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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Católicos en la vida pública en Pamplona: por una presencia activa y transversal en política.

                ¿Qué puede unir a un socialista vasco, a un político del Partido Popular y a otro de Unión del Pueblo Navarro? Una experiencia transversal, fruto de la unidad generada por su común pertenencia a la Iglesia católica.

 

Una convocatoria de Auzolan de Iniciativas Culturales.

 

Auzolan de Iniciativas Culturales es una asociación navarra integrada por personas, que participan en la experiencia educativa del movimiento eclesial Comunión y Liberación, preocupadas por la incidencia de la cultura católica en la vida cotidiana y sus relaciones con el cambio social y la política.
Diversos acontecimientos, de relevancia social, política y cultural, se venían produciendo en las últimas semanas. Es el caso de la sectaria declaración del Parlamento Foral de Navarra, sobre los fusilamientos producidos en esta comunidad en la guerra civil, en la que se responsabilizaba de los mismos, de una manera absolutamente injusta y falsa, a la Iglesia católica. Otro acontecimiento de interés, entre otros muchos, fue la difusión de la Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por ello se consideró necesario un esfuerzo de reflexión al respecto, así como una propuesta a la sociedad navarra desde un criterio de pertenencia católica.

 

Ese el origen de la convocatoria de la mesa redonda que, bajo el lema de “Católicos en la vida pública”, reunió el pasado viernes 11 de abril de 2003, a las 20 horas, en el Salón Mikael de Pamplona, a los siguientes ponentes: Eugenio Nasarre Goicoechea (Diputado del Partido Popular, Presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso de los Diputados), Carlos García de Andoin (Teólogo y psicólogo, responsable de formación seglar de la Diócesis de Bilbao y Coordinador general de Cristianos en el PSOE) y José Iribas Sánchez de Boado (Abogado y Senador de UPN por Navarra). Moderó este encuentro José Joaquín Garralda Guillén, socio fundador de la entidad convocante.

 

Ante un público muy motivado, que contaba con representantes cualificados de la universidad, la política, organizaciones sociales y la cultura navarras, se desarrolló, durante casi dos horas, un rico debate entre los miembros de la mesa en el que se expresaron significativas coincidencias y algunas divergencias. Con todo, las exposiciones se caracterizaron por un espíritu de unidad y la voluntad de que la fe ilumine la vida pública, sin complejos y con capacidad de proposición activa.

 

Política y pertenencia católica.
                El punto de partida lo marcó el moderador, al plantear cómo muchos católicos hacen propios discursos ajenos a la Tradición católica, fenómeno paralelo al de la práctica de una política que nada tiene que ver con la pertenencia católica; cuestiones que trasladó a los ponentes.
                El Senador José Iribas destacó la oportunidad del encuentro, matizando que la vida pública es más amplia que la estricta política, entendida la segunda como un servicio a los ciudadanos; de modo que -como ideal- debe darse una equivalencia de los conceptos de ciudadano, cristiano y político.
                Después de asegurar que la presente convocatoria, realmente, alcanza a muchas más personas que las asistentes, recordó la aconfesionalidad del Estado español, lo que implica que, en contra de una lectura sectaria muy extendida, España no es confesionalmente laica. Neutralidad, apostilló, no equivale a indiferencia; de modo que la Constitución valora la dimensión religiosa de manera positiva, amparando el derecho de los españoles a difundir las propias creencias religiosas. En consecuencia, el laicismo no está por encima de la religión, sino que es una opción más. Y, conforme lo anterior, afirmó que rechazar el legado religioso es insano e ilusorio. En este contexto, aseguró, debe partirse de la propia coherencia, para llegar a la radicalidad (en su sentido etimológico de regreso a las raíces) de poner en práctica nuestro encuentro con Jesús ante los ciudadanos.

 

El Diputado Eugenio Nasarre, por su parte, partió de una constatación: España sólo es una parte de la Europa posmoderna. Así, hemos experimentado un cambio acelerado que nos ha llevado a la situación actual: un cristianismo tenue, difuso, con datos contradictorios. En cualquier caso, la realidad se impone: los católicos somos una minoría en la sociedad, lo que nos genera una perplejidad que debe superarse mediante la presencia activa.
                Igualmente, manifestó su especial preocupación por la degradación de la esfera axiológica a través de los medios de comunicación, lo que empuja a una progresiva devaluación de los valores en la sociedad.
                Para Carlos García de Andoin existe una importante presencia de cristianos en la vida pública, sobre todo en el llamado tercer sector, si bien constituye un dato invisible en nuestra sociedad, acreditado por su infrarrepresentación en la cultura y la política. Constató un desplazamiento de lo cristiano en la vida pública a lo largo de las últimas décadas. En la transición se desarrolló mucha actividad católica a través de partidos, sindicatos, etc. Ello se reflejó en una parte de los valores-marco recogidos en la Constitución. Pero, progresivamente, se ha perdido protagonismo y presencia. De forma paralela a lo anterior, se constata una irrelevancia de la fe en las instituciones públicas y en la política. Constató, por el contrario, otro fenómeno: algunos partidos políticos en crisis de militancia, en concreto el PSOE, miran con interés a este vivo tercer sector.

 

Jesucristo y política.
                El moderador planteó la incidencia de Jesucristo en la práctica de los políticos católicos, a modo de pregunta: ¿qué puede aportar un católico en política? ¿acaso criterios morales o un juicio de mayor adecuación a la realidad?
                 Para el senador navarro, no se puede dar lo que no se tiene. Y para ello hay que tener las ideas muy claras; de ahí la importancia de la formación evitando el “síndrome de Estocolmo” y la perversión de un juicio muy extendido: “todo es relativo”. El paso siguiente consiste en evitar la esquizofrenia de la dualidad vida privada/vida pública: valentía, decisión, renuncia de los complejos… a través de mensajes, obras  y ejemplo. Pero ello no sólo desde la reacción, sino desde la propuesta y presencia activas.
                Para el Diputado popular, la política activa se caracteriza por una absolutización de la específica perspectiva que proporciona esa intensa vivencia, angostando al católico si éste no tiene un lugar donde apoyarse. En este sentido, narró algunos detalles de una experiencia del máximo interés. A partir del Jubileo de los políticos, en Roma, se iniciaron unos encuentros entre políticos católicos (parlamentarios nacionales y autonómicos, fundamentalmente) con el objetivo de dialogar y reflexionar juntos; siendo acompañados, en ocasiones, por el Cardenal Rouco (generalmente, con motivo de la festividad de Santo Tomás Moro).
                Todo lo anterior lo enmarca, teóricamente, por algunas de las indicaciones de la Carta Apostólica Octogesima adveniens de Pablo VI (14 de mayo de 1971) en la que se concibe al partido político de forma muy “laica”; siendo imprescindible que el político católico esté provisto de un proyecto de sociedad y del diálogo como instrumento.
                El Coordinador general de Cristianos en el PSOE, compartiendo todo lo anterior, manifestó su preocupación por el modelo de esa actuación. En la actualidad, opinó, se ha derivado a una presencia individual en las mediaciones seculares, afirmándose por encima de todo la concordancia con las ideas básicas de esas mediaciones, partidos políticos en particular. La consecuencia lógica de este proceso ha sido una privatización de la fe.
                Ante todo ello, afirmó la necesidad de tres cambios:
La actuación, en cuanto cristianos, se caracteriza hoy día por realizarse de forma implícita: la identidad cristiana, de esta forma, se manifiesta a la baja. Frente a ello, hay que recuperar un cristianismo explícito, pudiéndose combatir muchos prejuicios laicistas desde la propia actividad.
La fe como factor creador de cultura política; no sólo como vivencia individual. En las últimas décadas, lo cristiano ha cristalizado, a su juicio, como cultura política, de varias formas: democracia cristiana, personalismo y socialismo religioso. En todo caso, hay que valorar y recuperar la propia tradición.
Un cambio de la cultura eclesial hacia el católico implicado en política; pues al político católico se le mira con sospecha también en su propio tejido social. No se le considera “tan nuestro” como a un voluntario en una ONG, por ejemplo. Ese retraimiento del tejido cristiano en política es fruto, en parte, de una especie de “demonización” y visión negativa de la política entre muchos cristianos.
Eugenio Nasarre discrepó ante esa última observación, asegurando que existe una magnífica acogida en la Iglesia a los políticos católicos; siendo enormes los deseos de diálogo en ambas partes. Añadió, posteriormente, que la falta de libertad interna dentro de los partidos actuales, como resultado del miedo a las corrientes organizadas (por el ejemplo de lo ocurrido a UCD) también limita la acción de los políticos católicos.
D. Eugenio apostó, por último, por la defensa, de forma transversal, de determinados valores que no pueden ser exclusivos de uno u otro partido; lo que precisa de libertad interna de voto en cuestiones sustanciales de conciencia.
José Iribas apostó por la superación de los tópicos del laicismo, lo que debe facilitarse con el retorno a la Tradición. Aseguró que existe hambre en la Iglesia por un acercamiento a los políticos católicos; lo que exige compartir lo que se posee. Pero haciéndolo con exigencia, de forma que hay que ir más allá de un compartir valores formalmente: debe hacerse realmente. Haciendo propia una cita del sociólogo Rafael Díaz-Salazar, experto en diálogo catolicismo/socialismo, insistió en rechazar la identificación progresismo/anticlericalismo

 

Libertad de los políticos católicos y disciplina interna de partido.
                El moderador planteó otra importante cuestión a los presentes: la libertad de acción y la disciplina de los políticos católicos en el seno de sus respectivos partidos.
                Nasarre apostó por una mayor libertad interna dentro de los partidos, mediatizados por la vacuna de la experiencia demoledora de UCD. Consideró, además, que más que la distinción derechas/izquierdas, son otras disyuntivas las que tienen mayor relevancia: la defensa de la vida, la protección a la familia, la posición ante el terrorismo, los retos del multiculturalismo…
                El militante socialista, en su turno, constató un cierto cambio, reciente en cualquier caso, acaecido en las relaciones entre las cúpulas eclesial y política: otra cosa sería la actitud del tejido social, que sigue desconfiando de los católicos con vocación política. Esta actitud sería resultado, a su entender, de una cierta demonización del poder político, hasta el punto de invisibilizarse el concepto de poder dentro de la propia Iglesia: no habría, ya, poderes en su seno, sino servicios. Por otra parte, no está bien visto que un partido político aspire, a las claras, a captar votos. Tampoco existe una “pastoral vocacional para políticos” en la Iglesia española, siendo muy escasas las instancias formativas a tal efecto.
                Abordando de forma concreta la situación de la familia española actual, aseguró que no se practica política familiar alguna; existiendo, a lo sumo, “algo de dinero” para la misma. Son necesarias políticas de integración que contemplen, por ejemplo, el lugar de los ancianos, así como una reducción del número de horas laborales para que padres y madres puedan vivir la familia, participando activamente en la educación de los hijos. Cuestionó que la seña de identidad de los católicos, en este tema, se juegue en la lucha contra el reconocimiento legal de las parejas de homosexuales. De esta forma, trasladó al público y ponentes, un debate intraeclesial existente a su juicio, y que no considera cerrado. Finalizó su turno afirmando la existencia de una transversalidad entre políticos cristianos mayor que la de los partidos entre sí.
                Tanto Nasarre como Iribas manifestaron su profundo rechazo a esas llamadas “nuevas formas de familia”, por considerarlas una regresión suicida que deshumaniza a la sociedad; replicando Carlos García de Andoin que el debate real no es tanto la posición ante la homosexualidad, como el apoyo firme que precisan millones de familias. Tales afirmaciones fueron matizadas por Nasarre, al insistir que separar procreación de familia es letal para cualquier sociedad.

 

Principio de subsidiariedad y construcción europea.
                Ante el proceso, actualmente en marcha, de construcción de Europa, el representante de Auzolan de Iniciativas Culturales, evidenciando las carencias de los juicios de valor meramente éticos y del relativismo predominante, planteó la importancia del principio de subsidiariedad –uno de los frutos y principios rectores de la Doctrina Social católica- y su acogida en el mismo.
                Nasarre partió de la diferencia entre subsidiariedad vertical, básicamente reconocido, y el horizontal Estado-sociedad, cuya acogida está pendiente. De ahí la importancia de la valoración y tratamiento, del tercer sector y de la educación, en los futuros textos fundacionales.
                Carlos García de Andoin afirmó que la concepción de las relaciones Estado-sociedad civil es “la madre del cordero”. Ahí no existe unanimidad dentro del PSOE, reconoció. Así, el PSOE en Cataluña y en el País Vasco dan mucho juego a la concertación en educación; lo contrario que el PSOE de Andalucía. Por su parte aseveró que, desde la funcionarización, no es la mejor manera de educar en valores; así que sin conciertos aumentan las dualidades y desigualdades reales. No obstante, no puede privarse de su importante papel al Estado.
                El político navarro afirmó la necesidad de seguir avanzando en la igualdad de las dos escuelas, pública y privada; constatando que existe un prejuicio importante ante la enseñanza religiosa.
                Agotadas, casi, dos horas de debate, correspondió al moderador cerrar la mesa, afirmando la unidad que podía observarse entre los presentes, pese a discrepancias y militancias diversas; procediendo, como colofón del acto, a la lectura de un párrafo del apartado IV, punto 7 de la mencionada Nota Doctrinal: “La fe en Jesucristo, que se ha definido a sí mismo «camino, verdad y vida» (Jn 14,6), exige a los cristianos el esfuerzo de entregarse con mayor diligencia en la construcción de una cultura que, inspirada en el Evangelio, reproponga el patrimonio de valores y contenidos de la Tradición católica”.
                Un encuentro denso, rico en afirmaciones y sugerencias que, esperemos, tenga continuidad concreta en la propia Navarra.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 68, abril de 2003

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