacionalismo vasco moderado, mejor: se podría desmantelar su proyecto revolucionario también partiendo desde algunos de sus mismos presupuestos, lo que cerraría el paso a la mal llamada lucha armada. Con ello se reduciría el entorno social antisistema y se ensancharía el espacio ciudadano. Por ello, no puede descartarse nunca volver a dialogar con personas procedentes del PNV y con todas las voces que muestren su discrepancia con la actual dirección jelkide desde una pertenencia y nacionalista que no asuman la opción táctica soberanista y que acepten el marco legal de la Constitución y el Estatuto de Autonomía.
12. ¿Qué pueden hacer los jóvenes navarristas hoy?
Los jóvenes navarristas, hoy, pueden trabajar en varios niveles. Internamente, a través de la formación y el perfeccionamiento de la organización. Externamente, a través del ejercicio de la opinión pública, campañas de concienciación ciudadana, movilizaciones callejeras, especialmente en el entorno más próximo.
En definitiva: a nivel político, social y cultural. Pero con una importante precisión: desde la sociedad, en la calle, en los ámbitos normales de relación social. También en y desde entidades y asociaciones nacidas de la sociedad con voluntad de trabajo metapolítico y cultural: en el folklore, los movimientos sociales de la juventud, el ocio y el tiempo libre, la información alternativa, la diversión…
Se trata, por tanto, de trabajar en la sociedad, no desde las instituciones públicas. Se puede contar y buscar el apoyo institucional. Pero se debe trabajar en los ámbitos en los que NADIE trabaja y en los que se genera un estado de opinión de efectos políticos.
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