Por qué Montserrat Nebrera no es la Rosa Díez de la derecha
Días atrás, reflexionando en torno a algunas cuestiones de actualidad de la derecha social española, insinuábamos que Montserrat Nebrera difícilmente podía ser la Rosa Díez de ese sector. Expliquémoslo, hoy, analizando la cuestión desde varias perspectivas.
1.- Perfil político. Rosa Díez militó durante casi tres décadas en el Partido Socialista Obrero Español. Tras desempeñar diversas responsabilidades internas, saltó a la vida pública en las Juntas Generales de Vizcaya, posteriormente alcanzó un escaño en el Parlamento Vasco y, en un nuevo ascenso, fue nombrada en 1991 Consejera de Comercio, Consumo y Turismo del mismísimo Gobierno Vasco; manteniéndose en dicho cargo hasta 1998. De modo inmediato, fue la primera candidata a Europa por el PSOE en 1999, alcanzando magníficos resultados. En el congreso de su partido del año 2000, fue candidata a la Secretaría General, alcanzando un 6’55 % de los votos. Allí triunfó –paradoja del destino- un gris y poco conocido José Luis Rodríguez Zapatero.
Nebrera, unos años más joven que Díez, y ya catedrática de Derecho Constitucional, saltó a la alta política como fichaje estrella de Josep Piqué en 2006, concurriendo de número dos en la lista del PPC por Barcelona al Parlament. Como antecedente de trabajo metapolítico únicamente nos consta en su haber la dirección de los Estudios Sociales del Instituto Cambó; una fundación moderadamente nacionalista.
Se trata de dos carreras políticas difícilmente equiparables. Rosa Díez se ajusta más al perfil de una paciente burócrata, con algunos tics populistas y muchos años de trayectoria. Nebrera, por su parte, carece de experiencia previa, situándose en la cúspide de la organización territorial de un partido sin mayores méritos que los de unos buenos contactos personales; desconociendo el trabajo callado y a largo plazo propio de la inmensa mayoría de las vocaciones políticas actuales.
2.- Proyección pública. Rosa Díez, ya lo hemos visto, ascendió trabajosamente en el seno de su partido, inicialmente, y de las instituciones vascas después, saltando hasta el Parlamento Europeo. Su incuestionable carisma y elocuente oratoria, su atractivo personal e implicación –aunque tardía- en la defensa de las víctimas del terrorismo, contribuyeron a que el suyo fuera uno de los rostros mejor conocidos y valorados de la escena política española; generando intensas simpatías más allá incluso de sus propias filas partidarias.
Montserrat Nebrera apenas ha sumado tres años en su carrera política; pudiéndose valorar su contribución al trabajo parlamentario como de muy baja. Por otra parte, ha librado algunas batallas internas en el partido que la acogió, perdiéndolas todas; generando ciertas polémicas públicas de las que salió, casi siempre, muy mal parada. Aunque conocida a nivel nacional por su condición de tertuliana en algunos medios, no se ha proyectada, tal y como lo hiciera Rosa Díez en el ámbito del terrorismo, en ninguna área específica.
3.- Ideología. Rosa Díez ha sido siempre bastante coherente; aunque su ideología no nos guste en absoluto. Progresista y de izquierdas, tenía que chocar frontalmente con el actual socialismo desde su vívida sensibilidad antinacionalista, su trato personal con las víctimas del terrorismo, y su concepción un tanto jacobina de la nación española. Y en su aventura actual, el partido UDyP, únicamente se ha limitado a acentuar algunos aspectos de su bagaje político. No obstante, pese a su contundente marchamo ideológico, ha sido capaz de atraer a no pocos votantes desencantados con las prácticas del Partido Popular.
Montserrat Nebrera es una liberal-conservadora que aspiraba a la regeneración del Partido Popular y que, pese a no conseguirlo en el no demasiado tiempo en que lo intentó, ahora pretende extender tan fundamental objetivo a TODA la vida pública catalana (si no se puede andar, ¿se podrá correr?, nos preguntamos). Sus posicionamientos conservadores en lo moral, junto a su imagen un tanto elitista, la circunscriben inevitablemente en el espectro electoral más conservador de Cataluña. Desconocemos, en todo caso, si su proyecto lo está planteando inicialmente para Cataluña y, tal vez, extenderlo un día al resto de España. Política-ficción, en cualquier caso.
4.- Apoyos sociales. El actual banderín de enganche de Rosa Díez, UPyD, nació unos días antes que ella anunciara su incorporación al mismo. Recordemos aquí a Plataforma Pro, una entidad de transición desde la extinta pero gloriosa ¡Basta ya!; antecedente inmediato de este novedoso partido nacional. Plataforma Pro agrupó inicialmente a unas decenas de intelectuales y activistas progresistas, vascos en su mayor parte, desencantados con la deriva federalista de ZP y su servil PSOE. Se les unieron, entre otros, medio centenar de militantes de Socialistas en Positivo, corriente crítica del PSC. En definitiva, Rosa Díez no lanza un partido político desde la nada. Ya existía un ambiente favorable al mismo y unos intelectuales y activistas proclives a dar el paso; contando además con una cierta recepción mediática. Lo que hizo magistralmente Rosa Díez fue encabezar la manifestación. Pequeña, ciertamente, pero que respondía a una demanda social de un sector preciso y reconocible de la izquierda española con espacios en algunos medios de comunicación. Un sector minoritario, y no del todo definido, pero creciente.
Del proyecto de Montserrat Nebrera desconocemos casi todo, salvo unas genéricas invocaciones a la regeneración política. Por otra parte, ¿cuenta con apoyos sociales? ¿Dispone de equipos de trabajo? Se ha difundido, en algunos medios, la celebración de conversaciones entre Nebrera con políticos y otras personalidades de la vida empresarial y cultural catalana. Por algo será. Pero no se percibe, procedente de los ámbitos que pudieran antojarse como afines, un movimiento análogo -un cierto run-run social- al suscitado en su día por la deriva federalista del PSOE entre algunas de sus gentes. Así, en su inmensa mayoría, los cuadros que nutrieron UDyP eran inequívocamente socialistas -ya de carnet, ya de espíritu- a la espera de “algo”. Por otra parte, la entrevista que Negrera mantuvo, entre otros, con Josep Anglada, líder de la radical e identitaria Plataforma por Cataluña, evidencia más la búsqueda a tientas de unos apoyos de momento inexistentes, que los movimientos derivados de un proyecto sólido en respuesta a una demanda social concreta.
5.- Conclusiones. Todo partido político que pretenda incidir en la vida pública de un país como el nuestro, precisa de varios elementos: liderazgo, ideología, medios humanos y materiales, una base social a cuyas demandas responda, una estrategia.
Rosa Díez cuenta, pese a su innegable afán personalista, con todo ello. De ahí su éxito.
Montserrat Nebrera, por su parte, tiene algunos elementos positivos en su haber. Mantiene una imagen física atractiva. Sostiene una postura ideológica sin complejos, aunque un tanto desdibujada. Ha dado muestras de una indudable coherencia al renunciar a su escaño; lo que a su vez le ha privado de un magnífico altavoz para su plataforma, si llegara el caso. Algo muy loable, pero nada táctico. Es más, en su breve trayectoria, no se ha atrincherado en su escaño o en los cenáculos esotéricos de su partido: ha dado la cara en los medios de comunicación; se ha expuesto valientemente. Todo un capital, sin duda. No es poco. Pero, según veíamos, tampoco suficiente.
Desconocemos el alcance y desarrollo de las propuestas ideológicas de Nebrera; carece de una base social que la reclame como líder en la defensa de sus intereses; no parece que cuente con una mínima estructura organizativa inicial. En definitiva, carece de esa palabra mágica inseparable de esa otra que es estrategia: la de proyecto. Si a todo ello le sumamos que sus pretensiones se limitan a Cataluña, no es una imprudente afirmar que Montserrat Nebrera no es la Rosa Díez de la derecha. Aunque nos pese.
Diario Liberal, 6 de noviembre de 2009
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