En busca de Andreu Nin. Vida y muerte de un mito silenciado de la Guerra Civil (Plaza & Janés).
José María Zavala “En busca de Andreu Nin. Vida y muerte de un mito silenciado de la Guerra Civil”. Prólogo de Stanley G. Payne. Plaza & Janés. Barcelona. 2005. 582 pp.
Investigando la verdad sobre la desaparición del líder revolucionario Andreu Nin durante nuestra Guerra Civil, el autor nos traslada hasta el corazón de la Revolución rusa y los entresijos de la presencia soviética en España, desvelándonos la naturaleza genocida del experimento comunista.
José María Zavala propone, al lector, un viaje que él mismo inicia en Alcalá de Henares, última localidad que vio con vida al famoso dirigente revolucionario Andreu Nin; y que desemboca fatalmente en un episodio español de la orgía de sangre que supuso para Rusia, y miles de comunistas de otros muchos países, las sucesivas purgas desatadas por Stalin.
Andreu Nin fue uno de los dirigentes comunistas más atractivos de la época, y uno de los pocos españoles que conoció profundamente la realidad de la Unión Soviética; quedando deslumbrado por sus “logros revolucionarios”, pero ignorando el infinito dolor desatado. Habiendo militado en todas las organizaciones revolucionarias de la época, recalará en la “patria del socialismo”, donde permanecerá nueve años, incorporándose a las estructuras burocráticas de la Internacional Sindical Roja. Allí simpatizará con las posturas políticas de la llamada “Oposición de Izquierdas”, alineándose con León Trotski. Ya en España, se empeñará en la construcción de un partido comunista crítico con la burocratización y la pérdida de las esencias revolucionarias, según sus análisis, experimentadas en la Rusia Soviética y atribuidas a Stalin. Con el concurso de otros comunistas radicales, nació de su impulso el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), acusado en 1937 de trotskismo por los estalinistas del Partido Comunista de España; pese a que había roto con la disciplina de la Internacional de Trotski años atrás.
Cientos de miles de comunistas rusos, opositores de cualquier tendencia y personas de todas las condiciones (incluida la mayor parte de la vieja guardia bolchevique), fueron víctimas de las sucesivas purgas organizadas por Stalin y sus secuaces. Los trotskistas se convirtieron en objetivos preferentes de las mismas; de manera que también el POUM fue colocado en primera fila de una larga serie de enemigos mortales a exterminar. Aprovechando su penetración en las estructuras de la república del Frente Popular, los ejecutores más fieles de la política estalinista, encabezados por Alexander Orlov, jefe del NKVD en España, desplegaron una verdadera conspiración. Su objetivo era representar, con los hombres del POUM como víctimas propiciatorias, un proceso análogo a los desarrollados en Moscú –supuestamente- en defensa de la revolución frente a todo tipo de enemigos, interiores y exteriores, reales o ficticios. Así, fueron acusados de ser agentes franquistas y de la Gestapo, mediante pruebas falsificadas que los implicaban presuntamente en una red de espías quintacolumnistas. Nin y el POUM se convertirían en víctimas cualificadas de los sucesos de mayo del 37 en Barcelona, que consolidaron el predominio comunista en Cataluña a costa del desplazamiento de la anarcosindicalista CNT de la dirección del Frente Popular.
Nin resistió las bárbaras torturas que le sometieron. Ello le honra: decenas de miles de comunistas rusos y de otras muchas nacionalidades, cedieron a las presiones, chantajes y torturas, y terminaron reconociendo increíbles acusaciones “fabricadas” a conveniencia por los chequistas, lo que no les salvó la vida, ni las de sus familiares presentados como moneda de cambio. Nin tampoco sobrevivió; ni siquiera se conoce el destino último de su cuerpo torturado. Pero es seguro que no cedió, resistió, murió en el empeño y salvó al POUM de su anunciado exterminio.
Nin fue un dirigente comunista independiente: bien formado, reflexivo, carismático, trabajador, austero… Todo ello, no obstante, no le exonera de su responsabilidad en la hecatombe de la Guerra Civil. Tampoco pretendió implantar un comunismo “de rostro humano”. Los juicios de Stanley G. Payne, en esa dirección, expresados profusamente en su libro Unión Soviética, comunismo y revolución en España (1931-1939), editado en 2003 por la misma editorial, son irrebatibles. Sus invocaciones a la guerra civil sin consideración alguna de sus dramáticas consecuencias humanas, su tremendista violencia verbal, los llamamientos a la lucha sin cuartel contra las clases sociales enemigas y la Iglesia, su defensa a ultranza de la revolución…, anunciaban sin retórica alguna sus objetivos reales: la implantación en España de una república socialista más radical, si cabe, que la rusa. El POUM, a su manera, aunque no influyó decisivamente en la marcha general del conflicto, contribuyó a su desencadenamiento y a su prolongación. Tácticamente se equivocaron, pues se esforzaron para que la revolución avanzara paralelamente a la marcha de la guerra. Y se enfrentó, por ello, a un implacable PCE que, ejecutando ciegamente las personalísimas y en ocasiones desconcertantes órdenes de Stalin, impulsaba una estrategia por etapas, aunque también con la mirada puesta en una república de nuevo tipo, en transición a la dictadura del proletariado.
José María Zavala ha escrito un libro tan apasionante como riguroso. Sus apéndices son extraordinarios: diversos documentos facsímiles, y sus transcripciones, decisivos para la aclaración de las circunstancias concretas en que Nin fue asesinado. Dentro de esa documentación destaca el mismísimo expediente policial de Nin, elaborado durante varios lustros. Una cronología, la relación de los trabajos publicadas por Nin, y una bibliografía comentada de las 30 obras fundamentales editadas al respecto, completan un texto cuya lectura golpeará la sensibilidad del lector.
El Semanal Digital, 30 de abril de 2005
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