Los otros vascos. Historia de un desencuentro (Editorial Vasco Aragonesa y Grafite Ediciones).
José Luis Orella. “Los otros vascos. Historia de un desencuentro. Editorial Vasco Aragonesa y Grafite Ediciones. Bilbao. 2003. 256 pp.
José Luis Orella afronta, en esta ocasión, una cuestión que no podía aplazarse: la investigación histórica del actual centroderecha vasco. Y lo hace con urgencia, reflejándose en el estilo del texto. No podía ser para menos. Algunos de sus protagonistas ya han muerto (Julen Guimón, Luis Olarra, Chus Viana…), bastantes han sido asesinados (Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco…), y otros muchos han abandonado su tierra o la actividad política (o ambas, como Pablo Mosquera). Famosos unos, conocidos otros, anónimos la mayoría; el tributo pagado por el centroderecha vasco, en defensa de su mera existencia como colectividad y de la presencia viva española en esta tierra, ha sido muy alto.
En los últimos años se ha venido observando, aparentemente, cierta inflación de textos relativos a la realidad política vasca; muchos de ellos centrados en el terrorismo y en el PNV. Es lógico y era deseable: el silencio, el miedo y la pasividad, finalmente, han dado paso a la denuncia, la investigación y el testimonio. La pervivencia del terrorismo, una excepción en la Europa actual, con la carga de dolor y sufrimiento que castiga a toda la sociedad española desde hace tres décadas, y las prácticas hegemónicas del nacionalismo excluyente, en detrimento de un sector significativo de la población vasca, exigían esta producción escrita sin restricciones.
Durante muchos años el centroderecha vasco ha vivido en la marginación política. Superada la inicial sopa de siglas, y plantando cara al terrorismo, a sus cómplices y a la indiferencia, hoy día puede afirmarse que el Partido Popular, sin olvidar a Unidad Alavesa, encarna el alma de buena parte de los otros vascos: aquéllos que no quieren ser nacionalistas.
La sociedad vasca es plural y, en consecuencia, el nacionalismo no detenta la exclusividad del ser vasco; aunque esos datos objetivos de la realidad no gusten a Ibarretxe, Otegui y otros. Actualmente el nacionalismo vasco, en su conjunto, controla el poder gubernamental autonómico y la mayor parte de mecanismos rectores de la vida social, cultural y económica del País Vasco. A pesar de lo anterior, y de los efectos paralizantes del miedo al tiro en la nuca: buena parte de los vascos se siguen identificando con el proyecto nacional español. Todo ello bien lo sabe el autor de este libro. Navarro, profesor de historia en la Universidad San Pablo - CEU, portavoz de Foro El Salvador (que agrupa a católicos vascos movilizados contra el nacionalismo totalitario), y actual presidente de Foro Arbil (entidad inspirada en los criterios teóricos y de acción de la Doctrina Social de la Iglesia).
José Luis Orella afronta, en esta ocasión, una cuestión que no podía aplazarse: la investigación histórica del actual centroderecha vasco. Y lo hace con urgencia, reflejándose en el estilo del texto. No podía ser para menos. Algunos de sus protagonistas ya han muerto (Julen Guimón, Luis Olarra, Chus Viana…), bastantes han sido asesinados (Gregorio Ordóñez, Miguel Ángel Blanco…), y otros muchos han abandonado su tierra o la actividad política (o ambas, como Pablo Mosquera). Famosos unos, conocidos otros, anónimos la mayoría; el tributo pagado por el centroderecha vasco, en defensa de su mera existencia como colectividad y de la presencia viva española en esta tierra, ha sido muy alto.
Esta corriente política vasca actual se ha nutrido, nos recuerda el autor, de tres fuentes principales: el llamado “carlismo sociológico”, el liberalismo moderado y la derecha católica. Pero ha tardado bastantes años en consolidar una expresión estable y significativa. Ya en los primeros años de la transición española a la democracia, sus hombres y mujeres fueron objeto de una feroz persecución terrorista que pretendía su extirpación como fuerza política organizada. Asesinando a algunos de sus militantes y líderes más significativos, los terroristas buscaban la eliminación de posibles núcleos activistas de esa corriente. Casi lo consiguieron. Pero debe añadirse otro factor que ha dificultado su configuración como opción relevante en el panorama político vasco: su inicial dispersión en numerosas siglas. Superada esa fragmentación, poco a poco, y de la mano de unos hombres y mujeres admirables, de las cenizas de este sector político surgieron, finalmente, el Partido Popular, actualmente punta de lanza del constitucionalismo, y la ejemplar, en tantos aspectos, Unidad Alavesa.
Pero esta opción política no nace de la nada. También responde, en alguna medida, a la movilización de un sector de la sociedad vasca que ha dado lugar a lo que el autor denomina afortunadamente, en uno de sus capítulos, como el país de los foros; cuando describe la estructuración del movimiento cívico de resistencia, frente al nacionalismo excluyente, integrado por víctimas del terrorismo, intelectuales, pacifistas y activistas sociopolíticos.
En los últimos años se ha venido observando, aparentemente, cierta inflación de textos relativos a la realidad política vasca; muchos de ellos centrados en el terrorismo y en el PNV. Es lógico y era deseable: el silencio, el miedo y la pasividad, finalmente, han dado paso a la denuncia, la investigación y el testimonio. La pervivencia del terrorismo, una excepción en la Europa actual, con la carga de dolor y sufrimiento que castiga a toda la sociedad española desde hace tres décadas, y las prácticas hegemónicas del nacionalismo excluyente, en detrimento de un sector significativo de la población vasca, exigían esta producción escrita sin restricciones.
El nacionalismo vasco, tanto el etnicista “moderado”, como el abertzale radical, comparten proyecto y estrategia. No busca un acuerdo con sus opositores políticos. No pretende la integración de todos los vascos. Al contrario, persigue la imposición de su proyecto a pesar de todos los que no opinan como ellos. Dentro de esta dinámica, diálogo, democracia, acuerdo, pluralismo, paz… son palabras cuyos significados originales han sido distorsionados, por los intelectuales orgánicos y los publicistas del nacionalismo, en aras de sus intereses tácticos. Por ello, es bueno que se conozca toda la realidad vasca, toda su historia, toda la verdad.
Un texto, en definitiva, que era necesario, dramáticamente actual y que puede señalar toda una línea de investigación histórica.
El Semanal Digital, 24 de enero de 2004.
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