La masonería y la new age.
Existe relación entre la masonería y la llamada “new age”. Unas reflexiones al respecto.
En cualquiera de las numerosas librerías de temática esotérica, existentes en España, figura un espacio importante dedicado a la masonería y a autores de esa filiación con prestigio en ciertas materias, caso de estudios de simbolismo.
Las corrientes “espirituales” que integran el fenómeno actual de la “new age” mantienen una estrecha relación con la masonería. No en vano, comparten una buena serie de principios comunes: subjetivismo moral, sincretismo religioso, individualismo, relativismo filosófico, reducción del cristianismo a “una religión más”, deísmo, etc. Así, la “new age” constituiría, en el actual “supermercado espiritual”, una vulgarización de los valores masónicos, integrando, en el plano religioso, el pensamiento “políticamente correcto”.
Ilustraremos, a continuación, esta tesis con el caso de René Guénon.
Este escritor francés, nacido católico y muerto musulmán en El Cairo en 1951, es autor de una compleja obra de pretensiones metafísicas, cuya influencia sigue siendo notable entre masones, ecologistas, neofascistas (de la mano de su discípulo Julius Evola), los autodenominados “tradicionalistas guenonianos”, adeptos de la “new age”, incluso entre algunos católicos.
Iniciado muy joven, perteneció a varias logias masónicas, tanto regulares como irregulares. Hermano “dormido” durante muchos años, hasta el final de sus días se consideró masón, conforme su propia interpretación.
A su juicio, el “depósito iniciático y metafísico” del cristianismo se conservaba en la Orden del Temple hasta su disolución. Algunos templarios se habrían refugiado en Escocia, ingresando en la Gran Logia Real de Edimburgo. Allí transmitieron sus conocimientos, de donde pasaron a la masonería actual, percibiéndose su influencia en algunos grados de los ritos masónicos.
Esta interpretación no es asumida por los estudiosos masónicos, tachándola de antihistórica. Pero los discípulos de Guénon inciden en la importancia simbólica e iniciática del “mito”, más decisiva que su realidad histórica literal.
Para Guénon, la corriente iniciática de Occidente (expresión de la que denomina Gran Tradición Promordial, uno de cuyos reflejos sería el fondo común de todas las religiones o Unidad Trascendente de las Tradiciones), sólo es posible rastrearla en la Iglesia católica, que a su juicio ha perdido todo sentido esotérico (oculto), y la propia masonería. En ésta confluirían, siempre según Guénon, las tradiciones esotéricas occidentales: hermetismo (cuya expresión más conocida sería la de los rosacruces), el pitagorismo (estudios de geometría y arquitectura desde una clave esotérica), cristianismo y judaísmo.
En este contexto, la masonería constituiría una vía adecuada para el “trabajo” propuesto, de ahí que aprobara la creación de una logia de guenonianos dentro de la Gran Logia Nacional Francesa: La Gran Tríada.
René Guénon es un ejemplo de voluntarismo. Autor de una estructura teórica coherente, atractivo, sugerente, proporciona herramientas intelectuales para quiénes deseen forjarse una cosmovisión, “a la carta”, de cierta consistencia.
Hasta aquí hemos encontrado, pues, gran parte de los ingredientes “serios” de la “new age”.
Para un católico, el camino, la verdad y la vida tiene un rostro concreto: Jesucristo. Y un lugar preciso: la Iglesia católica. Ese rostro y ese lugar son una posibilidad para todo tipo de hombres, mientras que la “vía Guénon” sólo es posible para unos pocos.
De nuevo, la Iglesia es un espacio de racionalidad y humanidad, frente a la soledad propuesta por René Guénon y demás inspiradores de la “new age”.
En cualquiera de las numerosas librerías de temática esotérica, existentes en España, figura un espacio importante dedicado a la masonería y a autores de esa filiación con prestigio en ciertas materias, caso de estudios de simbolismo.
Las corrientes “espirituales” que integran el fenómeno actual de la “new age” mantienen una estrecha relación con la masonería. No en vano, comparten una buena serie de principios comunes: subjetivismo moral, sincretismo religioso, individualismo, relativismo filosófico, reducción del cristianismo a “una religión más”, deísmo, etc. Así, la “new age” constituiría, en el actual “supermercado espiritual”, una vulgarización de los valores masónicos, integrando, en el plano religioso, el pensamiento “políticamente correcto”.
Ilustraremos, a continuación, esta tesis con el caso de René Guénon.
Este escritor francés, nacido católico y muerto musulmán en El Cairo en 1951, es autor de una compleja obra de pretensiones metafísicas, cuya influencia sigue siendo notable entre masones, ecologistas, neofascistas (de la mano de su discípulo Julius Evola), los autodenominados “tradicionalistas guenonianos”, adeptos de la “new age”, incluso entre algunos católicos.
Iniciado muy joven, perteneció a varias logias masónicas, tanto regulares como irregulares. Hermano “dormido” durante muchos años, hasta el final de sus días se consideró masón, conforme su propia interpretación.
A su juicio, el “depósito iniciático y metafísico” del cristianismo se conservaba en la Orden del Temple hasta su disolución. Algunos templarios se habrían refugiado en Escocia, ingresando en la Gran Logia Real de Edimburgo. Allí transmitieron sus conocimientos, de donde pasaron a la masonería actual, percibiéndose su influencia en algunos grados de los ritos masónicos.
Esta interpretación no es asumida por los estudiosos masónicos, tachándola de antihistórica. Pero los discípulos de Guénon inciden en la importancia simbólica e iniciática del “mito”, más decisiva que su realidad histórica literal.
Para Guénon, la corriente iniciática de Occidente (expresión de la que denomina Gran Tradición Promordial, uno de cuyos reflejos sería el fondo común de todas las religiones o Unidad Trascendente de las Tradiciones), sólo es posible rastrearla en la Iglesia católica, que a su juicio ha perdido todo sentido esotérico (oculto), y la propia masonería. En ésta confluirían, siempre según Guénon, las tradiciones esotéricas occidentales: hermetismo (cuya expresión más conocida sería la de los rosacruces), el pitagorismo (estudios de geometría y arquitectura desde una clave esotérica), cristianismo y judaísmo.
En este contexto, la masonería constituiría una vía adecuada para el “trabajo” propuesto, de ahí que aprobara la creación de una logia de guenonianos dentro de la Gran Logia Nacional Francesa: La Gran Tríada.
René Guénon es un ejemplo de voluntarismo. Autor de una estructura teórica coherente, atractivo, sugerente, proporciona herramientas intelectuales para quiénes deseen forjarse una cosmovisión, “a la carta”, de cierta consistencia.
Hasta aquí hemos encontrado, pues, gran parte de los ingredientes “serios” de la “new age”.
Para un católico, el camino, la verdad y la vida tiene un rostro concreto: Jesucristo. Y un lugar preciso: la Iglesia católica. Ese rostro y ese lugar son una posibilidad para todo tipo de hombres, mientras que la “vía Guénon” sólo es posible para unos pocos.
De nuevo, la Iglesia es un espacio de racionalidad y humanidad, frente a la soledad propuesta por René Guénon y demás inspiradores de la “new age”.
Alfa y Omega, Nº 257, 26-IV-2001.
Reproducido en elobservadorenlinea.com, Nº 308, 3-VI-2001 (Méjico)
Reproducido en conoze.com, diciembre 2001.
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