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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

El nacionalismo vasco en ebullición.

El nacionalismo vasco es un movimiento social dinámico, y de amplia proyección institucional desde hace algo más de dos décadas, que atraviesa, actualmente, una delicada coyuntura interna. Aralar y la posible ilegalización de Batasuna constituyen los nuevos factores que pueden modificar su complejo equilibrio interno.

 

Aralar, la nueva formación abertzale surgida entre los críticos con la "lucha armada" de Batasuna, liderados por el navarro Patxi Zabaleta, celebró, conforme lo previsto, su congreso constituyente en el penúltimo fin de semana de junio en Vitoria. Ninguna novedad en lo que respecta a la designación de su liderazgo, determinación de su línea política y las previsibles reacciones de Batasuna: Patxi Zabaleta de coordinador, históricos militantes (Miren Egaña, Iñaki Aldekoa, Julen Madariaga, por mencionar tres) entre los nuevos cargos directivos, notable esfuerzo para evitar un acento "excesivamente navarro" entre los anteriores, apertura inicial ante posibles alianzas pre-electorales, protesta y manifestación de jóvenes de Batasuna en reproche por la división derivada –a su juicio- de su comportamiento político en el campo abertzale…

Sin duda, su creación constituye la mayor novedad producida en el interior del mundo abertzale radical: un grupo se escinde, por primera vez en muchos años, de manera orgánica, rompiendo amarras con ETA y marcando su propia estrategia y línea políticas. Pero con este paso, novedoso, sin duda, no todo está decidido en ese entorno: está por ver la respuesta de la fogueada militancia abertzale radical. Sin duda, entre los más veteranos, su aparición se habrá recibido con muchas expectativas, algunas reservas y secretas esperanzas. Por el contrario, entre los sectores más juveniles y entre la casi decena de miles de militantes que constituyen la columna vertebral de las movilizaciones por los presos etarras, y del conjunto del MLNV, el rechazo es evidente.

Otra incógnita de hondo calado es el juego que desarrolle Aralar en torno a las posibles alianzas electorales y sus repercusiones: dentro del conjunto del nacionalismo vasco, en la futura gobernabilidad de las distintas instituciones vascas y en el camino emprendido para la "superación del actual marco jurídico y político".

Es evidente, y pública, la buena relación personal y la sintonía política de la nueva formación con Batzarre, en Navarra, y Zutik, en el País Vasco (los residuos de las antiguas Liga Comunista Revolucionaria y Movimiento Comunista de Euskadi). Su alianza puede reportarle una pequeña, pero veterana y motivada, base militante y cierta representación institucional, particularmente en Navarra. Esta posibilidad, además, puede aplazar el antiguo y soterrado debate que se mantiene en el seno de ambos grupitos excomunistas radicales, desde hace años, producto de su división entre los más inclinados hacia el mundo abertzale y los más proclives a Izquierda Unida (aunque han perdido, los segundos, cierto entusiasmo ante el curso de la coalición de Madrazo y Llamazares).

Eusko Alkartasuna es otro posible socio. De hecho, ya han mantenido conversaciones "informales" con Aralar sobre el futuro del espacio electoral abertzale, ante los cambios que se avecinan producto de la previsible ilegalización de Batasuna, ya aprobada la Ley de partidos políticos por el Parlamento español, junto a Batzarre, Zutik y a los franceses de Abertzaleen Batasuna.

Las tres formaciones -Aralar, Batzarre – Zutik y EA- podrían constituir, en definitiva, una coalición electoral netamente independentista, de orientación progresista, que contemple de forma explícita el rechazo a la "lucha armada" en su programa; pudiéndose extender al Partido Nacionalista Vasco en Navarra, territorio en el que ésta última formación apenas existe.

Incluso, a través de algún cualificado dirigente a título personal, el mismísimo PNV les ha "tirado los tejos", opción difícilmente defendible por quiénes aseguran que su voluntad es la de seguir militando en la "izquierda abertzale".

La estrategia electoral y de futuro de Aralar estará condicionada, en cualquier caso, por la que desarrolle el PNV, formación clave en la constelación nacionalista vasca, y líder del actual proceso soberanista en curso de superación del actual marco jurídico y político, tras la debacle electoral de Euskal Herritarrok.

"¿Ha llegado el momento para que empecemos a movernos en busca de nuestra independencia en Europa? Yo diría que sí, sin dudar". Esta afirmación la lanzó el presidente del PNV, Javier Arzallus, en la sede de su partido en la localidad vizcaína de Artea el pasado sábado 15 de junio de 2002. Además, según dijo, en "tres o cuatro" legislaturas debe haberse "conseguido o encaminado", y todo ello al margen de la violencia de ETA, que sólo lo retrasa y da argumentos a los que "amenazan con los tanques". Incluso aseguró que el PP quiere que "HB saque un montón de votos" con tal de que el PNV no los consiga. Recordó, igualmente, la consulta de autodeterminación que pretende convocar el lehendakari Juan José Ibarretxe, asegurando que los que se oponen a ella "no tendrán derechos, si se llaman demócratas, a impedirlo".

Empieza, por consiguiente, a concretarse el proceso. Aquel sábado proporcionó varias pistas acerca de la vía a seguir: algún tipo de plebiscito, a medio plazo, con apariencias de legalidad, que persiga la obtención de una mayoría cualificada, a determinar en su porcentaje. Para ello, sólo pueden imaginarse tres alternativas: la vía contemplada en la Constitución española (descartada por no ser factible, dada la oposición declarada de PP y PSOE), la convocatoria de un referéndum desde el Gobierno vasco (que no sería reconocido por el Gobierno central, pudiendo éste oponerse con todos los recursos materiales y legales previstos en la normativa vigente), o la transformación material de una convocatoria electoral concreta en un referéndum.

En las próximas elecciones municipales y autonómicas, el PNV tiene varias opciones: desde incorporar a militantes de Batasuna en sus listas electorales (previo pacto concreto y a corto plazo con el MNLV), pasando por estabilizar una coalición electoral con EA (lo que viene ensayando en las últimas convocatorias electorales) que podría extender a Aralar (con o sin miembros de Batasuna, problemática opción, pues supondría incurrir en el más agresivo "frentismo"), hasta presentarse en solitario.

En cualquier caso, las posiciones están más claras que nunca: no hay lugar para tibiezas ni para ambigüedades. El objetivo es la independencia, los nacionalistas lo consideran factible y su estrategia lo persigue.

Pero sigue existiendo otra cuestión decisiva sin resolver: la gestión de los miles de votos de Batasuna, una vez ilegalizada esta formación. ETA, cabeza del conjunto del MLNV, sólo está interesada en una "gestión democrática" de los mismos, es decir, en un "préstamo" provisional en aras de un único objetivo: la independencia, por lo que, de cederlos, lo haría provisionalmente, a muy corto plazo y con la expectativa de alcanzar rápidamente su razón de ser, lo que, en última instancia, podría acelerar el "calendario" que empieza a marcar el PNV. En este contexto, es perfectamente factible la presencia de militante abertzales radicales en listas del PNV, aunque a un precio que sería interesante conocer...

Lo que difícilmente ETA puede tolerar es una apropiación incondicional de esos votos por parte de otras fuerzas nacionalistas. De ahí la máxima delicadeza manifestada por todos los demás grupos al respecto: ETA no permitirá que "ningún pescador gane en río revuelto", en "su" río...

Es mucho lo que se juegan. De optar Batasuna electoralmente por la opción anterior, se magnificaría la mayoría relativa del PNV (o minoría mayoritaria, según se mire); pudiendo alegar éste ante los foros internacionales, la existencia de una presunta voluntad mayoritaria del pueblo vasco por la independencia; denunciando de paso la ausencia de una voluntad democrática del Estado español para solucionar el "conflicto vasco" (acreditada –a su juicio- por la inflexibilidad de una Constitución que "en la práctica" impide el ejercicio del derecho a la autodeterminación). Esta estrategia sería más factible sumándose, a los anteriores, los votos obtenidos por el otro "bloque" nacionalista resultante: previsiblemente, el de EA y Aralar, que parecen tener muy claro que no pactarán electoralmente con Batasuna, en tanto no rechace la "lucha armada".

En este contexto de fuerte marejada en el mundo abertzale en la que el PNV busca ensanchar su base social y electoral a toda costa, ¿qué pueden hacer las fuerzas españolistas?

La respuesta es sencilla, pudiéndose resumir en tres conceptos, concebidos a largo plazo: resistencia política, unidad moral, lucha cultural. Tres conceptos de los que los integrantes de la recién creada Fundación para la Libertad tienen clara conciencia.

El PNV persistirá en sus tácticas. Se servirá de todos los medios a su alcance, tal como viene haciendo desde hace años. Por eso, poca paz pueden esperar los españolistas, quiénes seguirán sintiendo el peso del nacionalismo en todas las esferas de la vida social, cultural y política. Que el País Vasco pierda unos miles de futuros ciudadanos, exiliados o emigrados (depende del criterio del observador), no parece ser obstáculo para el PNV y sus estrategas; empeñados en que el sufrimiento ajeno no constituya motivo suficiente para rectificar objetivos y tácticas. Otro frente que intentarán activar es el interno español: la búsqueda de apoyos mediáticos y otros "autorizados" que expliquen y justifiquen la necesidad de alcanzar un "pacto" que solucione definitivamente el actual "contencioso". Y no olvidemos al frente internacional: tienen que ganar "respetabilidad" y crédito ante otras fuerzas políticas e instituciones internacionales; lo que difícilmente alcanzarán de incorporar a sus listas electorales a radicales defensores de la "lucha armada".

En esta tesitura, las fuerzas españolistas no pueden dormirse, ni confiar únicamente en la capacidad moldeadora de las conciencias de la televisión como principal táctica a medio y largo plazo. Cuentan con la Constitución y sus medios y recursos, con la casi absoluta unanimidad del cuerpo electoral español, con la "memoria" de las víctimas y la credibilidad en los foros internacionales. Este patrimonio deberán administrarlo con prudencia, perspectiva de futuro y determinación.

 

 El semanal digital, Nº 84, 1 de julio de 2002.

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