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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

El movimiento personalista en España.

      Una corriente filosófica histórica, nacida y alimentada por el cristianismo, que pugna por resurgir: el personalismo. De la mano, entre otros, del Instituto Emmanuel Mounier y de su rostro más conocido, Carlos Díaz, trabaja por hacerse un mayor hueco en el panorama católico español y latinoamericano sirviendo a la persona de hoy.

 

El personalismo.
El personalismo, histórica corriente filosófica de raíz cristiana, nace de la reflexión realista elaborada, fundamentalmente, por Emmanuel Mounier, el pensador más conocido de esta escuela. El concepto de persona es el eje de este pensamiento, desde el que establece la primacía de los valores morales y espirituales, su centralidad en la organización social y en la acción política, su vinculación y desarrollo comunitario, su dependencia del cristianismo, su capacidad de creación de cultura, la consideración del hombre y de la mujer como las modalidades complementarias del ser persona, la distinción absoluta entre personas y cosas, etc.
¿Cómo caracterizan a esta corriente filosófica sus propios seguidores hoy día?, veámoslo: “Designamos con el término personalismo aquellas corrientes filosóficas que afirman la primacía de la persona sobre cualquier otra realidad, y la toman como eje de sus reflexiones. No es tanto un sistema como una perspectiva desde la que se abordan los problemas. Pero una perspectiva filosófica en la que se atiende a la teoría y a la praxis, y en la que la persona es tomada en su singularidad y en su dimensión comunitaria, como seres libres y creadores. En concreto, nos referimos al pensamiento de un conjunto de filósofos del s. XX entre los que destaca Emmanuel Mounier y el grupo formado en torno a la revista Esprit y al que se pueden adscribir otros pensadores como Marcel, Scheler, Buber, Ebner, Landsberg, Nedoncelle, Weil, Levinas, Ricoer, Lacroix, etc.” (nota 1, página 22 del libro La revolución personalista y comunitaria en Mounier, varios autores, Fundación Mounier, Madrid, 2002, en el apartado elaborado por  X. M. Domínguez).
Según el periodista católico José Francisco Serrano, al comentar la aparición de dos recientes textos editados por la Fundación Emmanuel Mounier, señalaba sintéticamente que “El árbol de la ciencia del personalismo se nutre de la savia de la rama Péguy: Péguy, Maritain, Mounier, Domenach, Lacroix, Berdiaev y Manzana; de la rama de Scheler: von Hildebrand, Landsberg y Xirau; de la rama fenomenológica-tomista: Wojtyla, Stein y Nédoncelle; de la rama Zubiri: Zubiri, Ellacuría, Aranguren y Laín; de la rama dialógica: Rosenzweig, Buber, Lévinas, Kierkegaard, Ebner, Brunner, Marcel, Guardini, Ruíz de la Peña, Manjón, Marías -padre, por supuesto-; y de la rama hermenéutica: Ricoeur.”
Como corriente filosófica, y desde una perspectiva histórica, alcanzó gran resonancia en los medios intelectuales católicos europeos en los años 30, 40 y 50 del pasado siglo, llegando con cierto retraso a España. Acosada por el marxismo, también ejerció gran influencia en notorios medios políticos, particularmente en Europa, en algunas expresiones de los partidos democristianos, aunque no exclusivamente.
De hecho, su influencia puede rastrearse en fenómenos históricos tan diversos, pero relacionados entre sí y relevantes en cualquier caso, como fueron el Vaticano II y las legislaciones internacionales sobre los derechos humanos.
También en España hemos encontrado resonancias personalistas en medios muy dispares: en elaboraciones de algunos intelectuales y políticos de la revista “Cuadernos para el diálogo” actualmente en el entorno del PSOE, en textos doctrinales de la Falange Auténtica de los años de la transición, en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), ediciones ZYX y, todavía hoy, en la revista católica catalana “El ciervo”. Y no olvidemos su influencia en pensadores de la talla de Marías, Zubiri, etc.
Pese al ostracismo sufrido y la desaparición de sus grandes figuras, el personalismo sigue contando con seguidores entusiastas y algunos cualificados representantes, elaborando propuestas, lanzando nuevos textos que ponen, como siempre sobre el tapete de la actualidad social e intelectual el valor de la persona, entendida como un ser de naturaleza material y espiritual de irrenunciable vocación social. La revista Acontecimiento, editada por la Fundación Emmanuel Mounier, constituye el vocero imprescindible para quien quiera estar al corriente de sus reflexiones y propuestas.

 

El Instituto Emmanuel Mounier.
Encuentro, Palabra, Caparrós, son, seguramente, las editoriales españolas que mayor espacio han dedicado a los autores personalistas en las últimas décadas; a cuya labor debe incorporarse, recientemente, los textos editados por la Fundación Emmanuel Mounier en sus diversas colecciones y la antes mencionada revista. Dicha Fundación es obra del Instituto Emmanuel Mounier, columna vertebral orgánica del personalismo en España.
Nos permitimos reproducir, a continuación, un breve texto procedente de su web, con el objetivo de aproximarnos a la naturaleza y objetivos del Instituto.
“El Instituto Emmanuel Mounier se fundó en el año 1984 por iniciativa de un grupo de personas y se ha ido desarrollando hasta tener militantes y grupos  activos en muchos lugares de España. Hoy nos encontramos ante la afortunada situación de fomentar grupos incipientes del I.E.M. en México, Paraguay, Brasil o Bolivia.
El I.E.M. es una organización sociopolítica que pretende ser ámbito de  encuentro entre intelectuales, profesionales y trabajadores con un común deseo transformador; el de realizar una comunidad de adultos liberados del afán de  posesión y tendentes a una sociedad personalista y comunitaria, por libre, ética, fraterna y profundamente espiritual.
                El centro de nuestro pensamiento y acción es la persona humana, fin en sí misma, pero no encerrada individualistamente sino abierta al compromiso   solidario con el otro, y ordenada a la trascendencia. Para ella recabamos, a la vez, la transformación de la interioridad humana y la de las estructuras que habita; a sabiendas de que la revolución será espiritual o no será, será socioeconómica o no será. 
Todo esto no sería viable sin una nueva cultura crítica que facilite la   formación de las conciencias para resistir frente a los intentos de deshumanización. Nuestro momento histórico impone con urgencia, en primer lugar, discernir, atisbar por donde van las cosas. Después, inevitablemente, poner la inteligencia al servicio de la causa del hombre para encontrar la fundamentación y la ética que den sentido a la opción vital”. 
Sus contactos internacionales también han fructificado, especialmente en Hispanoamérica, creándose una red informal de entidades impulsoras en su ámbito del personalismo. En este trabajo, el infatigable filósofo Carlos Díaz sigue contando con el carisma y entusiasmo que siempre le ha caracterizado, difundiendo su credo personalista en cuantos foros se le convoca, gozando, ciertamente, de gran prestigio entre el mismo episcopado español.
En el año 2005 se celebrará el 100 aniversario del nacimiento de Emmanuel Mounier. El Instituto español que lleva su nombre reserva a su conmemoración buena parte de sus energías, habiendo iniciado sus preparativos con la expectativa de un congreso internacional. Dicha efeméride puede ser una buena ocasión mediática para ofertar socialmente, de nuevo, al personalismo.
                Y en también en ámbitos universitarios sigue gozando de cierta creatividad y presencia. Es el caso del Congreso sobre Personalismo que celebró la Universidad de Valencia este mismo año y del que queda como testimonio un volumen colectivo que recoge sus ponencias, habiéndose hecho eco del mismo, especialmente, la Universidad Católica San Antonio de Murcia y algunas publicaciones, como el magnífico semanario Alfa y Omega.
                Naturalmente, el personalismo no suscita unanimidad. Se le ha achacado, desde medios filosóficos muy diversos, de falta de precisión y rigor conceptuales, de excesiva generalidad en sus afirmaciones, incluso de cierto agotamiento propositivo como corriente.
En todo caso, la pregunta que debemos hacernos es: ¿puede aportar algo nuevo el personalismo hoy día, agotado el marxismo, en un mundo globalizado en el que parecen haber triunfado las recetas capitalistas y una mentalidad desacralizada y consumista universal?

 

¿Existe un movimiento personalista?
Hemos mencionado, de alguna manera, al pluralismo existente, en sus opciones vitales, entre los personalistas. En este contexto, ¿cómo podemos caracterizar el mínimo común denominar de su compromiso y actuar? Antonio Calvo, filósofo y militante personalista de Zaragoza, en una reciente conversación, nos resumía en los siguientes axiomas, el compromiso personalista de un militante de hoy:
1.        Intensa vivencia de la propia fe religiosa.
2.        Formación cultural en comunidad.
3.        Compromiso social concreto.
4.        Vida austera.
El personalismo no es confesional: agrupa a creyentes y, también, a no creyentes, siempre que acepten una visión espiritual del hombre y de su existencia.
Sus seguidores no constituyen un “movimiento” eclesial de los que pueden recibir, hoy día, esta denominación: un fundador inspirador, un itinerario en la fe estructurado en una concreta y novedosa pedagogía, un fuerte compromiso comunitario, una organización definida, un expreso reconocimiento jurídico eclesial. Tampoco constituye una de las autodenominadas “Comunidades eclesiales de base”, que gozan de alguna de las características formales antes mencionadas. Pero sí que constituye un pueblo, atípico tal vez, pero de rostro reconocible, de intensos y sólidos lazos personales. Uno de los termómetros del mismo, y punta de iceberg, lo constituyen sus “Aulas de verano”, organizadas en los meses de estío por el Instituto Emmanuel Mounier, que reúnen, bajo su convocatoria, a los pesos pesados del personalismo español, principalmente, y a numerosos seguidores e interesados en el “método y exigencia personalistas”. Allí encontramos a un ex - secretario general de la central anarcosindicalista posibilista CGT, docentes de seminarios católicos, clérigos, religiosas, estudiantes de Filosofía y Teología, militantes de diversos movimientos eclesiales y sociales…
                Además de en este “pueblo” informal, de peculiares lazos afectivos y generador de relaciones informales, encontramos la impronta personalista, en mayor o menor medida, en algunos movimientos eclesiales concretos con cierta intensidad: es el caso del Movimiento Cultural Cristiano (MCC) y de su escisión Acción Cultural Cristiana (ACC), ambos en la estela de Guillermo Rovirosa, Eugenio Merino y Tomás Malagón, auténticos hitos en la historia del apostolado obrero español de la HOAC, así como en algún otro grupo de ámbito local, como el andaluz SOLITEC. Y encontramos referencias literarias o doctrinales, de desigual calado, en medios eclesiales muy dispares, desde Comunión y Liberación a asociaciones muy marcadas por la Teología  de la Liberación.
Sin duda muchas de sus intuiciones y aportaciones siguen vigentes. En estos tiempos de globalización y de “pensamiento políticamente correcto”, reclamar la centralidad de la persona es, en sí mismo, un acto de elemental realismo, casi de carácter revolucionario, siendo la Iglesia católica su mayor defensora. Pero muchos acontecimientos se han producido en todos estos años. Es el caso, entre otros relevantes acaecidos en la propia Iglesia católica, de la aparición de los nuevos movimientos eclesiales, con sus intuiciones, carismas y particularidades que la han enriquecido y están contribuyendo a regenerarla.
Creemos, modestamente, que no basta con pregonar unos valores y un credo personalistas. Se precisa de un pueblo que lo desarrolle con obras, lo encarne y haga vida cotidianamente. Por ello, el diálogo entre personalistas y los nuevos movimientos eclesiales pudiera proporcionar, en el futuro, un nuevo rostro y bagaje filosófico al catolicismo social.
Desde otras corrientes filosóficas católicas se pueden, igualmente, tender puentes con el personalismo: la tradición filosófica católica y la centralidad de la persona, cuyo origen lo encontramos exclusivamente en el cristianismo, serían el nexo que permita un diálogo creativo y enriquecedor entre las mismas.
                El personalismo puede proporcionar, en un mundo globalizado, de pensamiento único pero débil, unos instrumentos intelectuales que faciliten, cuanto menos en diversos planos, “diseccionar” con seguridad la realidad, su comprensión y, tal vez, herramientas para su transformación.

 

El contenido de este “dossier” sobre el personalismo cristiano.
                En “Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica”, intentamos estar atentos a los acontecimientos más relevantes de la actualidad eclesial española y mundial, dentro de nuestras posibilidades. Por ello ya hemos elaborado, en varias ocasiones, algunos “dossieres” de carácter monográfico, como el dedicado a la masonería y el relativo a las persecuciones religiosas del siglo XX.
                En esta ocasión, con idéntica voluntad de servicio, sin ánimo de crear polémicas eclesiales estériles, y por propia voluntad, hemos asumido la apasionante labor de asomarnos a esta realidad, poco visible en una primera mirada, intentando profundizar un poco en la misma, proporcionando datos y elementos de juicio elaborados por algunos excelentes conocedores de estas materias; también algunas desde la discrepancia y la fidelidad a los propios presupuestos filosóficos, especialmente desde el tomismo.
                Los artículos que integran este “dossier” son los que siguen:
-          El personalismo de E. Mounier. (Antonio Calvo. Instituto Emmanuel Mounier. Zaragoza).
-          Anotaciones críticas sobre el personalismo. (José J. Escandell. Instituto de Humanidad Angel Ayala – CEU. Madrid).
-          Primacía de la incomunicación de la persona. (Eudaldo Forment. Universidad de Barcelona).
-          Polo político y polo profético. (Marcelo López Cambronero. Universidad Católica San Antonio de Murcia).
-          El gran engaño: derechos del hombre, Iglesia católica y Revolución Francesa. (Luigi Negri. Universidad del Sacro Cuore de Milán). Procedente de la revista Huellas.
-          Ocaso y aurora. Perspectiva personalista y Ontología de la existencia. (Juan Carlos Valderrama).
Queremos agradecer, ante nuestros lectores, la colaboración desinteresada de estos autores, gracias a cuyo esfuerzo podemos ofrecer este “dossier” que, deseamos, cumpla los objetivos propuestos.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 61, septiembre de 2002.

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