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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Apuntes para una historia de Foro El Salvador.

Un parto doloroso y tardío.
            El de Foro El Salvador no fue un parto sencillo. Por una parte, llegó algo tarde. Por otra, fue doloroso. Pero difícilmente podría haber sido de otra manera. Llegó tarde, pues entrada en años y con malas rutinas vivía su madre: una Iglesia local vampirizada por el nacionalismo, esclerotizada y envejecida, que pocas facilidades, por no decir ninguna, había dado a las nuevas expresiones de la creatividad católica universal encarnada en los llamados «nuevos movimientos eclesiales». Y fue doloroso, como correspondía a su estado biológico. De modo que, cuando el 10 de junio de 1999 en el hotel Ercilla de San Sebastián tuvo lugar la presentación pública del Foro, su nacimiento fue recibido, a partes iguales, con nuestras de escepticismo o de frialdad… que tornaron rápidamente en general indiferencia, cuando no en abierta hostilidad. Pero esas escasamente deseables muestras de desafecto expresadas ante la nueva criatura no se manifestaron únicamente entre padres y hermanos, sino que los primos, tíos y vecinos, miraron hacia otro lado; como si el evento no fuera con ellos y la criatura no entrara con todos los honores dentro de la familia… o de sus planes.
De su fundacional «Manifiesto por la verdad, la justicia y el perdón en Euskadi», hecho público aquel 10 de junio de 1999, recordaremos unos pocos párrafos en los que se calificaba, ya inicialmente, como «alarmante y escandaloso el amedrentamiento al que han sido y son sometidos aún los ciudadanos no nacionalistas en el País Vasco; las agresiones y amenazas que les impiden presentar en libertad y en igualdad de condiciones su opción política en las elecciones». Rechazaban, en consecuencia, «incluir en una lista electoral a presuntos asesinos que se vanaglorian de tal condición y la hacen valer como seña de identidad ideológica». Aseguraban que «ETA debe disolverse y entregar las armas sin reclamar contrapartidas políticas que no son acordes con la democracia ni con el verdadero espíritu de la Iglesia, que prohíbe matar y que añade la ley del amor a las leyes de los hombres». No aceptaban un proyecto de construcción nacional que se «cimienta sobre las bases etnoculturales y que genera necesariamente procesos de exclusión incompatibles con el respeto a los derechos y libertades de todos los ciudadanos». Por todo ello, «La paz no puede llegar de la mano del chantaje político ni del empecinamiento en una violencia ideológica que ratifique y reemplace a la violencia armada; ni del olvido, la injusticia o la mentira» Y se adoptaba ese nombre al considerar como válida «la experiencia de reconciliación vivida tras la guerra de El Salvador así como el programa de acción marcado por Francisco Estrada, rector de la UCA desde 1989, después del asesinato de los jesuitas, y resumido por el sacerdote José María Tojeira en tres palabras fundamentales e indisolubles: verdad, justicia y perdón». Después de rechazar tanto los crímenes del GAL como los de ETA, valoraban como «descomunal» el esfuerzo de sus víctimas para las que proponía precisas medidas de acompañamiento y reconocimiento. Se realizaban algunas consideraciones, todavía vigentes, en torno al perdón y la generosidad y, por último, en su punto noveno, manifestaban su alarma ante «la grave hegemonía del nacionalismo en la Iglesia vasca y el uso perverso que hoy se hace de la doctrina de la caridad y del perdón para amparar al nacionalismo de ETA y a sus cómplices políticos. Lamentamos lo desatendidos que hoy se encuentran por nuestra Iglesia los fieles que no son de ideología nacionalista y las propias víctimas del terrorismo…». Releyéndolo… ¿no lo encontramos totalmente vigente?

 

Lógicas reacciones.
            De manera inmediata, algunos de los supuestos firmantes rechazaron haber apoyado el manifiesto. Además, se acusó a sus promotores de romper la unidad eclesial, de actuar movidos por intereses políticos, de rebeldía y soberbia… Todo un repertorio característico de lo «clericalmente correcto», dentro del País Vasco, pero, curiosamente, también al sur del río Ebro.
            Objetivamente analizadas las circunstanciasen en que el evento se produjo, pensamos que no podía haber sucedido de manera distinta: ni el propio nacimiento, ni tales reacciones.
            La Iglesia vasca venía sufriendo un largo proceso de esclerotización y de envejecimiento, que la burocracia clerical, y la autodenominada laica progresista, no podían frenar a pesar de servirse de buenos medios: una tupida red de centros, órdenes religiosas todavía muy presentes en casi todo el territorio vasco, programas, comisiones, subcomisiones y comités de subcomisiones. Mientras tanto, la sociedad marchaba en otras direcciones: hacia el nacionalismo etnicista radical, de carácter explícitamente pagano y anticristiano; o abocado al consumismo de la globalización y la uniformización cultural de unos valores reducidos a su mínima expresión. ¿Podría haber actuado de otra manera? Acaso pudo: dando entrada a las nuevas realidades eclesiales; abriéndose a la feligresía mayoritariamente no nacionalista; etc. Pero, ciertamente, no lo hizo. Y el divorcio Iglesia/sociedad se aceleró y acentuó como en pocos otros espacios del Estado español.
            Con todo, la criatura vino al mundo con un rostro muy definido: el proporcionado por el jesuita Antonio Beristain Ipiña (pionero de la Victimología y la Criminología y activista por los derechos humanos); Fernando García de Cortázar (jesuita, historiador de enorme prestigio y uno de los mayores intelectuales españoles); y José Luis Orella (laico de denominación de origen Navarra, crianza vizcaína), también historiador. Cuarentas firmas más respaldaban el manifiesto fundacional en representación de medio millar de católicos «de la base». Y, poco después, un cura rural, Jaime Larrínaga, presidente del Foro, protagonizaría una epopeya que mostraría, a una sociedad adormecida y a una Iglesia que no quería mirar ciertas realidades, su auténtica crudeza, sin atenuantes ni justificaciones.
            No obstante, esa extrañeza, en buena medida, se fue limando. Y a ello contribuyeron diversos gestos, pronunciamientos y actitudes manidestadas entre los diversos interlocutores eclesiales y sociales; y, acaso, algunos posicionamientos del mismo Foro en apoyo de concretas manifestaciones de jerarquías de la Iglesia española; expresión de su plena comunión católica. Así, el 23 de noviembre de 2003 expresó su apoyo a las críticas que el entonces presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, dirigió al llamado plan Ibarretxe. El portavoz del Foro se manifestó, después de que el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, se desvinculara de la oposición de Rouco al proyecto soberanista del lendakari, calificándola como «postura personal». El Foro manifestó su discrepancia respecto a las declaraciones de Uriarte y sostuvo que Rouco «no puede pedir el voto para un partido», pero sí «dar sus razonamientos como presidente de la Conferencia Episcopal». El portavoz añadió que en su colectivo estaban «muy identificados» con las palabras de Rouco, porque en su trayectoria ha demostrado tener «clarividencia» y, además, «puede hablar con más libertad que los obispos vascos». Y no fue la única muestra de sincero apoyo.
            Como prueba de esa progresiva recepción, recordemos, a título de ejemplo, la sesión celebrada el 14 de marzo de 2005 titulada ¿La unidad de España, en cuestión? organizada por la histórica y revitalizada Asociación Católica de Propagandistas en Madrid. En el encuentro, moderado por Ezequiel Puig-Maestro Amado, participaron como ponentes Jaime Larrinaga, como presidente del Foro El Salvador, María Teresa Compte, doctora en Ciencias Políticas y Sociología; y Pedro Fernández Barbadillo, profesor del Instituto de Humanidades del CEU y periodista. Un ejemplo de pluralidad en la comunión, reconocimiento y hermandad.

 

Naturaleza del Foro.
            Foro El Salvador nació con una marcada característica: la de ser un Foro, un espacio de libertad, un ámbito informal de encuentro de diversas personas y colectivos movidos por el único ideal que merecía la pena; el evangélico, y sin otros aditamentos. No cuajó, pues tampoco se lo propuso nunca, un movimiento férreo, militante, réplica acaso de los habituales en este territorio, sean del color que fueren. Ahí está su debilidad… pero también su riqueza. Marginados de las estructuras diocesanas y parroquiales, sus mensajes y manifiestos llegaban a la clerecía no nacionalista nítidamente y sin adornos. Ésa es una de las grandes paradojas de esta Iglesia local: las estructuras burocráticas han envejecido, a la vez que crecían, separándose más y más de unos fieles cada vez más ajenos al nacionalismo. No en vano, el nacionalismo más dinámico se ha despegado de sus remotos orígenes cristianos para navegar por nuevas y frescas corrientes ideológicas completamente ajenas al espíritu evangélico: marxismo, ecologismo radical, ultrafeminismo, contracultura… Sin duda la Iglesia vasca está cambiando… y más que cambiará. La biología así lo impone.
            Foro El Salvador tenía que nacer, pues al menos un hijo de la Iglesia local tenía que salvar el honor de casi toda una generación de la familia que había acampado por otros territorios, alejándose de sus orígenes: universalidad, amor a los semejantes, crítica de las ideologías, propuesta de un Jesucristo Encarnado y concreto… Su vida, empero, no podía ser fácil. Y sigue sin serlo. Pero las fuerzas biológicas y espirituales que lo engendraron siguen presentes. Su papel, acaso, sea el de dar el relevo, junto a las demás manifestaciones vivas, a otras realidades eclesiales que encarnen a la Iglesia vasca del futuro. En cualquier caso, sigue vivo y con su misma capacidad de crítica, propuesta para la convivencia.
            Su historia no puede deslindarse de las peripecias personales de sus impulsores. Pero tampoco puede confundirse con ellas; pues son muchos los católicos vascos –y de otras regiones españolas- que han encontrado en este Foro un espacio donde reconocerse y seguir ocupando su lugar en la Iglesia universal.

 

Vivir peligrosamente, vivir en el Foro.
            La mayor de todas esas aventuras, acaso, sea la sufrida por su presidente, Jaime Larrínaga. La «carga del cargo», que diría algún castizo. Un sacerdote rural, entregado a sus feligreses, antiguo docente, deportista… un «cura moderno», diríamos con un lenguaje algo trasnochado. El 3 de agosto de 2003 oficiaba por última vez en la que fue durante treinta y cuatro años su parroquia: Maruri. Desde hacía unos meses, Maruri, localidad prácticamente desconocida en el resto de España, formaba parte de las primeras planas de los periódicos y de las cabeceras de los noticiarios. El posicionamiento total que mantenía públicamente su párroco con las tesis de Foro El Salvador, que en realidad venía manteniendo desde siempre, le acarreó una campaña de acoso y derribo por parte de los nacionalistas del pueblo... y del resto de Euskadi. Era todo un espectáculo ver en sus misas dominicales a ateos y agnósticos que asistían a las mismas en solidaridad ante sus crecientes dificultades. Sí era, aquello, ecumenismo y diálogo, pero del de verdad. Finalmente tuvo que marchar, al igual que otros muchos vascos. Pero no por ello ha permanecido alejado de la problemática de su tierra, pregonando sus razones por toda España y en cuantos foros se le ha llamado: centros culturales, partidos políticos, universidades de verano, parroquias…
            Pero esa vida es inimaginable sin el apoyo concreto a las víctimas del terrorismo en sus circunstancias. Recordemos, así, como en enero de 2003, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, no facilitó la celebración de una misa en homenaje al edil Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA en 1995. La familia de Gregorio acudió a Uriarte ante las reiteradas negativas de los párrocos consultados. No obstante, según denunció su hermana Consuelo, el obispo le comunicó que «los criterios» de la iglesia respecto a las misas íntimas «seguían igual». Por ello, la familia Ordóñez realizó un acto sencillo en el cementerio de Polloe de San Sebastián para rezar una oración en su recuerdo, acompañados, además de otros ciudadanos anónimos, por el miembro de Foro El Salvador, Antonio Beristain, Rubén Múgica, hijo del socialista Fernando Múgica, también asesinado por ETA, concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento de San Sebastián y el diputado del mismo partido, Gonzalo  Quiroga.


Un Foro dialogante que propone.
            Foro El Salvador se relacionó, desde sus inicios, con el nuevo movimiento cívico vasco: asociaciones de víctimas, fundaciones, foros, grupos activistas… Y encontró pleno apoyo en algunas entidades, caso del juvenil Foro Arbil y los impulsores de la navarra Fundación Leyre.
            Su vocación pasa por formar parte de una «red de redes». Por ello, participó en diversas plataformas. Así, se integró en la primavera de 2001 en la Plataforma Libertad, formada también por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, el Foro de Ermua, la Asociación por la Tolerancia de Cataluña y el Movimiento contra la Intolerancia. Asimismo, esa Plataforma Libertad formó parte, junto al Foro de Nápoles y al de Viena, de la Plataforma de la Libertad Continental, un organismo de carácter europeo que buscaba «reivindicar espacios de libertad y terminar con la xenofobia y los totalitarismos como el que trata de imponer ETA». Una de sus primeras decisiones fue su petición, realizada a los ciudadanos vascos, para votar a los partidos «que se han dado en llamar constitucionalistas», así como a que secunden la marcha que en «defensa de la libertad» se convocó, por entonces, en Vitoria.
La Plataforma por la Libertad de los Europeos fue otra entidad promovida por el Foro Arbil y por personalidades de reconocido prestigio y entidades de gran relevancia cívica, como Foro El Salvador. Hizo público un Manifiesto por una legislación europea que respetara la dignidad de las personas promoviendo la regeneración social. A su juicio, «el Tratado de la Constitución europea debería reconocer un mínimo de derechos». Proponía una adhesión a la defensa positiva de mínimos para la convivencia, con independencia de las convicciones políticas o religiosas personales. En diez puntos muy concretos pedía: una garantía real y efectiva de la lucha contra el terrorismo, la defensa de los derechos básicos, empezando por el derecho a la vida, el respeto a la fe y el derecho de los padres a educar a sus hijos en sus credos y valores, la educación en la verdad histórica y en el amor a España, la moralidad en el ejercicio de la política, el derecho a la información y el bien común como meta social, con el amor y la justicia como claves para la convivencia. Por último, consideraba negativa para la construcción de Europa cualquier legislación ajena a tales fines, como era el caso de la propuesta de contenidos del Tratado de Constitución europea sometido en referéndum en España el 20 de febrero de 2005.

 

¿Una voz en el desierto?
Sus manifiestos, difundidos y elaborados con ocasión de determinados eventos, fueron una de sus expresiones públicas más conocidas. A lo que acompañaron las numerosas declaraciones de su portavoz, presidente y miembros más destacados a requerimientos de los medios de comunicación.
Así, además del ya mencionado manifiesto fundacional hecho público el 10 de junio de 1999, destacaremos, entre otros, el titulado «El Foro El Salvador, por la verdad, la justicia y el perdón en el País Vasco», elaborado para su entrega a Juan Pablo II en la primavera de 2001.
Le siguió «Por la convivencia en Euskadi», una respuesta, en buena medida, elaborada en el año 2002, al polémico documento «Preparar la Paz» de los obispos de las diócesis vascas; pronunciamiento que coincidió con la petición efectuada el 3 de junio por Monseñor José Manuel Estepa, a la Conferencia Episcopal, de una reunión extraordinaria de la Comisión Permanente para elaborar un comunicado más clarificador sobre dicha pastoral de los obispos vascos. «Debemos saber -dijo- que existe una importante parte del País Vasco que sufre y que tiene miedo, y a la que hay que respetar (…) No es suficiente la nota del Episcopado, hay que ser más claro», concluyó.
Recordemos, por último, la «Comunicación del Foro El Salvador» manifestada en el II Encuentro Cívico celebrado en Madrid, el 11 de diciembre de 2004, y que reunió a asociaciones y grupos de personas preocupadas por los problemas de la violencia política en España.

 

El Foro en la Universidad.
            Los medios universitarios vienen siendo otro espacio en el que Foro El Salvador ha encontrado buna acogida. Recordemos, a modo de ejemplo, algunas de tales ocasiones.
Los prestigiosos Congresos Católicos y Vida Pública, organizados en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, también vienen acogiendo a diversos miembros y amigos de Foro El Salvador en sus encuentros anuales. Fue el caso del IV, denominado Desafíos globales: la Doctrina Social de la Iglesia hoy, celebrado los días 15,16 y 17 de noviembre de 2002. Así, el domingo 17 de, la mesa titulada «Paz, justicia y perdón», residida por Ramón Armengod, Embajador de España, acogió a Jaime Larrinaga, presidente de Foro El Salvador; Santiago Petchen; Catedrático de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid; y Jesús Romero Trillo, por la  prestigiosa Comunidad de San Egidio.
Casi un año después, Jaime Larrínaga participaba en el curso de verano Terrorismo: Nuevos retos y respuestas sociales, de la Universidad Complutense, dirigido por los catedráticos Mikel Buesa y Carlos Martínez Gorriarán, y que dedicó una sesión al tema «La iglesia española frente al terrorismo», junto a Rafael Aguirre, sacerdote y catedrático de Teología de la , el escritor y periodista Iñaki Ezkerra, y Antonio Beristáin, otro histórico de Foro El Salvador.
Universidad de Deusto
            En la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, tuvo lugar en el Salón de Grados, un 25 de febrero de 2004, una mesa redonda titulada: Aralar, el rostro amable de la izquierda abertzale, en la que participaron José Luis Orella Martínez, Pascual Tamburri Bariain (profesor de historia, miembro del Consejo Político de UPN, analista de Elsemanaldigital.com)  y el escritor Fernando Vaquero.
La Universidad Cardenal Herrera-CEU organizó en marzo de 2005 unas Jornadas sobre Política, información y terrorismo, que contempló, entre otras actividades, una conferencia titulada: «Terrorismo de ayer, terrorismo de hoy. Del nacionalismo al independentismo», a cargo de José Luis Orella, como portavoz del Foro El Salvador.
Por último, mencionemos la mesa redonda celebrada el 10 de mayo de 2005, en el Aula de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, sobre el futuro del País Vasco en España en la que participaron el ya mencionado José Luis Orella, el Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Sevilla José Martín Ostos, Gary Bedell, ex diplomático y colaborador habitual de Carlos Herrera en Onda Cero, Antonio Rivero, Director de «La Casa del Libro» y Escritor, y el Doctor en economía de la Universidad de Sevilla, José Manuel Cansino. Fue organizado por Club Minuto Digital.

 

El Foro en la calle.
            Y ha participado en cuantas manifestaciones, concentraciones, encuentros cívicos, etc., han tenido lugar para mantener y extender una visión no nacionalista de la convivencia y de la política y en solidaridad con las víctimas del terrorismo. Ello no quiere decir, no obstante, que se propugne una opción política concreta, pues entre ellos encontramos desde entusiastas de una «derecha social» hasta convencidos socialdemócratas.
            Su presencia en concentraciones y manifestaciones callejeras de todo tipo, en diversas localidades vascas y del resto de España, ha sido, pues, constante en su devenir. Sería interminable citarlas con sus motivos y fechas. Por ello, únicamente, mencionaremos algunas de las últimas. Fue el caso, de entre tantas otras, el de su participación en la celebrada en Madrid por la Asociación Víctimas del Terrorismo, con el lema «Por ellos, por todos. Negociación en mi nombre no» el 4 de junio de 2005. Participaron en primera línea, entre otras, las siguientes personas de relevancia social: Cristina Cuesta (por la Fundación Miguel Ángel Blanco y por COVITE); Ana Iribar, viuda de Gregorio Ordóñez y presidenta de la Fundación que lleva su nombre; Mikel Azurmendi, Profesor universitario, (por las Comisiones de la Diáspora Democrática Vasca); Capilla  Argote, presidenta de la Asociación de Víctimas “Verde Esperanza” (Jaén);  Javier Elorrieta  e Ignacio Martínez Churiaque (vicepresidente y secretario general, respectivamente, de la Fundación por la Libertad); Iñaki Ezkerra, por el Foro Ermua; Jaime Larrínaga, sacerdote y presidente del Foro El Salvador; Antonio Beristain, catedrático y presidente del Instituto Vasco de Criminología; Jesús Laínz, escritor, por la Plataforma Unidad y Libertad, de Cantabria;  Lorenzo Nebrera, por la Confederación Española de la Policía Nacional (CEP); Francisco Caja (presidente de Convivencia Cívica Catalana); Isabel Calero (presidenta de Ciudadanos para la Libertad) y Marita Rodríguez (presidenta de la Asociación por la Tolerancia).
Pamplona fue testigo, el 21 de enero de 2006, de una concentración por la «Unidad de España, por la igualdad y solidaridad de todos los españoles», convocados por el Foro Ermua. José Luis Orella, portavoz del Foro El Salvador, recordó al convocarse que en ella se reivindicaría «la idea de España como una única comunidad nacional, plural y patrimonio de todos los españoles, defendida por gente de toda condición: izquierda, derecha, agnóstica, católica...que tiene en común la defensa de la idea de la unidad nacional».
            «Por ellos. Por todos. ¡… …! En mi nombre ¡no!». Fue el lema que encabezó otra multitudinaria manifestación celebrada el 25 de febrero de 2006 por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). Al convocarla, el presidente del Foro El Salvador, Jaime Larrinaga, insistió en la necesidad de salir a la calle «si se quiere dormir con la conciencia tranquila». No se puede hablar más claro.

 

Un compromiso personal y colectivo.
            Pero, desde una postura comprometida nacida de las convicciones, el mismo ejercicio profesional de sus integrantes, y otras oportunidades de participación en diversos foros, han sido ocasión para la exposición y difusión de las ideas del Foro El Salvador en ámbitos diversos.
            Fernando García de Cortázar es uno de los intelectuales españoles más relevantes. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea y en Teología, es Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto. Director de la Fundación Grupo Correo, colabora habitualmente en diversos periódicos de ámbito nacional. Es uno de los más amenos y creativos divulgadores de la Historia. Es director de la revista de pensamiento “El noticiario de las Ideas”. Autor de más de cuarenta libros y guionista de series divulgativas de temática histórica en televisión. El pasado 15 de mazo de 2006 presentó en Madrid su nueva obra Los perdedores de la Historia de España (Planeta, Barcelona, 2006). Con tal ocasión, reiteró su compromiso social cuando, entre otras cuestiones, afirmó que: «Bien está que el historiador hable de los papiros egipcios, pero también debe hablar de lo que está ocurriendo ahora mismo; la gente quiera respuestas a lo que le preocupa, por eso el historiador debe opinar e implicarse en el presente». En este sentido, y al hilo de las posibles negociaciones del Gobierno con la banda terrorista, García de Cortázar fue taxativo: «ETA no puede poner de rodillas a un Estado de Derecho». A su juicio, «los únicos perdedores de esta historia son las víctimas del terrorismo».
            Su compromiso, articulado en Foro El Salvador y Foro de Ermua, ha dado numerosos frutos: artículos, recepción de premios y homenajes, testimonio permanente, divulgación universitaria… Así, como una de tantas perlas universitarias, aquí recordaremos el Curso titulado De la frontera a la globalización. Una nueva ciudadanía. Extremadura y Portugal, organizado por la Universidad de Extremadura en Badajoz a partir del 22 de julio de 2004, fue inaugurado por García de Cortázar con una conferencia sobre Los nacionalismos y la idea de España del siglo XXI.
            Y también colabora con otras entidades. Así, en el IV Seminario Fernando Buesa La laicidad, el poder y lo sagrado, ciudadanía y libertad, habló el 25 de julio de 2005 del nacionalismo como una religión laica.
Veamos otro ejemplo de creatividad y movilización intelectuales. José Luis Orella escribió un libro de historia significativamente titulado Los otros vascos, editado por Grafite Ediciones en 2003; difundiéndose por varias localidades españoles por medio de diversos actos de presentación. Y en esa labor de recuperación de esa otra «memoria histórica», Foro Arbil, Foro El Salvador y Fundación Leyre de Pamplona se dieron la mano para difundir, mediante presentaciones públicas, otro texto histórico del autor navarro Víctor Pradera: Fernando el Católico y los falsarios de la historia (Grafite Ediciones, Bilbao, 2003). Eventos que tuvieron lugar, entre otros, en Zaragoza, en su prestigiosa Biblioteca de la DGA el día 14 de marzo 2003 y en Pamplona el día 16 de mayo. Cultura, compromiso y presencia.
No obstante, el influjo de las ideas del Foro no se ha limitado a sus actuaciones directas y orgánicas, o a las de sus más significativas primeras figuras. No en vano, muchas otras personas se han adherido al mismo, participando en una u otra forma de su «vida», extendiendo sus propuestas y su espíritu en diversos ámbitos asociativos: en ocasiones en el anonimato, en otras, en primera fila y dando la cara.

 

Alegrémonos con el Foro.
En el Foro también ha habido ocasiones para la alegría. Así sucedió cuando la Conferencia Episcopal emitió un documento excepcional, acaso uno de los más importantes que nunca haya elaborado: la Instrucción pastoral Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias (fechada el 22 de noviembre de 2002 con motivo de la LXXIX Asamblea Plenaria de la misma). Estructurado en 44 breves puntos, califica al terrorismo como forma específica de violencia armada. Establece la pertinencia de un juicio de esta materia, que no es otro que el terror criminal ideológico. Lo califica, posteriormente, como «intrínsecamente perverso y nunca justificable», definiéndolo igualmente como una «estructura de pecado». Denuncia los dos efectos más importantes del terrorismo: el intento de extensión sistemática del odio y el miedo. Denuncia como inmoral «toda forma de colaboración» con el terrorismo. Juzga al nacionalismo totalitario como la matriz del terrorismo de ETA, determinando qué peligros concretos supone para la convivencia española. En el punto 29, al nacionalismo que pretende en todo caso la independencia por encima de todo se equipara, en el caso de las personas, a un «individualismo insolidario». Así, afirma que «La Doctrina Social de la Iglesia reconoce un derecho real y originario de autodeterminación política en el caso de una colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión»; coincidiendo de esta manera con la doctrina emanada por el Derecho Internacional y Naciones Unidas al respecto. Y, por último, la propia Iglesia se propone, con un abanico de medidas tendentes a la conquista de la paz y de reflexiones específicamente religiosas, como instrumento de conversión para los terroristas y de acompañamiento de sus víctimas. Difícilmente podría haberse emitido un documento que recogiera, tan espléndidamente, buena parte de los criterios defendidos, en ocasionas en la más absoluta soledad, por los integrante de Foro El Salvador.
También han paladeado algunas otras mieles; caso de diversos homenajes que han disfrutado sus impulsores. Recordemos algunas de tales celebraciones. El 10 de febrero de 2003, Foro Arbil de Bilbao organizó en la Villa de Durango una comida-homenaje a Jaime Larrínaga, cuando todavía era párroco en Maruri y ya estaba protegido por escoltas.
Un año después, correspondió a José Luis Orella ser homenajeado por la Fundación Leyre, el 12 de febrero de 2004, en Pamplona. Unas semanas después, Jaime fue objeto de otro homenaje en Zaragoza el 21 de mayo de 2004, con una cena a la que asistió una plural representación de la sociedad zaragozana. Y, de nuevo, en Pamplona, le tocó otro turno de brindis y discurso, un 1 de junio de 2005, de nuevo a cargo de la Fundación Leyre.

 

            Ésta ha sido, y sigue siendo, la vida de Foro El Salvador. Acaso, un hijo no deseado que está dando bastante guerra y que, tal vez por todo ello, sea finalmente, uno de los más queridos.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 103, marzo de 2006

 

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