Estrategias populistas para España. La irrupción de VOX (9)
¿Por qué este sector, de la derecha radical/populista, no ha logrado configurarse como alternativa en España? ¿Por qué ha permanecido fragmentado y sin peso alguno? ¿Qué pudo influir en esta “excepción” española? ¿Se ha ejercitado en este sector la necesaria autocrítica que toda acción política, como humana que es, requiere para perfeccionarse? Todas estas preguntas, y otras muchas análogas, están orientadas hacia tácticas y estrategias políticas concretas; ya sean analizadas desde dentro o desde fuera del sector. Así, de la autocrítica se da paso a la crítica general, -factores internos y externos-, de ahí al estudio de la situación actual y de ésta, a unas prospectivas de futuro tan inciertas como cuestionables. Pero trataremos de aportar, al menos, algunas claves que pudieran iluminar, parcialmente, este proceso de análisis. Una reflexión que entendemos urgente, no en vano la irrupción de VOX, de la mano de Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara a mediados de este mes de enero, constituye un revulsivo en toda esta área; incluso aunque fracase a corto plazo.
El poroso y plural sector que venimos retratando en esta serie de artículos, ha sido poco dado a la autocrítica constructiva; por el contrario, le ha caracterizado una reiterada censura destructiva “de cafetería” carente de rigor, los cenáculos disidentes, las críticas tremenditas en charlas de bares y alrededores de los locales donde se desarrollaban mítines y congresos, las acusaciones de infiltración al servicio de los centros de inteligencia estatal… Excepciones, por supuesto, las ha habido.
Fue el caso de la tendencia falangista Alternativa Vértice, que optó a la Jefatura y peleó legalmente por la dirección de FE de las JONS con miras al VII Congreso Nacional de esa formación, allá por 1998 y 1999; elaborando una autocrítica y unas propuestas constructivas y de apertura intelectual y política inusuales en aquellos ambientes y que, una vez derrotada, desapareció como tal.
También se encuentra en numerosos textos autocríticos elaborados por diversos autores que, en un momento u otro, confluyeron en el equipo de redacción de la revista digital Arbil; en la perspectiva de una derecha social, de raíz católica, que, despegada de un modelo nacional-católico enterrado por la Historia, se inspiró en esa singladura en el Magisterio de Juan Pablo II. Una navegación exploratoria de nuevas vías para un catolicismo social en transición y profundos cambios de base teológica y recambio orgánico y generacional; y ello en el campo cultural, la defensa de la vida, la acción política, la investigación histórica…
Con todo, no es imprudente señalar que, a lo largo de las últimas décadas, el doctrinario que “desde dentro” más ha destacado y persistido en el intento de elaborar un “corpus” ideológico coherente y holístico -así como un conjunto de directrices tácticas variables- acaso haya sido el histórico militante y prolífico escritor Ernesto Milá.
1.- La necesaria autocrítica.
Ya en 1984, Milá elaboró un opúsculo titulado Un futuro alternativo para las fuerzas nacionales, en el que establecía los mínimos de una formación con vocación de futuro; texto equivalente en España –salvando las distancias- al mítico Orientaciones del italiano Julius Evola, quien ha apadrinado intelectualmente buena parte de las tácticas seguidas por el neofascismo y la derecha tradicionalista italiana -tanto la parlamentaria, como la extraparlamentaria- llegando sus influjos al ya desaparecido partido monárquico (PDUMNI), integrado finalmente en el añorado MSI-Derecha Nacional, e incluso al Partido Liberal Italiano (PLI).
Desde una perspectiva ideológica heredada del citado Evola, Milá partía de un análisis de contexto de la crisis nacional y mundial del momento, proponiendo a la derecha radical española una estrategia y táctica que, rechazando el “golpismo” propugnado por algunos sectores por aquellos años, trabajara a largo plazo, creando espacios de “contrapoder”, consolidando un liderazgo operativo, unas nuevas modalidades de militancia sectorial y dotándose de medios materiales.
También, de 1984, es suya la más notable autocrítica realizada a las denominadas Fuerzas Nacionales, lo que concretó en su texto Ante la disolución de Fuerza Nueva: el por qué de una crisis. En él repasaba –según su peculiar criterio- las carencias de corte ideológico, la crisis endémica de su clase dirigente, la indeterminación de los objetivos políticos, la inexistencia de una estrategia adecuada -al carecer de los anteriores- y, a resultas de todo ello, las deficiencias tácticas inevitables que anularon los modelos organizativos practicados. Tales análisis los concretaría, aún más, en el documento que elaboró para el congreso de lo que fuera efímera sección juvenil de Juntas Españolas, Patria y Libertad, fechado el 20 de mayo de 1984. Este autor se integraría, posteriormente, en otros proyectos: Democracia Nacional y España 2000. Otros textos suyos son: Falange: una reflexión crítica sobre el pasado y el futuro del Nacional-Sindicalismo de 2009, Manual del candidato, fechado en 2011, e Identidad, patriotismo y arraigo en el siglo XXI, de 2012.
Seguramente, algunas voces acreditadas del área populista alegarán que Milá no ha obtenido éxitos políticos relevantes: lo que es cierto. Pero el suyo ha sido un trabajo doctrinario y analítico. No era el líder de ninguna de esas formaciones, al menos desde mediados de los años 80. Aquí radica uno de tantos errores del área: las leyendas negras sobre determinados personajes. Y también, la confusión de roles a la que Milá quiso poner orden: el intelectual que quiere organizar un partido; el activista nato que redacta sesudos manifiestos electorales; el economista que quiere dirigirlo; el historiador que reparte cargos; el teólogo que educa a los jóvenes en la acción política moderna… en lugar de trabajar cada uno en lo que mejor está dotado. La razón de tal confusión: ¿la urgencia, el protagonismo, las carencias del área… todo ello? Milá renunció hace años a liderar nada. Y sus propuestas casi nunca se aplicaron. Ahí radica su mérito y su drama.
Para entender la permanente crisis de este sector, además de las fuentes internas mencionadas previamente, son de interés los trabajos realizados por dos historiadores especializados: Xavier Casals, experto en la extrema derecha española y autor de numerosos libros y su excepcional blog sobre extremismo y democracia, y Ferran Gallego Margalef, autor de numerosos libros sobre el fascismo en su dimensión mundial. Ambos profundizan y narran detalladamente, en todos esos aspectos organizativos en su discurrir histórico, a los sucesivos grupos del área.
Si tal ha sido incapaz de articular en España una organización predominante y referencial, como acaece en la mayoría de países europeos, conforme su idiosincrasia, es debido a una maraña interrelacionada y retroalimentada de condicionamientos externos e internos. Veámoslos sumariamente.
2.- De las variables externas de la excepción española debemos señalar, sintéticamente, las que siguen.
.- El verdugo D’Hont. El desarrollo legislativo electoral español ha privilegiado a las grandes formaciones: bien de ámbito nacional, bien autonómico. Siendo un sistema intencionadamente mayoritario, la casta política se ha servido del mismo para blindarse, repartirse las cuotas de poder e impedir el acceso a la arena pública de nuevas formaciones; facilitándose su mixtura con opacos intereses económicos y de poder ajenos a la ciudadanía que les vota reiteradamente. No obstante, no es lo mismo, pues, precisar de un 3%, o un 5%, para acceder a una institución pública. Así, es más sencillo acceder a pequeñas localidades vía ayuntamientos, que a los parlamentos autonómicos y nacional. No digamos, ya, al Senado. Las elecciones europeas proporcionan, en su caso, una pequeña brecha a esta realidad tan impermeable, pero requieren en torno a 300.000 votos (según el flujo final de votantes) para conseguir acta.
.- Apagón informativo. El populismo sólo es noticia en negativo: por su supuesta o real asociación a la violencia; escándalos familiares y sexuales; transfuguismo con detalles morbosos y escarnio de concejales electos por Plataforma por Cataluña, por ejemplo; presuntas conspiraciones crónicas en el tiempo y muy determinados medios sensacionalistas… Los medios de comunicación, en su práctica totalidad, incluso los de capital procedente de familias y grupos empresariales tradicionalmente conservadores, no son una excepción. Esta dificultad, en cualquier caso, es común a otras experiencias europeas. Pero, de asumir este hecho, a echar la culpa a los obispos, o a la COPE, o a Intereconomía, de los males sufridos, o valorar otras variables, existe un espacio para el ejercicio de la autocrítica raramente ejercido.
.- Criminalización mediática. Vinculada con la práctica anterior, los mass-media no sólo callan, sino que toman partido virulentamente: auténticas campañas preventivas ante cualquier asomo de alternativa populista. Hasta el punto de buscarse vinculaciones y antiguas militancias en grupos ultras, como estigma evidentemente, ¡incluso entre tronistas de Mujeres Y Hombres Y Viceversa!, conocido programa televisivo de altísima factura e incidencia mediática. Una anécdota, acaso, pero muy significativa del ambiente general. Pero también en otros países es regla común. Y ello, por sí sólo, no ha cerrado el paso a ciertos populismos: por el contrario, acaso los haya impulsado.
.- Cinturón sanitario en educación. Las reflexiones anteriores pueden aplicarse analógicamente al sistema educativo y otras instancias de socialización; en las que se repiten machaconamente y con convicción las proclamas “políticamente correctas” que reclaman tolerancia, igualdad, multiculturalismo, antiautoritarismo, antifascismo, ultra-feminismo. En ese repertorio nunca ha faltado, como argumento autojustificado por su mero enunciado, el recurso al franquismo/neofascismo/extrema derecha/populismo/racismo/xenofobia agitados como peligro por excelencia/mal de males/el huevo de la serpiente siempre presto a embaucar a los descuidados e indefensos ciudadanos. La transición política la realizaron políticos del anterior Régimen y las nuevas clases políticas alumbradas por los partidos políticos de nueva factura. Los reformistas azules fueron barridos, y los de procedencia derechista, acomplejados, se plegaron a los imperativos simbólicos y materiales de los nuevos dogmas políticamente correctos. De este modo, se tejió un cinturón autojustificativo, cómodo, un tanto indefinido inicialmente, pero que actuó eficazmente como discurso preventivo: desde los medios de comunicación a las redes antifa especializadas en hostigar sobre el terreno cualquier manifestación de presunto fascismo. Todos contentos, todos ganando.
.- El daño y mal provocados por el terrorismo marxista-leninista. Acaso se trate de un factor minusvalorado, incluso, entre la militancia de aquellos años. Mucho se ha escrito y dicho sobre el terrorismo sufrido en España a manos de ETA y GRAPO; pero tarde, en todo caso, como tardío fue el reconocimiento al sufrimiento de sus víctimas, su acompañamiento y compensación. Este terrorismo, científicamente planificado y perpetrado con voluntad quirúrgica, consiguió, mediante la extensión del daño y el dolor físico y psíquico, muchos de sus objetivos. La aparente indiferencia de la sociedad española fue su inicial respuesta, cuando no la sospecha ante la víctima (“algo habrá hecho”) o entender que aquello sucedía a otros (“cobran por llevar uniforme”). En este episodio de la historia reciente española, malditos entre aquellos olvidados fueron los asesinados de ideas falangistas, tradicionalistas, franquistas, o supuestos chivatos a los que únicamente podía atribuirse creencias próximas a los anteriores. Una brecha más, en esa historia olvidada, ha sido abierta por el libro Víctimas del silencio. El acoso de ETA a la Falange durante los Años de Plomo (Iván García Vázquez, prólogo de Miguel Argaya Roya, Glyphos Publicaciones, Valladolid, 2012, 168 páginas). Este libro, a completar con estudios posteriores, debiera ampliarse a otras víctimas silenciadas y vilipendiadas. Y sus correligionarios, rendirles el tributo que no siempre recibieron. Concurrieron por entonces otras delicadas circunstancias. Nos referimos a determinados trabajos periodísticos, siendo el más conocido, pero no el único, el caso de dos artículos del periodista Xavier Vinader en el que señalaban como presuntos ultras varias personas; dos de las cuales fueron asesinadas por ETA. Recordemos, además, que Juan Ignacio González, primer secretario nacional del Frente de la Juventud, fue asesinado en 1980; siendo uno de los escasos atentados políticos de la Transición no esclarecidos todavía.
Aquella atmósfera –en su conjunto- de violencia, persecución y soledad, generarían, sin duda, no pocos anticuerpos sociales preventivos; dado el sufrimiento, la incomprensión y el aislamiento que podía acarrear la militancia en las organizaciones de las entonces llamadas Fuerzas Nacionales.
.- Variables psicológicas, individuales y colectivas, propias del temperamento español. Como aproximación caracterológica, sin pretensiones científicas, destaquemos dentro de este estado del alma nacional, determinados rasgos colectivos especialmente incidentes en la factura del área que analizamos: individualismo tendencialmente ácrata, radicalidad apriorística (“más papistas que el Papa”), escasa mesura, frivolidad (rumorología), incoherencia (discurso y actitud propios de barra de bar), envidias, escasa capacidad de trabajo en equipo... Pero, en tan sorprendente como extraña y atractiva mixtura, también se advierten, y acaso por encima de las anteriores, otras más nobles: camaradería, fidelidad, afán de servicio, sacrificio, generosidad, altruismo.
3.- Entre las variables internas que han determinado la historia y estado actual del área de la derecha radical/populista, señalemos las que siguen.
.- Anticuerpos sociales generados por la violencia de la ultraderecha. En 1979 Blas Piñar es elegido parlamentario nacional. Un buen resultado nunca repetido después. No obstante, diversos grupos vinculados a organizaciones de ese entorno perpetraron diversas actuaciones que sumaron varios muertos, especialmente en 1980. Por otra parte, la dinámica escénica y verbal desplegadas desde algunos medios de Primera Línea de FE de las JONS, la Sección C de Fuerza Joven, el Frente de la Juventud, etc., asustó a la sociedad española; que temía verse envuelta en una espiral de violencia en la que extrema izquierda (GRAPO y ETA) y los más irregulares grupos de extrema derecha fueron equiparados y combatidos desde los partidos políticos autodenominados democráticos, medios de comunicación, la judicatura y la policía. Esa violencia asustó a mucha gente; también a votantes y afines de los grupos que conformaron a la extinta Unión Nacional. Por entonces, acercarse a un mitin de aquellas organizaciones era un ejercicio de riesgo; además de quedar marcado por curiosos y radicales de izquierdas especializados en “identificar” fachas. Entre los cordones policiales y los dispositivos de los uniformados de los servicios de orden, se generaba en aquellos encuentros una atmósfera de temor ajena a la del hombre corriente; salvo jóvenes, exaltados y demás necesitados de descargas de testosterona y adrenalina. El recurso a la violencia verbal, la ambigüedad de los líderes de los grupos de entonces hacia esos cachorros lanzados –de motu proprio o por otros- a la provocación, dieron alas a un ejercicio irracional de violencia política que, aunque alejado de las elaboraciones estratégicas propias del marxismo-leninismo, ocasionó mucho dolor. Y, a resultas de tantos errores, numerosos jóvenes militantes fueron empujados al exilio, la cárcel o el consumo de drogas. Este factor ha sido silenciado o ignorado, en general, por los líderes de estos grupos; mirando a otro lado, sin una censura clara o la toma de medidas que el ejercicio responsable de todo liderazgo exigía. Todavía hoy algunos líderes, muy pocos ciertamente, de la derecha más radical, han apelado a la violencia como respuesta al actual estado de cosas, alabando la “dureza” y el “compromiso en la calle” de la extrema izquierda violenta. Así, los miembros de los Cuerpos de Seguridad del Estado, en su día jaleados con el “¡policía por España!”, han pasado a ser “mercenarios del sistema”. Además de ser un mal intrínseco, la violencia “no vende”, ni el matonismo, ni los uniformes. Sorprendente.
.- Análoga prevención social de la anterior generó la verborrea golpista y el recurso al mismo de algunos exponentes, ciertamente aislados, de la extrema derecha. Los españoles querían paz: vacunados por la experiencia traumática de la guerra civil, y golpeados por el terrorismo, en su inmensa mayoría ansiaban orden y tranquilidad. Y repelía por igual la retórica de “guerra de clases” como la reaccionaria y golpista. En estas circunstancias, la aparición hacia 1982 de una nueva sigla, Solidaridad Española, con el slogan “¡Entra con Tejero en el Parlamento!”, generó más rechazos que apoyos; amén de más división y confusión en un sector político ya fragmentado y debilitado.
.- También relacionado con el ejercicio de la violencia y el terrorismo, hay que traer a colación el torpe intento desde la extrema derecha, en los años de mayor incidencia del terrorismo, de monopolizar las manifestaciones de dolor vertidas en los dramáticos funerales, que se sucedían constantemente, de policías, guardias civiles y tantos otros ciudadanos vilmente asesinados. Intentos tan burdos como ausentes en el acompañamiento cotidiano de las víctimas. Ciertamente, la clase política, los partidos mayoritarios entonces (UCD, PSOE…) se mostraban totalmente insensibles ante el dolor de las víctimas de ETA y GRAPO. Pero los gritos golpistas, la presencias de grupos uniformados, en ocasiones en contra del criterio de los familiares de los asesinados, generaron rechazos y hartura magnificados desde muchos medios de comunicación. Con buena intención, seguro, pero las víctimas, con todo ello, fueron estigmatizadas nuevamente, al asociárselas con el golpismo y la denostada “violencia ultra”.
.- “Antes cabeza de ratón que cola de león”. Las movilizaciones de fínales de los 70 y principios de los 80 se caracterizaban por una invocación colectiva al liderazgo de “¡Raimundo, Girón y Blas Piñar!”; en muchas ocasiones seguido de un inevitable “¡Blas Piñar, Blas Piñar…! dado el predominio referencial de Fuerza Nueva. El relevo de los dos primeros y la primera renuncia del tercero dejaron huérfana de auténticos líderes a esta área política. Los líderes que les sucedieron carecían de la estatura política de quienes les precedieron; que, si bien ancianos, tenían un currículum de servicio incuestionable. Y a los errores cometidos por los primeros, que también los cometieron, se sumaron las prácticas de unos líderes carentes de carisma y olfato político. Así, a la inacción, arbitrariedad y patrimonialismo de ciertos cargos, se les sumó las “espantadas” de otros, quienes, en su renuncia, abandono, retirada, o como la definieran, dejaban huérfana de liderazgo a una militancia y sin unas explicaciones suficientes, al menos para una parte de los afectados. Y más cuando buena parte de esa masa fiel eran adolescentes en formación y crecimiento -una etapa crucial de sus vidas- algunos de ellos viviendo en territorios azotados por el terrorismo y en ambientes muy hostiles. Consecuencia necesaria de todo ello fue la improvisación directiva, la inexistencia de líderes intermedios y de unas instancias formativas.
.- “Capillismos”. El éxito del propio grupo primaba sobre el de los demás; sentimiento sostenido en la creencia irracional de que conseguida “la unidad” (de los falangistas, de las fuerzas nacionales, de los patriotas, de lo que fuera), se conseguiría automáticamente el ascenso al poder. Una esperanza infantil a la que se sumaba la crítica inmisericorde de afines, alejados, disidentes…
.- Ausencia de autocrítica. Ya hemos hablado ampliamente de ello al principio de este texto. En los años 70, 80 y 90 del pasado siglo, la crítica era prueba –supuestamente- de inseguridad personal, carencia de fe en el liderazgo, ausencia de formación personal y política… Y todo ello explicado mediante artificios semidialécticos del tipo “en orden a los principios es incuestionable y admirable su persona y liderazgo, si bien en el orden de la práctica política ha podido cometer errores”; y es que lo de “fe ciega en el líder” ya no era del todo creíble, más cuando en política se exigen resultados y no meras declaraciones de intenciones.
.- Una cultura organizativa propia de los años 30. De la ausencia de autocrítica, fruto en cierta medida de la carencia de una perspectiva estratégica clara (objetivos finales) y de una determinación de tácticas posibles y adecuadas (instrumentos y medios para los fines últimos), se derivaban, inevitablemente otras notas caracterizadoras de esa “cultura organizativa”: falta de educación política moderna, recurso proclive al escisionismo, crítica destructiva no finalista, incapacidad para trabajar en equipo a medio o largo plazo. Todo ello desembocaba en un ciclo de militancia muy corta: un par de años como mucho, en la inmensa mayoría de quienes transitaron por el área. Del impacto y la atracción iniciales, al conocimiento de los mecanismos propios del grupo, desencanto progresivo, y huida final. En suma, carencia de un modelo de militancia y adhesión modernos, aplicando estatutos petrificados en los años 30.
.- Ausencia de mecanismos internos modernos de control y de participación. Ya sabemos que la exigencia constitucional del funcionamiento democrático de los partidos es pura palabrería. El área populista no iba ser una excepción, más cuando los liderazgos carismáticos y providenciales caracterizaban incluso nominalmente grupos del sector. Pero ello no implica la inexistencia de mecanismos internos de control independientes de la dirección que garanticen la libertad y los derechos de afiliados y militantes; o de cauces de participación, que no se limiten a votaciones internas de candidatura única y a pegar carteles.
.- Retraso de varias décadas en asumir nuevos paradigmas políticos europeos. El concepto de “autonomía histórica” y su práctica, desarrollados aunque sin esa denominación, en diversos países europeos desde los años 70 y ya prefigurados intelectualmente a finales de los 60, no llega a España hasta 1995, cuando el área estaba desarticulada, sin ningún partido referencial -el Frente Nacional acababa de ser disuelto- y el movimiento social supuestamente afín permanecía deglutido acríticamente por el Partido Popular.
.- Secuestro del voto de protesta por opciones “populistas” lideradas por indeseables sociales, mientras que en Europa despuntaban y se consolidaban partidos populistas, lo que generó más anticuerpos sociales preventivos. Así sucedió en 1989, cuando la Agrupación Ruiz-Mateos, fundada por el ya expropiado empresario José María Ruiz-Mateos, sumó en las elecciones europeas de 1989 nada menos que 608.560 votos; un voto de protesta propio de una opción populista y totalmente desperdiciado. Y algo similar sucedió con los éxitos municipales del GIL a partir de 1991.
4.- Vectores populistas.
Hemos visto, hasta aquí, cómo la concurrencia de todas estas circunstancias -unas externas, otras internas- enmarañadas e interrelacionadas, mantuvieron a esta área en permanente desconcierto, fragmentación, sin figuras de autoridad ni estructuras referenciales; lo que se ha trasladado, en gran medida, hasta hoy. En consecuencia, toda el área fue incapaz de proponer y proponerse como opción real.
De modo sintético, y en analogía de los modelos europeos más cercanos -pensamos especialmente en la historia y trayectoria del Frente Nacional francés- señalaremos, sin pretensión de exhaustividad, los vectores y conceptos que –previa autocrítica- una supuesta derecha populista debiera plantearse y resolver de proponerse como alternativa también en España.
.- ¿Franquismo sociológico = derecha social? Se trata de una cuestión decisiva. ¿Puede hablarse, todavía, de un franquismo sociológico parapetado en el entorno del Partido Popular? ¿Realmente existe una derecha social incómoda en el Partido Popular y secuestrada por el mismo? Numéricamente, ¿es significativa? ¿Sería clientela propia de una derecha populista? ¿Se dan las condiciones para el lanzamiento de una alternativa populista?
En uno de los escasos documentos de formación y táctica política elaborado en esta área, distribuido por Nudo Patriota Español recientemente (Marketing de guerra para los patriotas de España, disponible en http://www.esnpe.org/), se asegura que el objeto de su propaganda pasa ineludiblemente por la recuperación del denominado franquismo sociológico, al que se califica como “nuestro segmento político”. Ante la imposibilidad de una estrategia ofensiva, ni defensiva, únicamente quedaría la “guerra de guerrillas”, en el plano político, naturalmente; de ahí su intento de incidir con su propaganda en tal sector, sin complejos y con orgullo, al objeto de movilizarlo y rescatarlo del Partido Popular. Aseguran que el fracaso del área es anterior a 1982, originado en la ruptura de Unión Nacional, con la concurrencia de viejas y nuevas formaciones que la fragmentaron todavía; crisis que acentuaría el intento de golpe del 23 F y la disolución de Fuerza Nueva. Si bien la segunda parte del análisis es básicamente correcta, el recurso al supuesto “franquismo sociológico” es cuestionable. Así, ¿el franquismo sociológico es asimilable a la derecha social? Rotundamente no. Hay varias derechas, plurales en sus génesis, manifestaciones y comportamientos electorales. El franquismo sociológico, por ejemplo, el que se deleitaba leyendo a Fernando Vizcaíno Casas pero inevitablemente votaba al AP (y luego al PP), apenas existe: por una cuestión meramente generacional; pero también por errores del área y por la tremenda presión externa. Su invocación distorsiona, en múltiples sentidos, cualquier acción política, reduciéndola a unos esquemas en gran medida incomprensibles hoy día. Miremos Europa: los populismos han nacido al calor de diversas crisis. Es un voto de protesta: ante la crisis de las profesiones tradicionales, ante el impacto de la inmigración no asimilable, ante la crisis económica, ante el distanciamiento de las élites políticas tradicionales, ante el impacto de la globalización mundialista. Y en la movilización de esos novedosos estados de opinión, las referencias nostálgicas, que de una manera u otra existían en todos los países europeos, apenas han jugado un papel relevante; acaso en su periferia, como iniciales catalizadores de lo que se empezaba a sufrir, o alimentándolo desde sus órganos de expresión y escuelas de militantes. Pero contaron con ideas nuevas, líderes carismáticos, apoyos económicos: éxitos propios y errores ajenos. La cuestión es: ¿existen sectores sociales desencantados con la situación actual? Evidentemente. ¿Han sido captados por otras formaciones?: según los casos.
.- Algunos datos demoscópicos.
Es imposible cuantificar los apoyos de una opción populista: además, no existe como tal de momento; si bien VOX puede acelerar el proceso captando cierta masa descontenta del Partido Popular imposible de cuantificar a día de hoy.
En las elecciones europeas de 2009 las diversas candidaturas del área obtuvieron los siguientes resultados:
. Alternativa Española: 19.583 votos.
. FE de las JONS: 10.031. Y Falange Auténtica: 5.165. Es decir, los falangistas se mueven en un entorno de 15.000 votos.
. Frente Nacional: 7.970. Democracia Nacional: 9.950. Movimiento Social Republicano: 6.009. De modo que los grupos de factura más novedosa sumaron 23.929; pero desde entonces el Frente Nacional (de origen falangista) se disolvió, y el MSR y DN siguen siendo entidades muy enfrentadas. Así, el MSR ha anunciado que se presentará en solitario bajo el paraguas de la Alianza Europea de Movimientos Nacional, y Democracia Nacional parece que lo intentará junto a los demás grupos de la iniciativa La España en Marcha.
Suma total de los anteriores: 58.708 votos. Resultando imposible que acudan unidos en mayo de 2014, y aunque lo hicieran, partirían de una base segura muy alejada de los 300 o 400.000 necesarios para conseguir un escaño en Estrasburgo.
Pero resultados electorales anteriores son una referencia relativa. Un Ejemplo: la coalición de Ciutadans (el partido de Albert Rivera, en su segundo intento de lanzamiento nacional) con el euroescéptico irlandés de Libertas, apenas sumó 22.903 votos; pese a contar con la resonancia de Intereconomía y de unos magníficos resultados en Cataluña. Ahora lo intentará de nuevo con Movimiento Ciudadano, en competición con la leninista/jacobina Rosa Díez; de hecho en algunos foros azules ha habido quien les ha manifestado su apoyo… Y goza de buenas perspectivas demoscópicas, al menos cara a las europeas en que en teoría, es un poco más fácil.
Y en relación al voto confesional, si por tal podemos entender al de AES, se le podría sumar el de otro grupo católico muy peculiar, Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIN), que apenas sumó 5.877 pese a su extraordinario activismo callejero estilo años 70.
Esos resultados, desde la perspectiva de hoy, son relativos; además, ¿cómo encasillar los apoyos de Plataforma por Cataluña que en las municipales superó ese techo que, con tantos matices pudiéramos calificar como populista, y únicamente en Cataluña? Acaso desde los estudios demoscópicos, por analogía, pudieran valorarse otras variables, como es el caso de la suma de quienes se autocalifican de extrema derecha o derecha sin complejos (en esas numeraciones de 1 a 10, 1 extrema derecha, 10, extrema izquierda). Pero el voto protesta, veamos Francia, procede de fuentes diversas: así el Frente Nacional ha cosechado algunos de sus mejores resultados entre los trabajadores franceses de las barriadas depauperadas y perjudicadas por la inmigración segregacionista de las grandes urbes antiguos votantes del Partido Comunista y demás izquierdas.
Otra de las cifras en discusión es la de posibles votantes desengañados del Partido Popular, proporcionándose tantas propuestas como comentaristas: ¿medio millón?, ¿dos millones? Mucho más, en todo caso, que los escasos 60.000 votos arañados por unos grupos enfrentados irremediablemente.
Pero, ¿la unión hace la fuerza? En Francia, no. De hecho, los resultados de los grupos escindidos del Frente Nacional y que pretenderían refundarlo, son muy bajos, mientras que la organización referencial se refuerza… Y España es otra cosa: no hay organización ni liderazgo referenciales. Además de los grupos arriba mencionados, otros bisoños anuncian su participación, en solitario o con otros: Unidad, Soluciona, PxL. ¿Y VOX? Pues VOX –acaso- pudiera convertirse en la formación referencial del área, o marcar distancias y coaligarse o participando en Movimiento Ciudadano; pues la fragmentación resulta muy penalizada electoralmente. Dejémonos ya de cábalas: los datos ahí están y sus protagonistas deberán tomar sus decisiones y en muy breve plazo; mayo está la vuelta de la esquina.
.- Sectores sociales emergentes/voto protesta. Afirmábamos que sí existen. Veámoslos: electores desencantados por las políticas del Partido Popular (esa derecha “civilizada” de liberales, conservadores, moderados… y especialmente el entorno de las víctimas del terrorismo al que se dirige expresamente VOX); padres de familia castigados por la legislación de las políticas de género impulsadas por el PSOE y mantenida por los populares; defensores de la vida humana (desde la concepción hasta la muerte) decepcionados por los titubeos de las políticas populares y la falta de renovación del lenguaje defensor de la vida y de su necesaria pedagogía democrática; los pequeños comerciantes arruinados; jóvenes “ni-ni” en feroz competencia de inmigrantes prestos a cualquier condición laboral; jóvenes titulados y profesionales ya veteranos obligados a emigrar de pretender trabajo cualificado; jubilados de rentas inferiores que año tras año pierden capacidad adquisitiva; funcionarios “quemados” por las prácticas de personal politizadas y serviles a la partitocracia y el control sindical; consumidores y usuarios ninguneados por una legislación garantista farragosa e incumplida sistemáticamente; proveedores de las administraciones públicas sucesivamente defraudados; afectados por la lentitud de la Justicia española y sus desiguales prácticas; clases medias acosadas y empobrecidas a causa de una progresiva tributación; víctimas de los abusos bancarios (preferentes, hipotecas sobrevaloradas…).
Existen, pues, sectores sociales que protestan; un voto creciente al que se está dirigiendo la extrema izquierda, UPyD, el Movimiento Ciudadano... y VOX. Estos sectores no se sumarán, acríticamente y masivamente, a una opción populista, sin no se les presenta un liderazgo carismático, una caja de resonancia y algún éxitos. La objeción es que no se puede atraer a tales sectores por carecerse de fuerzas propias para tal empresa. Pero una cosa es el marketing comercial y otro el político; y en política pueden producirse –aunque muy poquitas- sorpresas.
.- El factor religioso. ¿Son inseparables España y el catolicismo? ¿La derecha social española es católica? Lo fue, pero ¿sigue siéndolo? Unas pocas reflexiones al respecto. Es sencillo responsabilizar a los obispos españoles de la falta de visibilidad del electorado católico; recordemos la suma de votos de AES y SAIN. Ciertamente, el esquema de la primera mitad del siglo XX funcionó: pueblo fiel, organizaciones seglares ortodoxas y clero que lo encuadraban, organizaciones especializadas y de élites (la Asociación Católica Nacional de Propagandistas fue su exponente más claro), jerarquía casi del todo unánime. Pero con el vaticano II el esquema eclosiona y desaparece. Y en la decadencia de la Iglesia, en parte, el vacío lo ocuparían los nuevos movimientos eclesiales, que mantienen sus propias dinámicas de carácter político, incluso. Paralelamente, no pocos exponentes de las derechas españolas se tiñeron de otras connotaciones ideológicas: liberalismos varios y paganismo práctico (excepcionalmente, teórico). La derecha, sostenemos, es plural; también en sus creencias y sentimientos religiosos. Seguramente, la de origen y militancia católica sea la que más se moviliza, la más proclive a la acción (lo ha acreditado en la defensa de la vida y de las víctimas del terrorismo), pero un discurso populista no puede dirigirse, por su propia naturaleza, exclusivamente a una derecha religiosa en buena medida acomodada y parapetada en los “líderes católicos” del Partido Popular, como Jaime Mayor Oreja, Eugenio Nasarre y otros democristianos (¿recuerdan el chiste en el que los leones devoran uno tras otro a los cristianos del circo romano, salvo a un demócrata-cristiano?). Los sectores sociales identificados con el orden social, la unidad de España, la responsabilidad personal, la libre iniciativa, la jerarquías limpiamente ganadas…, ya no son exclusivamente católicos; ni siquiera en su sentido “cultural”. Para los católicos, la evangelización es un deber fruto del agradecimiento; pero no es un imperativo moral, ni pastoral, hacerlo desde un partido político concreto que pretenda, explícita o implícitamente, cristianizar a la sociedad desde el Boletín Oficial del Estado.
.- El asunto de la inmigración. Ha sido uno de los catalizadores del populismo europeo: en Francia, especialmente, pero también en otros países como Holanda, Bélgica, Suiza, etc. El concepto de la “prioridad nacional” ha hecho fortuna entre los populistas y las clases trabajadoras europeas; tanto como el rechazo que se ha ganado de manera muy amplia al lindar con posturas racistas, xenófobas o chauvinistas. Al respecto, las diversas formaciones del área en España mantienen posturas muy diversas: del mestizaje hispánico defendido por tradicionalistas y falangistas, al 100% identitarios, 100 % antirracistas de los que denominados “brotes verdes”, hasta el los españoles primero de los más radicales. También se han producido en España, sin alcanzar la gravedad de los análogos acaecidos en Francia, Alemania o Gran Bretaña, incidentes de base etno-cultural, a causa de diversos delitos perpetrados por miembros de minorías étnicas poco integradas, construcción de mezquitas, etc. Plataforma por Cataluña se sirvió de ello para su crecimiento, al modo de sus correligionarios europeos; pero la experiencia se ha limitado a ciertos municipios catalanes sin que el “ejemplo” se haya exportado fuera. Si una minoría cohesionada cultural, racial o religiosa, ajena al país que la recibe, implanta normas foráneas, delinque significativamente, se visibiliza agresivamente, acosa a las jóvenes autóctonas… generará inevitablemente rechazo y protestas. Estos sentimientos, sumados a la crisis económica, la mundialización y la crisis de las organizaciones de tradición obrera, pueden espolear movimientos populistas si cuentan con un liderazgo decidido, visible y que proponga al menos una apariencia de programa: es lo que ha sucedido, muy resumidamente, en el resto de Europa.
O acaso los españoles seamos menos racistas que en otras latitudes. O todavía no se haya sufrido, en su punto álgido, las contradicciones de un mercado de trabajo precario, y en caída libre de derechos y condiciones, que ha recurrido sin muchos miramientos a una mano de obra desesperada y desplazada. Lo que es evidente es que no todavía no se ha manifestado un líder que haya capitalizado las tensiones provocadas por una regulación a trompicones y las contradicciones de una inmigración de la que España se sirvió sin demasiados escrúpulos en horas altas.
.- Estrategia y táctica. Fines últimos y medios para ello. La cuestión teórica y de horizonte ideal es: ¿construir qué?, ¿una alternativa al sistema o un medio de regeneración de la democracia? En cualquier caso, una opción populista, aunque con resultados modestos, pero apreciables, pudiera buscar como objetivo realista marcar determinadas políticas nacionales, tal y como está ocurriendo en Francia, etc., o acelerar determinadas reformas encaminadas al bien común. En todo caso, es evidente cuál es su enemigo común: el mundialismo radical-progresista. Y cara a la acción concreta, siempre el recurso al sentido común y no olvidar cuestiones básicas del tipo: “hacer política no es hacer una cartelada. Se ponen carteles para”.
.- Liderazgo. No existía en España, repetimos, un partido referencial del espacio que en otros países europeos ocupa el área populista… hasta la irrupción de VOX. No en vano, VOX se erigirá en polo de atracción, o de profundo rechazo, de los pequeños grupos –la sopa de siglas a la que nos venimos refiriendo constantemente- que pretenden explorar la vía populista. De ahí la virulenta reacción producida desde La España en Marcha (El partido de Santiago Abascal nefasto para el nacionalismo español. Malo para España, http://www.patriotas.org/web/?p=15562), cosa lógica, pues son conscientes de que VOX, más respetable y con más medios, puede frenar por completo su crecimiento, desbaratando sus estrategias.
Tampoco existía un líder referencial; acaso ahora lo sean Santiago Abascal y ¿Alejo Vidal-Quadras?
Previamente a esta novedosa y recientísima irrupción, Rafael López-Diéguez, un político constante, metódico, elegante, muy formado…, poco apoco, empezaba a destacar algo; en gran medida por méritos propios de su posición profesional y económica, lo que le permitía participar en tertulias del agónico Grupo Intereconomía. Además, ha demostrado capacidad de iniciativa con su propuesta de coalición electoral ya en marcha con CTC y FyV. No obstante, no parece que sea el líder carismático que fue Jean Marie Le Pen, ni el provocador y demagogo Beppe Grillo. Pero se requieren algunas de las cualidades de todos ellos para despuntar y consolidarse como líder populista. Entonces, ¿es inevitable la ecuación populismo = demagogia? Seguramente. Y no nos imaginamos a Don Rafael, por poner un caso, reclamando la pena de muerte para terroristas y corruptos; y sin incurrir en academicismos. Pero un poquito de demagogia populista puede ayudarle. O a otros que quisieran encabezar este supuesto espacio de protesta, como Luis Zapater (Soluciona), y Guillermo Rocafort (Unidad); pero, ¿solos o en compañía de otros? ¿Se acercará alguno de ellos a VOX? Ambos son jóvenes y casi recién llegados. No parece que cuenten ni con apoyos previos suficientes, ni con las cajas de resonancia mediática imprescindibles para postularse como los líderes populistas que España carecía hasta ahora. Y más ahora con VOX.
Recordemos el caso de Rosa Díez, quien partió de la minúscula Plataforma-Pro pero encontró la resonancia imprescindible de COPE, Libertad Digital, El Mundo, etc. A su imagen y liderazgo se le sumó esa repercusión mediática, pues algunos medios querían impulsar la renovación democrática desde el sistema; y alcanzó éxitos relevantes. Nos encontramos, acaso, en una situación en parte análoga. Pero más difícil, pues son varios los pescadores que quieren faenar en las mismas aguas.
.- Modelo de militancia. El escuadrismo se acabó. Y la militancia de corta duración –que se suponía se renovaba constante e indefinidamente- en el espacio de las entonces denominadas Fuerzas Nacionales, ya no es posible; pues el modelo de reuniones en locales atrincherados, pegadas de carteles, viajes en autocar para asistir a mítines por España… ni es operativo, ni moviliza, ni es factible económicamente. Hemos hablado de otros modelos militantes, al referimos en otro texto, a los que denominábamos “brotes verdes”: novedosas agregaciones juveniles de praxis comunitaria, educativa, solidaria, no partidista, históricamente “autónoma”, ecologista. Su valor es su independencia y concepción a medio y largo plazo. A modo análogo, algunas de esas nuevas fórmulas pueden adaptarse, no para deglutir y quemar a los grupos existentes, sino para sumarlas a estructuras más modernas y ligeras de afiliados, con sus derechos y deberes, transparencia partidaria, rigor en el pago de cuotas, campañas de movilización (recogidas de fondos, de firmas, manifestaciones…) por internet, etc. VOX parece que va por ahí, exigiendo compromisos a sus nuevos afiliados y, al menos, cuota fija…
.- Financiación. Ya en tiempos de la Segunda República se decía de algunos notables que “Antes dará un hijo al martirio que un duro”. Seguramente es una anécdota, pero la cuestión financiera siempre ha sido un problema. Fuerza Nueva no habría sido posible sin la generosidad de Blas Piñar y algunos de sus amigos más íntimos. Alternativa Española no seguiría en pie, seguramente, de no ser por la entrega personal y respaldo económico de su líder, Rafael López Diéguez. Un proyecto político precisa de una estructura financiera estable. Requiere generosidad y constancia, lo que se traduce en afiliaciones y cuotas regulares. Personas pudientes y especialmente altruistas pueden seguir surgiendo, pero hay que contar en estos tiempos de crisis, con las microdonaciones (Movimiento Ciudadano viene desplegando una campaña en este sentido realista y bastante imaginativa) vía internet, o la modalidad que estrenara Le Pen en Francia, en los años 80, cobrando entrada a los asistentes a sus multitudinarios e incendiarios mítines (en Librería Europa y las Jornadas de la Disidencia del MSR ya se viene haciendo). Pero ello requiere una organización referencial, un liderazgo, una estructura organizativa reducida y ágil, y el empleo eficaz de las redes sociales (el modelo de la web de Movimiento Ciudadano nos parece muy acertada, véase http://movciudadano.es/).
.- La agit-prop populista ha sido bastante efectiva en Europa: pocos mensajes, pero claros, efectistas y transversales. Como instrumentos tácticos, las campañas populistas se caracterizan por su impacto social y crudeza; pero que conste que aquí no estamos juzgando ni su pertinencia ni su justicia. Veamos algunos ejemplos –auténticas ideas/programas en ciertos casos- ya difundidos, por grupos españoles del área: “tu banco te roba”; “aborto retroactivo para el Ejecutivo”; “pena de muerte para terroristas, corruptos y pederastas”; “los españoles primero”; “expulsión extranjeros delincuentes”. Eslóganes a los que pueden sumarse otras propuestas lanzadas desde algunos de tales grupos, tales como: eliminación de los privilegios de las Administraciones; recentralización y supresión de las Autonomías; políticos secesionistas a la cárcel; control de la inmigración ilegal; lucha total contra la delincuencia organizada; fortalecimiento de las Fuerzas Armadas; supresión de las policías autonómicas; eliminación del Cuarto turno judicial; supresión de la potestad gubernamental de indulto. ¿Demagogia? No más que la verborrea auto-justificativa y mítica de los budas del sistema. Y mientras se diga pacíficamente…
En este sentido, VOX ha marcado nítidamente su línea en su presentación: pocos mensajes, pero comprensibles por todos y ansiados por muchos.
5.- La irrupción de VOX.
Ya hemos realizado unas breves referencias a VOX (http://www.voxespaña.es) y su impacto en el área populista.
Santiago Abascal, José Antonio Ortega Lara y sus apoyos, han tomado la iniciativa: no hay vuelta atrás. Pero, salvo el de Aleix Vidal-Quadras, y tampoco lo es del todo seguro, que nadie espere incorporaciones espectaculares, como el tan reclamado de Esperanza Aguirre en foros de internet.
VOX defiende la democracia y la soberanía popular. Se declara enemigo de los independentismos, la corrupción y las bandas terroristas. No admite ningún tipo de negociación con ETA. Partidario de la unidad de España, reclama acabar con el Estado de las Autonomías. Quiere un Gobierno, Parlamento y Tribunal Supremo únicos (el Tribunal Constitucional pasaría a ser una sala de éste). Aspira a acabar con el despilfarro de las administraciones públicas y su sistema expoliatorio. Propugna una reforma del Poder Judicial, despolitizándolo. Quiere acabar con la impunidad de los partidos políticos en los casos de corrupción. Reivindica una democracia representativa y transparente, basada en primarias para elegir a los candidatos. Pide una nueva Ley de Partidos, de Financiación y Electoral. VOX se manifiesta provida, asegurando querer proteger a la familia y a los más desfavorecidos. Propone acabar con las subvenciones públicas a partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales. Ya ha pedido a sus militantes que ayuden la financiación del partido a través de una cuota mensual de 9 euros. Y unos guiños netamente populistas -en este caso de la voz de Ignacio Camuñas- otro de los promotores, al reclamar, el día de su presentación a los medios de comunicación, «mayor participación de España en las grandes decisiones de la Unión Europea», a la vez que advertía «del peligro de que el organismo continental se “deshaga” a causa de las disensiones internas en los países y las olas de inmigración».
Objetivamente lo tiene muy difícil: llega tarde, apenas a 4 meses de las elecciones europeas. Y, tras el inicial impacto, los medios de comunicación, dóciles a sus amos, le dedicarán menos atención. Además, cuenta con poderosos competidores: UPyD y Movimiento Ciudadano. Pero mejor así: que Rosa Díez defina de una vez su espacio y su electorado se fije. Ahora se podrá votar con más libertad.
Movimiento Ciudadano es otra cosa: al menos, ni tan jacobino, ni radical-laicista como UPyD. Pero la fragmentación del voto les perjudica –en su conjunto- terriblemente. Y acaso tengan que buscar alguna colaboración; que más factible se presenta, a priori, entre Albert Rivera y Santiago Abascal: jóvenes, procedentes ambos del Partido Popular y de su periferia geográfica allí donde los nacionalismos más virulentos tienen la iniciativa…
¿Qué harán, en este nuevo aunque previsible escenario, Rafael López Diéguez y su coalición? ¿Aproximarse a VOX o acelerar contactos y cerrar filas con otros apoyos afirmando una identidad todavía más definida que la de VOX? ¿Y cómo? Tampoco sería absurda una colaboración entre ambos: el siempre audaz Eulogio López ya lo ha sugerido en Hispanidad.com el viernes 17 de enero.
En esta carrera, el papel de Unidad, Soluciona, La España en Marcha y Partido por la Libertad, es menor: unos por su radicalismo antisistema (La España en Marcha); otros por su juventud y aislamiento político y mediático (Unidad y Soluciona); y los que, frenados en su crecimiento, se quedan sin espacio propio (Partido por la Libertad).
No es malo que La España en Marcha quede fuera: les ganará una aureola de pureza y dureza, atractiva para sus seguidores, sirviendo de parapeto del extremismo a las nuevas formaciones populistas (VOX y la coalición de López Diéguez), proporcionándoles un plus de respetabilidad.
Unidad, Soluciona y PxL se quedan sin espacio: concurrir en solitario es una condena al fracaso y su segura extinción. Pero, antes de ello, pueden maniobrar y sumarse -bien integrándose, bien apoyándola desde fuera- a una entente más amplia (VOX, AES/CTC/FyV; juntos o por separado). Y a la espera de resultados electorales y acontecimientos futuros. Pero, en cualquier caso, quedarse quieto y aislado es agonizar.
Con estos apuntes acerca de la metodología populista, sus carencias y límites, enmarcándolos en la irrupción de VOX, hemos llegado, casi, al final de este camino. Las principales cuestiones ya están expuestos, más o menos explícitamente, o insinuados colateralmente. Se imponen, pues, unas conclusiones, a modo de síntesis final, que entregaremos en el último texto de esta serie; dentro de una semana, si Dios quiere.
+ Artículos anteriores:
La derecha populista europea se organiza (1)
http://latribunadelpaisvasco.com/not/639/la_derecha_populista_europea_se_organiza__1_
Una derecha muy diversa, pero identitaria y euroescéptica, presente en toda Europa… salvo en España (2)
http://latribunadelpaisvasco.com/not/655/una_derecha_muy_diversa__2_
La larga marcha de la extrema derecha española (3)
http://latribunadelpaisvasco.com/not/685/la_larga_marcha_de_la_extrema_derecha_espanola__3_
Una derecha populista española dispersa y fragmentada: nacional-revolucionarios, familias “históricas” (4)
http://latribunadelpaisvasco.com/not/704/una_derecha_populista_espanola_fragmentada__4_
¿Otros populismos en España? Identitarios/antiinmigración; moderados, conservadores (5)
Proyección social de la derecha populista española: institucional, sectorial, sindicalismo, acción social, Memoria, brotes verdes (6)
Derecha populista española: cultura, editoriales, revistas, música, Militaria, Internet y ciberactivismo (7)
¿Una internacional populista? (8)
http://latribunadelpaisvasco.com/not/809/_una_internacional_identitaria_y_populista___8__/
+ Artículo próximo y último:
Derecha populista española y europea: conclusiones (10), y Webs especializadas (11)
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