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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

El saqueo de Euskadi.

Un nuevo libro, del género de la investigación periodística, proporciona una estremecedora aproximación a la realidad vasca desde la perspectiva de la tiranía impuesta por ETA, sus connivencias con el PNV y el dolor causado a las víctimas.

 

Un nuevo libro del matrimonio José Díaz Herrera e Isabel Durán.

 

                El matrimonio formado por los periodistas José Díaz Herrera e Isabel Durán se ha especializado en la modalidad de la investigación periodística. A libro por año desde 1996, en esta ocasión vuelven a escribir sobre el País Vasco y Navarra desde la perspectiva de los efectos perniciosos de la tiranía ejercida por ETA y sus organizaciones satélites sobre esas sociedades, en connivencia con algunas de las políticas fundamentales del PNV.
Sus páginas también constituyen un contundente y dramático alegato contra el olvido al que se ha sometido a las víctimas del terrorismo de ETA y los ultrajes, físicos y morales, causados a sus familiares en el País Vasco por parte del conjunto del nacionalismo vasco.
                ETA. El saqueo de Euskadi (Editorial Planeta, Barcelona, noviembre de 2002, 830 páginas, 24 euros) es el título del libro que comentamos; una denuncia en toda regla que no puede pasar desapercibida a la opinión pública española y a nuestra clase política.
                Es un libro duro en todo momento, estremecedor en muchas ocasiones, espeluznante en otras. Pero el terror que describe no se limita a los cientos de implacables asesinatos realizados por ETA. Cotidianamente, una dictadura se ha impuesto en la sociedad vasca, con sus leyes escritas y sus códigos de comportamiento no escritos, pero conocidos por casi todos; unas normas que permiten incontables excesos, a unos, en nombre de la ideología nacionalista y que privan de derechos elementales a todos aquéllos que no la comparten.

 

Los contenidos del libro.
                A través de 23 capítulos de fácil lectura, pero cargados de datos, el libro saca a relucir el entramado generado por ETA y que alcanza a buena parte de la vida cotidiana vasca a través de múltiples tentáculos: SEGI, AEK, Senideak, LAB, Gestoras Pro Amnistía, Batasuna, asociaciones culturales, Herriko Tabernas, etc.
                Estamos ante una investigación periodística forjada por numerosos testimonios extraídos de una paciente labor de hemeroteca, junto a otros procedentes de significativos libros editados por la abertzale Txalaparta (que recogen aportaciones muy diversas de miembros de ETA), por confidencias vertidas en entrevistas efectuadas sobre el terreno y, no podía ser de otra forma, filtraciones informativas algunas no publicadas hasta ahora.
                Si algo queda en evidencia, gracias al caudal de datos proporcionados por este grueso volumen, es la complicidad entretejida, durante décadas, entre el nacionalismo moderado del PNV y EA con el radical de ETA, lo que ha llevado a Jaime Mayor Oreja a afirmar, en la presentación del libro realizada en la Casa de América de Madrid, que: “ETA es el ejército del PNV en la sombra” y que “el libro es una radiografía, una resonancia no sólo de ETA, sino de un régimen donde el crimen de ETA y la mentira del PNV se asocian con intereses comunes y compartidos. Esto es un viejo régimen perverso, dónde sólo hay dos realidades políticas: la de ETA y la del PNV. La de ETA desde el crimen y la extorsión; y la del PNV desde la ambigüedad para que todo se encamine hacia la independencia, aún a costa del miedo y el terror en su ciudadanía”. Esa es la expresión clave que explica, sintéticamente, esta compleja, asfixiante y atípica realidad social: régimen perverso.
                Una prueba –entre muchas- de esa connivencia entre radicales y moderados, se ofrece, por ejemplo, en la página 669, cuando se transcribe una conversación, entre responsables del PNV y Herri Batasuna, celebrada el 26 de marzo de 1991. En esa ocasión, Xavier Arzalluz afirmó ante sus interlocutores que “Nosotros somos los de siempre, nacionalistas. Sin revolución, sin marxismos ni tiros, pero con los mismos objetivos que vosotros. En el futuro, en el País Vasco sólo van a quedar dos fuerzas nacionalistas, el PNV y HB, por lo que habrá que pensar en algún tipo de colaboración. Por eso es falso eso que decís de que estemos impulsando a la Ertzaintza contra ETA. Lo que estamos haciendo es frenándola. La Ertzaintza podía tener datos sobre un comando en Donosti y no ha procedido (a su detención). No creemos que sea bueno que ETA sea derrotada. No lo queremos para Euskal Herría”. Unas declaraciones graves por sus implicaciones y por la ceguera que evidencian: ETA no parará con la independencia, pues encabeza un auténtico proyecto “esencialmente revolucionario y anti-sistema”, tal como denunciara en febrero de 1996 el Lehendakari José María Ardanza ante la Asamblea Nacional de su partido, el hegemónico PNV.
                Los autores investigan las diversas expresiones tácticas y operativas del entramado de ETA, cuya acción ha afectado profundamente la convivencia vasca a lo largo de las últimas décadas, y que agrupan en torno a varios temas capilares: la trama de abogados que actúa como grupo de presión de ETA, las sorprendentes relaciones entre la Ertzaintza y ETA que más parecen las incidencias de un “pacto de no agresión”, la imposición desde ETA a través de AEK y la red de ikastolas de muchos programas educativos al propio Gobierno vasco eliminando casi por completo al castellano de la docencia pública, el terror cotidiano en el que se desenvuelven amenazados y familiares de víctimas, el Estado dentro del Estado organizado en torno a las cuotas de poder municipal alcanzadas por Batasuna, la política de terror practicada contra su propia gente al no permitir disidencia alguna, las más de 200 cuentas abiertas por ese entramado en una Caja Laboral Popular que ha permitido se opere en la misma con el llamado DNI vasco, las presiones a trabajadores y empresarios a través de LAB (al que denominan “sindicato del crimen”), la utilización fría y calculada de la juventud fanatizada por JARRAI, etc. La descripción detallada de una realidad cotidiana, en definitiva, que, a los ajenos a la misma, puede parecer imposible en la Europa del 2003.
                El resultado es un libro que desvela la naturaleza íntima de una sociedad corrompida y mediatizada por los instrumentos del totalitarismo marxista-leninista de ETA con el asentimiento del PNV; ya lo haga, éste, por temor o por sus parciales coincidencias ideológicas.

 

La responsabilidad política de la izquierda española.
                Sin embarga apenas aborda la ideología ETA, dándose por supuesta o limitándose a afirmar su pertenencia nacionalista. Sin sus componentes ideológicos, madurados en el marxismo–leninismo y desarrollados a través de la práctica maoísta de la guerra popular, prolongada y de desgaste, no pueden entenderse las razones últimas de este actuar, aparentemente irracional, pero que responde a unas precisas premisas teóricas, estratégicas y tácticas.
El libro también plantea algunos interrogantes. ¿Cómo es posible que, todo lo que describe tan minuciosamente, haya ocurrido y, todavía hoy, siga acaeciendo? ¿Qué papel han jugado nuestros políticos responsables de la dirección del Estado durante todos estos años? Sin duda, los políticos no salen bien parados. Es cierto que muchos hombres del centro derecha y de la izquierda españolistas han sufrido en sus propias carnes los despiadados zarpazos del terrorismo. Pero ello no es una excusa. Al contrario. Pone más en evidencia, si cabe, la ceguera de quiénes no alcanzaron a ver el alcance de las distintas políticas sociales y culturales, desarrolladas por el PNV a lo largo de estos años, que han facilitado la implantación de este régimen de terror.
En ese sentido, la responsabilidad histórica de los políticos españoles, especialmente de los de izquierdas, compañeros de viaje en la homogeneización nacionalista de la vida social y cultural vasca, del genocidio del castellano y de la persecución a los constitucionalistas, queda en evidencia en algunos párrafos del volumen. Es el caso de Ramón Jaúregui quien, tal vez mediatizado por sus simpatías, no fue capaz de valorar, en su justa medida, la alarma manifestada por un compañero de partido, Ernesto Ladrón de Guevara, ante sus sospechas de que determinados cambios semánticos respondían a una estrategia que pretendía la creación ficticia de una nación sin Estado. Esa ceguera también la han acusado sus líderes nacionales. Todo ello ha llevado a los dos autores a realizar una de las valoraciones políticas, del máximo interés, reflejadas en el texto, al afirmar en la página 280 que “Equivocada o no, la política del PSOE entre 1982 y 1996 fue ésa. Hacer continuas concesiones tácticas, en asuntos aparentemente irrelevantes, como un mal menor en aras de que sus socios no plantearan cuestiones estratégicas como la reforma de la Constitución, la renegociación del Estatuto de Gernika, el ejercicio del derecho a la autodeterminación o la independencia”.

 

La ideología de ETA y la crítica a la Iglesia católica.
Uno de los capítulos más duros es el que describe las relaciones, especialmente estrechas en sus remotos orígenes, entre ETA y miembros de la Iglesia vasca, algunos de ellos clérigos. Sus conclusiones las generaliza superficialmente, coincidiendo con Batasuna en determinadas acusaciones contra la Iglesia, muy extendidas por otra parte. Así, en su página 330, los autores afirman que “…la Iglesia vasca, con la caridad cristiana que la caracteriza, se ha puesto siempre del lado de los verdugos y en contra de las víctimas”. Olvidan que buena parte de las víctimas de ETA eran católicas. También omite, por ejemplo, la disidencia cívica de los católicos de Foro El Salvador, que viene dando un ejemplo de entereza y rebeldía evangélicas desde hace años. También olvida que la Iglesia vasca sufrió de lleno la convulsión de una época que la afectó, por completo, al igual que al resto de la Iglesia universal y a las sociedades española y europea, y que se tradujo en el impacto generacional de las ideologías impulsadas por el 68, origen de todos los radicalismos contemporáneos.
La Iglesia vasca no fue una excepción y padeció, con las peculiaridades del momento histórico y en su concreto contexto territorial, el impacto de tales tendencias y corrientes entre sectores sociales en un origen a ella ligados y, en la actualidad, completamente alejados de la misma.
Tampoco mencionan, seguramente determinados por el cierre de la edición, la Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española denominada “Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias”, de noviembre de 2002,  y que, por si había dudas, ha ratificado la postura de la Iglesia católica al respecto.

 

 

 

Algunas reflexiones finales.
                Hubiera sido necesario el asesoramiento de algún historiador que evitara algún error de bulto existente en el libro, como el cometido al afirmar que el general Zumalacárregui lo fue durante dos guerras carlistas, cuando realmente murió el 25 de junio de 1835 en Cegama a resultas de las heridas recibidas en el sitio de Bilbao, en la primera de las tres que así son calificadas generalmente por los historiadores.
También se detectan algunos errores en las fechas, seguro producto del baile de números especialmente entre el 6 y el 9 y viceversa, lo que en ocasiones desconcierta al lector, pues suponen lapsos de tres décadas en la narración de algunos episodios y vicisitudes personales.
                Pese a esas limitaciones, que deben afrontarse con los ojos bien abiertos y la mirada crítica, el libro cumple una inestimable función: desvelar la realidad del régimen cotidiano de terror y ausencia de libertad que sufre buena parte del País Vasco y de Navarra, producto de la aplicación de unos postulados nacionalistas, construidos a partir de una falsificación histórica, mediante múltiples técnicas que van desde el terrorismo puro y duro a la persuasión; todo ello ante el silencio, la irresponsabilidad o la torpeza de buena parte de la clase política española.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 65, enero de 2003

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