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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Claves de la política navarra.

Nacionalistas vascos, abertzales, vasquistas, napartarras, navarristas, foralistas, españolistas… tales términos son las principales etiquetas manejadas, habitualmente, para informar de la realidad política y social de Navarra. Veámoslos con cierto detenimiento.

 

Navarros y vascos.
            Para muchos españoles, no digamos ya entre numerosos visitantes extranjeros, navarro y vasco son términos sinónimos. Sin embargo, tal percepción es producto de una notable confusión; buscada en buena medida. Históricamente, los territorios de la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral de Navarra se integraron en el proyecto común español, configurándolo en buena medida, pero siguiendo su propio camino y calendario. Culturalmente, los ingredientes vascos son fundamentales para la identidad de Navarra, pero no de forma exclusiva ni uniforme en toda su diversa extensión territorial y calado cultural. Jurídicamente, ambas comunidades disfrutan de regímenes con peculiaridades propias no asimilables. Incluso geográficamente, nada tiene que ver la extraordinaria variedad paisajística y climatológica de Navarra, con la del reducido territorio vasco. ¿Dónde está, entonces, el origen de la confusión? En estos artículos intentaremos exponer algunas claves necesarias para comprender las raíces de la cuestión.

 

 

Sociología política navarra elemental.
Navarra siempre ha estado en el centro de la estrategia del nacionalismo vasco. Incluso algunos de sus precursores e ideólogos, nacieron en esta tierra. Pese a su aparente estabilidad actual, las pretensiones soberanistas del plan Ibarretxe, las continuas manifestaciones nacionalistas convocadas en Navarra, algunos zarpazos del terrorismo etarra que han golpeado a hombres de esta tierra, y la constitución de la coalición electoral nacionalista Nafarroa Bai; ponen en evidencia la persistencia de una situación plural, compleja y, para algunos, abierta. En este contexto, ¿cuál es la realidad política de Navarra?
Navarra goza en la actualidad de una razonable estabilidad política, de un indudable bienestar social y de un notable crecimiento económico. Ya se superaron los tiempos –la transición- en que el desconcierto y la incertidumbre marcaron a sus gentes. Es entonces, en plena transición, cuando el PSOE de Navarra se desvinculó del de Euskadi, optando sin lugar a dudas por la plena autonomía de Navarra, al igual que la fenecida Unión de Centro Democrático, dando la espalda al proyecto nacionalista vasco. Así se salvó la particularidad de Navarra mediante su articulación diferenciada, dentro del nuevo “Estado de las Autonomías”, como una Comunidad Foral provista de una fuerte identidad. Los temores a una anexión traumática de Navarra por la naciente Euskadi se despejaron progresivamente, pese a contemplarse la posible revisión legal de su situación en la Constitución española (la Disposición Transitoria Cuarta, que establece un procedimiento para su integración en la Comunidad Autónoma Vasca, pero no para su salida de la misma), lo que provocó el voto negativo de algunos sectores del navarrismo político y el positivo de la mayoría.
Desde entonces, su particular “status” se ha consolidado, y la viabilidad económica e institucional de Navarra se han afirmado. Sus indicadores económicos son magníficos, encontrándose a la cabeza del desarrollo español, con un crecimiento superior a la media de la CEE. Y la posibilidad de integrarse en la vecina Comunidad Autónoma Vasca, desvanecida en su día, no se ha planteado de forma realista en los últimos 5 lustros, pese a la persistente campaña cultural y política del nacionalismo vasco desarrollada sin desmayo en todos estos años.
Un partido regionalista hermanado con el Partido Popular (éste no existe como tal en Navarra), Unión del Pueblo Navarro (UPN, en lo sucesivo), detenta en la actualidad el gobierno de la Comunidad y muchas de las alcaldías navarras. El principal partido de la oposición, el PSOE, mermado en votos por los escándalos Urralburu y Roldán, con un liderazgo sin afianzar en la actualidad, ha mantenido una relación aceptable con el anterior, al igual que el sindicato mayoritario en Navarra, la Unión General de Trabajadores.
La escisión, espectacular en su día, sufrida por UPN de la mano de quien fuera presidente del Gobierno de Navarra, Juan Cruz Alli, y que originó la formación de un nuevo partido, Convergencia de Demócratas de Navarra (CDN), mantiene, con avances y retrocesos puntuales, cierta incidencia y representatividad que en algunos momentos han sido decisivas.

 

Izquierda Unida ha intentado ganar peso y constituirse en el referente de la izquierda no socialista en la Comunidad Foral, beneficiándose de la larga crisis del PSOE, pero, haciendo balance, aunque lo logró en el pasado, vemos que está muy lejos de obtenerlo en la actualidad. La coalición de Llamazares hace lo que puede para mantenerse en votos y nivel de representatividad, no siendo ajena su sangría a la experimentada en el resto de España.

 

            El nacionalismo vasco, en su conjunto, no ha cesado en ningún momento de materializar un auténtico aluvión de iniciativas de todo tipo; siendo un esfuerzo no proporcional a su representatividad real. Con todo ello busca, a medio o largo plazo, un posible vuelco electoral que permita una revisión, de la actual situación, favorable a sus tesis.

 

El gran factor distorsionador de la política navarra ha sido Batasuna. Con un electorado que dobla en número al de EA y PNV sumados, pero muy lejos del PSOE y no digamos ya de UPN, ha realizado una labor institucional que rozaba la contestación antisistema. Al margen de esas discutibles actitudes, la sombra que siempre le ha acompañado, en todo caso, ha sido el temor que arrastran sus porosas relaciones con la banda terrorista ETA.

 

Y la estrella, dentro del panorama nacionalista, es su formación más joven, Aralar (nacida como tendencia interna y, posteriormente, escisión de Batasuna), la más votada de ese espectro y locomotora de la nueva coalición Nafarroa Bai.

 

            Nacionalistas vascos y navarristas coinciden en los mismos ámbitos humanos: en la vida cotidiana social y familiar, y en la gestión de los asuntos públicos en función de su representatividad (en los ayuntamientos, en el Parlamento, en múltiples asociaciones…). Sin embargo, la presencia de los nacionalistas siempre se hace notar, al caracterizarse éstos por un voluntarismo incansable y una militancia férrea.

 

De ahí que la división entre navarros, alcanzando a familias, pueblos y organizaciones sociales de todo tipo, sea una penosa realidad impuesta desde el agresivo y constante nacionalismo vasco.

 

            Hemos realizado, en líneas muy generales, una aproximación a la realidad política de la Comunidad Foral de Navarra. En los dos próximos artículos haremos nuevas consideraciones a partir de esas categorías al principio mencionadas.

 

 

El Semanal Digital, 26 de febrero de 2004.

 

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