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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Entrevistamos a Jesús Tanco Lerga: radiografía del catolicismo social español actual.

Una entrevista al seglar navarro Jesús Tanco Lerga, impulsor de múltiples iniciativas del asociacionismo social católico y, sin duda, uno de sus exponentes más cualificados.

 

Hemos entrevistado a Jesús Tanco Lerga, funcionario, escritor, periodista, historiador, fotógrafo…; impulsor de múltiples iniciativas actuales del asociacionismo social católico. Es, sin duda, uno de los seglares españoles con mejor y más amplio conocimiento de la realidad del catolicismo social.

 

 

Pregunta: Durante las últimas décadas no era posible hablar de “catolicismo social”, por considerarse, también en amplios sectores eclesiales, que se trataba de una realidad y un concepto obsoletos: así, la incidencia del hecho religioso debía limitarse a la intimidad de las conciencias individuales, sin ninguna trascendencia pública. En la actualidad, un nuevo tejido asociativo, muy variado en su procedencia y calado, viene desarrollándose, alimentado por la moderna Doctrina Social de la Iglesia. Conforme a su experto juicio, ¿en qué momento se encuentra el asociacionismo católico español?

 

Respuesta: Nos encontramos en un momento de desconcierto clarísimo. Se ha empobrecido  la red asociativa eclesial, ahora en que hay más motivos para luchar que nunca. Esa proyección social del catolicismo es imprescindible para ser sal y luz como nos pide el Evangelio. Las tentaciones del desaliento y de la resignación están cundiendo en amplios sectores nuestros y es necesario invertir la tendencia. Me refiero, claro está, al asociacionismo, a la proyección exterior de gentes normales y corrientes, de fieles rasos, no me meto con instituciones que la jerarquía de la Iglesia conforma.

 

 

P.: Desde la rica experiencia que le proporciona su absoluta implicación personal con la situación de la familia española, ¿considera que el movimiento asociativo familiar católico disfruta de buena salud?

 

R.: Al movimiento familiar católico actual, dada su trascendencia y necesidad, lo calificaría de raquítico, tímido y desorganizado. Dejando bien claro que de esta declaración reconozco la labor, el sacrificio y el mérito de los que están trabajando en él. Hay personas que están dejando la piel en ello. Me refiero, en esas calificaciones, a la proyección exterior. Hay instituciones o movimientos y no pocos, que en el plano de la formación y enriquecimiento cristiano y espiritual de sus miembros están haciendo una labor formidable.

 

 

P.: Una de las novedades acaecidas en los últimos años, imprevistas en buena medida, dentro del asociacionismo católico español, ha sido el nacimiento y desarrollo de las llamadas plataformas transversales (e-Cristians, Hazteoír.org y Foro Arbil, principalmente). ¿Qué valoración le merecen estas entidades, entendidas como nuevas vías de movilización ciudadana y participación política?

 

R.: Su labor es de descubrirse. Están trabajando mucho y bien.  El secreto para seguir progresando es que cada una mantenga su impronta fundacional, su espíritu, su línea propia y complementaria con las demás. Que no se busquen fórmulas artificiales para unirlas, estructuras carentes de contenido real que quieran absorberlas, y sí es muy necesario hacer cosas juntos, como en una orquesta o coro, unas veces lleva una la voz cantante y otras acompaña. Al final, cuando se hacen cosas juntos vienen formas de relación, e incluso, de representación conjunta ante determinadas instancias, que de modo natural irán cuajando.

 

 

P.: El predominio actual, en el Congreso de los Diputados, de una mayoría autodenominada progresista, manifiestamente contraria a los valores de la “cultura de la vida” y de la propia familia, ¿exigirá una próxima movilización de los católicos españoles en defensa del bien común?

 

R.: El Congreso de los Diputados tiene una composición curiosa. Una mayoría relativa socialista, apoyada por nacionalistas y radicales de izquierda, con un Partido Popular compacto que todavía está perplejo por la inesperada pérdida del poder. Del Congreso de los Diputados, como de los congresillos, parlamentos o dietas regionales, autonómicos o de las comunidades, como de las ordenanzas de los ayuntamientos donde no haya gente de valor y con ideas claras, se puede esperar cualquier cosa. Lo estamos viendo. Los católicos, ante todo, deben ser buenos católicos. Si lo son, el intervenir en la sociedad no es algo impuesto o de obligación, sino una exigencia de la propia fe, de la esperanza en que mejore el mundo, y de la caridad para el prójimo. Las mismísimas virtudes teologales. Hay que estar en lo que se celebra, es decir en nuestro mundo, participando como ciudadanos que somos, colaborando en las fórmulas de participación política que sean eficaces, pero ante todo compatibles con la Iglesia y los dogmas de nuestra fe. La Iglesia nos da mucha libertad para esa acción en lo público.

 

 

P.: La sociedad española, globalmente considerada, asume el modelo vital relativista-consumista dominante, a lo que contribuye la mayor parte de los medios de comunicación, la acción política y buena parte de los recursos educativos. Las obras sociales de la Iglesia, ¿pueden constituirse en alternativa creíble a esta mentalidad omnipresente? En el contexto que, de alguna manera, hemos descrito, la política, particularmente la desarrollada por los católicos, ¿puede ser un instrumento para la regeneración de esta sociedad?

 

R.: Las obras de la Iglesia, como todo lo relativo a esta santa y madre familia divina, están a otro nivel que las obras de los parámetros sociales humanos. Los católicos, como todos los ciudadanos mínimamente responsables o conscientes, que además contribuimos con impuestos a los presupuestos públicos, hemos de participar en lo público y contribuir a santificar la sociedad; si a esa labor de mejorar en virtudes al conjunto social le llamamos, regeneración, pues habrá que regenerar la sociedad. Por cierto, esta palabreja que tiene visos orteguianos, tiene un profundo significado en lo cristiano, por la Redención que nos regenera.

 

 

P.: Muchos católicos contemplan desde la sospecha a la participación política, en general, y a los políticos en particular; también a los políticos católicos. Pese a ello, creemos que puede detectarse, particularmente en algunos ambientes eclesiales concretos, un mayor interés por la política; ya sea a través de los partidos o de las plataformas transversales. Personalmente, ¿considera que existen suficientes espacios formativos y de encuentro, dentro de la Iglesia española, que apoyen a sus vocaciones por lo público?

 

R.: En la Iglesia muchos fieles carecemos de formación conveniente, desconocemos la doctrina social de la Iglesia, aceptamos como mejores las propuestas de personas claramente escoradas a posturas contrarias a la Iglesia, votamos a gentes que sabemos que en la acción política nos perjudican, somos incoherentes con lo que tenemos por cierto y bueno. Vamos, que hay que espabilarse de lo lindo. Fomentar, consolidar y crear donde no haya lugares de encuentro, de acción conjunta, y hasta diría de oracción (no es errata lo de las dos “ces”) es fundamental y urgente. A funcionar. Examen de conciencia y propósito…

 

 

P.: Un número creciente de cristianos se siente decepcionado por la práctica de los grandes partidos en contra de sus valores más queridos (especialmente el PP y CiU). Seguramente por ello, algunos se vienen decantando por nuevas formaciones políticas que, de momento, no han calado en la sociedad española. Es el caso del partido Familia y Vida. ¿Considera oportuna la presencia de este partido político?, ¿podría concebirse como la primicia de un nuevo espacio político?

 

R.: A mi que he participado en la fundación de tres partidos políticos,  UCD en Navarra, antes el Partido Socialdemócrata Foral de Navarra, UPN después de diciembre de 1978, me gusta que se creen partidos, que se trabaje en los partidos, que se revisen y mejoren sus programas, que se sigan las propuestas de sus portavoces y dirigentes. Creo que faltan partidos representativos en España, que el PP está sólo, en propuestas fundamentales, que se necesita algo para complementar al centro, como lo que es IU para el partido socialista. También hace falta que en el seno de los ambientes  nacionalistas haya secciones, o partidos que sean consecuentes con quienes quizá hace muchos años, seguían hasta límites integristas a la Iglesia católica. Ahora, en estos ambientes nacionalistas parece haber un ídolo, un tótem, que es su estado independiente, y para conseguirlo se sacrifican valores, se vota con los contrarios a la Iglesia en cuestiones de fe, el fin hace justificar los medios, una pena. En cuanto a Familia y Vida, el resultado electoral ha de hacer pensar a sus promotores de que o no se ha planteado bien, o los electores quieren partidos con respuestas globales y conjuntas  a los problemas sociales, como la inmigración, el terrorismo, la  economía… junto a los temas que inciden en los valores de orden superior como la familia y la vida.

 

 

P.: Destaquemos algunos hechos: la creación de nuevas universidades católicas conscientes de su identidad, los congresos anuales “Católicos y vida pública”, la constitución del Foro Español de la Familia, la acción de las llamadas plataformas transversales, la aparición de nuevos medios de comunicación, la constitución de la Compañía de la Obras de España... Estas realidades del moderno asociacionismo católico, ¿constituyen hechos aislados o, por el contrario, son la prueba de su revitalización? Los “nuevos movimientos eclesiales”, ¿desempeñan, en ello, un papel particular?

 

R.:  Bienvenidas sean las iniciativas aludidas, las que son similares, los medios de comunicación que se hacen eco de las mil iniciativas de orden social promovidas y sostenidas por personas físicas o jurídicas vinculadas a la Iglesia. Yo echo de menos aquella Acción Católica de mi juventud; fui responsable de la JEC (Juventud Estudiantes Católicos) en Navarra. No sé si ahora es factible aquella organización, pero en el caso de no serlo se debería sustituir de algo general, amplio, donde cupieran iniciativas y actividades bien arraigadas para la formación, para la práctica religiosa, para  la colaboración con otros sectores de la Iglesia más necesitados, y todo ello desde el papel secular, de fieles corrientes y molientes, pero organizados. Los nuevos movimientos, que están en el seno de la Iglesia, son todos buenos, positivos y aportan al rico panorama de comunidades dentro de la gran Comunidad eclesial, su específico papel. Ayudan a mejorar a mucha gente, y es la misión a la que Dios llama a algunos de sus mejores hijos. Ningún católico sin misión.

 

 

P.: El capítulo español, de la historia del sindicalismo y el cooperativismo agrario y de crédito, no puede concebirse sin la aportación y presencia de los católicos. No obstante, aparentemente, los católicos nos hemos retirado de tales ámbitos. Incluso la acción caritativa, antaño exclusiva obra de la Iglesia, está dando paso a la perspectiva laicista de muchas ONGs, cuestionándose ferozmente las razones y métodos empleados por las obras eclesiales. ¿Considera que es posible mantener, o retomar según los casos, en esos importantes ámbitos de la vida colectiva, la presencia misionera y la esperanza derivadas de la humanizadora experiencia cristiana?

 

R.: Lo que es más urgente,  es quizá conformar un sindicato que responda a los postulados de la doctrina social de la Iglesia. Es imperdonable para nosotros, que hayamos entregado a formaciones históricamente contrarias a la Iglesia, luego tácticamente aliadas con algún sector marcado de ella, ahora combatiendo claramente convicciones católica, que hayamos entregado, repito, muchas personas que lógicamente quieren la defensa de sus intereses laborales y profesionales, a los sindicatos llamados de clase, y que no son en muchos caso, más que otra forma de hacer política, y qué política. Algunos de estos sindicatos fueron promovidos, alentados o desarrollados en esta nueva era sindical, por católicos bienintencionados. Hay que tener un Solidaridad, unos Sindicatos Agrarios, unos Sindicatos Profesionales, como los había en la República- bien actualizados, lógicamente- y que ahí se vea la maravillosa doctrina social expuesta por los Papas contemporáneos. Hay sindicatos en profesiones más liberales o autónomas, con campo más reducido, que podrían integrarse ya. Insisto, un sindicato con fuerza y con convicciones, se necesita ya, que oriente hacia el empleo, que busque la justicia social sin odios ni resentimientos, que sea un modelo de relación en la empresa de la que forman parte además de los empresarios, los trabajadores.

 

 

P.: Su último libro, la biografía del periodista Manuel Aznar, abuelo del último expresidente del Gobierno, ¿qué respuesta está encontrando?, ¿qué le animó a realizar esta gran investigación?

 

R.: Estoy encantado de la respuesta del libro editado por Planeta y bien distribuido, las críticas de personas como Sergio Piera, Luis Monreal, Manuel Calvo Hernando, Fabián Estapé, José Javier Sánchez Aranda, auténticos especialistas cuando no maestros, en el periodismo me llenan de alegría. Ha merecido la pena dedicar una década de estudio a la persona y trayectoria profesional de Manuel Aznar Zubigaray, que con la formación de los seminarios de Pamplona y Madrid, además del buen ambiente familiar, y el complemento de otras instituciones, fue uno de los mejores periodistas del siglo XX en España y uno de los más hábiles diplomáticos.

 

 

P.: Navarra ha sufrido profundas transformaciones sociales y culturales en las últimas décadas, desdibujándose su profunda identidad popular católica. Conscientes de esta realidad, ¿puede, el catolicismo navarro, seguir realizando aportaciones de calado al conjunto de España?

 

R.: Navarra está compuesta por navarros, España por españoles, Europa por europeos. Necesitamos más y mejores navarros, españoles y europeos. Entonces mejorarán Navarra, España, Europa y el Mundo. Por cierto, es preciso integrar mostrando nuestros mejores nuestros valores a nuestros nuevos navarro-españoles, y desde España, dar mejor ejemplo a la gran familia de pueblos y naciones de Hispanoamérica y de Filipinas. ¡Qué pena! De la decepción que sienten muchos de nuestros hermanos de cultura y de fe viendo las cosas y acontecimientos que les llegan de España. Navarra tiene buenas raíces como el conjunto de España, y a pesar de alguna plaga que se ha instalado en alguna de sus ramas, el árbol resistirá, crecerá y dará mucho fruto.

 

 

P.: De todas las variadas iniciativas y entidades (literarias, políticas, Camino de Santiago, Amas de Casa, familiares…) en las que ha participado, como fundador, impulsor, etc., ¿siente particular predilección por alguna en particular?

 

R.: Me gustan todas…Cada una es distinta, pero encuentro en ellas muchas más recompensas que tiempo o esfuerzo haya podido dedicar. Sólo en el capítulo de buenos amigos que he hecho en ellas, bueno… Se me hace la boca agua. La pena es no tener más tiempo para ellas. Las obligaciones de Dios, de la familia y de la profesión condicionan todo.

 

 

P.: Nos gustaría terminar la entrevista con una pregunta personal, pues creemos pudiera ser de interés para los lectores. Para mantenerse fiel a la propuesta de la Iglesia, el apoyo de una concreta compañía humana parece imprescindible. Jesús Tanco, ¿se apoya en algún carisma o figura particular?

 

R.: Soy hombre eclesial. De familia y escuela pública  y cristiana  en la niñez, escolapia en el bachillerato, de la Universidad de Navarra, en la superior. Asisto regularmente a retiros de cooperadores o amigos de la Prelatura del Opus Dei, también a ultreyas de Cursillos de Cristiandad, a reuniones de la ACdP (Acción Católica de Propagandistas) en Pamplona, frecuento la Catedral de Pamplona y las enseñanzas del Arzobispo del que he tenido orientaciones estupendas, me siento también como de la familia benedictina –tengo dos hermanas de mi padre, monjas en Zaragoza-, de la teresiana de san Enrique de Ossó –otra tía- en la que participo en una ong, de la capuchina, no en vano tuve una tía que estaba muy cerca de la santidad en el convento de Tudela, en general frecuento conventos de clausura, hago las javieradas con unción, peregrino a Santiago, procuro confesarme a menudo, ir a misa, si puedo todos los días, hacer un rato de meditación-oración, no dejar el examen de conciencia y el ofrecimiento de obras, rezar esas cincuenta maravillosas avemarías ofreciendo cada misterio por cada uno de mi familia, por cada parte del mundo, cada avemaría por una provincia española –incluyo en dos andaluzas- a Ceuta y Melilla, y bueno, voy tirando por la vida. Quiero ser buen hijo de la Iglesia. En ella tengo los medios de formación y de acción  suficientes. Dios quiera que también pueda morir en su seno y preparar así la llegada al pórtico de la Gloria.

Perdona que me haya explayado

 

 

Muchas gracias.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica Nº 85, septiembre de 2004.

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