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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

“Contra la balcanización de España” (La Esfera de los libros, S.L.).

Pío Moa. “Contra la balcanización de España”. La Esfera de los libros, S.L. Madrid. 2005. 217 pp.

 

 

 

El historiador Pío Moa está tomando la palabra, en la ágora nacional, con determinación; no en vano, asegura, la democracia y la convivencia españolas sufren una agresión sin precedentes que únicamente puede acarrear sufrimientos innecesarios.

 

 

Pío Moa, especialmente conocido en su faceta de concienzudo historiador, pero también como polemista crítico e independiente, lanza con su reciente libro, una voz de alarma: la democracia española atraviesa una profunda crisis. Y los principales responsables de la misma serían, a su juicio, los movimientos secesionistas de los nacionalismos vasco y catalán, así como un terrorismo islamista que ha logrado trastornar el rumbo del país. A todos ellos les unirían varios objetivos comunes: destruir la unidad y la democracia españolas (según recoge en la página 20 del libro que reseñamos). Pero, en esta labor disolvente, contarían con cierta aquiescencia de la izquierda española.

 

 

Nos encontraríamos, así, en una paradójica situación: valores generalmente enarbolados por la izquierda “progresista”, como son la igualdad ante la ley, el pluralismo y la fraternidad, habrían pasado, merced a semejante deslizamiento, a ser patrimonio del denostado y demonizado nacionalismo español. Pero Moa, ahí, matiza. Se trataría no tanto de un nacionalismo cerrado, excluyente y totalitario, sino de un verdadero patriotismo liberal extremadamente respetuoso con la diversidad intrínseca de las Españas.

 

 

El patriotismo español sería, para muchos, la fuente de todos los males; y los nacionalismos disgregadores, por el contrario, la fotografía de un futuro mejor y sin tensiones... Pero, tal concepción olvida que, según nos recuerda Moa, “... la aportación nacionalista ha consistido sobre todo en crear problemas innecesarios, perturbar la convivencia y socavar las libertades: en suma, ha contribuido a las convulsiones del siglo XX, junto a los movimientos revolucionarios que han hecho fracasar por dos veces la democracia”.

 

 

La izquierda española, particularmente la encabezada por Rodríguez Zapatero, estaría iniciando una segunda Transición, pero ¿hacia dónde? Ya sabemos, eso sí, lo que pretenden los secesionistas: una nueva Constitución que ampare la independencia, de hecho, del País Vasco y Cataluña, apenas maquillada con alguna retórica formulación común. Por ello, es dramática la pérdida de la conciencia histórica por parte de una izquierda que está renunciando a su tradición política, en lo que tiene de integradora de los pueblos de España.

 

 

Dar cancha a los terroristas es muy peligroso, nos recuerda por otra parte Moa. Lo que para Rodríguez Zapatero son manifestaciones de “buen talante”, para los terroristas son muestras de debilidad y, por lo tanto, cuña con la que arrancar más y más exigencias. Por ello, ya que la presente batalla política se plantea, ante todo, en el terreno de la opinión pública, es necesaria una movilización ciudadana que defienda las bases políticas que le han permitido alcanzar niveles nunca conocidos de bienestar económico, libertades individuales y públicas, y seguridad jurídica: la concepción democrática de una España plural que parte de la realidad y de la verdad histórica.

 

 

Moa vuelve a sorprendernos. A su juicio, los regeneracionistas incurrieron en el mismo mal que nacionalistas e izquierdistas desmemoriados: una interpretación ideológica e irreal de la Historia de España. Y es que, nuestro autor, de esta manera mete el dedo en la llaga de tantos males contemporáneos. Las ideologías, particularmente las totalitarias, interpretan la realidad; en lugar de asumirla como un hecho verídico sobre el que asentar una convivencia colectiva y un destino compartido.

 

 

Ya hemos comentados, en otros espacios, diversos libros de Moa. Siempre nos ha impactado su libertad, independencia y rigor como investigador. Pero esos frutos no nacen de un voluntarismo apriorístico. Ello brota de una percepción de la realidad sin filtros que la distorsionen. Por el contrario, España, la visión de España, está siendo distorsionada sin piedad. Algunos han inventado diversas imágenes de España que no corresponden en absoluto con la realidad: así, Al Ándalus sería el mejor ejemplo de una sociedad tolerante, desarrollada y abierta. Pero la anterior, al igual que otras recreaciones de nuestro pasado y muchos proyectos sobre nuestro futuro, son más un fruto del prejuicio ideológico y de los propios gustos, que de la clara percepción de una verdad tozuda que los desmienten.

 

 

Así estamos. Si todo es relativo, no importa la Historia, ni el pasado, ni la realidad: prevalece, por encima de todo, el propio deseo, el proyecto ideológico y cualquier “moda”. Pero, lo más dramático de esta situación no es sólo el autoengaño en que muchos caen, sino la distorsión de la convivencia y la irresponsable negación de unas razones que facilitaron nuestro devenir colectivo. Todo ello violentado, además, por la pretensión de encaminarnos, se quiera o no, en un dirección desconocida que, si miramos a otras experiencias análogas de nuestro pasado (las crisis de 1923 y 1936), sólo puede presagiar calamidades y sufrimientos innecesarios.

 

 

 

El Semanal Digital, 23 de abril de 2005

 

 

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