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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Entrevistamos a José Antonio Herrero Crespo: Grafite Ediciones, al servicio de la verdad histórica.

La veterana Grafite Ediciones, especializada en libro religioso católico, se ha lanzado a otra aventura editorial orientada hacia la Historia y la actualidad, con algunos títulos de notable impacto en el mercado español, como “Los mitos de la represión en la Guerra Civil española” (de Ángel David Martín Rubio) y “Los Catalanes en la Guerra de España” (de José María Fontana). A tales títulos, recientes novedades de su Biblioteca de Historia, se sumarán, entre otros, textos del historiador catalán César Alcalá. ¿A qué se debe tal innovación? Para comprenderla entrevistamos a su fundador e impulsor; a quien sometemos igualmente a otras cuestiones de interés general.

 

José Antonio Herrero Crespo, vizcaíno de raíces aragonesas, es el fundador de Grafite Ediciones, una empresa veterana en la edición de libros religiosos católicos. Viene presentando, en los últimos dos años, una colección de libros de investigación histórica, así como otros títulos de temas actuales. Nos gustaría conocer el sentido de esa innovación en el contexto de su experiencia en el difícil mundo editorial; así como su opinión en torno a diversas cuestiones de candente actualidad.

 

Pregunta: José Antonio Herrero Crespo no se ha dedicado siempre a la edición. Desde su anterior trabajo como bancario, ¿qué le impulsó a introducirse en este complejo y difícil circuito empresarial?

 

Respuesta: Hace ya 15 años (en 1991), estando cómodamente instalado en mi puesto de apoderado bancario con la misma insatisfacción interior que es habitual en la mayoría de los bancarios, sentí que Dios me brindaba una oportunidad de servir a la Iglesia en un sector totalmente desconocido para mí pero que me abría, a la vez, una puerta a un mundo que me parecía atrayente y en el que podría ocupar un puesto humilde pero también necesario. Así empezó mi andadura editorial en una pequeña editorial religiosa (Ediciones EGA) que estaba a punto de cerrar y que era propiedad de un viejo amigo mío. Ahí comencé una serie de colecciones (Hagadot, Trípode, Teshuvá, Juan Pablo II, etc.) con el deseo de divulgar la doctrina de la Iglesia en todos los campos posibles y llegar al mayor número de personas posible. En 1998 comencé, ahora en solitario, con GRAFITE  con el deseo de continuar lo empezado 7 años antes. Prácticamente desde mis comienzos, vi claro que no podía quedarme solo en el libro religioso, a pesar de lo necesario que es, sino que debía ampliar el campo a la historia, donde está recogida una verdad que hoy en día es tan atacada como la Iglesia católica, quizás porque en la historia ambas han ido siempre ligadas como hermanas siamesas: ESPAÑA. Así fue como me lancé a la publicación de libros de historia y tengo que reconocer que en ambos sectores (religioso e historia) siento que estoy cumpliendo un deber de cristiano.

 

P.: Después de consolidar, a lo largo de difíciles años, varias colecciones de libro religioso, contando con el capital de una larga lista de títulos, ¿qué le lleva a competir en el mercado editorial –también- con los títulos de su “Biblioteca de Historia” y otros centrados en diversas cuestiones de ética y actualidad social?

 

R.: Insisto en el final de mi respuesta anterior. Creo que todo cristiano, y especialmente los católicos, tenemos la obligación, en los tiempos que corren, de luchar por la VERDAD. Dice Jesucristo en el evangelio: “La Verdad os hará libres”. Nadie puede buscar, pues la libertad fuera de la Verdad, y esta verdad es el mismo Jesucristo, quien también dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Y a Jesucristo como centro lo encontramos tanto en la Iglesia católica, como a lo largo de la historia de España, y esto aunque diga lo contrario el mismísimo zETAp. Si nos fijamos en la historia de España, nos encontramos con hechos impresionantes, únicos, irrepetidos como haber sido la única nación del mundo a lo largo de la historia que se ha zafado de la ocupación musulmana (y esto nos costó casi 8 siglos) después de que estos intentaran arrasar con todos los vestigios cristianos que pudieron. Otro hecho que es impresionante y admirable es la obra evangelizadora llevada a cabo por los españoles en América, el Nuevo Mundo, donde ciertamente hubo desmanes y abusos pero éstos fueron atacados y corregidos por la Corona y por los religiosos que fueron desde el inicio a evangelizar las nuevas tierras. La recuperación de la identidad nacional después de casi ocho siglos de estar perdida y la obra llevada a cabo en  América quedarán para siempre en la historia como auténticas obras hercúleas de los españoles y auténtico ejemplo de cómo hacer las cosas bien, a pesar de la naturaleza humana.

 

P.: La orientación de las investigaciones históricas ya publicadas por Grafite y las programadas para los próximos meses, ¿no arrastran el riesgo, acaso, de sumarse a las pequeñas “editoriales malditas” que rondan, desde otras perspectivas ideológicas o vitales muy distintas, lo “políticamente incorrecto”?

 

R.: Bueno, GRAFITE, evidentemente, es una editorial pequeña, muy pequeña, y la verdad es la que es. La verdad nunca ha sido políticamente correcta, de hecho los cristianos anunciamos lo más políticamente incorrecto que puede haber, a JESUCRISTO, y además lo más maldito que ha habido: “y éste crucificado”. Creo que un baremo para ver si estamos en la verdad, defendiéndola y anunciándola, es la persecución. Si buscamos el éxito, el beneficio económico, el consolidar un mercado, podremos conseguirlo pero no estaremos siendo testigos de la Verdad, nos guste o no. La Verdad es Jesucristo en la cruz, a éste  y sólo a éste, Dios lo resucitó y le dio “el Nombre sobre todo nombre”. La historia de la Iglesia, desde su Fundador hasta hoy, nos enseña que todo el que ha trabajado por el Reino de Dios ha sufrido en su carne todo tipo de persecuciones, oprobios y fracasos, es decir: de sufrimientos. No tenemos más que ver los fundadores en todos los tiempos.
Si defender la Verdad me supone ser una “editorial maldita”, lo sentiré mucho pero es lo que hay...

 

P.: ¿Cómo calificaría su editorial?, ¿como una editorial católica o, acaso –pues existen matices importantes- como una editorial de católicos, al servicio del lector interesado en la verdad y en la realidad?

 

R.: La verdad está en la Iglesia católica. Los que están fuera de la Iglesia tienen una parte de la verdad, en la medida que está en comunión con la Iglesia católica. Pero la verdad, está en plenitud, en la Iglesia católica y ésta está al servicio de todos los hombres, como Jesucristo murió por todos los hombres. Por eso siempre he querido hacer una editorial católica al servicio de todos los hombres, convencido que solamente en la fe católica todo hombre podrá encontrar la solución a su problema existencial.

 

P.: ¿Goza de buena salud el sector editorial del libro católico? ¿no se edita, acaso, un excesivo número de títulos?

 

R.: Nos ha llegado la crisis, como a todo el mundo. Efectivamente, en mi opinión se editan demasiados títulos, creo que se debe a que en gran medida nos hemos encontrado en la necesidad de sacar novedades para que no nos lleguen a bloquear las devoluciones que hay, y esto es en todo el sector editorial. Por otro lado, vemos que la Iglesia católica cada vez es más criticada y menos punto de referencia. Creo que es un tema complejo. No estamos unidos, muchas veces se busca más lo que “se vende” porque “la gente lo quiere” que lo que de verdad la gente necesita. Buscamos cubrirnos las espaldas en el terreno económico y, sin darnos cuenta, ponemos en un lugar secundario nuestra misión principal: Anunciar a Jesucristo. Acercar su mensaje a los hombres de esta sociedad ganada por el relativismo y el hedonismo. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta labor? Creo que la llamada “teología de la liberación” y especialmente el desarrollo que ha tenido por parte de sus adeptos ha hecho mucho daño a la Iglesia porque se ha cargado al Siervo de Yahvé y lo ha sustituido por la revolución, ha cambiado el amor por el odio... ha hecho mucho daño y desgraciadamente tiene muchísimos adeptos, buscados en muchos casos porque son “los que más venden”. ¿Buena salud? Sinceramente, no lo sé, creo que el mayor mal que padece el libro católico es que refleja la propia división que hoy día existe en la Iglesia.

 

P.: Los pequeños editores se quejan, sea cual sea su orientación, de las dificultades que presenta el actual mercado: altos costes de edición y distribución, prácticas semimonopolísticas de los grandes grupos editoriales, escasas –por no decir nulas- ayudas institucionales salvo privilegiadas excepciones, un número relativamente escaso de lectores... No obstante, cada año salen al mercado español 60.000 nuevos títulos. ¿Qué reflexiones podría ofrecernos, al respecto, desde su experiencia como editor?

 

R.: En primer lugar, quiero dejar claro que las ayudas son buenas siempre que no vengan en detrimento de nuestra independencia. Esto es lo primero, por encima de todo, para poder ser fieles a nuestra misión de difusores de la doctrina católica, ser testigos de la Verdad. Esto nos lleva a tener que actuar en gran medida como francotiradores, con la exigencia lógica de tener que editar novedades muchas veces para cubrir devoluciones mirando la cantidad muchas veces a costa de la calidad. Creo que el mundo editorial católico ganaría coordinando esfuerzos, uniéndonos editoriales aportando cada uno lo mejor de sí, lo que nos permitiría seleccionar las publicaciones en función de su calidad y no sólo de su posible venta. Entre todos esos títulos publicados, ¿cuántos son realmente buenos y necesarios para los lectores? Aquí quiero hacer una reflexión que quizás sea una utopía, no sé... Creo que sería bueno para las editoriales católicas, seamos religiosos o seglares, contar el Nihil Obstat de la Conferencia Episcopal para ejercer como editores católicos. Y el que no tenga esta autorización que se llame editor “religioso”, si quiere pero no “católico”. Creo que sería bueno para evitar publicaciones que han hecho más mal que bien y que solamente han servido para crear malos ambientes y una imagen de división, que quizás sea real, pero que no hay por qué airear.

 

P.: Daremos un giro a la entrevista hacia el contexto en el que nace, desde nuestro criterio, Grafite Ediciones. Existen diversos indicios que apuntan –tal vez- hacia una revitalización del histórico catolicismo social español, aunque con fórmulas distintas de las manifestadas en el pasado: los éxitos en audiencia de COPE, extensión de Popular TV, notable sucesión de diversos congresos de laicos católicos, nuevos medios informativos, diversas manifestaciones convocadas por entidades pro-vida y pro-familia, nuevos proyectos editoriales… Todo ello, a su juicio, ¿es una simple reacción defensiva o la expresión de una auténtica renovación del catolicismo social en sintonía con la histórica convocatoria del fallecido Juan Pablo II a una Nueva Evangelización, que también ha hecho propia Benedicto XVI?

 

R.: Y no nos olvidemos del semanario ALBA y todo el Grupo Intereconomía, en mi opinión la réplica perfecta desde el mundo católico al Grupo Prysa y su nefasta influencia en los medios audiovisuales, ni dejemos de lado Radio María, con una labor importantísima en la difusión de la vida espiritual y de la vida de oración, además de otros ámbitos de la vida social. Todo esto, además de los éxitos de convocatorias ya reseñados son el fruto de un papado, el de Juan Pablo II, el Grande, quien en sus casi 26 años de papado consiguió, gracias a su fe y ardor apostólico, que los católicos pasáramos de ser seres acobardados y avergonzados de nuestra fe, a estar orgullosos de ella, agradecidos a Dios por ser llamados a la Iglesia católica y dispuestos a manifestar públicamente quiénes somos y dónde estamos. Ahora nos falta llevar adelante, de una manera sistemática, la Nueva Evangelización a la que nos llamó el Papa Juan Pablo II y ésta empieza por nuestra propia conversión, por examinarse cada uno a sí mismo de cual es su fe y hasta dónde está dispuesto a llegar por ella, independientemente de que estemos solos o acompañados (Jesucristo murió solo y abandonado en la cruz y allí salvó al primero de los hombres: un malhechor) El primer paso está dado y ahí estamos consolidándonos, ahora hay que continuar en la labor y para ello tenemos dos grandes papas en estos últimos años: Juan Pablo II y Benedicto XVI. Creo que no somos totalmente conscientes de hasta qué punto Dios nos está bendiciendo y llamándonos a seguir adelante sin miedo (aquel famoso “no tengáis miedo” de Juan Pablo II en el comienzo de su pontificado cambió a los católicos del mundo) en todo el mundo pero especialmente en Europa y como no, con mayor dedicación en España, donde se está abandonando los valores históricos que han sido propios de los españoles desde el siglo I y que han estado siempre ligados a nuestra historia: los valores cristianos. Ojalá vuelva a salir un pueblo dispuesto a dar la vida por su fe.

 

P.: Los denominados “nuevos carismas eclesiales”, ¿están desempeñando un papel relevante en ese aparente movimiento de renovación de la Iglesia española? ¿Qué aportaciones, de los mismos, subrayaría en particular?

 

R.: Sinceramente, creo que estos “nuevos carismas eclesiales” son una auténtica primavera para la Iglesia, y por lo tanto para la sociedad española. Fíjese que, entre todos ellos, ocupan todas las parcelas de la vida social y espiritual. Seremos fuertes en la medida que estemos unidos todos en la vida de la Iglesia: Tenemos una misma fe, aunque la vivamos con matices distintos. Por eso es importante que estemos unidos en la comunión con el Papa, cabeza de la Iglesia y Vicario de Cristo. En él se confirma nuestra fe y nuestra comunión y con él volveremos a ser fuertes. Dicho esto, diré que con los grupos con los que tengo alguna relación conforman un mosaico precioso como la misma Iglesia:
El Opus Dei, un verdadero fruto de la fe de los mártires de la guerra civil, auténtica cruzada en boca del papa Pío XI, nos muestra una vida espiritual intensa que se manifiesta en unas actividades personales de sus miembros que buscan la santidad en su lugar de trabajo. Es una gente que destaca allá donde están. Los focolares son acogedores, abiertos, y muestran la fe abierta, sin exigencia, que muestra el amor a los hombres de toda clase. Comunión y Liberación ha hecho una gran labor en el mundo académico, haciendo presente a la Iglesia en los ambientes más selectos del mundo intelectual. Las comunidades Neocatecumenales, auténtica explosión post conciliar, han llevado  una fe fresca entre los más alejados, entre los desheredados de la sociedad. Empezaron en las chabolas de Madrid y han llevado a Jesucristo al hombre para que tenga un encuentro con él en lo más oculto de cada uno. En cada hombre hay un ladrón crucificado a quien Jesucristo le está diciendo: “hoy estarás conmigo en el paraíso”, ahí en medio de su sufrimiento; acercan la liturgia a personas que sería impensable que pudieran disfrutar de la liturgia de la Iglesia Quizás todos están en todos los terrenos, pero creo que cada uno tiene su “punto” específico y entre todos forman una parte importante de este mosaico precioso: La Iglesia católica.

 

P.: Ya hemos mencionado, de alguna manera en una pregunta anterior, a un influyente mito de la posmodernidad, conforme al que lo “políticamente correcto” se impone desde el poder político y cultural dominantes, generando un tipo humano satisfecho, consumista, nihilista, para nada crítico con esos poderes y las asfixiantes modas; pero muy cerrado a cualquier propuesta de carácter transcendente y realmente humana. En estas circunstancias, ¿puede, la Iglesia católica, constituirse en alternativa real a esta mentalidad, con una presencia social activa, o debe replegarse a la práctica litúrgica y sacramental? ¿Mantiene capacidad de diálogo y propuesta con los hombres y mujeres de hoy?

 

R.: Lo primero que quiero decir, es que no creo que la Iglesia deba dialogar con nadie. Dialogar, supone hablar en igualdad de condiciones, dando el mismo valor a todos los argumentos. La Iglesia debe anunciar la verdad, la llamen dogmática, inquisitorial o como quiera que la llamen, la Iglesia debe anunciar la verdad: Jesucristo. Con todos los razonamientos del mundo, con toda la base científica del mundo, que la tenemos, pero no para llegar a ningún acuerdo, que es el fin del diálogo. ¿Qué diálogo puede haber en temas como el aborto, la eutanasia, el divorcio, el terrorismo, la clonación, las uniones (que no matrimonios) de homosexuales, el laicismo? ¿Qué diálogo puede haber ahí? Ahí solo puede haber respuestas enérgicas, contundentes, sin miedo al qué dirán. ¿Qué se busca desde el poder? Quitar a los hombres problemas, darles el “panem et circenses” que pueda evadirles de los problemas cotidianos, aunque sea a base de asesinar (aborto), romper familias (divorcio), dar a cada uno lo primero que se le ocurre pedir (uniones de homosexuales, equiparación del Islam a la religión católica), a costa de lo que sea; el gobierno no quiere tener problemas y punto. La oposición está para darle problemas al gobierno y nada más. El Partido Popular estuvo ocho años en el gobierno, ¿en qué legisló apoyándose en la Iglesia católica?: En nada absolutamente. ¿Qué hará cuando vuelva al poder para arreglar los desaguisados socialistas de estos dos años (Dios mío han desecho en dos años más que sus anteriores correligionarios en trece), qué harán, digo?: Nada, porque no quieren problemas y buscan por encima de todo votos que les permitan seguir en el poder ¿No continuó el PP con la mayor falacia creada por el PSOE en sus años de gobierno, hasta el ínclito zETAp: “Estado del Bienestar”, que ni era Estado, ni daba “bienestar”? Es por eso que, en mi opinión, ahora más que nunca, necesitamos que la Iglesia, gente de Iglesia, se convierta en alternativa real a esta situación, personas que defiendan en la arena política la verdad, independientemente de los votos y del “éxito” que se pueda tener, personas que busquen y defiendan el “Estado confesional católico” (sé que esto es políticamente incorrecto y sin embargo, creo que es la única forma de que España vuelva a encontrar el sentido de su existencia: Que la doctrina de la Iglesia católica, esté influyendo en el contenido y el espíritu de sus leyes). Para esto es importantísima la práctica litúrgica y sacramental, fuente y cima de la vida eclesial, donde el creyente encuentra la fuerza para seguir adelante, ya que la vida cristiana, en estos tiempos, es una vida de auténtico martirio. Así, pues, todo esto es necesario, especialmente en los tiempos que nos está tocando vivir.

 

P.: Usted es un buen conocedor de las realidades humanas católicas en los continentes americanos. ¿Qué aspectos, positivos y negativos, destacaría?

 

R.: Hay una mezcla de situaciones. Por un lado, la fe intensa, aunque sea de religiosidad natural, que hay en el pueblo americano es el fruto de la labor llevada a cabo por grupos de religiosos y laicos españoles durante tres siglos y ahí está el futuro de la Iglesia. Por otro lado, se ve una influencia cada vez más fuerte del mundo “gringo”, con su “bienestar” (otra vez el dichoso bienestar) que está llevando a muchos latinoamericanos a olvidarse de historia más reciente; también se vive el inmenso daño que han hecho la Teología de la Liberación, con un marcado odio a todo lo español, a los que tiene poder económico, a los gringos, etc. Necesitamos volver a evangelizar con fuerza para contrarrestar estas influencias tan nefastas, así como la influencia que tuvo la masonería ya desde su proceso de emancipación de España, que realmente no les sirvió para nada más que para acrecentar las diferencias sociales existentes. Tenemos que volver a evangelizar América, tierra entrañable para todos los españoles (al menos es mi sentimiento en esas tierras cada vez que las piso)

 

P.: ¿Qué reflexiones, brevemente, le provocan la palabra “política”?

 

R.: Un servicio al pueblo convertido en refugio de mediocres, cueva de ladrones, donde van a “hacer carrera” los que no sirven para otra cosa y que los católicos también tenemos que redimir.

 

P.: Terminaremos con una pregunta de carácter personal, al igual que en la mayoría de esta serie de entrevistas mensuales que venimos ofreciendo a nuestros lectores. ¿Dónde encuentra, José Antonio Herrero Crespo, la fuerza necesaria para mantenerse fiel a su vivencia religiosa en un mundo progresivamente hostil a toda expresión social que afirme positivamente la posibilidad real de una vivencia trascendente?

 

R.: Cada vez que me miro al espejo, veo a una persona débil, pecador, infiel a Jesucristo y cada vez que veo el crucifijo que tengo en la habitación veo a la persona que me perdona cada día, que se entrega por mí hasta dar su vida, que me quiere más que a nada y que me permite, gratuitamente, ser testigo de esto. Cada día soy consciente que en mí se cumple lo que dice San Pablo: “Llevamos este tesoro en vasos de barro para que se manifieste que lo sublime de este amor viene de Dios y no viene de nosotros”. Hay momentos duros, de soledad, de experimentar el fracaso, de no ver salida pero ahí es donde aparece la Cruz de Jesucristo como único camino de vida y salvación y eso ayuda a esperar en Dios, a clamar a Él. A mí vino a rescatarme el Camino Neocatecumenal hace ya treinta y cinco años, ahí me he encontrado con la Iglesia, la práctica de los sacramentos, el Amor infinito de Dios derramado en su Hijo para todos los hombres. Yo, como Jeremías, aunque quisiera no podría hacer otra cosa. Cada día en medio de mi debilidad tengo que decir: “Me sedujiste Señor y yo me dejé seducir, me has agarrado y me has vencido” Esto me ha ayudado y me sigue ayudando en mi familia, en mi trabajo, en mi vida diaria y esto es lo que todo hombre necesita saber y experimentar: Que Dios nos quiere inmensamente a todos nosotros, nos quiere tanto que ha entregado a su Hijo para que veamos que la muerte ha sido vencida y esto tengo que decirlo y mostrarlo pese a quien pese y caiga quien caiga. Es la posibilidad de empezar a vivir aquí la trascendencia, la vida eterna.

 

Muchas gracias.

 

 

 

Direcciones electrónicas de interés:
http://www.grafite-ediciones.com/

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 103, marzo de 2006

 

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