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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Conferencia en Zaragoza: “Orígenes del yihadismo marroquí y su proyección en Europa”.

El viernes, 10 de marzo de 2006, a las 20’00 horas, charla-debate en Zaragoza con la participación de Frrnando José Vaquero Oroquieta, escritor y Licenciado en Derecho.

 

Presentación a cargo de D. Patricio Borobio. Consejero Nacional de la Asociación Católica de Propagandistas.

 

Organizan: Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y Foro Arbil.

 

-       Lugar: Sala de Conferencias de Acción Social Católica (C/. D. Jaime, 33, pral.1º, 50001 – Zaragoza).

 

1.- Introducción.

 

Partiremos de desmitificar al supuesto “islam tolerante y abierto” que caracterizaría a Marruecos; tópico alimentado por la atracción que experimentan muchos occidentales por las cofradías sufíes, tan admiradas por la decadente New Age occidental, muy presentes allí, y por el papel conciliador jugado por el monarca, Comendador de los Creyentes.

 

El sufismo, de tanta influencia en el islam popular marroquí, no es una tendencia política. Espiritualista y tradicional, propone al musulmán una experiencia personal religiosa; llegándose, incluso, a un discutido misticismo sufí. Sus posturas políticas, cuando las tienen, son generalmente conservadoras, pero sin propugnar alternativas concretas. En época colonial, muchos sufíes encabezaron la resistencia frente a las respectivas potencias europeas. Marruecos fue un claro ejemplo de ello.

 

                Hassan II jugó inteligentemente muchas y diversas bazas políticas a lo largo de su reinado. Así, por ejemplo, en el plano interno potenció la presencia de grupos islamistas en las universidades al objeto de frenar a los entonces pujantes grupos de la extrema izquierda marxista-leninista; hoy prácticamente desaparecidos por completo. Por otra parte, trató de dividir al islam marroquí importando, especialmente desde la irrupción del rebelde Abdessalam Yassine, docentes extranjeros de religión islámica. De esta manera, el islam nacional sería contrarrestado por otras escuelas islámicas, lo que, en última instancia, reforzaría la carga de legitimidad religiosa del monarca.

 

Apenas hay cristianos en Marruecos, las conversiones al cristianismo se realizan en Francia. Y la legislación marroquí sigue penado duras penas para la apostasía.

 

Durante décadas se había considerado a nuestro vecino del sur, Marruecos, como un territorio inmune al yihadismo terrorista que eclosionaba en otros espacios geográficos musulmanes y, también, fuera del mismo.

 

Los atentados de Casablanca del 16 de mayo de 2003 (14 terroristas suicidas provocan la muerte de 45 personas y heridas en más de 60 en diversos atentados) y del 11-M de 2004, en España, nos han despertado abruptamente del sueño: la mayoría de sus autores eran marroquíes de procedencia social y de formación profesional e intelectual muy dispares.

 

2.- La reislamización marroquí.

 

En el proceso de islamización creciente de la sociedad marroquí deben destacarse las siguientes circunstancias.

 

2.1.               El antecedente más relevante del actual islamismo político lo encontramos en la formación fundada en 1969, entre otros, por Abdelkrim Mouti: Chabiba Islamiya (Juventud Islámica), cuya principal finalidad era la de contrarrestar a la extrema izquierda. Se fragmentó posteriormente en varios grupos, alguno de los cuales practicó el terrorismo. Los más moderados confluyeron en 1997, con otras formaciones, en el emergente Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), fundado inicialmente por un antiguo hombre del régimen, Adbelkrim El Khatib.
 
2.2.               El movimiento islamista Al Adl Wal Ihssane (Justicia y Espiritualidad) fue fundado en 1987 por Abdessalam Yassine, habiendo permanecido encarcelado o en arresto domiciliario durante casi tres décadas; si bien inició sus actividades públicas ya en 1973. Su hija, Nadia Yassine, es el rostro amable del movimiento, prodigando entrevistas a medios de comunicación de todo el mundo, en las que expone sin tapujos sus pretensiones: islamización de la sociedad, modernización y justicia social, eliminación del papel religioso del monarca, etc. Aunque ilegal, disfruta de bastante tolerancia, controlando según expertos, varios cientos de asociaciones sociales de todo tipo. No se trata de un movimiento propiamente político, empeñándose ante todo en labores sociales de islamización de la sociedad mediante su presencia en mezquitas, dispensarios, obras caritativas, asociaciones universitarias, etc. Afirman rechazar cualquier tipo de terrorismo, asegurando que los yihadistas no son buenos musulmanes. En cualquier caso, la reislamización de la sociedad marroquí sería incomprensible sin el activo papel de este movimiento polifacético y eminentemente popular.

 

2.3.               Otro movimiento que también jugó, por aquellos años, un papel relevante en la islamización marroquí fue Jamaat Addawa Wa Attablich (Sociedad para la Propagación y la Predicación del Islam), fundada por el paquistaní Mohamed Ilias, de línea igualmente islamista.

 

2.4.               En 1982, de la mano de Azzedine El Araqui, ministro del gobernante Istiqlal, se eliminó buena parte de la enseñanza de Filosofía, introduciendo numerosos Departamentos de Estudios Islámicos. Para ello se contrataron docentes procedentes fundamentalmente de Arabia Saudita (formados en el wahabismo) y de Egipto (en línea con los Hermanos Musulmanes). Todo ello produjo, años después, efectos imprevistos. No fue posible frenar la reislamización liderada por Yassine. Además, los islamistas, desplazaron a los marxistas, ocupando las universidades, la sanidad e incluso la abogacía.

 

2.5.               La guerra de Afganistán supuso la oportunidad para que varios cientos de marroquíes participaran en la yihad. Otros también, lo harían, en Bosnia y Chechenia. No menos de 400 de tales excombatientes se encuentran en libertad y en paradero desconocido. Unos 30 estarían encarcelados en Guantánamo. Esa es la conexión que explica la existencia de células yihadistas marroquíes vinculadas a Al Qaeda.

 

3.- Fuentes teológicas del yihadismo marroquí.

 

El yihadismo marroquí se nutre, pues, de tres fuentes doctrinales, como su expresión más radical:

 

1)                   El islam autóctono que encarna el citado Abdessalam Yassine. Rechaza el terrorismo pero lidera una reislamización apoyada en su extraordinaria labor social, subsidiaria de las enormes carencias estatales en servicios.

 

2)                   El movimiento de los Hermanos Musulmanes, fundado por el egipcio Hassan Al Banna (1906–1949), es una organización muy estructurada y activista, que arraigó inicialmente en Egipto; pero también en Siria, Palestina y otros países musulmanes. A su entender, la Umma (Comunidad de los Creyentes) es una sola nación que debe retornar a las enseñanzas originales del islam si quiere recuperar su grandeza. A su muerte le sucedió Sayed Qutb, ahorcado en 1966 por subversión. Consideran que el islam contiene un completo repertorio de soluciones a los grandes problemas de toda época. Aseguran que para la aplicación de su programa islamista es inevitable una revolución política. Los Hermanos Musulmanes fueron perseguidos, en Egipto, por Nasser y sus sucesores. En Siria también sufrieron una gran persecución de la mano del fallecido presidente Assad y su partido socialista panárabe Baas. Los Hermanos Musulmanes desautorizan, como regla general, el terrorismo, particularmente el perpetrado el 11-S y el 11-M. No obstante, pueden llegar a justificar, y de hecho se muestran muy comprensivos, con los actos terroristas perpetrados contra intereses israelíes; pues consideran que se trata de actos de legítima defensa en un contexto de injusta opresión generalizada.

 

De los Hermanos Musulmanes nació otra corriente más radical, si cabe. Nos referimos a Takfir wal Hijra (Excomunión y exilio). Se trata de una escuela que se fundó hacia 1975 de la mano del ingeniero egipcio Choukri Ahmed Mustapha, discípulo radical del mencionado Sayed Qutb. Este grupo propone abandonar la actual sociedad descreída y sustituirla por la sociedad de los salaf (antepasados, quienes, idealizados, encarnarían el auténtico y primigenio islam). Prohíben que sus miembros se integren en la función pública, el servicio militar o en la enseñanza pública. Tampoco participan en las mezquitas oficiales, por lo que acuden a las clandestinas en grupos de una docena como máximo de miembros dirigidas por un emir, al fin de salvaguardar su clandestinidad. Este grupo, nacido inicialmente en Egipto, se extendió por el norte de África y también entre las comunidades musulmanas de Europa, propiciando la creación de auténticas “islas musulmanas” que prefiguran, de alguna manera, la futura sociedad de los salaf. En cualquier caso, se trata de una interpretación más radical de la corriente de la que inicialmente surgió.

 

3)                   El wahabismo nace en la península arábiga en el seno de la escuela jurídica  hanbalí, la más rigurosa del sunismo, de la mano de Mohamed Ibn Abdul Wahhab (1703–1787). Coaligado con la familia Saud, se implanta ya en sus orígenes en el territorio que ocupado actualmente por Arabia Saudita. Sus creencias principales son: sólo Alá es digno de adoración; las visitas a tumbas de sabios y santos musulmanes son ajenas al verdadero islam (de lo que se deriva su profundo rechazo de las prácticas sufíes); la introducción de nombres de santos musulmanes en las oraciones equivaldría a incredulidad; cualquier creencia ajena al Corán, la Sunna, o a las deducciones de la razón, equivale a la incredulidad, lo que debe ser castigado con la muerte; cualquier interpretación esotérica también se asimila a la incredulidad.

 

El wahhabismo entronca en la gran corriente salafiya que promueve la renovación islámica; de la que surgen los diversos movimientos reformistas. De esta forma, reformismo, integrismo, radicalismo, fundamentalismo y yihadismo, sin ser conceptos análogos, en buena medida coinciden. Los reformistas afirman que únicamente la aplicación de la sharia (ley islámica que regula vida pública y privada de todo musulmán, política y sociedad) garantiza el orden moral de la comunidad de los creyentes. Así, todo gobierno sería contrario al espíritu musulmán, mayormente los de inspiración occidental. Por su parte, sí serían auténticos gobiernos islámicos los de los cuatro primeros califas, conocidos como “los que caminan por el camino recto”.

 

El wahabismo también ha generado sus propias expresiones radicales. No obstante, predomina un sector mayoritario, dentro del rigorismo que le caracteriza en cualquier caso, y vinculado a la Casa Real saudí, que rechaza al terrorismo yihadista, frente a otro sector muy radical, el yihadista. El rostro más conocido de este último es, sin duda, el de Osama Ben Laden, si bien existe todo un plantel de predicadores por todo el mundo que, desde análogos postulados, llegan incluso a desautorizar a las autoridades wahabitas oficiales.

 

Por lo que se refiere a Marruecos, Takieddine Al Hilali fundó una organización wahabita, ya en la década de los 70 del pasado siglo, denominada Dour Al Quran (Casa del Corán). También pervive otra organización wahabita marroquí fundada por Mohamed Maghraoui: la Asociación para la Predicación del Corán y la Sunna. De tales grupos nacieron, a su vez, otros más radicalizados, formando parte de los mismos tanto propagandistas y oradores muy populares en algunas mezquitas de las grandes ciudades de Marruecos, como grupos terroristas de la constelación yihadista.

 

4.- El islamismo en la política activa: el PJD.

 

Y no olvidemos el último factor relevante del islamismo marroquí: su irrupción, voluntariamente frenada, en la política institucional de la mano del Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD), cuyo modelo es el homónimo turco del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, y que, para muchos observadores, ya sería, incluso, la primera fuerza política. Este partido afirma aceptar el juego democrático y rechaza ser calificado como islamista, aunque sí reconoce basarse en presupuestos musulmanes. No es una entidad homogénea. Fundado por un antiguo ministro de Hassan II, coexiste en su seno también una corriente mayoritaria más radical, propiamente islamista, el Movimiento de la Unificación y la Reforma (MUR). No obstante, defiende una democracia islámica, moderna, sin cuestionar la figura del monarca; lo que le diferencia de las posiciones de Abdessalam Yassine. Incluso algunos observadores lo califican más como un partido conservador y nacionalista que propiamente islamista radical.
               
                El PJD mantiene su propia organización sindical, la Unión Nacional Marroquí del Trabajo (UNMT), especialmente potente en enseñanza, sanidad y administración pública.

 

                Por su parte, la histórica Unión Nacional de Estudiantes de Marruecos (UNEM) ya está controlada por militantes islamistas. Incluso los colectivos de abogados más influyentes y activos de Marruecos comparten los mismos presupuestos doctrinales.

 

5.- El Grupo Islámico Combatiente Marroquí.

 

                En la historia del terrorismo marroquí, destacaremos tres entidades.

 

1)       Chabiba Islamiya (Juventud Islámica), cuya principal finalidad era la de contrarrestar a la extrema izquierda. Se fragmentó posteriormente en varios grupos, alguno de los cuales practicó el terrorismo.

 

2)      El grupo Asserate Al-Moustakine (El Camino Recto), que perpetró hacia el año 2002 dos decenas de asesinatos sectarios en Marruecos, hasta su desarticulación policial, habría estado formado, según diversos autores y fuentes periodísticas, por militantes takfiros.

 

3)       Tal vez, el grupo terrorista marroquí más conocido sea el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), supuestamente implicado en los atentados de Casablanca y Madrid. No está del todo aclarada su génesis. Para unos es fruto de la experiencia yihadista afgana. Para otros es un producto de la escuela tafkir. Incluso se ha afirmado que es un grupo muy infiltrado por determinados servicios de información estatales. En cualquier caso, ha sido su manifestación más mortífera y partícipe de las tramas diseñadas por Osama Ben Laden. Un dato importante: Richard Labévière, redactor jefe de Radio France International, ha afirmado que la mayoría de implicados en los atentados del 11-M en España participaban del credo tafkir. El GICM se trata de uno de los fenómenos terroristas más sorprendentes, pues fue desarticulado completamente en Marruecos a raíz de los atentados que perpetró en Casablanca el 16 de mayo de 2003 (14 terroristas suicidas provocan la muerte de 45 personas y heridas en más de 60 en diversos atentados) y que eran su primera acción; lo que además contribuyó a frenar el crecimiento del PJD, pues limitó su presencia electoral a un tercio de circunscripciones electorales al objeto de no alarmar a los “poderes fácticos”. Todo ello alimentó cierta leyenda en torno a la posible infiltración con carácter provocador de algún servicio secreto estatal. En cualquier caso, al parecer, sobrevivió su estructura en Europa, que serviría, solapándose de diversas redes puramente delictivas (tráfico de drogas, dinero, personas), de base para los atentados del 11-M en Madrid, captación de combatientes para la yihad en Irak (más de 80 sólo en España), y diversas tareas de aprovisionamiento, financiación, etc. El 19 de diciembre de 2005, el periodista José María Irujo publicó en el diario El País un extenso reportaje en torno a la naturaleza y presencia en España del grupo Takfir wal Hijra, destacando especialmente la apertura de 6 de sus mezquitas (4 en Barcelona y 2 en Valencia); así como que la mayor parte de los autores de los atentados del 11-M compartían ese credo. Irujo afirmaba, igualmente, que informes de los servicios secretos franceses definen al grupo, nada menos, que como «el núcleo logístico de la mayoría de los grupos terroristas islamistas que actúan en Europa».
6.- Conclusiones.

 

En base a todas las informaciones disponibles sobre la realidad del islam español apuntan hacia su extraordinaria fragmentación interna y a la existencia de luchas intestinas por su control. Esa situación no facilita la inmunidad de este heterogéneo cuerpo social frente a las doctrinas más radicales del islamismo; a lo que se le suma la movilidad física de muchos inmigrantes, el carácter étnico de algunas de esas entidades y su notable hermetismo.

 

No puede hablarse de un único islamismo marroquí, del que nacen como expresiones especialmente radicales los grupos yihadistas: diversas escuelas; expresiones puramente religiosas junto a otras sociales e, incluso, explícitamente políticas. Se entremezclan, pero en ocasiones las discrepancias son extremas, hasta llegar a “excomuniones” y enfrentamientos.

 

La realidad marroquí del islamismo nacional, por tanto, es cambiante y en buena parte inédita para Occidente. Pero, en cualquier caso, presenta suficientes interrogantes y potenciales riesgos para la estabilidad política de su área geopolítica, a causa de su posible impacto en la orilla sur del Mediterráneo y en el flanco sur de Europa, por lo que conviene seguirla muy de cerca.

 

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