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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Hermanos Musulmanes: primera línea del islamismo.

Breve aproximación a uno de los principales actores de la reislamización experimentada en diversos países musulmanes: los Hermanos Musulmanes.

 

El movimiento de los Hermanos Musulmanes fue fundado en 1928 por el egipcio Hassan Al Banna (1906–1949). Se trata de una organización muy estructurada y proselitista a cuyo entender la umma (Comunidad de los Creyentes) es una sola nación que debe retornar a las enseñanzas originales del islam si quiere recuperar su pasada y perdida grandeza. Considera que el islam contiene un completo repertorio de soluciones a los grandes problemas de toda época. Y afirma que, para la aplicación de su programa, es inevitable una revolución política. Desde tales premisas, Hermanos Musulmanes entronca en el moderno movimiento reformista islamista que, como una joven rama de la más antigua corriente salafita (de salaf, grandes antepasados), se entrelaza con otros movimientos fundamentalistas e integristas, como el wahabita saudí. Todos ellos pretenden conciliar una fidelidad absoluta al islam con el reto de la modernización industrial y tecnológica. Muerto Hassan Al Banna, le sucede Sayed Qutb, ahorcado en 1966 por subversión. Transcurridas casi 8 décadas desde su fundación, ¿cuál es su influencia? Para conocerla, nos aproximaremos, muy brevemente, a su realidad en algunos de los países musulmanes más próximos a España.

 

En su Egipto natal han sufrido diversas vicisitudes, generalmente en abierto enfrentamiento con el gobierno. No obstante, puede afirmarse que, hoy día, mantiene las mejores relaciones con el poder de toda su historia; no en vano constituye el principal grupo opositor parlamentario al gobernante Partido Nacional Democrático. Aunque no es una organización legal, está tolerada, desarrollando actividades políticas como independientes y una amplia labor caritativa, social y proselitista.

 

El principal movimiento islamista palestino, Hamas ­(acrónimo en árabe de Movimiento para la Resistencia Islámica­), fue fundado el 14 de diciembre de 1987, al poco del estallido de la Primera Intifada, por obra de militantes de Hermanos Musulmanes. Con el estallido de la Segunda Intifada (septiembre de 2000), Hamas se convierte en el mayor enemigo de Israel, pues las Brigadas Ezzedine al-Qassam, su brazo armado, perpetraron la mayor parte de los atentados suicidas sufridos por el Estado judío. El pasado 25 de enero de 2006 Hamas dará el campanazo, ganando las elecciones legislativas. Palestina, de esta manera, se convierte en estandarte y escaparate del islamismo.

 

Jordania es el país donde la presencia pública, parlamentaria e institucional, de los Hermanos Musulmanes es más acusada, después de Palestina. El triunfo electoral de Hamas llevó a las calles jordanas a decenas de miles de eufóricos manifestantes, flanqueados por miles de banderas verdes que representaban dos sables cruzados, el Corán, y su versículo 8,60 (orden de armarse): la bandera de la hermandad. Celebraban, por tanto, la victoria de sus correligionarios. Fue un antiguo militante jordano de esta organización, Abdullah Azzam, quien fundó la llamada Oficina de Servicios Afgana (MAK), antecedente inmediato de Al Qaeda. Con anterioridad había sido profesor de estudios islámicos en la Universidad saudí Rey Abdulaziz al igual que Mohamed Qutb, hermano del segundo gran dirigente de Hermanos Musulmanes. Y ambos fueron profesores de un entonces desconocido estudiante de ciencias económicas y de gestión: un tal Osama Ben Laden (¿les suena?).

 

Fuertes en Siria, han protagonizado sangrientos enfrentamientos con el régimen del partido Baas («renacimiento», de ideología socialista, laico, panárabe, fundado por el cristiano Michel Aflaq), quien los mantiene en la más estricta clandestinidad bajo un durísimo control policial.

 

Las autoridades libias liberaron el jueves 2 de marzo de 2006 a 84 prisioneros de los Hermanos Musulmanes, organización allí prohibida, quienes permanecían detenidos desde finales de los años 90. Todavía en la clandestinidad, es la principal organización fundamentalista en un país todavía nominalmente socialista y laico.

 

También se encuentran presentes en Turquía, polémico candidato a la Unión Europea, donde cuentan con una extensa y consolidada organización que mantiene ciertas relaciones con el primer ministro, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan, en el gobierno de la mano de su Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD).

 

Ya en los años 30 del pasado siglo, cientos de jóvenes musulmanes bosnios se trasladaron a Egipto para realizar sus estudios universitarios. Muchos regresaron teñidos de las ideas de los Hermanos Musulmanes, dando lugar a la organización Jóvenes Musulmanes, cuyo influjo llega hasta hoy mismo, habiendo sobrevivido a la ocupación alemana, al comunismo de Tito, y catapultando al poder a uno de sus militantes más experimentados: Alia Izetbegovic, quien llegó a la presidencia de la república bosnia de la mano del gobernante Partido de Acción Democrática (SDA).

 

Otras organizaciones más o menos potentes de Hermanos Musulmanes se encuentran en todos los demás países musulmanes del área: Sudán (donde llegaron a protagonizar un intento de golpe de Estado), Marruecos, Argelia, Líbano…

 

De los Hermanos Musulmanes nació otra corriente más radical, si cabe. Nos referimos a Takfir wal Hijra (Excomunión y exilio). A este grupo, extendido por el norte de África y también entre las comunidades musulmanas de Europa, le dedicaremos, si Dios quiere, un próximo texto; no en vano, según diversas fuentes, la mayoría de integrantes del principal grupo terrorista de nuestro «vecino del sur», el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), han sido -o todavía lo son- de credo takfir.

 

Este breve repaso a la presencia y potencialidad, de los Hermanos Musulmanes en la actualidad, nos proporciona algunas claves de un movimiento que propugna una religiosidad extrema islamista, practica una notable capacidad de oportunismo político si se les tolera, y desarrolla un notable comunitarismo social por medio de innumerables obras asistenciales; todo ello con la pretensión de asimilar los adelantos tecnológicos de Occidente en un intento de superarle. Una respuesta islamista a la modernidad.

 

 

Páginas Digital, 8 de marzo de 2006

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