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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Sociedad, cultura, educación y cine

Una Juani decepcionante

Una Juani decepcionante

El rompedor e iconoclasta Bigas Luna se está haciendo viejo. Con su última película Yo soy la Juani (España, 2006), ni escandaliza, ni rompe moldes, ni propone modelos atractivos. Intenta, sin conseguirlo, construir una personalidad femenina libre, independiente, sincera y con sueños. Pero nos presenta a una mujer triste, instintiva, confundida y vacía.

 

Carece de voluntad, no sirve a ideal alguno, no sabe realmente qué quiere. Con todo, Juani (la debutante Verónica Echegui) es el personaje más consistente de la película…

 

Los modelos de hombre son igualmente decepcionantes: incapaces de asumir ningún compromiso firme, infieles, incultos, débiles, rígidos, violentos.

 

Pero hombres y mujeres, en el film, comparten algunas características: están “de vuelta”, el sexo es rutina y puro instinto para todos ellos, su lenguaje es paupérrimo, exhiben con descaro una cultura mínima, de cada cuatro palabras pronunciadas una es un sonoro taco... La pareja que forman inicialmente Juani y su novio (en la vida real, vocalista de El Canto del Loco, Dani Martín), al menos participan de un interés común: el tunning y el hip-hop. Poca cosa: una excusa para no afrontar decisiones maduras, un freno para el ahorro, unos gustos y aficiones más propios de preadolescentes…

 

Juani se harta: novio infiel, padre alcohólico, madre derrotada, su mejor amiga Vane (Laya Martín) violada… Y marchan ambas a Madrid para tratar de hacer realidad sus sueños. Pero tampoco tienen claro qué quieren. Ni porqué. Ni cómo.

 

Su amiga, después de operarse el pecho, único interés vital que trasluce, se prostituye con futbolistas de primera división. Y Juani tratará de hacerse actriz. Pero apenas se esfuerza, no tiene voluntad, y se deja deslumbrar por la noche y sus habitantes. Manifestará vehementemente, explicando su deseo alcanzar el éxito, que “quiere sacar lo que tiene dentro de ella”. Palabras vacías. Al menos reclamará ayuda al comprender que algo no va bien. Pero se siente derrotada al medirse con la receta propuesta: formarse en interpretación y aprendizaje de inglés.

 

Además, debemos preguntarnos, ¿por qué quiere ser, realmente, actriz? En un momento de rabia nos da la clave: “¡no quiero seguir de cajera 40 años!”. Pero, si persigue ese sueño concebido como vía de escape de un mundo que no le gusta, pecaría de dos defectos: falta de sinceridad y de realismo.

 

Ninguno de los personajes de la película asume las consecuencias de sus propias decisiones. Todos ellos encuentran una persona a la que responsabilizar de sus fracasos: el marido alcohólico, el novio infiel e inmaduro, los implacables especuladores, los “famosos” insensibles…

 

¿Así es la juventud española? Probablemente lo sea un buen porcentaje de ella. Pero, ¿no se habla, reiteradamente, del fracaso del sistema educativo, y de la incapacidad de los padres, en la transmisión de una cultura del esfuerzo y los valores? Pero Bigas Luna, director y coguionista, ¿propone un método de superación de todo ello? En absoluto. O, acaso, el que describe ¿es un modelo atractivo que oferta como deseable a los jóvenes? Lamentable en cualquier caso.

 

Por la pantalla transcurren unas vidas sin raíces, alejadas de todo objetivo, que desconocen ideal alguno, sin compromiso humano ni social, sin maestros a los que seguir.

 

Entonces, ¿únicamente es posible el cinismo y un ciego voluntarismo “hasta que el cuerpo o la cabeza reviente”?

 

En el cine buscamos distracción, belleza, valores, modelos a los que imitar. En esta ocasión no podemos encontrar nada de todo ello. No existe ninguna propuesta realmente atractiva. Por ello, es una película frustrada y frustrante. Eso sí, con la colaboración de Televisión Española, TV-3, Canal +, el Instituto Catalán de Industrias Culturales de la Generalitat catalana, y numerosas marcas comerciales. Nihilismo “políticamente correcto”; pero muy bien subvencionado. Y se quejarán algunos. Pobrecitos progres…

 

Revista digital Arbil, Nº 108, octubre de 2006

ETB: allanando el camino.

ETB: allanando el camino.

Tuve el gusto, por decir algo, de acudir a Baluarte de Pamplona el pasado lunes 9 de octubre para disfrutar con la gala de presentación de la nueva temporada de ETB. Al menos, eso intentaba.

Allí se encontraba la plana mayor de los políticos nacionalistas vascos de pura sangre navarra, mucha ikastolera e ikastolero ataviados con sus característicos atuendos multicolores, mucha guapa, guapitos y guapos. Buen rollito, satisfacción, besos en las mejillas, achuchones, discretos piquitos…

El hilo conductor de la gala, nexo de todas las actuaciones e intervenciones, se supone que corría a cargo de la pareja italiana clónica, de los divertidos anuncios de ETB www.esportiamore.com, simpática mofa de las páginas de contactos, que tanto se han prodigado en internet y en blanco sobre negro, en perfecta simbiosis con la estética y canciones de los años 70.

Pero, sorpresa, sorpresa, se impuso otro conductor algo distinto. Bastante. Mucho. Y de resonancias políticos, diría este ingenuo espectador. Alusiones subliminales a Navarra, algunas, y otras muy directas; un par dedicadas con mucho, muchísimo, cariño a Sanz; el empleo intencionadamente brutico de una jota navarra... Poco en castellano, como lo denominan ellos, los progres, y demás fauna. Y, de ese poco, recordemos las palabras literales, en nuestro progresivamente clandestino español, de uno de los actores, a saber: “calle, casa, hipotenusa… y ¡catetos!”. Risas, y más risas, bastante exageradas, y acompañadas de inteligentes miradas cómplices. Que somos mucho listos. Agitación en las filas, entusiasmo, expresiones placenteras.

Salimos todos muy contentos. Bueno, la mayor parte. Y todos, todos, a disfrutar del elixir del amor prometido: canapés, chistorricas forales, vinos de la tierra, copas variadas, música retro y maquineta, fotos con famosos, famosillos y politiquillos subvencionados…

Y es que lo tenemos asumido. Pueden venir con cualquier excusa, buena o mala, genial o absurda, divertida o aburrida, agresiva o sofisticada… que los aceptamos sin rechistar.

Forman parte de nuestras vidas. Estamos resignados. “Fomentamos relaciones estables”, nos recordó el director general de ETB; como que no tenía ni un pelo de tonto. Y se lo ponemos muy, pero que muy fácil.

¿Qué hacemos mientras tanto los ciudadanos normales que no estamos todo el día maltratando, con la matraca del abertzalismo enjuiciatodo, al vecino, pariente o compañero de curro? Tragando y tragando… al igual que los políticos que gallardamente nos representan. Nos callamos, cedemos, cedéis, ellos ceden. ¿Y la sociedad civil?

Como decía Daniel Pipes, cuando se refería a la percepción generada por la presencia islámica en Europa, al igual que nuestros conciudadanos continentales en ese contexto, también los navarros nos estamos comportando, ante las infinitas actuaciones y demostraciones de nuestros persistentes vecinos y/o quintacolumnistas, “como se supone que responden las ranas al ser cocinadas a fuego lento, sin notar nada”.

ETB: “fomentamos relaciones estables”. ETB: preparando el futuro. Allanando el camino.

José Basaburua.

http://www.navarraconfidencial.com, 12 de octubre de 2006

También yo me habría apuntado al «macrobotellón».

Noches de incidentes con la policía en algunas ciudades españolas, enfrentamientos callejeros, atención de los medios de comunicación, medidas alternativas de algunos ayuntamientos, expectación social… ¿un nuevo mayo del 68?, ¿una revolución inédita en ciernes? Pues va a ser que no. La última gran aportación española al mundo moderno: el «macrobotellón».

 

La noche del sábado 18 al domingo 19 de marzo, diversas grandes ciudades españolas volvieron a ser testigos de un fenómeno en alza: gigantescas concentraciones de jóvenes -alguna de ellas prudentemente semiestructuradas por avispados ayuntamientos- en torno al alcohol barato y la música de moda convocadas a impulso de anónimos SMS y e-mail. Y, al menos en dos ciudades, Barcelona y Salamanca, les acompañaron diversas expresiones de violencia protagonizadas por radicales, elementos semimarginales, borrachos desinhibidos, ácratas…; ya se sabe, siempre hay quien quiere pescar en río revuelto. Como dirían en Euskadi: «borroka eta jaiak», es decir, «lucha y fiestas». Pero es mucho decir.

 

¿Qué caracterizan, en última instancia, estas reuniones sociales preanunciadas por algún spot publicitario de telefonía móvil?: un empleo elemental y económico de nuevas tecnologías, cierto sentido de pertenencia colectiva, cultivo consumista de las señas de identidad propias de algunas tribus urbanas (ropa, estética corporal, música…), unas dosis de «rebeldía» juvenil compatibles paradójicamente con un considerable sentido gregario, una elemental búsqueda adolescente de nuevas emociones y sensaciones, una alegría intuitiva motivada por la vivencia de cierto protagonismo personal y grupal, un deseo de participar en un impreciso «algo» grande… regado con grandes dosis de alcohol barato y callejero en un entorno de inmersión inconsciente en la ineludible «marcha» del sábado noche.

 

Esos miles de jóvenes no reivindican casi nada, no reclaman protagonismo individual, no pretenden cambiar la realidad, carecen de una perspectiva «revolucionaria»… son decepcionantemente conformistas. Pero, lo más sorprendente es que desde los medios de comunicación pretenden hacernos creer que es un «auténtico fenómeno social». Y, en general, nos lo creemos.

 

Pero, realmente, todo ello es un fruto lógico de nuestra sociedad, de los valores subyacentes, del modelo de instrucción, de sus patrones estéticos, de la adolescencia sin límites de edad mostrada como ideal lanzada al vacío existencial…

 

Sin duda, también en ello lo blanco se mezcla con lo negro, lo positivo con lo negativo, lo revolucionario con lo conformista, la reacción instintiva con el impulso profundo. Pero refleja, más que nada, la ausencia de verdaderos ideales, de auténticos modelos, de una propuesta de humanidad.

 

Es la cruz de la realidad de cada día, el fruto de décadas de revolución cultural y social, de asfixia del modelo familiar, de supresión de la tradición. No obstante, existen más ofertas culturales y de ocio que nunca, menos restricciones horarias y económicas que generación alguna conociera, menos límites y dogmas infranqueables que antaño. Y se aburren. Y no se comprometen con los demás (aunque existan más cauces y ONG’s que nunca). Y no escuchan. Y no piensan en el futuro. Y no ejercen el más elemental sentido crítico.

 

Entonces, ¿no será que algo no marcha?

 

Si tuviera dos décadas menos de edad, también yo me habría apuntado al «macrobotellón»… si no hubiera encontrado una compañía que me humanizara, que me educa, que me apoya, que ahí está para lo bueno y lo malo. Y con la que también me he divertido. Y sigo haciéndolo.

 

Sobran ofertas, pero faltan realidades humanas atractivas y acogedoras. Sobra escepticismo y falta madurez. El Estado aporta instrucción, pero dificulta educar. Los medios de comunicación aseguran que hay que satisfacer el deseo sin límites, pero se censura al corazón humano y sus exigencias universales. Y nos atrincheramos en un búnker pseudohogareño rodeados de tecnología punta, porque la realidad ni nos interesa ni nos preocupa. ¿Y luego nos asombramos de lo que pasa? Pues tampoco, seamos sinceros.

 

Guerrilla, liberalismo, macrobotellón…. Grandes aportaciones españolas al acervo occidental. Por cierto, me olvidaba de la adopción de niños por las parejas de homosexuales. Y que conste que las dos primeras sí me parecen interesantes. Sobre todo, la primera.

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 104, abril de 2006

Una creciente necesidad: el asociacionismo crítico de los telespectadores ante la deriva de contenidos y de orientación de las televisiones.

Existe una potente interrelación entre el enorme atractivo y poder de las televisiones y los imperativos publicitarios. Reflexiones críticas, sobre el panorama actual de los medios de comunicación, desde la mirada y la voz de Maribel Martínez Eder: pionera del asociacionismo de los telespectadores y radioyentes en España.

 

El poder de los Medios de Comunicación. Una panorámica desde Navarra

El pasado 16 de marzo de 2006 se desarrolló una nueva sesión de los denominados “Talleres de Realidad” organizados por la Fundación Leyre de Pamplona. En esta ocasión se contó con la participación de Dª. MARIBEL MARTÍNEZ EDER, Presidenta de la Asociación Plaza del Castillo y portavoz de FIATYR. Su título: “El poder de los Medios de Comunicación. Panorámica Navarra”.

 

La ponente fue objeto, hace algunos años, y junto a otros pioneros de este campo, de una ilícita campaña de desprestigio desde algunos programas sensacionalistas de Tele 5 por medio de grabaciones no consentidas con “cámara oculta”, con el objetivo de desacreditar al movimiento social de los telespectadores y radioyentes. No por ello ha acusado, desde entonces, desaliento alguno como efecto de la agresión. Igualmente, demostró a los asistentes que tampoco ha rebajado unos firmes criterios mantenidos con coherencia a lo largo de su dilatada experiencia.

Su punto de partida, insistiendo en ello, fue la siguiente afirmación rotunda: “la sociedad española, humanamente hablando, es más rica y mucho más culta que lo que las televisiones reflejan”; no en vano, desde las mismas una minoría impone sus criterios al resto de la sociedad. Prueba de ello sería la existencia de una opinión pública crecientemente crítica ante el actual estado de cosas, lo que se refleja en el cada vez más común comportamiento consistente en “apagar la televisión”. Pero, el poder social, cultural y político de esa minoría, no obstante, es inmenso: puede afirmarse que el poder de los medios de comunicación es superior a los poderes tradicionales; afirmación acreditada por la renuncia del poder político al cumplimiento estricto de las leyes en este medio.

Los imperativos publicitarios.

La ponente destacó, como factor decisivo en la elección de los contenidos y en la orientación de las televisiones, el enorme impacto de la publicidad, cuyo montante económico es gigantesco. Destacó los siguientes aspectos:
1. La presencia de la publicidad desborda a la propia televisión; encontrándola en numerosos ámbitos de la vida social y pública.
2. Los medios de comunicación dependen en sus cuentas de resultados de las cuotas de publicidad; incluidos los de titularidad pública. Una dependencia que determina contenidos y hasta sus horarios.
3. La publicidad “vende” no sólo productos, sino, y ante todo “valores”, por medio de la promoción de determinadas imágenes físicas, que pretenden modelar a toda la población. De modo que la televisión asume un rol de cambio social.
4. La publicidad impacta especialmente en los valores estéticos y mentales de las nuevas generaciones, orientándolas hacia el consumismo y el relativismo.

Expresión divertida y muy extendida de este poderoso influjo es la opinión de quienes aseguran que “lo que más les gusta de la televisión son los anuncios”. Pero la contrapartida cultural y social de tal percepción es que, de este modo, las televisiones se han convertido en un auténtico catálogo de venta de productos de todo tipo. A ello se le suma otro fenómeno: paradójicamente, baja la calidad de los contenidos televisivos, mientras que sube la calidad de la publicidad, como producto estético y tecnológico de incuestionable ingenio en muchos casos.

Otra consecuencia –ya mencionada- de su influencia es que los propios contenidos materiales televisivos están condicionados por una publicidad que reviste diversas formas: los clásicos anuncios, los patrocinios, la publicidad encubierta…

Pero pese a que la legislación contempla una cuota publicitaria, en cortes, del 20% del total de los espacios, es evidente que tal previsión se incumple, derivando en una relajación de la legislación; tanto de hecho como de derecho.

Las españolas son, seguramente, las televisiones con mayor carga publicitaria del mundo. Para alcanzar tales méritos, la ponente recordó como dos series de producción española, punteras hace bastantes años, marcaron “un antes y un después” en la incorporación de diversas modalidades de publicidad en sus contenidos: “Farmacia de guardia” y Médico de Familia”. Desde entonces, nuestro umbral de resistencia ante la invasión publicitaria de los contenidos televisivos se ha rebajado. Pero, igualmente grave, es que nos hemos acostumbrado a ser testigos pasivos y acríticos de toda clase de manifestaciones de violencia, genitalización de los afectos, etc.

 

No se puede separar, aseguró, las tendencias sociales en curso con los contenidos y modelos televisivos. Así, desde tales medios, también se propugna una adolescencia -con todos sus valores externos y físicos- que se adelanta en el tiempo a costa de la infancia; pero que en su temporalidad ya no parece tener fin…

 

Por lo que respecta a este apartado relativo a la publicidad, recordó que los grandes sectores que se sirven de la misma son: automóvil, telefonía móvil, alimentación y limpieza. En este contexto, la Unión Europea está contemplando la regulación de la publicidad encubierta legalizándola; medida de controvertidos riesgos que viene suscitando un gran debate, al menos en otros entornos.

 

¿Televisión versus realidad?

Otra expresión de la degradación de sus contenidos, relacionado con esa capacidad de “aguante” pasivo de los telespectadores, es lo que nos ofrecen las televisiones como “la auténtica realidad”: violencia, expresiones culturales de bajísimo nivel, lenguaje pobre, estética de mal gusto… Paradójicamente, por el contrario, la publicidad promueve modelos inalcanzables para la inmensa mayoría de usuarios…

 

Este contexto de deriva televisiva, en aras de objetivos predominantemente mercantilistas y de cambio social, exige una respuesta colectiva; una acción social positiva y decidida, especialmente en defensa de los más desprotegidos, ante unos contenidos manipuladores: los niños y los adolescentes.

 

La televisión, nos recordó, es un medio potente, extraordinario, próximo, comunicativo… Pero sus contenidos en horas de máxima audiencia son deplorables, aseguró, hasta el punto de que la “crónica negra” ya es un contenido que siempre proporciona material seguro y que se ha incorporado a los informativos estrella. Por todo ello, el concepto de “televisión basura” no ha perdido vigencia y, si bien los actores emisores son responsables de lo emitido, también los ciudadanos tienen una responsabilidad en su transformación por medio de la reivindicación y la participación: pero en primera persona.

 

Además de ese influjo negativo en niños y adolescentes, rebaja del nivel cultural y ético, no puede desdeñarse otros graves efectos negativos del medio televisivo. Es el caso de los comportamientos miméticos que se han podido detectar en fenómenos asociados a determinados crímenes y asesinatos y con el mundo de la pornografía.

 

¿Crisis en los índices de audiencia de la televisión?

Pero aunque, aparentemente, la televisión lo invada todo, a causa de esa degradación está en crisis: los telespectadores se están cansando y buscan fórmulas alternativas de ocio. Prueba de ello es la pérdida, en conjunto, de un buen porcentaje de sus niveles de audiencia: hay menos espectadores que años atrás; y no sólo porque se haya diversificado la oferta en número de cadenas, o por el impacto de Internet y las nuevas tecnologías (consumo casero de DVDs, etc.).

 

Los poderes públicos, no podía ser menos, tienen mucha responsabilidad en todo ello: por acción y, también, por omisión. Así nos comentó, como ejemplo, que el actual gobierno ha ejecutado ciertos signos de importancia: es el supuesto de la clausura de algunas de las televisiones que emitían pornografía en abierto durante la mayor parte de su programación horaria. Nuestra conferenciante valoró como muy positivas tales actuaciones, pero teme igualmente que queden únicamente en eso, en simples gestos aislados; cuando lo que debe hacerse en avanzar decididamente en la línea marcada por la tan esperada Ley Audiovisual.

En su intervención, dialogada constantemente con unos asistentes que la acribillaron a preguntas, también se posicionó ante el impacto cultural de Internet, destacando dos aspectos fundamentales a su juicio: la peligrosa nivelación de tan dispares contenidos, y una auténtica segregación física, tecnológica y mental entre las generaciones.

 

Respecto a la polémica suscitada con la creación del CAC, como respuesta a otra pregunta del público, aseguró que la opinión de las asociaciones del sector es unánime: es necesaria una autoridad audiovisual independiente en la que participe la sociedad con un carácter lo más representativo y cualificado posible y entre cuyas funciones figure, preferentemente, modificar las perniciosas tendencias señaladas.

 

También se debatió en torno a las perspectivas abiertas con el tan anunciado “apagón analógico” y las generadas por la “televisión digital terrestre”: pluralismo en los contenidos, interactividad… Pero que también conlleva algunos riesgos, como es que una concentración de las productoras de los contenidos oferte una aparente pluralidad pero que, en realidad, se trate de una uniformidad cultural de hecho dirigida por el “pensamiento único”.

 

A petición de los asistentes se comentaron otras diversas cuestiones: la situación específica en Navarra, las concesiones de televisión digital terrestre, las “radios piratas”, el papel del Consejo Audiovisual de Navarra, la creación de una Oficina de Defensa de la Audiencia, la salud del movimiento asociativo, la receptividad de los partidos políticos, etc.

Una intensa sesión informativa que invoca a la participación social activa también en este medio.


Dirección electrónica de interés:
www.asociacionplazadelcastillo.org

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 103, marzo de 2006

Vete y vive: tradición, familia, pertenencia e identidad, en el nuevo film de Radu Mihaileanu.

      El sentido de la vida, el valor de la tradición y de la familia...: cuestiones objeto de una película que no debiera pasar desapercibida. “Vete y vive” bien merece ser conocida para reflexionar, con ella, en torno a sus propuestas vitales.

 

Los falashas de Etiopía.

 

El pasado 23 de diciembre se estrenó en las carteleras españolas el nuevo film del realizador Radu Mihaileanu. Aunque hayan transcurrido unas semanas desde entonces, debemos comentar “Vete y vive” -tal es su título en España-, pues se trata de una de esas, cada vez más escasas, películas que profundizan en la realidad humana más allá de tópicos y de modas superficiales.
Veamos el contexto histórico en el que se enmarca la película. En 1984 Israel desarrolló una magna operación secreta denominada “Operación Moisés”, cuyo objetivo era el traslado por vía aérea de varios miles de judíos etíopes, conocidos como “falashas”. Atravesaron a pie una Etiopía golpeada por una espantosa hambruna que potenció –por ignorancia o maldad propiciada por su ideología totalitaria- el gobierno marxista del golpista y genocida Mariam Mengistu, y se refugiaron en campos de refugiados de un Sudán islamizado, donde coincidieron con otros muchos miles más de múltiples procedencias.
El término “falasha” procede del etíope antiguo, y significaría “sin tierra”. Ellos se llaman, a sí mismos, “Beta Israel”, es decir, “La casa de Israel”.
Sus orígenes siguen siendo un misterio. Pero empieza a consolidarse la teoría que sostiene que su presencia es anterior al mismo cristianismo, predominante en Etiopía durante siglos en su variante ortodoxa-etíope. Para ello se basan en algunas investigaciones lingüísticas que apuntan a la presencia en su lenguaje de términos arameos anteriores a la también antiquísima presencia cristiana.

 

La historia de Scholomon.
Un niño será obligado, por su madre cristiana, a hacerse pasar por el fallecido de otra madre, ésta “falasha”, y así asegurarle un futuro. Pero muy enferma, la segunda morirá al llegar a Israel, y el niño será adoptado por una familia israelí de ideas progresistas.
Así, Scholomon, crecerá en un Israel convulso, acogido por una familia izquierdista y atea, recibiendo no obstante una educación religiosa, aunque en un contexto en el que la ortodoxia judía difícilmente le acepta como verdadero judío. Será una vida poco sencilla, aunque muy lejos de las privaciones que había sufrido. Todos estos años se debatirá entre la fidelidad a su madre, a la que escribe por medio de un rabí etíope, y la búsqueda de una identidad que le permita ser fiel a la tradición judía que aprende y valora. Persona de inquietudes religiosas, sufrirá las contradicciones familiares, los alineamientos afectivos de sus miembros, un incipiente racismo judío ante el fenómeno “falasha”, y el impacto de nuevas modalidades laicistas y desarraigadas de vida individualista; fiel reflejo de las modas occidentales. No obstante, y desde su fidelidad a la tradición talmúdica, en un memorable debate exegético centrado en “el color de la piel de Adán” frente a otro adolescente, pero éste ortodoxo, es capaz de responder a los afectos en juego y al sentido de sus vidas desde una propuesta religiosa positiva y viva.
En este contexto, ¿qué puede salvar a la unidad de la persona del protagonista sin caer en la violencia, el escepticismo o la locura?: su inserción consciente en una tradición que, aunque no sea la suya, le permite afrontar los retos de la vida con unas herramientas útiles, junto al acompañamiento permanente de una familia que le acoge sin condiciones ni prejuicios. En su búsqueda, estudiará Medicina en París, y allí sufrirá en soledad –reflejada en breves pero intensas escenas silenciosas en su mayoría- la crisis que arrastra desde su trauma inicial.
Regresará a Israel, y allí las contradicciones eclosionarán: en su servicio militar, en su matrimonio con Sarah, hija de un rabino ortodoxo que la repudia por el paso que da… De nuevo será la actuación de su madre adoptiva la que le “salve” y le permita retomar su matrimonio y regresar a Etiopía.
Scholomon           puede considerarse, en cualquier caso, muy afortunado. Su mujer se lo dirá claramente: “tienes muchas madres que te quieren”. Así es. La pertenencia se concreta en una madre “biológica” que renuncia a su compañía para asegurarse su supervivencia; en la segunda madre que lo querrá como apoyo a su propio sentido de la escasa vida que le queda; también en la adoptiva, quien superará sus temores y dará todo de sí; y, finalmente, en su propia mujer, ya madre a su vez, quien le facilitará –casi a la fuerza- el viaje a Etiopía donde reencontrar sus raíces… y a su madre.

 

Multiculturalismo y tradición.
Esta película podría interpretarse desde la óptica crítica de moda: el multiculturalismo, el choque de civilizaciones, las contradicciones de la política, una supuesta insuficiencia de las tradiciones religiosas… Pero tales enfoques ignorarían un factor esencial que la película transmite magníficamente: la realidad del corazón del hombre, con sus deseos de sentido, pertenencia, justicia y afecto. Y todo esto ya es una cuestión universal que acompaña al hombre desde siempre.
La música de Armand Amar es magnífica, la fotografía, excelente, el ritmo sabe destacar los momentos claves de este largo film, unos 140 minutos…, en definitiva un buen marco técnico que acompaña unas interpretaciones intensas y auténticamente humanas. Entre ellas, la de Yaël Abecassis, la actriz que encarna a la última madre adoptiva, proporcionando un bellísimo rostro al coraje, a la inteligencia y al amor incondicional.
Roschdy Zem, quien encarna al padre, representa una perpleja figura paterna en ascendente conflicto generacional… pero a quien el protagonista debe que esa familia se arriesgara decididamente en su adopción. Los tres actores (Sirak M. Sabahat, Moshe Agazai y Moshe Abebe) que encarnan al protagonista en sus cuatro fases temporales, dan credibilidad a un Scholomon que arrastra, en su lucha por la supervivencia esa doble mentira -ni es judío, ni es huérfano- pero que el acompañamiento de personas fieles a la realidad de la persona que tienen enfrente le proporciona, de forma privilegiada, un lugar en el mundo. Así, entre otros actores, Roni Hadar dará vida a su eterna enamorada, Sarah; y Yitzhak Edgar asume el trascendental papel del rabí etíope, conocido como el Qès Amrah.
No faltan momentos de violencia, y de intenso lirismo. Pero también otros propios de una comedia que proporcionan matices a unas existencias que, a su manera, tantean el sentido de la vida. Y lo encuentran.

 

No se la pierdan.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 101, enero de 2006

 

Máscara y rostro del totalitarismo del siglo XX: Li Zhensheng. Un fotógrafo chino en la Revolución Cultural.

Una magnífica exposición, que recoge algunas de las fotografías de un testigo privilegiado de la Revolución Cultural china, muestra buena parte de las facetas más controvertidas de uno de los experimentos totalitarios más sangrientos del siglo XX.
Una gran exposición.
Esta exposición, organizada por la Fundación “La Caixa” y presentada inicialmente en 2003 en París, todavía puede ser visitada en Zaragoza en la sala municipal de la Casa de los Morlanes (Plaza de San Carlos, 4) hasta el día 17 de julio.
Li Zhensheng trabajaba, hacia 1960, en el “Diario de Heilongjiang”. Testigo privilegiado, en su calidad de fotógrafo propagandista al servicio de los movimientos que la impulsaron, de la épica Revolución Cultural china, también será una víctima más; en un proceso por supuesto desviacionismo ideológico. Por ello, durante dos años trabajará en el campo desempeñando los trabajos manuales más duros. También, esconderá buena parte de sus miles de negativos fotográficos bajo el suelo de su apartamento; reincorporándose a su antiguo periódico, ya como su director, hacia 1972. Una década después se traslada a Pekín como docente de Periodismo en el Instituto Internacional de Ciencias Políticas de la Universidad, hasta su jubilación.
La exposición recoge unos dos centenares de magníficas fotografías en blanco y negro y perfectamente concebidas que, si bien muchas de ellas en su día entrarían en la categoría de propaganda, desvelan el verdadero carácter de la Revolución Cultural china: una manifestación brutal del totalitarismo que enajenó por completo la vida de esa nación.
Manifestaciones multitudinarias, representaciones teatrales propagandísticas, procesos a dirigentes revisionistas del partido, ejecuciones, vejaciones, trabajos multitudinarios de miles de personas desalinizando terrenos destinados al regadío..., ningún aspecto de la revolución escapa al ojo crítico del fotógrafo. Es una paradoja: lo que pudo ser exaltación de una de las fases de la revolución, con el transcurrir de los años se descubre como su denuncia. La máscara y el rostro.
Cinco secciones.
La exposición está dividida en cinco partes, coincidentes con otras tantas fases en que puede dividirse la Revolución Cultural.
La primera se denomina “Rebelarse es bueno” (diciembre de 1964 a abril de 1966). En esos años, el Movimiento para la Educación Socialista, impulsado por Mao Tse-tung, lanza una campaña contra las desviaciones ideológicas del Partido Comunista y contra la corrupción en todos los ámbitos de la vida pública china. Equipos de trabajo procedentes de la ciudad, durante un año, se trasladan a medios rurales donde organizarán concentraciones, manifestaciones, obras de teatro y sesiones críticas contra los cuatro elementos perniciosos: terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios y otros.
“¡Bombardead el cuartel general!” (mayo a septiembre de 1966), es la segunda fase. El 16 de mayo se lanza formalmente la Gran Revolución Cultural Proletaria: “Todo el Partido debe seguir las consignas del camarada Mao Tse-tung, mantener en alto la bandera de la Revolución Cultural Proletaria, denunciar sin concesiones la posición burguesa reaccionaria de las denominadas autoridades académicas que se oponen al Partido y al socialismo, condenar y repudiar las ideas burguesas reaccionarias en el campo del trabajo intelectual, la educación, el periodismo, la literatura, el arte y la prensa, y tomar las riendas de estos ámbitos culturales”. A su vez nacen los Guardias Rojos, quienes movilizarán a la nación, organizando manifestaciones gigantescas, procesando a todo tipo de autoridades anteriores, llegando en su crítica revolucionaria a niveles esperpénticos, como el recogido en la secuencia fotográfica de Li Fanwu, máximo cargo del Partido en la región, cuando es denunciado como “arribista” ¡por su peinado parecido al de Mao!
“El sol rojo en nuestros corazones” (octubre de 1966 a abril de 1968). Es la fase conocida como culto a la personalidad, en la que Mao es elevado a la categoría de un dios por la llamada “banda de los cuatro”, que lidera su propia mujer, Jiang Qing, y que llevará su imagen y sus palabras, especialmente las recogidas en el “Pequeño Libro Rojo” de Mao, a todos los hogares, centros de trabajo, escuelas, calles y rincones de la geografía china. Esta fase será testigo de las luchas internas entre diversas facciones de los Guardias Rojos, que ensangrentarán toda china en una espiral de violencia, siendo recogidos algunos episodios por las cámaras de nuestro fotógrafo. Por ejemplo, la lucha por la “captura” de un autobús propagandístico.
“La revolución no es una cena de gala” (abril de 1968 a septiembre de 1972). Consolidado su poder, Mao disuelve a los Guardias Rojos y lanza otro movimiento de masas: el Programa de las Escuelas de Mandos 7 de Mayo, que combina por toda China el trabajo manual con sesiones de adoctrinamiento masivo e intensivo a partir del estudio de los escritos de Mao. Su objetivo: la erradicación del sistema de clases.
“Morir luchando” (septiembre de 1972 a octubre de 1976). Es el último apartado de la exposición. China es objeto de una lucha entre los ortodoxos liderados por la esposa de Mao, empeñados en una permanente lucha de clases, y las corrientes modernizadoras de Zhou Enlai y Deng Xiaoping. Muerto Mao el 9 de septiembre de 1976, un mes más tarde, los líderes de la “banda de los cuatro” serán detenidos, frenándose algunos de los excesos revolucionarios.
Totalitarismo y comunismo.
Las fotografías expuestas son de una extraordinaria calidad: magníficamente encuadradas y estudiadas, parecen ser el fruto de una depurada técnica cinematográfica o de concienzudas puestas teatrales en escena. El autor persigue, no obstante el oficial criterio propagandístico, la captación visual de los sentimientos humanos de los retratados: humillación, entusiasmo, fanatismo, ilusión, alegría, dolor, sufrimiento... En una de las fotografías, por ejemplo, un grupo de monjes budista portan un cartel denigratorio de sus convicciones religiosas: el autor pidió les pidió que levantaran sus rostros, de modo que cada uno de ellos se muestra como un verdadero libro que rezuma profundo dolor. Pero hay más. Autorretratos en los que imita diversos modelos revolucionarios. Un proceso, contra periodistas desviacionistas, liderado por nuestro fotógrafo, ¡cuyo lugar ocupará él mismo pocos meses después! No falta el humor, como una fotografía de su boda en la que los dos esposos portan un cartel, a modo de los empleados en los procesos públicos de depuración, en el que se anuncia “matrimonio en viaje hacia el socialismo”. Y siempre la imagen omnipresente e inaccesible de Mao y sus rimbombantes consignas.

Nos situamos ante el retrato desnudo de una de las expresiones más dramáticas del totalitarismo en el siglo XX. Pero, ¿qué entendemos por totalitarismo? Proponemos la siguiente definición aproximativa: la divinización del Estado absoluto que exige la total subordinación de los grupos sociales, del individuo y de la conciencia de cada uno de ellos, a sus dictados políticos y culturales, sirviéndose para ello también del empleo arbitrario y decidido de la violencia. Conforme este concepto, el Estado se atribuye un poder ilimitado, prescindiendo de los derechos fundamentales del hombre y sin reconocer la división de poderes. Pero no existe una única modalidad de régimen totalitario; así, comprendería a todos los diversos regímenes que nacen y se desarrollan con una pretensión de totalidad, de modo que llegan a la asunción de la sociedad entera por el Estado, sacrificando toda razón a la “razón de Estado”. Todos los experimentos comunistas lanzados a lo largo del siglo XX entran dentro de esta categoría. También el comunismo chino y, particularmente, la Revolución Cultural que tantas simpatías ganó entre muchos intelectuales y universitarios occidentales a partir del mayo del 68 y que, por ejemplo, en España originó algunas formaciones de extrema izquierda, como la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), el Partido del Trabajo de España (PTE) y su Joven Guardia Roja (JGR), el sanguinario PCE (r) y su GRAPO, el Movimiento Comunista de España (MCE, nacido de una escisión de ETA), y numerosos otros grupúsculos. Por cierto, muchos de sus militantes, y algunos de sus dirigentes, terminaron en las filas del PSOE, sin que tengamos constancia de que jamás hayan mostrado arrepentimiento alguno de su adhesión intelectual a la “limpieza ideológica y de clase” allí perpetrada. Pero también fueron maoístas los comunistas que consumaron el genocidio camboyano, o los que lanzaron una de las guerrillas terroristas más crueles que ha conocido el final del siglo pasado: Sendero Luminoso, en Perú. No obstante, conocemos las excusas de estos burgueses cómplices y vividores: “las intenciones y las ideas eran buenas, pero utópicas, y por ello se incurrió en excesos”. Un razonamiento infantil  y demagógico que no les exculpa y que ignora el infinito sufrimiento humano ocasionado. Ya se sabe: para los marxistas la colectividad es todo y la persona, nada. Y, el que tuvo, retuvo; que diría el castizo.

                La exposición constituye, por todo ello, una magnífica oportunidad para adentrarse en la naturaleza, manifestaciones y efectos de la Revolución Cultural; uno de los experimentos totalitarios más deslumbrantes y dramáticos del siglo XX.
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 94, junio de 2005

 

Fox Kids magazine: únicamente publicidad, del homónimo canal temático, en formato revista.

      Fox Kids magazine es una de tantas revistas destinadas a los preadolescentes. Sus contenidos carecen de cualquier originalidad y pretensión que no sea la puramente comercial: una mera excusa para la difusión del homónimo canal temático de pago de Digital +.

 

La revista juvenil divulgativa de un canal temático codificado.
                A lo largo de estos últimos años nos hemos aproximado en Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, en varias ocasiones, a los contenidos y valores de fondo de diversas publicaciones destinadas al público infantil y juvenil. Es el caso de los artículos: “Megatrix: ¿revista o catálogo? para el niño consumidor” (Nº 37, septiembre de 2000), “Cartoon Network: un `magazine´ infantil enfocado al consumo televisivo” (Nº 47 – 48, julio – agosto de 2001), “Revista `Explora y navega´: por la globalización cultural” (Nº 59 – 60, julio – agosto de 2002) y “Revista Mega Top: consumo, consumo y más consumo para el preadolescente” (Nª 71 – 72, julio – agosto de 2003).
Todas esas publicaciones compartían, según veíamos entonces, algunas características comunes: absoluto predominio de la forma sobre el fondo, particular atención a los objetos y modas de consumo de ocio (juegos, parques temáticos, televisión, DVD, nuevas tecnologías…); escasísimas menciones de valores éticos, cívicos o espirituales; mínima o nula referencia a la tradición histórica y cultural española. En definitiva, tales publicaciones constituyen un instrumento difusor de la estética y los contravalores universalistas de la globalización y del pensamiento políticamente correcto.
Aquí analizaremos, en esta ocasión, el contenido del número 11, correspondiente a los meses de julio – agosto de 2004, de la revista Fox kids magazine. Impresa a todo color en magnífico papel, en ella predomina de forma absoluta, al igual que en revistas análogas, la imagen sobre los escasos textos. Su precio, 4’95 euros, es bastante elevado; algo por encima de otras publicaciones dirigidas al mismo segmento social. Pero, al menos, ofrece un “regalo” adecuado para jugar, por parejas, en playas y espacios abiertos: un catchball. Un buen reclamo comercial que además equilibra el precio.
La revista, contando portada y contraportada, suma 52 páginas. Veamos sus contenidos.

 

Publicidad directa e indirecta.
Una premisa. En esta revista todo gira en torno a las series de animación del canal codificado temático Fox Kids, de Digital +: la mayor parte de sus contenidos más “serios”, la publicidad directa, las reseñas de novedades en productos de ocio y consumo... Hasta tal punto ello es así que la clasificación que hemos efectuado en otras ocasiones entre contenidos propiamente dichos, publicidad directa y publicidad indirecta, apenas es aplicable aquí. El protagonista absoluto es el mencionado canal temático, sus series, los personajes de las mismas, y la oferta de productos de ocio individual de consumo (particularmente, los múltiples videojuegos).
De sus páginas, 52 decíamos antes, un total de 15 y ½ de ellas son publicidad expresa y directa (películas de cine estrenadas este verano, vídeos, juegos electrónicos, DVD, juguetes relacionados con personajes de las series del canal, programación del canal temático, etc.) destinada al público preadolescente en general y a los seguidores del canal en particular. No obstante, su lectura puede orientar, en lo que a objetos de consumo y algunas tendencias de ocio infantil, a  los padres que quieran “ponerse al día”.
Pero, además, otra parte sustancial de la revista también podría calificarse de “publicidad indirecta”.
Las páginas 20 y 21 nos presentan un cómic que, realmente, es una publicidad divertida de Cola - Cao.
Encontramos únicamente 2 pasatiempos; además, patrocinados por la bebida juvenil Pepsi Boom, en su página 39.
La publicidad presentada como “novedades en juguetes”, pero que oferta marcas muy concretas, también está presente. Así, la página 16 se remite a la temática Spider-Man. La 17, por su parte, a otros personajes y gamas de actualidad.
La sección de informática, por su parte, incorpora publicidad expresa de Terra (página 24).
Las novedades comerciales en DVD figuran en la página 30.
Reseñas de novedades en videojuegos: ocupan las páginas 34 y 35.
Las escasas menciones, a algunas novedades musicales, las encontramos en la página 36.
Igualmente, podrían sumarse, en este concepto, otras páginas, a saber: 2 páginas (portada y sumario); otras 2 páginas que reseñan un concurso conjunto de la revista y el canal temático (32 y 33); y 2 más, los resultados de la Copa Fox Kids (38 y 49).
Todas las anteriores suman 31’5 páginas, es decir, algo más de un 60 % del espacio de la revista enfocado, de forma explícita, al consumo, especialmente relacionado con el canal y los diversos productos de ocio asociados al mismo. Aquí encontramos la primera característica de esta publicación, reiteramos: su destinatario es el preadolescente consumidor y, con él, los padres, que avalan y responden material y económicamente a sus demandas de consumo recreativo.

 

Otros contenidos.
                Veamos los restantes contenidos de la revista.
FK Report (deportes). Páginas 4 y 5: una aproximación muy superficial al jugador Fernando Torres. Otras 2 páginas relativas a Atenas 2004 (6 y 7).
Espacio dedicado a los cómics. Un total de 10 páginas: 8 a 12, Pówer Rangers. Páginas 42 a 46, Digimon. Todo ello, producción extranjera.
Spider-Man, protagonista de uno de los estrenos cinematográficos más esperados en los últimos meses, ocupa varias páginas de alguna manera (como publicidad directa antes reseñada, particularmente). Y 2 de ellas son una aproximación a este personaje del cómic (14 y 15).
Fichas de personajes de la famosa –y en su día polémica- serie de animación Pokémon: página 18.
A las novedades cinematográficas se reservan dos páginas: la 22 y la 23.
Dibujos y comentarios de los lectores: página 48 y la primera mitad de la 49.
Suman, todas ellas, un total 20’5 páginas que apenas suponen el 39’45 % de la revista, algunas de las cuales bien podrían asimilarse a las calificadas como publicidad indirecta, pues se remiten a estrenos cinematográficos o diversos materiales de consumo.
La revista, por último, también contiene un póster central con imágenes de dos series del canal temático: Pokémon Advanced, por una cara; One Piece, por la otra.

 

Reflexiones sobre su contenido.
Ya lo hemos dicho: toda la revista gira en torno al canal temático, persiguiendo también la difusión y el consumo de productos de ocio vinculados a Fox Kids, entre sus potenciales o activos clientes; para un disfrute, en cualquier caso, de forma individual. No oferta ninguna otra posibilidad de ocio, ni de empleo creativo o solidario del tiempo libre.
Tampoco hay ninguna referencia directa a valores humanos o cívicos de ningún tipo.
No encontramos ni una sola referencia al acompañamiento pedagógico que pueden prestar los padres en la selección, disfrute y valoración de los contenidos y productos ofertados en la revista.
El peso del consumismo en la revista es, en definitiva, aplastante. Y ello con la agravante añadida de que la mayor parte de esas ofertas de consumo se orienta hacia materiales, empresas y productos asociados, de alguna manera, al canal. Ello no nos parece ético, al prevalecer en la revista una orientación mercantilista apenas disimulada, sin ningún análisis crítico de esos u otros productos, ni oferta alguna de otras posibles alternativas vitales.
La revista concibe al niño y al preadolescente, antes que nada, como un sujeto cuya razón de ser radica en el mero consumo. Y, de esta forma, lo dibuja individualista, solitario, acrítico y devorador de las modas que se antojan su principal horizonte vital. Esta imagen, el tipo humano reflejado en esta revista, ¿corresponde a la realidad y al modelo predominantes en nuestra sociedad? La respuesta parece obvia. Por lo tanto: nos situamos ante un producto a tono con las tendencias dominantes en la sociedad actual y, por ello, sin ninguna pretensión constructiva de un sujeto bien formado, solidario y creativo.
En resumidas cuentas: un producto mercantilista puro, dirigido al sector social susceptible de consumir la oferta, en sentido amplio, del canal temático en cuestión. Y ello, sin ningún horizonte cultural mínimamente consistente; no digamos ya, de acción pedagógica o propuesta cívica.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 85, septiembre de 2004

 

Del aire acondicionado y los signos de los tiempos.

Uno de los fenómenos sociales del verano: la extraordinaria implantación domiciliaria de electrodomésticos de aire acondicionado. ¿Algo más que una moda?
Es uno de los temas estrella del verano: inevitable protagonista de conversaciones en las filas del hiper o de la panadería, de las tertulias informales en los centros de trabajo, comentario obligado entre madres, hijas y nueras, ¡incluso entre risas, con la cuadrilla sanferminera en la corrida de toros!
                Estar a la última supone meter el aire acondicionado en casa. Y si no lo haces, eres un fracasado social. O un tipo raro.
                Aleccionados por los rigores del tórrido verano pasado, si ya entonces tiendas y almacenes de electrodomésticos hicieron su agosto, nunca mejor dicho, este verano se repetirá su fortuna. Pero más allá de ventiladores de novísima tecnología y, en todo caso, escasa “calidad de vida”: lo que se lleva es el aire acondicionado. Antaño lujo exclusivo de ricachones, alta burguesía, grandes almacenes, despachos ministeriales y Consejos de Dirección de corporaciones, hoy se ha democratizado su disfrute, extendiéndose por todas las clases sociales; unidas por análogo ánimo de progreso. Hagan cuentas y decidan: instálenlo en toda la casa, o únicamente en el dormitorio de la pareja, o en el salón... Y elijan modelo, siempre en función de lo que uno quiera (más bien, pueda) gastarse.
                Sin duda, el nivel de vida de los españoles sigue aumentando, alcanzado cotas de confort material nunca imaginadas, a pesar de la crisis. Y eso que “¡todo está más caro con el dichoso euro!”. Un paso más en la automatización tecnológica del hogar. Bienvenido el siglo XXI.
                Esos vendedores y fabricantes han encontrado, en estas circunstancias, un aliado inesperado: el nuevo Gobierno socialista y su campaña preventiva de la temida ola de calor; una publicidad que se limita a recordar, apenas, las ya conocidas reglas de oro: beber mucha agua, no exponerse al sol en las horas de mayor rigor, acudir a Urgencias caso de detectarse el mínimo síntoma (especialmente enfermos, niños y ancianos)… No vendrá mal, pues, a la economía nacional. Además, pensarán nuestros coherentes socialistas, el pueblo ascenderá un peldaño más en el confort hogareño (en el consumismo, dirían recalcitrantes radicales hipercríticos); muestra inequívoca de que crecimiento económico, comodidad material, progresismo y buen talante son compatibles. ¡Socialismo y libertad…!, mejor dicho, adaptémonos: ¡socialismo y caviar!
                Así, aunque la ola de calor apenas llegue, o pase de largo, o no alcance el rigor del verano pasado, todos habremos ganado: el Gobierno con el éxito de su eficaz campaña preventiva, fabricantes y vendedores con sus ventas, los ciudadanos liberándose del rigor solar y sintiéndose satisfechos partícipes de un común movimiento social de mejora...
                Mientras tanto, alguna que otra pareja habrá demostrado también la solidez de su relación. Al igual que muchas otras, tenían que elegir: vacaciones en la playa como todo el mundo o aire acondicionado como todo el mundo. Claro, que siempre algún tipo raro se resiste. Así argumenta, por ejemplo, alguno de ellos. “Si nos vamos quince días a la playa, después otros quince días más algún fin de semana en el pueblo…, apenas emplearemos el aire acondicionado. Y si lo instalamos, no nos llega para todo y no disfrutaremos de los quince días playeros de rigor y ¡no seremos como todo el mundo!” Dramático dilema en un país de inmensas y liberales clases medias que disfrutamos de una progresiva calidad de vida, acríticas con los valores dominantes, y bastante satisfechas íntimamente… hasta que la vida golpea con un buen palo.
                Esos dichosos aparatos de aire acondicionado, pues aportan dicha y respiro sin fin, también han sido estrella de suplementos dominicales a todo lujo, anuncios de TV, folletos de hiper y grandes centros de electrodomésticos… Así, ¡cómo resistir! Pero no todo ha sido unanimidad. Siempre existe algún iluminado que ha afirmado –en reducidos foros, faltaría más- que su masiva implantación –con la necesaria excepción de hospitales, residencias de ancianos, etc.- es una muestra más del debilitamiento de nuestra sociedad acomodada y burguesa, de la pérdida -individual y colectiva- de la capacidad de resistencia al dolor y la frustración. “Si toda la vida se ha pasado sin ellos, ¿por qué tenemos que atarnos a esos aparatos y aumentar nuestras dependencias y neurosis cotidianas? ¡Bastante  dependemos ya de tecnologías extrañas, servicios de mantenimiento y técnicos especialistas!” Curioso razonamiento de especímenes -¡por supuesto!- en vías de extinción. ¡Que digan eso en Sevilla o en Zaragoza si tienen…!
                Dejémonos de rarezas y cábalas que no interesan a casi nadie. Hagamos balance. Con el teléfono inalámbrico alcanzamos la autonomía habitacional y el federalismo familiar; con el móvil superamos el capricho de las distancias y las desesperantes esperas; con Internet en casa, ya somos protagonistas de la globalización planetaria... Demos un paso más. Disfrutemos del fresco lujo de las estrellas de Hollywood, en nuestras casas, mientras nos relajamos con unas buenas raciones de “Salsa rosa”. Participemos otra vez en un ansiado acto de comunión colectiva, en una ceremonia más de la nueva religión del consumismo. Acudamos a sus catedrales (los hiper…), gustemos de su liturgia gritona y colorista, admitamos nuestro límite (económico, claro está), centremos nuestros objetivos vitales, ascendamos un peldaño más de la evolución de la especie y… ¡a comprar un aparato de aire acondicionado! Así seremos… ¡como todo el mundo!
Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 83-84, julio-agosto de 2004