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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Esoterismo y New Age

Masones y yunques: sociedades secretas en Navarra

Masones y yunques: sociedades secretas en Navarra

En el número 63 de la publicación digital El Oriente, del pasado 30 de marzo de 2015, el editorialista se congratulaba por el “levantamiento de columnas” de la «Respetable Logia Pro Libertate número 181»; en suma, la implantación estable de una logia regular masónica en Navarra, después de ocho décadas de ausencia.

Se venían produciendo algunos intentos al respecto. Así, persistía el de establecer una «Logia Xavier Mina» por parte de personas de ambos sexos -otra diferencia con la llamada masonería regular representada por la arriba citada- vinculados a la Gran Logia Simbólica Española residentes en Navarra. Es decir, una logia de la denominada masonería irregular o liberal, particularmente laicista, orgánica y dogmáticamente separada de la regular de obediencia “inglesa”.

Por su parte, la novísima «Respetable Logia Pro Libertate número 181» se integra en la Gran Logia de España, masonería regular, ortodoxa por calificarla de alguna manera, reconocida por la Gran Logia de Inglaterra; que en cuestión de filiaciones masónicas viene a ser, grosso modo, lo que el Vaticano para el catolicismo y el resto del cristianismo.

En su exultante narración, el editorialista también se orgullecía de la magnífica acogida que le había dispensado Diario de Navarra, quien le dedicó un formidable reportaje de dos páginas. Ya se sabe, el diario y sus siempre buenas relaciones con el poder… del momento. ¿Cabe mejor bienvenida?

Pero, masones, ¿a cuento de qué?, ¿qué es la masonería?, ¿tiene alguna trascendencia real la presencia, en nuestra Navarra, de tan pintoresca como vetusta sociedad en la que caballeros, muy serios y trajeados, se visten con mandiles y ostentosos collares, portando espadas de las que puedes encontrar en la calle Estafeta en tiendas para turistas, entrelazándose en cadenas de unión en iniciáticas tenidas, rodeados de símbolos esotéricos de todas las tradiciones primordiales, y departiendo discretamente sobre todo lo divino y lo humano, sobre todo esto último?

El escritor navarro Víctor Manuel Arbeloa, un pionero en el posteriormente muy abundante género de la recuperación documental de la memoria histórica masónica española, aseguraba en su libro La masonería en Navarra, 1870-1945 (Aranzadi, Pamplona, 1976) que tan insigne institución -de escasísima implantación en Navarra antes de la guerra civil- sería «una asociación ritualista y benéfica, que respetaba y armonizaba todas las religiones monoteístas, buscando un modelo de sociedad tolerante, pluralista y filantrópica». También denominada francmasonería, para el igualmente navarro José Antonio Ullate (El secreto masónico desvelado, Libros Libres, Madrid, 2007)- se trata de «una organización cuyos miembros, siguiendo un sistema propio de moralidad y mediante ritos iniciáticos, logran un conocimiento y un perfeccionamiento moral, por los que anticipan en sí mismos una futura hermandad universal de todos los hombres basadas en ese progreso moral e intelectual».

Ambas definiciones no van más allá de las propias fuentes masónicas, las cuales se alimentan -según el muy acreditado criterio de Ullate- de «… los grandes temas del agnosticismo dogmático, del relativismo moral, de la creencia en el progreso ilimitado, del laicismo… [que] se han convertido en el telón de fondo de la vida de nuestros contemporáneos». De este modo, bien puede afirmarse, siempre con las palabras de Ullate, que «… puede que la masonería organización haya perdido gran parte de su vitalidad y que incluso languidezca en casi todos los países, pero indiscutiblemente los principios de la masonería se han impuesto integrándose en la vida cotidiana de la gran mayoría de los habitantes del mundo occidental». En su formidable determinación de la naturaleza de tan discreta institución, Ullate la encaja perfectamente en nuestro mundo actual, atribuyéndole un protagonismo determinante; no en vano «La masonería es un vehículo para transmitir un sistema ético y doctrinal. Es innegable que ha cumplido su misión, una tarea en la que no ha estado sola, pues esos principios, que se originaron fuera de la masonería, han sido defendidos por muchos otros. Una vez más, nos damos cuenta que de cómo una excesiva obsesión con la organización masónica, un exagerado interés por la hipotética condición masónica de algunos personajes claves de la historia, han traído como consecuencia una inflación de la importancia de la institución en sí misma».

Resumiendo: los masones son muy pocos, también en la Comunidad Foral, pero su influencia, por el contrario, enorme; habiendo determinado en gran medida los contenidos políticamente correctos del pensamiento y los comportamientos dominantes en Occidente. Otra cuestión que está fuera de discusión es el gusto de masones y masonería por el poder: mediático, académico, político, judicial, financiero… Los propios masones alardean de ello y sus rabiosos oponentes lo acreditan… hasta el paroxismo.

La masonería no es una sociedad secreta –sus fines y rituales son conocidos-, pero sí discreta, de modo que es muy difícil saber de la condición masónica de la mayoría de sus integrantes; salvo excepciones, como esos escasos portavoces autorizados. Discreción, secretismo: un terreno tan difuso como atractivo y evocador.

En las antípodas ideológicas, muy indirectamente, Navarra se ha visto salpicada por las andanzas de otra entidad más o menos secreta: la «Organización Nacional del Yunque». Según el periodista Santiago Mata, experto español en el tema, se trataría de una «sociedad secreta fundada en México por Ramón Plata e importada a España desde allí por Miguel Ángel López Zavaleta». Y añadimos nosotros que, conforme otras fuentes, sería una entidad empeñada en la conquista de parcelas de poder real desde una perspectiva estratégica “neocon”, imbuida del espíritu de resistencia de los mártires cristeros e infiltrados, en su día, en la alta dirección del derechista Partido de Acción Nacional mejicano.

Tan peculiar como oscura historia –lindante con conspiranoias y conspiracionitis tan múltiples como divertidas- ha devenido noticia al ser dos, lo que no es poco dadas las características del medio, los obispos católicos españoles que han desautorizado al Yunque y sus iniciativas.

Así, el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, suscribía el pasado 25 de marzo unas declaraciones precedentes del obispo de Getafe, Joaquín María López de Andújar y Cánovas del Castillo, por las que rechazaba las iniciativas de la plataforma HazteOir.org, al valorar que miembros activos de la misma estarían relacionados con El Yunque. En consecuencia, el arzobispo de Toledo prohibía a Hazte Oír y a Derecho a Vivir el desarrollo de sus actividades en parroquias o instituciones de su diócesis. Una decisión sorprendente en tan tolerante institución caracterizada por acoger santos y pecadores, abortistas y meapilas, curas casados y monjas disfrazadas, corderos y lobos. La Iglesia, experta en humanidad y extraordinaria conocedora de su naturaleza, huye de “votos secretos” y similares. De este modo, ambos obispos decidieron que ese secretismo del Yunque era la línea roja que no podían permitir en sus jurisdicciones. Por algo será.

En los últimos meses, especialmente en medio digitales católicos de información religiosa (destacando Forum Libertas e InfoVaticana), se venían sucediendo diversas aportaciones documentales, muchas de ellas impulsadas por el mencionado Santiago Mata, en las que se denunciaba el carácter secreto y las pretensiones políticas de esa entidad genéricamente definida como integrista. Todo ello se remitía a Navarra de una manera indirecta, pues, por una parte, el mencionado Santiago Mata es licenciado en periodismo por la Universidad de Navarra. Y, conforme las informaciones difundidas, por ejemplo en Wiki Yunque (del propio Mata), una cierta estructura de esa supuesta organización –que no existe, faltaría más- mantendría actuaciones proselitistas en ambientes ligados a tan potente realidad religioso-cultural navarra.

No nos consta que tal estructura pudiera ser relevante numéricamente hablando; pero si está acreditada la presencia ocasional en Navarra de algunos licenciados, en estudios de doctorado y similares, supuestamente vinculados a El Yunque; concretamente de nacionalidad mejicana.

En cualquier caso, ¿tienen algo que ver la masonería y esa supuesta organización de El Yunque? Su existencia, ¿es relevante? ¿Tiene algún interés para la gente “normal”?

En unos tiempos, los nuestros, en que es una exigencia generalizada la transparencia en las relaciones personales y sociales y el ejercicio responsable de la libertad individual y colectiva, no parece de recibo que algunas instituciones actúen desde el secretismo, con un ánimo más o menos explícito de acceder a determinados resortes de poder manipulando a terceros ignorantes y bienintencionados.

El elitismo y el despotismo (todo para el pueblo pero sin el pueblo) caracterizan tales búsquedas a cualquier precio de parcelas de poder. La manipulación de útiles “buenos chicos”, prescindiendo de su voluntad o privándoles del conocimiento necesario, al servicio de magníficos ideales –sean éstos una vía iniciática de la gnosis o la instauración del reinado social de Cristo- repugnan a nuestra mentalidad. Y es que esta exigencia de transparencia, que en definitiva es tratar a la gente con respeto y dignidad, alcanza todo. Por ejemplo, uno de los motores del terremoto que afecta al bipartidismo en la crisis política actual es la expresión política de esa exigencia tan sentida: que no nos traten como súbditos, o como menores de edad, o como tontos útiles, o como buenos chicos que no necesitan saber más.

Por otra parte, el secretismo no es bueno para nadie. Un caso muy reciente. Se ha difundido que Iván Espinosa de los Monteros, secretario general del incómodo partido liberal-conservador VOX, sería miembro del Yunque; entre otros muchos de una lista de Wiki Yunque a la que habría que aplicar el enunciado de «ni están todos son lo que son, ni son todos los que están». Interpelado al respecto, el propio afectado lo ha negado con una contundencia y una convicción tales que difícilmente pueden cuestionar la sinceridad de su desmentido (por ejemplo, http://blogs.elconfidencial.com/espana/tribuna/2014-09-28/el-yunque-y-el-bunker_217730/), pero… el mal ya está hecho. Una vez se difunde que menganito o fulanito es esto o lo otro, masón o yunque, amigo de Barcina o asesor del presidente de Osasuna, los males derivados son seguros. Y los efectos colaterales, imprevisibles. No en vano, el secretismo pudre las relaciones personales, pues facilita la extensión de la siempre lacerante sospecha: ¿es sincero en su amistad?, ¿lleva un doble juego?, ¿a quién sirve realmente?... ¿es no es?

Naturalmente que los masones tienen derecho a buscar su vía de perfeccionamiento individual, incluso el ejercer una acción filantrópica en la sociedad en la que viven. Pero también lo tienen los católicos, incluso los denominados despectivamente como integristas; y no únicamente los progresistas, liberacionistas y similares. Las diversas creencias religiosas y humanísticas tienen el derecho a vivir conforme sus creencias, en público y en privado, a formarse y a trabajar al servicio del bien común. Negarlo, o considerarlos como una patología social, no es laicidad: es laicismo; y como todo “ismo”, se trata ya de una ideología, con los que peligros y derivas que ello conlleva. Pero, tales y cualesquiera otros, deberán actuar respetando la libertad de las personas, sin violentar sus conciencias, sin manipularles o instrumentalizarlos, sin perseguir fines secretos con tácticas maquiavélicas.

Es el riesgo subyacente e inevitable de todo despotismo, sea ilustrado, masónico, feminista, ultracatólico, islamista o budista: dividir a la humanidad en dos categorías, la de los elegidos y el rebaño al que dirigir… y manipular.

Vivimos en unos tiempos inquietantes. Osasuna a punto de descender a Segunda B o, incluso, de esfumarse por completo. La Caja de Ahorros de Navarra, expoliada irresponsablemente y liquidada a precio de saldo. Los animalistas amenazando con acabar con las esencias toreras de los sanfermines. UPN, al borde de pasar a la oposición… con todos los escenarios abiertos y todas las combinaciones de gobierno posibles. ¿Qué pasara? Navarra, ¿sola o con leche? Y ya se sabe: en río revuelto, ganancia de masones y yunques, perdón, de pescadores de todos los pelajes.

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

http://latribunadelpaisvasco.com/not/2751/sociedades-secretas-en-navarra/

Naturaleza de las organizaciones rosacruces.

¿Cuál es la naturaleza de las organizaciones rosacruces? ¿Existe algún tipo de vinculación con la masonería? ¿Cuál es su relación con el cristianismo? A estas preguntas pretende responder este artículo.

 

                A lo largo de esta mini-serie de textos estamos intentando aproximarnos al  fenómeno de las organizaciones rosacruces; entidades de ámbito internacional también operativas en España desde hace décadas y de perfil confuso, al presentarse en algunos casos como asociaciones de carácter cristiano. En los artículos anteriores hemos hablado de los orígenes míticos e históricos de estas órdenes esotéricas (número 56 de Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica), de sus organizaciones internacionales actuales (número 58) y de su presencia actual en España (número 59-60). En este cuarto y último texto, abordaremos su naturaleza, propósito al que bien puede colaborar el conocimiento de sus relaciones con la masonería. Cerraremos el artículo –y la serie- con una aproximación a la posición de la Iglesia católica ante estas organizaciones.

 

Naturaleza de las organizaciones rosacruces.

Según Juan Miguel Ganuza en su libro Las sectas nos invaden, los rosacruces serían un nuevo brote de la herejía gnóstica, a la que caracteriza de la siguiente manera: conjunto de doctrinas que, provistas de un ropaje científico y de alta especulación, se atribuía la clave de múltiples secretos humanos y divinos. Se trataba de una “Amalgama religioso – científica que tomó del Platonismo la concepción de las ideas, diversos principios ascéticos y un misticismo extraño y exagerado de características panteístas del neopitagorismo y neoplatonismo, las concepciones cosmogónicas de la India y Egipto junto con un cúmulo de ideas religiosas, y todo ello mezclado con ideas cristianas, como la Redención”.

Así, el gnóstico Carcoprates tenía algunas teorías coincidentes, en diversos sentidos, con las obediencias rosacruces. Carcoprates afirmaba que Jesús era hijo de José, naciendo como un hombre más. Por la resurrección se libera de su existencia anterior a través de un singular proceso de metempsicosis, triunfa de la muerte y del mundo y recobra al Padre. Este fenómeno puede repetirse en muchos mortales.

En el Diccionario de las Religiones, dirigido por el Cardenal Paul Poupard (Herder, Barcelona, 1987), se afirma que la rosacurz: “es menos una secta religiosa que un sincretismo de origen gnóstico y alquímico, de tipo iniciático, que propone una síntesis del conocimiento de la naturaleza, del secreto de las fuerzas cósmicas, del misterio del tiempo y del espacio, o de los poderes místicos de las religiones o sabidurías de Egipto, Babilonia, de Grecia y de Roma”. Según este texto, para los rosacruces, las enseñanzas de Jesús estaban dirigidas sólo a una minoría, lo que las Iglesias ocultaron, siendo ese pequeño número su único depositario. La tierra sería una “gran escuela” a la que el hombre retorna a través de la reencarnación. El saber se transmitiría de manera secreta y privada, siguiendo la tradición de los grandes iniciados. La astrología, la alquimia y otras disciplinas esotéricas serían muy importantes, formando buena parte de las enseñanzas rosacruces.

En todas las obediencias rosacruces encontramos –ya lo hemos visto en el primero de los artículos dedicados a estas entidades- una serie de elementos doctrinales  y estructurales comunes:

-          Un conjunto de creencias de base gnóstica, tal como hemos mencionado en los párrafos anteriores, y de desarrollo amplio.

-          Una concepción del cristianismo entendido como una religión exotérica destinada a las multitudes de fácil conformar espiritual y con una realidad oculta –esotérica- que sería, en buena medida, común a otras grandes religiones.

-          La creencia en la reencarnación.

-          La práctica de la alquimia, ya entendida en un sentido psicológico o espiritual o en su sentido físico tradicional.

-          Un cultivo de la astrología.

-          La práctica de diversas técnicas de autoayuda.

-          Una concepción panteísta.

-          Negación del carácter religioso de sus organizaciones (salvo excepciones), político o lucrativo.

-          La adquisición del conocimiento rosacruz mediante estudios, por correspondencia, y la participación en ceremonias iniciáticas estructuradas en grados de superación sucesiva y de forma casi automática.

-          La existencia, en el origen de cada orden, de un fundador carismático, privilegiado intermediario entre una elite humana y los planos o seres superiores de los que procede el verdadero conocimiento.

 

Su relación con la masonería.

En el periplo de los rosacruces, su relación con la masonería ocupa un espacio importante. Así, por ejemplo, en la versión de su historia proporcionada por la más numerosa y extendida de sus organizaciones en la actualidad, AMORC, ”la masonería no sería sino la organización nacida de Salomón, un rosacruz que no llegó a ser iniciado por completo”; versión no aceptada, evidentemente, por la masonería, y que carece de cualquier base histórica.

                Jean – Pierre Bayard en su libro La meta secreta de los rosacruces (Robin Book, Barcelona, 1991), asegura que “Los Manifiestos de la Rosacruz, creados o no por Andreae y sus amigos, han tenido una influencia espiritual sobre muchos grupos y, particularmente, sobre los de Inglaterra. Francis Bacon, con la Nova Atlantis, influenció y marcó las logias masónicas”. Afirma, por otra parte, que “Johann Gotthier, al publicar en 1804 su libro sobre los rosacruces, pensó que francmasones y rosacruces no eran sino un único grupo en su origen, que se separaron para propagar por una parte ideas filosóficas y filantrópicas en la masonería y, por otra parte, entre los rosacruces, para llevar a cabo investigaciones cabalísticas y alquímicas”. Y, más adelante, describe el ambiente intelectual en el que todo ello pudo producirse, pues “Igualmente hemos visto que el Siglo de las Luces se sintió atraído por el iluminismo y que aquellos focos permitieron la eclosión de la francmasonería, bien estructurada desde 1717. Esta orden no pudo sino permanecer atenta a toda creación de sociedades análogas y seguir la evolución de los círculos, atribuyendo siempre a la Rosacruz de Oro intenciones alquímicas”. Unos párrafos que consideramos, más allá de anécdotas, como sumamente aclaratorios.

                Los autores especializados en estas materias, como el arriba citado, enumeran y relatan numerosos círculos de inspiración rosacruz que adoptaron, desde principios del siglo XVIII, organización y ritos masónicos, tanto en Alemania, Rusia, Inglaterra, etc.

                Es importante observar que el grado 18 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, practicado en la mayoría de logias masónicas de todo el mundo, se denomina Gran Príncipe Rosa Cruz. En este grado se recogen diversos símbolos indudablemente rosacruces: el triple beso, el pelícano, el águila, barras de cera para lacrar…

La S.R.I.A. está compuesta exclusivamente, ya lo veíamos en el segundo de los artículos de esta serie, por masones, que conciben la “vía rosacruz” como una profundización más espiritual, incluso superior, en algunos aspectos, a la experimentada en la propia masonería.

En el caso concreto de la Orden Rosacruz, cuya sede mundial está en Las Palmas de Gran Canaria, los mandiles, de apariencia masónica a simple vista, la denominación de sus locales, “logias”, y las referencias al Gran o supremo Arquitecto del Universo; nos remiten, inevitablemente, a la masonería como inspiradora tanto formal como materialmente o, al menos, formando parte de un tronco común.

Manuel Guerra, en su extraordinario Diccionario enciclopédico de las sectas (BAC, Madrid, 1999,2ª edición) asegura que “Los grados de iniciación, el secreto, etc. del rosacrucismo deben atribuirse probablemente a influjo de la masonería”.

                Cuando algunas organizaciones rosacruces analizan sus diferencias con otras entidades igualmente denominadas, denuncian la mayor o menor influencia ejercida por la masonería en ellas. Es el caso de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel que, para diferenciarse de AMORC, recurre a la inspiración masónica de ésta última, cuando afirma que en ella el proceso de la iniciación reviste carácter masónico: se realiza en una logia, asisten oficiales de ceremonia, se sigue un ritual preciso, se emplean palabras de pase, se utilizan signos e instrucciones secretas… Por el contrario, los seguidores de Max Heindel experimentarían una iniciación personal, espiritual e íntima.

Pero donde puede encontrarse una gran fuente de inspiración para alguna de las actuales órdenes rosacruces, particularmente AMORC, es en la nebulosa masonería llamada egipcia, es decir, la seguidora de los ritos de Menfis, Misraim y Menfis-Misraim.

                Dicha masonería irregular no goza de buenas relaciones con las masonerías mayoritarias (la regular y la liberal), que la consideran como de carácter periférico e incluso “paramasónico”. Históricamente llegó a contar con un gran desarrollo y extensión (también en España), pero a finales del siglo XIX sufrió una grave crisis de la que no se ha repuesto. En la actualidad se encuentra fraccionada en múltiples obediencias y “logias salvajes”, con muy pocos seguidores en general, sufriendo periódicamente diversas “restauraciones” y escisiones. Precisamente de algunas entidades integrantes de la masonería egipcia, Spencer Lewis, fundador de AMORC, recibió algunas de las más importantes dignidades esotéricas que afirma llegó a poseer.  Así, obtuvo del Gran Hierofante Teodor Reuss, en 1921, los más altos grados en la masonería egipcia: en el Rito Escocés Antiguo y Primitivo (grado 33), en el Rito de Menphis (grado 90) y en el Rito de Misraim (grado 95). El fundador de AMORC, en su artículo titulado “Misticismo verdadero”, reproducido en la revista internacional de dicha orden, “El Rosacruz” de enero de 1950, asegura que: “Los Rosacruces (AMORC), como descendientes de los Esenios, que formaron parte de la escuela secreta cristiana, son probablemente los únicos que conservan e imparten la mayoría de esos secretos cristianos, ayudados por las actividades secretas de una o dos organizaciones semejantes, como la de los Caballeros del Temple en Europa y los ‘Hermanos del Traje Blanco’, que pertenecen a los antiguos Ritos de Memphis y Misraim”. Un texto de dudosa calidad literaria, impreciso en su terminología, pero que establece unas clarificadoras filiaciones.

                AMORC, en su texto Preguntas y respuestas rosacruces, afirma, además, que “En el siglo XVIII, la Orden de la Rosa-Cruz y la Francmasonería estaban muy relacionadas, lo que explica por qué uno de los más altos grados de la masonería lleva el nombre de ‘Caballero Rosa-Cruz´. Estas dos organizaciones son totalmente independientes entre sí, y por tanto, sus actividades también lo son. Ciertamente, hay numerosas personas que son al mismo tiempo rosacruces y masones, demostrando que no existen incompatibilidades entre estos dos movimientos”.

                Intentemos, como resumen, establecer algunas semejanzas y diferencias entre ambas corrientes, ya aclarado que el “humus” humano e intelectual eran comunes.

-          Semejanzas: ambas son órdenes (organizaciones jerarquizadas y estructuradas en grados); son entidades iniciáticas (se pasa de un grado a otro superior mediante ceremonias iniciáticas); son  grupos esotéricos (para una minoría, frente a las religiones exotéricas, propias de las mayorías); afirman remontarse a una remota antigüedad; poseen sistemas de signos, toques y palabras; realizan sus trabajos en logias dirigidas por venerables maestros; emplean mandiles; comparten numerosos principios filosóficos.

-          Diferencias: la masonería posee tres grados fundamentales (aprendiz, compañero y maestro), mientras que la rosacruz no los tiene; los sistemas de enseñanza son distintos (en la masonería es simbólica, en la rosacruz se realiza a través de monografías periódicas); en la rosacruz se escucha el discurso del maestro y se retiran, y en las tenidas masónicas, los asistentes exponen sus opiniones; en la rosacruz el ascenso de grado es automático, mientras que en la masonería el aspirante debe acreditar su preparación; el mandil rosacruz es triangular, por el contrario, en la masonería es cuadrangular; la masonería está enfocada a la simbología y la reflexión filosófica y social, y la rosacruz se encamina al desarrollo de las potencialidades de la persona, la alquimia y la astrología.

 

Su relación con el cristianismo.

                Todos los grupos rosacruces consideran a Jesucristo, al menos, como uno de los más grandes “iniciados” y maestros, afirmando alguna obediencia concreta (caso de Lectorium) que ha sido el mayor de todos ellos. Aseguran que sería la encarnación de seres superiores enviados a la humanidad para rescatarla de su desvío. Sin embargo, esa inicial visión amable de Jesucristo, absolutamente incompatible con la fe cristiana, conviene analizarla más de cerca. Inmediatamente, cualquiera de estos grupos incurre en uno de estos de dos juicios:

1)      Su doctrina no fue entendida mas que por un puñado de “iniciados”, quiénes la transmitieron de forma oculta a través de diversas organizaciones secretas (gnósticos, maniqueos, templarios, rosacruces). Es el caso de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel y también, con matices, de Lectorium Rosicrucianum, que propugnan ser el “verdadero cristianismo”.

2)       Hay que rescatar al verdadero Jesucristo, quien, a su juicio, sólo sería uno más de los grandes iniciados de todos los tiempos, incluso un “ser” procedente de otra dimensión con una compleja misión sólo transmitida a unos pocos privilegiados; mientras que millones de personas se han conformado con una religión distorsionada y esclavizante. Es el caso de AMORC y otros grupos.

Ambas posiciones reducen a Jesucristo a una mera abstracción, a una idea preconcebida accesible a unos pocos. Y ello, cuando no le se reduce a la categoría de los “grandes maestros”, ignorándose su filiación divina absolutamente original e inimaginable. Ambas posturas no pueden compatibilizarse, de manera alguna, con el Cristo de la Iglesia católica, que nos asegura puede transformar a cualquier hombre independientemente de su condición, formación y temperamento.

 

Posición de la Iglesia católica ante los grupos rosacruces.

Los rosacruces han preocupado especialmente a la Iglesia católica hispanoamericana, en cuyo territorio tales grupos han arraigado con especial intensidad, siendo el libro del CELAM Las sectas en América Latina (Editorial Claretiana, Buenos Aires, 1986) uno de los primeros textos católicos que le dedican un importante espacio crítico.

Por lo que respecta a textos y documentos oficiales de la jerarquía católica, o de otros organismos oficiales, pocos son los que, de forma expresa, mencionan a las órdenes rosacruces, analizando el contenido de sus doctrinas. Nosotros conocemos dos magníficos textos.

El primero de ellos es la Instrucción Pastoral, de noviembre de 1991, del Arzobispo de Miami, sobre el movimiento de la “Nueva Era”. Veamos, brevemente, su estructura y orientación. Después de explicar el sentido y contenidos de este movimiento, determina la radical incompatibilidad entre el mismo y la Iglesia, mencionando a los rosacruces dentro de su apéndice, donde relaciona conceptos, temas, intereses y organizaciones integrantes de este amplio movimiento sincrético y multiforme.

Posteriormente será el Arzobispo Primado de Méjico, Norberto Rivera Carrera, quien elaboró en 1996 una Instrucción Pastoral dedicada al estudio de la misma corriente, figurando en la misma los rosacruces como uno de los grupos precursores. Por ello, vamos a reproducir y resumir las líneas maestras de este esclarecedor documento, amplio, muy bien estructurado, escrito con lenguaje claro, atractivo y preciso, lo que no impide afrontar los retos planteados por la “new age” (Nueva Era, en español), llegando a reconocer algunos errores cometidos en el seno de la misma Iglesia ante estas asociaciones y corrientes.

El autor considera que nos situamos ante una “ola cultural/filosófica/religiosa” formada hace unos 35 años y que ha hecho sentir sus efectos en todos los aspectos de nuestras vidas. Se trataría, a su juicio, de un intento vano del hombre por salvarse a sí mismo, expresión de la nostalgia de una presunta “edad dorada” de la humanidad acrecentada por cierto espíritu milenarista. Para la “new age” el universo entero sería un todo vivo del que nosotros formaríamos parte.

Varios factores habrían facilitado tan rápida difusión: el proceso de globalización en los diversos campos del actuar humano, la agresiva comercialización de todos los aspectos de la vida del hombre de hoy, el destierro de la fe del horizonte del saber humano y, por último, la insaciable sed del hombre de una trascendencia y de la necesidad de sentido.

La “new age” no es una organización única, sino una misma mentalidad dotada de una enorme capacidad de comunicación muy fluida. Sin embargo, pese a la aparente multiformidad de las innumerables expresiones de esta corriente, compartirían una serie de creencias básicas:

1.        El ecologismo que, en su versión “profunda”, niega la diferencia de fondo entre la existencia humana y la no humana.

2.        El panteísmo. En parte derivado del anterior, se crea una especie de espiritualidad planetaria, perdiendo la noción de un Dios personal en favor de una fuerza divina que estaría presente en todo.

3.        El gnosticismo, también presente en todas las grandes tradiciones religiosas, sería expresión de la tendencia a exaltar a la razón humana, atribuyéndole poderes extraordinarios. En el caso del cristianismo, el gnosticismo pretendía que en la Sagrada Escritura existiría un mensaje escondido que sólo ciertas mentes iluminadas podrían descifrar. Múltiples agrupaciones encarnarían hoy día esta tendencia: la Sociedad Teosófica de Helena Blavatsky, la Antroposofía, la Gran Fraternidad Universal, las órdenes rosacruces, Nueva Acrópolis, etc. A juicio del autor, por lo tanto, las órdenes rosacruces se situarían entre las precursoras ideológicas de la “new age”, siendo todavía promotoras expresas de la misma. La masonería, con sus ritos, símbolos y ceremonias, también estaría muy relacionada de fondo con la gnosis. Todas estas corrientes, además, pretenden potenciar la voluntad y la capacidad humanas merced a supuestas fuerzas cósmicas secretas de las que serían celosas depositarias.

4.        La pseudo-ciencia. Esta corriente se afana por comprobar sus ideas y sus técnicas de forma presuntamente científica. Por ejemplo, pretenden borrar la frontera entre materia y espíritu, entre vida biológica y consciencia humana.

La Instrucción Pastoral continúa afirmando la incompatibilidad de la “new age” con el Evangelio, al ser la característica común más preocupante de esta corriente el relativismo religioso, espiritual y moral. Para la “new age” el hombre forma parte de un ser cósmico único que está en evolución hacia la perfecta conciencia de sí. La conciencia humana no sería sino el penúltimo estado evolutivo de la revelación de esa conciencia cósmica, siendo su destino el disolverse en el anonimato del ser. En este marco, muchos serían los “mesías” y “maestros aparecidos. Por lo tanto, la revelación de Dios en Jesucristo pierde su carácter singular.

Una de las ideas básicas de la “new age”, plenamente compartida por las diversas obediencias rosacruces, es la de la reencarnación, creencia totalmente irreconocible con la fe cristiana, siendo inconciliable con la revelación cristiana: “Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos” (Heb. 9, 26-28).

                El texto insiste en otros aspectos, particularmente cuando los promotores de la “new age” afirman la compatibilidad de su espiritualidad con la doctrina y fe católicas. El autor de la Instrucción hace propias unas palabras de Juan Pablo II escritas en su libro Cruzando el umbral de la esperanza, quien afirma que ”la “new age” no puede llevar a una renovación de la religión, pues sólo es un nuevo modo de practicar la gnosis”.

                Vamos a reproducir literalmente, por último, los elementos de la “new age” que, a modo de síntesis, ofrece el autor como más disconformes con el catolicismo y que, en mayor o menor medida, están presentes en las doctrinas y prácticas rosacruces:

“A. Despersonaliza al Dios de la revelación cristiana.

B. Desfigura la persona de Jesucristo, desvirtúa su misión y ridiculiza su sacrificio redentor.

C. Niega el evento irrepetible de su Resurrección por la doctrina de la reencarnación.

D. Vacía de su contenido a los conceptos cristianos de la creación y de la salvación.

E. Rechaza la autoridad magisterial de la Iglesia y su forma institucional.

F. Relativiza el contenido original, único e históricamente fundado del Evangelio.

G. Deforma el lenguaje, dando un nuevo sentido a términos bíblicos y cristianos.

H. Se apoya falsamente en los místicos cristianos y trastorna el sentido de sus escritos.

I. Diluye irremediablemente la práctica de la oración cristiana.

J. Descarta la responsabilidad moral de la persona humana y niega la existencia del pecado.

K. Desorienta a los niños y a los jóvenes en su formación religiosa.

L. Divide y explota económicamente a las familias cristianas”.

               

Conclusiones.

Es incuestionable, por todo ello, que las doctrinas de la “new age” y de los rosacruces, pioneros e impulsores, junto a otros muchos, de la misma, así como sus prácticas, son inconciliables con una pertenencia y una identidad netamente católicas.

Asumir unos principios excluye otros. Y aunque no exista una condena canónica expresa, como ocurrió en el caso de la masonería, es indudable que, pese a que las diversas obediencias rosacruces niegan tener un carácter religioso, sus principios son incompatibles. Una cosa no puede ser a la vez otra cosa distinta. No se puede creer que Jesucristo es Dios encarnado entre nosotros y, simultáneamente, que sólo sea uno más de los “grandes maestros de la humanidad”. No se puede creer en la reencarnación, y en la vida después de la muerte tal como nos enseña la Iglesia católica. El Evangelio es para todos los hombres o sólo un código cifrado para unos pocos.

Nos encontramos, por tanto, en una circunstancia ante la que no podemos ser indiferentes, que exige seriedad para afrontar la verdad de la propia vida. Cristo es la verdad encarnada del Padre y la Iglesia la posibilidad de encuentro y de una vida más humana para todos los hombres, sin que su condición o temperamento sean barrera para ello. Y ello es verdad también para mí, o nos entregamos a ilusorias empresas de búsqueda de mensajes, progresivamente oscuros y restringidos, que sólo pueden acarrear la mentira con el rechazo de la realidad.

                No pretendemos crear polémica por mero gusto, sino aclarar conceptos y realidades, proporcionando elementos de juicio que permitan afrontar la confusión que presentan estas entidades a muchas personas atraídas por esas corrientes pseudoespirituales de moda.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 61, septiembre de 2002

Los rosacruces en España.

      Las organizaciones rosacruces también están presentes en España, realizando una discreta, pero constante, labor proselitista. ¿Cuál es su realidad organizativa y humana?

 

                A lo largo de esta mini-serie de cuatro artículos, nos estamos aproximando a la realidad de los grupos rosacruces -verdaderas “internacionales” del ocultismo y el esoterismo- que se autocalifican, en algunos casos, también como “cristianos”. En el primero de estos textos hemos visto los orígenes históricos del fenómeno y sus grupos iniciales (número 56 de Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica). En el segundo (número 58), estudiábamos a las organizaciones internacionales que se reclaman como tales. En este breve tercer artículo veremos su presencia en España. En el cuarto –y último- analizaremos su naturaleza, sus relaciones con la masonería y la posición de la Iglesia católica.

 

Organizaciones rosacruces presentes en España.

 

-          Orden Rosacruz.

Se trata de la primera y única organización rosacruz nacida en España, en concreto, el día 6 de enero de 1988, impulsada por un antiguo alto dirigente de AMORC, Angel Martín Velayos.

El grueso de su organización se encuentra en España, siendo Las Palmas de Gran Canaria la ciudad en la que radica la Sede Soberana –mundial- de la orden, habiendo iniciado una tímida expansión por otros países, especialmente en Hispanoamérica.

Su máximo dirigente es el Imperator Angel Martín Velayos C.R.C. (caballero rosa cruz), autor del texto “Mis maestros”, que hemos citado en el artículo anterior.

Cuenta con logias o talleres (según el número de miembros) en las siguientes ciudades y provincias españolas: Las Palmas de Gran Canaria, Valencia, Palma de Mallorca, Madrid, Barcelona, Valencia, Alava, Lérida, Sevilla y Zaragoza.

Realizan modestas campañas publicitarias en prensa, organizando, además, actividades semi públicas en algunas ciudades. La entidad ha sido objeto de atención por parte de algunas publicaciones populares de temas esotéricos y paranormales.

Editan una revista propia, llamada “Triángulo de luz”. En la misma se puede observar una clara voluntad de aproximación a la rosacruz histórica, a través del estudio de diversas cuestiones relacionadas con los autores esotéricos “clásicos” como Cagliostro (supuesto fundador de la masonería de rito egipcio), Stanislas de Guaita, Papus, etc.

Sus enseñanzas las imparten, al igual que la mayoría de las entidades rosacruces, por correspondencia.

Está legalizada como asociación cultural.

No parece que su número supere el de unos pocos cientos de adeptos.

Dispone de una red de webs, pertenecientes a sus diversas logias locales, siendo la más interesante –y de buena calidad- la elaborada, con carácter oficial e internacional, por sus órganos centrales.

 

-          Antigua y Mística Orden Rosa Cruz (AMORC).

La organización rosacruz más numerosa del mundo sufrió, en España, una crisis motivada por la escisión de Angel Martín Velayos y su gente, hecho acaecido en 1988, y que le afectó profundamente, habiendo reestructurado, desde entonces, su presencia. Cuenta con logias en diversas ciudades españoles como Madrid, Barcelona, etc.

La sede central de la logia española radica, actualmente, en Barcelona.

Realizan escasas actividades semipúblicas, como conferencias y exposiciones. Publican periódicamente anuncios en la revista “Más allá” y en otros medios escritos de la “New Age” en España. Cuenta con varias webs poco desarrolladas, transcurriendo muchos meses en sus actualizaciones.

Para ingresar en la orden solo se precisa ser mayor de edad y abonar una cuota de inscripción. Posteriormente, deberá abonar una cuota anual, teniendo ya derecho a recibir por correo, en el propio domicilio, una serie de monografías mensuales (en torno a 4) para su estudio y práctica. Para la superación de cada grado, debe someterse a una ceremonia de iniciación en la logia más próxima a su domicilio.

AMORC afirma tener en España en torno a 2000 seguidores.

 

-          Lectorium Rosicrucianum.

También emplea las denominaciones de Escuela Internacional de la Rosacruz de Oro y Fundación Rosacruz.

                Presente en España desde 1978, establece su primer centro fijo en Barcelona el 13 de septiembre de 1980, al que suceden otros en Madrid, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Valencia, Palma de Mallorca, Tenerife, Ordizia (Guipúzcoa), Gijón, Valladolid, Alicante y Gerona.

Está inscrita como entidad religiosa desde 1983, en el Registro de la Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia español, que, en una publicación oficial, la define de la siguiente manera: “Comunidad religiosa cristiana que se esfuerza por seguir el cristianismo original de una manera adaptada a las posibilidades y necesidades del hombre actual. Pretende que cada uno de sus miembros pueda vivir la experiencia espiritual interior de su unión con el Cuerpo Místico de Cristo, de una manera libre de dogmas, autoridades e intermediarios. La idea rosicruciana del cristianismo es anterior a la reforma de Lutero” (Guía de entidades religiosas de España, 1998, Ministerio de Justicia).

Su sede nacional está situada en la localidad zaragozana de Villamayor, denominada “El Nuevo Mercurio”.

Organizan, en sus centros y en espacios públicos, diversas conferencias, anunciadas con numerosos carteles y anuncios, sobre temas directamente relacionados con sus “enseñanzas”. También puede accederse a un Curso de orientación de 5 entregas escritas, que pueden recibirse por correo electrónico: la búsqueda del sentido de la vida, lo esencial de la religión, los dos órdenes de la naturaleza, el ser humano como microcosmos y el “santo deseo”.

Posteriormente, pueden recibirse las 12 cartas del Curso de introducción, pudiéndose solicitarse la entrada en la organización, a su término, como alumno o simpatizante. Los temas tratados son: verdad e ilusión, el conocimiento de sí mismo, los dos órdenes de naturaleza, el misterio de la vida y la muerte, el cambio fundamental (macrocosmos – microcosmos), ¿reencarnación o liberación?, el camino de la endura, el proceso alquímico (la transfiguración), la verdadera oración, el espiritismo y la revolución cósmica, la enseñanza universal (la Biblia) y el candidato y la Escuela espiritual.

Lo que denominan “servicios de Templo” hace referencia a las enseñanzas prácticas de la organización: orígen del hombre, el renacimiento por la transformación de la conciencia, el misterio del Santo Grial, el proceso de la Transfiguración, el “Nuevo Campo de Vida”, todo lo relacionado con el proceso de transmutación.

Algunos de sus libros, escritos por sus fundadores, se pueden encontrar a la venta en librerías esotéricas de toda España.

Disponen de varias webs en castellano, sobrias en su presentación, con bastante información y actualizadas periódicamente.

El número de sus miembros en España no parece supere el millar.

 

-          Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.

Disponen de dos locales conocidos en España: uno en Barcelona y otro en Madrid.

Esta entidad proporciona a sus estudiantes una serie de cursos por correspondencia, por los que sólo acepta donativos. Los primeros cursos son los siguientes: de filosofía rosacruz, de sabiduría bíblica occidental y el curso de astrología.

 

-          Instituto Filosófico Hermético.

Esta curiosa organización considera que los rosacruces serían herederos, de alguna manera, de extraterrestres, dotados de la capacidad de liberar al Dios inhabitante de cada hombre.

Cuenta con una discreta presencia en España: en Madrid (donde radica la sede nacional, según su web internacional), Barcelona y algunos adeptos en Burgos (según Manuel Guerra en su “Diccionario enciclopédico de las sectas”, 2ª edición, BAC). Organizan algunas conferencias y actividades, de cara al público, a las que han dado publicidad en la mencionada revista “Más allá”.

En su web ofertan un curso por correspondencia (mediante entregas mensuales) y varios libros, del género de “autoayuda”, escritos por su fundador, el chileno Darío Salas Sommer.

 

-          Otras entidades.

Manuel Guerra, en su citado texto, afirma que, hace casi treinta años, existió una entidad denominada “Aula Lucis” (producto de la escisión sufrida en la Fraternitas Rosicruciana Antiqua de Arnold Krumm Heller) en la ciudad española de Sevilla, pasando posteriormente a la disciplina de la Ordo Templis Orientis, OTO, (por lo que debe estudiarse en el contexto de las organizaciones esotéricas de carácter “templarista”.

El Movimiento Gnóstico Cristiano Universal (que también emplea otras largas denominaciones) cuenta con una amplia y discreta representación en España. Realizan numerosas conferencias públicas, editando revistas y libros que pueden encontrarse en bastantes librerías esotéricas de toda España. Pero ya hemos indicado que, pese a denominarse “rosacruz”, no parece reunir las características que así la definirían. El adjetivo de “cristiano” está presente, tanto en sus convocatorias, como en el mencionado nombre de la entidad, que adopta para algunas de sus actuaciones públicas.

Hay representantes y miembros de otras pequeñas entidades, mencionadas en el anterior artículo, pero ya con carácter aislado, sin alcanzar ni realizar actos de proyección pública alguna.

                También existe una mínima presencia de miembros de organizaciones martinistas, sin que realicen actividades públicas. Ya vimos que la principal de tales entidades está íntimamente ligada a AMORC y que, en todo caso no pueden ser calificadas, propiamente, como entidades rosacruces o rosacrucianas.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 59 – 60, julio – agosto de 2002

Las organizaciones rosacruces hoy.

Algunas organizaciones autodenominadas rosacruces, de inequívoco carácter esotérico, tienen una estructura y presencia universales, actuando como auténticas “internacionales” del ocultismo. Una aproximación a las más importantes.

 

                Continuamos con la serie de cuatro artículos que estamos dedicando a unas verdaderas “multinacionales” del esoterismo, denominadas rosacruces. En el anterior (número 56 de “Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica) buceábamos en su presunto origen y en las organizaciones iniciales. En éste nos acercaremos a las principales órdenes activas en la actualidad. En el tercero y cuarto, respectivamente, veremos su presencia en España y su naturaleza, relaciones con la masonería y la posición de la Iglesia católica.

 

Organizaciones rosacruces actuales y sus principales inspiradores.

                Las organizaciones que afirman poseer una identidad rosacruz, ya arrogándose la exclusiva legitimidad y continuidad de la presunta y primigenia orden rosacruz, ya como objeto de su estudio esotérico y trabajo ocultista, son numerorísimas. Se trata de un conjunto de entidades muy fragmentadas, generalmente nacidas, e impulsadas, al calor de alguna figura con cierto carisma personal que se siente capacitado para iniciar un nuevo “ciclo” de la orden, generando una “escuela”, en cualquier caso.

Veremos, a continuación, las más relevantes, lo que nos puede proporcionar otra aproximación a su naturaleza última.

 

-          Orden Rosacruz.

La única orden rosacruz nacida en España, lo hizo el día 6 de enero de 1988, impulsada por un  antiguo alto cargo de AMORC, quien sigue siendo su Imperator.

Su implantación se ha producido, fundamentalmente, en España, radicando la Sede Soberana –mundial- de la orden en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Se ha iniciado una discreta expansión por otros países, especialmente en Hispanoamérica.

Sus páginas web son de las mejores, de temática rosacruz, que se encuentran en Internet, realizando, además, algunas pequeñas campañas publicitarias en diversos medios de comunicación.

Un análisis de su web refleja, aparentemente, un notable paralelismo con la  entidad rosacruz más extendida en la actualidad, AMORC: temáticas, método de enseñanza, organización, etc. Pero carece de la abundante simbología egipcia que caracteriza a la mencionada rosacruz americana.

Ese paralelismo se evidencia, también, cuando su fundador y actual Imperator, Ángel Martín Velayos, narra su versión de los hechos determinantes de la reactivación de la orden. Habría sido a través de su contacto con un anciano en Barcelona, nieto del último miembro de una logia rosacruz existente en esa ciudad y que se extinguió en 1880. Cambian las fechas, las ciudades y los nombres, pero las similitudes con la narración de Harvey Spencer Lewis, fundador de AMORC, son evidentes. Si todo se rige por ciclos, aseguran, también la rosacruz actúa en función de tales ritmos: ciclos de 108 años. Ello supone una cierta contradicción: si la rosacruz se reactiva cada 108 años, veíamos, ¿cómo es posible la existencia de dos órdenes auténticas simultaneas temporalmente? Así como AMORC se arroga le exclusiva legitimidad de origen rosacruz de una forma explícita, la entidad que nos ocupa se remite a la historia de la orden de forma más genérica, considerándose heredera de una tradición esotérica concreta. Y por ello, no sienten obligados a dar más explicaciones al respecto.

Los miembros de Orden Rosacruz, afirman, “se dedican al estudio y a la aplicación de las Leyes de la Naturaleza en su forma más elevada”, siendo la paz y el éxito internos los objetivos de su trabajo. Ese cambio sería el contenido de lo que denominan “alquimia espiritual rosacruz”.

Al igual que otras entidades rosacruces, insisten en afirmar que no se trata de una religión, que no entra en política y que no tiene ánimo de lucro.

Sus enseñanzas se imparten por correspondencia, con una media de 4 lecciones mensuales de carácter práctico, con la pretensión, tanto en el plano físico como en el mental, de desarrollar las enormes potencialidades del hombre, entendido como un micro-cosmos concreción y reflejo del macro-cosmos.

Al igual que la mayoría de las entidades de su género, también Orden Rosacruz asegura poder mejorar la memoria, corregir enfermedades, etc.

En las ciudades donde existen logias, los rosacruces de esta obediencia pueden participar en las ceremonias iniciáticas propias de un proceso formativo “tradicional”, dividido en grados, y a los que corresponden, en cada caso, determinados mandiles e insignias.

Disponen de una publicación (Triángulo de luz) que puede adquirirse solicitándolo por Internet o en la Sede Soberana de Las Palmas.

El libro titulado “Mis maestros”, escrito por el Imperator de esta obediencia rosacruz, es otro de los textos que pueden adquirirse.

Los contenidos de sus web son muy claros, discretos, menos pretenciosos que los de otras obediencias y sutilmente ambiguos. Algunos de sus términos (logias, Gran Arquitecto del Universo) y el empleo de determinados símbolos (insignias y mandiles), recuerdan inevitablemente a la masonería.

 

-          Antigua y Mística Orden de la Rosa Cruz (AMORC).

Se trata de la entidad rosacruz que, con mayor extensión en todo el mundo, reclama, además, ser la única y legítima heredera de los auténticos rosacruces.

AMORC afirma tener sus orígenes, ya la vimos en el primer artículo, nada menos que en el Egipto de Tutmosis III. A partir de ese pasado mítico, diversas personalidades y organizaciones esotéricas jalonarían la historia de esta orden que afirma ser la legítima sucesora de los rosacruces históricos (los llamados ocultos maestros desconocidos): la Gran Fraternidad Blanca, Akhenaton, Tales de Mileto, Plotino, Pitágoras, Carlomagno, Arnaud…

Christian Rosenkreutz, el protagonista de los primeros textos rosacruces, no sería un personaje real para esta orden, sino que formaría parte de la campaña previa preparatoria a su resurgir temporal en aquel momento histórico concreto.

Otros rosacruces ilustres habrían sido, según las publicaciones oficiales de AMORC: Leonardo da Vinci, Paracelso, Bacon, Descartes, Spinoza, Newton, Cagliostro…

Al norteamericano Harvey Spencer Lewis corresponde el mérito de haber levantado esta multinacional del esoterismo, presente en todos los continentes y con varios millones de miembros, según afirman. Trasladado a Francia en 1909, habría recibido el encargo de revitalizar la orden e iniciar un nuevo periodo de 108 años de actividad. La veracidad de tales hechos es cuestionada en numerosos foros esotéricos; existiendo algunas extensas páginas en internet dedicadas exclusivamente a demostrar, de forma muy detallada, las presuntas incongruencias y contradicciones históricas y narrativas de Spencer.

Se define a sí misma como una “organización filosófica, iniciática y tradicional, que perpetúa el conocimiento que los Iniciados le transmitieron a través de los siglos. En términos generales, su objetivo consiste en familiarizar al hombre con las leyes cósmicas y enseñarle a vivir en armonía con ellas, permitiéndole conocer la felicidad y adquirir la Maestría de la Vida, tanto en el plano material como en el espiritual. Sin ser ni una secta ni una religión, ni tampoco un movimiento socio-político, la Orden reúne a hombres y mujeres pertenecientes a todos los credos religiosos y a todas las categorías sociales”.

Como “Escuela de misterios”, entienden éstos como una gnosis, como una sabiduría secreta.

Afirman ser independientes de la masonería, aunque reconocen que, en el siglo XVIII, su relación era muy estrecha, siendo en la actualidad muchas las personas que gozan de esa doble condición simultáneamente. Debe precisarse que existe una relación más estrecha entre AMORC y la masonería de rito egipcio, sobre todo en sus orígenes, además de la meramente simbólica, obteniendo su fundador los grados más elevados de diversas obediencias de ese particular rito, minoritario en la masonería actual y que llegó a alcanzar una notable extensión, en países como España, a finales del siglo XIX.

AMORC niega ser una religión, ya lo hemos visto párrafos arriba. También niega que imponga creencias de ningún tipo, pues se trataría de una “Escuela de Iniciados consagrados a perpetuar el Conocimiento a través de los tiempos. Se trata de un sendero de Conocimiento basado en la búsqueda individual y un sincero deseo de superación”.

Al igual que la masonería, los rosacruces tienen prohibido el proselitismo religioso en el interior de la orden.

Moisés, Buda, Jesús, Mahoma, todos ellos -y otros- habrían sido los grandes Maestros de la humanidad, pero para AMORC “el más grande de los Maestros no es otro que el propio Maestro Interior, que es la encarnación de Dios en cada ser humano”.

Para estos rosacruces es fundamental la idea de la reencarnación, aunque afirman –ya lo veíamos antes- no imponen esta creencia a quiénes entran en la orden. Pero, en lógica consecuencia, para poder avanzar en la adquisición de la verdadera sabiduría, hay que despojarse de las viejas creencias…

El crecimiento personal se realizaría tanto a nivel espiritual como a nivel material, de ahí la importancia del aprendizaje de algunas disciplinas que ayudarían a obtener éxito en diversas facetas de la vida. En este sentido, aunque con una importancia secundaria, en el interior de la orden también se estudian los poderes psíquicos: telepatía, radiestesia, proyección psíquica, etc. Con todo, consideran más importante el “despertar de las virtudes del alma”. Así, la alquimia que practican estos modernos rosacruces sería la espiritual: la transmutación de cada defecto en la virtud opuesta.

Conciben la historia de forma cíclica, con una duración de 2160 años para cada ciclo. La época anterior era la de Piscis, siendo el “maestro Jesús” quién la habría abierto: así, estos ilustrados rosacruces nos recuerdan que el primero de los signos distintivos de los cristianos fue el pez y no la cruz…

En lo que se refiere a la organización, niegan que se trate de una organización secreta, sino “discreta”. Está dirigida por un Consejo Supremo integrado por los Grandes Maestros de todas las jurisdicciones territoriales. El Imperator es el presidente del citado Consejo y su máximo líder y autoridad. En la actualidad se trata de un cargo electo periódicamente.

Es en las logias locales donde se perpetúa el aspecto oral de la tradición rosacruz, a través de las ceremonias de iniciación de cada grado.

Ese desarrollo personal se adquiere conforme se progresa en los 9 grados iniciales: después de la fase de preparación existe el grado de postulante, posteriormente, el de neófito (otros tres grados), siendo la fase de Estudios la correspondiente a los iniciados. Superados estos grados, ya “iluminado”, deben superarse otros tres grados más.

Los estudiantes reciben 4 monografías mensuales de unas 10 – 12 páginas. Estudian vestidos con un mandil y en un lugar de su casa reservado para ello y provisto de una decoración muy concreta: un espejo, una cruz, un candelero.

Se agrupan, según su número, en logias, capítulos y pronaos, reuniéndose en templos decorados con motivos egipcios.

Organizan, periódicamente, convenciones nacionales, de las grandes jurisdicciones y, también, de ámbito mundial. Disponen en San José (California) de un complejo arquitectónico integrado por diversos edificios de estética faraónica egipcia: la llamada Universidad Rosacruz.

Para iniciarse en AMORC hay que reunir unas condiciones: ser mayor de edad (los menores precisan de autorización paterna), solicitud por escrito manifestando sus intenciones y pago de las cuotas (generalmente, mensuales). A cada nuevo miembro, desde el primer momento, le es asignado un número a efectos “administrativos”.

Otra entidad que cuenta con varios millares de adeptos en todo el mundo, especialmente en Francia, e íntimamente ligada a AMORC, es la llamada Orden Martinista, inspirada en la corriente esotérica denominada martinismo. Desarrollada a partir de las doctrinas de Martínez de Pasqually, está constituida a modo de orden paralela de AMORC y compuesta, en su mayor parte, por rosacruces de la misma. Al no tratarse de una organización netamente rosacruz, no profundizaremos en ella.

 

-          Lectorium Rosicrucianum.

Esta entidad afirma sentirse unida a la que denomina “corriente crística”, equivalente, a su juicio, a la enseñanza hermética, es decir, la síntesis de la sabiduría original, la suma de todo saber. Invita a descubrir en sí mismo el “átomo chispa de Espíritu”, por ellos denominado “Rosa del Corazón”, mediante el cual uno puede volverse hacia lo Absoluto. Catarismo, rosacruz y Grial se fundirían en  un nuevo impulso cristiano.

La “Corriente Universal de Cristo” se manifiesta –afirman- en impulsos de Fuerza de Luz que, a modo de respiración cósmica, desciende a nuestro campo de vida terrestre. Y esa Fuerza de Luz se manifiesta –aseguran- también de forma horizontal a través de grandes enviados: Rama, Khrisna, Hermes, Buda, Pitógoras, Zoroastro, Sócrates, y el más grande de todos: Cristo. Todo ello constituye un conjunto de creencias de incuestionable aroma gnóstico.

La Rosacruz Moderna, tal como también se denominan, es una Escuela de Misterios cuyo objetivo final sería mostrar el camino preciso para que el candidato que lo desee se una directamente con la Fuerza del Amor Universal, contribuyendo con ello a la liberación de toda la humanidad.

Si bien la orden rosacruz se manifiesta en 1614 con la intención de reanimar el valor liberador del primitivo cristianismo, aseguran, es en 1924 cuando el Lectorium se funda en Holanda de la mano de Jan van Rijckenborgh, Z. W. Leene (ambos antiguos miembros de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel, que luego veremos brevemente) y Catharose de Petri.

Cristo sería una fuerza existente desde toda la eternidad, presente en todas partes y en todo tiempo, un ser ilimitado; quien ofreció a todos los hombres la posibilidad de realizar en su propio ser el proceso de transfiguración.

Cristo sería el Espíritu del planeta, de ahí que la vía de la transfiguración se concrete en un camino de actos reales. Si Jesús de Nazaret se transformó en Jesús el Cristo, afirman estos modernos gnósticos, todos podemos despertar a la vida verdadera por la Fuerza de Cristo que actúa en nosotros.

Esta Fraternidad Rosacruz tendría como objetivo vivificar lo que denominan el triple Templo Divino Original, que aportaba a los hombres la Religión Original, Real y Sacerdotal, la Ciencia Original y el Arte Original de la Construcción.

Esta organización, que emplea el término “gnosis” constantemente, manifiesta especial atracción por la herejía medieval cátara, a la que atribuye unos contenidos absolutamente discutibles desde un punto de vista histórico.

Su “trabajo espiritual” pretende ser impersonal. No desarrollan, afirman, ningún culto personal hacia sus fundadores. Un colegio de 12 miembros forma la “Dirección Espiritual Internacional”, existiendo varias direcciones nacionales de 6 personas cada una; también en España

El proceso del Lectorium está estructurado en siete escalones. Después de asistir a un curso de orientación, existe la posibilidad de acceder a la condición de simpatizante o alumno, que corresponde al Atrio del Lectorium, es decir, al exterior de la organización.

Para el estudiante, se organizan conferencias y cursos de duración anual.

Los siete niveles corresponden a las siguientes fases:

1.        Autopercepción del “átomo chispa de Espíritu Original”.

2.        Purificación y renovación hacia el Arquetipo Divino.

3.        Transmutación interior o renacimiento del alma.

4.        Fase alquímica de la reconstrucción del Alma Inmortal.

5.        6. y 7. Transfiguración, en relación con el “Campo de Radiación de la Rosacruz de    Oro”, aspecto más interno de la Escuela de Misterios.

Para progresar de un grado a otro se precisa el transcurso del tiempo y la asistencia a las actividades internas organizadas por la entidad.

No consideran relevante la tradición de los ciclos, de actividad o inactividad, de la orden rosacruz, de 108 años, tal como lo afirman otras entidades.

No cultivan el espiritismo, ni la cartomancia, ni las ciencias parapsicológicas, por considerarlas expresiones de la naturaleza; siendo su objetivo, por el contrario, la búsqueda de la naturaleza divina.

Hay que destacar que, para la mayoría de los demás grupos rosacruces, esta entidad no sería tal, siendo sus creencias un compendio particular de las enseñanzas personales de sus fundadores.

Por algunos de sus elementos definitorios, bien podría calificarse de “religión”, más que de entidad esotérica. Y de hecho está inscrita en España, legalmente, como entidad religiosa. Sus miembros fallecidos deben ser incinerados. Administran un rito, de aspecto cuasi sacramental, al que denominan “consolamentum”, al igual que lo hicieron los herejes cátaros, aunque con un contenido, parece ser, bastante distinto. Además, sus miembros deben seguir unas estrictas normas dietéticas.

 

-          Orden Rosacruz – El Orden de Melquisedec.

Sin proyección pública conocida en España, dispone de unas vistosas páginas en Internet, de dudoso gusto y de fácil acceso.

Su “doctrina” responde a la elaboración particularísima de su fundador, en la que integra los “mitos” clásicos rosacruces con otras tradiciones ocultistas; reinterpretando según sus convicciones toda personalidad o entidad relevante en el mundo de las sociedades esotéricas. Presenta un conjunto heterogéneo de creencias de base gnóstica, integrando también algunos de los supuestos contenidos de las primitivas religiones precolombinas. Un lenguaje oscuro, unos conceptos cambiantes, aderezan unos textos heterogéneos. Encontramos, por una parte, una presunta explicación de la auténtica historia rosacruz. Por otra, proporciona unos escritos de pretensiones poéticas de inspiración pseudo mística.

 

-          Fraternidad Rosacruz (de Max Heindel).

Se denomina también “Asociación internacional de místicos cristianos”, considerándose el verdadero cristianismo, entendido, naturalmente, desde una perspectiva esotérica. Según afirman, Cristo habría enseñado su religión a las multitudes en forma de parábolas, pero habría explicado los misterios -el verdadero, e interno, contenido de sus doctrinas- a sus discípulos. Jesús, según Max Heindel, habría sido un hombre que vivió en muchas encarnaciones; además “El espíritu de Cristo que ha entrado en el cuerpo de Jesús, era un rayo del Cristo cósmico”.

Esta entidad no tiene logias, sino templos, radicando en la ciudad californiana de Oceanside el principal de todos ellos, que cuenta doce lados, tantos como signos tiene el zodiaco. Es un dato significativo de la gran importancia que atribuyen a la práctica de la astrología.

Esta fraternidad fue fundada en 1909 por el citado Max Heindel (su nombre verdadero era Carl Louis Grasshoff) en la ciudad norteamericana de Seattle.

Pero el verdadero inspirador de esta fraternidad, habría sido un “Maestro” que se apareció –supuestamente- en varias ocasiones a Max Heindel, transmitiéndole el conjunto de conocimientos que, como fiel depositario, se afanó en difundir.

Su principal texto es “Concepto rosacruz del cosmos”, habiendo sido editado, en diversas ocasiones, en castellano y otros idiomas.

Su fundador, a diferencia de los de otras ordenes rosacruces, consideró a Christian Rosenkreutz como un personaje real que ya estaba encarnado en época de Jesús y que lo estaría, de nuevo, actualmente. Incluso el Conde de Saint Germain habría sido otra de sus encarnaciones.

Defiende una concepción maniquea explícita, según la cual el bien y el mal, el odio y el amor, se encuentran en permanente lucha.

Autor de una vastísima obra que comprende múltiples temáticas, incurre en numerosas y abultadas contradicciones que sus detractores airean, con profusión, en los medios esotéricos; también en Internet.

Otra diferencia con AMORC y otros grupos rosacruces es el cultivo de la astrología y la quiromancia por sus estudiantes y miembros. Pretenden desarrollar la clarividencia, los viajes astrales, la bilocación y la sanación a distancia durante el sueño.

Por otra parte, la masonería, a su juicio, habría perdido buena parte de su contenido ocultista, por lo que no tendría –hoy- el interés que tuvo en su momento.

Practican una dieta vegetariana, propugnando, además, la castidad.

La Fraternidad Rosacruz enseña la relación del hombre con el Gran Arquitecto del Universo y con las doce Jerarquías de Seres Celestiales. El universo estaría dividido en siete planos cósmicos, evolucionando en 7 épocas sucesivas. Tiene, por tanto, una concepción cíclica de la historia y del hombre, por lo que afirman la reencarnación.

Carece de cuerpo iniciático. La iniciación sólo se da en el nivel espiritual, constituyendo una experiencia íntima y personal. Con todo, afirma un sistema de 9 grados de los misterios menores y cuatro Grandes Iniciaciones.

Max Heindel, al final de sus días, llegó a afirmar que su fraternidad no era la verdadera Orden Rosacruz (la cual estaría integrada por sólo 12 selectos y misteriosos miembros que se suceden desde hace siglos, tal como se describe en los primeros escritos del siglo XVII), sino una simple organización terrenal que algún día desaparecerá y dará –entonces- origen a algo más grande.

El núcleo central de sus doctrinas se imparten, al igual que por otras obediencias rosacruces, por correspondencia.

 

-          Movimiento Gnóstico Universal.

Pese a emplear, en ocasiones, la denominación de rosacruz, cultiva una cosmovisión explícitamente gnóstica, basada exclusivamente en la obra de su fundador Samuel Aun Weor, autor de numerosos y obtusos textos esotéricos de todo tipo. Es una de las entidades esotéricas que mayor actividad pública desarrollan en España.

 

-          Orden hermética de la Golden Dawn.

Fundada en 1887 por S.L. Mc-Gregor Mathers, W. Woodman y W. Westcott. Se trata de una entidad “mítica” en el mundo del esoterismo cuya continuidad, en alguna medida, se arrogan numerosas organizaciones y cenáculos. Se alimenta, sólo en parte, de la tradición rosacruz.

 

-          Ordo Rosae Rubeae et Aureae Crucis (R.R. et A.C.).

Con una presencia muy limitada, particularmente en América Hispana, formaría el “círculo más interno” de la Golden Dawn.

 

-          Orden Rosacruz del Alpha Omega.

Orientada a la práctica de la alquimia y con algunas pequeñas delegaciones en América Hispana.

 

-          Stella Matutina.

Pequeña entidad de inspiración rosacruz orientada a la práctica de la alquimia, al igual que la anterior, y con una mínima representación en algunos países de América Hispana.

 

-          Fraternitas Rosicruciana Antiqua (Tradición Huiracocha).

Fundada por el ocultista Arnold Krum Heller. Con sede central en Ginebra, cuenta con cierta presencia en América Latina (Chile y Brasil, sobre todo). La entidad se dividió a su muerte en, al menos, dos obediencias. En España se constituyó, según afirma  Manuel Guerra en su “Diccionario enciclopédico de las sectas” (2ª edición, BAC), una delegación de una de ellas en Sevilla: “Aula Lucis”.

 

-          Instituto filosófico hermético.

Fue fundado por Darío Salas Sommer, en 1963, en Santiago de Chile. Este personaje considera a los rosacruces como herederos de extraterrestres, dotados de los conocimientos precisos para ayudar al hombre en su manifestación original y divina. Del ya citado Arnol  Krumm Heller proceden buena parte de sus doctrinas. Creen en la reencarnación y en la existencia histórica de Hermes.

Sus enseñanzas se importen en tres grados. A partir de la gran importancia que atribuyen a la mente, practican ejercicios de respiración, meditación, sanación, relajación, ayunos…

Cuenta con seguidores organizados en España, realizando algunas actividades públicas en sus locales.

 

 

-          Otras entidades.

Las escisiones, reactivaciones, fusiones, etc., sufridas por este tipo de entidades, hacen difícil el seguimiento de la vida de buena parte de ellas. Internet es un buen medio para hacerlo, pero ciertamente, la constelación de entes rosacruces es confusa y sumamente cambiante.

 

Unas reflexiones.

La existencia, creencias y prácticas de estas organizaciones generan, ciertamente, escaso interés en el gran público, al contrario que en el reducido grupo de seguidores incondicionales empeñados en una práctica ascética muy marcada en algunos casos y en un voluntarismo agotador que puede derivar en profundas decepciones. Por ello, la presencia de personajes de lenguaje oscuro, de comportamiento excéntrico y de fantasiosos logros y cualidades, es una constante en buena parte de los grupos antes descritos. Entre estos entusiastas del lenguaje críptico y de retorcidos simbolismos, no es infrecuente que la progresiva pérdida de contacto con la realidad desemboque en problemáticas personales que limitan con lo patológico.

Pero su influencia es mayor de la aparente. Buena parte de los temas desarrollados desde la llamada “New Age” en múltiples foros, así como muchas de sus creencias y prácticas, que tanto están calando hoy día especialmente entre los jóvenes, fueron propugnadas, en su día, por los precursores de estas entidades. Por ello no está descaminado el afirmar que una parte relevante de la moderna “New Age” es tributaria del esfuerzo de los modernos rosacruces, vulgarizando una concepción de la vida derivada de sus creencias y prácticas, siendo comunes en todo caso una serie de constantes: relativismo religioso, concepción pseudoespiritual de la existencia humana, práctica de determinadas “ciencias paranormales” y disciplinas esotéricas (quiromancia, simbolismo, técnicas de relajación, etc.), general creencia en la reencarnación, una base filosófica gnóstica, etc.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 58, junio de 2002

Los rosacruces entre nosotros. Origen y organizaciones iniciales.

      Varias asociaciones denominadas “rosacruces”, semisecretas y de naturaleza esotérica todas ellas, mantienen cierta presencia en España. De forma discreta, pero constante, trabajan entre nosotros.

 

                A lo largo de cuatro artículos, vamos a aproximarnos a la realidad de los grupos rosacruces, entidades que, anunciándose algunas de ellas como cristianas, actúan de forma discreta, pero constante, en casi todo el mundo; también en España. En este primer artículo veremos los orígenes históricos y culturales de tales órdenes, así como a los grupos primigenios. En el segundo, analizaremos la realidad de las principales organizaciones rosacruces, de carácter internacional las más potentes, en la actualidad. En el tercero veremos su realidad en España. Y, en el cuarto y último, analizaremos su naturaleza, sus relaciones con la masonería y la posición de la Iglesia católica ante este fenómeno.

 

La fascinación de Egipto.

                Egipto tiene la capacidad de fascinar a personas de todas las condiciones, culturas y épocas. El contacto con sus desiertos, su río Nilo, sus bulliciosas gentes, los monumentos admirables y asombrosos de su época faraónica, facilitan la ensoñación y el libre vuelo de la imaginación.

                Así, muchos de los oficiales que acompañaron a Bonaparte en su célebre expedición a Egipto (fracaso militar y político, pero que abrió ese país a historiadores, viajeros y geógrafos) se afiliaron a su regreso a logias masónicas de rito oriental o “egipcio”. Y esa capacidad de ensoñación, que ha llevado a muchos hombres a preguntarse si, acaso, las arenas de Egipto encierran presuntos secretos trascendentales para el destino de la humanidad, sigue estando en el origen de organizaciones de todo tipo, muchas de ellas de carácter esotérico. Una de éstas es la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz (AMORC en lo sucesivo), de la que hablaremos más extensamente en el próximo artículo, y que es muy conocida en todo el mundo por su constante presencia publicitaria en los medios de comunicación. A través de llamativos anuncios, AMORC ofrece cursos por correspondencia asegurando “el sentido de la vida”, junto a múltiples técnicas de “auto ayuda”, fenómeno de moda en las últimas décadas, en buena medida, de la mano de la llamada “New Age”. Según AMORC, los primeros rosacruces habrían visto la luz en el Egipto faraónico, siendo las cámaras “secretas” de sus grandes pirámides los primeros espacios empleados para sus ritos e iniciaciones en tiempos del faraón Akhenatón.

                Pero AMORC no surge de la nada. Junto a la masonería, es una de las asociaciones esotéricas más numerosas (sus miembros, afirman, son varios millones –en torno a seis- de personas en todo el mundo, aunque algunos autores cuestionan seriamente tales datos), entroncando la primera dentro de la corriente esotérica “rosacruz”: conjunto de entidades semisecretas que, negando tener un carácter religioso, arrancan oscuramente en el siglo XVII, para llegar hoy día divididas en múltiples obediencias, en mutua competencia y desautorizadas las unas por las otras, prometiendo un desarrollo de las potencialidades de la persona, pregonando un mensaje de espiritualismo y de fomento de la paz mundial.

                Varias de estas organizaciones (AMORC, Orden Rosacruz, Lectorium Rosicrucianum, etc.) se encuentran presentes en España, si bien su incidencia no llega a tener el calado que han conseguido en algunos países hermanos del otro lado del Atlántico.

                No pretendemos discernir, evidentemente, qué organización concreta es la auténtica depositaria de la “legitimidad” o del “tesoro” rosacruz”, si es que existen realmente. Se trata de una polémica que no nos interesa. Pero sí que creemos que, para poder adentrarnos entre esta auténtica “maraña” de siglas y nombres que en ocasiones se sirven del adjetivo de “cristiano”, y que están presentes entre nosotros, es necesario tener una visión de conjunto y unos juicios claros.

 

Origen de los Rosacruces.

                Algunos autores, caso de Massimo Introvigne, relacionan, de alguna manera, los fenómenos de la masonería y de los rosacruces.

                La “rosacruz” primigenia –afirman sus partidarios- sería en realidad una sociedad secreta integrada por 12 miembros exclusivamente, fundada por un personaje legendario, Christian Rosenkreutz, cuyo tesoro iniciático consistiría en la que denominan sabiduría eterna. Esta orden rosacruz cultivaría diversas ciencias  herméticas (especialmente la alquimia) y la gnosis divina, velando, además, por el desarrollo moral de la humanidad, desde la sombra, con absoluta discreción.

Regida en sus manifestaciones públicas por ciclos temporales precisos, se reactivaría cada 108 años; permaneciendo de forma operativa y, posteriormente inactiva, en periodos de idéntica duración temporal. Es en 1614 cuando empezó a revelarse mediante varios escritos. Posteriormente será en el siglo XIX cuando se manifestaría de nuevo a través de una serie de grupos en Francia fundamentalmente, haciéndolo, por última vez, a primeros del siglo XX en lo que respecta al actual ciclo.

El fenómeno arranca de la aparición de tres textos a partir de 1614: “Fama fraternitatis”, “Confessio” y “Las bodas alquímicas de Christian Rosenkreutz”. Tales textos habrían sido escritos por el pastor protestante Johan Valentín Andreae, como un entretenimiento, pretendiendo con ello, y según algunos autores, obtener cierta unidad de los protestantes frente al Papado y los Habsburgo.

                En “Fama fraternitatis” se describe la situación europea de entonces, proponiendo una ciencia espiritual universal para superar sus divisiones.

“Confessio” auguraba la próxima revelación del verdadero sentido de la Biblia.

“Las bodas alquímicas de Christian Rosenkreutz” es el título de la narración esotérica del viaje “iniciático” del protagonista (cuyo nombre podría traducirse por Cristiano Rosacruz), mezcla de varios géneros: mística, alquimia, etc.

Tuvieron un notable éxito, especialmente en la Alemania de entonces, generando varios cientos de escritos, como respuesta, del más variado signo. Es en 1623, cuando la “manía” rosacruz alcanza Francia, al aparecer en algunas calles de París un cartel, con el escrito “Fama fraternitatis”, que comenzaba con una de las frases que mayor fortuna ha tenido en el mundo del ocultismo: “Nosotros, Diputados del Colegio principal de los Hermanos Rosa Cruz por la gracia del Altísimo…”.

A juicio de Jean-Pierre Bayard, “Andreae, presumiblemente el autor de estos escritos, fiel reflejo de su época, no es más que el portavoz de una sociedad secreta, oculta, cuya autoridad central, de pronto, hubiera querido revelarse. Este grupo no se refiere a antiguos misterios, a antiguos rituales, pero se sitúa en el naciente siglo XVII, apoyándose sobre unos símbolos que son eternos. El fenómeno de la Rosacruz está unido a aquella otra corriente de pensamiento ilustrado por Paracelso, Flud o Maïer”.

                Por supuesto, no existe ningún indicio histórico, ningún documento creíble, de la existencia real de tal sociedad secreta; tampoco de Christian Rosenkreutz (así lo asegura, entre otros, el mayor especialista español en sectas, Manuel Guerra, en su Diccionario Enciclopédico publicado por la B.A.C.). Pero, pese a ello, generó un movimiento que en la actualidad, todavía, se traduce en múltiples sociedades semisecretas que cultivan el ocultismo, con varios millones de adeptos por todo el mundo.

                Según algunos autores rosacruces (Spencer – Lewis, por ejemplo), la propia masonería sería un brazo desgajado del tronco común de la rosacruz. Los masones no aceptan que se sitúe el origen de su orden en este contexto y entorno, pero es indudable que las influencias de ambos movimientos han sido mutuas y recíprocas: la organización en grados, diversos ritos, buena parte de su patrimonio doctrinal, el secreto, etc. No en vano, masonería y movimiento rosacruz surgen en el mismo ámbito cultural y filosófico de la modernidad, con el “humus” del pluralismo como fenómeno distintivo, la reforma protestante, el iluminismo y el florecimiento posterior de sectas de todo tipo, muchas de ellas generadas en los aledaños, o en el mismo núcleo, de ambas organizaciones. Además, es posible rastrear la existencia de ideas gnósticas y herméticas que, desde los primeros siglos del cristianismo, afloran periódicamente, enlazando, finalmente, con las recogidas en esos primeros escritos rosacruces y en ámbitos de la masonería (afirmación, ésta última, del experto Manuel Guerra).

Todo ello propició un ambiente cultural del que surgirían, ya en el siglo XVIII, las primeras organizaciones rosacruces.

 

La edad de oro de los rosacruces.

Entre los primeros adeptos de la rosacruz encontramos, siempre según los autores de estas convicciones, a personajes como el ya mencionado Johan Valentín Andreae, Paracelso, Barnaud, Heinrich Khunrath, Francis Bacon, Michel Maïer, Robert Fludd, Comenius, René Descartes, Spinoza, Thomas Vaughan…

Es en el siglo XVIII cuando eclosiona este movimiento en varios grupos, entrelazados a un racimo de nombres de singular prestigio en los ambientes esotéricos, especialmente en Alemania y en Francia: La Rosacruz de Oro (fundada en Alemania hacia 1704 por algunos masones que establecieron 9 grados), la del Antiguo Sistema, los Iluminados de Baviera, Martinès de Pasqually, Louis Claude de Saint – Martin, Cagliostro, el Conde de Saint - Germain… Desde entonces, otra corriente de entidades ocultistas semisecretas, el muy fraccionado “martinismo”, aparece vinculado, de una u otra manera, a las organizaciones rosacruces.

En el siglo XIX serán otras entidades y personalidades las que recogerán la antorcha rosacruz, agrupadas, en uno u otro momento, en torno a diversas organizaciones entre las que destacaron las siguientes:

 

Ordre Kabalistique de la Rose Croix.

Fundada en París en 1888 por Marie Victor Stanislas de Guaita. Su objetivo era el estudio de los “Clásicos” del ocultismo. Desaparecida a la muerte de sus impulsores, sigue siendo una referencia ideal para rosacruces de todo el mundo, alguno de los cuáles, todavía y por internet, buscan la manera de contactar con la misma, pues todavía seguiría operativa…

 

Ordre Catholique Rosecroix du Temple et du Grial.

Grupo fundado por Joseph Péladan, al marcharse de la anterior. Desaparece con la muerte de su fundador en 1918.

 

Sociedad Rosacruciana en Inglaterra (S.R.I.A.).

Fundada en 1867 por Robert Wentworth Little, agrupa exclusivamente a masones con grado de “maestro”. Su iniciación se reparte en 9 grados, siendo muy notable la influencia de la Rosacruz de Oro. Más tarde se establece en Estados Unidos y Canadá con el nombre de Sociedad Rosacruciana en América.

 

Fraternitas Rosae Crucis.

Fundada en 1868 por Pascal Beverly Randolph (procedente de la S.R.I.A.), autor de una interpretación “ocultista” y “mágica” de la sexualidad.

               

Otras relevantes personalidades del esoterismo vinculadas, en mayor o menor medida a estos grupos rosacruces de finales del siglo XIX fueron: Papus, Philippe de Lyon, Phaneg, Marc Haven, Paul Sedir, Paul Adanm, Eliphas Lévi…

Y un inquietante personaje, que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX y que algunos autores también vinculan de alguna manera con el “universo” rosacruz a través de la célebre sociedad secreta ocultista “Golden Dawn” (Alba Dorada, fundada en 1887 desde la S.R.I.A.), fue Aleister Crowley: uno de los ocultistas que ha levantado mayores controversias dentro y fuera de los medios esotéricos.

Ya en el siglo XX, las anteriores personalidades ocultistas, junto a diversas corrientes esotéricas (la Sociedad Teosófica, la Antroposofía, las órdenes Templaristas como Ordo Templis Orientis, los grupos gnósticos, la masonería de rito oriental o egipcio, etc.), están en el origen inmediato de las actuales órdenes rosacruces operativas en España y en el resto del mundo.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 56, abril de 2002.

¿Tiene sentido, hoy, hablar de la masonería?

            Varios artículos, que tratan aspectos relacionados con la masonería, han colocado en primera plana informativa una soterrada querella.

 

La publicación de varios artículos sobre la masonería.
            En las últimas semanas ha aflorado, en algunos medios católicos, cierto interés sobre la incidencia real de la masonería en el devenir de la vida española y sus relaciones con la misma Iglesia católica.
            Empezó el suplemento de religión “Fe y Razón” con un artículo breve, pero muy claro, que emitía un juicio directo sobre la naturaleza de la masonería y su incompatibilidad con la Iglesia católica.
            El día 26 de abril de 2001, “Alfa y Omega” en su número 257 dedicó, como artículo de portada, un espacio de 5 páginas dedicada al tema. Su título ya era revelador: “La pertenencia a la masonería cuestiona los fundamentos cristianos”. En el mismo se recogían opiniones y datos de los historiadores Cesar Vidal y Ricardo de la Cierva, de Federico R. Aznar Gil y de un colaborar de esta publicación digital. Incorporaba, igualmente, dos sueltos. El primero sintetizaba las características masónicas incompatibles con la fe católica. El segundo trataba acerca de las relaciones de la masonería con la “new age”, con especial atención al escritor René Guénon.
            Ese mismo día 26 de abril, Eulogio López, en su edición de hispanidad.com, publicaba un artículo inquietante titulado “El clan de Castellón y los masones”. Y en la edición siguiente de la publicación digital, Javier Paredes dedicaba el editorial al tema, titulado: “¡A callar que vienen los masones!”.
            También esta publicación digital, “Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica”, ha publicado a lo largo del primer trimestre de 2001, una mini serie de artículos dedicados al tema: historia, naturaleza y relaciones de la Iglesia católica con la masonería.

 

Reacciones.
“Alfa y Omega” ha recogida, en su número 258, un escrito de réplica de Javier Otaola, uno de los representantes públicos más cualificados de la Gran Logia Simbólica de España. Considera Otaola que en el artículo de ese semanario se ha incurrido en todo tipo de tópicos anticuados. Que no se entiende el verdadero sentido de la masonería. Y considera que se debieran haber consultado otras fuentes, en concreto, a sacerdotes católicos expertos en el tema, sin duda más “abiertos” y de indudable recta intención. Incluso llega a afirmar que es decepcionante que este tipo de afirmaciones se hagan en un semanario dependiente del Arzobispado de Madrid. Toda una declaración de intenciones. En una nota de la redacción del semanario se considera que dicho escrito confirma lo esencial de las afirmaciones del polémico artículo.
            Se trata de un tema “tabú” ante el que, acomplejados, los católicos callábamos. Por fin, se ha roto el silencio. Pero, ¿qué reacciones se han producido entre los mismos católicos?
            De entrada, la jerarquía, con su característica prudencia, ha callado.
            Y entre los católicos de “a pie” las reacciones han sido diversas. “Ya era hora”, hemos escuchado. “¿Pero, todavía existen los masones?”, preguntaban otros. “Se trata de un asunto viejo que no tiene ninguna trascendencia”, afirmaban algunos. Opiniones variadas, en definitiva.
            En su esclarecedor artículo, Eulogio López considera que la batalla ganada por los masones ha sido la de la respetabilidad. Pero, siendo cierto, consideramos que la batalla planteada va mucho más allá de una cuestión de imagen. Para realizar tal afirmación nos basamos en que la sociedad, en la que vivimos, se apoya en unos valores propugnados por la masonería, más que en los cristianos.

 

¿Políticamente correcto = masonería?
            El lenguaje “políticamente correcto” y su contenido ético de los valores comunes cívicos mínimos, son un calco de los principios propugnados por la masonería de todo signo: relativismo vital, liberalismo político y personal, subjetivismo moral, imposición de una ética civil ajena y opuesta al cristianismo, etc.
            El anticlericalismo –anticatolicismo, hablemos claro- virulento de antaño ha dado paso a otras formas más sutiles de persecución. No es necesario prohibir y disolver a los jesuitas; no es necesario expulsar a ningún obispo. Hoy es suficiente con reducir, poco a poco, el espacio social de la presencia pública de la Iglesia, desplazándola hacia un “ghetto” en el que su papel quede reducido a “bendecir” los valores de la “ética civil” común.
            No es necesario estudiar “los protocolos de los sabios de Sión” para emitir un juicio correcto sobre la realidad y descubrir que el papel de la masonería, lejos de no existir, es determinante en la configuración del modelo de sociedad que se viene implantando. Veamos unos ejemplos.
            Unos italianos estudiantes en Inglaterra, afirman, en un artículo publicado en el número 4 de 2001 de la revista “Huellas”, de Comunión y Liberación, que “(...) por el famoso espíritu politically correct inglés, es decir, la mediocridad de estar siempre de acuerdo y ser blandamente respetuosos con las opiniones de los demás, es preciso estar siempre atento a lo que se dice, no tener ideas demasiado seguras y, sobre todo, no sostener que existe una única verdad.” Tales reflexiones se adaptan, plenamente, a la realidad española.
Todos tenemos la siguiente experiencia. Al entablar una nueva relación ocasional, con motivo de unas vacaciones, un viaje, un encuentro profesional, se puede opinar de todo, salvo acerca de la Iglesia católica y, en muchos casos también, de política. Lo anterior, acaso, ¿no es la práctica social de un principio masónico fundamental que es el de no hablar de política y religión en las “tenidas”?
            Nos encontramos en una sociedad en la que se puede opinar de todo, debiendo ser sumamente respetuosos con todo tipo de  realidades, opiniones y opciones; menos con la tradición católica.
Por ello, es más necesario que nunca conocer los valores de la masonería, contrastándolos con las tendencias sociales que se imponen, de forma más o menos persuasiva, desde el poder cultural dominante.
            La Iglesia, de forma misteriosa, sigue siendo la posibilidad de un encuentro personal con el Dios que proporciona al hombre su verdadero rostro y sentido. Esa posibilidad jamás la tendrá la masonería. Por ello, la misión de evangelización de la Iglesia es de una necesidad apremiante.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica, Nº 45, mayo de 2001
Reproducido en conoze.com, diciembre 2001.

La masonería y la “new age”.

Existe relación entre la masonería y la llamada “new age”. Unas reflexiones al respecto.
            En cualquiera de las numerosas librerías de temática esotérica, existentes en España, figura un espacio importante dedicado a la masonería y a autores de esa filiación con prestigio en ciertas materias, caso de estudios de simbolismo.
            Las corrientes “espirituales” que integran el fenómeno actual de la “new age” mantienen una estrecha relación con la masonería. No en vano, comparten una buena serie de principios comunes: subjetivismo moral, sincretismo religioso, individualismo, relativismo filosófico, reducción del cristianismo a “una religión más”, deísmo, etc. Así, la “new age” constituiría, en el actual “supermercado espiritual”, una vulgarización de los valores masónicos, integrando, en el plano religioso, el pensamiento “políticamente correcto”.
            Ilustraremos, a continuación, esta tesis con el caso de René Guénon.
Este escritor francés, nacido católico y muerto musulmán en El Cairo en 1951, es autor de una compleja obra de pretensiones metafísicas, cuya influencia sigue siendo notable entre masones, ecologistas, neofascistas (de la mano de su discípulo Julius Evola), los autodenominados “tradicionalistas guenonianos”, adeptos de la “new age”, incluso entre algunos católicos.
Iniciado muy joven, perteneció a varias logias masónicas, tanto regulares como irregulares. Hermano “dormido” durante muchos años, hasta el final de sus días se consideró masón, conforme su propia interpretación.
            A su juicio, el “depósito iniciático y metafísico” del cristianismo se conservaba en la Orden del Temple hasta su disolución. Algunos templarios se habrían refugiado en Escocia, ingresando en la Gran Logia Real de Edimburgo. Allí transmitieron sus conocimientos, de donde pasaron a la masonería actual, percibiéndose su influencia en algunos grados de los ritos masónicos.
Esta interpretación no es asumida por los estudiosos masónicos, tachándola de antihistórica. Pero los discípulos de Guénon inciden en la importancia simbólica e iniciática del “mito”, más decisiva que su realidad histórica literal.
            Para Guénon, la corriente iniciática de Occidente (expresión de la que denomina Gran Tradición Promordial, uno de cuyos reflejos sería el fondo común de todas las religiones o Unidad Trascendente de las Tradiciones), sólo es posible rastrearla en la Iglesia católica, que a su juicio ha perdido todo sentido esotérico (oculto), y la propia masonería. En ésta confluirían, siempre según Guénon, las tradiciones esotéricas occidentales: hermetismo (cuya expresión más conocida sería la de los rosacruces), el pitagorismo (estudios de geometría y arquitectura desde una clave esotérica), cristianismo y judaísmo.
            En este contexto, la masonería constituiría una vía adecuada para el “trabajo” propuesto, de ahí que aprobara la creación de una logia de guenonianos dentro de la Gran Logia Nacional Francesa: La Gran Tríada.
            René Guénon es un ejemplo de voluntarismo. Autor de una estructura teórica coherente, atractivo, sugerente, proporciona herramientas intelectuales para quiénes deseen forjarse una cosmovisión, “a la carta”, de cierta consistencia.
            Hasta aquí hemos encontrado, pues, gran parte de los ingredientes “serios” de la “new age”.
            Para un católico, el camino, la verdad y la vida tiene un rostro concreto: Jesucristo. Y un lugar preciso: la Iglesia católica. Ese rostro y ese lugar son una posibilidad para todo tipo de hombres, mientras que la “vía Guénon” sólo es posible para unos pocos.
            De nuevo, la Iglesia es un espacio de racionalidad y humanidad, frente a la soledad propuesta por René Guénon y demás inspiradores de la “new age”.

Alfa y Omega, Nº 257, 26-IV-2001.
Reproducido en elobservadorenlinea.com, Nº 308, 3-VI-2001 (Méjico)
Reproducido en conoze.com, diciembre 2001.

La Iglesia católica y la masonería en la actualidad.

     Un acercamiento a las relaciones actuales entre la Iglesia católica y la masonería. Con este artículo concluimos la mini-serie dedicada a la historia y naturaleza de la masonería.

 

Introducción.
En los dos artículos publicados en números anteriores de ARBIL, anotaciones de pensamiento y crítica (números 41 y 42, enero y febrero de 2001) hemos realizado una breve aproximación a la historia y naturaleza de la masonería. En dichos artículos ya podíamos entrever que sus relaciones con la Iglesia católica han sido, cuanto menos, problemáticas. En este artículo veremos, con cierto detenimiento, los criterios fundamentales y definitorios de esa relación.

 

La posición de la Iglesia católica.
            Víctor Manuel Arbeloa, en un amplio artículo relativo a las relaciones entre la Iglesia católica y la masonería, concluye de la siguiente manera la relación entre masonería e Iglesia católica:
 “No cabe la menor duda de que tanto en la masonería francesa, belga, italiana y española, en general, la aversión al Vaticano fue grande, como grande fue la enemiga al Estado confesional, a la enseñanza religiosa, a las órdenes religiosas –a los jesuitas, especialmente-, al matrimonio canónico impuesto, etc.”
Y pensamos, nosotros, que no parece ninguna casualidad que esa especial virulencia contra la Iglesia católica se produjera en Estados mayoritariamente católicos, implantándose la masonería irregular, en los que el arraigo de la Iglesia era real.
            De hecho, casi desde su aparición, la masonería generó preocupación en la Iglesia. Ya Clemente XII, con la constitución “In eminenti”, del 24 de abril de 1738, condenó a la masonería.
A partir de entonces, las condenas se repiten de forma periódica y en gran número.
Nos referiremos, a continuación, a algunos textos y momentos de especial importancia al respecto.
            León XIII, muy preocupado por este tema, en su Encíclica “Humanun genus” (20 de abril de 1884) la caracterizaba con una serie de notas: organización secreta, naturalismo doctrinal, enemigo astuto y calculador del Vaticano, negadora de los principios fundamentales de la doctrina de la Iglesia.

 

El Código de Derecho Canónico de 1917.
            El Canon 2.355 del Código de Derecho Canónico (C.I.C.) promulgado por el Papa Benedicto XV en 1917 señalaba:
“Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Santa Sede”.
Pío XII, el 24 de junio de 1958, señaló como “raíces de la apostasía moderna, el ateísmo científico, el materialismo dialéctico, el racionalismo, el laicismo, y la masonería, madre común de todas ellas”.
            Esta postura de la Iglesia, tradicional y precisa, fue contestada por algunos católicos, especialmente desde el término de la Segunda Guerra Mundial al considerar que las condiciones objetivas, que dieron lugar a esa concreta posición de la Iglesia, habían cambiado y que, por tanto, debía ser revisada. Fundamentaban esa postura en la diferencia existente entre masonería “regular” (tradicional, creyente en el Gran Arquitecto del Universo) e “irregular” (atea y orientada a la política radical). Dicho acercamiento también era impulsado, a su vez, por algunas personalidades procedentes de la masonería regular.
            Estas personas pensaban que católicos y masones coincidían en una visión espiritual del hombre, frente a un materialismo cuyos efectos se dejaban sentir con horror y que ha llevado a la humanidad a un trance dramático y de absoluta degradación, tal como las atrocidades de las dos guerras mundiales acreditaban.
            En ese contexto, el 19 de julio de 1974, el Cardenal Seper, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigió una carta al Presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en la que señalaba que el canon 2.355, como toda norma penal, debía interpretarse restrictivamente y que debe aplicarse a los católicos que formen parte de asociaciones que efectivamente conspiren contra la Iglesia.
            Ello fue interpretado, por aquellos católicos partidarios de una “apertura” hacia la masonería, como un indicio de evolución en las posturas tradicionales.
            Así, según aquéllos, existirían dos clases de masonería. Una, que conspira efectivamente contra la Iglesia, incompatible, por tanto, para los católicos. Se trataría de la masonería “irregular”. Otra, que adopta una postura neutra, no beligerante, incluso convergente en algunos aspectos, y a la que un católico podría pertenecer (masonería “regular”).
            Para deshacer tales equívocos, el 17 de febrero de 1981, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó una declaración en la que se precisaba la interpretación de la mencionada carta del Cardenal Seper. Dicha declaración establecía que el Canon 2.355 sigue plenamente vigente, que las Conferencias Episcopales no pueden modificar el criterio allí sentado (si bien los supuestos concretos sí pueden ser por ellas determinados), de modo que no podrían dar validez a las consecuencias derivadas de la supuesta distinción antes citada.

 

El C.I.C. de 1983.
            Tras la revisión de su texto, el C.I.C. promulgado por Juan Pablo II el 25 de enero de 1.983, en su Canon 1.374, que corresponde al mencionado 2.355, señala:
“Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho”.
            La nueva redacción tiene dos diferencias con la de 1917: la pena no es automática y no se menciona expresamente a la masonería como asociación que conspire contra la Iglesia.
            Para evitar confusiones, el 26 de noviembre de 1983, un día antes de la entrada en vigor de esa nueva ley eclesiástica, fue publicada una declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe firmada por el Cardenal Ratzinger. Allí se señala que el criterio de la Iglesia no ha variado. Se omite la nominación expresa de la masonería por incluirla, junto a otras asociaciones, en el supuesto general que aparece más amplio, dando cabida a cualquier otra que efectivamente pretenda conspirar contra la Iglesia. Se indica que los principios de la masonería siguen siendo incompatibles con la doctrina de la Iglesia; que los fieles que pertenezcan a asociaciones masónicas no pueden acceder a la Santa Comunión y, también, que las autoridades eclesiásticas locales no tienen competencia para pronunciarse respecto a la naturaleza de las asociaciones masónicas con un juicio que implique derogación de cuanto se ha establecido más arriba.
            Tal declaración supuso un jarro de agua fría a los partidarios de la posible doble pertenencia.
            El diario L´Osservatore Romano del día 22 de febrero de 1985, recogió el siguiente texto:
            “A propósito de la afirmación sobre la inconciliabilidad de los principios, se objeta ahora en algunos sectores que el aspecto esencial de la masonería es precisamente el de no imponer ningún ‘principio’, sino más bien el de reunir, por encima de los límites de las diversas religiones y visiones del mundo, a hombres de buena voluntad fundándose en valores humanos comprensibles y aceptables por todos. Pero el cristiano que aprecia su fe, percibe instintivamente que la fuerza relativizadora de semejante fraternidad reduce la firme adhesión a la verdad de Dios, revelada en la Iglesia, a mera pertenencia a una institución, considerada como una forma expresiva particular, junto a otras formas expresivas más o menos posibles o válidas, de la orientación del hombre hacia lo eterno”.
            En la actualidad, siguen produciéndose algunas relaciones entre masones y católicos. Así, en España es de destacar la paradoja de que algunos de sus estudiosos más profundos sean miembros de sus, antaño, mayores enemigos: los jesuitas. Es el caso de José Antonio Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza) indudable experto en masonería, Pedro Alvarez Lázaro (de la Universidad de Comillas en Madrid), y Enrique Menéndez Ureña (catedrático de Filosofía experto en Krause).
            El primero de ellos, autor de una extensísima obra, contempla con gran simpatía a la masonería. En ocasiones ha realizado algunas declaraciones que han generado cierta confusión; lo que ha hecho necesaria la intervención de altas instancias eclesiales. Fue el caso del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana en 1988, ratificándose en la postura tradicional de la Iglesia y afirmando que “La unidad de la humanidad no se logra poniendo la verdad entre paréntesis”.
            Finalizaremos este apartado con la reproducción de un párrafo del editorial de la prestigiosa revista Civiltà Cattolica del 19 de junio de 1999:
            “El diálogo con la masonería es posible, pero sigue siendo válida para los católicos la prohibición de afiliarse a ella”.

 

Doctrina.
            La conclusión que extraemos de todo lo anterior es clara: no se ha producido ninguna variación sustancial en la postura de la Iglesia frente la masonería. No se puede hablar, por tanto, ni de “endurecimiento”, ni de “apertura”. Y si hemos hecho referencia a la regulación penal y a los diversos pronunciamientos interpretativos de la misma, ha sido para despejar dudas e interpretaciones erróneas o tendenciosas que pudieran empañar la evidente y coherente continuidad del juicio de la Iglesia.
            Visto el tratamiento penal, hagamos una rápida incursión doctrinal.
            El Teocentrismo cristiano nada tiene que ver con el antropocentrismo propio del humanitarismo masónico.
            Para la masonería, la Revelación no tiene sentido. Sólo sería posible un esfuerzo intelectual y práctico del hombre para vivir y conocer la Tradición.
            Por otra parte, dado el carácter “esotérico” (oculto) de la masonería, ésta pretende nivelar todas las religiones, de lo que se deriva un deísmo vago y etéreo, reductor del mensaje cristológico, de modo que Jesús ya no sería –según esa visión- el “centro de la historia y del cosmos”. Jesús sería, eso sí, un gran maestro, un gran iniciado, pero al nivel de Buda, Mahoma, Zoroastro, etc.
            El Gran Arquitecto del Universo es un concepto abstracto; no sería un ser personal.
            La razón es autónoma de cualquier instancia, para la masonería. Lo que contrasta con la adecuada relación entre razón y fe de la Iglesia católica.
            La tolerancia masónica, al considerar iguales a todas las religiones, incurre en un indiferentismo religioso imposible de conciliar con la afirmación de que Jesucristo es El Camino, La Verdad y La Vida. Con ello se incurre en un cierto sincretismo religioso.
            La moral, a juicio de los masones, no está ligada a ninguna creencia religiosa en particular: moral subjetiva.
            Según su concepto de la verdad, no es posible su conocimiento objetivo.
La libertad es un valor absoluto para la masonería, pero ello contrasta con los juramentos  (el secreto) y normas que se impone a sus miembros en los ritos de sus ceremonias.
Podríamos concluir este apartado indicando que el “método masónico”, que veíamos en un artículo anterior, es incompatible con el acto de fe, tal como nos lo enseña la Iglesia.

 

Conclusiones.
En resumen. La masonería se caracteriza por su relativismo religioso, filosófico y moral (público y privado). Y estas características no impiden el diálogo, pero sí la confluencia y la doble pertenencia.
            La Iglesia tiene una doctrina precisa; la Masonería, otra.
            En definitiva, la aceptación de un conjunto de principios excluye la posibilidad de asumir otros incompatibles con los anteriores. Y esto es lo que sucede en el debate Iglesia/masonería.
            Y esos principios siguen vigentes. Por ello la Iglesia no tiene motivo alguno para variar en su actitud: la masonería no lo ha hecho.
            La Iglesia católica es una realidad concreta; la compañía humana en la que tiene lugar el encuentro personal con Jesucristo. Es en ella donde se puede vivir su amistad, lo que puede enjuiciar y abrazar toda la realidad. Sin embargo, esa universalidad de la Iglesia, esa vocación por las personas de toda clase, inteligencia, raza o condición, es negada por una masonería que por definición es elitista y esotérica.
            De alguna manera, vemos que esas negaciones de la Revelación, de la presencia de Jesús como hecho en la Iglesia, de su negación de la Iglesia como tal, la masonería enlaza con el gnosticismo de los primeros siglos de la historia del cristianismo. Lo que en definitiva viene a demostrar que toda herejía moderna ya ha sido inventada en los inicios del cristianismo.
            En ese sentido, Philip Hugues caracteriza al gnosticismo, de la siguiente forma:
“El gnosticismo, como el nombre indica, pretendía ser un camino para llegar al conocimiento, o mejor dicho, a la visión de Dios. Proclamaba que su doctrina, sus ritos y sus prácticas tenían carácter revelado y habían sido transmitidos y preservados a través de alguna misteriosa tradición. Se presentaba como un infalible medio de salvación, actuando generalmente mediante fórmulas y ritos mágicos, mas no se ofrecía a todos los hombres, sino –y éste era el secreto de su atracción que el movimiento ejercía- a la minoría de los iniciados”.
Sin duda, los paralelismos asombran, lo que ha llevado, por ejemplo al historiador Ricardo de La Cierva, a profundizar en esta línea de investigación.
            La masonería encarna los valores comunes en que se pretende reducir al cristianismo, nivelándolo con las demás religiones. Y, por ello, la ética y práctica civil de los llamados “valores comunes”, mínimo común denominador de las sociedades actuales, constituyen el triunfo aparente de la masonería.

 

Arbil, anotaciones de pensamiento y crítica. Nº 43, marzo de 2001
Reproducido en apologetica.org, web del Instituto del Verbo Encarnado (Argentina).
Reproducido en conoze.com, diciembre, 2001.

 

Bibliografía.

La bibliografía que figura a continuación, se refiere tanto a los contenidos del presente artículo como a los correspondientes a los dos artículos anteriores en los que veíamos la naturaleza e historia de la masonería. Hemos incluido fuente diversas, procedentes de autores simpatizantes de la masonería, de otros detractores de la misma, incluso publicaciones internas de dos obediencias presentes en España a las que ha tenido acceso el autor.

 

 

Arbeloa, Víctor Manuel. La masonería en Navarra, 1870 – 1945. Ed. Aranzadi. Pamplona, 1976.
-         La Iglesia y la masonería. Separata de la Revista Scriptorium Victoriense, Nº 27. Año 1980.

 

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Ferrer Benimelli, José Antonio y otros. La masonería por Euskal Herria, 1728 – 1939. Caja Vital. Vitoria, 1990.
-         Masonería española contemporánea. Vol. 1, 1800 – 1868. Ed. Siglo XXI. Madrid, 1987.
-         Masonería española contemporánea. Vol.2, 1868 hasta nuestros días. Ed. Siglo XXI. Madrid, 1987.

 

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-         Continuación del artículo anterior. Misma publicación, 3 de mayo de 1.984. Págs. 265 y 266.

 

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