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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Patriotas de txapela y pasamontañas. Una introspección de ETA.

      En un nuevo libro del catedrático universitario Fernando Reinares, experto en terrorismo y conflictos civiles, se asegura que ETA se encuentra en franca decadencia. Los patriotas de la muerte: una radiografía de ETA.

 

Un nuevo libro de Fernando Reinares.
Precedido por un extenso reportaje publicado en el diario El País, en el que se reproducía alguno de sus apartados más chocantes, Editorial TAURUS ha lanzado un libro de Fernando Reinares titulado: “Patriotas de la muerte. Quiénes han militado en ETA y por que”. Su autor, que cuenta con varios textos relativos a cuestiones de terrorismo y conflictos civiles, es catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Burgos. Este libro ha sido reseñado en diversas publicaciones, participando su autor, además, en entrevistas y tertulias realizadas en varias cadenas televisivas y emisoras de radio.
                El texto es relativamente breve: 207 páginas. Se estructura en torno a 5 capítulos que trazan una radiografía de ETA, especialmente de sus ramas político - militar y militar. Sus títulos son: ¿Quiénes son los militantes de ETA?, ¿Nacionalistas antes que vascos?, ¿Independencia o intereses privados?, ¿Qué pasiones tienen los terroristas? y ¿Ser violentos para considerarse vasco? Unos anexos estadísticos inferidos de las circunstancias personales de varios cientos de militantes de ETA, junto a una breve descripción - resumen de los 47 entrevistados, cierran el libro. Todo ello desemboca en una interesante introspección de ETA.
Su columna vertebral son las entrevistas realizadas a 47 miembros de la banda terrorista (15 en ETA antes de la división, 14 en ETA militar y 18 en ETA político militar), que entraron en la organización en alguna de las tres etapas en que divide su historia: antes de la muerte de Franco, los años de la transición, los años 80.

 

Los militantes de ETA.
                El perfil de la mayoría de los militantes de ETA puede resumirse de la siguiente manera: varones, jóvenes de edad en torno a los 20 años cuando fueron captados, guipuzcoanos en su mayor parte. De convicciones profundamente nacionalistas, apenas tenían formación o ideales marxistas. Muchos ya habían participado en diversas movilizaciones de los medios radicales nacionalistas, en cuyo seno se habían convencido de que ETA constituía una opción éticamente válida, siendo apoyada, a su juicio, por un importante sector de la población. Contaban, además, con la expectativa de un triunfo, a corto plazo, de su organización. Su identidad colectiva se concretaba y afirmaba, particularmente, en una defensa a ultranza del euskera, enfrentándose con un odio visceral a toda manifestación de lo español.
                El libro no recoge testimonios de miembros de Comandos Autónomos Anticapitalistas, organización surgida de ETA que llegó a tener una militancia significativa en los años en que se sufrió mayor violencia terrorista. Por otra parte, apenas contiene testimonios de miembros de ETA incorporados desde Jarrai y la “kale borroka”, si bien los recogidos parecen ser suficientemente significativos.
                Dada la única pervivencia de ETA militar en la actualidad, parece, inicialmente, que existe una cierta descompensación en las entrevistas realizadas, al ser el grupo más amplio el correspondiente a ex miembros de ETA pm, número que se impone si sumamos el de aquellos que entraron en la banda cuando ésta era una única organización. Pero, al manifestarse en las entrevistas con claridad las motivaciones políticas, el entorno familiar, el medio social en el que se desenvolvían antes del ingreso en la organización, su vida y evolución dentro de la misma; siendo todo ello del máximo interés, vemos que el “humus” de partida es el mismo. Es aquí donde cae por suelo uno de los mitos que encumbran a ETA: las motivaciones y la ideología de los terroristas eran similares antes y después de la muerte de Franco, en contra de la afirmación, todavía extendida, de una ETA “antifranquista”, justificable por tanto. Por otra parte es comprensible que el autor no haya encontrado facilidades entre miembros de la rama militar, dado el mayor hermetismo de su entorno, por lo que habrá tenido que recurrir, en superior número, a veteranos poli-milis, más accesible y evolucionados.
                El estudio confirma un evidente predominio, en las motivaciones de los entrevistados, de un componente ideológico y sentimental nacionalista extremo, constituyendo el motor último de su militancia. Por encima del ingrediente “socialista” o “comunista”, es el nacionalismo el impulso primordial activista de esos miles de hombres y mujeres que, en un momento u otro, empuñaron las armas.
Ninguno de los entrevistados destaca por su excesiva formación teórica. No parecen encarnar, tampoco, la imagen de unos “superhéroes”, de unos “soldados políticos” con temple de acero. Al contrario. Actuaron, conscientemente, con las espaldas bien cubiertas gracias a la existencia, durante tantos años, del “santuario” francés.
                Nacionalismo extremo y excluyente de base etnicista, imagen idealizada de la realidad primigenia vasca, valoración en extremo del euskera hasta el punto de pretender la desaparición del castellano, menosprecio por la democracia, odio absoluto a lo español… Esos siguen siendo, todavía hoy, los ingredientes que animan a las nuevas generaciones incorporadas a ETA desde la cantera de la “kale borroka”, pese a los cambios sociológicos producidos. Así, por ejemplo, en su día la mayoría de los nuevos militantes procedían de medios rurales y pequeñas poblaciones del interior de Guipúzcoa y Vizcaya, euskaldunes y de familias nacionalistas. En la actualidad proceden, en mayor número, de medios urbanos, desconociendo muchos el euskera y sin antecedentes nacionalistas en la familia.
               
El futuro de ETA.
                El autor confirma, con ánimo esperanzado, la progresiva decadencia de la organización, evidenciada en la pérdida paulatina de su capacidad de acción. De hecho, tal afirmación la recoge de los militantes más veteranos quiénes juzgan que, en la actualidad, hay menos gente dispuesta a “dar el paso”, siendo además de inferior calidad y habilidades.
                La más reciente actualidad parece confirmar el anterior diagnóstico de Fernando Reinares. Las “caídas” producidas en el mes de septiembre muestran una pérdida de la disciplina interna de la organización, junto a un menosprecio o desconocimiento de las medidas de seguridad -que permitieron “blindar” la actividad de ETA durante varias décadas convirtiéndola en una organización temible- por parte de los jóvenes militantes incorporados en los últimos dos años desde Jarrai y la “kale borroka”.
                Ello es consecuencia, en buena medida, de la realidad de un nacionalismo radical que experimenta una progresiva “ghettización”, aislándose poco a poco, pese a su extraordinaria capacidad movilizadora, del conjunto de las ciudadanías vasca y navarra.
                Algunos de esos esperanzadores síntomas ya los estudiamos en un artículo publicado en este mismo medio: “ETA y Herri Batasuna, la vía camboyana” (Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 39, noviembre de 2000).
                El autor, prudente, no se atreve a augurar una próxima desaparición de ETA. Con todo, sin duda, podemos afirmar que la actual evolución de la escena política internacional, consecuencia directa de los atentados producidos en Estados Unidos el día 11 de septiembre, puede llegar a ser determinante en el futuro del terrorismo a escala planetaria. Prueba de ello es el desarme del IRA iniciado a finales de octubre, decisión que no parece haber sido ajena al cambio del gobierno norteamericano frente al terrorismo. Particularmente en un país del primer mundo, el terrorismo ya no será visto con las simpatías que, en algunos casos, llegó a despertar. De ser un acompañante molesto del nacionalismo vasco “moderado”, ETA puede llegar a ser un obstáculo fundamental para las aspiraciones del mismo.
                ¿Cómo podríamos resumir, entonces, la situación actual de ETA? Intentémoslo: progresiva marginación en la sociedad vasca, mayor aislamiento internacional, disminución del número y calidad de nuevos militantes, pérdida de capacidad destructora, reducción del peso de los militantes más veteranos, división y cansancio en el seno de la izquierda abertzale, mayor distanciamiento de la acción política, alejamiento de las hipotéticas salidas propiciadas por la estrategia terrorista, desaparición progresiva del “santuario” francés. El pobre comunicado de ETA del pasado 28 de octubre, con su patética falta de realismo, confirma este diagnóstico.
                Sin embargo, no deja de sorprender que, pese a encontrarse en semejante coyuntura desde hace ya bastantes años, ETA haya sido capaz de diseñar y ejecutar una estrategia que, recientemente, ha estado a punto de permitirle alcanzar parte de su sueño: liderar al conjunto del nacionalismo vasco y provocar una secesión a corto plazo.
Pese a ello, y en base a todos los datos desgranados en los párrafos anteriores, puede afirmarse que ETA, aun conservando una importante capacidad para matar durante bastante tiempo, se encuentra en la coyuntura más difícil y problemática de su sangrienta historia.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 52, diciembre de 2001.

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