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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

El libro "La tregua de ETA: mentiras, tópicas, esperanzas, propuestas"

Entrevista en el semanario Alba: “El nacionalismo radical nunca renunciará a sus pretensiones”

El pasado lunes 22, el ex ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja presentó el libro “La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas” en la Casa de América. ¿El objetivo? Poner negro sobre blanco las contradicciones del mal llamado ‘proceso de paz’ del gobierno en Euskadi.Según el CIS, la cifra de españoles escépticos ante el ‘proceso de paz’ con ETA asciende a un 53%. Entre ellos se encuentran los integrantes del Foro El Salvador, el único grupo que trabaja por la paz en el País Vasco desde una óptica cristiana. Entre sus aportaciones, este libro, realizado al alimón con la revista electrónica Arbil. Una obra colectiva en la que han participado -entre otros muchos- Fernando Vaquero.

Por el título de la obra, da la impresión de que Uds. desconfían del alto el fuego de ETA. ¿Consideran que nos encontramos de nuevo ante una tregua trampa?

 Puede que no se trate de una tregua trampa, tal y como la conocimos años atrás. Pero también es posible que estén buscando reorganizarse. En todo caso, sus objetivos han quedado claros: ‘autodeterminación y territorialidad’. Eso significa independencia y Navarra. Su objetivo es la defensa de unos objetivos políticos.

 

El PP ha dicho que "no se dan las circunstancias" para iniciar un proceso de negociación. ¿Qué "circunstancias" deberían de darse para tal fin?

 La coherencia del Partido Popular –y del PSOE- únicamente puede llevarles a una postura: un proceso de negociación que contemple el abandono definitivo del terrorismo dentro de los cauces legales, sin precio político alguno, y en respeto del Estado de Derecho. Su objetivo: la disolución de ETA y la eliminación de todas las formas de violencia terrorista. Desde esta perspectiva, no se dan las circunstancias deseables.

 

El secretario general del PSE, Patxi López, ha asumido el discurso de la AVT de buscar la ‘memoria, la dignidad y la justicia’ de las víctimas. ¿Le parece sincero cuando al mismo tiempo señala que hay que mirar a las víctimas por el retrovisor, pero con la mirada puesta en el futuro?

 Patxi López sabe de lo que habla. Conoce a muchas víctimas: compañeros de partido y amigos suyos han sucumbido bajo las balas. Pero su mirada política parece insertarse en el “buenismo” de Rodríguez Zapatero; por lo que propugna el inicio de un proceso político que “sin cepillarse el Estatuto ni la Constitución” encuentre un “nuevo marco de convivencia”. 

 La AVT ha anunciado que no comprarán su silencio con una mención en el preámbulo constitucional y que no aceptarán que sus familiares hayan muerto para nada. ¿Sospecha Ud. que más que en un proceso de negociación nos encontramos ante un proceso de rendición?

 No quisiera creerlo.  Es más, no debiera haberse planteado nunca de tal manera: ETA estaba acorralada; Batasuna ilegalizada; la “kale borroka” minimizada; se respiraba más seguridad que nunca… ¿Rendirse? Si se estaba implantando el Estado de derecho, después de 30 años de entrada en vigor de la Constitución, no se precisaba de un “proceso” que únicamente aporta confusión e incertidumbre. Pero el PSOE está preso de sus compromisos, de sus contradicciones y de sus indefiniciones, y plantea un estado confederal ‘de hecho’. Lo que parece ignorar es que los nacionalistas radicales nunca renunciarán a sus pretensiones.

 

¿Cuál es su pronóstico para la manifestación del próximo 10 de junio convocada por la AVT? ¿Cómo va a ser percibida por el gobierno? ¿Confía Ud. en que el gobierno escuche esta vez la voz de la calle?

El Gobierno está condicionado por el “proceso” con ETA. Y si éste no desemboca en una situación estable y definida, será castigado electoralmente. Salgan a la calle cien mil o un millón de personas, difícilmente cambiará de trayectoria.

Mons. Blázquez hizo unas recientes referencias al perdón cristiano. Señaló que no era exigible, pero si plausible. ¿Cómo debe de interpretarse la frase de Juan Pablo II de que no habrá paz sin justicia, ni justicia sin perdón?

El hombre es una unidad y su división interna le destruye. Algo parecido sucede con la sociedad. Paz, justicia y perdón son exigencias y experiencias inseparables. No obstante, el “perdón”, tal y como se entiende generalmente hoy, no coincide exactamente con el perdón cristiano, que tiene un alcance que traspasa a la propia personalidad y a la misma naturaleza humana. En estas circunstancias, que las víctimas ofrezcan perdón sería heroico. Perdonar, desde la verdad cristiana, es deseable, pero siempre es un milagro. Un milagro que los creyentes debemos pedir sin que eso signifique renunciar a la justicia.

¿Qué papel juega el Foro de El Salvador como organización cristiana por la paz en el País Vasco? 

Llegó como un “hijo inesperado” a la familia eclesial. Muchos cristianos y no cristianos reclamaban una presencia valiente, clara y profética, que les afirmara en sus certezas e indicara un camino “humanizador” por evangélico. No obstante, dentro de la propia familia deberían cambiar muchas miradas y actitudes. Y el nacionalismo de algunos, la cobardía de otros, la comodidad de muchos, son obstáculos importantes.

¿Qué papel puede jugar la Iglesia vasca en el 'proceso de paz'?

La Iglesia -lamentablemente- ya no es el “cemento” de esta sociedad. Algunos clérigos pudieran tener cierta ascendencia entre todos los sectores políticos.

¿Qué valoración hace del 'trabajo' realizado por el sacerdote redentorista Alec Reid?

No me preocupa que un sacerdote participe en estas cuestiones. Pero en el caso del P. Alec Reid, francamente, creo que ha perseguido aquí un protagonismo del que no hizo gala en el Ulster.

Por Luis Losada Pescador 

Semanario Alba, Nº 87, del 2 al 8 de junio de 2006. Página 14. 

Entrevista al historiador Fernando José Vaquero, coautor del libro “La tregua de ETA”

"La primera gran mentira de la tregua es el empleo de un lenguaje perverso y la muerte de la verdad"  

Fernando José Vaquero Oroquieta, historiador y experto en temas de terrorismo es uno de los autores del libro "La tregua de ETA, mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas", en él se ofrece la posibilidad de conocer los elementos de juicio para enfrentarnos a un debate de fondo sobre lo que verdaderamente implica la tregua de ETA y entender el proceso en el que actualmente nos encontramos.Fernando José Vaquero ha hablado para Análisis Digital y ha recordado que la primera gran mentira de la tregua es el empleo de un lenguaje perverso y la muerte de la verdad. "La primera mentira de la tregua es que se habla de un proceso de paz empleando el lenguaje abertzale, que es un lenguaje perverso"; "cuando se emplea un lenguaje perverso y se manipula la realidad, la verdad muere, y es la primera víctima, por eso hay muchísimas mentiras en este proceso de paz".

¿Qué objetivos se marcaron a la hora de realizar este libro?

El objetivo del libro es proporcionar elementos de juicio para un debate de fondo sobre lo que implica la tregua de ETA y lo que implica el nacionalismo en sus últimas consecuencias. Lo que queríamos era conseguir plantear un debate en temas de fondo no en cuestiones coyunturales, para conseguir esto, aquí desentrañamos y proporcionamos claves decisivas y fundamentales para entender el proceso que estamos viviendo.

El título, "La tregua de ETA, mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas", ¿explica de alguna manera el "lado oscuro" de la tregua?

El título responde al intento de recordar muchas mentiras y tópicos como las que encontramos en el nacionalismo vasco. Ante esto queríamos proporcionar materiales de trabajo, de reflexión y de estudio no coyunturales. Vimos que hacían falta respuestas concretas y queríamos dar voz a los, por desgracia, menos escuchados: las víctimas , por eso hemos aportado temas como la ética, la doctrina social de la Iglesia, la ideología, el análisis político y el terrorismo. Había muchas expectativas, esperanzas y hacía falta respuestas concretas.

¿Cuáles cree que son "las mentiras" de esta tregua?

La primera mentira de la tregua es que se habla de un proceso de paz y para ello emplea el lenguaje del nacionalismo abertzale que es un lenguaje perverso. Cuando se emplea un lenguaje perverso y se Manipula la realidad, la verdad muere, y es la primera víctima, por eso hay muchísimas mentiras en el proceso de paz.

Por otra parte se persiguen también muchos objetivos de carácter político, mediático, y social por lo tanto esa es la segunda gran mentira, ya que a través de la manipulación del lenguaje se está intentando manipular el resultado.

Realmente no se persigue la paz, ETA tiene unos objetivos políticos muy determinados y ha manipulado los sentimientos y de las esperanzas de la de la gente.

¿Por qué cree que el diálogo del Gobierno con ETA ha creado tantos focos de discusión?

A lo largo de la historia ha habido distintos procesos de diálogo, con diversas organizaciones terroristas pero hay que ver y diferenciar el sentido que se le da a la palabra "diálogo" si el diálogo es exclusivamente para determinar el procedimiento de la entrega de las armas, lógicamente es un diálogo legítimo y que las víctimas van a agradecer, sin embargo si es un diálogo que desconocemos el cauce, que desconocemos sus premisas, que no ha escuchado a las víctimas, es totalmente ilegítimo.

Es un insulto y un gran desprecio ignorar a las víctimas, ellas son el sector que más se ha sacrificado de la sociedad española. Despreciar a las víctimas es también insultar a toda la sociedad española. El Gobierno está hablando mucho, pero no hay transparencia, de ahí la preocupación de la sociedad.

También tendríamos que preguntarnos qué precio político está dispuesto el gobierno a pagar por la paz; un precio político es concederles un plus de legitimidad, un nivel de interlocución político, o la legalización. El problema es que no sabemos qué quiere hacer el Gobierno de Zapatero; no hay claridad ni una lista de objetivos que se haya marcado el partido socialista, o por lo menos no lo ha hecho público y por ello realmente no sabemos si más allá de las palabras hay una firme voluntad política de admitir una serie de mínimos o realmente hay un colchón bastante flexible que desconocemos hasta dónde se puede modular.

¿Cómo valoraría los mensajes que está enviando el presidente del Gobierno?

El gobierno está mandando mensajes un tanto equívocos porque habla donde no debe hablar y donde debe hablar no habla, véase Baracaldo. Lo que expuso en Baracaldo lo debía haber expuesto en el parlamento. Pese a que en un proceso de este tipo debe haber mucha discreción, el presidente debería al menos hacerle partícipe al Partido Popular y a las fuerzas parlamentarias de los datos más relevantes del proceso. Sólo de este modo, el PP y el resto de fuerzas parlamentarias podría tener elementos de juicio suficientes para valorar si se dan condiciones para un diálogo admisible; un diálogo cuyo objetivo sería la rendición de ETA.

El PP no le apoya por la falta de transparencia, de comunicación, Zapatero no está considerando al PP como un verdadero interlocutor político y esto genera, disgusto, descontento y desmoralización.

¿Cuál cree que va a ser la actitud de ETA durante este proceso?

Creo que ETA jugará la baza de la tregua hasta el final, ETA ha apoyado el proceso, pero siempre desde su lógica, desde su dialéctica y siempre en función de unos objetivos. La independencia es su objetivo máximo, pero no sabemos si están dispuestos a renunciar a sus objetivos máximos. Realmente ¿quién sabe esto?; ¿lo sabe el gobierno?. Esta es una de las grandes incógnitas.

Si están dispuestos a transigir, ¿hasta dónde están dispuestos a llegar? éstas son las cosas que aún quedan por determinar. Se ha concretado muy poco y va a ser precisamente en el momento de concretar los puntos de la tregua donde se van a ver como ya se están viendo que hay discrepancias y dificultades muy grandes.

¿En el libro habla de totalitarismo y terrorismo; qué tienen en común?

Totalitarismo y terrorismo tienen en común una interpretación ideológica de la realidad que prescinde de la naturaleza del otro, de la naturaleza del ser humano y de la entidad de la persona.

Los totalitarismos pretenden en nombre de una sociedad utópica, buscar que el hombre sea un agregado al que no le quede otra opción que sumarse a la corriente histórica y el terrorismo se suma a esas corriente en la que la persona humana no tiene ninguna relevancia , sino que es una herramienta más en esa lucha.

El terrorismo al igual que el totalitarismo, no asume la realidad tal y como es, sino que la interpreta , la reduce a unos esquemas en la que la persona tiene un papel mínimo, y como consecuencia, el hombre de esta "sociedad ideal" e "irreal" puede matar, extorsionar y pisar los derechos más básicos del ser humano.

¿Qué opinión le merece la ideología nacionalista?

En primer lugar, la ideología nacionalista tiene diversas corrientes. La Iglesia, por ejemplo, considera que el nacionalismo puede ser legítimo siempre y cuando no sea excluyente y coincida con las virtudes éticas del civismo y del patriotismo. En este caso, estaríamos hablando de un nacionalismo admisible, legítimo moral y legalmente. Pero el nacionalismo radical, es otra cosa. El nacionalismo radical se excluye totalmente del otro y no comparte su proyecto hegemónico, perdiéndose la relación con la realidad, y obviando los derechos mÁs básicos del ser humano.

Por ello, la ideología nacionalista siempre y cuando coincida con esas virtudes éticas de las que hemos hablado como son las del civismo y las del patriotismo son totalmente legítimas, lo absolutamente inaceptable es el nacionalismo radical.
 Análisis Digital, 29 de mayo de 2006

José Luis Orella Martínez (Director). “La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas”. Prólogo de Fernando García de Cortázar. Grafite Ediciones. Baracaldo. 2006. 340 pp. 23 €.

 Desde que se difundiera el famoso vídeo de los tres encapuchados de ETA, que anunciaban la interrupción temporal de algunas de sus actividades terroristas, las palabras al respecto nos anegan: opiniones, juicios, exclusivas, rumores, veladas amenazas, posicionamientos partidarios e institucionales… Realmente hace falta ser un experto analista para separar el polvo de la paja. Incluso así, el trabajo debe de resultar agotador. Y termina por aburrir. Por ello, este libro, fruto del esfuerzo conjunto de nueve historiadores y comunicadores, ayuda a “sedimentar” lo esencial de lo occidental. Desde la Historia, la Victimología, la Doctrina Social de la Iglesia, y el análisis del terrorismo y sus expresiones como fenómenos totalitarios, se proporcionan claves imprescindibles para comprender y enjuiciar un debate nacional que nos afecta a todos. Por ello, aunque cambiaran radicalmente las actuales circunstancias, el libro permanecería vigente, gracias a un enfoque multidisciplinar pero cuajado gracias a su afortunada unidad de criterio. ¿Qué persigue ETA, realmente, con su tantas veces cuestionada “tregua”? La paz, aseguran algunos. Pero ¿qué paz? Por el contrario, otros, aseguran que no sería sino otro instrumento más al servicio de su estrategia secesionista de siempre. El lector, después de leer este libro, confirmará sus temores o adquirirá nuevos elementos de juicio: en cualquier caso, todo apunta a la segunda de las hipótesis. Y para ello se apoyan, además de en sus propias aportaciones, en las opiniones cualificadas de hasta 13 personalidades relevantes del panorama mediático actual y algunas entidades muy implicadas en la denuncia del terrorismo. También se incorporan, a ese amplio anexo, relevantes documentos de la Iglesia católica y cuyo juicio del terrorismo es especialmente clarividente; lo que se complementa con una amplia bibliografía y varias decenas de direcciones electrónicas de interés. No parece que ETA haya cambiado. La independencia y el socialismo siguen siendo los soles que la guían. Es más: está logrando imponerse con una vía secesionista acelerada y decidida. Así, “su” paz no sería sino un frente más de su línea de combate. Pero, si el Estado abandona aquellos instrumentos que más le ayudaron en esa lucha -el Pacto por las libertades y contra el terrorismo y la Ley de Partidos- ¿sobre qué bases afrontará este reto? De ahí que sus reflexiones respecto a la consistencia de la Ética civil y la necesidad de una moral cívica de resistencia sean particularmente pertinentes. 

Un libro, en definitiva, del máximo interés para quienes estén preocupados por el futuro de nuestra sociedad española.

La Iglesia católica y el terrorismo.

La Iglesia católica ha mantenida siempre la misma postura ante toda manifestación de terrorismo, independientemente de las justificaciones política alegadas.
«No se pueden cerrar los ojos a otra dolorosa plaga del mundo actual: el fenómeno del terrorismo, entendido como propósito de matar y destruir indistintamente hombres y bienes, y crear precisamente un clima de terror e inseguridad, a menudo incluso con la captura de rehenes. Aun cuando se aduce como motivación de esta acción inhumana cualquier ideología o la creación de una sociedad mejor, los actos del terrorismo nunca son justificables». Este contundente y claro párrafo fue redactado por Juan Pablo II en su carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis, de 1997, recogiendo el mismo criterio unánime que manifestó en numerosas ocasiones: recepciones a diplomáticos, visitas pastorales, documentos de todo tipo...
Pero, antes de profundizar en el criterio católico, podemos preguntarnos, ¿acaso tiene alguna relevancia hoy el juicio de la Iglesia en torno al terrorismo? Lo tiene y por varias razones: por seguir manteniendo, pese a haberse reducido considerablemente, cierta capacidad de influencia social y en la educación de numerosas conciencias individuales; por tratarse de una de las identidades colectivas más vivas que existe en España y en buena parte del mundo; por conservar una notable ascendencia moral también sobre personas y pueblos que no son católicos; por mantener un criterio unánime, destilado en una experiencia de dos mil años, que no se pliega a las modas dominantes; y, especialmente, por proponer un juicio moral global al terrorismo, en una época en que la propia moral es cuestionada en su misma existencia y aplicaciones prácticas.
Pocas instituciones humanas, en todo el mundo, mantiene un criterio, adaptado a las circunstancias y lugares concretos, tan unánime y elaborado en torno al terrorismo; incluso cuando le ha llevado a serios desencuentros con algunos sectores proclives al terrorismo procedentes de pueblos católicos. Pensamos en su radical condena del terrorismo en Irlanda del Norte cuando una organización, que gozaba y goza de bastante apoyo social, se arrogaba la representatividad y defensa de la población católica. Por otra parte, recordemos cómo numerosas organizaciones cívicas de todo el mundo se han constituido en defensa de los derechos humanos y de las víctimas del terrorismo y otras expresiones de la violencia política, desde ambientes católicos, pagando en muchas ocasiones un alto tributo en sangre por ello.
Este juicio, firme y sin ambigüedades, si bien han existido excepciones inevitables en un cuerpo social tan numeroso como plural en sus expresiones y contextos, es paralelo y coherente con su histórica condena al fenómeno del totalitarismo; no olvidemos la estrecha ligazón existente entre ambos. En 1931, Pío XI denuncia al fascismo italiano en Non abbiamo bissogno. En 1937 denuncia por medio de su encíclica Mit Brennender Sorge al nacionalsocialismo alemán. También condenará al comunismo en su encíclica Divini Redemptoris.
En España, durante unos años alcanzó cierta polémica la postura de la Iglesia católica al respecto, juzgada desde algunos sectores como poco decidida y ambigua, especialmente con motivo de su posición ante el llamado Pacto antiterrorista. Así, el vicepresidente primero del Gobierno en febrero de 2001 acusaba expresamente a la Iglesia de mirar hacia otro lado; lo que se sumaba a las críticas que se vertían desde hacía años contra la misma Iglesia vasca, marcada por la orientación nacionalista de buena parte de su clero y nefasta burocracia eclesial. Al recordar esta polémica, no podemos menos que alegar un hecho: desde los primeros atentados terroristas, las declaraciones, posicionamientos, manifestaciones, etc., emitidas con claridad y contundencia por la Iglesia, suman cientos de páginas. A José Francisco Serrano Oceja corresponde el mérito de haber compilado los textos más significativos, en la línea anterior, produciendo el voluminoso libro La Iglesia frente al terrorismo de ETA (BAC, Madrid, 2001). Pocas instituciones españoles, públicas o privadas, pueden presentar ante la sociedad española un repertorio tan completo, sistemático y puntual que avale una postura firme y coherente durante todas estas décadas.
No obstante, la Conferencia Episcopal se manifestó al respecto con un documento excepcional, seguramente uno de los más importantes que nunca haya elaborado: la Instrucción pastoral Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias (fechada el 22 de noviembre de 2002 con motivo de la LXXIX Asamblea Plenaria de la misma).
Se trata de un documento relativamente breve pero por completo recomendable: tanto para los creyentes, como para cualquier persona de buena fe. Allí se analiza y enjuicia al terrorismo globalmente y desde una perspectiva moral. Denso, sistemático, claro, riguroso. El texto, no obstante sus indudables méritos, pasó sin pena ni gloria. Hubiera sido deseable haberlo afrontado desde una postura analítica pluridisciplinar y desde diversos ámbitos sociales españoles no confesionales; en realidad, era una auténtica invitación al diálogo, al debate y a la búsqueda colectiva de soluciones. Pero, ya fuera por prejuicios ideológicos, falta de rigor o por apremios políticos e intelectuales más inmediatos, ciertamente se trata de un documento casi olvidado. Pero la responsabilidad no hay que buscarla únicamente fuera de la Iglesia. No en vano, ¿qué acogida se le ha dispensado en la propia Iglesia?, ¿se ha estudiado, debatido, difundido...?
En la primavera de 2005 vio la luz la obra colectiva titulada Terrorismo y nacionalismo. Comentario a la Instrucción pastoral «Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias» (BAC, Madrid, 2005).  Se trata de un estudio sistemático de la citada Instrucción pastoral efectuado por diez hombres y mujeres de la Iglesia española, intelectuales de primera fila, que, analizando la restante producción editorial español sobre el terrorismo, supone la aportación intelectual más compleja que se ha realizado durante décadas. Esperemos que disfrute de mejor suerte que el texto que lo originó.
Pero, después de estas reflexiones en torno a la oportunidad y pertinencia del texto en cuestión, destacaremos sumariamente algunos aspectos del mismo.
Estructurado en 44 breves puntos, califica al terrorismo como forma específica de violencia armada. Establece la pertinencia de un juicio de esta materia, que no es otro que el terror criminal ideológico. Lo califica, posteriormente, como «intrínsecamente perverso y nunca justificable», definiéndolo igualmente como una «estructura de pecado». Denuncia los dos efectos más importantes del terrorismo: el intento de extensión sistemática del odio y el miedo. Denuncia como inmoral «toda forma de colaboración» con el terrorismo. Juzga al nacionalismo totalitario como la matriz del terrorismo de ETA, determinando qué peligros concretos supone para la convivencia española. En el punto 29, al nacionalismo que pretende en todo caso la independencia por encima de todo se equipara, en el caso de las personas, a un «individualismo insolidario». Así, afirma que «La Doctrina Social de la Iglesia reconoce un derecho real y originario de autodeterminación política en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión»; coincidiendo de esta manera con la doctrina emanada por el Derecho Internacional y Naciones Unidas al respecto.
Por último, la Iglesia se propone, dentro de un abanico de medidas tendentes a la conquista de la paz y de reflexiones específicamente religiosas, como instrumento de conversión para los terroristas y de acompañamiento de sus víctimas.
Hemos visto, por tanto, que la Iglesia católica ha condenado y condena con rotundidad y sin excepciones al terrorismo, enjuiciándolo como un conjunto de actos perversos y profundamente inmorales perpetrados contra el ser humano, su dignidad, su integridad y su vida; pero también contra la sociedad en su conjunto.
Las manifestaciones efectuadas en ese sentido por Juan Pablo II y Benedicto XVI en las últimas décadas, y en foros muy distintos, han sido innumerables. No es una casualidad que a la muerte del primero de ellos, católicos y no católicos, creyentes de todas las religiones, agnósticos y ateos, hayan coincidido en que fue uno de los mayores promotores de la paz a la vez que denunciaba la inmensa injusticia de cualquier manifestación de terrorismo, independientemente de la causa que alegue defender. Pero ese concepto de paz no se entiende como algo vacío de significado o una meta a alcanzar a cualquier precio. Los derechos humanos serían la otra cara de la paz, entendiéndola como la paz derivada de la justicia, la verdad, el amor a los demás, el apoyo a las víctimas, la búsqueda del bien común y la equidad en las relaciones internacionales.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 103, marzo de 2006.

Apuntes para una historia de Foro El Salvador.

Un parto doloroso y tardío.
            El de Foro El Salvador no fue un parto sencillo. Por una parte, llegó algo tarde. Por otra, fue doloroso. Pero difícilmente podría haber sido de otra manera. Llegó tarde, pues entrada en años y con malas rutinas vivía su madre: una Iglesia local vampirizada por el nacionalismo, esclerotizada y envejecida, que pocas facilidades, por no decir ninguna, había dado a las nuevas expresiones de la creatividad católica universal encarnada en los llamados «nuevos movimientos eclesiales». Y fue doloroso, como correspondía a su estado biológico. De modo que, cuando el 10 de junio de 1999 en el hotel Ercilla de San Sebastián tuvo lugar la presentación pública del Foro, su nacimiento fue recibido, a partes iguales, con nuestras de escepticismo o de frialdad… que tornaron rápidamente en general indiferencia, cuando no en abierta hostilidad. Pero esas escasamente deseables muestras de desafecto expresadas ante la nueva criatura no se manifestaron únicamente entre padres y hermanos, sino que los primos, tíos y vecinos, miraron hacia otro lado; como si el evento no fuera con ellos y la criatura no entrara con todos los honores dentro de la familia… o de sus planes.
De su fundacional «Manifiesto por la verdad, la justicia y el perdón en Euskadi», hecho público aquel 10 de junio de 1999, recordaremos unos pocos párrafos en los que se calificaba, ya inicialmente, como «alarmante y escandaloso el amedrentamiento al que han sido y son sometidos aún los ciudadanos no nacionalistas en el País Vasco; las agresiones y amenazas que les impiden presentar en libertad y en igualdad de condiciones su opción política en las elecciones». Rechazaban, en consecuencia, «incluir en una lista electoral a presuntos asesinos que se vanaglorian de tal condición y la hacen valer como seña de identidad ideológica». Aseguraban que «ETA debe disolverse y entregar las armas sin reclamar contrapartidas políticas que no son acordes con la democracia ni con el verdadero espíritu de la Iglesia, que prohíbe matar y que añade la ley del amor a las leyes de los hombres». No aceptaban un proyecto de construcción nacional que se «cimienta sobre las bases etnoculturales y que genera necesariamente procesos de exclusión incompatibles con el respeto a los derechos y libertades de todos los ciudadanos». Por todo ello, «La paz no puede llegar de la mano del chantaje político ni del empecinamiento en una violencia ideológica que ratifique y reemplace a la violencia armada; ni del olvido, la injusticia o la mentira» Y se adoptaba ese nombre al considerar como válida «la experiencia de reconciliación vivida tras la guerra de El Salvador así como el programa de acción marcado por Francisco Estrada, rector de la UCA desde 1989, después del asesinato de los jesuitas, y resumido por el sacerdote José María Tojeira en tres palabras fundamentales e indisolubles: verdad, justicia y perdón». Después de rechazar tanto los crímenes del GAL como los de ETA, valoraban como «descomunal» el esfuerzo de sus víctimas para las que proponía precisas medidas de acompañamiento y reconocimiento. Se realizaban algunas consideraciones, todavía vigentes, en torno al perdón y la generosidad y, por último, en su punto noveno, manifestaban su alarma ante «la grave hegemonía del nacionalismo en la Iglesia vasca y el uso perverso que hoy se hace de la doctrina de la caridad y del perdón para amparar al nacionalismo de ETA y a sus cómplices políticos. Lamentamos lo desatendidos que hoy se encuentran por nuestra Iglesia los fieles que no son de ideología nacionalista y las propias víctimas del terrorismo…». Releyéndolo… ¿no lo encontramos totalmente vigente?

 

Lógicas reacciones.
            De manera inmediata, algunos de los supuestos firmantes rechazaron haber apoyado el manifiesto. Además, se acusó a sus promotores de romper la unidad eclesial, de actuar movidos por intereses políticos, de rebeldía y soberbia… Todo un repertorio característico de lo «clericalmente correcto», dentro del País Vasco, pero, curiosamente, también al sur del río Ebro.
            Objetivamente analizadas las circunstanciasen en que el evento se produjo, pensamos que no podía haber sucedido de manera distinta: ni el propio nacimiento, ni tales reacciones.
            La Iglesia vasca venía sufriendo un largo proceso de esclerotización y de envejecimiento, que la burocracia clerical, y la autodenominada laica progresista, no podían frenar a pesar de servirse de buenos medios: una tupida red de centros, órdenes religiosas todavía muy presentes en casi todo el territorio vasco, programas, comisiones, subcomisiones y comités de subcomisiones. Mientras tanto, la sociedad marchaba en otras direcciones: hacia el nacionalismo etnicista radical, de carácter explícitamente pagano y anticristiano; o abocado al consumismo de la globalización y la uniformización cultural de unos valores reducidos a su mínima expresión. ¿Podría haber actuado de otra manera? Acaso pudo: dando entrada a las nuevas realidades eclesiales; abriéndose a la feligresía mayoritariamente no nacionalista; etc. Pero, ciertamente, no lo hizo. Y el divorcio Iglesia/sociedad se aceleró y acentuó como en pocos otros espacios del Estado español.
            Con todo, la criatura vino al mundo con un rostro muy definido: el proporcionado por el jesuita Antonio Beristain Ipiña (pionero de la Victimología y la Criminología y activista por los derechos humanos); Fernando García de Cortázar (jesuita, historiador de enorme prestigio y uno de los mayores intelectuales españoles); y José Luis Orella (laico de denominación de origen Navarra, crianza vizcaína), también historiador. Cuarentas firmas más respaldaban el manifiesto fundacional en representación de medio millar de católicos «de la base». Y, poco después, un cura rural, Jaime Larrínaga, presidente del Foro, protagonizaría una epopeya que mostraría, a una sociedad adormecida y a una Iglesia que no quería mirar ciertas realidades, su auténtica crudeza, sin atenuantes ni justificaciones.
            No obstante, esa extrañeza, en buena medida, se fue limando. Y a ello contribuyeron diversos gestos, pronunciamientos y actitudes manidestadas entre los diversos interlocutores eclesiales y sociales; y, acaso, algunos posicionamientos del mismo Foro en apoyo de concretas manifestaciones de jerarquías de la Iglesia española; expresión de su plena comunión católica. Así, el 23 de noviembre de 2003 expresó su apoyo a las críticas que el entonces presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, dirigió al llamado plan Ibarretxe. El portavoz del Foro se manifestó, después de que el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, se desvinculara de la oposición de Rouco al proyecto soberanista del lendakari, calificándola como «postura personal». El Foro manifestó su discrepancia respecto a las declaraciones de Uriarte y sostuvo que Rouco «no puede pedir el voto para un partido», pero sí «dar sus razonamientos como presidente de la Conferencia Episcopal». El portavoz añadió que en su colectivo estaban «muy identificados» con las palabras de Rouco, porque en su trayectoria ha demostrado tener «clarividencia» y, además, «puede hablar con más libertad que los obispos vascos». Y no fue la única muestra de sincero apoyo.
            Como prueba de esa progresiva recepción, recordemos, a título de ejemplo, la sesión celebrada el 14 de marzo de 2005 titulada ¿La unidad de España, en cuestión? organizada por la histórica y revitalizada Asociación Católica de Propagandistas en Madrid. En el encuentro, moderado por Ezequiel Puig-Maestro Amado, participaron como ponentes Jaime Larrinaga, como presidente del Foro El Salvador, María Teresa Compte, doctora en Ciencias Políticas y Sociología; y Pedro Fernández Barbadillo, profesor del Instituto de Humanidades del CEU y periodista. Un ejemplo de pluralidad en la comunión, reconocimiento y hermandad.

 

Naturaleza del Foro.
            Foro El Salvador nació con una marcada característica: la de ser un Foro, un espacio de libertad, un ámbito informal de encuentro de diversas personas y colectivos movidos por el único ideal que merecía la pena; el evangélico, y sin otros aditamentos. No cuajó, pues tampoco se lo propuso nunca, un movimiento férreo, militante, réplica acaso de los habituales en este territorio, sean del color que fueren. Ahí está su debilidad… pero también su riqueza. Marginados de las estructuras diocesanas y parroquiales, sus mensajes y manifiestos llegaban a la clerecía no nacionalista nítidamente y sin adornos. Ésa es una de las grandes paradojas de esta Iglesia local: las estructuras burocráticas han envejecido, a la vez que crecían, separándose más y más de unos fieles cada vez más ajenos al nacionalismo. No en vano, el nacionalismo más dinámico se ha despegado de sus remotos orígenes cristianos para navegar por nuevas y frescas corrientes ideológicas completamente ajenas al espíritu evangélico: marxismo, ecologismo radical, ultrafeminismo, contracultura… Sin duda la Iglesia vasca está cambiando… y más que cambiará. La biología así lo impone.
            Foro El Salvador tenía que nacer, pues al menos un hijo de la Iglesia local tenía que salvar el honor de casi toda una generación de la familia que había acampado por otros territorios, alejándose de sus orígenes: universalidad, amor a los semejantes, crítica de las ideologías, propuesta de un Jesucristo Encarnado y concreto… Su vida, empero, no podía ser fácil. Y sigue sin serlo. Pero las fuerzas biológicas y espirituales que lo engendraron siguen presentes. Su papel, acaso, sea el de dar el relevo, junto a las demás manifestaciones vivas, a otras realidades eclesiales que encarnen a la Iglesia vasca del futuro. En cualquier caso, sigue vivo y con su misma capacidad de crítica, propuesta para la convivencia.
            Su historia no puede deslindarse de las peripecias personales de sus impulsores. Pero tampoco puede confundirse con ellas; pues son muchos los católicos vascos –y de otras regiones españolas- que han encontrado en este Foro un espacio donde reconocerse y seguir ocupando su lugar en la Iglesia universal.

 

Vivir peligrosamente, vivir en el Foro.
            La mayor de todas esas aventuras, acaso, sea la sufrida por su presidente, Jaime Larrínaga. La «carga del cargo», que diría algún castizo. Un sacerdote rural, entregado a sus feligreses, antiguo docente, deportista… un «cura moderno», diríamos con un lenguaje algo trasnochado. El 3 de agosto de 2003 oficiaba por última vez en la que fue durante treinta y cuatro años su parroquia: Maruri. Desde hacía unos meses, Maruri, localidad prácticamente desconocida en el resto de España, formaba parte de las primeras planas de los periódicos y de las cabeceras de los noticiarios. El posicionamiento total que mantenía públicamente su párroco con las tesis de Foro El Salvador, que en realidad venía manteniendo desde siempre, le acarreó una campaña de acoso y derribo por parte de los nacionalistas del pueblo... y del resto de Euskadi. Era todo un espectáculo ver en sus misas dominicales a ateos y agnósticos que asistían a las mismas en solidaridad ante sus crecientes dificultades. Sí era, aquello, ecumenismo y diálogo, pero del de verdad. Finalmente tuvo que marchar, al igual que otros muchos vascos. Pero no por ello ha permanecido alejado de la problemática de su tierra, pregonando sus razones por toda España y en cuantos foros se le ha llamado: centros culturales, partidos políticos, universidades de verano, parroquias…
            Pero esa vida es inimaginable sin el apoyo concreto a las víctimas del terrorismo en sus circunstancias. Recordemos, así, como en enero de 2003, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, no facilitó la celebración de una misa en homenaje al edil Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995. La familia de Gregorio acudió a Uriarte ante las reiteradas negativas de los párrocos consultados. No obstante, según denunció su hermana Consuelo, el obispo le comunicó que «los criterios» de la iglesia respecto a las misas íntimas «seguían igual». Por ello, la familia Ordóñez realizó un acto sencillo en el cementerio de Polloe de San Sebastián para rezar una oración en su recuerdo, acompañados, además de otros ciudadanos anónimos, por el miembro de Foro El Salvador, Antonio Beristain, Rubén Múgica, hijo del socialista Fernando Múgica, también asesinado por ETA, concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento de San Sebastián y el diputado del mismo partido, Gonzalo  Quiroga.


Un Foro dialogante que propone.
            Foro El Salvador se relacionó, desde sus inicios, con el nuevo movimiento cívico vasco: asociaciones de víctimas, fundaciones, foros, grupos activistas… Y encontró pleno apoyo en algunas entidades, caso del juvenil Foro Arbil y los impulsores de la navarra Fundación Leyre.
            Su vocación pasa por formar parte de una «red de redes». Por ello, participó en diversas plataformas. Así, se integró en la primavera de 2001 en la Plataforma Libertad, formada también por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua, la Asociación por la Tolerancia de Cataluña y el Movimiento contra la Intolerancia. Asimismo, esa Plataforma Libertad formó parte, junto al Foro de Nápoles y al de Viena, de la Plataforma de la Libertad Continental, un organismo de carácter europeo que buscaba «reivindicar espacios de libertad y terminar con la xenofobia y los totalitarismos como el que trata de imponer ETA». Una de sus primeras decisiones fue su petición, realizada a los ciudadanos vascos, para votar a los partidos «que se han dado en llamar constitucionalistas», así como a que secunden la marcha que en «defensa de la libertad» se convocó, por entonces, en Vitoria.
La Plataforma por la Libertad de los Europeos fue otra entidad promovida por el Foro Arbil y por personalidades de reconocido prestigio y entidades de gran relevancia cívica, como Foro El Salvador. Hizo público un Manifiesto por una legislación europea que respetara la dignidad de las personas promoviendo la regeneración social. A su juicio, «el Tratado de la Constitución europea debería reconocer un mínimo de derechos». Proponía una adhesión a la defensa positiva de mínimos para la convivencia, con independencia de las convicciones políticas o religiosas personales. En diez puntos muy concretos pedía: una garantía real y efectiva de la lucha contra el terrorismo, la defensa de los derechos básicos, empezando por el derecho a la vida, el respeto a la fe y el derecho de los padres a educar a sus hijos en sus credos y valores, la educación en la verdad histórica y en el amor a España, la moralidad en el ejercicio de la política, el derecho a la información y el bien común como meta social, con el amor y la justicia como claves para la convivencia. Por último, consideraba negativa para la construcción de Europa cualquier legislación ajena a tales fines, como era el caso de la propuesta de contenidos del Tratado de Constitución europea sometido en referéndum en España el 20 de febrero de 2005.

 

¿Una voz en el desierto?
Sus manifiestos, difundidos y elaborados con ocasión de determinados eventos, fueron una de sus expresiones públicas más conocidas. A lo que acompañaron las numerosas declaraciones de su portavoz, presidente y miembros más destacados a requerimientos de los medios de comunicación.
Así, además del ya mencionado manifiesto fundacional hecho público el 10 de junio de 1999, destacaremos, entre otros, el titulado «El Foro El Salvador, por la verdad, la justicia y el perdón en el País Vasco», elaborado para su entrega a Juan Pablo II en la primavera de 2001.
Le siguió «Por la convivencia en Euskadi», una respuesta, en buena medida, elaborada en el año 2002, al polémico documento «Preparar la Paz» de los obispos de las diócesis vascas; pronunciamiento que coincidió con la petición efectuada el 3 de junio por Monseñor José Manuel Estepa, a la Conferencia Episcopal, de una reunión extraordinaria de la Comisión Permanente para elaborar un comunicado más clarificador sobre dicha pastoral de los obispos vascos. «Debemos saber -dijo- que existe una importante parte del País Vasco que sufre y que tiene miedo, y a la que hay que respetar (…) No es suficiente la nota del Episcopado, hay que ser más claro», concluyó.
Recordemos, por último, la «Comunicación del Foro El Salvador» manifestada en el II Encuentro Cívico celebrado en Madrid, el 11 de diciembre de 2004, y que reunió a asociaciones y grupos de personas preocupadas por los problemas de la violencia política en España.

 

El Foro en la Universidad.
            Los medios universitarios vienen siendo otro espacio en el que Foro El Salvador ha encontrado buna acogida. Recordemos, a modo de ejemplo, algunas de tales ocasiones.
Los prestigiosos Congresos Católicos y Vida Pública, organizados en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, también vienen acogiendo a diversos miembros y amigos de Foro El Salvador en sus encuentros anuales. Fue el caso del IV, denominado Desafíos globales: la Doctrina Social de la Iglesia hoy, celebrado los días 15,16 y 17 de noviembre de 2002. Así, el domingo 17 de, la mesa titulada «Paz, justicia y perdón», residida por Ramón Armengod, Embajador de España, acogió a Jaime Larrinaga, presidente de Foro El Salvador; Santiago Petchen; Catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid; y Jesús Romero Trillo, por la  prestigiosa Comunidad de San Egidio.
Casi un año después, Jaime Larrínaga participaba en el curso de verano Terrorismo: Nuevos retos y respuestas sociales, de la Universidad Complutense, dirigido por los catedráticos Mikel Buesa y Carlos Martínez Gorriarán, y que dedicó una sesión al tema «La iglesia española frente al terrorismo», junto a Rafael Aguirre, sacerdote y catedrático de Teología de la , el escritor y periodista Iñaki Ezkerra, y Antonio Beristáin, otro histórico de Foro El Salvador.
Universidad de Deusto
            En la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, tuvo lugar en el Salón de Grados, un 25 de febrero de 2004, una mesa redonda titulada: Aralar, el rostro amable de la izquierda abertzale, en la que participaron José Luis Orella Martínez, Pascual Tamburri Bariain (profesor de historia, miembro del Consejo Político de UPN, analista de Elsemanaldigital.com)  y el escritor Fernando Vaquero.
La Universidad Cardenal Herrera-CEU organizó en marzo de 2005 unas Jornadas sobre Política, información y terrorismo, que contempló, entre otras actividades, una conferencia titulada: «Terrorismo de ayer, terrorismo de hoy. Del nacionalismo al independentismo», a cargo de José Luis Orella, como portavoz del Foro El Salvador.
Por último, mencionemos la mesa redonda celebrada el 10 de mayo de 2005, en el Aula de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, sobre el futuro del País Vasco en España en la que participaron el ya mencionado José Luis Orella, el Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Sevilla José Martín Ostos, Gary Bedell, ex diplomático y colaborador habitual de Carlos Herrera en Onda Cero, Antonio Rivero, Director de «La Casa del Libro» y Escritor, y el Doctor en economía de la Universidad de Sevilla, José Manuel Cansino. Fue organizado por Club Minuto Digital.

 

El Foro en la calle.
            Y ha participado en cuantas manifestaciones, concentraciones, encuentros cívicos, etc., han tenido lugar para mantener y extender una visión no nacionalista de la convivencia y de la política y en solidaridad con las víctimas del terrorismo. Ello no quiere decir, no obstante, que se propugne una opción política concreta, pues entre ellos encontramos desde entusiastas de una «derecha social» hasta convencidos socialdemócratas.
            Su presencia en concentraciones y manifestaciones callejeras de todo tipo, en diversas localidades vascas y del resto de España, ha sido, pues, constante en su devenir. Sería interminable citarlas con sus motivos y fechas. Por ello, únicamente, mencionaremos algunas de las últimas. Fue el caso, de entre tantas otras, el de su participación en la celebrada en Madrid por la Asociación Víctimas del Terrorismo, con el lema «Por ellos, por todos. Negociación en mi nombre no» el 4 de junio de 2005. Participaron en primera línea, entre otras, las siguientes personas de relevancia social: Cristina Cuesta (por la Fundación Miguel Ángel Blanco y por COVITE); Ana Iribar, viuda de Gregorio Ordóñez y presidenta de la Fundación que lleva su nombre; Mikel Azurmendi, Profesor universitario, (por las Comisiones de la Diáspora Democrática Vasca); Capilla  Argote, presidenta de la Asociación de Víctimas “Verde Esperanza” (Jaén);  Javier Elorrieta  e Ignacio Martínez Churiaque (vicepresidente y secretario general, respectivamente, de la Fundación por la Libertad); Iñaki Ezkerra, por el Foro Ermua; Jaime Larrínaga, sacerdote y presidente del Foro El Salvador; Antonio Beristain, catedrático y presidente del Instituto Vasco de Criminología; Jesús Laínz, escritor, por la Plataforma Unidad y Libertad, de Cantabria;  Lorenzo Nebrera, por la Confederación Española de la Policía Nacional (CEP); Francisco Caja (presidente de Convivencia Cívica Catalana); Isabel Calero (presidenta de Ciudadanos para la Libertad) y Marita Rodríguez (presidenta de la Asociación por la Tolerancia).
Pamplona fue testigo, el 21 de enero de 2006, de una concentración por la «Unidad de España, por la igualdad y solidaridad de todos los españoles», convocados por el Foro Ermua. José Luis Orella, portavoz del Foro El Salvador, recordó al convocarse que en ella se reivindicaría «la idea de España como una única comunidad nacional, plural y patrimonio de todos los españoles, defendida por gente de toda condición: izquierda, derecha, agnóstica, católica...que tiene en común la defensa de la idea de la unidad nacional».
            «Por ellos. Por todos. ¡… …! En mi nombre ¡no!». Fue el lema que encabezó otra multitudinaria manifestación celebrada el 25 de febrero de 2006 por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Al convocarla, el presidente del Foro El Salvador, Jaime Larrinaga, insistió en la necesidad de salir a la calle «si se quiere dormir con la conciencia tranquila». No se puede hablar más claro.

 

Un compromiso personal y colectivo.
            Pero, desde una postura comprometida nacida de las convicciones, el mismo ejercicio profesional de sus integrantes, y otras oportunidades de participación en diversos foros, han sido ocasión para la exposición y difusión de las ideas del Foro El Salvador en ámbitos diversos.
            Fernando García de Cortázar es uno de los intelectuales españoles más relevantes. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea y en Teología, es Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto. Director de la Fundación Grupo Correo, colabora habitualmente en diversos periódicos de ámbito nacional. Es uno de los más amenos y creativos divulgadores de la Historia. Es director de la revista de pensamiento “El noticiario de las Ideas”. Autor de más de cuarenta libros y guionista de series divulgativas de temática histórica en televisión. El pasado 15 de mazo de 2006 presentó en Madrid su nueva obra Los perdedores de la Historia de España (Planeta, Barcelona, 2006). Con tal ocasión, reiteró su compromiso social cuando, entre otras cuestiones, afirmó que: «Bien está que el historiador hable de los papiros egipcios, pero también debe hablar de lo que está ocurriendo ahora mismo; la gente quiera respuestas a lo que le preocupa, por eso el historiador debe opinar e implicarse en el presente». En este sentido, y al hilo de las posibles negociaciones del Gobierno con la banda terrorista, García de Cortázar fue taxativo: «ETA no puede poner de rodillas a un Estado de Derecho». A su juicio, «los únicos perdedores de esta historia son las víctimas del terrorismo».
            Su compromiso, articulado en Foro El Salvador y Foro de Ermua, ha dado numerosos frutos: artículos, recepción de premios y homenajes, testimonio permanente, divulgación universitaria… Así, como una de tantas perlas universitarias, aquí recordaremos el Curso titulado De la frontera a la globalización. Una nueva ciudadanía. Extremadura y Portugal, organizado por la Universidad de Extremadura en Badajoz a partir del 22 de julio de 2004, fue inaugurado por García de Cortázar con una conferencia sobre Los nacionalismos y la idea de España del siglo XXI.
            Y también colabora con otras entidades. Así, en el IV Seminario Fernando Buesa La laicidad, el poder y lo sagrado, ciudadanía y libertad, habló el 25 de julio de 2005 del nacionalismo como una religión laica.
Veamos otro ejemplo de creatividad y movilización intelectuales. José Luis Orella escribió un libro de historia significativamente titulado Los otros vascos, editado por Grafite Ediciones en 2003; difundiéndose por varias localidades españoles por medio de diversos actos de presentación. Y en esa labor de recuperación de esa otra «memoria histórica», Foro Arbil, Foro El Salvador y Fundación Leyre de Pamplona se dieron la mano para difundir, mediante presentaciones públicas, otro texto histórico del autor navarro Víctor Pradera: Fernando el Católico y los falsarios de la historia (Grafite Ediciones, Bilbao, 2003). Eventos que tuvieron lugar, entre otros, en Zaragoza, en su prestigiosa Biblioteca de la DGA el día 14 de marzo 2003 y en Pamplona el día 16 de mayo. Cultura, compromiso y presencia.
No obstante, el influjo de las ideas del Foro no se ha limitado a sus actuaciones directas y orgánicas, o a las de sus más significativas primeras figuras. No en vano, muchas otras personas se han adherido al mismo, participando en una u otra forma de su «vida», extendiendo sus propuestas y su espíritu en diversos ámbitos asociativos: en ocasiones en el anonimato, en otras, en primera fila y dando la cara.

 

Alegrémonos con el Foro.
En el Foro también ha habido ocasiones para la alegría. Así sucedió cuando la Conferencia Episcopal emitió un documento excepcional, acaso uno de los más importantes que nunca haya elaborado: la Instrucción pastoral Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias (fechada el 22 de noviembre de 2002 con motivo de la LXXIX Asamblea Plenaria de la misma). Estructurado en 44 breves puntos, califica al terrorismo como forma específica de violencia armada. Establece la pertinencia de un juicio de esta materia, que no es otro que el terror criminal ideológico. Lo califica, posteriormente, como «intrínsecamente perverso y nunca justificable», definiéndolo igualmente como una «estructura de pecado». Denuncia los dos efectos más importantes del terrorismo: el intento de extensión sistemática del odio y el miedo. Denuncia como inmoral «toda forma de colaboración» con el terrorismo. Juzga al nacionalismo totalitario como la matriz del terrorismo de ETA, determinando qué peligros concretos supone para la convivencia española. En el punto 29, al nacionalismo que pretende en todo caso la independencia por encima de todo se equipara, en el caso de las personas, a un «individualismo insolidario». Así, afirma que «La Doctrina Social de la Iglesia reconoce un derecho real y originario de autodeterminación política en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión»; coincidiendo de esta manera con la doctrina emanada por el Derecho Internacional y Naciones Unidas al respecto. Y, por último, la propia Iglesia se propone, con un abanico de medidas tendentes a la conquista de la paz y de reflexiones específicamente religiosas, como instrumento de conversión para los terroristas y de acompañamiento de sus víctimas. Difícilmente podría haberse emitido un documento que recogiera, tan espléndidamente, buena parte de los criterios defendidos, en ocasionas en la más absoluta soledad, por los integrante de Foro El Salvador.
También han paladeado algunas otras mieles; caso de diversos homenajes que han disfrutado sus impulsores. Recordemos algunas de tales celebraciones. El 10 de febrero de 2003, Foro Arbil de Bilbao organizó en la Villa de Durango una comida-homenaje a Jaime Larrínaga, cuando todavía era párroco en Maruri y ya estaba protegido por escoltas.
Un año después, correspondió a José Luis Orella ser homenajeado por la Fundación Leyre, el 12 de febrero de 2004, en Pamplona. Unas semanas después, Jaime fue objeto de otro homenaje en Zaragoza el 21 de mayo de 2004, con una cena a la que asistió una plural representación de la sociedad zaragozana. Y, de nuevo, en Pamplona, le tocó otro turno de brindis y discurso, un 1 de junio de 2005, de nuevo a cargo de la Fundación Leyre.

 

            Ésta ha sido, y sigue siendo, la vida de Foro El Salvador. Acaso, un hijo no deseado que está dando bastante guerra y que, tal vez por todo ello, sea finalmente, uno de los más queridos.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 103, marzo de 2006