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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Luis David Bernaldo de Quirós Arias reseña “La ruta del odio” en “Patria y Unidad”

Luis David Bernaldo de Quirós Arias reseña “La ruta del odio” en “Patria y Unidad”

Así se intitula el libro de Fernando José Vaquero Oroquieta, Editorial SEPHA Edición y Diseño, SL, 2011, 429 páginas.

Magnífico libro que estudia el fenómeno terrorista tal cuál es, y no como hacen ciertos historieteros y “analistas” que, desde sus respectivos puntos de vista, preñados de ideologías totalitarias políticas y religiosas, justifican y disculpan el terrorismo.

Lo primero que destacaríamos del libro de Vaquero Oroquieta es que no existe en toda la obra ni el más mínimo odio hacia nadie. Simplemente nos cuenta que el terrorismo es una triste realidad, y que probablemente se le pueda derrotar.

Dicho esto, vamos a ver lo que el autor dice en esta obra. Así, en las páginas 30 y 31, se lee:

“Es en el siglo XIX cuando el terrorismo alcanza su carta de naturaleza de la mano de nacionalistas, anarquistas y populistas. Ya en el siglo XX, este fenómeno se consolida al servicio del marxismo-leninismo, principalmente, sirviéndose de las enseñanzas obtenidas de experimentos terroristas anteriores: el secreto, la organización militar estanca y jerarquizada, y el factor sorpresa. En su constante evolución y crecimiento, se ha adaptado a nuevos contextos y tecnologías, tentando a numerosas organizaciones de ideología muy distinta: secesionistas radicales, nazis, extremistas religiosos . . . Así, partiendo inicialmente de una elaboración ideológica que pretendía ser racional, por marxista, el terrorismo también ha sido apropiado por una cosmovisión aparentemente irracional y pseudorreligiosa; siendo el yihadismo su máximo exponente actual”.

Más adelante nos narra Vaquero  Oroquieta lo absurdo y contradictorio que resulta considerar al terrorismo como un sucedáneo de la religión. Así, en la página 49, dice:

“Además, toda religión enseña que hay que pedir la ayuda de Dios, pues cada empresa individual o colectiva sitúan la hombre en su verdadera naturaleza: la dependencia de Dios. Para el terrorismo, por el contrario y al igual que muchas corrientes filosóficas hoy dominantes, el hombre lo puede todo. Sin embargo, la realidad desmiente semejante optimismo. Así, el siglo XX, marcado por diversas experiencias políticas expresamente ejecutadas contra la religión, ha sufrido las mayores convulsiones y masacres que jamás la humanidad padeció, y de mano de ideologías totalitarias y utópicas: el comunismo y el nazismo, principalmente”.

 

El odio de los terroristas tiene su origen en lo que dictan, “razonan” y exponen sus líderes. Es decir, la ruta del odio, por parafrasear el título del libro, queda bien delimitada en cuanto a su origen, aunque después el recorrido sean el terror, el horror y la sangre.


En la página 102, se puede leer:


“Florencio Domínguez, en su libro Dentro de Eta. La vida diaria de los terroristas, reproduce un fragmento de la carta colectiva redactada por las compañeras y esposas de seis presos del GRAPO que, junto a otros,  abandonaron la organización, juzgándolos muy duramente: ‘Está claro que esos elementos ya no tienen nada que ver con los hombres que nosotras conocimos y quisimos. La cárcel les ha vencido, les ha humillado,  les ha destruido hasta límites deplorables; la lucha se ha convertido para ellos en una enorme losa; la revolución les parece una utopía tan inalcanzable como el reino de los cielos; el Partido es para ellos como la Inquisición y la disciplina revolucionaria se les antoja tan insoportable como la propia clase que representan [ . . . ] ¿Qué tipo de sentimientos podemos albergar hacia unos contrarrevolucionarios [ . . .]. Y ante esto no hay amor, afecto o sentimiento que pueda situarse por encima de nuestras convicciones y de nuestros principios, no se puede ser un revolucionario y amar a un contrarrevolucionario’. ¿Fanatismo político/terrorista o puro sectarismo?”.


También nos narra Vaquero Oroquieta el silencio que se trata de imponer, y se impuso durante muchos años, de las protestas y reivindicaciones de las víctimas del terrorismo. Así, en la página 168, se lee:


“¿A qué se debía esa inhumana ambigüedad cuando no verdadera y expresa justificación, de los actos terroristas? Tal vez lo fuera como efecto de las simpatías sectarias derivadas de la afinidad ideológica existente entre las muy diversas izquierdas. Un tema tabú, no obstante, que muy pocos se han atrevido a abordar.


Costó años en invertir esa auténtica perversión social. Y fueron los supervivientes de los atentados y sus familiares quienes lideraron – ante la indiferencia de los poderes públicos y buena parte de la sociedad -  ese movimiento reparador. Irene Villa, Cristina Cuesta, Maite Pagazaurtundua, Ana Iríbar, Natividad Rodríguez, Teresa Jiménez-Becerril y tantas otras mujeres y hombres, dieron forma a un verdadero movimiento social en el que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) jugó un papel vanguardista y precursor. Otras diversas asociaciones civiles, como el Foro Ermua, por su parte, contribuyeron poderosamente a situar en el centro de gravedad del debate social a las víctimas”.

 

En el capítulo VII, intitulado “Antecedentes e historia”, página 179, Vaquero Oroquieta nos habla de la historia del terrorismo que, según expertos en el tema, parece que los antecedentes más remotos se remontan a la secta de los “asesinos”. También nos dice el autor que la palabra “asesino” procedería del árabe hashashin, que significa fumador de hachís.


En la página 236, dentro del capítulo VIII “Islam y terrorismo”, se lee:


“A partir de las escuelas reformistas, plurales y en ocasiones sin una autoridad central, han surgido otras más extremistas que radicalizan su discurso con otros ingredientes: el Islam es víctima de una conspiración judía y cristiana y Occidente es enemigo declarado del Islam: un gobierno musulmán es legítimo en tanto aplique estrictamente la sharia; cristianos y judíos son considerados infieles, no pueblos del Libro; todos los que se resisten al Islam, ya sean musulmanes o no, son enemigos de Dios y merecen ser castigados con rigor”.


Posteriormente, en las páginas 272 y 277, se habla del terrorismo español de ETA y GRAPO, grupos que actuaban “compartiendo ambos algunos presupuestos ideológicos y estratégicos derivados de la teoría y práctica marxista-leninistas en su versión maoísta”.


Como medicina contra el terrorismo, nos dice Vaquero Oroquieta en la página 354:


“La sociedad civil tiene que hacer oír su voz cuando sufre cualquier tipo de agresión, y debe participar en política a través de los cauces legales establecidos. Por ello, si es objeto de acciones terroristas, debe movilizarse, en primer lugar y en todo caso, apoyando a sus víctimas: acompañándolas, reconociendo su dolor, facilitando su inserción social y homenajeándolas; teniéndolas siempre presentes, y escuchándolas. La sociedad civil nunca puede dar la espalda a unas víctimas que todo lo dieron, poniendo rostros concretos al dolor causado por los terroristas utópicos”.


Y terminamos con lo que el autor nos dice en la página 390:


“Pero, como conclusión final – y tratando de no caer en paralizantes catastrofismos y alarmismos suscitados por el temor al posible acceso de los terroristas a armas de destrucción masiva – insistiremos en que sólo es posible un camino para las sociedades modernas retadas por el terrorismo. Que no es otro que el marcado por una lucha sin desmayo contra todas sus formas, con una decidida voluntad de victoria desde valores firmes,  con la esperanza en un posible cambio personal de los terroristas suscitado por encuentros rehumanizadores, siempre apoyado en los recursos lícitos del estado de derecho y los imprescindibles instrumentos de la cooperación internacional. Para derrotar al terrorismo, para desterrar al odio. Amén”.


Luis David Bernaldo de Quirós Arias

 

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http://librosbdeqar.blogspot.com.es/

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