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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Partido Comunista de las Tierras Vascas: la dura realidad.

El acceso de la izquierda abertzale al Parlamento Vasco, gracias a los resultados alcanzados por el Partido Comunista de las Tierras Vascas el pasado 17 de abril, tiene la capacidad de condicionar por completo el desarrollo de la próxima legislativa y, tal vez, el propio futuro del País Vasco.

 

Juego sucio.

 

Tanto el PSOE-PSE como el PNV jugaron sucio en las pasadas elecciones autonómicas vascas celebradas el domingo 17 de abril. Los socialistas de Zapatero permitieron la concurrencia de una lista electoral, la del supuestamente desconocido Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV-EHAK), con el poco disimulado objetivo de fraccionar al nacionalismo vasco y, tal vez en esa coyuntura, alcanzar una cosecha de votos que les aproximara significativamente a los obtenidos por la coalición PNV-EA; cuando no superarlos. Guardaron, eso sí y durante bastante tiempo, las formas: no permitieron la concurrencia de la otra lista (AG) vinculada sin ningún disimulo con Batasuna y que copó la atención mediática y política inicialmente.

 

Por su parte el PNV, sin excesiva convicción, protestaba cara al potencial electorado radical, por la supuesta falta de libertad al impedirse la presencia de esa primera lista vinculada con Batasuna (AG). En realidad estaban encantados: otra oportunidad para vampirizar al electorado abertzale y consolidar una mayoría absoluta. Pero, una vez se desveló el “gol” que le metieron entre unos y otros, sus dirigentes se horrorizaron ante las previsibles consecuencias derivadas de la presencia en el Parlamento Vasco de un grupo numeroso de electos del PCTV-EHAK. Los resultados, no obstante, no fueron tan malos en este sentido. PNV-EA perdieron votos y escaños, al fugárseles casi todos los cosechados, en su día, en las revueltas aguas de la izquierda abertzale; pero, con todo, volvió a ser la primera fuerza; siendo muchas las posibilidades de reedición de un gobierno tripartido análogo al de la legislatura anterior, aunque más débil y, por lo tanto, con un Plan Ibarretxe en zozobra.

 

                El PSOE-PSE jugó fuerte y perdió: pese a permitir la presencia del PCTV-EHAK con la indisimulada pretensión de alcanzar un ilusorio triunfo electoral, apenas recogió la porción de votos procedentes del electorado del Partido Popular que optó por la opción supuestamente más potente del constitucionalismo. El riesgo era muy elevado: “si damos la vuelta –se proponían ingenuamente estos aficionados- a los resultados electorales y condicionamos el futuro Gobierno vasco, tendremos la llave del futuro y la reforma estatutaria irá por donde nosotros queramos”. Pero no contaban con la realidad. Así, los movimientos fundamentales del electorado se han producido dentro de cada bloque: la izquierda abertzale recupera su espacio y el PSOE-PSE recoge los réditos de su triunfo electoral del 14 de marzo de 2003. Pero no existe trasvase de votos entre nacionalistas y constitucionalistas o viceversa, salvo unos escasos miles de moderados del PNV que han votado socialista ante la radicalización del histórico alderdi.

 

Todo sigue igual... ¿todo?

 

                Algunas circunstancias distorsionan la realidad e impiden un análisis objetivo. Veamos la principal. Existen indicios de la existencia de conversaciones entre destacados socialistas e interlocutores cualificados de la izquierda abertzale. Mientras no se sepa con certeza los objetivos de tales conversaciones y los posibles acuerdos, no se podrán calibrar sus consecuencias: ¿mera toma de contacto?, ¿búsqueda de una histórica vía de paz?, ¿un posible acuerdo “a la catalana”?...

 

                El Plan Ibarretxe no goza de buena salud; es evidente. Pero ello no quiere decir que el secesionismo vasco renuncie a sus objetivos. ¿Pasa el futuro, entonces, por una convergencia entre una versión moderada del Plan Ibarretxe y el Plan Guevara de los socialistas? Tal vez. Pero no es imposible que la alternativa real sea otra muy distinta: la de un Plan Ibarretxe remozado y radicalizado gracias al concurso y presión del inesperado PCTV-EHAK. Todo es posible...

 

                Estas elecciones se han cobrado dos víctimas menores. Los abertzales moderados de Aralar apenas han sumado poco más de un par de decenas de miles de votos. Las esperanzas de que esta fuerza, procedente de la izquierda abertzale, aglutinara un número significativo de antiguos votantes de Batasuna en dirección de una inequívoca moderación e integración plena en las reglas del juego, ha fracasado. Unidad Alavesa, por su parte, no ha podido superar la marcha del que fuera su máximo dirigente, Pablo Mosquera, acelerando la fuga de su electorado natural hacia el voto útil del Partido Popular y el PSOE-PSE. Lástima, tenía mucho que aportar.

 

                María San Gil, por su parte, ha aguantado el tirón. Pero queda en una posición secundaria al no poder jugar un papel condicionante, en modo alguno, del futuro juego parlamentario vasco; salvo de alcanzarse un acuerdo cerrado con el PSOE-PSE, no contemplado en coherencia con el actual “talante” Zapatero/Patxi.

 

La naturaleza del PCTV-EHAK.

 

                Nadie se ha engañado. El PCTV-EHAK forma parte  del MLNV. No es exactamente Batasuna, tampoco es ETA, pero su historia es incomprensible sin la del autodenominado MLNV. Sus orígenes son EHK, el pequeño grupo promotor en el año 2000 de una ponencia minoritaria en el proceso Batasuna en el que la izquierda abertzale buscaba una nueva formulación que la abriera a sectores sociales remisos y que, paradójicamente, dio la victoria a la ponencia continuista Bateginez. Alcanzaron, en el citado, muy poco respaldo, pero siguieron en la órbita del MLNV. Por otra parte, los últimos militantes vascos del antiguo prosoviético Partido Comunista de los Pueblos de España  (¿se acuerdan de Ignacio Gallego?) entraron en contacto con ellos, se conocieron, añoraron juntos los altos logros del marxismo-leninismo para la Historia de la Humanidad y se unieron, dando lugar al minúsculo PCTV-EHAK a la espera de una oportunidad. Es decir, se trata de la “guardia de la lealtad” al marxismo-leninismo revolucionario más rancio que en su día alimentó a todo el MLNV.

 

Recordemos un asunto que ya hemos comentado aquí en reiteradas ocasiones. El MLNV es el resultado de una particular simbiosis de marxismo-leninismo y nacionalismo etnicista que estos marxistas ortodoxos no compartían del todo (¿no sería, acaso, una peligrosa desviación social-revisionista o pequeño-burguesa?). Eso sí: pensaban que algún día serían necesarios en el futuro del MLNV, y no se equivocaron. Pero la modalidad de esa dependencia es muy distinta a la que imaginaron. El MLNV no recurre a ellos reconociendo las supuestas equivocaciones táctica y estratégica derivadas de un incorrecto análisis político. Se han dirigido a ellos por que constituían la posibilidad de servirse mutuamente en aras del proyecto revolucionario que comparten a pesar de matices incomprensibles para los no iniciados: una Euskal Herria socialista independiente que entierre a los burgueses y oligarcas, ya sean españoles o vascos. Así lo han entendido los analistas del grupo Goiz Argi, nacionalistas vascos moderados que vienen insistiendo desde hace años, sin que sus correligionarios les concedan excesivo crédito, acerca de la potencialidad revolucionaria de un MLNV que es nacionalista por conveniencia, pero también marxista-leninista y revolucionario en su esencia irrenunciable.

 

Las opciones reales.

 

                En estas elecciones han primado, entre los grandes partidos, los intereses sectarios a corto plazo. Mientras tanto, el autodenominado MLNV sigue jugando fuerte, a ganar, a largo plazo y sin desperdiciar ocasión alguna. Novatos, escasos de imaginación y timoratos los primeros, frente a militantes, voluntaristas, decididos.... y revolucionarios, los segundos.

 

                Desde el engaño, el interés de partido a corto plazo y la miopía política, no se puede construir una convivencia duradera y sólida. Ello explica que el esfuerzo por aislar a ETA y alejarle progresivamente de su base social, mediante la Ley de Partidos y otras iniciativas anteriores, se haya desdeñado infantilmente por Zapatero y sus chicos, desperdiciando los esfuerzos de años.

 

                Las aguas de un posible encuentro entre PNV-EA y PSOE están minadas por la desconfianza mutua y los engañados conocidos... ¿existirán más? Un acuerdo político entre ambos, lo más realista de cara a alcanzar, al menos, un tranquilo gobierno durante una legislatura, no parece sencillo: saben que han jugado con las cartas marcadas, que pueden volver a hacer trampa y, por ello, no se fían los unos de los otros.

 

                En este panorama, pocas alternativas quedan. El PNV-EA formará gobierno, seguramente, con el concurso de Izquierda Unida, aunque Madrazo ya no sea imprescindible. Necesitarán acuerdos para gobernar. Entonces: ¿buscará el reencuentro de la sociedad vasca alejando al terrorismo o continuará por la senda de la secesión? Si opta por lo segundo, francamente, lo tienen fácil, y si no lo tienen claro, que pidan consejo al PCTV-EHAK, que seguro tienen muchas y brillantes ideas. ¿Y Patxi y los suyos? Si realmente estiman a la sociedad que dicen representar, ya pueden darse un baño de realidad, recomponer la unidad constitucionalista, seguir trabajando al encuentro de los sectores nacionalistas moderados asustados por la deriva social y política del País Vasco, y exigir a Zapatero que defienda la presencia y las razones del Estado también con sus ciudadanos vascos..., aunque tenga que dejar de sonreír de vez en cuando.

 

                En cualquier caso, se impone la claridad, la transparencia y una política de principios que busque fórmulas para recomponer la fragmentada comunidad vasca, si es que ello todavía es posible. Y ya que hablamos de principios, ¿alguien se acuerda de las víctimas del terrorismo?, ¿ya no cuentan?

 

                Con este panorama, algo es seguro: la inmensa mayoría de los españolitos de a pie se van a hartar de la política vasca, si no lo estaban ya. Esperemos un poco de lucidez, sobre todo entre los políticos del PSOE, para que esta circunstancia no se convierta también en otra poderosa  herramienta que golpee la maltrecha cohesión y autoestima españolas.

 

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 92, abril de 2005.

 

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