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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

“El islamismo contra el islam. Las claves para entender el terrorismo yihadista” (Ediciones B, S.A.).

Gustavo de Arístegui. “El islamismo contra el islam. Las claves para entender el terrorismo yihadista”. Ediciones B, S.A. Barcelona. 2004. 394 pp.

 

La célebre y especialmente cuestionada “teoría del choque de las civilizaciones”, lanzada por Samuel Huntington, ha encontrando unos inesperados y entusiastas seguidores: los islamistas yihadistas.

 

En el proceso de “descivilización” que sufre Europa, expresión empleada por Dalmacio Negro en su reciente e imprescindible libro Lo que Europa debe al cristianismo (Unión Editorial, Madrid, 2004), conforme el criterio de muchos bienpensantes progresistas, el islam encarnaría una admirable civilización tolerante, humanista, liberadora… Pero esta acrítica perspectiva es desmentida por la verdad de la historia y por una inquietante actualidad marcada por el terrorismo islamista. ¿Cómo encajar entonces, con tan benévola mirada, los atentados del 11 S y 11 M?

 

Sólo es posible una explicación ante la actitud anterior: interesa, al estrecho cálculo de algunos, potenciar al islam en tanto con ello se debilita al cristianismo. Semejante perspectiva, discutible cuanto menos, debilita la capacidad de respuesta de Europa. En la actual situación, que nos presenta entre otros nuevos retos, un evidente desafío terrorista islamista, se precisan análisis certeros, diagnósticos correctos, y propuestas realistas; lo que desde una mitología progresista políticamente correcta, cuajada de temores y complejos, ello no parece posible.

 

El islamismo yihadista nace del islam conservador, aunque no se identifica necesariamente con él. En ello insiste Gustavo de Arístegui a lo largo de toda su obra, un texto necesario y urgente que sistematiza una notable base documental imprescindible para afrontar, desde el conocimiento y el análisis, la verdadera entidad del reto islamista y sus relaciones con el conjunto del islam. Con esta voluntad, además de una introducción, divide su libro en diez capítulos: introducción al islam, el islamismo tradicional, sus bases ideológicas, causas y excusas de su aparición y expansión, el islamismo moderno, el funcionamieno de Al-Qaeda y el Frente Islámico Mundial, modus operandi de las células y comandos islamistas, su financiación, el islamismo en España y, por último, escenarios y conclusiones. El de las “causas y excusas” es uno de los más sugestivos del texto. La pervivencia en la memoria colectiva musulmana de diversos agravios históricos (el pacto Sykes-Picot de 1916, por ejemplo), injusticias enquistadas (la guerra de Chechenia, la situación palestina…), fracasos políticos (de los diversos regímenes de los países musulmanes), percepciones desfiguradas de su propia identidad y de la naturaleza de Occidente (victimismos y nostalgias), etc.; todo ello no invita al optimismo. Así, el resquemor del islam hacia Europa persistirá, sin duda, alimentando nuevas generaciones de yihadistas. Su largo texto se completa con gráficos, anexo documental, relación de páginas web, bibliografía y un glosario.

 

Europa debe mirar esta realidad de frente y con los ojos abiertos: el reto planteado es total. No en vano, el islamismo yihadista pretende no sólo derrocar a los regímenes musulmanes juzgados por ellos mismos como “impíos”, sino recuperar todo territorio que en algún momento de la historia fue musulmán y, en última instancia, la islamización de todo el mundo. Y para tal empresa, sus líderes no admiten barreras morales de ningún tipo: todo está permitido. Cualquier modalidad de agresión terrorista, en consecuencia, puede ser imaginada, planificada, intentada… y justificada.

 

El autor insiste en otra idea: el islamismo yihadista no es el islam. Es más, ambos son, esencialmente, opuestos entre sí. Esta teoría, no obstante, encuentra una dificultad cierta: en gran parte del mundo musulmán, teológicamente hablando, predomina, ya sea en el sunnismo o en el chiismo, una orientación conservadora que comparte muchos de sus presupuestos básicos con el islamismo yihadista; no encontrándose siempre nítidamente trazada su frontera.

 

En tales circunstancias, ¿existe alguna fórmula que facilite una respuesta, frente al terrorismo islamista, desde el propio islam, que pueda ser potenciada desde los países democráticos y pluralistas? Para Gustavo de Arístegui esta posibilidad pasa por la democratización y la progresiva apertura de los regímenes políticos musulmanes. Pero, no lo olvidemos, esos conceptos generalmente valorados como deseables (democracia, tolerancia, derechos humanos…) y en buena medida destilados desde el cristianismo, poco significan para la inmensa mayoría de musulmanes: no en vano, en el islam no ha irrumpido ningún episodio histórico o teológico de significado análogo a lo que supuso para el cristianismo la Reforma protestante, conforme el deseo de algunos intelectuales. Para el islam, política, sociedad y religión, forman un todo único; y teológicamente, difícilmente podría ser de otra manera. Entonces, ¿cómo puede, el islam, frenar a sus radicales violentos? Tal vez habría que explorar la vía propuesta por Massimo Introvigne, experto en nuevos movimientos religiosos, quien afirmaba el pasado 5 de noviembre, en declaraciones recogidas por la agencia ZENIT, que “La alternativa al fundamentalismo no es el Islam progresista sino el conservador”. Y, la suya, parece ser una propuesta realista que no pretende violentar al islam desde los prejuicios laicistas occidentales. Por lo tanto, esas sociedades deberán explorar su propio camino; una senda que procure evitar al nihilismo y relativismo que configuran nuestra insegura Europa. En este contexto, alcanza particular trascendencia la experiencia política liderada por el primer ministro turco, el islamista conservador Recep Tayyip Erdogan.

 

Pero, para que lo anterior prospere, mucho debe cambiar, y no sólo en el islam. Europa debiera intentar prescindir del tamiz distorsionador de la ideología progresista anticristiana que todo lo mediatiza. Sin un decidido ejercicio de fidelidad histórica, desde una firme identidad colectiva, restaurador de su alma y moral, no será posible oponer, al reto islamista, alternativas vitalmente atractivas y realistas.

 

Mientras tanto, España seguirá en primera línea de las miras yihadistas: el recuerdo de Al Andalus es una herida sangrante para ellos. Si antaño formó parte de la umma, debe retornar a la misma, aseguran. Aunque nos empeñemos en mirar hacia otra parte, los españoles no podemos quedar al margen de esta realidad impuesta.

 

Gustavo de Arístegui ha elaborado un buen producto que responde adecuadamente a la urgencia de la temática, circunstancia que se refleja en ciertas reiteraciones y en su estilo; pero que no empaña su gran mérito: mirar al islam con realismo, profundidad, sin falso optimismo y, también, con humana simpatía.

 

El Semanal Digital, 25 de diciembre de 2004

 

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