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Crónicas navarras de Fernando José Vaquero Oroquieta

Actualidad internacional

24 de abril de 2015: centenario del genocidio armenio. Una fecha que no puede olvidarse

24 de abril de 2015: centenario del genocidio armenio. Una fecha que no puede olvidarse

Pero, ¿hubo un genocidio?

El 24 de abril de 1915 fueron detenidos en Estambul 235 líderes de su numerosa comunidad armenia, ampliándose a un total de 600 en los días siguientes. Docentes, políticos, intelectuales, artistas, periodistas… todos ellos serían deportados a Ankara y ejecutados en tránsito.

No era la primera vez que el pueblo armenio era agredido por sus gobernantes turcos. Destaquemos que, entre otras, de 1894 a 1897 unos 300.000 armenios fueron masacrados bajo el mandato del sultán Abdul Hamid II; obsesionado con el delirio de una supuesta nación armenia que llegara a traicionar a su imperio. En 1909 se reprodujeron las matanzas, circunscritas a la provincia de Adana, en la que fueron asesinados, según las fuentes, no menos de 15.000 y un máximo de 30.000 armenios.

Pero aquellas detenciones, perpetradas aquel aciago 24 de abril, fueron el inicio de una operación cuya envergadura real desbordaría todos sus precedentes. Así, esa actuación policial fue el pistoletazo de salida del primer genocidio moderno: el perpetrado por el gobierno de los Jóvenes Turcos contra la comunidad armenia en un intento de extirparla por completo, por entender que no tenía cabida en su proyecto de nación homogénea racial, cultural y religiosamente.

El genocidio fue planificado y ejecutado en diversas fases. En unas pocas jornadas todos los reclutas armenios del ejército turco, unos 60.000, fueron desarmados, fusilados y enterrados en fosas comunes.

Y se emitió una «Ley de Traslado y Reasentamiento» que se aplicaría a toda la población civil: los varones adultos serían fusilados, deportándose inmediatamente, sin cargar medios de supervivencia, niños, mujeres y ancianos. Huelga decir que todas sus posesiones y propiedades fueron expoliadas sin indemnización alguna. En el curso de las «marchas del hambre», dirección a Mesopotamia a través del desierto sirio, murieron en su mayor parte; sufriendo el robo de sus mínimas pertenencias y siendo violadas mujeres y niñas por gendarmes que les vigilaban y bandas de forajidos kurdos, circasianos y turcos.

El número total de víctimas sigue siendo objeto de controversia. El propio Recep Tayyip Erdogan reconoció, hace un año en un amago de justificación, que serían menos de 500.000 en el contexto de la guerra y el hambre, lo que habría afectado a otras minorías no musulmanas. Y, ciertamente, no menos de 250.000 cristianos asirios perecieron en condiciones análogas (en un genocidio inédito en España, no existiendo apenas fuentes documentales en castellano); además de varios millares de griegos pónticos y cristianos de rito siríaco. Otras fuentes elevan la cifra de víctimas armenias hasta los dos millones; si bien las más documentadas coinciden en fijar su número en torno a 1.500.000. En cualquier caso, un genocidio en toda regla.

Excepcionalmente se produjeron algunos movimientos de resistencia armada. Entre ellos, el que mayor trascendencia alcanzó fue la gesta conocida como Los cuarenta días del Musa Dagh, narrado por el escritor austríaco de origen judío Franz Werfel (autor, entre otras muchas obras, de La canción de Bernadette) cuya lectura inspiraría la resistencia de los defensores del ghetto de Varsovia. Tras varios intentos acaecidos en los años 30, frustrados por presiones turcas, fue llevada al cine en 1982.

Fueron testigos de aquella hecatombe, además de un par de escasos cientos de miles de supervivientes desperdigados por  Líbano, Francia, Argentina, Estados Unidos, Unión Soviética, etc., varios diplomáticos occidentales y algunos religiosos extranjeros. Entre todos ellos se elaboró una contundente documentación integrada por diversa colecciones fotográficas, crónicas personales, memorándums oficiales, etc. Deben destacarse los informes de diplomáticos y militares alemanes allí desplegados; aliados en aquellos momentos de Turquía.

 

El estado actual de la cuestión

A día de hoy, después de la Shoah, es el genocidio más estudiado por historiadores y juristas, siendo así calificado por 23 gobiernos de todo el mundo, destacando Rusia y varios países europeos e hispanoamericanos. Chipre, Eslovaquia, Grecia y Suiza, por su parte, han prohibido penalmente la negación del genocidio. Y Francia lo intentó pero, finalmente, lo impidió su Tribunal Constitucional.

El gobierno norteamericano, por su parte, no lo ha reconocido; si bien 44 de sus Estados ya lo han hecho. De hecho, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en su comunicado por el 24 de abril afirmó que «Este año conmemoramos el centenario del Meds Yeghern (Gran Matanza, en armenio), la primer atrocidad masiva del Siglo XX»; evitando, no obstante, la palabra «genocidio». Y continuó asegurando que «He declarado consistentemente mi propia visión de lo ocurrido en 1915, y mi punto de vista no ha cambiado (…) Celebramos las expresiones del Papa Francisco, de los historiadores turcos y armenios y los muchos otros que han tratado de arrojar luz a este oscuro capítulo de la historia». Sin duda, no quiere herir la delicada y característica susceptibilidad de sus aliados turcos.

 

Pronunciamientos recientes

En Jerusalén, el pasado 21 de enero, el Patriarca católico latino Fouad Twal pidió a Turquía que rectificara su tradicional postura por la que considera el «genocidio armenio como mero fruto de la imaginación». Por su parte, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, anunció su participación en la liturgia conmemorativa a celebrar en el Santo Sepulcro.

En la vecina Siria, el 4 de marzo siguiente, la Asamblea del Pueblo, en Damasco dedicó una sesión conmemorativa al Genocidio armenio; iniciativa de la parlamentaria, de confesión greco-católica, María Saadeh. Pero la guerra no hace distinciones y el 21 de marzo, la ciudad siria de Kasab, de mayoría armenia, fue atacada nuevamente por el Frente al-Nusra.

Acaso el pronunciamiento más enérgico y mediático fuera el que pronunció el Papa Francisco, el 12 de abril, previamente al inicio de la eucaristía conmemorativa de los mártires armenios. Del mismo destacamos las siguientes palabras: «También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que exclama: '¿Y a mí qué me importa? ¿Soy yo quizás el guardián de mi hermano?'. La humanidad vivió en el siglo pasado tres grandes tragedias y sin precedentes: la primera se considera generalmente como 'el primer genocidio del siglo XX' (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración Conjunta, Etchmiadzin 27 de septiembre de 2001). Esa ha golpeado a vuestro pueblo armenio, la primera nación cristiana, junto a los católicos y los ortodoxos sirios, asirios, caldeos y griegos. Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos y niños e incluso enfermos e indefensos. Los otros fueron los perpetrados por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente, ha habido otros exterminios de masa, como en Camboya, Ruanda, Burundi y en Bosnia. (…) Recordarlos es necesario, más aun un deber, porque donde no subsiste la memoria, significa que el mal todavía mantiene abierta la herida. ¡Ocultar o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla!».

Las autoridades turcas reaccionaron virulentamente con duras palabras de condena en una nota gubernamental, el anuncio de diversas medidas diplomáticas de represalia y llamando a su embajador en el Vaticano y al propio Nuncio a consultas.

El último 15 de abril, el Parlamento Europeo aprobó por unanimidad, incluidos los europarlamentarios españoles, una resolución por la que se pedía a Turquía el reconocimiento del genocidio armenio, asumiendo su pasado, abriendo así el camino a la reconciliación entre ambos pueblos. Reclamó, igualmente, la apertura de la frontera entre ambas naciones, así como un inventario del inmenso patrimonio cultural y religioso armenio, destruido o dañado en el siglo XX, en parte todavía en pie.

El parlamento de Austria, aliado de Turquía por entonces, guardó el miércoles 22 de abril un minuto de silencio en recuerdo del genocidio. Así, la presidenta socialdemócrata del mismo, Doris Bures, previamente al minuto de silencio, afirmó que «El 24 de abril de 1915 marcó el inicio de las persecuciones que terminaron en un genocidio», empleando el término «genocidio» de manera oficial por primera vez en ese país. Por último, los seis grupos parlamentarios elaboraron una declaración conjunta reconociendo el genocidio que no fue sometido a votación; por lo que carece de valor legal.

El presidente de Alemania Joachim Gauck, por su parte, también empleó el término «genocidio» en una declaración efectuada el jueves 23 de abril; un relevante cambio político y diplomático. Incluso se planteó que «En este caso [refiriéndose a su papel en la Primera Guerra Mundial], los alemanes debemos afrontar el pasado para ver si de hecho hay una responsabilidad compartida, incluso hasta complicidad, en el genocidio de los armenios», llegando a afirmar que las fuerzas alemanas estuvieron involucradas en la planificación y la implementación de las deportaciones.

 

Actos conmemorativos en Armenia y en todo el mundo

Ayer, jueves 23 de abril, la Iglesia Ortodoxa Armenia, en la Sede patriarcal del Catholicosato de Echmíadzin, guiada por el Patriarca Karekin II, declaró mártires, solemnemente, a las víctimas del genocidio; ante la presencia de numerosos mandatarios extranjeros, representantes de 38 iglesias cristianas y organismos ecuménicos y decenas de miles de fieles, muchos de ellos procedentes de la diáspora. Ayer mismo, a las 19’15 horas, todas las Iglesias armenias apostólicas del mundo (a excepción de las que, en situación de total abandono, todavía perviven en territorio turco) repicaron cien veces las campanas en recuerdo del genocidio. También en España, varias iglesias con comunidades armenias, y al menos 2 parroquias católicas catalanas, se sumaron a tan simbólico repique.

Entre los invitados más insignes que asisten en el día de hoy en Ereván, a las diversas actividades conmemorativas, se encuentra Wladimir Putin, quien antes de partir declaró que «El genocidio del pueblo armenio es uno de los eventos más trágicos y dramáticos de la historia de la humanidad»; el presidente francés Hollande; parlamentarios iraníes, hispanoamericanos, europeos, asiáticos; etc. Unos actos que se desarrollan especialmente en el entorno del Museo del Genocidio y su memorial conocido como Tsitsernakaberd, edificado en 1965 con ocasión del 50 aniversario bajo las autoridades soviéticas.

Estas fechas han sido particularmente elegidas por decenas de miles de armenios de la diáspora y descendientes de supervivientes del genocidio, para viajar a la Armenia actual y asistir a los diversos actos conmemorativos.

En Líbano, país en el que residen una parte significativa de descendientes de aquellos miles de supervivientes del genocidio, se vienen sucediendo todo tipo de actos conmemorativos: celebraciones litúrgicas de las iglesias armenias arraigadas (los dos patriarcados ortodoxos, especialmente el afincado en el barrio beirutí de Antelias, y el católico-armenio), diversas actuaciones del patriarca católico-maronita Béchara Raï (antes de su viaje a la propia Armenia), declaraciones políticas de relevantes líderes nacionales, como Samir Geagea, Michel Pharaon, Massoud Achkarlos, Jean Oghassabian y Hagop Pakradounian (ambos, parlamentarios de origen armenio), escritos de relevantes periodistas como Elías Aoun, placas conmemorativas en Metn, Antelias, etc.

Y son múltiples las iniciáticas desplegadas en otros países: murales en el Metro de París, documentales en varias televisiones, marchas reivindicativas en Montevideo y Ereván, concentraciones en Buenos Aires y Córdoba (Argentina), conferencias en Sao Paulo y Valencia, hojas filatélicas en Uruguay, recitales en Londres, ediciones de libros en diversos idiomas, etc.

 

¿Y España?

En España reside una comunidad armenia cifrada, según las fuentes, entre 50.000 y 75.000 personas. En su mayor parte proceden de la Armenia ex-soviética, en busca de oportunidades económicas; y unos centenares de nacionalidad argentina, establecidas en España con anterioridad a sus hermanos del Cáucaso. Ambas comunidades han empezado a trabajar juntas, habiendo dado lugar a iniciativas como la Casa Armenia de Barcelona, en su día, la Asociación de Ararat, la Coordinadora de Organizaciones Armenias de España y, ante todo, el pionero Consejo Nacional Armenio en España. Y, entre otras actividades conmemorativas, han desarrollado la exposición fotográfica, auspiciada por la Embajada de Armenia, «El Campanario Incesante, Armenia 1915-1918»; ubicada en la sala «Quinta de Cervantes» de Alcalá de Henares hasta el  pasado 30 de enero.

Repasándose las diferentes webs elaboradas por los armenios radicados en España puede observarse su creciente activismo, su interrelación con los vecinos españoles y su viva memoria.

Por lo que se refiere a las instituciones públicas españolas, debe señalarse, en primer lugar, que el Parlamento español no ha realizado, todavía, una declaración solemne respecto al genocidio; por el contrario, sí lo han efectuado los parlamentos autonómicos de Baleares, Cataluña, Navarra y País Vasco. La clase política española, ciertamente, no está destacando por su vivacidad y capacidad de iniciativa al respecto. Y, acaso, todavía se siga deslizando por la senda marcada por la nefasta y buenista Alianza de las Civilizaciones del anterior presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, quien contara como principal adalid y receptor de la misma al fundamentalista Recep Tayyip Erdogan. Pero con su sucesor tampoco las cosas cambiaron; es más, todavía se recuerda el vergonzoso papel desarrollado por Mariano Rajoy en su visita a Turquía (véase http://latribunadelpaisvasco.com/not/969/rajoy__erdogan_y_el_genocidio_armenio).

Por lo que corresponde a la sociedad civil, se evidencia un creciente interés entre políticos locales, universidades, entidades culturales y vecinales, periodistas y algunas entidades religiosas, especialmente católicas (dentro de su general atonía). Destaquemos, dado su valor simbólico, que el Oratorio de San Felipe Neri de Valencia acogerá este sábado una eucaristía en rito armenio, para conmemorar el centenario del genocidio, presidida por el vicario patriarcal de la Iglesia Apostólica Armenia para España y Portugal, Sasun Zumrukhdian.

Debemos resaltar el papel desempeño durante años, casi en soledad, por el periodista José Antonio Gurriarán, quien, herido gravemente en un atentado perpetrado por ASALA en Madrid en 1980, investigó la realidad e historia de la causa armenia, escribiendo dos libros acaso fundamentales: La bomba (1982) y Armenios, el genocidio olvidado (2010).

                Con ocasión de este centenario, las televisiones españolas han ignorando el evento; al contrario que la prensa escrita y digital que le ha dedicado magníficos análisis en medios como El País, La Vanguardia, El Mundo…

 

Los armenios, de nuevo, perseguidos

Pero, de nuevo, otra terrorífica guerra, la que se viene desarrollando en Siria e Irak en buena medida fruto del torpe e injustificable intervencionismo yanqui, también persigue al pueblo armenio y sus descendientes.

Así, en la ya mencionada Siria vivían, antes del inicio de la mal llamada guerra civil, unos 120.000 armenios; 80.000 de ellos en la martirizada y milenaria ciudad de Alepo. En su mayor parte ya han abandonado el país. También los terroristas de ISIS quieren eliminar hasta el mismísimo recuerdo del genocidio y de la presencia armenia. De este modo, el 21 de septiembre de 2014, militantes de ISIS destrozaron el memorial del genocidio de la Iglesia de los Santos Mártires, que albergaba restos de innumerables víctimas, situado en e​l desierto de​ Der Zor, ​al noreste de ​Siria; precisamente allí, donde cientos de miles de armenios murieron a partir de 1915 -de hambre, sed y malos tratos- en la deportación.

Por lo que respecta a Irak, unos 22.000 armenios permanecían en el país del Tigris y el Éufrates antes de la nueva fase de la guerra civil, en esta ocasión desatada por ISIS; principalmente en las ciudades de Bagdad, Basora, Kirkuk y Mosul. Pero han sido forzados a emigrar en su inmensa mayoría. También en Irak los terroristas quieren borrar su presencia humana y material. Un ejemplo paradigmático de ello fue la destrucción de la iglesia armenia Surp Echmiadzín de Mosul, inmediatamente fuera tomada esa localidad por ISIS el 10 de junio de 2014.

 

El tozudo negacionismo turco

A pesar de tan relevantes movimientos políticos y actividades conmemorativas, el gobierno turco persiste en su cerrado negacionismo. Es más, su presidente, en una reflexiva actitud provocativa, invitó a Ankara a 100 líderes mundiales –entre ellos al presidente armenio Serzh Sarkisian- precisamente este 24 de abril para conmemorar la batalla de Galípoli, en la que el Imperio otomano derrotó a las fuerzas aliadas en 1915 en la Primera Guerra Mundial. Entre los que han confirmado su asistencia figuran el príncipe Carlos de Inglaterra, heredero de la Corona británica, y los primeros ministros de Australia y Nueva Zelanda; representantes de unos países que dejaron sobre el terreno decenas de miles de bajas en aquellos combates que inmortalizara el film australiano de 1981 protagonizado por Mel Gibson.

El pueblo armenio, los descendientes de los supervivientes del genocidio y sus representantes nacionales y comunitarios, no piden territorios. La suya es, ante todo, una reivindicación moral. Reclaman reconocimiento y una dificilísima e improbable reparación material. Y la salvaguarda de sus cientos de iglesias abandonadas en tierras turcas… En suma: memoria, reparación y justicia. ¿Les suena?

 

Enlaces de interés

 

Descarga gratuita del libro Genocidio Armenio (en castellano, elaborado por el Centro de Estudios e Investigaciones de la Logia Urartu):

http://books.google.com.ar/books?id=bAjc1BQOdQAC

http://www.genocidioarmenio.org/inicio/

 

Links de testimonios fotográficos del genocidio armenio:

http://www.prensaarmenia.com.ar/2015/04/archivo-de-fotos-del-genocidio-armenio.html

http://armeniangenocide100.org/es/photoarchive/

 

Actualidad de Armenia en español:

http://www.prensaarmenia.com.ar/

http://www.diarioarmenia.org.ar/

 

Webs armenias en España:

http://cnarmenio.es/

http://www.armspain.com/

http://genocidoarmenio.blogspot.com.es/

http://losarmeniosinfo.blogspot.com.es/

 

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

 

http://latribunadelpaisvasco.com/not/2812/centenario-del-genocidio-armenio/

 

Un texto fundamental para comprender al Frente Nacional de Marine Le Pen

Un texto fundamental para comprender al Frente Nacional de Marine Le Pen

El ascenso electoral del Frente Nacional de Marine Le Pen, en la vecina Francia, ha supuesto un verdadero terremoto continental.

 

Descalificado como populismo, al igual que otras formaciones tan dispares como los neonazis de Amanecer Dorado (de Grecia) o los trotskistas ibéricos de Podemos, su naturaleza no se presenta tan simple como apuntan sus detractores.

 

Para tratar de comprender un poco su naturaleza política y los ingredientes doctrinales de los que se viene nutriendo, presentamos al lector un documento del máximo interés.

 

En el marco de las pasadas elecciones europeas, circuló por Francia, un documento anónimo, atribuido a un antiguo dirigente del Frente Nacional, en el que se denunciaba una supuesta deriva ideológica del mismo; especialmente en lo que respecta al derecho a la vida y el matrimonio.

 

El documento lo difundió Force Vie, una coalición electoral nacida al calor de las numerosas manifestaciones realizadas en Francia, a lo largo de los últimos años, en contra de la legalización de los matrimonios homosexuales y otras iniciativas legales en esa línea.

 

Apoyada por el pequeño Partido Cristiano Demócrata, que cuenta con algunos cargos electos y en otras ocasiones en la órbita de la UMP, Force Vie, al igual que Impulso Social en España, trató de movilizar al electorado católico y pro-vida. Apenas cosechó un 0,5 % de los votos emitidos.

 

Pese a esa finalidad electoral tan precisa, el documento es lo suficientemente ilustrativo como para tratar de comprender la coexistencia de varias “almas” en el Frente Nacional: la católica tradicional, al parecer, bastante desplazada, la “pagana”, y la procedente de los “conversos” de la extrema izquierda.

 

Que el lector saque sus propias conclusiones.

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

 

 

Para el 25 de mayo de 2014

En Francia

Asunto: Carta abierta a un joven católico tentado por el voto al Frente Nacional

 

Querido joven, amigo mío:

Todo en nuestro país te inquieta y te exaspera: la decadencia de nuestra escuela, el paro que afecta a un joven activo de cada cinco, la explosión de la delincuencia, una inmigración sin control que te lleva a veces a sentirte extranjero en tu propio país. Sobre todo, te rebelas ante la destrucción de los valores de nuestra civilización: el respeto de la vida y la familia. Esta rebeldía te ha llevado manifestarte durante meses contra “el matrimonio homosexual”. El sectarismo de la izquierda que ha impuesto su ley, pero también la pusilanimidad de una cierta derecha, hoy te han dejado desamparado. Algunos de tus contemporáneos están tentados por la expatriación. Tú piensas que debes luchar en tu país. Pero, ante una izquierda cuya única ambición es transformar al hombre en una máquina de consumo y producción, sin familia, sin patria y sin alma, la UMP [Unión para un Movimiento Popular, principal partido de la derecha francesa “clásica”] aparece sin consistencia, todavía atrapada el conformismo “bobo” [burgués- bohemio].

 

Entonces ¿Por qué no probar el Frente Nacional en las próximas elecciones? No habiendo ejercido nunca sus responsabilidades, esos dirigentes no tendrían ninguna respecto a la situación actual. Por otra parte, el FN de Marine Le Pen no sería ya el partido de su padre que, como afirmaban tus padres, acogía a los racistas y a los paganos. Desembarazado de estas escorias, ¿no sería éste el único gran partido que defiende los valores cristianos?

 

Pero no es así. Su “diabolización” es una operación de los grandes medios de comunicación por razones varias (incompetencia o pereza de algunos periodistas, táctica para hacer subir al FN a costa de la derecha…). En realidad, el FN de la hija es un partido todavía más alejado del cristianismo que el partido del padre. Las exclusiones, muy mediatizadas, de unos cuantos impresentables, no deben ocultar tres fenómenos:

- La señora Le Pen ha retirado del programa las posiciones susceptibles de seducir a un católico.

- Ella ha promovido a los especialistas surgidos de la extrema derecha pagana y anticristiana.

- Sus nuevos miembros venidos de la izquierda anticlerical han impuesto su visión materialista de la sociedad y su concepción jacobina de un Estado omnipotente.

 

Marine Le Pen ha descristianizado el programa del FN

 

El 21 de abril de 2002, cuando Jean-Marie Le Pen había llegado a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, el programa del FN proponía:

- La sustitución de las leyes del aborto por una legislación que favoreciera la acogida de la vida.

- La retirada del PACS [Pacto Civil de Solidaridad. Contrato entre dos personas mayores de edad, de igual o distinto sexo, para organizar su vida común. N de la T] instituido por la izquierda en 1999.

- La creación del cheque escolar, que garantizaría a los padres la libre elección de la escuela de sus hijos.

 

Estas propuestas, ¿eran sinceras o, por el contrario, estaban destinadas únicamente a seducir al electorado católico? Algunas de ellas, a falta de una reflexión profunda sobre su puesta en marcha, podían aparecer como una utopía en una sociedad tan secularizada como la nuestra. Su principal debilidad sin embargo residía en la cohabitación en el seno del FN de católicos sinceros con paganos ferozmente opuestos al mensaje evangélico.

 

Marine Le Pen ha eliminado esta ambigüedad. Favorable al mantenimiento de todas las leyes sobre el aborto, el FN quiere incluso “un PACS mejorado”, según la expresión de su vicepresidente, Señor Philippot. En cuanto a la enseñanza, la Señora Le Pen se une a la izquierda más anticlerical: su programa presidencial en 2012 no mencionaba una sola vez la libertad escolar, sino que afirmaba: “La escuela es un servicio orgánico de la República. (…) ésta instruye al ciudadano, capaz de pensar por sí mismo (…). La preparación para la ciudadanía es otro reto. Ésta debe ser infundida desde la escuela maternal (…) por medio de una educación cívica elemental y por la formación en la moral republicana”. Estas líneas confirman la declaración del antiguo ministro socialista de la educación nacional, Vincent Peillon, en septiembre de 2013: “El objetivo de la moral laica es permitir a cada alumno el emanciparse, ya que el punto de partida de la laicidad es el respeto absoluto de la libertad de conciencia. Para dar la libertad de elección, hay que ser capaz de arrancar del alumno todos los determinismos, familiar, étnico, social, intelectual, para después elegir.”

 

Esta ruptura, ¿está motivada por el interés electoral de atraer los apoyos de la izquierda? Quizás. Algunos medios de comunicación han pretendido también que esta evolución, ilustrada por el rechazo de la Señora Le Pen a participar en las manifestaciones contra la ley Taubira [Que legalizó los llamados matrimonios homosexuales, provocando sucesivas manifestaciones masivas en su contra. N de la T], estaba dictada por un “lobby homosexual” que habría alcanzado los puestos clave del FN. Estas polémicas sobre las costumbres de los dirigentes del FN tienen poco interés. Esta conversión a los valores de la izquierda materialista y laica es el resultado de la promoción a la cabeza del FN de la extrema derecha pagana y de una cierta izquierda anticlerical.

 

La promoción de la extrema derecha pagana

 

Hasta finales de los años 90, dos corrientes de pensamiento opuestas cohabitaban en el seno del FN. La primera, representada entonces por el presidente de Cristiandad-Solidaridad, Bernard Antony, había surgido del nacionalismo tradicional, teorizado por Maurice Barrès y por Charles Maurras; oponiendo una Francia católica y latina a una Alemania protestante. Esta visión del mundo puede hoy parecer anticuada. Sin embargo, su patriotismo y su adhesión a los valores tradicionales de nuestra civilización la unían al universo mental de la derecha francesa clásica. No es lo mismo para la otra corriente ideológica, llamada a propósito “Nueva Derecha”. Su ideología, tampoco  “nueva”, como ni siquiera de “derecha”, formulada a partir de los años 60 por Alain de Benoist, surge principalmente de pensadores alemanes de los siglos XIX y XX: Hegel, Nietzsche, Heidegger y Carl Schmitt. Con la nostalgia de aquella Francia hija mayor de la Iglesia, sus ideólogos oponen el mito de una Europa “imperial”, blanca y pagana, que habría sido destruida por el cristianismo, calificado de “religión del desierto” a causa de sus orígenes judíos.

 

Esta ideología, marginada tras la escisión del Frente Nacional, en 1998, de su antiguo dirigente Bruno Mégret, ha resurgido a partir de 2005 por medio de madame Le Pen. Tres personalidades ilustran esta evolución que coincide con la marcha de la mayoría de los católicos llamados “tradicionalistas”.

 

El primero, el Señor Bouchet, es un ejemplo del doble lenguaje de la Señora Le Pen y de la complacencia al respecto de los medios de comunicación. Estos mediatizan fuertemente las expulsiones del FN, de aquellos oscuros miembros, diciendo torpemente en voz alta lo que piensan algunos de sus dirigentes. Curiosamente, no se detienen en los textos más chocantes, pero pensados, del Señor Bouchet; cabeza de lista de FN en Nantes. En el portal de internet Vox-NR, que él había fundado, este “nacionalista revolucionario” llegado al FN en 2008 para, según afirmaba, apoyar a la Señora Le Pen, expresa su nostalgia por los años 40 del siglo pasado, su admiración por el terrorista Carlos y, sobre todo, su odio al cristianismo. “Cualquiera que sea su color o su origen, ya sé que no será mi Papa; como no lo era Juan Pablo II”, escribía a propósito de la elección en 2005 de Benedicto XVI. Director en su día de la revista Lutte du Peuple [Lucha del Pueblo],  había escrito también con motivo de la visita a Francia en 1995 de Juan Pablo II: “No a la secta papal. Exijamos que nuestro nombre sea sacado de los registros del bautismo”.

 

Los señores Péninque y Chatillon, antiguos dirigentes del GUD [Grupo de Unión y Defensa, organización clásica de la extrema derecha universitaria francesa. N de la T] reconvertidos con éxito a los negocios, juegan ante la Señora Le Pen un rol mucho más importante; a la vez financiero y político. Philippe Péninque, el abogado que había abierto en Suiza la cuenta bancaria de Cahuzac [reciente escándalo financiero que implica supuestamente a dirigentes políticos franceses de derecha e izquierda. N de la T], ha sido encargado de la reestructuración financiera del FN tras el fracaso de las legislativas de 2007. Ha sido también el artesano del viraje estratégico a la izquierda del FN. Frédéric Chatillon es, desde la elección presidencial de 2012, el principal suministrador de las campañas electorales del FN. Uno de sus brazos derechos, Axel Lousteau, ha sido el tesorero fundador del micropartido Jeanne [formación que, sin afiliados, es más una especie de organización encargada del material, incluso informático, empleado en las campañas por el FN. Se le ha acusado de ser un “estado dentro del partido”. N de la T] que financia las campañas de la Señora Le Pen.

 

La adopción de los viejos valores de la izquierda anticlerical

 

A estos técnicos que ella ha favorecido, la Señora Le Pen ha añadido personalidades reclutadas en la izquierda anticlerical, como el abogado Gilbert Collard, el antiguo sindicalista trotskista Fabien Engelmann, o el enarca [antiguo alumno de la elitista Escuela Nacional de Administración, ENA. N de la T] Florian Philippot. Este último, responsable en 2002 de los “estudiantes chevénementistes” [partidarios del político Jean-Pierre Chevènement, quien evolucionara de izquierda a derecha y fundara diversas agrupaciones de cierta relevancia años atrás. N de la T], convertido en el número dos del partido, encarna el viraje tecnocrático y a la izquierda del Frente Nacional. Reduciendo, como el resto de la clase política, al hombre a su dimensión de consumidor y de productor, estima también que la crisis actual no es moral, sino solamente económica, y que los franceses tienen únicamente preocupaciones materiales. Habiendo guardado sin embargo su ADN “extremista”, el FN de la Sra. Le Pen se distingue de la UMP y del PS por mayores dosis de demagogia, que le han ha llevado a concebirse como el guardián intransigente del Estado jacobino providente, del retiro a los 65 años y de las 35 horas.

 

Esta visión economista de la sociedad le ha llevado a cometer un contrasentido ante las manifestaciones contra la ley Taubira. La Señora Le Pen ha pretendido que el debate sobre el matrimonio homosexual y la filiación, es un tema menor, “un señuelo, para no hablar de los problemas económicos y sociales del país”. ¡Al contrario! Las promesas económicas y sociales del candidato Hollande durante la campaña presidencial eran el verdadero señuelo destinado a imponer, una vez elegido, la revolución sin precedentes de la destrucción del matrimonio, de la paternidad y de la filiación. Por otra parte, la contratación de 60.000 funcionarios en la educación nacional, y el del matrimonio homosexual, son los únicos compromisos electorales que ha mantenido.

 

 

Además, bajo pretexto de luchar contra el islamismo, la Sra. Le Pen ha ido a buscar, en los graneros de la IIIª República, los oropeles del laicismo, muy eficaces hace un siglo contra la Iglesia Católica, pero completamente inoperantes, e incluso contraproducentes, ante el Islam. Contribuyendo a la descristianización de nuestro país, los laicistas han preparado el terreno a los islamistas.

 

Si los técnicos procedentes de la vieja derecha pagana hacen, en el interior del FN, buenas migas con los nuevos miembros de la vieja izquierda anticlerical, es porque comparten el mismo odio por los valores cristianos y la misma fascinación por un Estado, omnipotente, que aplasta a los cuerpos intermedios naturales y, especialmente, a las familias.

 

Tú  que has sabido levantarte, sé de nuevo lúcido y valiente

 

Militantes de la Manif Para Todos o de la Primavera Francesa, Cuidadores o “Madres-cuidadoras”, Centinelas o del Camping Para Todos, peregrinos de Chartres o de Santiago de Compostela [multitudinarias movilizaciones, de variada motivación y de base católica, realizadas en los últimos años en Francia. N de la T], ¡no os hagáis ilusiones!  Ocho de diez alcaldes FN elegidos este año han rechazado firmar la Carta de la Manif Para Todos. Preguntado por RTL, sobre la aplicación de la ley Taubira, el nuevo alcalde FN de Hénin-Beaumont, Steeve Briols, respondía: “No veo por qué las parejas homosexuales no puedan casarse”, reafirmando así la línea del partido fijada por Florian Philippot, quien había recalcado, el 7 de octubre de 2013, su oposición a toda forma de cláusula de objeción. Será lo mismo en el Parlamento Europeo. Para obtener las ventajas de un grupo parlamentario, la Señora Le Pen se ha aliado con el PVV [Partido por la Libertad, formación populista holandesa en alza. N de la T] del holandés Geert Wilders. Partidario del matrimonio homosexual, Geert Wilders ha llegado incluso a votar con la izquierda en 2011, en los Países Bajos, la anulación de la ley que permitía a los funcionarios municipales, opuestos al matrimonio homosexual, ejercer su derecho a la objeción de conciencia y, por tanto, a no celebrar estos matrimonios. Adoptada por 84 votos contra 58, el voto de los diputados del PVV ha sido decisivo.

 

El FN no es una alternativa al sistema actual más, que lo sean la UMP o el PS. Para romper con éste, debemos tomar otra vía. Nuestro país y todos los otros países de Europa sufren, por supuesto, el paro, la inseguridad y la inmigración. Pero el mayor mal que presentan es el inoculado por lo que Juan Pablo II llamaba “la Cultura de la muerte”. Contra este mal, que mata a nuestros hijos, nuestros enfermos, nuestros ancianos, desespera a nuestra juventud, destruye a nuestras familias, transforma nuestro continente en un vasto cementerio, el único que cada año cuenta con más muertes que nacimientos,  los pactos de estabilidad económica, los planes de salvación del euro o de salida del euro… serán, como mucho, paliativos.

 

Necesitamos retomar el camino de la Vida: muchos, tu y yo. Y para esto, franceses y europeos, seguir los pasos de los santos que han construido la Europa cristiana.

 

Al depositar tu papeleta este domingo, no olvides lo que te hace estremecer, resistir, quizá incluso sublevarte: el deseo de la verdad, la defensa de lo verdadero. Sé conforme a tus combates de ayer, vete hasta el final y vota lo que te dice tu convicción, con Fuerza, con Vida.

 

Esta papeleta no es un juego: es el porvenir, el tuyo y el de los que vienen detrás de ti y gracias a ti, quizá tus propios hijos. Gracias, querido joven.

 

Un antiguo técnico del FN

 

(Traducción de Maite Vaquero)

Link: http://latribunadelpaisvasco.com/not/1381/un-texto-fundamental-para-comprender-al-frente-nacional-de-marine-le-pen/

Rajoy, Erdogan y el genocidio armenio

Rajoy, Erdogan y el genocidio armenio

En estos tiempos que vivimos, y de manera acentuada, las noticias se suceden a ritmo vertiginoso: lo que hoy es «rabiosa actualidad», mañana apenas se comenta e, inmediatamente, se olvida. Múltiples informaciones se suceden, se acumulan, nos aturden… para luego desaparecer.

Por ello, acaso sea necesario volver la mirada para recordar determinados hechos que fueron objeto de atención mediática y que, analizados o no, fueron olvidados. Ahí radica uno de los problemas de nuestro tiempo: la reseña jocosa y el análisis superficial han relevado, perniciosamente, a la reflexión serena y profunda; perdiéndose multitud de ocasiones para el debate y, ocasionalmente, alcanzar alguna conclusión válida para la convivencia.

Sirva esta breve introducción para retrotraernos a la visita de Mariano Rajoy a la Turquía de Recep Tayyip Erdogan en el último febrero. De la misma, apenas, se destacaron dos hechos. El más relevante: el Partido Popular apoyará a Turquía en su pretensión de entrar en la Unión Europea. Segundo: la presencia de Rajoy el 12 de febrero, y en lugar preferente, en un mitin electoral del partido de Erdogan; auténtica encerrona, pues estaba anunciada su asistencia a la inauguración de una estación del metro de Estambul. El partido político del que hablamos es, nada menos, que Justicia y Desarrollo (AKP): el paradigma de un supuesto islamismo moderado que, poco a poco, ha decepcionado a los observadores occidentales; radicalizándose y amparando múltiples corruptelas, circunstancia que viene concitando protestas ciudadanas violentamente reprimidas.

Entonces, debemos concluir… ¡España y el Partido Popular apoyan a Turquía en sus pretensiones europeas! Pero, tenemos derecho a preguntarnos, ¿se ha consultado a los españoles o, al menos, a los militantes del partido de Rajoy? Es más, ¿se ha generado algún debate al respecto? ¿Es indiferente la entrada de Turquía en Europa? ¿Nos afectará a los españoles? Seguramente, pero, ¿cómo? ¿Alguien lo sabe? ¿Nos lo han explicado? Además de más Doner Kebabs y nuevas mafias especializadas en el tráfico de personas, drogas y armas, ¿se implantarán guetos turcos en nuestras ciudades, al igual que sucede, desde hace décadas, en Alemania?

Preguntas, todas ellas, un tanto retóricas, pues ya sabemos cómo se las gasta nuestra casta política; una oligarquía que nos trata como a súbditos y no como a ciudadanos. Ni nos informan, ni nos tienen en cuenta, ni les interesamos: «vote usted lo que quiera que, nosotros, los de siempre, haremos lo que nos dé la real gana».

Seamos veraces: los hechos vienen desmintiendo tozudamente que Turquía sea un ejemplo de democracia abierta, tolerante, observante estricta de los derechos humanos; a la europea. Y si alguien lo duda, que se lo pregunten a las mujeres, los kurdos, las minorías religiosas…

Pero, ¿no podrían exigir España, y el resto de Europa, la aplicación del principio de reciprocidad? Por ejemplo: si se construye una mezquita con capital turco, que se haga lo propio con una iglesia… allí. Pero, se me olvidaba: ¡no se pueden construir nuevas iglesias en Turquía! No digamos, ya, en Arabia Saudita…

Y, ante todo, ¿cómo incorporar en nuestra posmoderna Europa a un estado –el turco- que no ha reparado mínimamente al pueblo armenio? ¡Ni siquiera reconoce que perpetrara el primer genocidio moderno hace casi un siglo! Es más, el estado turco castiga a todo aquél que cuestione mínimamente un negacionismo que en Europa, por lo que respecta a la Shoah, se persigue ejemplarmente. Recuérdese el caso del Premio Nobel de Literatura 2006, el turco Orhan Pamuk, quien por su crítica a ese negacionismo del genocidio armenio se había exiliado el año anterior. O al periodista Hrant Dink, de origen armenio, quien en el semanario Agos propugnó un diálogo entre turcos y armenios que partiera del reconocimiento del sufrimiento causado; por lo que fue condenado, también en 2005, por violar el artículo 301 del Código Penal, es decir, ¡«insultar la identidad turca»! Finalmente, sería asesinado el 19 de enero de 2007. No recuerdo que el Partido popular protestara por nada de ello.

Aunque, casi, por completo desconocida en España, nos une con Armenia una pertenencia común: las raíces cristianas. Armenia fue, además de una de las más antiguas naciones del mundo, la primera cristiana; antes, incluso, que la propia Roma. Pero, en la segunda década del pasado siglo, pudo desaparecer por completo de la mano del ejército turco. Ya había sufrido persecuciones y matanzas terribles con anterioridad. Así sucedió en 1880; después en 1896, cuando fueron asesinados 300.000 armenios bajo el sultanato de Abdul Hamid II; y en 1908, al ser masacrados otros 30.000 en la ciudad de Adaná. Pero será en 1915 cuando se consumó la tentativa de eliminar toda la población armenia residente en territorio turco. En febrero de ese año, 60.000 reclutas armenios del ejército turco fueron fusilados. A continuación, todos los varones armenios con edades comprendidas entre los 15 y 45 años fueron enrolados en el ejército; siendo explotados hasta la muerte. El 24 de abril de aquel fatídico año, 600 líderes de la comunidad armenia fueron detenidos en Estambul y ejecutados. Desde entonces, esa fecha figura en el calendario de la diáspora armenia, indeleblemente, en un ejemplar ejercicio de memoria histórica y de reconocimiento al martirio de sus antepasados. Pero los genocidas no se detuvieron ahí. La restante población armenia -niños, mujeres y ancianos- fue desalojada de sus localidades y organizada en unas «marchas de la muerte» hacia el desierto de Siria y el mar Negro; falleciendo por hambre, sed y malos tratos en su inmensa mayoría. Aún, a finales de la Primera Guerra Mundial, unos 300.000 armenios fueron masacrados en el Cáucaso turco. Finalmente, entre 1920 y 1923 se perpetraron las últimas matanzas. A lo largo de todos esos terribles años, decenas de miles de mujeres y niños fueron raptados y violados; el patrimonio personal y cultural del pueblo armenio fue destruido; su riqueza, expropiada… Y todo ello, ante la pasividad internacional; limitándose las potencias europeas a unas pocas advertencias nominales y mínimas investigaciones. De los dos millones de armenios que vivían en Anatolia en 1914, una vez finalizadas las diversas oleadas genocidas, apenas sobrevivía una cuarta parte; refugiados en Líbano, Francia, Argentina y en la pequeña Armenia soviética. Los responsables de este exterminio sistemático fueron los «Jóvenes Turcos», militares nacionalistas que perpetraron tamaña «limpieza étnica» en el marco del proyecto de una Turquía «moderna» elaborado por sus dirigentes Mehmet Tallat, Ismael Enver y Ahmed Jemal.

Pero hubo más víctimas: unos 300.000 asirios -también cristianos- fueron masacrados. Otro genocidio casi desconocido del que nunca se habla. Y unos pocos años después, los griegos residentes en Anatolia occidental -más de millón y medio- fueron expulsados a resultas del conflicto griego-turco desarrollado al término de la Gran Guerra. De esta manera, si en la Anatolia de primeros del siglo XX algo más de un 30 % de su población era cristiana, en la actualidad no llega ni al 1 %.

La mera afirmación, en Turquía, de la realidad de este genocidio, sigue siendo perseguida penal y policialmente. Sus diversos gobiernos nunca lo han reconocido; pese a la existencia de cientos de fotografías de la época y numerosísimos testimonios de diplomáticos extranjeros, misioneros, militares alemanes (entonces aliados), memorias de supervivientes, etc.

En este conflictivo contexto, de negacionismo, islamismo ascendente, protestas ciudadanas contra la corrupción, ¡Mariano Rajoy se deja fotografiar sonriente en un mitin islamista! Un comportamiento, nada heroico, al que en vicisitudes muy diversas nos viene acostumbrando.

No parece, pues, que Rajoy haya renunciado al proyecto ideológico radical-progresista que heredó de Rodríguez Zapatero; una de cuyas expresiones sigue siendo la Alianza de las Civilizaciones. Casualmente, Erdogan era su otro gran propulsor…

Estamos a un año del centenario del genocidio armenio. Sabemos qué podemos esperar al respecto del Partido Popular de Rajoy: ¡no molestemos a Erdogan! Sonriamos y dejemos pasar las cosas.

Pero, ¿podría obrarse de otra manera? Efectivamente. Ha sido el caso del Tribunal Federal de Buenos Aires que dictaminó, el 1 de abril de 2011, que «El Estado turco ha cometido el delito de genocidio contra el Pueblo Armenio, en el período comprendido entre los años 1915 y 1923» en el que fueron asesinadas un millón y medio de personas mediante una «estructurada planificación exterminadora».

Si ya Francia, Suiza y Holanda, en la década anterior, habían emprendido un camino convergente al argentino, la cosmopolita casta judicial del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, allanando las pretensiones del futuro socio turco, emitió una sentencia nefasta el 17 de diciembre de 2013 en la que establecía que la negación del genocidio armenio -por la que fue condenado un político turco en 2007 en Suiza- constituía un ejercicio de la libertad de expresión, no pudiendo ser objeto de condena penal.

De modo que Rajoy ha seguido, también en ello, los dictados de sus colegas de casta que conciben Europa como un club económico, dirigido por una oligarquía político-financiera  que prima el lucro por encima de todo, alimentado por un pensamiento único y sostenido por unas estructuras administrativas y judiciales restrictivas y alejadas de los pueblos europeos.

Que nadie se confunda: Turquía es una gran nación, orgullosa de su rica tradición cultural, artística e histórica, poblada por gentes de mucha iniciativa, dignidad y carácter. Como europeos, que estamos perdiendo rápidamente nuestras raíces, podemos aprehender lo mejor de ese orgullo; no para discriminarles, sino para dialogar y construir desde la propia identidad y pertenencia. No en vano, sin identidad no se dialoga: se parlotea. Y si renuncias a ella, no serás respetado.

Por todo ello, Armenia debe nuestra gran referencia: por su sacrificio y resistencia, su voluntad de supervivencia, su memoria, su desacomplejada identidad.

http://latribunadelpaisvasco.com/not/969/rajoy__erdogan_y_el_genocidio_armenio

La indiferencia de los políticos españoles ante la extinción violenta de los cristianos árabes

La indiferencia de los políticos españoles ante la extinción violenta de los cristianos árabes

La indiferencia de los políticos españoles ante la extinción violenta de los cristianos árabes

Primero fue Irak, donde su antiquísima minoría cristiana (caldeos y asirios, principalmente) se encuentra al borde de la extinción tras años de ocupación militar, guerra civil, y la violencia indiscriminada desatada contra tal por los grupos terroristas islamistas (mediante secuestros y asesinatos, destrucción de lugares de culto y propiedades de cristianos, su expulsión por la fuerza de aldeas y ciudades, etc.). Una situación desencadenada, no lo olvidemos, por la inoportuna intervención yanqui y sus ocasionales aliados, quienes -acaso enmascarando crematísticos intereses petrolíferos de poderosas multinacionales- pretendieron imponer una democracia a lo “occidental” tras el derrocamiento y ejecución de Sadam Husein.

Después le tocó el turno a Siria, donde en el contexto de una cruel guerra civil, los yihadistas se han cebado particularmente con la población cristiana: secuestros y asesinatos de sacerdotes y obispos de diversas confesiones cristianas (incluso extranjeros), destrucción de iglesias y otros lugares de culto (algunos de ellos con casi dos milenios de antigüedad), expulsión de la población cristianas de aquellas áreas donde vivían inmemorialmente, violación de sus jóvenes… Y no ha sido impedimento para ello que algunos cristianos muy significativos se hayan integrado en el sector más moderado de la oposición al régimen baasista (laico, socialista en sus orígenes, nacionalista y panárabe) de Bashar al-Asad. Nos referimos a la denominada “Unión de los sirios cristianos por la democracia”, entre los que destacan jóvenes y viejos opositores al régimen, defensores de los derechos humanos, intelectuales y profesionales comprometidos, como Michel Kilo, el padre Spiridon Tannous, Ayman Abd al-Nour, Samir Sattouf, Bassam Bitar, Elias Warde, Michel Sattouf, Rouba Hanna, Isam Elias, Bassam Ma’luf y Bassam Khoury.

En Egipto, la mal llamada “primavera árabe”, además de un triunfo electoral incuestionable de los Hermanos Musulmanes, y el posterior golpe de estado militar (ante el que, hipócritamente, han coincidido progresistas y reaccionarios occidentales mirando “hacia otro lado”), ha encubierto asesinatos, matrimonios forzosos de jóvenes coptas, quema de iglesias, escuelas y conventos cristianos… En suma, la misma dinámica: los más débiles son los más golpeados.

Líbano se está salvando de la quema, de momento. Con un gobierno interino incapaz de estabilizar la situación política, medio país controlado por Hezbolá, un millón de refugiados sirios que pueden jugar en el futuro el papel de los palestinos en los años 70 del siglo pasado, con constantes estallidos de violencia sectaria entre chiís y sunitas en Trípoli, Sidón, Beirut, Baalbek, Ersal, etc.; los cristianos, divididos en numerosas confesiones pero, sobre todo, políticamente entre partidarios y detractores del “protector” baasista sirio, temen ser los siguientes en el destino de sus otros hermanos árabes.

Y Jordania, con una monarquía estable, pese a las movilizaciones de los Hermanos Musulmanes, se mantiene como un oasis… para el turismo y la vida de sus comunidades cristianas. Pero, ¿por cuánto tiempo?

En este contexto de sinrazón, violencia indiscriminada y de extrema crueldad, los políticos españoles, del signo que sea, han coincidido en una misma actitud: el silencio o, a lo más, vagas declaraciones en apoyo a la oposición moderada; siempre a rebufo de iniciativas yanquis y de la Unión Europea. ¿Y el principio de reciprocidad? ¿Y la defensa de las minorías étnicas, religiosas y las mujeres de esos países en guerra?

Los políticos españoles, tan sensibles –en teoría y en suelo propio- ante el multiculturalismo, la diversidad, el pluralismo, etc., viene ignorando la suerte de la minoría más castigada en estos conflicto interminables en los que se juega, más que nada, el predominio de una de las dos ramas del islam sobre la otra: sunitas y chiís. No se trata, entendemos, de defender a los cristianos “porque sí”. Lo que está en juego es la pluralidad, el respeto de los más elementales derechos humanos, la pervivencia de antiquísimas comunidades supervivientes de las masacres mogolas y la intolerancia islámica, el rol y futuro de la mujer árabe, el respeto cultural a las minorías étnicas, el derecho universal a la educación, la libertad religiosa, la estabilidad territorial…

Volviendo la mirada a Siria, para el padre Sidney Griffith, profesor de Los orígenes del pensamiento sirio y árabe-cristiano en la Universidad Católica de América, entrevistado por Mark Danner para “Huellas, revista internacional de Comunión y Liberación” el pasado 30 de septiembre de 2013 nos explica que: «Este país es su casa y ellos no son los únicos que sufren. Siria es la cuna de los orígenes del cristianismo, fue precisamente en esta región de la antigua Antioquía donde la fe cristiana creció y se desarrolló en su etapa griega y aramea. Además, los cristianos han convivido con los musulmanes desde el nacimiento del islam en Siria, en el siglo VII, por lo tanto, lo que es una situación trágica para los cristianos lo es también para las comunidades musulmanes tradicionales, puesto que construyeron juntos esta sociedad y que los cristianos son una parte integrante de la civilización islámica clásica. En este sentido, los movimientos militantes islámicos constituyen una amenaza también para la sociedad musulmana tradicional. Sin embargo, como portadores de Cristo, los cristianos tienen algo único que ofrecer con su sola presencia». Una “presencia” que está siendo extirpada ante la indiferencia generalizada de Occidente.

En contraste con nuestros políticos, el pasado 27 de septiembre se presentó en público la coordinadora francesa “Cristianos de Oriente en Peligro”.

La iniciativa, que partió de grupos de maronitas, coptos, melkitas, etc., residentes en Francia, así como de diversas organizaciones nacionales, cuenta ya con la adhesión de políticos de procedencia y militancias diversas: es el caso del consejero regional de Ile de France Patrik Karam, militante de la centrista UMP, y del presidente socialista de ese consejo regional, Jean-Paul Huchon. Y ya se están movilizando en los ámbitos de la opinión pública, interpelaciones al Gobierno, operaciones de socorro humanitario, iniciativas internacionales…

Es cierto que Francia, antigua potencia colonial del Líbano, siempre ha estado muy atenta a la suerte de los libaneses, pagando un gran tributo de sangre en esa misión. Pero en esta ocasión, esta iniciativa responde no tanto a un impulso nostálgico de la “Grandeur Francaise”, ni a una toma de partido, ni siquiera a otro amago de “hacer política”. Es la voluntad de esos franceses en el acompañamiento de los cristianos árabes y sus obispos, en su anhelo de supervivencia, por un Oriente diverso en el que el diálogo encuentre su lugar; única vía de resolución del conflicto actual. Puede parecer una utopía, dado el extremo enconamiento de las facciones armadas y las amenazas irracionales de bombardeos selectivos y otras posibles intervenciones externas. Pero únicamente el diálogo puede preservar unos mínimos de convivencia que exploren el retorno a la paz.

Si ya en su día con “Manif Pour Tous” nuestros vecinos franceses nos dieron un buen ejemplo de movilización social y coherencia política, “Les chrétiens d’Orient en danger” también nos marca otro camino. Pero, ¿seremos capaces de seguirlo?

http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=31488

 

Ante el suicidio de Venner en Notre Dame de París

Ante el suicidio de Venner en Notre Dame de París

Ante el suicidio de Venner en Notre Dame de París, me he permitido insertar un brevísimo comentario en un artículo publicado al respecto en Tradición Digital.

El hecho me ha incitado a reflexionar y a valorar lo objetivo y lo real; más allá de las abstracciones ideológicas que tanto me atraen y distraen.

Aunque torpemente, creo que reflejo el estado de ánimo y mis conclusiones más básicas.

Se adjunta la carta de despedida de Venner, a quien admiraba como historiador -era lector ocasional de su NRH- y unos fragmentos de uno de sus artículos que trataba el tema.

 

 

Venner era un extraordinario intelectual e historiador; antiguo militante neofascista y prefigurador de la “Nueva Derecha”; en su sección historicista. Pagano y, por tanto, irreconciliable con la Iglesia y su historia, a la que achacaba no pocos de los “males” que a su juicio golpean a Occidente (concepto éste, al modo que lo entendía, también alejado de la tradición católica). Si el igualitarismo es el origen de todos los males, según afirmaba, su raíz sería el cristianismo; de modo que el espíritu europeo habría que reconstruirlo desde otras tradiciones: la pagana; pura abstracción y voluntarismo.
Desde sus escritos se venía prefigurando su suicidio; sobre el que había teorizado en varias ocasiones.
Pero es inadmisible que eligiera para su protesta y su gesto un templo católico; conocedor del valor sacro del mismo. No en vano “sacralidad”, aunque desde una perspectiva pagana, es un término muy empleado por esas gentes. Hubiera sido más coherente hacerlo frente a la Asamblea Nacional, por ejemplo; o en el Arco del Triunfo… O en un monumento megalítico céltico.
No juzgaré su conciencia. Faltaría más. Pero, aunque coherente con sus elaborados pero anticristianos planteamientos teóricos, insisto, su acción ha sido un atentado contra la Iglesia en uno de sus espacios sacros.
Se evidencia una vez más, creo entender, que, construcciones intelectuales, por muy “sacras” que se presuman, lejos de una sacralidad real, otras manifestaciones -presuntas- de la misma, se tornan locura.


http://tradiciondigital.es/2013/05/23/el-suicidio-de-venner-en-notre-dame-de-paris%e2%80%8f/
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La carta en la que indica los motivos de su suicidio:

 

Estoy sano de cuerpo y mente, y me lleno de amor por mi esposa e hijos. Amo la vida, y no espero nada más allá, si no la perpetuación de mi raza y mi gente. Sin embargo, en la noche de esta vida, frente a enormes peligros para mi país francés y europeo, siento el deber de actuar sin tener fuerzas. Creo que tengo que sacrificarme para romper el letargo que nos aqueja. Ofrezco el resto de mi vida con la intención de la protesta y la fundación. Escogí un lugar altamente simbólico, Notre Dame de París, que yo respeto y admiro, que fue construida por uno de los genios de mis antepasados, lugar de culto ancestral, recordando nuestros orígenes inmemoriales.

Mientras muchos hombres son esclavos de sus vidas, mi gesto encarna una voluntad ética. Yo doy la muerte para despertar la conciencia dormida. Me rebelo contra el destino. Protesto contra lo que envenena el alma y al individuo, contra los deseos invasores que destruyen nuestra identidad, incluido la familia, base de nuestra civilización milenaria. Mientras yo defiendo la identidad de todos los pueblos, también me rebelo contra el delito de reemplazar nuestro pueblo.

El discurso dominante puede dejar sus ambigüedades tóxicas, pero son los europeos los que van a asumir las consecuencias. El no tener una identidad que nos amarra a la religión, que compartimos desde Homero en su propia memoria, depositario de todos los valores en los que nuestro futuro renacimiento reconstruido con la metafísica de la fuente dañina ilimitada de toda deriva moderna.

Pido disculpas de antemano a cualquier persona que mi muerte va a sufrir, ante todo,a mi esposa, mis hijos y nietos, así como a mis amigos y camaradas. Pero una vez terminada la conmoción atenuada del dolor, no me cabe duda de que cada uno verá el significado de mi gesto y mi orgullo. Espero que los que trabajan en conjunto viendo el pasado. Van a encontrar en mis escritos algo presagiado y explicara mi acción.

Dominique Venner

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El sentido de la muerte y de la vida

En un artículo publicado en marzo-abril de 2008 en la "Nouvelle Revue d´Histoire", y del que ofrecemos sus principales extractos, Dominique Venner tenía ya muy claro lo que para él —y para toda la tradición de la Antigüedad en la que Europa hunde sus raíces— representaba el suicidio. No un encadenarse, no un supeditarse a la muerte y a sus pompas. Exactamente todo lo contrario.   

DOMINIQUE VENNER

El ansia de un comportamiento noble es algo que ha sobrevivido a la desaparición de la nobleza como cuerpo social. La actitud ante la muerte siempre distingue y juzga a un hombre. La muerte voluntaria, atributo del Japón de los samuráis, pude traducirse, de este modo, en alta aspiración al honor y a la dignidad.

Hay, por supuesto, suicidio y suicidio. El del escritor japonés Mishima, especie de suicidio de protesta contra el estado de indignidad en el que había caído su país, no tiene el mismo sentido que el suicidio desesperado de Stephan Zweig y de su mujer en 1942. Sin embargo, el segundo inspira algo más que compasión. La muerte es el término obligado de cualquier vida. Nadie se escapa. ¿De dónde viene entonces que a menudo nos sintamos sobrecogidos de respeto cuando el que muere se ha matado voluntariamente?

En ciertas situaciones nuestra idea de la dignidad hasta convierte al suicidio en una exigencia de honor. Es imposible no sentir estima por el almirante von Friedeburg, último comandante en jefe de la Kriegsmarine, que se dio muerte después de haber sido obligado a firmar la capitulación de 1945. Causa asombra, en cambio, que en Diên Biên Phu el comandante que se había encerrado en el campo no se hubiera suicidado en el momento de la rendición.

En 1945, la invasión de las tropas soviéticas en Pomerania y Prusia oriental entrañó un número incalculable de suicidios en la población alemana. El Diario de guerra de Erns Jünger, una figura de la oposición a Hitler, lo ha descrito con toda claridad. […]  «Los disparos resonaban en los alrededores como en una batida de caza […] mientras se oía gritar a las mujeres y veíamos la luz de las llamas. La dueña del castillo, una mujer de treinta años, mató a toda su numerosa familia, a su anciano padre, así como a sus hijos y luego se pegó un tiro en la cabeza. Estos sitios no llevan nombre, pues sitios así los hay a millares». […]

En la Alemania de aquellos años terribles sucedía como en el Japón de los samuráis. «Hace falta prepararse a la muerte mañana y noche y día tras día», se dice en el Hagakuré. ¿Por qué? Porque el miedo a la muerte le convierte a uno en esclavo y le dispone a la esclavitud.

En la tradición europea

En la tradición europea el suicidio se honraba tanto como lo hacían los samuráis. Releamos a Tácito. Cuando Catón de Útica, Séneca, Petronio y tanto más ponen voluntariamente fin a sus días, son fieles a la filosofía estoica que enseña a morir si ya no vale la pena vivir. Numerosos ejemplos femeninos, la legendaria Lucrecia, Servilia, esposa de Lepidius, o Arria que animó a su marido Pætus clavándose un puñal en el pecho (Pæte, non dolet) muestran que los romanos tenían un sentido igual de vigoroso de la dignidad, del valor y del deber.

Aunque de forma menos constante, la Antigüedad griega también honraba la muerte voluntaria. En primer término, en la persona de Aquiles, héroe por excelencia que escogió, con conocimiento de causa, una vida breve y gloriosa antes que una existencia larga y mediocre. Otro ejemplo para los griegos era Ajax, que borró con su suicidio su deshonor. Se sabe que los celtas practicaban el suicidio al igual que los romanos. Abundan los ejemplos en su historia: tanto el de Brennus como el de los guerreros de Numancia que prefirieron darse la muerte antes que sufrir la derrota y la cautividad, es decir, sufrir una vida indigna.

La condena del suicidio sólo se introdujo progresivamente en Occidente a partir de san Agustín. Estando sometido a Dios, el hombre no podía disponer de su vida. En Inglaterra, hasta 1870 se confiscaban los bienes de los suicidas. Quien fallaba su suicidio era condenado a la cárcel: una pena leve frente a lo que se practicó hasta el siglo XVII, en que el suicidado era arrastrado por un caballo y luego colgado en la horca. En Francia, hasta la Revolución no se era tampoco mucho más clemente: el cadáver de un suicidado era quemado sobre estiércol. Cuando se trataba de un noble, se podía incendiar su castillo. Sin embargo, se introdujo una cierta tolerancia a partir del Renacimiento, que permitió redescubrir el estoicismo y los ejemplos romanos. Se meditaba a Plinio el Viejo, quien recordaba que la superioridad de los hombres sobre los dioses consistía en poderse morir. Lucas Cranach podía pintar su retrato de Lucrecia clavándose un puñal en el pecho para escapar al deshonor. Se deberá esperar, sin embargo, la llegada de la III República para que la enseñanza pública tribute homenaje a la muerte voluntaria de Vatel, mayordomo del príncipe de Condé, que se creía deshonrado.

La muerte de Drieu, Montherlant y Saint-Exupéry

En muchas ocasiones, el suicidio otorga una gracia ennoblecedora a una vida amenazada por la indignidad. Se puede pensar en tres ejemplos contemporáneos, que Jünger destaca en Jardines y senderos, la primera parte de su Diario de guerra, los cuales fueron valerosos en la guerra —escribe— sin por ello ceder al odio. Se trata de los escritores Drieu la Rochelle, Montherlant y Saint-Exupéry. […] Decía el primero de ellos en su carta de despedida a su hermano: “Considero una dicha poder mezclar mi sangre a mi tinta y dar seriedad desde todos los puntos de vista a la función de escribir”. […] Por su parte, Henry de Montherlant escribió: “Uno se suicida por respeto hacia la vida cuando la vida ha dejado de ser digna de uno. ¿Y qué hay más honroso que este respeto de la vida? Desde luego. En estricta ética, el derecho al suicidio sólo se ve limitado por el dolor que se puede infligir a los allegados o por la exigencia de un deber que impone seguir viviendo, aun a costa de sufrir.

Aunque, en el caso de Saint-Exupéry, su muerte voluntaria no se puede probar con la misma certeza absoluta que existe para Drieu la Rochelle y Montherlant, todo permite suponer que tal fue el objetivo de su última misión aérea sobre el Mediterráneo aquella mañana del 31 de julio de 1944. […] En su Carta al general X, escrita en 1943, ya declaraba su aversión por el mundo que ante él se alzaba: «Odio mi época con todas mis fuerzas […]. El hombre está castrado, cortado de sus resonancias originales». En una carta escrita la víspera de su muerte decía: «Cuatro veces he estado a punto de palmarla. Me resulta vertiginosamente indiferente. Ante el peligro de la guerra estoy lo más desnudo, lo más desprovisto posible”. […]

Drieu la Rochelle, Montherlant, Saint-Exupéry, tres destinos distintos, pero magnificados por una muerte decidida. A partir del gesto que no tiene vuelta atrás, grandeza y dignidad son sus blasones. En unos tiempos en que sólo deambulan por ahí unas vidas que no son nada y no tienen otro objetivo que vivir por vivir, cualquiera que sea su vacuidad, la muerte voluntaria es el acto sin igual que restaura un sentido a la existencia. Constituye uno de los más vigorosos mentís al nihilismo. Afirma otros valores que el disfrute y la utilidad, y otros horizontes que el geriátrico. Restaura la nobleza del desinterés y de la autenticidad. Proclama la soberanía que uno ejerce sobre sí mismo. Su mero pensamiento, como decía Cioran, puede incluso impedir el suicidio. La idea de recurrir a él es incitación a la excelencia.

© La Nouvelle Revue de’Histoire. Marzo-abril de 2008.

Irán advierte: enésimo avatar de Al Qaeda

Irán advierte: enésimo avatar de Al Qaeda

Siria, Líbano y Mali en su punto de mira

Singular aviso, en apariencia. El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, Hassan Firouzabadi, advirtió a Europa, el pasado lunes 11 de junio, del resurgimiento de Al Qaeda en el sureste mediterráneo. Se refería, evidentemente, a los grupos armados salafistas adheridos a Al Qaeda que vienen actuando en Líbano y en el contexto de la guerra civil siria.

Sorprende, al menos inicialmente, que sea una autoridad militar de la mayor teocracia musulmana del mundo la que realice tal advertencia; no en vano, tales actores –Irán y Al Qaeda- forman parte de la compleja, aunque nada uniforme, realidad del islamismo radical.

En el universo musulmán las cosas no siempre son como parecen serlo.

Hay que partir de una premisa. El Irán actual es el pilar más fuerte del eje político y militar que integra, hasta las últimas consecuencias, con otros dos actores del próximo Oriente: la Siria baasista y el grupo terrorista/milicia/partido/estado del libanés Hizbulá.

La alianza con su aliado libanés es inquebrantable: ambos son chiíes y el propio Irán está en los orígenes organizativos de Hizbulá, allá, hacia 1982.

Sorprende, por el contrario, la alianza del teocrático Irán con el laico, nacionalista, socialista y panárabe Baas sirio. Ello se originó, históricamente, en su común enemistad a muerte con el Irak de Saddam Hussein y, sobre todo, Israel.

En este contexto, la advertencia iraní desvela su verdadera razón: el temor a que una caída del régimen baasista transforme a Siria en un nuevo Afganistán ingobernable; enésima base del terrorismo de Al Qaeda y sus aliados.

La compleja, dividida, desconocida y en constante mutación oposición siria, está desvelando poco a poco la consistencia de sus grupos armados salafistas o adheridos a la red Al Qaeda.

Ya se detectaron años atrás, especialmente en la zona de Trípoli, grupos de esa inspiración entre los sunitas libaneses. También entre los refugiados palestinos. De hecho el grupo palestino Fatah Al-Islam mantuvo en 2007 incidentes armados de extrema dureza con el Ejército regular libanés en un conflicto, de varios meses de duración, que ocasionó cientos de muertos.

 Y en la reciente crisis armada sufrida, a primeros de junio, en esa ciudad del norte de Líbano, que ocasionó nuevos choques entre sunitas partidarios de la oposición siria, y alawitas (de la misma secta a la que pertenece la familia gobernante en Siria Al Assad), emergió un grupo islamista próximo ideológicamente a Al Qaeda, Al-Jamaa Al-Islamiya, integrado en parte por combatientes procedentes de diversas nacionalidades árabes.

El régimen iraní no tiene ninguna simpatía por la decadente e impía Europa. Pero comparte un mismo enemigo: el islamismo radical sunita y su punta de lanza Al Qaeda. Irán, en la actual coyuntura, tiene mucho que perder: ante todo, a su principal aliado en la zona, Siria; de modo que, de caer el régimen baasista, su aliado libanés Hizbulá quedaría aislado, incluso geográficamente.

Más allá de las interesadas advertencias iraníes, Europa debe cuidarse mucho de los movimientos de Al Qaeda en diversos escenarios mundiales. Ya hemos sufrido sus zarpazos.

El mundo musulmán sufre unas convulsiones imprevisibles, pero, en cualquier caso, de un resultado muy alejado de la estúpida e infantil creencia en su evolución hacia fórmulas democráticas al estilo occidental. Es evidente que hemos pasado de una “primavera árabe” a un “invierno islamista”.

Son varios los actores internacionales que vienen jugando sus bazas en la cada vez más extensa área musulmana: la ya mencionada Irán, potencia chií no árabe; Turquía, en su intento de exportación de una imagen moderada, junto a su voluntad de expansión política y cultural entre los países limítrofes de etnia turca; las integristas Arabia Saudita y Qatar, que vienen apoyando a los Hermanos Musulmanes y a otros grupos salafistas de realidad transnacional.

Mientras tanto, Europa mira hacia sí misma. Economía y, únicamente, economía.

Por otra parte, en Mali, la mitad de su extenso territorio –un naciente Azawad- se ha escindido en una extraña y explosiva conjunción de los libérrimos tuaregs del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) y los integristas de varios grupos allí operativos: Ansar Dine (Defensores de la Fe, también tuaregs), Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y su escisión el Movimiento por la Unicidad y la Yihad en el África Occidental (MUJAO). Destaquemos que entre los miembros de los dos últimos grupos, según denuncian diversos observadores y expertos en la zona, confluyen extremistas de procedentes de todo el mundo musulmán. Pudiera ser: un nuevo Afganistán, pero en África.

Pero no todo son malas noticias.

En Somalia, el grupo local adherido a Al Qaeda, Al Shabab, se encuentra asediado en su último reducto: la ciudad de Kismayo. Así, el primer ministro somalí, Abdiweli Mohammed Ali, ha informado que las tropas de su gobierno, junto a las fuerzas de paz de la Unión Africana, han marcado el 20 de agosto como fecha tope para eliminar a ese grupo terrorista.

Siendo una misión difícil, bien haría Europa en apoyar militarmente al gobierno somalí en esta beneficiosa e imprescindible misión.

Paradojas de este tiempo convulso. Irán, alejado e inquietante enemigo de Europa antaño, acaso mañana, imprescindible aliado.

http://www.diarioya.es/content/irán-advierte-enésimo-avatar-de-al-qaeda

 

El genocidio armenio

El genocidio armenio

Es inadmisible que hoy día se niegue la existencia histórica del genocidio armenio. Por ello, las excusas en las que se ampara Ayhan Tonca, en su entrevista publicada el día 21 de noviembre en este diario, son una sucesión de insultos.

Alegar que murieron armenios, kurdos y turcos simplemente a resultas de la gran guerra, es un insulto a la memoria del millón de mujeres, ancianos y niños asesinados por hambre, sed, cuchillo y balas… cuando no violados y torturados. (Y sus hombres fusilados o explotados hasta la muerte por un ejército turco que les enroló a la fuerza y cuyos herederos se obstinan en negar e impedir se reconozca lo evidente)*.

Pretender que aquellos crímenes contra la humanidad no fueron un genocidio, argumentando que no llegaron a ser juzgados por un tribunal internacional, es un insulto a la inteligencia. El genocidio armenio se inició en 1915, de modo que la legislación de Naciones Unidas contra el genocidio no se pudo aplicar en su día. No pudo existir un Nuremberg contra los “Jóvenes turcos”, lamentablemente. Pero negar lo que historiadores, diplomáticos, militares alemanes (entonces aliados de Turquía), supervivientes, decenas de informes y cientos de fotografías evidencian, ya es demagogia y cinismo criminal.

En Francia, a iniciativa de la oposición socialista, se aprobó el pasado 12 de octubre en su Parlamento una propuesta que penaliza la negación de este genocidio. Y este exparlamentario holandés reconoce que una iniciativa análoga, en cierto modo, fue también aprobada por socialistas y democristianos en su país. ¿Y en España? ¿No somos Europa?

Déjese de fáciles y cobardes victimismos. Usted y los millones de musulmanes que viven en Europa disfrutan de muchas más libertades que en sus países de origen. Recuerde el caso del Premio Nobel de Literatura 2006, el turco Orhan Pamuk, quien a causa de su crítica al negacionismo nacionalista turco se tuvo que exiliar al extranjero en 2005.

Negar el genocidio armenio debiera estar equiparado, a todos los efectos, a la negación del Holocausto.

*Líneas de la carta no publicadas en el diario.

El País (cartas al director), 29 de noviembre de 2006

La Alianza de las Civilizaciones, ¿coartada del negacionismo turco del genocidio armenio?

La Alianza de las Civilizaciones, ¿coartada del negacionismo turco del genocidio armenio? Alianza de las Civilizaciones y Memoria Histórica. Dos conceptos, hoy día, muy vinculados a la figura de su impulsor José Luis Rodríguez Zapatero; aunque no siempre sea capaz de asociarlos entre sí, ni de desarrollarlos con todas sus implicaciones. ¿Ejemplos? Nos referiremos, en esta ocasión, a uno de los episodios más vergonzosos de la Historia de la humanidad: el genocidio armenio.

El de Armenia es un pueblo casi desconocido en España. Sin embargo nos une una pertenencia común: las raíces cristianas. Armenia fue la primera nación cristiana, antes, incluso, que la propia Roma. Experimentó, a lo largo de sus más de dos mil años de vida, avatares históricos y cambios territoriales tremendos. Pero fue en el siglo XX cuando pudo desaparecer por completo; víctima del primer genocidio moderno. Ya había sufrido con anterioridad persecuciones y matanzas terribles; especialmente cuando el Imperio Otomano se debilitaba. Así sucedió en 1880, en 1896 cuando fueron asesinados 300.000 armenios bajo el sultanato de Abdul Hamid II, y en 1908 al ser masacrados 30.000 de ellos en la ciudad de Adaná.

Pero es en 1915 cuando se materializa la implacable tentativa de eliminación total de la población armenia residente en los territorios integrantes de la actual Turquía. En febrero de ese año, unos 60.000 reclutas armenios del ejército turco fueron fusilados. A continuación, todos los varones armenios con edades comprendidas entre los 15 y 45 años fueron enrolados por el ejército, explotándoseles hasta la muerte. Y el 24 de abril, 600 líderes de la comunidad armenia fueron detenidos en Estambul y ejecutados. Desde entonces, esta fecha figura en el calendario de la diáspora armenia, indeleblemente, en un ejercicio de memoria histórica y de reconocimiento al sufrimiento de sus antepasados. Pero los genocidas no se detuvieron ahí. El resto de la población armenia -niños, mujeres y ancianos- fue desalojada de sus localidades y organizada en las llamadas “marchas de la muerte” encaminadas hacia el desierto de Siria y el mar Negro; muriendo por hambre, sed y malos tratos en su inmensa mayoría. Aún, a finales de la Primera Guerra Mundial, unos 300.000 armenios fueron masacrados en el Cáucaso turco. Y de 1920 hasta 1923 se perpetraron las últimas matanzas. Además, a lo largo de todos esos terribles años, muchas mujeres y niños fueron raptados y violados; el patrimonio personal y cultural del pueblo armenio fue destruido; su riqueza, expropiada… Y todo ello, ante la pasividad internacional, limitándose las potencias europeas a poco más que a la emisión de advertencias nominales y a algunas investigaciones.

De los dos millones de armenios que vivían en Anatolia en 1914, una vez finalizadas las diversas oleadas genocidas apenas sobrevivía una cuarta parte; en su mayor parte refugiados en Líbano, Francia, Argentina… y en la pequeñísima y sometida Armenia soviética.

Los responsables de este exterminio sistemático fueron los “Jóvenes Turcos”, militares nacionalistas que iniciaron una eficaz campaña de limpieza étnica, base del proyecto de una Turquía nacionalista, laica y moderna, elaborado por sus dirigentes Mehmet Tallat, Ismael Enver y Ahmed Jemal.

Además de los armenios, unos 300.000 asirios -también cristianos- fueron masacrados, y los griegos residentes en Anatolia occidental –más de millón y medio- fueron expulsados a resultas del conflicto griego-turco desarrollado al término de la Gran Guerra. Así, en la Anatolia de primeros del siglo XX algo más de un 30% de su población era cristiana. En la actualidad no llega, ni de lejos, a un 1%.

El solo hecho de afirmar, en Turquía, la existencia de este genocidio está perseguido penalmente. Sus diversos gobiernos nunca lo han reconocido; pese a la existencia de cientos de fotografías y numerosísimos testimonios de diplomáticos extranjeros, misioneros, militares alemanes (entonces aliados), supervivientes, etc.

No parece, ciertamente, un buen aval para Recep Tayyip Erdogan; adalid, junto a nuestro Rodríguez Zapatero, de esa Alianza de las Civilizaciones que explota los enfermizos complejos de inferioridad y culpabilidad de Occidente.

Los políticos turcos actuales no están legitimados, en absoluto, para hablar de libertad religiosa, respeto a las minorías, integración social y política, etc.; al menos en tanto esos objetivos no sean realidad en su propio territorio. Pero, además, sigue pendiente su incalculable deuda de reconocimiento y compensación al pueblo armenio. Jamás han admitido semejante crimen contra la humanidad. Y si alguien se atreve en Turquía a plantear la cuestión, recuérdese el caso del Premio Nobel de Literatura de este año, el turco Orhan Pamuk, quien ha sido objeto de feroces ataques a causa de su crítica al negacionismo nacionalista turco, exiliándose al extranjero en 2005.

Así, al inmovilismo de los militares turcos, firmes herederos de armas de quienes protagonizaron ese crimen contra la humanidad, se le suma el pujante islamismo en el poder; nada proclive a admitir un ejercicio real de la libertad religiosa. Eso sí: a Europa y por la Alianza de las Civilizaciones.

En Francia, donde reside una comunidad de origen armenio que suma más de medio millón de personas, su parlamento adoptó el 29 de enero de 2001, y por unanimidad, una ley en la que se reconocía la realidad histórica del genocidio armenio. Y el 12 de octubre de 2006 aprobó, el mismo día en que se concedía el Nobel a Pamuk, una proposición de ley presentada por la oposición socialista que pretende convertir en delito su negación; estando pendiente de tramitación en el Senado, donde todavía puede ser bloqueada.

 

El primer ministro turco, Erdogan, reaccionó ante lo anterior advirtiendo –según recogió la prensa- que “intentar convertir una mentira histórica en una ley dañará a la Unión Europea”. Y algunos políticos europeos, aunque por mtivaciones muy distintas, caso del comisario europeo para la Ampliación, Oli Rehn, y la ministra francesa delegada para el Comercio Exterior, Christine Lagarde, advirtieron de los posibles perjuicios económicos de una medida como la citada.

A José Luis Rodríguez Zapatero, tan exquisito vigilante de su peculiar concepción de la Memoria Histórica en España, le vendría muy bien aplicar un poco de su propia medicina cuando diseña el futuro de la humanidad. Su buenismo, acomplejado y vacío, parece teñido progresivamente de prejuicio antirreligioso e ignorancia histórica. ¿O, acaso, de cobardía y/o incoherencia?

Páginas Digital, 21 de noviembre de 2006