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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Una entrevista a José María Baamonde: la Iglesia católica frente a la irracionalidad de las sectas y la new age.

Entrevistamos a José María Baamonde, estudioso de las sectas, las corrientes de la New Age y los llamados nuevos movimientos religiosos. Una aproximación a la postura de la Iglesia católica y el papel de la educación ante el impacto de este creciente fenómeno.

 

José María Baamonde es el impulsor, en Argentina, de la Fundación SPES, una entidad especializada en el estudio, formación de personal especializado y en toda la fenomenología asociada con el universo de las sectas y los llamados nuevos movimientos religiosos. Actualmente reside en España; es psicólogo clínico y docente en la Facultad de Humanidades y Comunicación (Psicología) de la Universidad San Pablo-CEU en Madrid. Autor de numerosos de libros, incontables artículos y diversos trabajos científicos, sobre las numerosas sectas y corrientes de la new age que invaden todo el mundo, especialmente América Hispana. Un fenómeno que afecta, igualmente, a España, aunque con otras características; pero también en relación a las actuales dificultades de la Iglesia católica para la transmisión de la fe. Recientemente ha sido editado en España su libro "La Manipulación Psicológica de las Sectas" (Ed. San Pablo, Madrid 2003).

 

Pregunta: Usted es un conocedor de la situación de las sectas en Argentina y en el resto de Hispanoamérica, así como de su impacto en el pueblo católico. Desde su perspectiva, ¿se trata de un fenómeno creciente o se encuentra en vías de estancamiento?

 

Respuesta: En general el fenómeno de las sectas y los nuevos movimientos religiosos (NMR), registra un constante crecimiento, aunque variable en su proporción, según una serie de circunstancias.  Entre otras podemos mencionar ciertos períodos de la historia. Como dijera en un trabajo anterior, existe en el ser humano una tendencia al cierre o consumación de ciclos o períodos de años. Es por esta razón que tanto en el año 100, en el año 500, en el 1000 ó 1500, tendían a surgir grupos de carácter gnóstico o esotérico y, por sobre todo apocalípticos, que sostenían que en el año 100 iba a registrarse el fin del mundo, o en el 1000 ó el 1500.
Nuestro reciente fin de siglo, coincidente con el fin del segundo milenio, no fue una excepción. En las últimas décadas surgieron muchísimos grupos de carácter gnóstico y esotérico, al igual que grupos apocalípticos. La única diferencia distintiva que hemos registrado en la actualidad es que, por sobre la idea de un fin del mundo, ganó preeminencia la idea de transformación, surgiendo así un movimiento muy amplio y difuso, con un alto contenido gnóstico y esotérico y que se lo conoce con el nombre de New Age o Nueva Era.
Otro factor no menos importante para el crecimiento de los NMR, consiste en los Medios de Comunicación Social.  Antes de la existencia de éstos, un grupo no tenía mayor influencia que en la zona geográfica donde desarrollaba sus actividades, y su propagación y crecimiento era proporcional a la velocidad de los medios de transporte de la época.
En la actualidad un NMR por más pequeño que sea, teniendo acceso a los Medios de Comunicación Social, puede llegar al mundo entero en pocos segundos, propagando sus prácticas, creencias y actividades proselitistas, masivamente.
Es por esta razón que algunos NMR, especialmente evangélicos de tipo pentecostal, han montado grandes cadenas radiales y televisivas, e incluso, han comprado partes de satélites a fin de lograr emisiones durante las 24 horas a gran parte de mundo, en forma simultánea.
En la década de los ochenta, hubo un grupo evangélico pentecostal que llegó a instalar grandes antenas en medio de barrios marginales en países de Centroamérica y obsequiar televisores, a fin de que los habitantes de dichos barrios pudieran recibir sus programas exclusivamente.

 

P.: Ante el fenómeno de las sectas, las realidades de España y Argentina, ¿son equiparables en este sentido?

 

R.: Es un fenómeno mundial, aunque evidentemente, siempre encontraremos algunas características particulares de acuerdo a las diversas regiones del mundo. 
En lo que respecta a este tema, Argentina no se diferencia de los países desarrollados del Primer Mundo. No sólo viene importando movimientos de estas características desde hace varias décadas, sino que ya se ha convertido en un exportador más, con grupos que han tenido su origen en nuestras tierras y hoy, desarrollan una amplia actividad en países europeos, como es el caso de Nueva Acrópolis o El Movimiento, fundado por Rodríguez Cobos, más conocido como “Silo”.
Y no sólo Argentina, muchos otros países de América Latina son generadores de movimientos de características sectarias y que desarrollan actividades tanto en Europa, como en los Estados Unidos de Norteamérica y el resto del mundo.
Quizás una de las tantas diferencias podremos encontrarla en lo que se refiere al tratamiento del fenómeno. En los países del Primer Mundo existe un número importante de estudiosos que llevan años en el seguimiento al presente fenómeno.  Por el contrario, en Argentina como en el resto de los países de América Latina, los abocados a la presente temática son escasos y, mayoritariamente, los estudios corresponden a las dos o tres últimas décadas y desde una perspectiva sociológica o teológica, aspectos estos muy importantes, pero insuficientes para comprender a un fenómeno que obedece a muchísimas razones distintas.

 

P.: La Fundación SPES viene realizando un extraordinario trabajo especializado en la formación de laicos y sacerdotes y en el tratamiento de otros aspectos asociados al fenómeno de las sectas y los nuevos movimientos religiosos (NMR). Esta labor, ¿es suficiente, o deben dedicarse más esfuerzos en este sentido? La lucha contra el avance de las sectas, ¿debe implicar también a otros sectores de la Iglesia católica?
 
R.: En primer lugar, yo no hablaría de lucha contra el avance de las sectas.  El objetivo de la Fundación SPES es el estudio interdisciplinario del fenómeno, a fin de brindar elementos para el discernimiento y respuestas al desafío que implican, como así también una serie de servicios concretos para la Iglesia y otras instituciones, y para personas que se encuentran afectadas directa o indirectamente por esta problemática.
Por otra parte, siempre existirán movimientos de estas características por lo que una lucha sería totalmente infructuosa. Estimo mucho más efectivo trabajar fundamentalmente sobre dos aspectos: la formación en la propia fe, y la información general sobre el fenómeno. De esta manera lograremos que cada vez sean menos los que se dejen seducir por propuestas tentadoras, pero irreales.
Ahora bien, la gran envergadura del fenómeno, hace que los esfuerzos deban incrementarse y no sólo por parte de la Iglesia, sino que deben implicar a toda la sociedad.
En lo que respecta a la Iglesia y pese a los constantes pedidos por parte del Magisterio Pontificio, son pocos los seminarios, universidades y demás instituciones educativas, que estudien el fenómeno de manera más o menos sistemática. En los seminarios, por lo general, su tratamiento se efectúa tangencialmente cuando se estudian temas como ecumenismo o pastoral. No hablemos ya de otras instituciones educativas, incluyendo universidades católicas, donde en algunos casos existe una subestimación del tema y en otros una sobrevaloración, rayana al temor.
En cuanto al resto de la sociedad, creo que hay que superar el prejuicio de que el fenómeno de las sectas y NMR son sólo un problema que compete a la Iglesia o al resto de las religiones clásicas o tradicionales. Esta tema va mucho más allá de lo simplemente religioso. Y mire usted qué curioso. Los únicos preocupados en reducir este tema a una cuestión religiosa, son las mismas sectas.  De esta manera, cuando son blanco de una crítica objetiva, comienzan a realizar grandes campañas manifestando que son víctimas de una persecución religiosa y sacan a relucir clichés como Santo Oficio, nuevas cruzadas, etc.
Este tema compete a toda la sociedad, porque toda ella es interpelada por el presente fenómeno. Este es un problema que compete al Estado, a los gobernantes, a los profesionales, a los educadores y a los educandos, a los padres y a los hijos.
Quizás debiéramos preguntarnos cada uno de nosotros, en qué nos afecta o involucra el fenómeno de las sectas o NMR, de qué manera podemos responder al desafío, y cómo podemos comprometernos desde nuestra vocación particular.  Creo sinceramente que todos podemos dar una respuesta: el gobernante, desde su función pública; el político, desde su bancada; los profesionales, desde sus disciplinas académicas; el educador, desde su cátedra; y los padres de familia, desde su mesa, donde comparten el pan y, en diálogo profundo, rico e íntimo, velan por una formación integral de sus hijos.

 

P.:  ¿No considera que, para afrontar el fenómeno de las sectas, además de extender una buena formación es imprescindible una vivencia personal de la fe y la pertenencia a una realidad eclesial humana concreta?

 

R.: Absolutamente.  La formación sin la gracia, no sirve para nada, o sirve para muy poco

 

P.: Lleva un año viviendo entre nosotros. ¿Existe alguna iniciativa similar a su Fundación en España? ¿Cree necesario, para España, algún instrumento análogo al impulsado por usted en Argentina?

 

R.: Por el momento estamos considerando la posibilidad, junto con otros profesionales, de crear un centro de formación dentro de una institución educativa, aunque considero que siempre será necesaria la organización de diversas instituciones que se aboquen al estudio del presente fenómeno, desde diversas perspectivas. 

 

P.: En América Hispana, parece ser, arraigan de forma particular las sectas pentecostales y evangélicas. En España, por el contrario, parece ser, echan raíces las diversas corrientes de la new age en su versión de “religión de supermercado”. ¿Le parece justo este juicio?

 

R.: En un principio y con una mirada rápida podría decirle que sí, aunque no utilizaría la palabra secta, para referirme a los grupos evangélicos de tipo pentecostal en general, ya que dentro de este espectro existen grandes variaciones, en razón de que los pentecostales se caracterizan por ser autocéfalos. En términos generales es muy distinto el fenómeno del pentecostalismo en América Latina, que con respecto a Europa.
En América Latina los pentecostales son el grupo de mayor crecimiento en estos momentos y ello obedece a muchas razones, entre las que no se pueden dejar de tener en cuenta la situación de crisis medianamente constante que viene padeciendo toda la región; la ayuda extranjera, mayoritariamente proveniente de los Estados Unidos de Norteamérica y esto especialmente en ciertas regiones de Centro América y norte de Sudamérica; los planes y seminarios de crecimiento al que son tan afectos, como el Plan Amanecer que se proponía alcanzar a ser más del 50 % de la población para el año 2000 y edificar un templo cada mil habitantes; el proselitismo agresivo y compulsivo, denunciado en los documentos de la III y IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizadas en Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), respectivamente; y la capacidad del autopastoreo sin ningún tipo de control, entre otras.
Esta última es una razón muy pocas veces tenida en cuenta. Al ser estos grupos autónomos y autocéfalos, es muy frecuente que un integrante de los mismos, disgustado con sus pastores o, simplemente porque cree haber recibido un llamado divino, se autoproclame pastor o pastora y dé comienzo a un nuevo grupo pentecostal. De esta manera la progresión del crecimiento, suele ser geométrica.
Algunas fuentes afirman que un 15,4 % de brasileños, unos 25 millones aproximadamente, se han adherido al pentecostalismo; un 25 % en Chile; y un 31 % en Guatemala, aunque es importante resaltar en lo que respecta a este último país, que allí el pentecostalismo tuvo gran ayuda gubernamental para su expansión, durante la presidencia del Ríos Montt.  Algo parecido ocurrió en Perú, durante el gobierno de Fujimori y en Chile, durante el gobierno de Pinochet.
En España y Europa en general, la presencia por el momento de este tipo de movimientos no es de gran envergadura, pero estimo que pronto variará en razón de la gran afluencia de latinoamericanos.
En lo que respecta a la New Age o Nueva Era, también en un principio coincidiría con su juicio, y ello particularmente porque lo más visible de esta corriente, apuntaría a sectores de un mediano poder adquisitivo y con una formación intelectiva media. Pero como expresara, este es sólo el aspecto más visible de la New Age.
Existe un segundo nivel que está logrando permeabilizar a todos los sectores de la sociedad, tanto a nivel económico como intelectual, y tiene también una fuerte presencia en países de América Latina.

 

P.: Sectas y new age encuentran un buen mercado entre amplios sectores católicos. ¿Qué falla en nuestra Iglesia, a su juicio, para que tengan este éxito, especialmente entre mujeres y jóvenes?

 

R.: Son varios los factores que se relacionan para el éxito de la New Age o Nueva Era en sectores católicos, una de las cuales indudablemente, responde a una muy pobre formación en la propia fe.
Ocurre que la New Age si bien no se presenta como una religión propiamente dicha, posee empero, un alto contenido religioso. Ofrece un vago espiritualismo gnóstico, donde la salvación se lograría por el conocimiento y no por la fe o la conducta. De esta manera propugnan un crecimiento espiritual sin atenerse a dogmas o sacrificios de ningún tipo, sino tan sólo escuchando la voz interior. Esta falsa espiritualidad demanda, consecuentemente, el abandono progresivo de toda creencia previa, para experimentar una nueva religión sin divisiones, donde Dios es conceptualizado como una Gran Energía.
Es aquí donde quizás se encuentre una de las razones del éxito que registran en una sociedad sensual y consumista, las doctrinas y prácticas de la New Age, al poner comercialmente y al alcance de cualquiera, una experiencia mística sensible y a medida del consumidor, una mística part time y para el tiempo libre, y sin necesidad de transitar por esa noche oscura de la que grandes y verdaderos místicos han hablado tan profusamente.
Con una oferta tan tentadora, ha logrado permeabilizar a muchísimos católicos, incluyendo algunos  sacerdotes y religiosas. Al respecto son muy esclarecedoras las palabras de S.S. Juan Pablo II a los obispos norteamericanos en la visita ad limina del 18 de mayo de 1993:

 

     "Muchos de vosotros habéis escrito cartas pastorales sobre los problemas que presentan las sectas y movimientos pseudorreligiosos, incluido el llamado New Age. Las ideas de la New Age a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes, que tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe de la Iglesia.

 

     "En su perspectiva sincretista e inmanente, estos movimientos pararreligiosos prestan poca atención a la Revelación, más bien, intentan llegar a Dios a través del conocimiento y la experiencia, basados en elementos que toman prestados de la espiritualidad oriental y de técnicas psicológicas. Tienden a relativizar la doctrina religiosa a favor de una vaga visión del mundo, que se expresa mediante un sistema de mitos y símbolos revestidos de un lenguaje religioso. Además proponen a menudo una concepción panteísta de Dios, incompatible con la Sagrada Escritura y la tradición cristiana. Reemplazando la responsabilidad personal de nuestras acciones frente a Dios con un sentido del deber frente al cosmos, tergiversando así el verdadero concepto de pecado y la necesidad de la redención por medio de Cristo".

 

De esta manera, a través de diversas organizaciones, programas educativos, libros, revistas, programas radiales y televisivos, la New Age va ganado adeptos día a día con el objetivo final, según sostienen, de borrar las fronteras universales, para lograr la creación de una suprarreligión donde el hombre sea el Alfa y el Omega, el Principio y Fin de todas las cosas, logrando así una caricatura de la religión: Ya no es el hombre el creado a imagen y semejanza de Dios, sino Dios, el creado a imagen y semejanza del hombre.

 

P.: La Masonería jugó, en el pasado de Argentina y de España, un importante papel. En la actualidad, sin embargo, parece haberse difuminado su tradicional influencia. Sin embargo, parece adivinarse un influjo de muchos principios masónicos en buena parte de los presupuestos y propuestas de la new age y numerosas sectas ocultistas. ¿Qué opinión tiene al respecto?

 

R.:  La influencia de la masonería, a mi entender, sigue con plena vigencia en los más diversos ámbitos y comparte con las numerosas sectas ocultistas, sus contenidos de carácter gnóstico y esotérico.
En cuanto a la New Age o Nueva Era, pueden observarse claramente estos influjos en muchas de las propuestas que hace el presente movimiento.  Desde la creación de una suprarreligión, hasta su rechazo, yo diría en algunos casos hasta visceral, al cristianismo

 

P.: Desde algunas revistas especializadas, es el caso de “30 días en la Iglesia y en el mundo”, se ha denunciado la irrupción actual de concepciones gnósticas semejantes a las sufridas en los primeros siglos del cristianismo. ¿Se trata de un fenómeno asociado al florecimiento de las sectas o se encuentra, por el contrario en la base del mismo?

 

R.: La mayor tentación del cristianismo, a lo largo de toda su historia, fue el gnosticismo.  La posibilidad de alcanzar la salvación mediante el conocimiento y el propio esfuerzo, desechando en un neopelagianismo, la gracia sobrenatural.
Creo que esta gran tentación humana, es en términos generales uno de los pilares donde se asienta el crecimiento y la difusión de la mayor parte de las sectas y los NMR.
Pareciera que para algunos aceptar el don de gratuidad de Dios, fuera imposible, empezando a recorrer así el camino del mayor de los dramas humanos, que es el vivir apartado de nuestro Creador.
La tentación del conocimiento para la salvación lo podemos encontrar desde las más clásicas organizaciones ocultistas, hasta en métodos pseudo científicos y muy populares como el Control Mental.
En estos métodos se propone habitualmente que entrenándonos nada nos será imposible, por lo que no deja de ser aunque algo reciclada, la primera y más antigua de las tentaciones que sigue hoy teniendo toda su vigencia: “... y seréis como dioses” (Gn. 3, 5).
 
P.: Dada su vinculación actual a la Universidad San Pablo–CEU de Madrid, ¿tiene previsto proponer algún tipo de encuentro multidisciplinar, con vocación de futuro y servicio a la Iglesia, relativo al mundo de las sectas y los NMR y su incidencia en la sociedad actual?

 

R.:  Sí, son varias las propuestas y en distintos niveles, que se están estudiando.  La primera y básica es que los alumnos puedan contar con un conocimiento, aunque sólo fuera una mínimo e introductorio sobre el presente fenómeno y presentado de acuerdo a las distintas disciplinas profesionales. Es decir que los alumnos de psicología conozcan la presente problemática desde una perspectiva psicológica, los alumnos de abogacía, desde una perspectiva jurídica, etc.
Considero esto sumamente importante, porque en el día de hoy están saliendo de universidades católicas de todo el mundo, profesionales que no sólo desconocen absolutamente el presente fenómeno, sino que incluso están convencidos de que grupos pertenecientes a religiones clásicas o tradicionales son una secta, mientras que le asignan carácter de religión clásica o tradicional, a grupos como Cienciología o los Niños de Dios.  Es decir que la ignorancia y confusión, es prácticamente absoluta.
En un segundo nivel, sería recomendable una profundización de estos estudios, especialmente en ciertas disciplinas académicas.  Y ello sobre todo, porque será habitual que en sus futuras carreras profesionales, deban enfrentarse con casos relacionados a la presente problemática.  Al día de hoy, lamentablemente, casi no contamos con psicólogos y psiquiatras capacitados en el tratamiento  psicoterapéutico de personas que han sido miembros de algunos movimientos de características sectarias, y que han sido sometidos a prácticas muy particulares, con las consecuentes secuelas físicas y psicológicas.
Algo similar ocurre con el aspecto jurídico y también el periodístico, donde en ocasiones llegamos a leer en periódicos y revistas verdaderas barbaridades o, en el mejor de los casos, tratamientos sensacionalistas.
Finalmente sería deseable que en alguna universidad católica se creara un instituto o departamento que se abocara al estudio interdisciplinario del fenómeno, pudiendo ser un referente y brindar un servicio a la Iglesia en particular y a la sociedad en general, a través de conferencias, seminarios y publicaciones tanto a nivel académico, como pastoral, y asesoramiento a otras instituciones.
 
Muchas gracias.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 71 – 72 (julio – agosto 2003)

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