La Falange Nacional de Chile: entre el corporativismo católico y la democracia cristiana.
La Democracia Cristiana de Chile es un partido político, de antigua tradición e interesante historia, que arranca del corporativismo católico y se incorpora, progresivamente, a la corriente política predominante entre los católicos después de la segunda guerra mundial.
El texto se basa en la amplia tesis doctoral, elaborada con anterioridad por el autor, Los orígenes de la Democracia Cristiana en Chile: la Falange Nacional, presentada en la Universidad Complutense de Madrid, en la que obtuvo la máxima calificación en 1993.
La Falange Nacional nace, en 1934, como consecuencia de la petición efectuada por la Jerarquía católica a los jóvenes estudiantes de la ANEC (Asociación Nacional de Estudiantes Católicos) y a los teóricos de la Liga Social para que se implicaran en política en defensa de los valores católicos.
Durante los primeros 5 años de vida, su historia se superpone al Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora, las recreadas juventudes del Partido Conservador a las que dieron vida los estudiantes católicos de la ANEC, que renovaron, no sin polémica, a ese histórico y petrificado partido.
Posteriormente, la Falange Nacional iniciará andadura propia, abandonando las filas conservadoras, aunque no pasó de ser un partido de minorías selectas, con una gran organización, buenos pensadores, cierta influencia social y una afiliación que no parece superara los 20.000 militantes.
Es en 1957 cuando, junto a otras fuerzas de matriz social-católica, formará la Democracia Cristiana, constituyendo su núcleo rector, ejercitando una gran influencia en la marcha futura del nuevo partido.
Ya el nombre, Falange Nacional, induce a reflexiones y a una línea de investigación sobre sus posibles vinculaciones con la Falange Española. El autor nos revela que dos han sido las interpretaciones al respecto. La primera de ellas considera que se eligió el término “falange”, al calificar a la juventud conservadora como uno de los “dedos” del Partido Conservador. Así, tales autores, buscarían deslindar este partido de cualquier relación con Falange Española, considerando que sus fuentes doctrinales serían otras. Para otros autores, al contrario, existen influencias evidentes de carácter doctrinal, simbólico y retórico. En cualquier caso, su ideología, por aquel entonces, podría enmarcarse en líneas generales dentro de la corriente del corporativismo católico derivado de las encíclicas papales de temática social, más que en cualquier forma ligada al incipiente fascismo. De todas formas, Falange Nacional, dentro de las corrientes del momento, recibe influencias procedentes de varias concepciones ideológicas. En la recepción de esas novedades doctrinales, fue determinante el viaje realizado por Europa, con ocasión de la celebración en Roma del Congreso Iberoamericano de Universitarios Católicos en 1933, por parte de varios futuros dirigentes de la Falange Nacional: Eduardo Frei y Manuel Antonio Garretón. Pudieron escuchar a Benito Mussolini, asistir a clases de Jacques Maritain en París, contactaron con las potentes e innovadoras organizaciones católico – sociales de Bélgica (no está aclarado si llegaron a conocer a León Degrelle, fundador del REX y responsable entonces del departamento de prensa de la Acción Católica belga), viajaron a España donde trataron a Gil Robles y contactaron con Renovación Española y FE de las JONS. El autor nos recuerda, además, que un escritor español que ejerció notable influencia, en la incipiente Falange Nacional, fue Ramiro de Maeztu con su Defensa de la Hispanidad, lo que se refleja en el hispanoamericanismo como una de sus señas de identidad más acusadas.
Con una extensión de 250 páginas, el texto dedica especial atención, en su primer capítulo, a los ricos antecedentes históricos, doctrinales y eclesiales de la Falange Nacional, así como del restante espectro social - cristiano del momento.
La historia y evolución de Falange Nacional es objeto de estudio en el segundo capítulo del libro.
El tercer capítulo, relativo a la organización y estructura falangistas, ocupa buena parte del libro (el apartado aplicado a su organización interna suman 40 magníficas páginas), dedicando un cierto espacio a las publicaciones falangistas chilenas y a sus escritores.
El capítulo cuarto es el dedicado a la ideología de Falange Nacional, centrándose en varios aspectos fundamentales. Son muy interesantes las consideraciones que hace en torno a su postura ante el comunismo, en particular con ocasión de su negativa a apoyar la Ley para la Defensa Permanente de la Democracia promulgada el 3 de septiembre de 1948, oponiéndose con ello a la ilegalización del Partido Comunista, pues los falangistas chilenos consideraban que la lucha frente al comunismo consistía en “traer soluciones mejores que las comunistas”.
Igualmente interesante es el apartado dedicado a las relaciones con la Iglesia católica, cuya Jerarquía condenó la posición falangista ante el comunismo.
El aspecto más estudiado aquí, dentro de la ideología de la Falange Nacional, es el corporativismo, que evolucionará, progresivamente, hacia un concepto distinto, el comunitarismo, en transición hacia la Democracia Cristiana. Para el autor está claro que, en esta faceta del corporativismo, las influencias fascistas son evidentes. Pero, creemos nosotros, para un desarrollo teórico corporativista era suficiente recurrir a fuentes doctrinales específicamente católicas, cuyo modelo arranca de la Edad Media, tal como el mismo autor menciona.
Los anexos son de notable interés: los 24 puntos fundamentales del partido, Directivas, evolución del voto, los representantes en el Congreso y un breve cancionero.
El libro, pese a estar centrado en la Falange Nacional, nos asoma, de forma privilegiada, sobre aspectos generalmente poco conocidos, por el lector español, de la realidad política e histórica de Chile: el “padre de la patria” Diego Portales, el sistema de partidos en Chile y la evolución doctrinal e ideológica de los mismos.
En cualquier caso, asombra ver como en Chile, país laicista y de gran tradición masónica, la labor de la Iglesia alcanzó semejante penetración en su sociedad, siendo capaz de generar novedosas formas asociativas de voluntad misionera y transformadora, movilizando numerosas voluntades, entre las que destacan algunos políticos e intelectuales que han sido determinantes en la historia reciente de Chile.
Un ejemplo para reflexionar y más motivos para conocer y estudiar el libro que aquí comentamos.
Revista de historia contemporánea Aportes, Nº 45, 1/2001
El politólogo José Díaz Nieva ha escrito un magnífico libro, editado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, titulado Chile: de la Falange Nacional a la Democracia Cristiana (Madrid, 2000), en el que estudia a esa fuerza política fundamental en la historia de Chile a lo largo del siglo XX.
El texto se basa en la amplia tesis doctoral, elaborada con anterioridad por el autor, Los orígenes de la Democracia Cristiana en Chile: la Falange Nacional, presentada en la Universidad Complutense de Madrid, en la que obtuvo la máxima calificación en 1993.
La Falange Nacional nace, en 1934, como consecuencia de la petición efectuada por la Jerarquía católica a los jóvenes estudiantes de la ANEC (Asociación Nacional de Estudiantes Católicos) y a los teóricos de la Liga Social para que se implicaran en política en defensa de los valores católicos.
La Falange Nacional.
Durante los primeros 5 años de vida, su historia se superpone al Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora, las recreadas juventudes del Partido Conservador a las que dieron vida los estudiantes católicos de la ANEC, que renovaron, no sin polémica, a ese histórico y petrificado partido.
Posteriormente, la Falange Nacional iniciará andadura propia, abandonando las filas conservadoras, aunque no pasó de ser un partido de minorías selectas, con una gran organización, buenos pensadores, cierta influencia social y una afiliación que no parece superara los 20.000 militantes.
Es en 1957 cuando, junto a otras fuerzas de matriz social-católica, formará la Democracia Cristiana, constituyendo su núcleo rector, ejercitando una gran influencia en la marcha futura del nuevo partido.
Ya el nombre, Falange Nacional, induce a reflexiones y a una línea de investigación sobre sus posibles vinculaciones con la Falange Española. El autor nos revela que dos han sido las interpretaciones al respecto. La primera de ellas considera que se eligió el término “falange”, al calificar a la juventud conservadora como uno de los “dedos” del Partido Conservador. Así, tales autores, buscarían deslindar este partido de cualquier relación con Falange Española, considerando que sus fuentes doctrinales serían otras. Para otros autores, al contrario, existen influencias evidentes de carácter doctrinal, simbólico y retórico. En cualquier caso, su ideología, por aquel entonces, podría enmarcarse en líneas generales dentro de la corriente del corporativismo católico derivado de las encíclicas papales de temática social, más que en cualquier forma ligada al incipiente fascismo. De todas formas, Falange Nacional, dentro de las corrientes del momento, recibe influencias procedentes de varias concepciones ideológicas. En la recepción de esas novedades doctrinales, fue determinante el viaje realizado por Europa, con ocasión de la celebración en Roma del Congreso Iberoamericano de Universitarios Católicos en 1933, por parte de varios futuros dirigentes de la Falange Nacional: Eduardo Frei y Manuel Antonio Garretón. Pudieron escuchar a Benito Mussolini, asistir a clases de Jacques Maritain en París, contactaron con las potentes e innovadoras organizaciones católico – sociales de Bélgica (no está aclarado si llegaron a conocer a León Degrelle, fundador del REX y responsable entonces del departamento de prensa de la Acción Católica belga), viajaron a España donde trataron a Gil Robles y contactaron con Renovación Española y FE de las JONS. El autor nos recuerda, además, que un escritor español que ejerció notable influencia, en la incipiente Falange Nacional, fue Ramiro de Maeztu con su Defensa de la Hispanidad, lo que se refleja en el hispanoamericanismo como una de sus señas de identidad más acusadas.
El libro de José Díaz Nieva.
Con una extensión de 250 páginas, el texto dedica especial atención, en su primer capítulo, a los ricos antecedentes históricos, doctrinales y eclesiales de la Falange Nacional, así como del restante espectro social - cristiano del momento.
La historia y evolución de Falange Nacional es objeto de estudio en el segundo capítulo del libro.
El tercer capítulo, relativo a la organización y estructura falangistas, ocupa buena parte del libro (el apartado aplicado a su organización interna suman 40 magníficas páginas), dedicando un cierto espacio a las publicaciones falangistas chilenas y a sus escritores.
El capítulo cuarto es el dedicado a la ideología de Falange Nacional, centrándose en varios aspectos fundamentales. Son muy interesantes las consideraciones que hace en torno a su postura ante el comunismo, en particular con ocasión de su negativa a apoyar la Ley para la Defensa Permanente de la Democracia promulgada el 3 de septiembre de 1948, oponiéndose con ello a la ilegalización del Partido Comunista, pues los falangistas chilenos consideraban que la lucha frente al comunismo consistía en “traer soluciones mejores que las comunistas”.
Igualmente interesante es el apartado dedicado a las relaciones con la Iglesia católica, cuya Jerarquía condenó la posición falangista ante el comunismo.
El aspecto más estudiado aquí, dentro de la ideología de la Falange Nacional, es el corporativismo, que evolucionará, progresivamente, hacia un concepto distinto, el comunitarismo, en transición hacia la Democracia Cristiana. Para el autor está claro que, en esta faceta del corporativismo, las influencias fascistas son evidentes. Pero, creemos nosotros, para un desarrollo teórico corporativista era suficiente recurrir a fuentes doctrinales específicamente católicas, cuyo modelo arranca de la Edad Media, tal como el mismo autor menciona.
Los anexos son de notable interés: los 24 puntos fundamentales del partido, Directivas, evolución del voto, los representantes en el Congreso y un breve cancionero.
El libro, pese a estar centrado en la Falange Nacional, nos asoma, de forma privilegiada, sobre aspectos generalmente poco conocidos, por el lector español, de la realidad política e histórica de Chile: el “padre de la patria” Diego Portales, el sistema de partidos en Chile y la evolución doctrinal e ideológica de los mismos.
En cualquier caso, asombra ver como en Chile, país laicista y de gran tradición masónica, la labor de la Iglesia alcanzó semejante penetración en su sociedad, siendo capaz de generar novedosas formas asociativas de voluntad misionera y transformadora, movilizando numerosas voluntades, entre las que destacan algunos políticos e intelectuales que han sido determinantes en la historia reciente de Chile.
Un ejemplo para reflexionar y más motivos para conocer y estudiar el libro que aquí comentamos.
Revista de historia contemporánea Aportes, Nº 45, 1/2001
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