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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

“1934: Comienza la Guerra Civil. El PSOE y la Esquerra emprenden la contienda” (Ediciones Áltera, S.L.).

Pío Moa. “1934: Comienza la Guerra Civil. El PSOE y la Esquerra emprenden la contienda. Prólogo de Stanley G. Payne. Coordinación general: Javier Ruiz Portella. Ediciones Áltera, S.L. Barcelona. 2004. 376 pp.

 

 

Pío Moa divulga, con su nuevo libro, una de sus tesis más polémicas: la guerra civil española empezó en octubre de 1934 de la mano de un PSOE bolchevizado.

 

Profundo disgusto habrán sufrido los “mandarines” de la historiografía “oficial” y “políticamente correcta”. Pío Moa vuelve a presentar, ante los lectores españoles, un nuevo trabajo en el que insiste con una de sus tesis más queridas y trabajadas: la guerra civil española se inició, realmente, en octubre de 1934, con la insurrección armada de un PSOE bolchevizado y una Esquerra enloquecida.

 

Pero, aunque el tema, crucial para entender muchos sucesos posteriores, ya lo trató en otros textos (particularmente en Los orígenes de la Guerra Civil española, Ediciones Encuentro, Madrid, 1999), en esta ocasión su enfoque es, en alguna medida,  distinto. Ante todo aclarar que se trata de un libro de carácter divulgativo muy sencillo de leer; facilitado por la inexistencia de notas a pie de página. Por otra parte, incorpora un precioso material documental, que ocupa más de 150 páginas, avalando sus polémicas afirmaciones.

 

Javier Tusell acusó al historiador reseñado, en su día, de recurrir a discutibles fuentes secundarias. Para desmentirlo, el material aportado parece incuestionable: demoledores artículos facsímiles procedentes de Renovación (órgano de las Juventudes Socialistas), El Socialista, La Humanitat (de la Esquerra), El Debate (católico de derechas, legalista y moderado); reseñas de discursos incendiarios de Largo Caballero; implacables fragmentos de actas de reuniones del Comité Nacional de la UGT socialista que reflejan, sin lugar a dudas, la deriva revolucionaria del sindicato y el descabalgamiento, de su dirección, de Julián Besteiro y los moderados; reportajes, sobre el terreno, de los hechos revolucionarios publicados en Estampa.

 

“Las Juventudes Socialistas dicen: El proletariado no se movilizará por conquistas parciales más o menos ambiguas, por huelgas condenadas al fracaso en esta República de terror blanco, por reivindicaciones de tipo pequeñoburgués y sentimental. El proletariado se movilizará tan sólo ante esta consigna concreta: Por la dictadura de clase, por la insurrección armada, por el Poder” (Renovación, 4-8-1934). Este texto, reproducido en la página 266 del libro, no se limitó, en su día, a ser una irresponsable bravata de meras pretensiones tácticas. Era uno de tantos textos con los que, de manera clara y diáfana, se empujaba a los militantes socialistas a emprender el camino de la insurrección armada y la conquista revolucionaria del poder, con el objetivo alcanzar el comunismo utópico final, mediante la violencia implacable desplegada por la dictadura del proletariado. Pretensión, la anterior, completamente alejada de una supuesta defensa del orden republicano, ante una presunta provocación derechista, tal y como son justificados, tales sucesos, por algunos historiadores.

 

La Esquerra y Lluís Companys -homenajeado el pasado viernes 15 de octubre en Barcelona por el ejecutivo catalán con ocasión del 64º aniversario de su muerte- son los otros grandes protagonistas del golpe revolucionario. Tal vez, por ello, Pío Moa, movido por un incuestionable afán por la verdad histórica, ha denunciado recientemente, en los diarios Libertaddigital.com y La Razón, la falsificación histórica sobre la que quieren construir su proyecto de sociedad, los herederos políticos de ambas fuerzas –en alguna medida- en singular interpretación de su verdadero papel. Optaron por el golpe revolucionario y, pese a ello, intentaron arrogarse la fiel custodia de una legalidad republicana que despreciaban y que acataron, en su día, como vía rápida para la consecución de sus objetivos totalitarios. Semejante mentira histórica ha sido resucitada –otra vez- con irritante persistencia. Por ello el libro es tremendamente actual… y necesario.

 

Pero Pío Moa no se limita a describir la crisis de octubre. Para entenderla se precisaba enlazarla con los más relevantes acontecimientos históricos, anteriores y posteriores, de la época. Por ello, también escribe sobre las otras rebeliones organizadas contra la República, realiza precisiones en torno al alcance real de la represión ejercida sobre los revolucionarios, y describe la creación artificial de un ambiente propicio a la guerra civil que desembocó finalmente en su reanudación en julio de 1936.

 

En este contexto, de dolorosa actualidad, se precisa una catarsis en algunos medios políticos. Ciertos partidos políticos -PSOE, ERC y PCE, entre otros- deben revisar su pasado histórico y, al menos, no persistir en falsificaciones históricas que, únicamente, pueden envenenar la convivencia social española generando unas tensiones innecesarias. El PSOE está marcado, históricamente, por la tentación totalitaria; tal vez de ahí procedan esos renovados afanes suyos por el control de la sociedad civil desde el poder político, cultural y mediático, y el correspondiente acoso a las identidades colectivas no asimilables a su proyecto.

 

Pío Moa, al denunciar las vacías descalificaciones sufridas por sus textos, siempre ha reclamado, a sus detractores, datos e informaciones que rectifiquen los recogidos en sus obras, como condición imprescindible para un debate serio. Pero, paradójicamente, el silencio ha sido la principal respuesta a su propuesta, cuando no los insultos. Un debate científico es necesario también en torno a estas cuestiones. Es una exigencia lógica y racional. De momento, no lo ha conseguido. ¿Será distinto en esta ocasión?

 

 

El Semanal Digital, 5 de noviembre de 2004.

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