Una crónica desde Huesca: Derechos y libertades vulnerados en el País Vasco y Navarra.
El ciclo había sido censurado por la Diputación de Huesca al no haber autorizado el uso de su sala de conferencias en la capital oscense para tal fin. Finalmente, y gracias a la disponibilidad de FEACCU, se desarrollaron los actos previstos en su salón de actos Genaro Pozas, calle Barbastro 1 de Huesca.
Así, el jueves 2 de noviembre tuvo lugar la primera de las actividades programadas: una conferencia, impartida por el escritor e investigador Luis del Pino, titulada Los enigmas del 11 M. Una semana después, el jueves 9 de noviembre, tuvo lugar la presentación del libro La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas (Grafite Ediciones, Bilbao, 2006), con la participación de José Marco Jalle, delegado en Aragón de AVT, y Jaime Larrínaga, ex párroco de Maruri, presidente del Foro y uno de los coautores del texto. Su director, José Luis Orella, no pudo asistir, pero presentó una interesante y sintética comunicación que fue leída.
Este ciclo fue clausurado con la mesa redonda titulada Derechos y libertades vulnerados en el País Vasco y Navarra; un magnífico colofón del mismo.
El primer ponente fue Ernesto Ladrón de Guevara: Portavoz del Grupo Mixto en las Juntas Generales de Álava, doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, y autor del libro Educación y Nacionalismo. Historia de un modelo (Editorial Txertoa, San Sebastián, 2005). Su testimonio de primera fila está respaldado por haber sido un alto responsable del PSE-PSOE en la época en que este partido gobernó Euskadi en coalición con el PNV; siendo testigo de las cesiones de su partido ante las pretensiones nacionalistas, lo que provocó su abandono del mismo, ingresando en la hoy desaparecida Unidad Alavesa.
Inició su intervención calificando la situación política del País Vasco como de un auténtico y estricto “Régimen”; lo que tiene difícil vuelta atrás a causa de la deriva política del PSE-PSOE, que parece haber abandonado irreversiblemente sus principios constitucionalistas.
En su día, después de estudiar diversos textos escolares vascos, expuso a Ramón Jáuregui su inquietud ante los chocantes contenidos antiespañoles de muchos de ellos; circunstancia agravada por el hecho de que el Gobierno de España no ejercitaba sus funciones inspectoras. El dirigente socialista le respondió afirmando que todo aquello era únicamente “una enfermedad pasajera” de los nacionalistas. Pero lo contemplado como pasajero se consolidó, evidenciando un gravísimo error de diagnóstico político, y alcanzando la propaganda nacionalista todos los ámbitos de la vida vasca; lo que ilustró el ponente con diversos ejemplos, entre ellos, el de la reciente campaña del Gobierno Vasco que viene a afirmar que “para ser buena persona hay que hablar euskera”.
Las raíces de este impulso totalitario las encuentra en 1910, cuando uno de los teóricos del nacionalismo vasco, Eleizalde, diseñó la estrategia del PNV en la conquista del poder en tres fases sucesivas: la social y cultural; la política; el triunfo total.
En este contexto, la escuela es un instrumento decisivo de la implantación del nuevo Régimen, siendo concebida no como vehículo de instrucción y formación, sino de adoctrinamiento. Así, los niños y jóvenes, muchos de los cuales terminarán en el entramado social abertzale, son verdaderas “víctimas calladas”; manipuladas y adoctrinadas en la mentira. Por ello definió este plan escolar como un “modelo”; término ya empleado en el franquismo y de profundas resonancias ideológicas. Las bases del mismo, a su juicio, son: un profesorado crecientemente nacionalista, tal y como demuestran los sucesivos resultados electorales sindicales que si en 1987 reflejaban un voto nacionalista de un 39 %, en 2003 alcanzaba ya el 57 %; unos contenidos temáticos falsificados, de los que proporcionó numerosos y grotescos ejemplos; el currículum, concebido como medio para la orientación de las conciencias individuales y colectivas hacia la “cosmovisión” nacionalista.
Insistió en la trascendental importancia del docente, pues “un profesor que no se apoya en la verdad, no puede transmitir valores”, de modo, que si se trata de un convencido militante nacionalista, “adoctrinará en comportamientos y sentimientos nacionalistas, pero nunca en la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el trabajo desinteresado, el rechazo de la violencia, etc.”.
En este contexto, el euskera se ha tornado en ariete decisivo del adoctrinamiento nacionalista, pese a que los expertos aseguran que es muy negativo que los niños estudien en una lengua que no sea la suya, pues ello repercutirá necesariamente en diversas carencias y dificultades a lo largo de todo su aprendizaje. Por ello, esta columna del sistema escolar ha desencadenado un fenómeno de “inmersión lingüística” de imprevisibles consecuencias; lo que viene determinado al concebirse como una de las principales herramientas de la llamada “construcción nacional vasca”.
De esta manera recordó que no era ninguna coincidencia que el único partido español que mantiene la misma estrategia e ideario, a lo largo del último siglo, sea el PNV.
Denunció, por último, que si todo este dramático proceso está siendo posible, se debe a la progresiva articulación desde el PSOE de una mayoría política que pretende aislar al Partido Popular en la vida pública; estrategia que únicamente puede consumar mediante juegos de alianzas con los partidos secesionistas.
Le sucedió en el turno de la palabra Miguel Martínez Falero: concejal de Unión del Pueblo Navarro en Ansoáin, y letrado de la acusación particular de Juan Beiro, José Múgica y Francisco Casanova; todo ellos asesinados por ETA.
Su exposición la planteó, gráficamente, en primera persona: exponiendo cómo su militancia política y su compromiso municipal le habían acarreado, sin buscarlo obviamente, una vulneración de buena parte de sus derechos y libertades fundamentales, así como los de su familia directa.
Se inició como cargo municipal en el Ayuntamiento de Peralta. Después de unos años de retiro temporal, regresó a la política activa como cabeza de lista en la lista municipal de UPN en Ansoáin: una localidad del norte de la cuenca de Pamplona, en la que la presencia de la izquierda abertzale era y sigue siendo muy fuerte. Así, al día siguiente de hacerse pública su candidatura fue amenazado de muerte por escrito por ETA. Un día después, su esposa siguió análoga suerte. Residiendo entonces en un populoso barrio del norte de Pamplona, tuvieron que cambiar de domicilio, al correr riesgo acreditado de atentado. Una vez en otro barrio más céntrico, de nuevo volvieron a sufrir similares vicisitudes y el correspondiente cambio de domicilio. Su vida, y la de su esposa e hijos, cambiaron radicalmente: adopción de precauciones y cautelas, cambios en los trayectos, lugares a los que ya no podían acceder, situaciones incómodas, insultos en la calle…
Un dato especialmente significativo: su toma de posesión como único concejal regionalista se efectuó, previo desalojo del público de la Sala de Plenos del Ayuntamiento, con la presencia de la Guardia Civil, al objeto de evitar incidentes mayores provocados por una izquierda abertzale intolerante y empeñada en acallar las voces discrepantes. Sin duda, una experiencia muy alejada, afortunadamente, de la inmensa mayoría de cargos municipales españoles que trabajan y viven en total, cómoda e inconsciente normalidad.
También realizó diversas consideraciones en relación a su compromiso como abogado; lo que le llevó a asumir la acusación particular, gratuitamente, en los casos de varios asesinatos de ETA en Navarra. Otro comportamiento que, honrándole, generó visibles muestras de simpatía y agradecimiento entre los asistentes.
Y, en la presente coyuntura política, especialmente delicada para Navarra, manifestó su confianza en la movilización del electorado navarro en apoyo de UPN; un partido que no ha cedido posiciones y mantiene sin ambigüedad sus convicciones foralistas.
Los dos ponentes cedieron paso a las numerosas preguntas e intervenciones del público asistente; que se manifestó particularmente inquieto ante la deriva del PSOE; la evolución del mal llamado “proceso de paz”; así como ante el rol reservado a Navarra en el mismo por sus artífices.
También algunas víctimas del terrorismo participaron en el debate de manera muy relevante; expresando sus preocupaciones y sentimientos que, de alguna manera, el propio Miguel Martínez Falero sintetizó al término de su intervención afirmando que las víctimas –aseveración avalada por su propia y particular experiencia- “perdieron sus vidas y sus bienes, o los de sus familiares; derechos y libertades en suma que les fueron arrebatadas por los terroristas. Pero entonces sabían porqué se arriesgaban. Ahora la situación ha cambiado y se preguntan por la vigencia de las razones de sus sufrimientos y padecimientos”.
Ambos ponentes, desde disciplinas distintas y experiencias muy diversas, compartieron un mismo análisis sociopolítico: el nacionalismo vasco, estructuralmente totalitario, persigue la ocupación de todo el poder político con miras a la secesión y la edificación de un Estado vasco; de modo que no existe ámbito social que no sea concebido como campo de batalla en el que imponerse sobre los supuestos rivales, en el intento de desplazarlos y marginarlos definitivamente. Desde esta clave se entienden nítidamente los comportamientos totalitarios descritos por ambos ponentes y que, narrados fuera del País Vasco y Navarra, todavía sorprenden.
http://www.diarioliberal.com/DL_opinion22.htm
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