Visiones y revisiones sobre José Antonio.
Algunas novedades bibliográficas recientes parecen indicar que aumenta el interés por la figura de José Antonio Primo de Rivera. Pero, podemos preguntarnos, ¿realmente es así o se trata, al contrario, de una rememoración sentimental sin proyección de futuro?
De la mano de Ediciones Barbarroja, y patrocinada por Plataforma 2003 (entidad privada organizada en torno al objetivo de conmemorar el centenario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera, www.plataforma2003.org), podemos encontrar en las librerías españolas una nueva colección de libros denominada Biblioteca Centenario. De ella nos han llegado dos recientes volúmenes, cuya común razón de ser arranca, directamente, de la trascendencia, en diversos ámbitos, de este personaje histórico.
El primer título, Sobre José Antonio, ofrece un amplio abanico de opiniones y testimonios vertidos, en torno a su figura, de lo más dispares. El segundo de los libros, José Antonio: visiones y revisiones, constituye un meritorio esfuerzo de identificación y localización de sus fuentes escritas.
El protagonista de ambos textos, nacido un 24 de abril de hace 99 años, no precisa presentación pese a ser, en palabras del historiador Luis Suárez, el gran ninguneado. Mucho se ha escrito sobre él, quien ya forma parte, sin duda, de la memoria colectiva de los españoles. Ello no implica, sin embargo, que sea generalmente conocido ni que el juicio histórico emitido sea unánime; más bien, debe afirmarse que arraigados prejuicios, de muy variado signo, deforman la lente a través de la cual se interpreta al personaje o se le margina.
La percepción de la imagen de José Antonio ha atravesado varias fases: combatida, ensalzada, ignorada… Y muchos de los testimonios del libro así lo avalan.
Con todo, para la mayoría de los españoles, el fundador de Falange Española viene provocando, al menos, un silencio respetuoso que contrasta con las aclamaciones exageradas o las descalificaciones apriorísticas. Pero también debemos revisar esta afirmación a causa del pavoroso desconocimiento y el desinterés, de la historia y tradición propias, que manifiestan las jóvenes generaciones españolas.
Por otra parte, la figura y el pensamiento de José Antonio, ¿tienen la suficiente entidad como para interesar a las jóvenes generaciones españolas? ¿Puede proporcionar luz sobre el presente y el futuro de España? Esta pregunta es más adecuada al considerar que tres años de vida pública, truncada por una muerte prematura, dieron el fruto de apenas un millar de páginas que diseñan una estructura doctrinal inacabada que, pese a esas limitaciones, arrastró muchas voluntades.
Agustín del Río Cisneros, el gran compilador de los escritos de José Antonio, considera que su pensamiento se resume y estructura en los siguientes axiomas:
- Una concepción espiritual del hombre.
- España entendida como el producto de las generaciones pasadas; una herencia que trasciende a las presentes para proyectarse en las futuras.
- Un Estado al servicio de la persona y la comunidad política.
- El sindicalismo (al que atribuye especial incidencia en la vida económica), junto a la familia y el municipio, como realidades articuladoras de la vida en común de los españoles.
- La pretensión de una justicia social profunda.
Su particular pretensión fue, sintéticamente, la superación de derechas e izquierdas o, desde otra perspectiva, la fusión entre tradición y revolución.
Si a esos presupuestos ideológicos –novedosos al menos en su conjunción- sumamos una personalidad atractiva y exigente, ya tenemos los ingredientes suficientes para avalar una propuesta sugestiva: que su memoria forme parte de nuestro patrimonio nacional, como modelo de comportamiento y herencia para los nuevos españoles.
José Antonio ejercitó un papel de cierta relevancia en la II República española a través del movimiento político que fundó, Falange Española. Su original intento no tuvo éxito, siendo prueba dramática de ello la contienda civil sufrida; lo que le supuso la muerte, al igual que a buena parte de dirigentes y militantes de su movimiento. En este sentido, el historiador Pío Moa, en su libro El derrumbe de la segunda república y la guerra civil (Ediciones Encuentro, Madrid, 2001), asegura que la violencia desatada por Falange fue de tipo defensivo, no siendo determinante del desencadenamiento de la contienda civil. Por ello, y por los intentos conciliatorios desarrollados en sus últimos meses de vida, su figura, arrastrada por unos trágicos acontecimientos no deseados, ha ido ganando un aprecio que le faltó en vida y que, a pesar de las décdas transcurridas, no es políticamente correcto así manifestarlo.
De alguna manera, los dos títulos que vamos a comentar aquí intentan romper ese silencio respetuoso lindante, paradójicamente, con la ignorancia, transformándolo en conocimiento.
Ambos volúmenes se complementan perfectamente y sería deseable que, por el esfuerzo desplegado, trasciendan el reducido entorno humano de la “familia joseantoniana”, para llegar a sectores más amplios de la Universidad y de la opinión pública españolas.
En el primero de los libros, Sobre José Antonio (Madrid, 2002, 2ª edición), sus autores, Enrique de Aguinaga y Emilio González Navarro, recopilan un amplio abanico de opiniones realizadas en torno a su persona. Recogidas en el ámbito familiar, en el laboral, en el de los correligionarios, también entre sus oponentes políticos, entre historiadores e intelectuales; encontramos posturas muy diversas. Desde la adhesión incondicional hasta el rechazo absoluto. Se percibe una simpatía muy extendida hacia sus cualidades personales, un reconocimiento general de sus aptitudes profesionales e intelectuales, rompiéndose esa unanimidad cuando la valoración se refiere a su papel político. Creador de una síntesis original, para unos, continuador de una visión tradicional del hombre y de España, para otros, consciente instrumento del poder capitalista, incluso, simplemente, un fascista (así lo califica el historiador Cesar Vidal).
El volumen está estructurado en un índice nominal de los autores de dichos testimonios, una breve nota preliminar en la que los recopiladores concretan la fe y anhelos subyacentes en este trabajo, la transcripción de tales testimonios (desde Diego Abad de Santillán hasta Julián Zugazagoitia) y una básica bibliografía sobre el personaje.
La disparidad de opiniones es notable y sorprendente. En este sentido, y como curiosidad, mencionaremos que se reproduce, por ejemplo, la entrada PRIMO DE RIVERA recogida en la Enciclopedia Soviética (3ª edición, Moscú, 1975), con un juicio marxista ortodoxo fácil de predecir (página 83).
En este libro de 268 páginas, cada una de las 449 opiniones recogidas contiene una mención de su autor y de la fecha en que se produjo, lo que permite una valoración por parte del lector. No es el mismo, por poner un ejemplo, el balance efectuado por un José María Aznar en sus años jóvenes, que el que pudiera hacer, ya lanzado en su carrera política hacia el centro reformista, posteriormente. De otras importantes personalidades, que igualmente evolucionaron a lo largo de nuestra reciente historia, también se recogen testimonios en su día realizados en torno a José Antonio: José María Ruiz-Giménez, Pedro Laín Entralgo... Mencionar cada supuesto concreto sería excesivo. La evolución personal experimentada, por otra parte, no priva de valor a los respectivos testimonios, evidentes expresiones, en todo caso, de una época.
Hemos echado de menos algunas opiniones, como la del innovador historiador Pío Moa recogidas en su trilogía sobre la Segunda República española y la guerra civil (publicada por Ediciones Encuentro) o la del biógrafo de su entraña religiosa, Cecilio de Miguel Medina, autor de un libro que conviene rescatar, pues proporciona mucha luz sobre aspectos clave de su personalidad.
José Antonio: visiones y revisiones, es el segundo de los textos citados, subtitulado Bibliografía de, desde y sobre José Antonio Primo de Rivera (Madrid, 2002). Constituye el mayor repertorio, publicado, de los numerosos escritos protagonizados por la figura de José Antonio. Es producto del exhaustivo trabajo de sus dos autores: el politólogo José Díaz Nieva y el librero Enrique Uribe Lacalle. Recoge un total de 518 referencias bibliográficas de todo tipo: artículos, libros, folletos…
Muy desigual en su respectiva trascendencia, espacio y profundidad, la presentación de esta documentación requería un esfuerzo añadido que sistematizara, con criterio científico, tan ingente producción escrita. Y esto lo ha hecho, con su introducción al libro, el profesor José Luis Orella -experto historiador, biógrafo del tradicionalista Víctor Pradera- realizando una breve pero interesante incursión en fuentes escritas fundamentales de una “familia” política siempre en polémica con el tradicionalismo. Por cierto, la opinión del político navarro, que también la tuvo, sobre el pensamiento de José Antonio (cuando analiza, en Acción Española de 16/12/33, su célebre discurso fundacional pronunciado en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933), tampoco está recogida en el libro comentado en el apartado anterior.
La introducción describe, de forma sumaria pero clarificadora, la orientación predominante, acorde a cada fase histórica, en la producción escrita generada en torno a José Antonio. Podríamos, así, diferenciar varias etapas. A la inicial de exaltación de su figura, paralela a la guerra civil, sigue una fase en la que, por influencia de la situación internacional, se destacan los aspectos más relacionados con el fascismo. En la siguiente etapa se resalta, también por imperativos de política exterior, su catolicismo y anticomunismo. Su pensamiento y figura se analizarán de manera dispar, igualmente, en los años finales del franquismo y de la transición, llegándose a establecer coincidencias con el socialismo y una contraposición a la figura de Franco. Todavía en los años 90, se conocerán nuevos estudios biográficos y diversos trabajos univrsitarios, a la vez que jóvenes autores tratarán aspectos eclipsados en textos anteriores. El profesor Orella resalta, también, la labor realizada en torno a las famosas “Obras Completas” de José Antonio y las novedades producidas al respecto en los últimos años.
Cada ficha contiene los datos básicos de identificación del texto: autor, título, editorial, año de la edición, localidad de la misma y número de páginas. En algunos casos se aclaran aspectos significativos de su contenido.
El trabajo de los autores se plasma en los 8 capítulos en que clasifican todas las fichas bibliográficas: notas y estudios biográficos, estudios sobre su pensamiento político, otros estudios y reseñas, conmemoraciones y homenajes, José Antonio en Arrese, Fernández Cuesta, Girón y Rodríguez de Valcárcel, José Antonio en la literatura, obras de José Antonio y, por último, trabajos inéditos. Debemos mencionar la addenda final con la que se cierra el libro y que recoge 12 ulteriores reseñas, con el único criterio del orden alfabético de los apellidos sus autores. Un índice onomástico completa el trabajo realizado.
Hemos echado de menos algunas obras fundamentales que, referidas a la historia del movimiento por él fundado, realizan aportaciones y valoraciones interesantes en torno al personaje. Pensamos en diversos títulos, de muy distinta orientación, pero que tuvieron cierta trascendencia en su día, como La rebelión de los estudiantes (de David Jato) o Falange. Historia del fascismo español (de Stanley G. Payne). En cualquier caso, se precisaba acotar de alguna manera la investigación, pues de no haberlo hecho así, se habría extendido de forma casi interminable, siendo, entonces, difícil y muy discutible el criterio marcado para establecer su frontera.
Este libro, según nos informan sus autores, constituye pilar básico de una obra, en la que vienen trabajando, de gran envergadura: una Bibliografía total del Nacionalsindicalismo español. Constituirá el mayor esfuerzo realizado al respecto, abordando con decisión la gran diversidad de escritos relacionados con este movimiento: literatura, política, arte, obras de los fundadores, publicaciones de los diversos grupos y organizaciones falangistas, etc. Uno de sus capítulos – de 25, aproximadamente- será el dedicado a José Antonio, que, con una clasificación temática similar a la seguida en el libro que aquí comentamos, será el más extenso junto al que reúna los textos de carácter doctrinal. Este proyecto explica el criterio, de delimitación seguido, antes comentado.
Existe unanimidad en la respuesta positiva a esta pregunta crucial: su personalidad era estructuralmente católica.
No es un aspecto secundario, ni es caprichoso resaltarlo hoy día. ¿Sobre qué bases apoyó José Antonio el desarrollo de su vida, su ética y estilo?
La doctrina política que elaboró no puede separarse del catolicismo. Así lo afirma, entre otros, el francés Arnaud Imatz, pues “Para que la síntesis falangista joseantoniana emparente con el fascismo italiano o con el nacionalsocialismo alemán, hubiera sido necesario que sacase su cuadro conceptual bien de la tesis hegeliana del estado, bien del vitalismo, el materialismo biológico o el social-darwinismo. Hubiera sido preciso que no estuviera fundada sobre los principios filosóficos del cristianismo, que hacen de la persona el valor supremo” (Novelle Ecole, Nº 45, París, febrero de 1989. Citado en el libro Sobre José Antonio, página 129).
Incluso supo anticiparse en algunos aspectos conceptuales innovadores, en el terreno de las relaciones Iglesia – Estado, asumidos posteriormente en el catolicismo.
En este contexto, el escrito de Fray Justo Pérez de Urbel, “José Antonio, católico”, publicado junto a otros en 1951, por la Delegación Nacional de Organizaciones del Movimiento, en el libro José Antonio, es del máximo interés y sumamente clarificador. Pero, a nuestro modesto entender, el texto definitivo al respecto, es la particular biografía de Cecilio de Miguel Medina que ya hemos mencionado: La personalidad religiosa de José Antonio (Ediciones Almena, Madrid, 1975). ¿No sería posible –nos preguntamos- que viera la luz su segunda edición en un futuro próximo?
Se educó, vivió y murió como católico. Y así lo afirmó, por ejemplo, el Arzobispo de Zaragoza Pedro Cantero en 1943. De esta forma, teoría y acción fueron esforzadas proyecciones de sus convicciones más profundas.
Plataforma 2003 ya agrupa a varios miles de españoles empeñados en que el próximo centenario sirva a dos ambiciosos objetivos: hacer justicia histórica a la persona de José Antonio y difundir su ideario fundamental.
El empeño parece difícil. La España de los nacionalismos disgregadores, de la globalización, de la atomización del individuo, del olvido de la propia tradición histórica, no parece propicia a la recepción de un mensaje que habla de servicio, entrega, trascendencia, ideales… Cuenta con otra oposición: la de los medios productores del actual poder cultural dominante que han extendido un manto de silencio, cuando no de prejuicios, sobre la figura y legado de José Antonio.
Romper esos muros, y llegar al mayor número de compatriotas, son los retos asumidos por la citada Plataforma y otros colectivos, como es el caso de Ediciones Barabarroja desde hace años ya y con evidentes dificultades. Para ello deberán superar la tentación de quedarse en fáciles celebraciones sentimentales de consumo interno en los habituales “cuarteles de invierno”. Mucha generosidad e imaginación deberán emplearse para que no se convierta en una intrascendente conmemoración más, sin proyección en el futuro. En un mundo sin apenas maestros, José Antonio, creemos, tiene mucho que aportar.
¿José Antonio de moda?
De la mano de Ediciones Barbarroja, y patrocinada por Plataforma 2003 (entidad privada organizada en torno al objetivo de conmemorar el centenario del nacimiento de José Antonio Primo de Rivera, www.plataforma2003.org), podemos encontrar en las librerías españolas una nueva colección de libros denominada Biblioteca Centenario. De ella nos han llegado dos recientes volúmenes, cuya común razón de ser arranca, directamente, de la trascendencia, en diversos ámbitos, de este personaje histórico.
El primer título, Sobre José Antonio, ofrece un amplio abanico de opiniones y testimonios vertidos, en torno a su figura, de lo más dispares. El segundo de los libros, José Antonio: visiones y revisiones, constituye un meritorio esfuerzo de identificación y localización de sus fuentes escritas.
El protagonista de ambos textos, nacido un 24 de abril de hace 99 años, no precisa presentación pese a ser, en palabras del historiador Luis Suárez, el gran ninguneado. Mucho se ha escrito sobre él, quien ya forma parte, sin duda, de la memoria colectiva de los españoles. Ello no implica, sin embargo, que sea generalmente conocido ni que el juicio histórico emitido sea unánime; más bien, debe afirmarse que arraigados prejuicios, de muy variado signo, deforman la lente a través de la cual se interpreta al personaje o se le margina.
La percepción de la imagen de José Antonio ha atravesado varias fases: combatida, ensalzada, ignorada… Y muchos de los testimonios del libro así lo avalan.
Con todo, para la mayoría de los españoles, el fundador de Falange Española viene provocando, al menos, un silencio respetuoso que contrasta con las aclamaciones exageradas o las descalificaciones apriorísticas. Pero también debemos revisar esta afirmación a causa del pavoroso desconocimiento y el desinterés, de la historia y tradición propias, que manifiestan las jóvenes generaciones españolas.
Por otra parte, la figura y el pensamiento de José Antonio, ¿tienen la suficiente entidad como para interesar a las jóvenes generaciones españolas? ¿Puede proporcionar luz sobre el presente y el futuro de España? Esta pregunta es más adecuada al considerar que tres años de vida pública, truncada por una muerte prematura, dieron el fruto de apenas un millar de páginas que diseñan una estructura doctrinal inacabada que, pese a esas limitaciones, arrastró muchas voluntades.
Agustín del Río Cisneros, el gran compilador de los escritos de José Antonio, considera que su pensamiento se resume y estructura en los siguientes axiomas:
- Una concepción espiritual del hombre.
- España entendida como el producto de las generaciones pasadas; una herencia que trasciende a las presentes para proyectarse en las futuras.
- Un Estado al servicio de la persona y la comunidad política.
- El sindicalismo (al que atribuye especial incidencia en la vida económica), junto a la familia y el municipio, como realidades articuladoras de la vida en común de los españoles.
- La pretensión de una justicia social profunda.
Su particular pretensión fue, sintéticamente, la superación de derechas e izquierdas o, desde otra perspectiva, la fusión entre tradición y revolución.
Si a esos presupuestos ideológicos –novedosos al menos en su conjunción- sumamos una personalidad atractiva y exigente, ya tenemos los ingredientes suficientes para avalar una propuesta sugestiva: que su memoria forme parte de nuestro patrimonio nacional, como modelo de comportamiento y herencia para los nuevos españoles.
José Antonio ejercitó un papel de cierta relevancia en la II República española a través del movimiento político que fundó, Falange Española. Su original intento no tuvo éxito, siendo prueba dramática de ello la contienda civil sufrida; lo que le supuso la muerte, al igual que a buena parte de dirigentes y militantes de su movimiento. En este sentido, el historiador Pío Moa, en su libro El derrumbe de la segunda república y la guerra civil (Ediciones Encuentro, Madrid, 2001), asegura que la violencia desatada por Falange fue de tipo defensivo, no siendo determinante del desencadenamiento de la contienda civil. Por ello, y por los intentos conciliatorios desarrollados en sus últimos meses de vida, su figura, arrastrada por unos trágicos acontecimientos no deseados, ha ido ganando un aprecio que le faltó en vida y que, a pesar de las décdas transcurridas, no es políticamente correcto así manifestarlo.
De alguna manera, los dos títulos que vamos a comentar aquí intentan romper ese silencio respetuoso lindante, paradójicamente, con la ignorancia, transformándolo en conocimiento.
Ambos volúmenes se complementan perfectamente y sería deseable que, por el esfuerzo desplegado, trasciendan el reducido entorno humano de la “familia joseantoniana”, para llegar a sectores más amplios de la Universidad y de la opinión pública españolas.
Sobre José Antonio.
En el primero de los libros, Sobre José Antonio (Madrid, 2002, 2ª edición), sus autores, Enrique de Aguinaga y Emilio González Navarro, recopilan un amplio abanico de opiniones realizadas en torno a su persona. Recogidas en el ámbito familiar, en el laboral, en el de los correligionarios, también entre sus oponentes políticos, entre historiadores e intelectuales; encontramos posturas muy diversas. Desde la adhesión incondicional hasta el rechazo absoluto. Se percibe una simpatía muy extendida hacia sus cualidades personales, un reconocimiento general de sus aptitudes profesionales e intelectuales, rompiéndose esa unanimidad cuando la valoración se refiere a su papel político. Creador de una síntesis original, para unos, continuador de una visión tradicional del hombre y de España, para otros, consciente instrumento del poder capitalista, incluso, simplemente, un fascista (así lo califica el historiador Cesar Vidal).
El volumen está estructurado en un índice nominal de los autores de dichos testimonios, una breve nota preliminar en la que los recopiladores concretan la fe y anhelos subyacentes en este trabajo, la transcripción de tales testimonios (desde Diego Abad de Santillán hasta Julián Zugazagoitia) y una básica bibliografía sobre el personaje.
La disparidad de opiniones es notable y sorprendente. En este sentido, y como curiosidad, mencionaremos que se reproduce, por ejemplo, la entrada PRIMO DE RIVERA recogida en la Enciclopedia Soviética (3ª edición, Moscú, 1975), con un juicio marxista ortodoxo fácil de predecir (página 83).
En este libro de 268 páginas, cada una de las 449 opiniones recogidas contiene una mención de su autor y de la fecha en que se produjo, lo que permite una valoración por parte del lector. No es el mismo, por poner un ejemplo, el balance efectuado por un José María Aznar en sus años jóvenes, que el que pudiera hacer, ya lanzado en su carrera política hacia el centro reformista, posteriormente. De otras importantes personalidades, que igualmente evolucionaron a lo largo de nuestra reciente historia, también se recogen testimonios en su día realizados en torno a José Antonio: José María Ruiz-Giménez, Pedro Laín Entralgo... Mencionar cada supuesto concreto sería excesivo. La evolución personal experimentada, por otra parte, no priva de valor a los respectivos testimonios, evidentes expresiones, en todo caso, de una época.
Hemos echado de menos algunas opiniones, como la del innovador historiador Pío Moa recogidas en su trilogía sobre la Segunda República española y la guerra civil (publicada por Ediciones Encuentro) o la del biógrafo de su entraña religiosa, Cecilio de Miguel Medina, autor de un libro que conviene rescatar, pues proporciona mucha luz sobre aspectos clave de su personalidad.
Visiones y revisiones.
José Antonio: visiones y revisiones, es el segundo de los textos citados, subtitulado Bibliografía de, desde y sobre José Antonio Primo de Rivera (Madrid, 2002). Constituye el mayor repertorio, publicado, de los numerosos escritos protagonizados por la figura de José Antonio. Es producto del exhaustivo trabajo de sus dos autores: el politólogo José Díaz Nieva y el librero Enrique Uribe Lacalle. Recoge un total de 518 referencias bibliográficas de todo tipo: artículos, libros, folletos…
Muy desigual en su respectiva trascendencia, espacio y profundidad, la presentación de esta documentación requería un esfuerzo añadido que sistematizara, con criterio científico, tan ingente producción escrita. Y esto lo ha hecho, con su introducción al libro, el profesor José Luis Orella -experto historiador, biógrafo del tradicionalista Víctor Pradera- realizando una breve pero interesante incursión en fuentes escritas fundamentales de una “familia” política siempre en polémica con el tradicionalismo. Por cierto, la opinión del político navarro, que también la tuvo, sobre el pensamiento de José Antonio (cuando analiza, en Acción Española de 16/12/33, su célebre discurso fundacional pronunciado en el Teatro de la Comedia el 29 de octubre de 1933), tampoco está recogida en el libro comentado en el apartado anterior.
La introducción describe, de forma sumaria pero clarificadora, la orientación predominante, acorde a cada fase histórica, en la producción escrita generada en torno a José Antonio. Podríamos, así, diferenciar varias etapas. A la inicial de exaltación de su figura, paralela a la guerra civil, sigue una fase en la que, por influencia de la situación internacional, se destacan los aspectos más relacionados con el fascismo. En la siguiente etapa se resalta, también por imperativos de política exterior, su catolicismo y anticomunismo. Su pensamiento y figura se analizarán de manera dispar, igualmente, en los años finales del franquismo y de la transición, llegándose a establecer coincidencias con el socialismo y una contraposición a la figura de Franco. Todavía en los años 90, se conocerán nuevos estudios biográficos y diversos trabajos univrsitarios, a la vez que jóvenes autores tratarán aspectos eclipsados en textos anteriores. El profesor Orella resalta, también, la labor realizada en torno a las famosas “Obras Completas” de José Antonio y las novedades producidas al respecto en los últimos años.
Cada ficha contiene los datos básicos de identificación del texto: autor, título, editorial, año de la edición, localidad de la misma y número de páginas. En algunos casos se aclaran aspectos significativos de su contenido.
El trabajo de los autores se plasma en los 8 capítulos en que clasifican todas las fichas bibliográficas: notas y estudios biográficos, estudios sobre su pensamiento político, otros estudios y reseñas, conmemoraciones y homenajes, José Antonio en Arrese, Fernández Cuesta, Girón y Rodríguez de Valcárcel, José Antonio en la literatura, obras de José Antonio y, por último, trabajos inéditos. Debemos mencionar la addenda final con la que se cierra el libro y que recoge 12 ulteriores reseñas, con el único criterio del orden alfabético de los apellidos sus autores. Un índice onomástico completa el trabajo realizado.
Hemos echado de menos algunas obras fundamentales que, referidas a la historia del movimiento por él fundado, realizan aportaciones y valoraciones interesantes en torno al personaje. Pensamos en diversos títulos, de muy distinta orientación, pero que tuvieron cierta trascendencia en su día, como La rebelión de los estudiantes (de David Jato) o Falange. Historia del fascismo español (de Stanley G. Payne). En cualquier caso, se precisaba acotar de alguna manera la investigación, pues de no haberlo hecho así, se habría extendido de forma casi interminable, siendo, entonces, difícil y muy discutible el criterio marcado para establecer su frontera.
Este libro, según nos informan sus autores, constituye pilar básico de una obra, en la que vienen trabajando, de gran envergadura: una Bibliografía total del Nacionalsindicalismo español. Constituirá el mayor esfuerzo realizado al respecto, abordando con decisión la gran diversidad de escritos relacionados con este movimiento: literatura, política, arte, obras de los fundadores, publicaciones de los diversos grupos y organizaciones falangistas, etc. Uno de sus capítulos – de 25, aproximadamente- será el dedicado a José Antonio, que, con una clasificación temática similar a la seguida en el libro que aquí comentamos, será el más extenso junto al que reúna los textos de carácter doctrinal. Este proyecto explica el criterio, de delimitación seguido, antes comentado.
¿José Antonio, católico?
Existe unanimidad en la respuesta positiva a esta pregunta crucial: su personalidad era estructuralmente católica.
No es un aspecto secundario, ni es caprichoso resaltarlo hoy día. ¿Sobre qué bases apoyó José Antonio el desarrollo de su vida, su ética y estilo?
La doctrina política que elaboró no puede separarse del catolicismo. Así lo afirma, entre otros, el francés Arnaud Imatz, pues “Para que la síntesis falangista joseantoniana emparente con el fascismo italiano o con el nacionalsocialismo alemán, hubiera sido necesario que sacase su cuadro conceptual bien de la tesis hegeliana del estado, bien del vitalismo, el materialismo biológico o el social-darwinismo. Hubiera sido preciso que no estuviera fundada sobre los principios filosóficos del cristianismo, que hacen de la persona el valor supremo” (Novelle Ecole, Nº 45, París, febrero de 1989. Citado en el libro Sobre José Antonio, página 129).
Incluso supo anticiparse en algunos aspectos conceptuales innovadores, en el terreno de las relaciones Iglesia – Estado, asumidos posteriormente en el catolicismo.
En este contexto, el escrito de Fray Justo Pérez de Urbel, “José Antonio, católico”, publicado junto a otros en 1951, por la Delegación Nacional de Organizaciones del Movimiento, en el libro José Antonio, es del máximo interés y sumamente clarificador. Pero, a nuestro modesto entender, el texto definitivo al respecto, es la particular biografía de Cecilio de Miguel Medina que ya hemos mencionado: La personalidad religiosa de José Antonio (Ediciones Almena, Madrid, 1975). ¿No sería posible –nos preguntamos- que viera la luz su segunda edición en un futuro próximo?
Se educó, vivió y murió como católico. Y así lo afirmó, por ejemplo, el Arzobispo de Zaragoza Pedro Cantero en 1943. De esta forma, teoría y acción fueron esforzadas proyecciones de sus convicciones más profundas.
Reflexiones finales.
Plataforma 2003 ya agrupa a varios miles de españoles empeñados en que el próximo centenario sirva a dos ambiciosos objetivos: hacer justicia histórica a la persona de José Antonio y difundir su ideario fundamental.
El empeño parece difícil. La España de los nacionalismos disgregadores, de la globalización, de la atomización del individuo, del olvido de la propia tradición histórica, no parece propicia a la recepción de un mensaje que habla de servicio, entrega, trascendencia, ideales… Cuenta con otra oposición: la de los medios productores del actual poder cultural dominante que han extendido un manto de silencio, cuando no de prejuicios, sobre la figura y legado de José Antonio.
Romper esos muros, y llegar al mayor número de compatriotas, son los retos asumidos por la citada Plataforma y otros colectivos, como es el caso de Ediciones Barabarroja desde hace años ya y con evidentes dificultades. Para ello deberán superar la tentación de quedarse en fáciles celebraciones sentimentales de consumo interno en los habituales “cuarteles de invierno”. Mucha generosidad e imaginación deberán emplearse para que no se convierta en una intrascendente conmemoración más, sin proyección en el futuro. En un mundo sin apenas maestros, José Antonio, creemos, tiene mucho que aportar.
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 56, abril de 2002.
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