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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Homenaje al Líbano

Número especial recopilatorio de la revista digital Arbil (Nº. 106), dedicado a Líbano, el conflicto de Oriente Próximo y el mundo árabe.

Número especial recopilatorio de la revista digital Arbil (Nº. 106), dedicado a Líbano, el conflicto de Oriente Próximo y el mundo árabe.

Reproducimos, a continuación, su índice íntegro:

 

Nociones básicas sobre el "Proyecto Genoma Humano"

por Jesús Romero-Samper

 

 

Los blogs en la creación de información

por José Martín Brocos Fernández

 

 

Una nueva "Ley Natural"

por Max Silva Abbott

 

 

Editorial: Por qué un especial recopilatorio dedicado a Líbano y el mundo árabe

por Redacción

 

 

Rebelión cívica

por Luis Losada Pescador

 

 

Problemas estructurales, propaganda, manipulación y carencias de la política económica española. El incierto futuro del español medio

por Francisco Torres

 

 

Raíces del pensamiento conservador europeo

por Gonzalo Larios

 

 

Algunas sugerencias para una sana educación

por Tomás Melendo Granados

 

 

Relativismo y Convivencia. Paradigma cultural de nuestro tiempo

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

De hijos agredidos y padres suprimidos

por José Basaburua

 

 

Cómo ser de derechas y no morir en el intento

por Fernado Vaquero

 

 

Religión y Pecado

por Arturo Robsy

 

 

Un mensaje urgente de Tierra Santa

por autor protegido

 

 

Aborto: Desmitificando las cifras

por Jorge Scala

 

 

Claroscuros en la Compañía de Jesús

por José Luis Orella

 

 

Débiles de pensamiento

por Gonzalo Rojas Sánchez

 

 

La azarosa crónica de un siglo de historia irlandesa: el Sinn Féin.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Trotsky o Stalin, lo mismo da

por Gonzalo Rojas Sánchez

 

 

Aportaciones a la "Memoria Histórica"

por Ángel David Martín Rubio

 

 

El Evangelio de Judas

por Max Silva Abbott

 

 

La Inmaculada Concepción, Madre de la Infantería

por José Luis Orella

 

 

Verdades privadas y verdades públicas

por Jesús Ortiz López

 

 

El Prof. Maciej Giertych, MEP, rompe el "discurso cultural dominante" del sistema

por Redacción

 

 

Osvaldo Soriano. Una contrautopía posmoderna

por Vicente Lastra

 

 

Declaración de Valencia

por Fundación Interamericana Ciencia y Vida

 

 

En recuerdo y homenaje al restaurador

por Redacción

 

 

Presentaciones del libro la Tregua de ETA, en Pamplona y Zaragoza

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Arbil-Barcelona en la V EMF con el Papa

por Redacción

 

 

"Recopilación de algunos artículos de números anteriores y autores de Arbil, relacionados con el Próximo Oriente que ayudan a entender la actual situación en Líbano tras la invasión israelí"

 

Las Iglesias Orientales

por José Basaburua

 

 

Tierra Santa: no habrá paz sin justicia

por Ignacio Santa María

 

 

Bashir Gemayel, un cedro con madera de cruz

por J.L.O.M.

 

 

Cristianos Libaneses

por Redacción

 

 

El cedro a la sombra del sol sirio: la encrucijada libanesa.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

La retirada israelí del sur del Líbano

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

La Iglesia católica y el Líbano

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Elías Hobeika: espejo de la destrucción del Líbano.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Delenda est Hizbulá.

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX..

por Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Michel Aflaq y el BAAS: un cristiano en los orígenes del nacionalismo árabe moderno.

por José Basaburua

 

 

"Texto clásico” sobre la historia de la zona

 

¿Salvar los Santos Lugares?

por Jean Dumont

 

 

"Otros enlaces a artículos de números anteriores de Arbil, sobre diferentes aspectos del Islam, sus movimientos políticos, sociales y terroristas”

 

- Música para el diálogo de las civilizaciones

- Las cifras del Islam en España

- Algunos factores en el origen del fundamentalismo musulmán

- Hamas, Palestina se pone el turbante

- Arafat entre la realidad y el mito.

- Sharon, pionero, soldado y político

- El trasfondo ideológico del presidente iraní Ahmadineyad: La relectura chiísta de la religión chiíta

- Analogías y diferencias entre los islamismos radicales de Marruecos y Argelia

- Los cristianos, pilar de la cultura musulmana

- El islam wahhabita

- Islam y Cristiandad: la guerra de los mil y un años

- Arabia Saudí: ¿Caballo de Troya del fundamentalismo islámico o aliado de Occidente?

- La secta de Mahoma: un mormonismo con éxito

- Europa, Turquía, España

- ¿El islam que viene; nueva configuración social en Europa o reto al orden público?

- Ceuta y Melilla: La defensa de las dos ciudades españolas

- El problema geoestratégico del Islam

- Isla Perejil: ¿incidente aislado o expresión de un conflicto permanente?

- A propósito del Islam en el África subsahariana

- El Islam de Bosnia, una frontera en el interior de Europa

- Mohamed VI, ¿el último rey marroquí?

- Las atrocidades ignoradas de Sudán

- Un ejemplo de los movimientos intraislámicos; la cofradía "Senusia"

- Islam: antecedentes para el diálogo

- ¿Qué se esconde bajo una mezquita?

- Esencia y papel del Islam

- La Guerra Santa. ¿Un sexto pilar del Islam?

- Culto y ética islámicos: Los Cinco Pilares

- Contexto histórico del nacimiento del Islam; el tronco de Abraham.

- Inmigración e identidad Católica de España

- ¿Y si España fuera, algún día, de mayoría musulmana?

- Ni Islam ni Nuevo Orden Mundial

- Integración y desintegración. o "quiero a los musulmanes, pero mejor lejos"

- El conflicto en Tierra Santa (I)

- El conflicto en Tierra Santa (II)

- Occidente y el Islam

- Minaretes en Europa

- El milenarismo revolucionario de Osama Ben Laden

- Islam, fundamentalismo, terrorismo

- Sahara: confusión y guerra

- Al-Qa´ida y Osama ben Laden: un estudio "definitivo" sin "soluciones finales"

- Tierra Santa: no habrá paz sin justicia

- El wahhabismo y la guerrilla chechena

- Ejército español y Marruecos, el origen de una difícil relación

- La batalla de Viena de 1683: La civilización se salva del peligro islámico

- Tayikistán, la línea roja con el islam

- Los cristianos, pilar de la cultura musulmana

- Vladímir Putin y Chechenia

- Españoles en las cruzadas

- Uzbekistan, el país de las Toledos musulmanas

- Chiítas, los marginados del mundo islámico

- Armenia, la primera nación cristiana convertida en pueblo de diáspora

- Nueve siglos de Cruzadas. Crítica y apología

- Cristianos en tierras del Islam

- Los retos de Occidente: La cultura de la muerte y terrorismo islámico

- El Islam, padre de Europa

- Extractos de una conversación. Problemas del Islamismo en una sociedad occidental

- Esquizofrenia e islam

- El terrorismo islámico y los hashashin. Una infundada comparación

- El islam como religión. Las sectas

- Al-Qaeda-ETA: ¿Rivales o extraños compañeros de viaje? La nueva alianza islamo-social-comuno-nacionalista del terror

- Banca y usura en el Islam

- Fundamentalismo islámico, terrorismo y guerra en Oriente Medio: de la cuestión palestiana a la cuestión iraquí?

- Salam Alaikum: Sumisión musulmana y libertad cristiana

- La convivencia entre los musulmanes y no musulmanes es casi imposible

- Marruecos: algo más que un vecino

- Árabes cristianos, los grandes olvidados

- Teorías de guerra justa neoconservadoras para Irak rechazadas

 

http://www.arbil.org/

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX.

Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX.

El Kataeb, o Falange Libanesa, ha desempeñado durante dos tercios del siglo XX un papel central en las políticas maronita y libanesa; de modo que bien puede afirmarse que la moderna historia de Líbano habría sido muy distinta de no haber existido esta formación política. Pese a su pasada relevancia, en la actualidad se encuentra muy disminuido y dividido en tres facciones. ¿Qué ha pasado en Líbano y en el Kataeb para llegar a esta situación?

 
Kataeb o Falange Libanesa

 

La Falange Libanesa (Kataeb) nace estrechamente vinculada a la familia Gemayel, una de las más influyentes en la comunidad maronita todavía hoy, en los años 30 del pasado siglo. Esa relación familiar con un partido político no es, en Líbano, una circunstancia excepcional: los principales clanes familiares (maronitas o no) se dotarían de sus correspondientes partidos políticos a lo largo del siglo XX. El patriarca de la familia, Pièrre, la funda en 1936 inspirándose -en alguna medida- en el pensamiento del español José Antonio Primo de Rivera. Le acompañaron en la aventura el periodista George Naccache y Charles Hélou, quienes abandonarían pronto el partido. Ya desde sus inicios propone la independencia del Líbano, oponiéndose a la presencia francesa, y colaborando en esta tarea con los sunitas de al-Najjadah.

 

El Kataeb arraiga especialmente entre los cristianos maronitas, si bien también se incorporarán, al mismo, cristianos de otras confesiones y musulmanes partidarios de un nacionalismo libanés moderno, no arabista, de tintes corporativistas. Así se vinculan, de manera mítica, con el pasado fenicio de aquellas tierras en un esfuerzo de definición de la pluralísima identidad libanesa, auténtico microcosmos del apasionante mundo árabe. Su lema inicial fue Dios, Patria, Familia. Pero, no obstante esas otras militancias cristianas y musulmana, siempre se le ha identificado como un partido esencialmente maronita.

 

Líbano, Nación Árabe y Umma

 

 Aquí debemos destacar una primera división ideológica de los políticos libaneses, derivada de la perspectiva nacional de sus respectivos partidos: los que defienden la identidad e independencia libanesas, por encima de su pertenencia a la cultura árabe (caso del Kataeb, el Partido Nacional Liberal, el Movimiento Patriótico Libre, el Partido Socialista Progresista…); los partidarios de su integración en Siria (Partido Sirio Social Nacionalista, principalmente); quienes siguen propugnando una gran “Nación Árabe” (caso del Movimiento Popular Nasserista, especialmente arraigado entre los sunitas de Sidón, y el Partido Baas); y, por último, quienes aspiran a la recreación de la Umma (comunidad de los creyentes musulmanes), caso de Hizbulá, Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes de Líbano), Amal…

 

Debe señalarse que la confesión cristiana de tantos políticos libaneses no determina necesariamente uno u otro posicionamiento. En principio, una buena parte de los cristianos libaneses, especialmente los maronitas, son partidarios de la independencia libanesa. No obstante, algunos libaneses cristianos figuran entre los primeros miembros del partido Baas (en el poder en todavía en Siria y, durante décadas, también en Irak) del que existe todavía hoy una rama en el Líbano, si bien en su mayor parte son sunitas. Por otra parte un partido promueve expresamente la unión con Siria: el Partido Sirio Social Nacionalista, fundado por el cristiano libanés Anton Saade en 1932, cuya mayor influencia irradia entre los cristianos libaneses greco-ortodoxos y greco-católicos, y que se encuentra alineado con Hizbulá y los partidos más izquierdistas de Líbano.

 

Una última precisión. Pretender la integración en Siria no agota las posibilidades de relación con su interesado vecino. Así, todos los partidos son bien anti o pro-sirios. Y en ocasiones cambiarán de orientación según diversas circunstancias, intereses familiares, etc. Por ejemplo, en su día el Kataeb, fervoroso partidario de la independencia, reclamó a Siria el envío de una fuerza militar que facilitara la pacificación del país y el control de los palestinos instalados en Líbano. Posteriormente Siria se volvió en contra de sus antiguos aliados, apoyando indistintamente a las diversas facciones en pugna, debilitando así las fuerzas del Líbano e imponiendo a sangre y fuego –y por agotamiento nacional- la “paz siria”, antesala de la frustrada Gran Siria.

 

Bashir Gemayel

 

 Pero volvamos a la historia del Kataeb. El partido se opuso enérgicamente a la presencia palestina, que llegó a constituir un verdadero “Estado dentro del Estado” de la mano de la OLP gracias a la endémica debilidad y ambigüedad del Estado libanés. De hecho, ya desde 1975 se desarrolló una verdadera guerra no declarada entre la OLP y el Kataeb, alineándose, con uno u otro bando, todos los partidos libaneses, salvo el Partido Democrático, que pretendía un Estado aconfesional, moderno y sin cuotas parlamentarias de adscripción religiosa como todavía se practica. En ese sentido, ante un “enemigo común” -la OLP y sus aliados- el Kataeb confluyó tácticamente con Israel en los años 80 del pasado siglo; si bien esa política de alineamiento apenas sobrevivió a su joven y carismático líder Bashir Gemayel.

 

Hijo de Pièrre, Bashir alcanzó el mando supremo del Consejo Militar del Kataeb, logrando unificar a buena parte de las milicias armadas cristianas en las Fuerzas Libanesas (también conocidas mediáticamente como Milicias Cristianas Unificadas), creadas en 1977. Además de las milicias armadas del Kataeb, integró a los denominados Guardianes de los Cedros (dirigidas Etienne Saqr), y la milicia Ahrar (Partido Nacional Liberal, liderado por la familia Chamoun, otro de los clanes maronitas). En 1978 lanza un ataque contra Zghorta, localidad feudo del clan maronita de los Franjieh (otra saga maronita al igual que las dos ya citadas), derrotando a la llamada “Brigada Marada”, su milicia privada, y asesinando al hijo del anciano expresidente de Líbano, Tony. Y el 7 de julio, mediante un golpe de mano, terminan por eliminar la relativa autonomía de sus antiguos aliados de Ahrar.

 

El 23 de agosto de 1982, a la vez que Líbano es invadido por Israel con el objetivo de expulsar a Arafat y su OLP, Bashir Gemayel es nombrado presidente de Líbano, siendo asesinado a los 7 días de su proclamación; hecho acaecido un 14 de septiembre de 1982 a resultas de un atentado con coche bomba contra la sede central del Kataeb en Beirut, que también costó la vida a más de 60 personas. Todavía no se sabe quien ejecutó y ordenó el atentado. Han circulado varias versiones. Así, inicialmente fue detenido un miembro del Partido Sirio Social Nacionalista, Tanios Habib Chartouni, como presunto autor del magnicidio. Posteriormente predominó otra versión sobre los orígenes del atentado: un comando, dirigido por el capitán Naysif, habría colocado 50 kilogramos de TNT, suficientes para destruir todo el edificio ocupado por el estado mayor del Kataeb en Achafrieh. La orden habría partido del teniente coronel Mohamed Ganen, jefe de operaciones del servicio de información sirio en Líbano…

 

La noche del 16 al 17 del mismo año se producen las matanzas de Sabra y Chatilla, como represalia al magnicidio, y cuyas responsabilidades últimas todavía no se han aclarado por completo, ahora que Ariel Sharon agoniza inconsciente desde hace meses. Esas incalificables matanzas, indudablemente ejecutadas por algunas unidades de las Fuerzas Libanesas, oscurecieron los asesinatos masivos de civiles cristianos en Damour, el Chouf y otras localidades y territorios de Líbano, a manos de milicianos palestinos, sunitas, chiítas y drusos.

 

Amin Gemayel y Samir Geagea

 

Su hermano Amin releva a Bashir en la presidencia libanesa y su primo Fadi Frem en la jefatura de las Fuerzas Libanesas, quien será relevado a su vez por Fuad Abi Nader y, finalmente, por los aguerridos y controvertidos Samir Geagea y Eli Hobeika. El segundo iniciará negociaciones secretas con los sirios, al objeto de terminar con los enfrentamientos armados, lo que provocó el ataque de Samir Geagea contra su cuartel general situado en Karantina el 15 de junio de 1986, donde es sitiado hasta la intervención del ejército libanés, partiendo para el exilio. De esta manera Samir Geagea se erige en líder indiscutible de las Fuerzas Libanesas, emancipándose de la tutela del Kataeb, que carece de un liderazgo fuerte y efectivo; no en vano Amin, una vez finalizada su presidencia, se exiliará fuera de Líbano.

 

Amin Gemayel cesa como presidente en septiembre de 1988 y nombra primer ministro de un gobierno militar interino al general cristiano maronita Michel Aun (jefe del Estado Mayor), cargo que correspondía a un musulmán sunita. Michel Aun contará con un 40% del ejército libanés, especialmente de su artillería, las milicias de las Fuerzas Libanesas, al menos inicialmente, el apoyo político del Partido Nacional Liberal de Dany Chamoun (años después asesinado por una explosión accionada seguramente por agentes sirios) y el internacional del presidente irakí, el baasista Saddam Hussein.

 

La Asamblea Nacional se reúne en Tarif (Arabia Saudita) con el objetivo de llegar a un nuevo pacto de reconciliación nacional, alcanzándose tal el 5 de noviembre de 1989, bajo la tutela y presión sirias. Además de un nuevo equilibrio político entre las diversas comunidades (paridad entre musulmanes y cristianos y reducción del número de parlamentarios electos), se acordó el desarme de las diversas milicias, lo que incumplieron los chiítas de Amal y de Hiuzbulá, así como los drusos del PSP. René Moawad será elegido presidente de Líbano, siendo asesinado 17 días después. Es relevado inmediatamente por Elías Haraui.

 

Con los apoyos antes mencionados, habiéndose creado otro gobierno rival en Beirut oeste, Michel Aun imprudentemente lanzará su denominada “Guerra de liberación nacional” contra Siria, exigiendo a las Fuerzas Libaneses que se integraran en el esfuerzo disolviéndose, a lo que se opone Samir Geagea acaso impulsado por la trama económica en la que se apoyaba dicha milicia. Ello provoca feroces enfrentamientos entre el ejército regular libanés fiel a Aun y las milicias de las Fuerzas Libanesas, siendo derrotadas y desarmadas a finales de 1990 a un alto precio de sangre cristiana.

 

Poco después, el ejército sirio derrota a Michel Aun, después de sitiar y bombardear el llamado “reducto cristiano” de Beirut este, el 13 de octubre de 1990, refugiándose Aun en la embajada francesa. Al objeto de ahogar la resistencia, el ejército sirio asesinará a más de 700 militares cristianos fieles a Aun en los días siguientes, consolidándose una ocupación que se prolongará durante 15 años.

 

Los políticos cristianos supervivientes y no exiliados, en su mayor parte aceptarán los Acuerdos de Tarif como única vía para la pervivencia de las comunidades cristianas tras su derrota. También Geagea aceptará el pacto, desarmando a los restos de su milicia. Pero todo ello bajo el “modus vivendi” impuesto por Siria,

 

En 1994 Samir Geagea es encarcelado, siendo acusado de diversos atentados terroristas, todavía sin resolver, entre ellos los asesinatos de Rachid Karamé (1987) y Dany Chamoun (1990). En este contexto, el gobierno libanés emite un decreto de disolución de las Fuerzas Libanesas, que pervivirán como una fuerza política semiclandestina, sufriendo la represión siria, así como el asesinato, el encarcelamiento de destacados militantes, y la desaparición de otros muchos.

 

Heli Hobeika, el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas derrotado por Geagea, habiendo regresado a Líbano, se convertirá en un político cristiano pro-sirio, referencia de amplios sectores de las comunidades maronitas. Morirá asesinado el 24 de enero de 2002. Nunca se supo quien accionó la bomba que lo destrozó. Se sospechó que pudiera haberlo ordenado alguno de sus antiguos amigos sirios, quienes lograron así “callarle la boca” ante el riesgo de que confesara, algo de lo mucho que sabía, a los investigadores internacionales de las matanzas de Sabra y Chatila de 1982 y de otros sucesos violentos de la reciente y agitada historia libanesa.

 

La decadencia del Kataeb

 

Pierre Gemayel, jefe nominal del Kataeb, muere en 1984. Es sucedido en la dirección del partido por Elie Karameh (1984-1986) y después por George Saade (1986-1988). Munir al-Hajj sucede a Saade, ya en 1999, iniciando una política de aproximación a Siria, de modo que en las elecciones legislativas de 2000 se presenta en una candidatura pro-siria junto al ministro del interior, Michel Murr, y otros destacados dirigentes del Partido Sirio Social Nacionalista. Para suceder a Munir al-Hajj compiten poco después dos candidatos: Amin Gemayel, en Líbano desde julio de 2000, y el pro-sirio Karim Pakradumi, quien triunfó el 4 de octubre de 2001; lo que provocó la escisión del partido.

 

El boicot preconizado por las formaciones políticas libanesas mayoritariamente cristianas en las diversas elecciones celebradas en los 10 años que siguieron a la derrota de Aun, por considerarlas ilegítimas y controladas por el ocupante sirio, les marginó de los centros de decisión del Líbano actual, salvo a los sectores maronitas seguidores del fallecido Suleiman Franjieh, que sí colaboraron, y del mencionado Heli Hobeika.

 

El asesinato, tampoco esclarecido, del antiguo primer ministro Rafia Hariri, el 14 de febrero de 2005, además del de otros políticos y periodistas anti- sirios, impulsó la llamada “revolución del cedro”, dirigida contra los ocupantes sirios, y en la que desarrollarán particular activismo los militantes de las Fuerzas Libanesas. En abril de 2005 las tropas sirias terminan de abandonar Líbano. El día 7 de mayo de 2005, Michel Aun retorna a su patria. Su partido político, el Movimiento Patriótico Libre, en coalición con dos pequeños bloques, conseguirá en total 21 diputados en las elecciones legislativas de mayo y junio de 2005, constituyéndose en el grupo más numeroso de las fuerzas cristianas y una de las más potentes de todo Líbano. Fuerzas Libanesas, por su parte, integrante de la coalición anti-siria liderada por el sunita Movimiento Futuro, conseguirá 5 diputados. Su líder, Samir Geagea, fue amnistiado el 18 de julio de 2005.

 

Partidos políticos mayoritariamente cristianos hoy

 

Si bien durante décadas el Kataeb aglutinó al sector más numeroso y políticamente decisivo de la comunidad maronita (llegó a alcanzar 80.000 afiliados a finales de los años 70, según fuentes propias), pagó un alto precio que le arrastró a una progresiva decadencia. Su capitidisminuido estado actual está determinado por varios factores: el predominio durante toda confrontación civil de la organización paramilitar y sus exigencias materiales e imperativos tácticos, lo que desembocó en la independencia de las Fuerzas Libanesas del “partido-madre”; los avatares políticos nacionales e internacionales; la permanente distorsión provocada por las intervenciones militares israelíes; el tutelaje del “gran hermano sirio”; la irrupción de nuevas fuerzas políticas lideradas por políticos oportunistas (caso de Michel Aun); la desaparición por diversos motivos de sus líderes carismáticos, antaño aglutinadores de mayores empeños y voluntades.

 

Todo ello se concretó en la escisión de la organización en dos partidos políticos: el Kataeb libanés liderado por Amin Gemayel (anti-sirio, integrante de la coalición liderada por el Movimiento Futuro, con dos parlamentarios electos en las legislativas de 2005, entre ellos un hijo de Amin llamado como el abuelo), y el dirigido por Karim Pakradouni (con un parlamentario electo en 2005, Nader Surcar, en la coalición pro-siria integrada por Amal, Hizbulá y el PSSN). Puede sumárseles una tercera formación que a “Kataeb” añade la denominación Partido Demócrata Social (liderada por el antiguo dirigente de Fuerzas Libanesas, Fuad Abi Nader).

 

En esta evolución y decadencia del Kataeb puede observarse que su electorado natural más combativo ha optado por Fuerzas Libanesas. Y, acaso, otros sectores más posibilistas se decidieron por una estrella en alza: el ecléctico, neoliberal y más oportunista Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun, que alcanzó un total de 15 parlamentarios encabezando una coalición alternativa a la anti-siria y a la pro-siria, sumándoseles otros 6 parlamentarios.

 

Encontramos a más cristianos en otras formaciones, conforme los resultados legislativos del 2005: los 2 parlamentarios del Partido Sirio Social Nacional (de las dos iglesias griegas); en las listas del mayoritariamente sunita Movimiento Futuro de Saad Hariri, ganador de las elecciones (con fuerte presencia de las confesiones cristianas no maronitas, con un total de 10 parlamentarios cristianos por 18 musulmanes); en el Partido Socialista Progresista de Walid Jumblat (6 maronitas y 1 greco-ortodoxo, junto a otros 7 drusos); la lista Qornet Shehwan integrada en la mencionada coalición anti-siria (que suma a los 3 parlamentarios maronitas del Partido Nacional Liberal y a los 2 del Kataeb-Gemayel); entre los chiítas de Amal (2 maronitas y 1 griego católico de un total de 15 parlamentarios); y en Hizbulá (1 maronita de un total de 14 parlamentarios). Cristianos son, en su mayoría, los parlamentarios de los otros dos grupos vinculados a Michel Aun, 4 de los 6 del Bloque Elias Skaff, y los dos del Bloque Murr. Señalemos, también, que buena parte de los parlamentarios independientes, presentes en las tres corrientes, son cristianos de las diversas confesiones.

 

Y, por último, mencionemos que es notable la presencia de cristianos de ideología izquierdista entre los paramilitares de la Brigada Saraya, de Hizbolá, y, especialmente, en el pequeño pero influyente Partido Comunista Libanés. 

 

El puzzle libanés

 

¿Cómo se explica esa aparente confusión? ¿No se presentan, acaso, como partidos estrictamente confesionales?

 

Los 128 parlamentarios actuales se eligen por circunscripciones territoriales, asignándose a las diversas confesiones religiosas un número cerrado de representantes en cada una de ellas con criterios de proporcionalidad según el censo de los años 40 del pasado siglo. De esta manera, los diversos partidos deben incluir a miembros de otras confesiones si quieren ganar escaños en territorios ajenos. Pero a pesar de todo ello, si bien añade complejidad al mapa electoral y a las relaciones sociales libanesas, está todavía muy lejos de un Estado aconfesional y plenamente democrático, tal y como reivindican un número creciente de pequeños partidos y sectores sociales (tanto pro-sirios como anti-sirios, cristianos y musulmanes). Lo anterior también debe cruzarse con la poco permeable pirámide económico-social: predominio sunita entre las clases más acaudaladas (existiendo una importante presencia greco-ortodoxa); una comunidad maronita mayoritariamente de clase media; y un predominio chiíta entre los sectores más desfavorecidos.

 

No es posible –en definitiva- describir fielmente la compleja situación libanesas desde las facilonas dicotomías al uso: la confesional religiosa, la división entre pro y anti-sirios, pro y anti-norteamericanos, pro y anti-israelíes; que no se superponen ni se corresponden en absoluto. Además, la orientación y los juegos de alianzas de las diversas formaciones pueden llegar a ser desconcertadamente cambiantes, dando lugar a sorprendentes compañeros de viaje. Así, los mayoritariamente cristianos del Movimiento Patriótico Libre de Michel Aun y sus aliados (18 parlamentaros cristianos por 3 musulmanes) se coaligaron post-electoralmente con los pro-sirios (28 musulmanes por 7 cristianos); sumando 31 musulmanes por 25 cristianos. Por el contrario, el Bloque Opositor suma 33 musulmanes por 39 cristianos. Ciertamente, la tendencia anti-siria entre los cristianos es evidente, pero no es nada desdeñable la aportación cristiana (especialmente entre los no maronitas) al bloque pro-sirio.

 

Un difícil e inestable futuro

 

En cualquier caso, esta sorprendente complejidad social y política de Líbano no debe inducirnos a confusión. Un dato es evidente: la numerosa emigración libanesa es mayoritariamente cristiana, en buena medida impulsada por la consolidación de un clima socio-político progresivamente ajeno a la mentalidad occidental y estilo de vida de los cristianos libaneses. El creciente fundamentalismo islámico, especialmente visible en numerosos barrios y pueblos de todo Líbano, abrumador en muchos supuestos, “ahoga” poco a poco a los cristianos libaneses, quienes temen pagar los “platos rotos” de la actual confrontación Hizbulá-Israel; sabiéndose minoría “tolerada” en un océano musulmán en tempestad.

 

Sin duda, la actual crisis regional, focalizada en la lucha Israel-Hizbulá, traerá serias repercusiones al Líbano. Aunque Hizbulá sea desarmada, saldrá reforzada políticamente, al haber pulverizado el mito de la supremacía armada israelí; lo que redundará en un previsible avance de los sectores pro-sirios libaneses. Por otra parte, el desarme de Hizbolá podría facilitar la total extensión y consolidación del Estado libanés, que de ser efectivo alejaría de Hizbolá a los sectores sociales que asiste en lugar del Estado y cuya repercusión electoral pudiera neutralizar el reforzamiento moral de los radicales chiítas. En todo caso, nada se ha resuelto de manera definitiva, de modo que los más serios problemas permanecerán; tal vez incluso aumentando la división de los sectores confesionales entre sí, y la de ellos con los incipientes movimientos sociales que reclaman una democracia no confesional, igualitaria y moderna.

 

Los cristianos forman parte indisoluble del Líbano. Pese a las enormes dificultades sufridas, vienen acreditando desde hace siglos su voluntad de permanencia y supervivencia, que en alguna medida parece estar asegurada por la compleja trama de relaciones sociales que mantienen con las demás comunidades allí presentes (sunitas, chiítas, alawitas, drusos, armenios, kurdos), y con el siempre influyente vecino sirio.

 

Son previsibles, por último, algunos cambios en el mapa político libanés, especialmente en el campo cristiano. Los vaivenes de Michel Aun, especialmente su pacto con Hasan Nasralá, el héroe de Hizbulá, seguramente le pasarán factura electoral, reforzándose el Bloque Opositor y, dentro del mismo, las fuerzas cristianas más firmes y fieles a sus principios; es decir, el Kataeb de los Gemayel, las Fuerzas Libanesas y el Partido Nacional Liberal. No obstante su débil presencia actual puede ser un importante obstáculo en su lógica recuperación.

 

 

 

Direcciones electrónicas de interés

Opus Libani, portal de internet de la Iglesia católica:

http://www.opuslibani.org.lb/

Lebanese Kataeb, sector Gemayel:

http://www.al-kataeb.org/

Party Kataeb, sector Karim Pakradouni:

http://www.alkataeb.com/

 

Partido Kataeb Demócrata Social:

http://www.socialdemocratic.org/kataeb/

 

Fuerzas Libanesas:

http://www.forze-libanesi.com/

 

Guardianes de los Cedros:

http://www.cedarguards.org/

 

Movimiento Patriótico Libre:

http://www.tayyar.org/

 

Partido Nacional Liberal:

http://www.ahrar.org.lb/

 

Partido Sirio Social Nacionalista:

http://www.ssnp.com/

 

Hizbulá:

http://www.hizbollah.org/

 

Partido Socialista Progresista:

http://www.psp.org.lb/

 

Amal:

http://www.amal-movement.com/

 

Movimiento de la Renovación Democrática:

http://www.tajaddod.org/

 

Izquierda Democrática:

http://www.democratic-left.org/

 

Partido Comunista Libanés:

http://www.lcparty.org/

 

Grupo Musulmán (Hermanos Musulmanes):

http://www.aicp.org/

 

Federación Revolucionaria Armenia:

http://www.arf.am/

 

Partido Social Demócrata Hunchakian (armenio):

http://www.hunchak.org.au/

Cristianos Libaneses:

http://www.cristianoslibaneses.blogspot.com/

 


Revista digital Arbil, Nº 106, agosto de 2006

Por qué un especial de Arbil sobre Líbano y Oriente Próximo

Por qué un especial de Arbil sobre Líbano y Oriente Próximo

¿Tiene sentido ofrecer a nuestros lectores de Arbil un “especial recopilatorio” dedicado a la actual crisis de Oriente Próximo que afecta, muy especialmente, al martirizado Líbano? Aquí expondremos nuestras razones.

 

Es una de las grandes noticias del verano de 2006. El enfrentamiento armado entre la organización terrorista Hizbulá, auténtico “Estado dentro del Estado” libanés y atípico interlocutor internacional, peón de los intereses de Irán y Siria, ha podido pillar desprevenidos a algunos observadores. No ha sido nuestro caso.

 

En nuestra revista digital Arbil venimos dedicando espacio y esfuerzos, desde hace bastantes años, con el propósito de ofrecer a nuestros lectores elementos de juicio y claves interpretativas de lo que allí viene sucediendo. Y lo hemos hecho sin negar nuestra identidad católica y nuestra solidaridad con nuestros hermanos libaneses en la fe común y en la fidelidad a Roma.

 

Ya en mayo de 2000 publicamos un texto, El cedro a la sombra del sol sirio: la encrucijada libanesa, en el que se ofrecía un frío análisis de las variables geoestratégicas de la zona; eso sí, especialmente atentos a la suerte de los libaneses. Otros le siguieron. Así recordaremos, entre otros, La retirada israelí del sur del Líbano (Nº 34, junio de 2000), La Iglesia católica y el Líbano (Nº 35, julio-agosto de 2000), y un escrito que alcanzó especial resonancia en medios católicos españoles y extranjeros, Elías Hobeika: espejo de la destrucción del Líbano (Nº 54, febrero de 2002).

 

En esos, y otros, manifestábamos nuestra preocupación por la situación de la cristiandad libanesa, el papel de Hizbulá, la ocupación Siria de Líbano, el impacto del fundamentalismo islámico en la zona, los juegos geoestratégicos de las potencias mundiales y regionales, la historia y esperanzas de las antiquísimas comunidades cristianas árabes, etc.

 

Era inevitable. Antes o después Israel y Hizbulá colisionarían violentamente de nuevo. Ya ha ocurrido. Israel no ha podido aniquilar a Hizbulá, pues tal era su objetivo. Hizbulá ha quedado seriamente dañado en su estructura militar, pero ha alcanzado un prestigio extraordinario entre las masas musulmanas de todo el mundo, siendo Hasan Nasralá uno de sus héroes; lo que también impactará en breve en la política interna libanesa. Mientras tanto, Irán continúa con su calculado programa nuclear y su desafío ante una comunidad internacional atemorizada e impotente. Y Siria no deja de condicionar la realidad libanesa, aunque sus soldados ya no estén allí presentes; reflejo inevitable del sueño baasista de la “Gran Siria” y consiguiente pesadilla de buena parte de los libaneses.

 

Hemos recopilado, por lo tanto, los artículos que hemos considerado más relevantes ya publicados en Arbil al respecto a lo largos de estos años, incorporando además enlaces a otros de temática árabe en general, así como algunos textos inéditos. Es el caso del análisis titulado Delenda est Hizbulá, publicado por uno de nuestros colaboradores en la publicación amiga Páginas para el mes, y el inédito Centralidad y decadencia del Kataeb en la política libanesa del siglo XX.

 

Nos gustaría, por último, proponer a nuestros lectores que esta modesta aportación de Arbil no se agotara en un ejercicio de reflexión intelectual individual. Unamos a nuestras oraciones nuestra solidaridad política y material con las comunidades hermanas libanesas. Cauces magníficos existen de la mano de las numerosas instituciones católicas que operan en Líbano, Siria e Israel. Es lo menos que podemos hacer.

 

Revista digital Arbil, Nº 106, agosto de 2006

Delenda est Hizbulá.

Delenda est Hizbulá.

Cuando el Tsahal israelí se retiró precipitadamente del sur del Líbano, un 23 de mayo de 2000, apremiado por el Partido de Dios (Hizbulá), cometió un inmenso error: aplazar sine die un ineludible enfrentamiento a muerte con ese implacable enemigo, que se produciría, además, a las puertas de su estrecha casa.

 

Hizbulá nace en el seno de la siempre postergada minoría mayoritaria chiíta libanesa gracias a los vientos revolucionarios del Irán de Jomeini y de los -menos etéreos- centenares de guardianes de la revolución allí destacados con la misión de extender la revolución islámica por el mundo, aprovechando la oportunidad que presentaba el dramático conflicto civil libanés.

 

Poco a poco este nuevo actor desplazó a los chiítas moderados de Amal; ganó un extraordinario prestigio al forzar la retirada de los marines norteamericanos y los paracaidistas galos de Beirut al ocasionarles el 23 de octubre de 1983 más de tres centenares de muertos; “limpió” de milicias cristianas y sunitas los que consideraba “sus” territorios; desplegó una larga ofensiva terrorista de desgaste contra Israel y el mal denominado Ejército del Sur del Líbano (ESL), por medio de numerosos hombres-bomba… hasta conseguir tejer un verdadero “Estado dentro del Estado”. Y más cuando el gobierno libanés, incluso concluida la guerra civil, nunca terminó de consolidar un verdadero Estado; laguna que colmó Hizbulá con pragmáticas actuaciones sanitarias, económicas y educativas.

 

Su apoteosis la alcanzó ese 23 de mayo de hace seis años cuando logró expulsar a los soldados judíos, de suelo libanés, eliminando a las débiles y desmotivadas milicias del ESL. Pero lo que los israelíes presentaron como una “retirada estratégica”, para Hizbulá era la prueba de que el enemigo sionista podía ser derrotado…

 

Al servicio del ímpetu de los radicales de Teherán empeñados en desafiar a la comunidad internacional con su peligroso Programa Nuclear, y aliado táctico de un régimen laicista socializante (el del partido sirio único Baas), al que únicamente le une su rabioso antisionismo, Hizbulá constituye una anormalidad, de trazas netamente terroristas, en la política internacional. No es un Estado, ni tampoco una nación; no es un “ejército regular”, pero tampoco es una organización clandestina terrorista “clásica”; más que un partido político, es una “comunidad en marcha”; no es un ente cuasiestatal reconocido en los foros internacionales, pero desempeña un destacado papel en el juego de alianzas de Oriente Medio. Es, en definitiva, un factor permanente de desestabilización de la zona: neutralizando los esfuerzos unitarios de los frágiles y divididos gobiernos libaneses, coaligándose con algunos de los mayores enemigos actuales de la administración norteamericana, acechando al vecino Estado judío, tejiendo una red clandestina potencialmente terrorista por medio mundo…

 

Siria, por su parte, aunque formalmente retiró a sus tropas de Líbano hace ya un año, nunca ha dejado de estar presente allí: asesinando a destacados políticos y periodistas antisirios, por medio de sus simbióticas relaciones comerciales y políticas y, sorprendentemente, por medio de su aliado Hizbulá, liderado con mano de hierro por Hassan Nasrallah. 

 

Pero este auténtico Estado de hecho, que suplanta al libanés en una buena parte de su territorio, y empeñado en una confrontación contra su enemigo más odiado, ha cometido un error de medida. En el año 2000, con su precipitada retirada, Israel creía solventar, mal que bien, un problema que le desgastaba desde hacía lustros. Pero, ahora, el Estado judío se siente gravemente amenazado por los radicales chiítas libaneses EN su propia casa y cuando el proceso de paz con la Autoridad Nacional Palestina se encuentra asfixiado; lo que, al margen del partido que gobierne, jamás tolerará.

 

Para Hizbulá la alternativa es la siguiente: o se transforma, definitivamente y quiera o no quiera, en un partido MÁS del frágil equilibrio libanés, olvidando para siempre la mentalidad y tácticas terroristas que tan buenos resultados le proporcionaron y el rol internacional que nunca debió ejercer, o será destruido implacablemente por el Tsahal; arrastrando en su hundimiento al martirizado Líbano. Y si espera que los países árabes formen una piña en su defensa, que miren atrás en la Historia: comprenderán que esta ocasión no será distinta a las anteriores.

Líbano, en cualquier caso, pierde. Aunque Hizbulá sea destruido militarmente, su radicalismo, prestigiado por su límpida hoja de servicios, será foco de atracción de las más numerosas y militantes masas libanesas (las chiítas), lo que no fortalecerá internamente a ese país, sino que seguirá siendo una bomba de relojería que, antes o después, explotará. ¿La alternativa para un Líbano pluralista y democrático?: entregarse nuevamente a los brazos sirios. O ellos, o el integrismo chiíta. Una alternativa, en cualquier caso, nefasta y que augura una más que probable transformación del que constituyera el milenario país de los cedros, cristiano mayormente y maronita; salvo que el régimen sirio sea derrocado a resultas de su sorda confrontación con estados Unidos. En todo caso, una perspectiva dramática y preocupante.

 

Páginas Digital, 17 de julio de 2006

Cristianos en tierras del Islam.

Claude Lorieux, en un magnífico libro, investiga la compleja y extraordinaria historia de los cristianos que viven, todavía hoy, en Oriente Próximo. Una crónica periodística apoyada en una consistente base histórica.

 

Un libro de Claude Lorieux.

 

                Claude Lorieux es un periodista francés, de origen bretón, especialista en Próximo Oriente; no en vano, durante más de 20 años, ha sido el experto en información sobre esta área geográfica del diario francés Le Figaro. Diplomado en el Instituto de Estudios Políticos de París, cuenta con unos buenos conocimientos en Regímenes Políticos e Historia, lo que sin duda ha redundado en el resultado global de este libro.
                Editado por Palabra (Madrid, febrero de 2002), con una extensión de 410 páginas apasionantes, está estructurada de la siguiente manera: un prólogo en el que explica las razones de este libro, una introducción de 25 páginas en la que se repasa la historia del cristianismo en Próximo Oriente, 11 capítulos en los que se estudia la diversa realidad de los cristianos en otros tantos países o áreas (Irak, Turquía, los sirios de Anatolia, Siria, Líbano, Israel, Jordania, península arábiga, Irán, Egipto y Sudán), una conclusión titulada significativamente “El azar es la lógica de Dios” (en la que reflexiona en torno a la emigración de estos cristianos, fenómeno general en el área) y unos datos cronológicos.
                La cristiandad oriental es una gran desconocida para los occidentales. Toda esa área ha permanecido, durante siglos, anegada por la marea musulmana y, todavía hoy, para muchos contemporáneos nuestros, la existencia de una decena de millones de cristianos entre los musulmanes de Oriente Próximo es un dato inédito. Árabe, para una mayoría, equivaldría a musulmán; lo que no corresponde con la realidad histórica.

 

Europa y los cristianos orientales.
                Con ocasión de los numerosísmos viajes turísticos realizados a Egipto, actualmente, por compatriotas nuestros (uno de los signos exteriores de la sociedad de consumo), muchos han sido los que se han topado con la existencia de una cristiandad dos veces milenaria, dotada de una fisonomía propia y que afirma ser “el verdadero Egipto”: la Iglesia copta-ortodoxa. Ello, sin embargo, no ha servido para que se tome conciencia, en general, sobre las discriminaciones, limitaciones civiles y persecuciones sufridas por esos cristianos: un dato significativo más de la pérdida de las raíces cristianas por parte de los españoles de hoy.
                En algunos reducidos ambientes católicos, sin embargo, sí que ha prendido un cierto interés por estas antinquísimas Iglesias y sus vetustas liturgias transmitidas en lenguas muertas, contemporáneas en algún caso de la que habló el propio Jesús. Esos viejos e incomprensibles sonidos, el encanto de sus iconos, la espiritualidad de los eremitas egipcios; están cada vez más presentes en algunas publicaciones católicas españolas. Pero ese interés, estético y sentimental, no ha generado la necesaria movilización en favor de los hermanos perseguidos.
                Ciertas entidades católicas, como la Custodia Franciscana de Tierra Santa o Ayuda a la Iglesia Necesitada, realizan periódicas campañas en favor de esas Iglesias orientales locales y, especialmente, de Tierra Santa. Con todo, creemos que no es suficiente.
                La guerra civil del Líbano constituyó una cotidiana compañía informativa para los españoles, y demás europeos, durante muchos años. Tampoco ello suscitó la movilización de los católicos hispanos en favor de los hermanos libaneses acosados.

 

Contenidos del libro.
                Demos la bienvenida a este libro: esperemos sirva para una toma de conciencia, por parte de sus lectores, que se torne acción solidaria.
                El libro proporciona un caudal de datos apasionantes. La crónica periodística, apoyada en una sólida base histórica, permite sumergirse en los anhelos, las dificultades, la situación social eclesial y política de estas Iglesias orientales.
                Coptos, asirios, caldeos, maronitas, melquitas, armenios, jacobitas, latinos, protestantes; todos desfilan por estas apretadas páginas escritas con pasión pero con objetividad.
                El autor es realista. Sin duda simpatiza con los maronitas libaneses. Incluso se atreve a elogiar, de alguna manera, a uno de sus líderes más discutidos: Samir Geagea. Así, nos revela que este “señor de la guerra” acudía dos veces al año a un monasterio para ejercicios espirituales. Reconoce y hace públicas sus virtudes. Pero no tiene inconveniente, también, en desvelar los graves errores, políticos y militares, cometidos por este dirigente y, también, por buena parte de los demás líderes maronitas. Mediante otra reflexión, de profundo calado, el autor nos recuerda que Líbano era el único país de Oriente Próximo donde se disfrutaba de una real libertad religiosa, siendo espejo y esperanza para otros cristianos de la zona; hasta el extremo de que allí se refugiaron muchos de ellos, procedentes de otros países del entorno, con ocasión de las persecuciones sufridas en diversos momentos de la historia. Derrotados militar y políticamente, en parte a causa de la ceguera y arrogancia de los líderes maronitas, la posición de los cristianos, ahora minoría “tolerada” por la mayoría musulmana, se ha debilitado considerablemente.
                Rompe esquemas, nuevamente, al exponer la situación de las comunidades cristianas de algunos países satanizados, en los medios de comunicación occidentales, como son los casos de Irán e Irak. Sus antiguas –y exiguas- minorías cristianas disfrutan de una cierta libertad, inédita en otros ámbitos musulmanes.
                Conmociona al lector cuando describe, con breves trazos, el exterminio del pueblo armenio y de los asirios de Turquía. Y nos recuerda que a principios del siglo XX, el 30% de los turcos eran cristianos, no llegando al 1% en la actualidad. Extraña paradoja, ésta, producida en un país mayoritariamente musulmán que intentaba afirmar una identidad nacional y laica y cuyas principales víctimas fueron los cristianos armenios, caldeos y griegos. Pero no llega a caer en un fácil maniqueísmo, hasta el punto de exponer, de forma creíble, la perspectiva de la mayoría turca.
                Describe con maestría los casos curiosos –a ojos de un occidental- de Jordania (con sus tribus beduinas cristianas) y Siria (con sus antiquísimas comunidades de orígenes arameos). Sorprende e indigna la clandestinidad –y en ocasiones, persecución- a que son sometidos los cristianos bajo la teocracia islámica saudí; que sin duda no entiende ni de “reciprocidades” ni de “libertad religiosa”.
                Nos introduce en el drama de la esclavitud (¡todavía!) practicada en un Sudán, fraccionado por una interminable y cruel guerra civil, que fue cristiano antes que musulmán (a la muerte de Mahoma persistían 3 pequeños reinos cristianos en Nubia – Sudán).
                Y nos sumerge, en ocasiones hasta el detalle, en la compleja y difícil realidad de Tierra Santa, lo que nos ayuda a comprender la –especialmente- dramática situación padecida por los cristianos palestinos e israelíes.

 

Conclusiones.
                Siguiendo el libro, la compleja maraña de las Iglesias orientales, y de sus diversos y antiquísimos ritos, deviene comprensible para el lector neófito. Otra virtud del buen hacer de este, sin duda, magnífico periodista.
                El título queda, sin embargo, un poco corto. No se habla, para nada, de la situación de los cristianos en otros países donde los musulmanes son mayoría: Pakistán, Indonesia, Malasia, Nigeria y todo el norte de África. Por ello encontramos más adecuado el título original de su edición francófona: “Cristianos de Oriente en tierras del Islam”.
                En estos tiempos de pérdida de las raíces cristianas de Europa, de débil sentido de pertenencia eclesial, de una importante inmigración musulmana que se arroga todo tipo de derechos (incluso algunos que no disfrutan en sus países de origen), este libro debiera ser un revulsivo a nuestras conciencias.
                Para los interesados en la historia aquí referida, y decididos en apoyar a estas comunidades, reproducimos, a continuación, unas direcciones, publicadas en E-cristians, referidas a algunas organizaciones que trabajan de forma extraordinaria en Tierra Santa:

 

Se puede colaborar económicamente a través de estas cuentas corrientes de la Custodia de Tierra Santa:

 

Cuenta directa en Jerusalén.
Custodia di Terra Santa.
Mercantile Discount Bank, Branch 641, Nº de Cuenta: 2364
(17, Shlomzion, Hamalca Street, Jerusalem, Israel).

 

Franciscanos Tierra Santa (Cuenta en España).
Entidad: BBVA; Cuenta: 0182-5906-81-0010000229

 

Custodia Tierra Santa, cuenta en la provincia de Cataluña.
TITULAR: Provincia Franciscana de Cataluña. Comisaría de Tierra Santa.
Entidad: BSCH; Cuenta: 0049 - 3166 - 02- 2914325048

 

Direcciones de interés:

 

Christian Information Center. Director: P. Emili Bárcenas.
cicts@netmedia.net.il
www.cicts.org

 

Patriarca Latino. S.B. MICHEL SABBAH. . POB 14152.
latinpatr@isdn.co.ilcustodia@netvision.net.il

 

Custody of Holy Land. Rev. Fr. GAIOVANNI BATTISTELLI.
St. Francis Street, 1

 

                “Guerras, emigración, islamismo”. Estas son las tres palabras con que resume, el autor del texto, las amenazas sufridas por esta cristiandad oriental extraordinaria de la que nos debemos sentir responsables y solidarios.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 57, mayo de 2002.

Líbano: el círculo de engaños de Elías Hobeika.

Líbano: el círculo de engaños de Elías Hobeika.

Más allá de las apariencias: datos para situar, en su contexto, el asesinato del ex ministro libanés Elías Hobeika. Un juicio diferente sobre un hecho pronto olvidado.

 

Círculo de engaños.

                La película franco – alemana de 1981 Die Fälschung (traducida en España como “Círculo de engaños”), dirigida por Volker Dchlöndorff, fue uno de los pocos films europeos con un argumentado centrado en la guerra del Líbano. La película recoge todos los tópicos en que incurrió, con ocasión del conflicto libanés, buena parte de la intelectualidad y de la clase política europeas, constituyendo un contundente ejemplo de esa ceguera determinada por la ideología. El actor Bruno Ganz encarna al protagonista de la cinta, un periodista que quiere conocer sobre el terreno la realidad de la guerra. Su guía será una alemana (a la que da vida la sugerente Hanna Schygulla) cuyo amante es uno de los líderes de Al Fatah. En la película se describe perfectamente, entre otros episodios, la masacre de un pueblo cristiano por agresores palestinos. Los milicianos cristianos, por su parte, son presentados, en otros momentos, como unos sanguinarios y arbitrarios administradores de la muerte. Pero, pese a ello, las posiciones políticas y morales “progresistas” y palestinas salen reforzadas. La película alcanza su clímax con el asalto de los falangistas cristianos al campamento palestino de Tell Az-Zaatar (12 de agosto de 1976). En este contexto de extrema violencia, el protagonista se verá atrapado en un círculo de engaños en el que toda apariencia (tanto social como personal) encubre duras realidades.

En otro tremendo círculo de engaños, pero éste ya real, que le ha costado la vida, también se vio envuelto el libanés Elías Hobeika. El jueves 24 de enero de 2002 un potente coche bomba acabó con su vida, la de su hijo y las de sus guardaespaldas. Todas las miradas se volvieron hacia el primer ministro israelí Ariel Sharon, presuntamente implicado, al igual que el propio Elías Hobeika, en las matanzas producidas en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila en el ya lejano 1982.

 

Un ex – ministro de Líbano asesinado: Elías Hobeika.

El día 14 de septiembre de 1982, buena parte de la plana mayor del principal partido político cristiano libanés, en el que también militaban musulmanes, el Khataeb (o Falange Libanesa), fue masacrada en un atentado que también costó la vida del recién electo presidente libanés Basir Gemayel, hijo de su fundador Pierre. Se pensó, inmediatamente, en una autoría palestina del atentado. Hasta su llegada masiva, especialmente a partir de su derrota militar en Jordania, Líbano había vivido una difícil convivencia basada en el complejo equilibrio de sus numerosas comunidades religiosas. Los palestinos lo rompieron al apoyar a los partidos mayoritariamente musulmanes, autocalificados de “progresistas”, creando, además, un “estado dentro del estado”. En ese clima de paroxismo y extrema violencia, a lo largo de los días 16 a 18 del mismo mes, se consumó la tragedia en Sabra y Chatila.

El entonces jovencísimo Elías Hobeika era responsable del servicio de inteligencia del Khataeb, encargado además del enlace con las tropas judías que habían invadido medio Líbano. Con poco más de 25 años tenía que enfrentarse con los experimentados servicios secretos operativos en la zona: de Israel (empeñados en acabar con Arafat y la resistencia palestina del sur de Líbano), de Siria (que buscaba la anexión del Líbano en aras del sueño baasista de la “Gran Siria”), de Irán (que intentaba exportar su revolución, empezando precisamente en Líbano), así como los de Irak, Francia, Estados Unidos, Unión Soviética, etc. Ya hemos dicho que se pensó, inicialmente, en los palestinos como probables responsables del brutal atentado, pero, con los datos existentes hoy día, sabemos que el comando autor fue sirio. Dirigido por el capitán Naysif, habría colocado 50 kilogramos de TNT, suficientes para destruir todo el edificio ocupado por el estado mayor del Khataeb en Achafrieh. La orden habría partido del teniente coronel Mohamed Ganen, jefe de operaciones del servicio de información sirio en Líbano.

De esta maquiavélica forma Siria inició la estrategia expansionista del dictador Hafed al Assad: neutralizando a la principal fuerza libanesa enemiga de sus planes y debilitando a todos los contendientes, al apoyarlos sucesiva y alternativamente.

 

Elías Hobeika en la encrucijada libanesa.

En esas dificilísimas circunstancias, Elías Hobeika tuvo mucho que ver con lo ocurrido en Sabra y Chatila, matanza en la que participaron –se afirmó en su día- milicianos de la brigada Damour, formada, entre otros, por supervivientes del pueblo homónimo, cuya población cristiana había sido masacrada por la resistencia palestina en los inicios de 1976.

No es absurdo pensar, en este contexto, en la existencia de intereses israelíes detrás del atentado; pues al parecer Hobeika estaba animado a declarar “todo lo que sabía”, había manifestado poco antes a una delegación belga. Pero también pudieran estar implicados algunos de sus ex camaradas a los que traicionó en 1985 al pasarse con armas y bagajes al campo pro - sirio, lo que supuso un gravísimo enfrentamiento interno dentro de las Fuerzas Libanesas (milicias cristianas unificadas) del que salió triunfante, en enero de 1986, su subordinado Samir Geagea (único “señor de la guerra” responsable, de lo sucedido en ese largo y trágico periodo de la historia libanesa, que permanece, desde hace 8 años, encarcelado). También los sirios han podido aprovechar la coyuntura para eliminar a un molesto testigo de sus manejos. Los fundamentalistas islámicos, por su parte, lo odiaban, al ser uno de sus más claros opositores. Y, no olvidemos que los palestinos juraron vengar a sus muertos: una promesa a tener muy en cuenta.

La juventud de Elías Hobeika transcurrió en plena guerra civil libanesa. De no haber vivido en esas circunstancias, bien habría podido llegar a ser un tiburón de los negocios en la entonces “Suiza de Oriente Medio”, o un personaje relevante de la jet set local.

Inteligente, carismático, frío, implacable; no le faltó nunca un agudo olfato político, lo que pudo explicar, al menos en parte, su radical cambio de bando en 1985. Hasta tal punto era así que, para un sector nada desdeñable de la comunidad cristiana libanesa, Hobeika fue un “paraguas”, un interlocutor válido frente al todopoderoso “gendarme” sirio, hasta que también su estrella política dejó de brillar. No en vano, llegó a ser ministro en tres gobiernos de la reconstrucción, bajo la siempre atenta mirada del ocupante sirio que, recordemos, allí sigue…

 

Una antiquísima comunidad cristiana en peligro de desaparición.

En cualquier caso, Elías Hobeika permanecerá, al margen de sorpresas futuras, fatalmente unido a las incalificables matanzas de Sabra y Chatila. Sin embargo, éstas, injustificables en cualquier caso, parecen ocultar los sufrimientos de los cristianos de Líbano a lo largo de esa larga y terrible guerra que, casi, acarreó su desaparición como comunidad, una de las más antiguas de la cristiandad. No deja de ser paradójico que el país de Oriente Medio con un régimen democrático más homologable a los occidentales fuera Líbano; precisamente cuando los cristianos eran allí, todavía, mayoría. Hagamos un rápido balance de lo que supuso para aquélla (compuesta por poco más de un millón de personas), de fríos números que, sin duda, hacen estremecer:

-          53.000 muertos (90 % civiles).

-          670.000 desplazados (el número de los equivalentes musulmanes fue de 157.000, lo que parece significativo).

-          375 iglesias destruidas.

-           45 conventos destruidos y saqueados.

-           17 sedes episcopales arrasadas.

-          400.000 emigrados al extranjero.

-          Dos centenares de hospitales y colegios católicos destruidos.

Como en todas las guerras, ha sido el pueblo del Líbano, en su conjunto, el gran perdedor de ese terrible conflicto; en el que las potencias regionales (especialmente Siria, Israel, pero también Irán e Irak) intervinieron y manipularon a su antojo. Y con ese sufrimiento, que no es patrimonio exclusivo de ninguna de las comunidades libanesas, se esfumó el sueño de un Líbano unido, moderno e independiente, acariciado, entre otros, por el partido Khataeb y las criminalizadas Fuerzas Libanesas.

La “progresía” europea también tiene su gran parcela de responsabilidad. Apoyó, sin fisuras, a los partidos autocalificados “progresistas”, pese a que esa denominación encubría, casi exclusivamente, intereses de grupo y clientelas políticas de señores cuasi feudales… nada progresistas. Pudieron impulsar una solución imaginativa y alternativa en aras de la unidad, aconfesionalidad, democracia e independencia libanesas, por encima de fáciles etiquetas. Pero fueron presa de los tópicos derivados de sus prejuicios ideológicos sin considerar las funestas consecuencias, de ello, para las personas concretas.

Esa perplejidad y miopía políticas, que tan bien refleja la película con la que iniciamos este artículo, si se analizan a la luz de los hechos acaecidos realmente, tuvieron un gran peso en el largo conflicto libanés; siendo su mayor beneficiario el “gran hermano” sirio.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 54, febrero de 2002.

Revista E-cristians, Nº de 4 de julio de 2002.

La Iglesia católica y el Líbano.

     En Líbano radica una de las comunidades cristianas más antiguas: la Iglesia maronita. Pero, junto a ella, comunidades con otros ritos  también mantienen la presencia católica en esa castigada tierra.

 

            La Iglesia católica está presente en Líbano, además de la latina, por parte de comunidades de diferentes ritos orientales, siendo la maronita la más numerosa, habiendo marcado profundamente la historia de Líbano.

 

La Iglesia Maronita.

            La Iglesia católica tiene dos raíces. La occidental o romana, y la oriental. Dentro de esta segunda, cuatro son las sedes patriarcales que han marcado su historia: Jerusalen, Alejandría (Egipto), Antioquía de Siria y Costantinopla.

            Dentro del grupo de Iglesias que arrancan de Antioquía, existen dos grupos: sirio - occidental y sirio - oriental. La Iglesia Maronita forma parte del grupo sirio - occidental, siendo el siríaco su lengua litúrgica. Se integra, pues, de lleno en la tradición cristiana oriental, siendo su pueblo uno de los de raíces más antiguas de toda la cristiandad.

            La Iglesia maronita es la única de todas las orientales que ha permanecido en plena comunión con Roma durante todos estos siglos, pese a las tremendas pruebas sufridas por esta Iglesia por parte monofisitas, bizantinos, mamelucos y turcos.

            El nombre de esta Iglesia particular procede de San Marón, monje  anacoreta con fama de santidad mencionado por Juan Crisóstomo entre 404 y el 407. Muere en el año 410.

            Su estilo de vida, desarrollado entre su pueblo, causó profundo impacto, agrupando progresivamente a hombres y mujeres que, impresionados por su vida, originaron diversos monasterios. Con el transcurso de los años, los monasterios que arrancan de la experiencia de San Marón se federan, asentados la mayoría de ellos en las diócesis de Cyro y Alepo (Siria).

Con ocasión de las controversias teológicas generadas en torno a la persona de Cristo, los maronitas se posicionaron a favor del Concilio de Calcedonia, que reconocía la doble naturaleza humana y divina de la persona de Cristo. Los monjes de estos monasterios se enfrentaron, por ello, a los cristianos monofisitas, sufriendo numerosos mártires (los 350 monjes mártires).

A finales del siglo V, los habitantes de la montaña libanesa se convierten al cristianismo merced a la obra misionera de monjes maronitas.  Con todo, la más antigua iglesia maronita de Líbano conocida es Mar Mama, del año 749.

En los años siguientes, las relaciones con Bizancio se vuelven muy difíciles, llegando al enfrentamiento armado.

            Entre el 702 y el 705, los monjes de Bet Morún (valle del Oronte), monasterio que preside la federación maronita, eligieron a su primer Patriarca, Juan Marón, consagrando posteriormente obispos en su monasterio.

Varios Patriarcas residen en Kfarhay, conservándose el nombre de tres de ellos.

El monasterio de Bet Morún será destruido en torno al año 900.

El Patriarca Juan II se instala en Antioquía, regresando a los orígenes de esta Iglesia particular, donde todavía vivía un número importante de maronitas. Pero, dadas las dificultades que encontró, trasladó el patriarcado a Akoura (región de Biblos, en Líbano) hacia el año 938, territorio donde habían emigrado los maronitas en su mayor parte huyendo de las persecuciones musulmanas, si bien todavía permanecían algunas comunidades en Siria. Los Patriarcas, en número de 34 residirán allí hasta el año 1.440, desarrollando una vida austera y sin sede fija. A  finales del siglo XIII, un viajero occidental encuentra, incluso, un obispo maronita en Takrit (Mesopotamia).

            Durante tres siglos, los maronitas viven aislados del resto del mundo. Cuando llegan los cruzados, se sorprenden al encontrar una comunidad tan numerosa y piadosa, pues se les consideraba extinguidos. Con las Cruzadas, llega la presencia franca, acogiendo los maronitas del Líbano a los cruzados, iniciándose cierta latinización, construyéndose numerosas iglesias, estableciéndose unas extraordinarias relaciones, en particular a partir del viaje de San Luis de Francia. En 1.215, el Patriarca Jeremías de Amchite acude al Concilio de Letrán.

Pero al ser destruidos los reinos francos, los mamelucos (1.291) traen el desastre. Pese a ello, los franciscanos continuaron, desde 1.246, la comunicación entre Roma y Líbano.

Con los mamelucos, se sucedieron varias matanzas entre la población maronita, siendo algunos patriarcas vejados, perseguidos y asesinados. Así, Gabriel de Hjoula es quemado vivo en el año 1.367. Otros numerosos mártires le acompañarán: Abu Karam al Hadathi sería colgado de ganchos de hierro, en el año 1.640, Yunes Abu Risq es empalado en 1.697, Kanaan Daher es asesinado en 1.741. Y junto a ellos, una muchedumbre de mártires anónimos que en esos terribles años, testimoniarán con su vida y su muerte la fidelidad a Cristo.

            De 1.440 a 1.823, los Patriarcas residirán en Wadi Qannoubine, un profundo e inaccesible valle: un total de 24 patriarcas allí se suceden, residiendo en el Convento de  Nuestra Señora.

De un milenio de historia maronita, apenas quedan vestigios materiales: unas pocas iglesias, algunos nombres de autores, unos pocos restos históricos y algunos libros litúrgicos.

Cuando estallan las luchas entre los mamelucos, sunitas, y los habitantes chiítas de Líbano, los maronitas juegan un papel de intermediación, que proporcionará al pueblo maronita respeto y cierta tolerancia..

            En 1.516, Líbano cae, al igual que todo oriente, en manos turcas, prolongándose la ocupación hasta el año 1.918.

            Bajo dominio turco, los maronitas, aliados de los drusos (una secta herética chiíta establecida en las montañas del Chouf libanés desde el siglo XI), consiguen una cierta autonomía.

Las relaciones con Roma persisten, fundándose en 1.548 el Colegio Maronita, que tendrá una enorme importancia en la cultura maronita y en la vida de otras comunidades cristianas de oriente medio. En concreto, en los siglos XVII y XVIII, algunas comunidades de esas iglesias particulares  retornan a Roma, creándose patriarcados católicos: el caldeo, melkita, sirio y armenio.

            En 1.580 y 1.596 tuvieron lugar dos sínodos muy polémicos, al forzar cierta latinización muy discutida.

            En 1.626 llegan los capuchinos a Líbano. En 1.635 lo hacen los carmelitas. Los jesuítas se instalan en 1.656.

El Patriarca Duhaihy (1.630 a 1.704) es la figura más relevante de ese periodo de la historia maronita. Formado en el colegio romano, desarrolla estudios de historia, teología, apologética, liturgia, música. Reformará las órdenes religiosas maronitas, creándose la primera orden maronita en 1.694: los Antoninos. Y a esa tremenda actividad, unirá una santidad modélica.

            Los años siguientes, traerán una intensa vida religiosa.

            El Colegio Romano maronita es destruido por Napoleón en 1.808. En su lugar son creados seminarios en Líbano, como el de Ain Warqa (1.818).

            En 1.823 el Patriarca se traslada a Dimane en verano y a Bkerké en invierno. Desde entones, nueve han sido los patriarcas que se han sucedido, siendo la independencia de Líbano una de sus preocupaciones principales.

A mediados del siglo XIX, el pacto druso – maronita se rompe, iniciándose nuevas persecuciones, que culminarán en 1.860, finalizando con la intervención internacional de Napoleón III. Se inicia, a raíz de la matanza de 1.860, el camino masivo de la emigración.

            Con la primera guerra mundial, casi un tercio de la población muere por el hambre causado por el bloqueo y la violencia. A su finalización, la unión entre las 17 comunidades religiosas presentes en Líbano parecía imposible. Sin embargo, dado el prestigio del Patriarcado maronita, todas esas comunidades delegan en el Patriarca Elías Hoayek su presencia en el Congreso de Versalles, donde reclamará la independencia para el Líbano. Finalmente, por acuerdo de la Sociedad de Naciones, Líbano quedará bajo mandato francés.

En los años siguientes, la influencia religiosa latina se hace más evidente, lo que provocará cierta reacción en defensa de la identidad maronita.

            Tras la segunda guerra mundial, llega la independencia, que merced al pacto nacional, consigue cierto equilibrio entre las comunidades religiosas presentes, roto en 1.975 con el inicio de la guerra civil, lo que será causa de nuevo para la emigración de cientos de miles de maronitas.

            La Iglesia maronita, en la actualidad, se enfrenta a un triple reto: la emigración, la presión musulmana y la secularización, que también está afectando profundamente a esta Iglesia particular.

 

La espiritualidad maronita.

            La pertenencia a las Iglesias arameas ha determinado la espiritualidad maronita, así como las persecuciones y su fidelidad a Roma.

            Gracia al idioma común de todas las iglesias arameas, el siríaco, los intercambios culturales con las demás iglesias locales no cesaron nunca.  Por ello, la espiritualidad maronita es jurídicamente antioqueña y culturalmente aramea. Mientras que Roma y Bizancio formaron imperios, las iglesias arameas no lo consiguieron nunca, perpetuando en su fracaso temporal el experimentado por el propio Cristo.

            Hasta la conquista musulmana, los maronitas vivieron del legado antioqueño. Al haber roto con Bizancio, se mira a Roma, ampliándose la influencia latina desde las cruzadas.

            Son muy numerosos los autores libaneses que a partir del siglo XVI destacan: Ibn al Qilá´i, Gaspar de Chipre, Gabriel Sionita,Víctor Shalaq, Isaac Shidraoui, José al-Báni, Ibrahim al Samráni, Yuasáf al – Dibsi, Abdal-Masih Libyán, Jacques Arouiin, Germanos Farhat, Pedro Touláoui, André Scandar y otros muchos.

            Especialmente en la segunda mitad de XIX, los religiosos latinos  miembros de órdenes docentes, se extienden por todo Líbano, aumentando su influencia y la latinización, incorporando a las devociones libanesas, las postridentinas de Europa.

            En cualquier caso, las aportaciones latinas son tardías, sin ahogar la específica espiritualidad maronita, alimentada en sus orígenes por tres fuentes.

            La primera fuente es la eclesiástica. Los primeros maronitas vivieron sin una regla escrita, pues los ancianos son en sí mismos la ley. En los orígenes, no existe diferencia entre laicos y clérigos, ni entre cenobitismo y anacoretismo. Todos están llamados al mismo ideal.

            La segunda fuente específica es la liturgia, cuyo fondo es común a toda Siria. El ordo y los textos, los ritmos, etc., son idénticos al resto de las iglesias sirias, procedentes del patriarcado antioqueño.

            La tercera fuente es la monástica. Ya hemos visto que la Iglesia maronita nace de los monasterios. Durante siglos esta Iglesia es conducida por monjes. Ser monje significaba vivir de forma más radical el mismo ideal que el resto del pueblo. Así, el mismo pueblo vive la liturgia, es austero, practica ayunos y reza las horas canónicas. Esta comunidad parece fuera una gran abadía con numerosas fundaciones, formando el pueblo que vive en torno a la misma, una especie de tercera orden.

 

Organización.

            La comunidad maronita, extendida actualmente por muchos países,  es liderada por el Patriarca Nasrallah Sfeir. Cuenta con varias Diócesis en Líbano, así como Eparquías (obispados) en la diáspora: 2 en EE.UU., 1 en Alemania, 1 en Argentina, 1 en Brasil, 1 en Canadá, 1 en Chipre, 1 en Siria y 1 en Alejandría.           

            Numerosas escuelas en sus diversos niveles, y una universidad en Beirut, son las aportaciones de esta Iglesia particular a la educación de su patria, atendiendo a católicos y alumnos de otras confesiones religiosas.

            Diversos hospicios, dispensarios y otras obras sociales, son desarrolladas también por los cristianos maronitas de Líbano.

            Otro factor importante en la vida maronita es la relativa a las órdenes religiosas.

Los monjes maronitas han configurado desde sus inicios –ya lo hemos visto- la identidad de esta Iglesia particular, hasta el punto de que es la única iglesia particular cuyo nombre es dado por un monje.

            La vida eremítica originó pronto formas comunitarias de vida, dotándose de reglas de vida y de órdenes propias.

            En la actualidad varias son las órdenes religiosas nacidas de la vida maronita, entre las que mencionaremos, por su tradición e incidencia en la comunidad maronita, las siguientes:

1.      Monjes Libaneses.

2.      Mariamitas (antes, Alepinos).

3.      Antoninos.

4.      Congregación de los Misioneros Libaneses Maronitas (“kraimistas”, pues es en Kraim donde se estableció el primer convento de la orden, en un anterior armenio católico). Hoy día están presentes en una docena de países, en los que residen importantes comunidades maronitas en la diáspora.

 

Los santos maronitas.

            De la profunda y difícil vida y de la espiritualidad de la Iglesia Maronita, y sin olvidar a los millares de fieles que dieron su vida por la fe, un importante elenco de santos y beatos maronitas es la aportación de esta Iglesia particular a la Iglesia universal. Veámoslos.

-         San Marón. Fundador de la comunidad maronita. Se celebra el 9 de febrero.

-         Santos Liminaus y Santiago; Santas Marina, Domnina y Cora. Discípulos de San Marón.  Festividad del 17 de julio.

-         Los 350 monjes mártires degollados en el año 517 por sus enemigos monofisitas. Su fiesta se conmemora el 31 de julio.

-         San Juan Marón. Primer Patriarca maronita, monje obispo de Batrun y Monte Líbano, entronizado en el 685. Se celebra el 2 de marzo.

-         Mártires Masabki, Francisco, Abdulmoti y Rafael. Son los llamados  “mártires de Damasco”, junto a 10 franciscanos asesinados el 10 de julio de 1.864. Se celebra el domingo siguiente al 10 de julio.

-         Beato Namtala El Hardini. Monje maronita, maestro de San Charbel Majluf. Su fiesta se celebra el 14 de diciembre.

-         San Charbel Majluf. Ermitaño maronita fallecido el 24 de diciembre de 1.898. Admirado por muchos y con devotos por todo el mundo. Se celebra el tercer domingo de julio.

-         Beata Rafca. Monja maronita. Se celebra el 23 de marzo.

 

Otras Iglesias católicas en Líbano.

            Además de la comunidad maronita, otras comunidades católicas están presentes en este país.

 

- Iglesia Armenia Católica. Casi un 6% de la población libanesa es de origen armenio. La mayoría es ortodoxa y una minoría es católica. Actualmente, 8 parroquias atienden a unos 30.000 fieles armenios católicos. Está presente con conventos y varios colegios.

 

- Iglesia Caldea Católica. En 1.551 es reconocido por Roma Juan Simón SOULAKA como Patriarca de los Caldeos católicos. Pero hasta 1.830, en que Pío VIII confirma en el patriarcado a Juan HORMIZD con el título de Patriarca de Babilonia de los Caldeos, no se consolida esta comunidad oriental. Actualmente hay dos parroquias en Beirut y una en Zahle, que atienden a unos 10.000 fieles. Su presencia arranca en Líbano de 1.895, al escapar de las persecuciones de turcos y kurdos.

 

- Iglesia Copta Católica. Su origen es el Patriarcado de Alejandría. Los pocos cientos de coptos de origen que egipcio residen en Líbano son atendidos en una parroquia radicada en Beirut.

 

- Iglesia Greco - Melquita Católica. La Iglesia Melquita no es una Iglesia nacional, sino particular, arrancando su idiosincracia de la fidelidad al Emperador de Bizanzio (“melk”, en siriaco es emperador, término con que sus enemigos monofisitas les denominaron de forma despectiva) y a los 7 primeros Concilios Ecuménicos. Actualmente, sus integrantes son árabes. En Líbano existen una docena de lugares de culto abiertos para esta comunidad.

 

- Iglesia Siriaca Católica. Tiene el mismo rito y la misma liturgia que la Iglesia Siriaca Ortodoxa, habiéndose unido a la Iglesia Católica en 1.783. Una única diócesis agrupa en Líbano a unos 30.000 fieles.

 

- Iglesia Latina. Apenas 14.000 fieles pertenecen a la Iglesia latina que, arranca hoy día, fundamentalmente, de las obras educativas y hospitalarias de las órdenes religiosas procedentes de Europa. Pese a su escaso número, gracias a su importante labor educativa, social y hospitalaria, es una Iglesia muy influyente. Alrededor de 111.000 alumnos acuden a sus 155 escuelas. Existe una Universidad católica, dirigida por los jesuitas. 25 horfanatos. Una veintena de hospitales y asilos. 34 dispensarios. 9 parroquias, unas 200 casas de religiosas y religiosos, numerosos movimientos laicales. Todo ello da fe de su importancia.

 

La Escuela católica.

Aquí hablaremos, brevemente, de la escuela católica, tanto maronita, latina, como de las demás comunidades católicas presentes en Líbano.

Las órdenes europeas latinas llegaron a Líbano, como lógica respuesta a las necesidades de los católicos libaneses y para frenar la presencia protestante, creando una importante obra educativa que todavía hoy pervive.

Formalmente, la educación católica arranca del año 1.624. Pero es en el siglo XIX cuando numerosas órdenes docentes europeas, sobre todo francesas, se instalan en Líbano.

            La enseñanza católica, presente en todo el país, agrupa hoy día a unas 325 escuelas pertenecientes a diversos Patriarcados, diócesis, órdenes religiosas. Unos 220.000 alumnos estudian en esas escuelas, de la mano de algo más de 12.000 profesores.     

            Ello representa un 30% del total del alumnado de todo Líbano, mientras que la enseñanza estatal agrupa en torno al 34%. El 36% restante, está en manos de diversas iniciativas musulmanas, laicas y cristianas no católicas.

            Un 26% de los alumnos de las escuelas católicas no son cristianos. Unos 60.000 alumnos acuden de formas gratuita y otros 32.000 se acogen a becas.

            Los idiomas en que se imparte la enseñanza son el árabe, el francés y, en menor medida, el inglés.

Varios son los problemas con los que se encuentra esta obra educativa de la Iglesia católica, en buena medida, iniciativa de la Iglesia Latina.

La mayor dificultad es la inflación, que constituye un problema general en la sociedad libanesa, causada en buena medida por el desarrollo económico generado por la reconstrucción.

Una segunda dificultad se deriva de las relaciones con el Ministerio de Educación Nacional, empeñado en un intervencionismo sobre todo de carácter económico, en toda escuela privada.

La tercera dificultad deriva de los enormes daños sufridos a causa de la guerra civil (1.975 a 1.990), que todavía se arrastran en diversos ámbitos de la enseñanza.

            Un objetivo importante, hoy día, de la educación católica es favorecer la permanencia de los libaneses en su tierra, en un intento de freno de la tremenda emigración experimentada desde el siglo XIX.

            Por último, señalaremos que otras dificultades, crecientes por cierto, son, y ya con un carácter que afecta a toda la sociedad libanesa: el fundamentalismo islámico y el monolingüismo.

            De las 5 universidades presentes en Líbano, dos son católicas: la de San José (jesuitas) y la del Espíritu Santo de Kaslik (maronita).

 

La diáspora maronita.

            Con los cruzados en retirada, varios grupos de maronitas les siguen. De los que acompañaron a los hospitalarios a Rhodas y Malta, no queda vestigio. Pero de los que acompañaron a los cruzados a Chipre, sobrevive una pequeña minoría que llegó a sumar 72 pueblos, masacrados en gran parte a raíz de la ocupación turca.

En el siglo XIX, como consecuencia en parte de las masacres que se inician en 1.858, la emigración masiva se plantea entre los cristianos maronitas como una salida digna para garantizar el futuro de sus familias.

            Actualmente, casi 4 millones de personas en todo el mundo descienden de los emigrantes maronitas, siendo especialmente numerosos en Argentina, Canadá, Estados Unidos, Francia. En España son poco numerosos, pero ello no ha impedido que sea nombrado, recientemente, un visitador apostólico para atenderlos espiritualmente.

A Argentina se dirigieron las primeras familias emigrantes ya en 1.860, donde fueron acogidas por una población mayoritariamente católica, sin traumas. Actualmente viven unas 600.000 personas de origen maronita. Para su atención espiritual y el mantenimiento de su identidad litúrgica, existe desde 1.990 una Eparquía con 4 parroquias: San Marón de los maronitas de Buenos Aires.

Ya hemos mencionado en otro apartado que son en torno a la decena las Eparquías establecidas en varias grandes ciudades de todo el mundo.

            Incluso una de las órdenes religiosas maronitas actualmente existente, fue fundada con el carisma específico de atender a las maronitas de la diáspora y fomentar la educación católica, ya a mediados del siglo XIX: los “kraimistas”.

            Recientemente, algunas autoridades maronitas se quejaban en el sentido de que la identidad maronita en la emigración se pierde, en muchos casos, a partir de la segunda generación; en contraste con las comunidades armenias en el exilio, que mantienen fuertes lazos e importantes obras comunitarias y educativas también a lo largo del tiempo.

            Son numerosas, en cualquier caso, las fundaciones, centros educativos, ligas, asociaciones de muy diverso tipo, fundadas por los católicos libaneses, con el doble objetivo de salvaguardar la identidad maronita en la diáspora y apoyar a los libaneses que siguen viviendo en Líbano entre tantas dificultades.

 

Comentario final.

            La Iglesia maronita constituye, hoy día, una realidad viva y dinámica, no ya sólo en su solar original, sino también en otras partes de todo el mundo. Su historia es un testimonio vivo de fidelidad, perseverancia y martirio, ejemplo para toda la Iglesia católica.

Por todo ello, es responsabilidad de los católicos el apoyo activo a los maronitas libaneses que resisten en esa tierra regada con la sangre de sus numerosos mártires, que son también de toda la Iglesia Universal.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 35, julio-agosto de 2000

La retirada israelí del sur del Líbano.

     Israel se ha retirado, de forma precipitada y antes del plazo establecido, del sur del Líbano. ¿Qué ha pasado realmente? ¿Qué consecuencias se derivan de ello?

 

Una retirada precipitada.

            El pasado día 23 de mayo Israel ha abandonado, de forma precipitada y poco clara, el territorio de casi 1.000 kilómetros cuadrados que ocupaba en el sur del Líbano, culminando la operación en la madrugada del día 24. Tal proyecto ya había sido comunicado a Naciones Unidas, estando previsto su culminación para el 7 de julio.

Israel ocupaba el sur del Líbano de forma permanente desde 1.978 aunque, a lo largo de todos estos años, se produjeron  modificaciones territoriales en función de la coyuntura militar. El objetivo de la ocupación era puramente defensivo: El prevenir ataques armados de los radicales palestinos y, posteriormente, de la llamada “Resistencia Islámica” (la milicia del partido integrista chiíta libanés Hezbolláh) contra las poblaciones judías de la Alta Galilea. Con ello se establecía una “franja de seguridad” entre ambos Estados.

En esta ocupación, Israel se ha apoyado en el “Ejército del Sur del Líbano” (ESL), una fuerza auxiliar de unos 2.500 hombres, cristianos maronitas, chiítas y drusos; organizada ya en 1.978, a partir de algunos mandos desertores del ejército regular libanés. Su primer responsable fue el coronel Saad Haddad, ya fallecido. Es conocido que el ESL estaba por completo financiado y armado por Israel, actuando en conjunción con el Tsahal (ejército judío).

Los chiítas del ESL se han entregado a las milicias de Hezbolláh, mientras que los drusos y cristianos, en buena parte, lo han hecho al Ejército regular libanés. Los oficiales y parte de los milicianos cristianos, así como muchos de sus familiares directos, han sido acogidos en Israel (en total unas cinco mil personas). Unos 400 de ellos serán admitidos en Alemania en los días próximos, previo acuerdo con Israel, según anunciaron fuentes gubernamentales teutonas. Hassan Nassrala, Secretario General de Hezbolláh (el principal partido chiíta libanés) había anunciado un baño de sangre entre los “colaboracionistas”, lo que de momento no se ha confirmado, si bien se desconoce la suerte de varios cientos de prisioneros del ESL. Por otra parte, todos los integrantes del ESL están juzgados por el Estado libanés por el delito de traición; condenados a muerte sus dirigentes y a largas penas de prisión el resto de integrantes de la milicia.

            En un intento desesperado por remediar lo inevitable, el actual máximo dirigente del ESL, el general retirado Antoine Lahad, había propuesto al Gobierno libanés la aplicación a sus hombres de las medidas de gracia empleadas, al término de la guerra civil libanesa,  a todos los contendientes en la misma, excluyéndose él mismo. Tal propuesta no fué  aceptada.

Este pequeño territorio libanés está habitado por una población en un 60 % chiíta, un 30 % cristiana, un 9 % drusa y 1 % siria.

 

La Resolución 425 del Consejo de Seguridad.

La ocupación permanente del sur de Líbano había dado lugar a la Resolución 425 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 1.978, que acordaba el total abandono del territorio libanés por parte de Israel, lo que no se había realizado. Israel ha abandonado también el sector libanés de las llamadas “granjas de Chebaa” (el 90 % correspondería a Siria), por lo que ha podido afirmar que dicha resolución 425 ya se ha acatado en su totalidad. Sin embargo, la Presidencia libanesa ha considerado, en un comunicado hecho público a mediados de junio, que Israel no ha abandonado completamente suelo libanés, pues lo ha hecho sólo hasta la llamada “línea azul” que en su día estableció Naciones Unidas y que, a su juicio, no corresponde a las fronteras internacionalmente reconocidas.

            En el actual contexto internacional, Israel habría estado interesado en que el abandono se hubiera producido en el marco de unas conversaciones globales con Siria y Líbano y coordinado con las fuerzas de Naciones Unidas presentes en la zona. Pero ello no ha sido posible. En parte por la presión de Hezbolláh, se ha precipitado en la salida, provocando el desmoronamiento acelerado de su milicia aliada, proporcionando una imagen de falta de previsión y debilitando su posición en unas hipotéticas negociaciones de paz con Siria. Por ello, se ha dicho que Israel gana las batallas en el terreno militar, pero las pierde en el político.

            Es importante destacar que el Gobierno libanés, con la excusa de que Naciones Unidas no le había notificado la retirada, y que la misma sólo se ha verificado hasta la “línea azul”, no ha participado en la recuperación del sur de su territorio, dejándolo en manos de la milicia integrista. Hasta el día 25 de mayo no se movilizó, desplegando entonces apenas un centenar de policías en algunas aldeas de mayoría cristiana. Y en esa decisión de no ocupar el sur, Siria no parece haber sido ajena. Lo que confirma la debilidad y dependencia del Gobierno de Beirut. De hecho, todavía no ha entrado en la zona su Ejército regular, habiéndolo hecho exclusivamente esas pocas fuerzas de policía.

 

Las negociaciones de paz con Siria: debilidad de Israel.

            En la política interna de Israel, la retirada militar de Líbano era una de las más importantes promesas efectuadas por el Partido Laborista, hoy día en el poder, en las últimas elecciones generales. Igualmente, esa medida era demandada con insistencia por los sectores pacifistas judíos (“Paz ahora”) y por los demás partidos políticos de tendencia izquierdista. No en vano, la intervención en Líbano ha provocado más de 1.200 muertos en las filas del Tsahal a lo largo de estos años.

            Y en el plano internacional, con el abandono se pretendía dejar libre el camino a un posible acuerdo de paz con Siria.

Pero el camino no parece fácil.

Sin duda, el futuro de la milicia de Hezbolláh será una baza en las futuras negociaciones de paz entre Siria e Israel, asignatura pendiente del laborismo israelí y del fallecido líder sirio Hafez Al Assad.

La negociación parece clara: devolución de los Altos del Golán a Siria a cambio de un Tratado de Paz y garantías por este país de que cesarán los ataques armados contra Israel desde suelo libanés.

En tanto se llega a ese previsible acuerdo, Naciones Unidas debiera hacerse cargo de la franja sur mediante los efectivos de FINUL, tal como había adelantado el primer ministro libanés Salim Hoss. Así, el pasado día 27 de mayo, las primeras tropas de FINUL entraron en la franja sin encontrar oposición armada, aunque sí mucho recelo entre la población civil.

 

La muerte del Presidente sirio.

Otro factor ha abierto nuevas expectativas e incertidumbres  en el futuro de la región. El día 10 de junio falleció el Presidente sirio Hafez Al Assad mientras hablaba por teléfono. Dado su delicado estado de salud, había designado a su hijo Bashar como su sucesor, realizando diversos movimientos en ese sentido. Pero la muerte, inesperada, ha hecho que esa obra quedara inconclusa, precipitando los acontecimientos.

Su hijo Bashar, reconocido ya como sucesor por el Ejército, intenta consolidar su liderazgo. Así, se han realizado algunas reformas constitucionales. Además, el día 18 de junio ha sido elegido Secretario General, por el noveno congreso del partido BAAS que se ha reunido por primera vez en 15 años, y nominado candidato a la Presidencia de Siria. Su candidatura deberá ser avalada por el Parlamento el día 25 de junio y ratificada, posteriormente, mediante referéndum popular.

            El joven e inexperto Bashar tiene, ante sí, varios retos.

            En lo que se refiere a la política interior, deberá en primer lugar consolidarse en el poder, lo que de momento parece estar logrando gracias al apoyo de los más directos colaboradores de su padre. Una vez logrado lo anterior, deberá afrontar la modernización del país, que atraviesa una profunda crisis económica.

            Por lo que se refiere a la política internacional de Siria, deberá diseñar una nueva estrategia encaminada a la recuperación de los Altos del Golán, actualmente en manos israelíes.

            Señalaremos que ha sido Ministro para Asuntos del Líbano, bajo la dirección de su padre, dando muestras de moderación y pragmatismo. Las relaciones con Líbano son un elemento fundamental de la política del régimen sirio, constituyendo este pequeño país, en la actualidad, una imprescindible fuente de ingresos. Por todo ello deberá, en un plazo breve de tiempo, aclarar sus intenciones hacia Líbano. De momento Amal y Hezbolláh (los partidos chiítas libaneses) han manifestado su total apoyo al nuevo líder.

 

La situación real de Líbano.

            Con la retirada israelí, Líbano no recupera su soberanía, aunque así se aparente. Y para sostener tal afirmación, en contra de las apariencias formales, nos basamos en tres motivos:

 

1.- Un “Estado palestino dentro del Estado”. Continúan viviendo unos 350.000 palestinos, que cuentan con su propia organización, al margen del Estado libanés. Según diversos medios periodísticos desplazados a la zona, los grupos guerrilleros palestinos, radicados en los campamentos de refugiados del sur de Líbano, se están entrenando de nuevo, habiendo obtenido nuevo armamento.

 

2.- La presencia militar siria, cifrada en unos 35.000 hombres que controlan de hecho todo el país, salvo esa pequeña franja del sur ahora en manos de Hezbolláh.

 

3.- Hezbolláh. Es una incógnita, por otra parte, si Siria desarmará a Hezbolláh, o permitirá que esa milicia integrista, la única que persiste en todo Líbano, continúe con sus periódicos ataques a la alta Galilea israelí. No olvidemos que Hezbolláh es el partido más votado en las últimas elecciones legislativas libanesas; por lo que en estas circunstancias, su posición se fortalece cada día. Si el Gobierno libanés, con el beneplácito sirio, decidiera un día desarmar a los integristas, se correría el riesgo de un nuevo enfrentamiento civil. La alianza Siria – Hezbolláh no puede ser duradera. Su coalición ha sido circunstancial: Les unía el odio al  enemigo judío. Pero el partido BAAS, en el poder en Siria, tiene planes para el Líbano en el que difícilmente entra Hezbolláh. Por otra parte, el BAAS es un partido laico y no confesional, mientras que Hezbolláh es un partido chiíta integrista, siendo Irán su fuente de inspiración.

 

            Líbano es un Estado soberano formalmente, pero en la práctica es un protectorado sirio, materializado mediante el “Tratado de fraternidad, cooperación y coordinación” de mayo de 1.991“ y el “Tratado de defensa y seguridad” de septiembre del mismo año, que legitimaron la presencia militar siria. Por otra parte, varios cientos de miles de sirios trabajan en el Líbano de la reconstrucción, proporcionando a Siria importantes ingresos económicos, fundamentales para su pobre economía. Ello se reforzará, aún más,  mediante la futura unión aduanera con Siria.

            La resolución 520 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas establece el abandono de suelo libanés de TODAS las fuerzas extranjeras, haciendo referencia a la presencia militar siria. Pero no parece exista voluntad internacional en su exigencia, al menos de momento.

 

La situación de los cristianos.

En el nuevo orden mundial cuenta más el equilibrio entre las potencias regionales Siria e Israel que la pervivencia del Estado libanés, convertido en moneda de cambio en las difíciles relaciones entre ambos estados. En este complejo puzzle de oriente medio, en que una pieza modifica el equilibrio de las demás, la minoría cristiana, la más débil de todas las presencias de la zona, se ha visto de nuevo profundamente afectada.

Ello no ha impedido que desde algunos sectores de la sociedad libanesa (medios de comunicación, políticos cristianos, parte del mundo universitario) se hayan elevado voces pidiendo, en particular desde el abandono israelí del sur, que Siria se retire del Líbano.

Es comprensible, en este complejo contexto, que sea la de Juan Pablo II una de las pocas voces elevadas en defensa de la población cristiana del sur de Líbano ante la retirada israelí y el avance de los integristas.

La rápida visita, realizada el día 25 de mayo, del Ministro de Asuntos Exteriores de Irán al sur de Líbano y su invocación del papel de todos los libaneses, musulmanes y cristianos, en la victoria sobre Israel, parece un indicio de la efectividad de las peticiones del Santo Padre.

           

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 34, junio de 2000